La caza del periodismo En 2004 el presidente de Estados Unidos, George W.Bush, obtuvo su reelección y volvió a ser el líder de la primera potencia mundial por cuatro años más, pero días antes de las elecciones estuvo a punto de no lograrlo por la labor de un equipo de periodistas. Mary Mapes (Cate Blanchett) es una de las productoras más talentosas de la televisión y se encuentra al mando del programa “60 Minutes” conducido por un periodista de larga trayectoria llamado Dan Rather (Robert Redford), un día se le presenta una historia que puede poner en jaque la elección ya que todo indica que a fines de los 60 el actual presidente usó una serie de influencias para no combatir en la Guerra de Vietman. La investigación se pone en marcha y Mapes y su equipo conformado por Mike Smith (Topher Grace), Lucy Scott (Elisabeth Moss) y el Teniente Coronel Roger Charles (Denis Quaid) logran poner al aire un informe que detalla y fundamenta con entrevistas todos los permisos otorgados, las ausencias sin aviso, traslados y protección que tuvo Bush hijo en su paso por el servicio militar. Esto es la primera parte de la película ya que luego de emitir el programa descubren que en algunos blogs y foros (las redes sociales de la época) se empezó a divulgar que habría documentos falsificados y textos que se creían escritos en máquinas de escribir de la década del 70 parecían haber sido hechos en Word y fotocopiados para que parezcan viejos por lo que los testimonios también pueden haber sido comprados. Escrita y dirigida por James Vanderblit, Solo la verdad (Truth) se centra en la visión de Mary Mapes, casi como un thriller atrapante dividido en dos partes (investigación y escándalo posterior) con un ritmo acorde deja todo en manos del atractivo que genera que haya sido una historia real y muestra como es la producción de un informe para la TV norteamericana y los intereses que se generan detrás, aunque hubiese sido interesante si ahondaba más en estos. El principal acierto son las actuaciones ya que Cate Blanchett compone con exactitud todas las emociones por las que pasó la verdadera Mary luego de que se generase el escándalo. Además Robert Redford con menos minutos en pantalla encarna al reconocido periodista que también sufrió el embiste y su cabeza salió rodando. Una película correcta que no hace una crítica mordaz pero que engancha en sus 125 minutos de duración y ponen en debate la función del periodismo televisivo, además no hace falta estar muy familiarizado con el caso ni con los avatares de la política.
No te hace falta equipaje... Michael Edwards (Taron Egerton) desde chico quería ser atleta y representar a Gran Bretaña. Pese a sus comportamientos algo tontos y algunos problemas de madurez, se propuso llegar como saltador a los Juegos Olímpicos de Invierno 1988 en Calgary, Canadá. Su búsqueda lo llevará a la pista más reconocida de Alemania donde se preparan los mejores. Siendo objeto de burlas por parte del equipo noruego, decide seguir y lanzarse a la rampa de 40 metros. En uno de sus tantos golpes conocerá al encargado de preparar la pista, un norteamericano llamado Bronson Peary (Hugh Jackman) quien tiene una historia dentro del equipo estadounidense de ski. Se convertirá en su entrenador y tratará de llevarlo a las olimpiadas de invierno para que de “el salto más importante de su vida” aprendiendo de su alumno más de lo que pensaba. Enfocada más como una comedia que una biopic seria, en Volando alto (Eddie the Eagle) la historia de superación y esfuerzo está presente pero matizada con dosis de humor inglés, buena idea de los guionistas Sean Macaulay y Simon Kelton. La química entre Egerton y Jackman es uno de los puntos fuertes, si bien la relación entre entrenador y alumno ha sido vista varias veces ellos se encargan de transmitir a través de la pantalla. Los paisajes de Inglaterra, Alemania y Canadá permiten que la fotografía de George Richmond también esté entre lo más destacado; además todo está acompañado de un soundtrack que refleja muy bien la década de los 80. Cuando el verdadero Michael Edwards vio la película le gustó mucho y se declaró fan del film, además declaró que “sólo alrededor del 5% es una historia real”. El personaje de Hugh Jackman y toda su trama son ficticios, Eddie es retratado como hijo único y sin experiencia en ski pero nada de eso es cierto ya que tiene una hermana dos años menor y algo de experiencia en el mundo de ski. Volando alto entretiene pero su problema es que a pesar de su humor no ofrece nada que no se haya visto antes en la enorme cantidad de películas deportivas (testimoniales o no) y eso la vuelve predecible.
