Con "El libro de la imagen" Jean Luc Godard, un maestro mayor del experimentalismo y la vanguardia, amado por unos, detestado por otros, entrega una vez más un filme polémico, pero que los más tradicionales amantes de la primera época de su cinematografía ("Sin aliento", "Vivir su vida", "Rogopag") desconocerán. La historia de los cinco capítulos como los cinco dedos de la mano es una suerte de rompecabezas, de caleidoscopio loco en que fragmentos de filmes, imágenes totales o secuenciales, pensamientos o palabras tiradas como botellas al océano, intentan captar el ritmo de la vida y del cine con ondulaciones formales, cadencias o mensajes crípticos. ATMOSFERA OSCURA Recurriendo como nunca al montaje, al juego cinematográfico en su más puro sentido, su resultado es lúdico y sensorial, casi onírico y sólo explicable en la teoría -anti teoría del maestro que supo integrar la polémica "nouvelle vague". Con altos y bajos en las ráfagas de movimiento que sacuden la pantalla, Godard deja lugar al caos y ciertos brillos, pero también a la desintegración y sentido sólo comprensible para unos pocos. La situación del mundo, aproximaciones a su historia, a su literatura, a su política, a la esencia del individuo, siempre en un universo de ricos y pobres siguen siendo su historia. Forman el magma de la materia con que trabaja a puro montaje. Un pensamiento que entrecruza imágenes siempre difíciles de interpretar. El mundo árabe es una preocupación. Pero todo el universo y el hombre siguen siendo materia de preocupación para Godard, experimental, caótico a veces, indescifrable y siempre dispuesto a la pelea. Filme ensayo puramente frío y desbocados, donde la construcción lúdica, en cierta forma, lo acerca a una de sus últimas producciones, "Adiós al lenguaje", pero con una atmósfera fatalista y oscura.
A partir del hallazgo de más de cien horas filmadas por su padre, la directora Agustina Comedi indaga en la intimidad familiar y cuenta cómo fue desnudar la identidad de un ser querido y visibilizar cómo lo que parecía un secreto era un silencio a voces. El descubrimiento de la homosexualidad de un muchacho cordobés que fue joven en los "70, activista político, profesional respetado, permite repasar la necesidad de compartir una doble vida frente a las sanciones sociales que suponía la asunción de la propia identidad sexual. A través de películas caseras, en 8 mm y VHS, sumadas a reportajes a parientes y amigos de Jaime, su padre, la directora compone un damero donde el silencio era una imposición y sólo los muy íntimos o los integrantes de la oculta "otra vida" de Comedi conocían la verdad. Los testimonios hablan de la imposibilidad de confesar la que se consideraba como "sexualidad culpable" cuando se integraba grupos políticos, tanto de izquierda como de derecha (Jaime pertenecía a Vanguardia Comunista); esa "debilidad burguesa" no era aceptada y podía provocar la expulsión del partido. Un paneo por los amigos "de la otra vida" de Jaime habla de bohemias compartidas en los "70, siempre íntimas por temor a redadas policiales o detenciones; de los grupos de amigos como Bonino, Alfredo Alcón, Mujica Láinez. Y de la concurrencia a psicólogos que aseguraban la posibilidad de revertir la condición sexual. LA REALIDAD Agustina Comedi descubre a los quince años la verdad de su padre y tarda más de quince en decidirse a realizar esta ópera prima. Indudablemente, el dictado de leyes que garantizaban derechos (la del Matrimonio Igualitario e Identidad de Género) ayudó, pero también la madurez de asumir una responsabilidad frente a toda esa familia y amigos que silenciaron una actitud que consideraban equivocada, ya sea por convicciones o por miedo. ""Cuando vos naciste, una parte de Jaime murió para siempre"", le dice un amigo trans a Agustina. La necesidad de ser padre, a la que se refiere una tía conocedora del secreto de Jaime, prevaleció. Y Jaime eligió a la mujer que lo acompañaría hasta el final (él murió en un accidente cuando su hija tenía 12 años), pero no olvidó su otra vida. El que la trajo al mundo fue quien lo había acompañado sentimentalmente por once años, el que se convirtió en médico cuando Jaime se recibió de abogado y murió de sida en soledad cuando la llamada "peste rosa" era una mala palabra en Córdoba y el mundo. De eso se enteró esta directora que presenta su película no sólo como confesión y catarsis, sino como una carta para que los que la vean comprendan mejor la lucha por la identidad.
