Matrimonio a domicilio Cuando en 2013 salió El conjuro (The Conjuring) fue un éxito instantáneo que se convirtió en una de las películas de terror más importantes de los últimos años. Tuvo tanta relevancia que hasta hubo un spin off/precuela con Annabelle (2014) la perturbadora muñeca que se presentó en los primeros minutos. Con una recaudación de U$318000000 era el momento de que tuviese su secuela, y El conjuro 2 se desarrolla otra vez basada en los hechos reales que vivieron los Warren. Año 1977, seis años después de lo que pasó en la primera. Los expertos investigadores paranormales y demonólogos Ed (Patrick Wilson) y Lorraine (Vera Farmiga) siguen su labor “cazando” espíritus y demonios, esta vez son contactados para trasladarse a Enfield, Londres, y verificar si lo que se dice en los medios de Inglaterra es cierto. Se habla de que en la casa de Peggy Hodgson (Frances O´Connor), una madre abandonada con cuatro hijos, hay una poderosa presencia maligna que no los deja vivir tranquilos y tiene como catalizador a la pequeña Janet (Madison Wolfe) de 11 años. A pesar de que hay varios de los clichés vistos en el género, desde el primer minuto que la película empieza a crear climas y a crecer en intensidad, todo es acorde; y a medida que avanza logra momentos que realmente ponen tenso al espectador. James Wan quien, ya ha creado otra franquicia de terror como El juego del miedo (Saw, 2004) y dirigió y escribió las primeras dos de La noche de demonio (Insidious, 2010) otra vez se pone detrás de cámara y también como uno de los guionistas, logrando un ritmo que no hace pesados los 134 minutos que dura el film y se consolida como un gran narrador, donde hasta los movimientos de cámaras son parte del relato. El guion escrito por Wan, Chad Hayes, Carey Hayes y David Leslie Johnson es bastante redondo y deja pocos cabos sueltos, con aires a películas como Al final de la escalera (The Changeling, 1980) y Terror en Amityville (The Amityville Horror, 1979). Con un guiño directo a esta última, repite la fórmula de la primera y aunque eso le juega un poco en contra es una historia un poco más grande. El sonido y la música son piezas fundamentales dado que son unos de los ingredientes que componen todo el clima, además que el soundtrack tiene canciones de The Clash y Elvis (pueden escucharlo ACÁ). El conjuro 2 es una de las grandes películas de terror del año. Entra en ese limitado número de secuelas decentes que compite mano a mano c1on su antecesora y deja a Wan como uno de los mejores directores del cine de terror de la actualidad. Aún no se sabe si volverá al género ya que en su futuro se encuentra la película de Aquaman con Jason Momoa. Por último hay que mencionar que no hay que irse apenas aparecen los créditos finales ya que es interesante ver algunas cosas reales del que es el caso paranormal más documentado de la historia.
Dr. Jeckyll y Mr. Hyde Bill Pope (Ryan Reynolds) es uno de los mejores agentes de la CIA. Se encuentra en una importante misión en la que debe detener a un peligroso terrorista llamado Xavier Heimdahl (Jordi Mollá) quien trabaja en un software que podrá controlar el armamento más poderoso del mundo desarrollado por un hacker conocido como El Holandés (Michael Pitt). Pero Pope es atrapado y luego de ser torturado, muere. El director de la CIA, Quaker Wells (Gary Oldman), decide continuar con la investigación y llama al Dr. Franks (Tommy Lee Jones), quien resulta ser un neurólogo que está desarrollando un ambicioso proyecto que consiste en trasplantar la memoria de un cerebro aún activo dentro de un cerebro ajeno con similares características. El problema es que el sujeto con las condiciones necesarias para llevarlo a cabo es el asesino Jericho Stewart (Kevin Costner), quien pasó la mitad de su vida en la cárcel. Nueva época del cine de acción donde trae a los héroes más inesperados, a partir del envión que dio Liam Nesson con Búsqueda Implacable (Taken, 2008) y sus secuelas, ahora Kevin Costner es en Mente implacable quien se pone a patear traseros. También pasó por esta faceta en 3 días para matar (3 Days for Kill, 2014). Costner está muy lejos de Jason Statham y es consciente de sus limitaciones, pero está muy bien. El guion escrito por Douglas Cook y David Weisberg tiene un acierto fundamental, y es el hecho de no tomárselo nunca en serio: la película es lo que se ve, no hay subtextos solemnes ni críticas al sistema, entretiene y punto. Los diálogos y algunos personajes son bastante cliché pero no son un gran problema dentro del contexto. El elenco formado por varios actores reconocidos se centra en Kevin Costner que es lo mejor de la película, mientras que Gary Oldman, Tommy Lee Jones y Gal Gadot, como la mujer del agente muerto, son los que mejor acompañan. Dirigida por Ariel Vromen, quien también estuvo detrás de cámaras en la interesante The Iceman (2012), Mente implacable es un película correcta, que entretiene y si ella misma no se toma en serio, ¿por qué habría de hacerlo el espectador?