Una aventura minimalista El cine rumano se fue consolidando en los circuitos especializados, tanto entre los críticos como en los festivales donde ha cosechado una gran cantidad de premios. El director Corneliu Porumboiu desde su ópera prima Bucarest 12:08 (A fost sau n-a fost?, 2006) ha ganado el premio La Cámara de Oro en Cannes, donde en 2009 también ganó el premio Un Certain Regard por Policía, Adjetivo (Politist, adjectiv, 2009) y en 2015 por su nueva película El tesoro (Comoara, 2015), la cual ahora llega a las pantallas argentinas. Costi (Cuzin Toma) es un apacible hombre de clase media que cada noche a la hora de dormir le cuenta a su hijo historias de héroes como Robin Hood. Una noche su vecino Adrian (Adrian Purcarescu) le ofrece un trato: si él paga un detector de metales podrán quedarse con el tesoro que su abuelo enterró en una gran propiedad antes de la llegada de los comunistas. A pesar de su incredulidad Costi hace unos sacrificios para obtener el dinero y decide embarcarse en la aventura. Esta historia escrita y dirigida por Porumboui es una comedia brillantemente ejecutada, no hay que buscar los momentos de carcajadas porque simplemente no los tiene, sus situaciones pasan por otro lado. Es sobre dos hombres que no tienen demasiada ambición, solamente poder pagar las cuentas y llegar a vivir bien. Técnicamente correcta la fotografía a cargo de Tudor Mircea es una de las cosas más destacadas del film, sobre todo cuando los hombres llegan al lugar donde se esconde el tesoro. El tesoro es un pequeño film que con un ritmo que no es el usual para una aventura así de la cual se esperaría fuese más frenética, es un acierto y su duración es la justa ni un minuto de más. Además su escena final es emotiva y una de las mejores cosas de la película.
La leyenda continúa Dreamworks Animation es la creadora de películas como Shrek (2001), Bee Movie (2007), Monstruos vs Aliens (Monsters vs Aliens, 2009), Megamente (Megamind, 2010), El origen de los guardianes (Rise of the Guardians, 2012) y Home (2015). La compañía siempre exprime cada película al máximo y en muchos casos no le sale del todo bien, tal es el caso de las secuelas de Shrek donde cada una se alejó cada vez más de la genialidad de la primera; el mismo caso pasó con Madagascar (2005) aunque la original ya de por sí no estaba entre las obras maestras de la empresa. En ese aluvión de secuelas hay algunas que sí estuvieron a la altura de su predecesora y son las mejores. Por ejemplo Cómo entrenar a tu dragón (How to Train your Dragon, 2010) y Cómo entrenar a tu dragón 2 (How to Train your Dragon 2, 2014) -tal vez la más Pixar de las de Dreamworks-, y Kung Fu Panda (2008). Este año llega la tercera película de la saga del panda luchador. Po (Jack Black) transitó el largo camino a convertirse en el Guerrero Dragón protector de China, ganador de batallas contra temibles villanos y aceptado por el Maestro Shifu (Dustin Hoffman) y los Cinco Furiosos: Tigresa (Angelina Jolie), Serpiente (Lucy Liu), Mantis (Seth Rogen), Grulla (David Cross) y Mono (Jackie Chan). Kai (J.K Simmons) es un ex maestro de las artes marciales devenido en villano que vuelve del mundo de los muertos para robar el Chi (según la mitología china es un flujo vital de energía que se encuentra en cada ser vivo) del Guerrero Dragón, la cuál es bastante fuerte y hacerse con el control de ella lo ayudará a conquistar el mundo. Para que esto no suceda nuestro héroe guiado por Li Shan (Bryan Craston), un oso panda que busca a su hijo, deberá aprender a usar el Chi entrenando en un colonia de pandas. Esta tercera entrega es un poco menos oscura que su predecesora en la saga pero aun así mantiene el ritmo de ella y es un claro ejemplo del camino del héroe, y su progresión en este caso es momento que el alumno sea maestro y enseñe sus habilidades pero no tiene la capacidad para ello. La elección del villano también es una muestra de ello ya que en la primera película se enfrentó a un ambicioso ex alumno, en la segunda a un demente pavo genocida y ahora deberá medírselas con un ente sobrenatural que volvió del mundo de los muertos para controlar la energía vital. La coreana Jennifer Yuh Nelson repite en la dirección pero esta vez acompañada por Alessandro Carloni y entregan una aventura cargada de acción y humor con el agregado del condimento sentimental sobre el origen de Po. En los créditos figura el director mexicano Guillermo del Toro como productor ejecutivo. Kung Fu Panda 3 funciona y cumple con su plan de entretener y dar un producto que busca no solamente estar destinado a los más pequeños, aunque hay un poco más de “chistes bobos” que en las anteriores, además es un éxito de taquilla ya que hasta ahora recaudó U$S 356.000.000 en todo el mundo. Sabiendo como es Dreamworks, habrá Po para rato.