Cuatro años se cumplían desde que Alfonsín asumiera la presidencia de la Nación con un 52% de los votos, luego de siete años de dura dictadura cívico militar. El 16 de abril de 1987, un alzamiento encabezado por el Teniente Coronel Aldo Rico conmocionó el período de Pascuas y mantuvo en vilo a toda una nación. Tomado Campo de Mayo y aparentemente como reacción a consecuencias de la Ley del Punto Final (detención del mayor Barreiro, elemento de la inteligencia militar y parte de la represión en Córdoba), el gobierno democrático se mantuvo al borde de un abismo por varios días hasta aquel "Felices Pascuas, la casa está en orden" con el que el Presidente tranquilizó a un pueblo alborotado. El director de "Yo sé que me han hecho tus ojos" (con Lorena Muñoz), filme en el que se evocaba la figura de la cantante Ada Falcón, seguidor de su condición de detective de los recuerdos, se interna en un campo minado, quién sabe si el revés de la trama (siempre quedará la duda) de lo que ocurrió aquella vez. DONDE TODO PASO Fiel al policial, el espectador, con un punto de vista que da el mismo director con su voz en off, se encuentra con el ámbito reducido del lugar donde se está cometiendo el ilícito, varios actuantes que se convierten en algo más que sospechosos (Aldo Rico y sus compañeros) y una atmósfera que el principal protagonista de Campo de Mayo declara como causal del caos, la que rodea la existencia de una Ley (luego aparecerá como Ley de Obediencia Debida) injusta para él y su grupo y que pretende desplazar por otra de amnistía general (abarcativa de militares y montoneros). Así planteada la trama policial, Wolf se vale de abundante y preciso material de documentales de época y testimonios de los que fueron testigos inmediatos de los hechos (desde Horacio Jaunarena, entonces ministro de Defensa; Jesús Rodríguez, diputado radical; hasta el asesor militar Vila o el jefe de protocolo de la Casa Rosada, de importancia, especialmente, cuando se produce el encuentro Alfonsín-Rico en Campo de Mayo). El filme logra especial interés al revelar detalles desconocidos de todo lo que rodeó la rebelión carapintada. A pesar de cierta desilusión sobre las consecuencias posteriores por parte del director, que oficia de locutor de los hechos, es clara la admiración (también reconocida por el "aparente villano de la película", Aldo Rico) por la bravura de un presidente que se detuvo a rezar en la intimidad de la residencia presidencial (la capilla estaba cerrada) antes de enfrentar los hechos y volar en helicóptero hacia Campo de Mayo. ALTA TENSION Este relato de suspenso bien manejado y en constante tensión, incluye escenas de la participación activa de un pueblo dispuesto a defender a su presidente hasta el final. Es el caso de impresionantes tomas de la Plaza de Mayo repleta y de los grupos reunidos en la entrada de Campo de Mayo, tratando de pasar los límites con que políticos y militantes obstaculizaban para no inflamar más la peligrosa situación. "Esto no es un golpe" se filmó donde todo ocurrió, intimidad de la Casa de Gobierno, acceso a su terraza, interiores de Campo de Mayo. El hecho de haber permitido al espectador compartir los lugares donde verdaderamente se desarrollaron los hechos es como haber permitido compartir las locaciones de un hecho trascendental que influiría en el destino de país y eso, bien manejado cinematográficamente, produce una sensación especial. Un guion austero que desaparece a favor de la cámara curiosa que se aquieta prudente y parece regodearse en lugares como el despacho donde tuvo lugar la reunión final, el filme de Wolf, con un excelente acompañamiento percusivo, levanta en los diálogos de Aldo Rico, un personaje que por sus características psicológicas parece un actor estrella expresamente elegido para desafiar el racionalismo del entrevistador.