Un drama que se enreda Una leyenda china cuenta que un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romperse. Abril (Eugenia Suárez) es una azafata que sueña con viajar por todo el mundo antes de los 25 años. Manuel (Benjamín Vicuña) es un enólogo que viaja a una competencia internacional, ambos se cruzaran escuchando música en el aeropuerto, coinciden en el mismo vuelo donde se besan apasionadamente y prometen verse al aterrizar para ir a almorzar. Un hecho hará que no puedan cumplir con el encuentro. Siete años después ambos volverán a encontrarse en Cartagena, Colombia, pero ahora los dos están casados: ella con Bruno (Hugo Silva), un rockero español exitoso con el que tiene un hijo; él con Laura (Guillermina Valdez), y también tiene una hija pequeña. En la ciudad caribeña dejarán que se despierten los sentimientos más intensos en ellos pero con conciencia de que todo lo consiguieron esos años, incluidas sus familias, están en juego. Basada en la atractiva leyenda china y con una historia interesante, la película plantea un amor que supera todas las barreras dado existe una conexión especial entre dos personas, pero no logra llevarlo del todo bien. Con algunos baches en el guion y escenas un poco largas por demás, hace que se vuelva pesada y atrasa la resolución del dilema que se le plantea a la pareja. Además una parte del relato en Cartagena la emparenta con Un buen día y para quienes vieron esa película se les va a hacer imposible tomarse esos momentos en serio. En actuaciones los momentos más logrados son de Benjamín Vicuña, y por su parte Eugenia Suárez saca una veta actoral más adulta que por cuestiones de historia no pudo demostrar en Abzurdah, y que combinada con la química con su compañero, lleva el sufrimiento del personaje a buen puerto. En cuanto a los personajes secundarios ambos cumplen pero Guillermina Valdés se destaca como la amorosa mujer del personaje de Vicuña. Técnicamente correcta y con la fotografía de Sol Lopatín como destacado, Daniela Goggi logra dar una película bien filmada, pero con problemas narrativos, lo que no impide que entre a dar batalla dentro de la industria local en la que son muy pocas las mujeres y solo hay un puñado de nombres reconocidos entre los que se destacan Lucrecia Martel, Anna Katz y Lucía Puenzo.