Un tormentón no es caída Muchas películas son “basadas en hechos reales”, algunas con mayor fidelidad que otras a las situaciones originales pero la mayoría con historias lo suficientemente fuertes como para pasar a la gran pantalla. En este caso de la mano de Disney (que gusta mucho de estas historias) llega Horas contadas, esta dramatización de un hecho ocurrido en febrero de 1952. Bernie Webber (Chris Pine) es un joven guardacostas a punto de casarse con Miriam (Holliday Grainger), que ante una brutal tormenta deberá rescatar a los tripulantes de un buque petrolero que debido a las grandes olas quedó partido en dos. Cuando los guardacostas más experimentados deban acudir a rescatar a otro buque que atraviesa la misma situación cuya transmisión de auxilio llegó primero, tendrá que ir con un grupo de voluntarios formado por Richard Livesey (Ben Foster), Andrew Fitzgerald (Kyle Gallner) y Ervin Maske (John Magaro). La tripulación del SS Pendelton tiene unas pocas horas para sobrevivir y es el ingeniero Ray Sibert (Casey Affleck) quien a pesar de los problemas con gran parte de sus compañeros intentará mantenerlos a todos con vida y esperar que llegue el rescate. Una historia de superación donde los protagonistas no solamente deberán hacerle frente a las tremendas e inesperadas fuerzas de la naturaleza sino también a los esfuerzos físicos y psicológicos que requieren aguantar la embestida de olas de casi dos metros de altura donde cualquier descuido los dejará al borde de la muerte. Chris Pine se mete en la piel del heroico Bernie Weeber y aunque le falta algo del carisma que sabe tener está muy bien en todas las facetas que le toca atravesar al personaje. Casey Affleck como el ingeniero del barco que de repente tendrá que ser el cerebro de una tripulación en crisis es la mejor de las interpretaciones. Los guionistas Scott Silver, Paul Tamasy y Eric Johnson adaptan el libro de Casey Sherman y Michael J. Tougias “The Finest Hours” y aunque es bastante redondo y no aburre le cuesta entrar en la acción ya que hay mucha contextualización del protagonista en sus primeros minutos, incluida su historia de amor. Además de agregar algunos pequeños sucesos que no ocurrieron en realidad también otorgan un argumento a Miriam para darle más dramatismo a la historia. Craig Gillespie, director de Lars y la chica real (Lars and the Real Girl, 2007) vuelve a trabajar en una película producida por Disney luego de Un golpe de talento (Million Dollar Arm, 2014), aunque hay cierto abuso en el uso de los efectos visuales pero que a pesar de eso generan la tensión deseada. Horas Contadas es una típica película de superación que además es entretenida, basta con googlear los datos y ver las imágenes que aparecen en los créditos finales para darse cuenta que ese hito sigue siendo uno de los más importantes de la historia naval mundial y realizado por personas reales que decidieron cumplir con su labor.
El que roba a un ladrón Las coproducciones entre Argentina y España son bastante frecuentes. En los últimos años las exitosas Relatos Salvajes (Damián Szifrón, 2014) y El Clan (Pablo Trapero, 2015) fueron hechos con capitales argentinos y españoles, ahora llega el caso de 100 años de perdón. Un grupo de asaltantes entra a un banco de Valencia y toma de rehén a todos los que están allí. La banda está liderada por El Uruguayo (Rodrigo De la Serna), seguido de cerca por El Gallego (Luis Tosar). Más atrás, El Loco (Joaquín Furriel) y Varela (Luciano Cáceres). Buscan una de las cajas de seguridad pero no cuentan con la información completa, solamente que pertenece a alguien importante y eso ocasionará choques entre El Uruguayo y El Gallego poniendo en jaque a todo el grupo. Escrita por el español Jorge Guerricaechevarría, habitual colaborador de Álex de la Iglesia, desarrolla una historia donde incluye varios temas sobre la situación sociopolítica en España (y en Argentina) pero no puede evitar caer en todos los lugares comunes de las películas sobre robos a bancos, deja algunas cosas sin explicar y a los únicos dos personajes que desarrolla completamente son los de De la Serna y Tosar. Daniel Calparsoro dirige esta película filmada en Buenos Aires pero que es camuflada para parecer una Valencia lluviosa, con un ritmo intenso que si bien crea unos momentos de tensión no es capaz de transmitirlo durante todo el film, un error importante que comete es omitir una escena donde los protagonistas tienen que sortear un obstáculo importante y podría transmitir más esa tensión que le falta. Rodrigo de la Serna es el mejor de los actores argentinos y es la contraparte perfecta de Luis Tosar, Joaquín Furriel interpreta a un típico “chorro” argentino malhablado y que intenta ser el personaje cómico del grupo pero solo es molesto. La participación de Luciano Cáceres es la que menos se destaca ya que es quien tiene menos minutos en pantalla, su personaje indica que es un cómplice enfocado en su tarea. Con su trama política se asemeja a El plan perfecto (Inside Man, 2006) de Spike Lee pero lo que esta resolvía al final, en este caso lo desarrolla en simultáneo con el robo y se pierde el interés en ambas tramas. 100 años de perdón podría haber sido mejor pero a pesar de los problemas narrativos y que el interés va mermando, otorga lo que promete pero no mucho más.