Secuela de la recordada "Animales fantásticos y dónde encontrarlos", basada en el libro de la imaginativa J.K. Rowling, creadora de "Harry Potter", la historia sigue al excéntrico mago Newt Scamander (Eddie Redmayne), que convocado por Albus Dumbledore (Jude Law), "su profe" en Hogwarts, perseguirá al mítico mago Grindelwald (Johnny Depp), que se escapó de la cárcel de Nueva York, en la que Newt ayudó a encerrarlo. En sus viajes irá acompañado de las hermanas magas Tina (Katherine Waterston) y Queenie (Alison Sudol), lectora de pensamiento y su hermano Jacob, más los animalitos del título y el inocente pastelero Kowalski (Dan Fogler). París aparecerá en una mágica reconstrucción con maravillas de la época como el circo Skender y sorprendentes integrantes, entre ellos la contorsionista Nagini, la serpiente mascota de Voldemort, en versión humana. El filme tendrá tiempo para todos, para el amor, el drama, la persecución y el horror; hasta para dar plazo a Newt Scamander para encontrar un Obscurial (brujo que oculta su magia por abusos anteriores) como Credence Barebone, que busca sus orígenes y es el medio hermano de la joven bruja Leta (Zoe Kravitz). A FAVOR Y EN CONTRA La dirección de David Yates, varias veces al frente de las películas de Harry Potter, asegura una constante de acción e intriga y un cuidado formal que se concreta en un diseño visual soberbio y en alucinantes peleas entre muggles (no magos) y magos, acompañados del bestiario mitológico de pequeños y grandes seres: el Pickett (sutil mamboretá), la Augurey (imponente lechuza), los nifflers (suerte de ornitorrincos) o la estrella de los animales de este filme, el Zouwu Chino, impresionante felino de cola multicolor que se desprende de toda agresividad ante la visión de una pluma acompañada de un sonido, quién sabe si imitación de alguna hembra compatible o un recuerdo de infancia. "Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald" se inicia y finaliza con espectaculares escenas, como la fuga de la prisión desde Nueva York con los caballos alados al comienzo y la final, donde Grindelwald revela su odio por los "diferentes (muggles) y manifiesta sus poderes en una ceremonia alucinada. Así como las grandes concentraciones y los efectos especiales siguen siendo el fuerte de Yates, el filme pierde cohesión por la abundancia de subtramas y la profusión de personajes. Y estos, salvo el imponente Johnny Depp (suerte de Julian Assange en discurso hitleriano), no revelan todavía una personalidad sólida. Estos "Animales" deslumbran como los fuegos de artificio, pero todavía buscan una definición y personajes con carisma, el suficiente para que uno los siga como a Harry Potter y su recordada pandilla.