El fin de los tiempos El cronograma de películas de superhéroes basados en cómics no descansa y luego del desembarco del genial Deadpool en las pantallas, le siguieron dos de los grandes enfrentamientos con Batman vs Superman: El origen de la justicia (Batman v Superman: Dawn of Justice) y Capitán América: Guerra Civil (Captain America: Civil War), y mientras esperamos para ver al Escuadrón suicida (Suicide Squad) y a Dr. Strange les toca el turno a los mutantes. Pasó una década de los hechos en Días del futuro pasado (Days of Future Past, 2014), ahora los mutantes son conocidos por toda la sociedad y Magneto (Michael Fassbender) es el enemigo público número uno, con paradero desconocido pero buscado intensamente. Mientras tanto Mystique (Jennifer Lawrence) ha sido visto como una heroína para los humanos por lo cual esconde su característica silueta azul y desea encontrar a Magneto, mientras tanto el Profesor Xavier (James McAvoy) alberga jóvenes dotados en su escuela aún acompañado por su amigo Hank McCoy (Nicholas Hoult) también como profesor, un grupo de jóvenes entre los que se encuentran Jean Grey (Sophie Turner), Scott Summers (Tye Sheridan), Jubilo (Lana Condor) y Nightcrawler (Kodi Smit-McPhee) quien llega a la escuela acompañando a Mystique Pero el poderoso En Sabah Nur (Oscar Isaac) o Apocalipsis, el primer mutante, despierta luego de siglos y verá el mundo de los 80 decadente y débil , lo que lleva a querer destruir la humanidad y solamente conservar a los más fuertes. Para eso será acompañado de cuatro mutantes a los que se conocerá como Los Cuatro Jinetes, grupo formado por Ororo Munroe / Storm (Alexandra Shipp), Psylocke (Olivia Munn), Ángel (Ben Hardy) y el mismísimo Magneto, quien volverá a aparecer en sociedad y con sed de venganza. Tercera entrega del nuevo universo cinematográfico de X-Men que comenzó con X-Men: Primera generación (X-Men: First Class, 2011), otra vez con Bryan Singer detrás de cámaras quien dirige por cuarta vez a los mutantes. Ahora se introducen personajes que ya han sido vistos en la trilogía anterior pero esta vez en su adolescencia como Jean Grey, Cíclope, Storm y Nightcrawler. El problema es que no otorga nada nuevo ni destacado a la franquicia, siendo igual a las anteriores, error inoportuno ya que cuenta con un excelente villano en un relato por demás común que termina estirándose más de lo debido y perjudicando el todo de la película. La principal falla del guion es que con tantos personajes abre muchas historias que no cierra, dejándolas colgadas, perjudicando a personajes como Psylocke del quien se esperaba un poco más, además de escenas que no llevan a nada y sin ellas podría ser más redondo. También cabe destacar que el 3D es solo para profundidad y no hace la diferencia por lo que no vale la pena. McAvoy y Fassbender siguen tan cómodos en sus personajes y con una química entre ellos cada vez mejor, Jennifer Lawrence parece el piloto automático y es la más floja de todas, además aparece como Mystique apenas unos diez minutos en pantalla. Oscar Isaac no resalta pero siempre da interpretaciones buenas. De los nuevos hay que destacar a Sophie Turner, quien sorprende como una frágil Jean Grey que aún no tiene consciencia de su poder. X-Men: Apocalipsis no supera a Días del futuro pasado y mucho menos a Primera generación. Los fans de la películas (no tanto los de los cómics) estarán conformes con esta secuela que dividirá las opiniones público por lo que será interesante ver cómo le va en taquilla a partir de la semana que viene en su estreno en Estados Unidos.
No falta ni sobra nada El cine francés no suele ser pasado por alto en Argentina. A pesar de no ser numeroso, tiene un público que acompaña estrenos comerciales o que va a los ciclos/festivales de cine. Este es el caso de Les Avant-Premières, octava edición del festival de cine francés que se presentó del 7 al 13 de abril en Cinemark Palermo, y una de las películas proyectadas es Lolo, el hijo de mi novia (Lolo, 2015). Violette (Julie Delpy) es una exitosa y sofisticada productora de moda que de vacaciones en Biarritz conoce a Jean-René (Dany Boon), un hombre que trabaja en el software de un importante banco que es todo lo opuesto a ella. Es tosco, de pueblo e inocente. Cuando el romance crece y por motivos de trabajo Jean-René debe asentarse en París, la pareja se unirá y él terminará conociendo a Lolo (Vincent Lacoste), el hijo de 20 años de Violette, el cual es un malcriado artista con un Edipo bastante fuerte, que lo llevará a hacer lo posible para destruir la relación de Violette y Jean-René. Escrita, dirigida y protagonizada por Julie Delpy esta comedia pone el foco en una mujer fuerte con su vida hecha pero que le costó formar una pareja luego de que su ex marido la dejase con su hijo pequeño. El guion se desarrolla muy bien a lo largo de la película, hay algunas comparaciones entre la vida en una ciudad enorme como París y los pueblos más pequeños. El humor es bueno pero muchas veces los chistes o situaciones se vuelven repetitivos y solamente se sostienen por las buenas interpretaciones del trío protagonista. Cuando se acerca el final y es hora de que descubrir las fechorías de Lolo, resulta un tanto forzado y todo se encuentra al servicio del personaje, aunque no se aleja de la solidez que tiene. Lolo, el hijo de mi novia es una buena comedia, técnicamente correcta a la que no le falta ni le sobra nada, bastante equilibrada y que otorga lo que promete.