Retórica de la soledad Luego de ganar el Óscar a Mejor Película Extranjera en 2014 por La gran belleza, el director napolitano Paolo Sorrentino trae su segunda película hablada en inglés después de Un lugar donde quedarse (The Must Be the Place, 2011). Fred Balliger (Michael Caine) es un retirado director de orquesta que pasa sus vacaciones en un lujoso hotel y spa de los Alpes Suizos, acompañado de Mick Boyle (Harvey Keitel) un director de cine que busca la inspiración para terminar su última película y su hija Lena Ballinger (Rachel Weisz) quien se recupera luego de una separación. En el hotel hay algunos huéspedes que en mayor o menor medida se relacionarán con los personajes. Uno de ellos es Jimmy Tree (Paul Dano), un joven y talentoso actor pero que ha quedado encasillado en un personaje que detesta y en el que no se le veía la cara, ahora se retiró por unas a semanas para preparar un papel que requiere mucha preparación física y sobre todo psíquica, además descubrirá que tiene bastante cosas en común con los dos ancianos. Otra de las huéspedes es la flamante Miss Universo quien entre sus premios tiene una semana con todo pago y será el objeto de atención de una variopinta cantidad de ancianos incluyendo a los protagonistas. Ballinger es convocado para dirigir sus “Obras Simples” en un homenaje para el cumpleaños del Príncipe Felipe, su negativa se debe a que las considera menor que otros de sus trabajos y por motivos personales que lo harán reflexionar sobre el amor, los recuerdos y sobre todo la juventud perdida y el tiempo que no volverá. Michael Caine interpreta a un hombre nostálgico que aunque está completamente sano supone que le queda poco y sabe que deberá disfrutar hasta el final, pero el que se lleva la película es Harvey Keitel: es lo mejor de la película y tiene el momento más dramático, es un director de cine que necesita inspiración y junto con un grupo de jóvenes guionistas creativos buscan que su última película sea una obra maestra que perpetúe su legado y para eso van a necesitar que la protagonice Brenda Morel (Jane Fonda), una diva clásica que debe su fama al personaje de Keitel. Con pocos minutos en pantalla se convierte en uno de los puntos fuertes. Sorrentino al recibir el Oscar se lo dedicó a una lista de gente que admiraba entre las que se encontraban Federico Fellini, Martin Scorsese y Diego Armando Maradona, a quien ahora decide hacerle un homenaje. El argentino Roly Serrano interpreta a Maradona aunque nunca se lo nombra. Es una caracterización impecable donde este personaje está más grande que el actual y con problemas respiratorios por lo que necesita llevar un tubo de oxígeno a donde quiera que vaya, en reemplazo al clásico tatuaje del Che Guevara lleva un enorme Karl Marx tatuado en la espalda. Retomando, Paolo Sorrentino escribe esta historia donde trata todos los temas que son habituales en sus películas, en este caso transforma una temática que suele ser representada como intimista y pequeña en una grandilocuente y la complementa con un buen trabajo de dirección y una espectacular fotografía a cargo de Luca Bigazzi, encargado del rubro desde la segunda película del director. Una banda sonora de música clásica a cargo de David Lang y que llevó a Simple Song #3 interpretada por la soprano coreana Sumi Jo a estar nominada en la categoría Mejor Canción Original de los últimos premios de la Academia. Uno de los defectos es que no es muy amigable por su ritmo lento y sus más de dos horas de duración, que realmente se sienten y se hace pesada ya que tiene una buena historia y es técnicamente impecable, pero cuesta sentirse atraído por ella al momento.