Ubicada en la Georgia de los años "90 (patria de importantes creadores como Pirosmani, Ioseliani, Balanchine y nuestro conocido Robert Sturua), "La vida de Anna" es un drama social con una serie de elementos que actúan como referentes de la situación de la mujer sola con niño (en este caso, un pequeño autista), insuficientemente contenida como para afrontar la sobrevivencia cotidiana, a lo que se suma un conflicto de salud familiar que la obliga a pensar en emigrar en busca de mejores condiciones de vida. Anna no consiguió un trabajo acorde a sus estudios y hace lo que puede en casas de familia y un restaurante de la zona. El padre de su hijo le dejó la casa para que se quede con el niño, que debe ser derivado a un establecimiento asistencial por su condición. Anna no sólo intenta obtener una visa para poder emigrar a un país que le dé mejores condiciones de vida, sino que sigue ocupándose de su abuela que ya muestra algunos problemas mentales. MELODRAMA ACTUAL Interesante presentación de una directora joven que sabe manejar los recursos del melodrama, aunque desbarranque un tanto al final y cuenta con una notable actriz, Ekaterine Demetradze, que logra transitar el delicado equilibrio del melodrama sin caer en el tremendismo ante tamaña suerte de cataclismos que acumula el guion. Bien contada, con un buen uso de los tempos dramáticos, quizás con demasiadas subtramas que resolver y un final sobrecargado, "La vida de Anna" merece verse por la actualidad de sus conflictos, sumados al drama de la necesidad de emigrar con la presencia de traficantes que lucran con el negocio de los que deben buscar una salida en deplorables condiciones.
El filme de Christian Jure retrata la figura del "santo de los pobres" conocido por el nombre de Gauchito Gil. La película se inicia cuando Antonio Mamerto Gil (bien Jorge Sienra), campesino pobre de una zona rural de la provincia correntina, es ya un mito popular. La historia repasa momentos de una vida azarosa que pasa por el vandálico incendio de su cabaña y el rapto de su hermana, las luchas de federales y unitarios, su incorporación forzada a alguno de los grupos del que se evade cansado de procederes sanguinarios; sumado a un romance con la mujer de uno de sus superiores, Salazar, hecho que lo transforma definitivamente en un prófugo de la justicia. Su actitud de Robin Hood en defensa de los más pobres y algunos sucesos que se suponen milagrosos, lo convierten en santo popular, venerado en improvisados altares por los caminos no solamente de la Argentina, sino también de países como Paraguay y Brasil. BUEN RITMO "Gracias Gauchito" es una película de malos y buenos, sin características intermedias, con logradas escenas de acción, anacrónicas secuencias de sexo (suerte de "jóvenes coristas" en las morenadas a puro candombe, más lencería actual en seducciones gauchas) y buen ritmo. Valiosa por visibilizar una figura querida por la tradición popular y celebraciones como la del "santito negro" San Baltasar en el noreste de nuestro país; sin olvidar el recuerdo de la terrible Guerra de los Niños de la Triple Alianza, prácticamente olvidada en los manuales de enseñanza.
Pocos son los relatos cinematográficos que pueden internarse en el complejo mundo del adolescente con frescura y espontaneidad. "Mi mejor amigo" es uno de ellos. El tema establece un contrapunto entre dos caracteres, el de un chico con problemas que llega a la casa de un amigo de su padre, y el de un adolescente de clase media con todas las limitaciones pero también las ventajas que puede dar la vida familiar. Lorenzo (Lole) es un chico sensible, no muy sociable, que se adapta al orden familiar y toma determinados límites sin cuestionar que pueden oficiar de obstáculos. Chico de lecturas y poca experiencia, necesariamente va a chocar con Caíto, proveniente de una familia ensamblada, ausencia de orden y rutinas, y con padres, ausente alguno. Pero habrá cosas que los acerquen, especialmente la edad y la comprensión casi adulta que Lole demuestra luego del pedido de su padre de que se ocupe del huésped. El relato, con pocos pero precisos elementos, va mostrando cómo uno y otro chico esconden elementos en su personalidad que pueden oficiar de puentes básicos para la comunicación. NATURAL Y CREIBLE El director Martín Deus encara el relato con sinceridad, construye diálogos que cualquiera podría escuchar en su casa por lo creíbles y naturales, y rodea a los adolescentes que transitan el entorno patagónico de una madre cuidadosa pero con la necesaria apertura como para entender señales no visibles para todos, y un padre con la necesaria presencia en la casa como para acompañar el crecimiento de un hijo adolescente y otro más pequeño. Con pequeñas aperturas a espacios exteriores que ayudan a distender la presencia de acciones en interiores del comienzo, y una fresca intervención de canciones con letras que de alguna manera aluden a lo que está ocurriendo, "Mi mejor amigo" crece a medida que avanza la proyección. Madre, hijo y amigo muestran caracteres en relieve que poco a poco explican modos de ser. Logradas actuaciones de un Angelo Mutti Spinetta en ascenso, adolescente dotado de un rostro especial y que va mostrando a lo largo de sus películas cómo lo que uno imagina como no expresado en sus actuaciones va aflorando lentamente en sus sucesivos proyectos. Moro Angheleri en una rica actuación, sólida y austera, junto con el debutante Lautaro Rodríguez, expresando en su debut un difícil y justo equilibrio, se unen a un profesional de la calidez de Guillermo Pfening. Con un llamativo premio en Cannes y destacado en festivales internacionales como San Sebastián, "Mi mejor amigo" es un filme rico, con una visión real y amplia sobre el mundo adolescente y que puede ayudar a la integración de mundos opuestos.
Jovan y José son dos migrantes de los tantos que llegaron a Suiza en los últimos años. Jovan viene de Serbia y es gitano; José nació en Lisboa. A los dos les gusta la música y pudieron, con el tiempo, tener un oficio. Quizás sus amigos los cuestionarían, pero ellos desarrollan su profesión de funebreros en una empresa y mantienen una vida digna. Ahora les toca preparar todo para repatriar el cadáver de un calabrés a su pueblo natal. El viaje que van a realizar juntos les servirá como una descarga de sus individualidades en su duro vivir de migrantes. El elegante vehículo en que los dos hombres trasladan el cadáver que prepararon puntillosamente se desplaza por más de 1.600 kilómetros en perfectas rutas que quién sabe el muerto nunca pudo recorrer con tal comodidad y elegancia. Nada sabrán del hombre que conducen estos trabajadores, sólo que fue un migrante como ellos, que un día partió de su pueblo con sus mismas esperanzas que ellos y ahora lo devuelven muerto a su pueblo natal. MIRADA COTIDIANA Nadie se ocupó del muerto tan meticulosamente como estos funebreros, eficientes y correctos. Quizás su madre al nacer. Ahora el cuerpo del desconocido, quién sabe si mirando la ruta (la cámara elige el punto de vista desde el ataúd varias veces), es llevado por dos choferes que reflexionan sobre la vida como dos filósofos de barrio, charla matizada por la música de alguna canción que habla del exilio. Tres palabras despidieron el féretro en la voz de una mujer acompañada de otra, a las que no les vemos las caras: ""Buen viaje, Franco"". Quizás las mismas palabras que sonaron alguna vez cuando Franco partió de la Calabria natal. Más allá del adiós que se repite y el largo viaje por rutas impolutas y túneles impecables, "Calabria" concentra un diálogo que pasa de la religión (uno cree, el otro no) al tema del amor y la música, una charla sencilla en la que dos inmigrantes, con fondo de elegíacas canciones, intentan eso que las letras sugieren. ""Haz lo que tu corazón desee, nadie vive mil años, el tiempo pasa y se lleva la juventud. Disfruta la vida"". Improvisados conversadores que sin saberlo practican ese ""vivir el momento"" (carpe diem) del que hablaba el poeta en una convulsionada Europa.