Mientras el lobo no está A los pies del imponente Monte Fuji en Japón, se encuentra el silencioso bosque Aokigaha también conocido como Jyukai (Mar de Árboles). En sus 3000 hectáreas de extensión es elegido por gran cantidad de personas para acabar con su vida. Si bien en el siglo XIX el bosque era donde familias pobres dejaban morir a algunos de sus integrantes por la imposibilidad de hacerse cargo de ellos, fue en 1993 con la publicación de libro “El manual completo del suicidio” donde es descrito como el mejor lugar para morir y el ahorcamiento como la mejor manera de hacerlo. Se han encontrado cadáveres que entre sus pertenencias llevaban el libro, es por eso que sus ventas fueron pausadas por tiempo indeterminado. Las autoridades japonesas han creado una inmensa red de concientización para hacer recapacitar a la mayor cantidad de gente: en el bosque se encuentran distribuidos varios carteles que resaltan las bondades de la vida y de contar los problemas a seres queridos, desde material informativo en hoteles y lugares turísticos hasta sumar a habitantes locales como voluntarios quienes conversan con los visitantes para impedir que tomen la fatal decisión. No hay números precisos ya que en las últimas décadas la cantidad fue en aumento, se estima que por año hay entre 70 y 100 muertos. Ante estos datos fue irrestible para Hollywood hacer un film que se sitúe en El bosque siniestro. Sara (Natalie Dormer) es un típica norteamericana clase media. Tiene una gemela llamada Jess (Natalie Dormer también) quien vive en Japón y se gana la vida como maestra de inglés en un colegio. Algunas conductas autodestructivas en el pasado y un trauma que no la deja en paz fue el motivo por el que decidió irse, y cuando Jess desaparece todas las pistas parecen indicar que la vieron adentrarse en el bosque Aokigahara. Ahora Sara viajará a Japón convencida que su hermana no está muerta y corre grave peligro, acompañada por Aiden (Taylor Kinney) un periodista que quiere contar la historia de la búsqueda de Sara y Michi (Yukiyoshi Ozawa), un guía que conoce el bosque más que nadie. Desviarse del camino indicado puede ser fatal y aquellos espíritus que no descansan en paz van a atormentarla convirtiendo todo en una pesadilla. Con un argumento prometedor pero con baches en el guion y varios clichés del género, esta película se pierde en el recurso de asustar al espectador desprevenido en lugar de tomarse tiempo en crear un clima. Los personajes que acompañan a la protagonista también son clichés (el joven guapo que intentará ayudar a la dama, el guía que sabe bastante) y no hay interés por parte de los guionistas en sacarlos de ese rol. La fotografía es el punto fuerte, el trabajo de Mattias Troelstrup realmente saca provecho del bosque en todos los momentos del día pero en especial cuando la noche cae. Otro de los rubros técnicos destacados es el sonido el cual está muy bien diseñado y encuentra el punto justo entre lo callado por la poca vida silvestre que habita en el bosque y los puntos donde necesita complementar los sustos. El bosque siniestro atrae por su historia y por ver a Natalie Dormer interpretar a los dos papeles principales y aunque no está mal hay algo que no fluye del todo en la química con sus compañeros. A medida que transcurre el relato se va diluyendo y se pierde el interés, cuando vuelva a tener la atención es para un final mal resuelto que es dado por una serie arbitraria de hechos.
Expediente trunco Mucho ya se ha hablado del crecimiento del cine de género y aunque hace unos años era impensado que un joven director realice su ópera prima, en este caso Brian Maya dirige Expediente Santiso. Salvador Santiso (Carlos Belloso) es un prestigioso corresponsal de un diario porteño que, en compañía de su mujer (Leonora Balcarce) y su hija (Lourdes Mansilla), viaja a Irak para cubrir la invasión de Estados Unidos a ese país en 2003. Luego de un confuso episodio la pequeña desaparece y es dada por muerta. Santiso se niega a aceptarlo y como consecuencia, es encerrado en un psiquiátrico, del que sale diez años después dispuesto a averiguar lo que pasó con su hija y recomponer su matrimonio. Esta trama se empieza a extender cuando unos sucesos históricos de la Segunda Guerra Mundial están relacionados con la desaparición de la niña, el único que cree ver una relación es el propio Santiso y su cordura será puesta a prueba cada vez más. A pesar de que tiene todos los elementos para crear una historia entretenida, falla y no logra mantener la historia en su cauce sino confundir más y más. Otro de los errores es que los personajes no logran transmitir nada, hacen evidente una falta de carisma y se hace imposible empatizar con ellos, poco usual en actores como Belloso, Balcarce y Saccone que siempre son correctos aunque no brillen. Tal vez sean los diálogos que no ayudaron a desacartonar a los personajes ya que son uno de los puntos más débiles del guion.