Unos chicos que tiene un canal en You Tube, "Horror times", deciden transmitir en vivo desde el Hospital Psiquiátrico de Gonjiam, un lugar donde se dice que hay fantasmas. El lugar fue un importante centro dirigido por una doctora que desapareció misteriosamente luego de un suicidio en masa de los residentes (inclusión de ficticio documental de la época para que conozcamos a la directora misteriosa). Los cineastas adolescentes convocan a interesados en la aventura, tan jóvenes como ellos, para acompañarlos en la experiencia, una chica estudiante de enfermería, ingenua y asustadiza, una experimentada que ya conoce algunos de los siete centros de horror en el mundo y un chico de gorrita que se siente atraído por el horror. Con el editor, el animador y quien supervisa la producción, más toda la parafernalia para detectar fantasmas, el grupo, ya en el lugar, evade la custodia policial, que en pocos días será cerrado y accede al sitio. TRUCOS CONOCIDOS Lo que viene mezcla la clásica fascinación oriental por las historias de fantasmas (el filme es de Corea del Sur) con las ya muy conocidas técnicas de película encontrada (found footage) y los falsos documentales que obras recordables como "El proyecto de la Bruja de Blair" (1999) hicieron famosos. Habrá una transmisión en vivo con todo lo que ellos quieren demostrar y llegarán casi al millón de visitas, con resultados imprevistos. La película de Jeong Beom-sik se inicia con mucho humor, alegría adolescente, encuentros gastronómicos con comida occidental, pero luego se interna en el clásico camino del horror con sonidos esotéricos, apariciones, el clásico cuarto al que no se puede entrar y sangrientos carteles con consignas que aparecen y desaparecen. Quizás uno espera demasiado cuando al comienzo se habla del Bosque Aokigoihau, el de los suicidios o el Osario de Sedlek en Checoslovaquia o la sugestiva Isla de las Muñecas de México, evocadas por Charlotte, una de las jóvenes aventureras del programa de tevé. Pero lo que viene, no es nada original y hay elementos que deshilachan por el camino (como el dron que los sigue). Excelente el nivel formal, con buena fotografía y justos toques sonoros.
Papá Noel trata de solucionar distintos problemas en su visita a la Tierra. Ese era el argumento de una exitosa serie televisiva de fines de los años "50, con un actor llamado Raúl Rossi, tema que se prolongó en una película que dirigió Roman Vignoly Barreto en la década del "60. Con fragmentos de esta película, "Todo el año es Navidad", comienza el filme de Néstor Frenkel, que pretende indagar en los señores que disfrazados de Papá Noel alegran fiestas y reuniones en el mes de diciembre, o reparten regalos en kermesses, asociaciones de amigos y lugares benéficos. Frenkel sigue la línea de otro de sus filmes, "Los ganadores", donde tomaba una serie de premiaciones a personajes un tanto experimentales que aman los premios y están dispuestos a pagarlos muy bien a los vivillos que organizan ceremonias, en algunos casos, tarifables. FAUNA HUMANA Dando por terminado el asunto premiaciones (menos mal que no se metió con las organizadas por instituciones serias), ávido de paz y buena onda, Frenkel instala a un señor en el centro de la escena y va haciendo reportajes a quienes, en algún momento, se transforman en Papá Noel. Encantadores o patéticos, esperanzados o border, todos interesan porque forman parte de la fauna humana que vive dándonos sorpresas. Así, desfilan los que ejercen ese rol simplemente por conveniencia o temporalmente, como un rebusque a sus profesiones, generalmente artesanales, bohemias o excéntricas. Pero también aparecen los karmáticos, los que afirman estar predestinados, que remiten a un padre que hacía lo mismo o a una señal que los convocó a tomar ese papel o simplemente asumen el rol con la misma naturalidad del que, circunstancial Papá Noel, cambió su modo de pensar a partir de haber visto alguna vez un duende en el Sur. Si aparecen los que hacen de Papá Noel como cualquier otro personaje, también los hay perfeccionistas que mejoran el disfraz, lo modernizan, "lo perfuman" o le agregan elementos que refuerzan la magia, y hasta los que comparten el oficio con actividades terapéuticas relacionadas con los pies (reflexólogos). El caso es que a través de distintas entrevistas en un sillón navideño, vestidos como Santa Claus, Frenkel nos hace pasar un muy buen rato con compañeros de la especie humana que, eso sí, siempre rescatan algo "iluminado" de este rol que temporal o con cierta continuidad asumen con barba blanca y el clásico "¡Jo, Jo, Jo!", que no puede faltar.