Desopilante caos Desde el estreno de su opera prima Acción Mutante (1993) Álex de la Iglesia se mostró como un director y guionista bastante interesante. Su segunda película El día de la bestia (1995), una comedia sobre un sacerdote y un fan del death metal que intentarán impedir el Apocalipsis, lo catapultó a la fama y es reconocida como una de las mejores películas de género del cine español. Ese éxito lo llevó a dirigir su próximo proyecto en inglés, una coproducción con Estados Unidos y situada en la frontera con México y Las Vegas llamada Perdita Durango (1997), a pesar de haber sido por ese entonces la película más cara de España. Fue un fracaso en taquilla y en el gran país del Norte se estrenó en VHS. En 1999 realizaría otra de sus películas más recordadas y una de las mejores de su filmografía, Muertos de Risa, sobre una pareja de exitosos comediantes que en realidad se odian el uno al otro. En la primera década del nuevo milenio dirigió La Comunidad (2000), 800 balas (2002) y Crimen ferpecto (2004) en su país, además de la coproducción con Reino Unido Los crímenes de Oxford (The Oxford Murders, 2008) con Elijah Wood y John Hurt. Balada triste de trompeta (2010) fue su primer proyecto de la nueva década y a pesar de tener varios de los condimentos que hicieron famoso a su cine está más cercana al drama que al cine de terror. Luego le siguió La chispa de la vida (2011) su drama más convencional. La vuelta al cine de género fue con Las Brujas de Zugarramurdi (2013), comedia de terror donde tres hombres (dos desempleados que roban un banco y su rehén) deberán escapar de unas malvadas brujas. Al siguiente año haría Messi (2014), un documental sobre la vida y carrera del que es considerado uno de los mejores futbolistas de la historia. Ahora llega su nueva comedia: en Mi gran noche (2015) José (Pepón Nieto), un desempleado, es enviado como figurante a una gala especial de Nochevieja, siendo grabada en pleno agosto, donde celebran la falsa llegada del año nuevo. Alphonso (Raphael) una vieja estrella musical, es capaz de todo para asegurarse que su actuación sea a la hora de mayor audiencia pero ya no atrae y ahora es Adanne (Mario Casas) un joven cantante latino quien hará su show en el pico máximo de espectadores, o no. Todo está muy celosamente cuidado por Benítez (Santiago Segura), un importante productor. Mientras ríen y aplauden sin sentido, los figurantes enloquecen y José se enamora de su compañera de mesa, Paloma (Blanca Suárez) quien tiene una característica muy particular. En este caso un set de televisión da lugar a situaciones hilarantes donde a cada cosa que pasa le sigue algo peor, porque el encierro no solo saca los instintos más primitivos de uno sino que en masa suelen potenciarse, terminando en algo inesperado. El guion de Álex de la Iglesia y su socio Jorge Guerricaechevarría saben muy bien plantear las situaciones, todos los personajes están escritos muy bien y el recurso de darle a cada uno su subtrama es acertado ya que puede con todas y no deja ninguna sin cerrar correctamente. Además (como ya es habitual en sus guiones) no dejan pasar oportunidad de reflejar el momento socio-político por el cual está atravesando España Muchos de los actores ya fueron parte de la factoría De la Iglesia y queda demostrado que además es un buen director de actores, cosa que pocos pueden lograr con un multitudinario elenco. Párrafo aparte merece la interpretación del cantante Raphael en una divertida parodia de si mismo, su Alphonso es uno de los puntos fuertes que tiene la película, esta estrella agresiva y egocéntrica es capaz de todo para volver a sentirse en la cima como hace más cuarenta años, incluso de maltratar al manager que también es su hijo (Carlos Areces). La presentación del personaje es un guiño bastante simpático a una saga. Mi gran noche es una película donde cada cosa está puesta en su lugar y al encajar todas se obtiene un comedia que pocas veces se ha visto, no solamente recomendada para fans de su director, inevitable que se quede pegada por unos días la canción que da título a la película.