Yo contra el mundo Después de su última película en Argentina ya hace 12 años, Alejandro Agresti vuelve al cine nacional luego de su paso por la experiencia de dirigir en Hollywood. Mario Zavadikner (Alejandro Awada) es el editor en jefe de una prestigiosa editorial, está sumido en una intensa depresión y ya es un alcohólico sin remedio. Una noche de lluvia decide suicidarse en su oficina pero el acto es interrumpido cuando descubre que se metió en la editorial una joven llamada Silvia Beltrán (Marina Glezer), una escritora que le pide que lea su manuscrito que ha sido rechazado varias veces y si no lo hace se va a suicidar ahí mismo. Los dos personajes tendrán un duelo dialéctico durante toda la noche que se verá interrumpido por las apariciones del guardia de seguridad nocturno (Patricio Contreras), un hombre más simple y poco instruido pero que absorbe los conocimientos por medio de los libros que le otorga la editorial para hacer más amena la noche. La conversación hará a Zavadikner reflexionar sobre su pasado y el tiempo que pasó con su esposa Silvia (Romina Richi) en las épocas más oscuras de la historia argentina, el límite entre las mujeres se va diluyendo y no puede distinguir cuál es la que fue su esposa. A pesar de tener un argumento bastante interesante y de que Agresti logra crear un clima, no logra mantenerlo del todo ya que se queda en eso y la mayoría de los diálogos son citas a escritores, intelectuales, pensadores y filósofos. Por lo que hay que tener cierto conocimiento para entenderlas a todas. Todo el elenco es sólido, pero Alejandro Awada saca al frente a su personaje y ante tantos diálogos cargados lo hace convincente y de lo mejor de la película, Marina Gleezer cumple como la contraparte femenina y otorga momentos interesantes. Diego Peretti es el principal colaborador del personaje de Awada y aunque tiene pocos momentos está para aportar calma. También entre las grandes interpretaciones hay que nombrar a Patricio Contreras, quien será importante a medida que pasa la historia. Técnicamente correcta se complementa con la experiencia de Agresti y aunque en guion deja algunos baches y se hace algo pesada, es bueno volver a ver algo de uno de los directores que marcaron una época en el cine argentino.
En el sótano Joaquín (Leonardo Sbaraglia) es un hombre que perdió a su mujer e hija en un accidente. Él quedó en silla de ruedas y viviendo en la enorme casa que compartían. Ahora pasa sus días en la planta baja y mediante un montacargas baja al sótano para hacer su trabajo reparando computadoras. Para ganar unos pesos extra decide alquilar una habitación en la terraza a la que no puede acceder. Su inquilina será Berta (Clara Lago), una bailarina que tiene una hija de seis años. Una noche escucha ruidos en el sótano y descubre que su casa está en el medio del organizado plan que tiene la banda liderada por Galaretto (Pablo Echarri), quien para robar el banco de al lado de su casa hará un túnel que pasa justo por debajo de su propiedad. El rosarino Rodrigo Grande dirige y escribe Al final del túnel, su tercer largometraje que con su guion sólido y atrapante que recuerda a las películas de Hitchcock, a pesar de que en conferencia de prensa el director negó la influencia, es imposible emparentarla con La ventana indiscreta (Rear Window, 1954). Las tres actuaciones principales son convincentes, sobre todo Leonardo Sbaraglia quien interpreta a un héroe atípico que no busca salvar el mundo sino mejorar su propia existencia. En este caso para componer el personaje tuvo que hacer un esfuerzo físico donde requirió aprender a controlar la silla de ruedas a la perfección. Se entrevistó con víctimas de accidentes y tuvo la ayuda de Francisco “Paco” Siquot, quien según Sbaraglia “maneja la silla de ruedas como nadie”. Pablo Echarri se aleja bastante de lo que se ha visto de él y se convierte en el temible líder de la banda de delincuentes que parecen tener un plan infalible: es la perfecta contraparte del protagonista y tiene varios momentos destacados que le pertenecen en su totalidad. Además es el primer proyecto cinematográfico con su productora El Árbol. La actriz española Clara Lago deja de lado su acento natal y lo cambia por una tonada argentina que aunque en términos de la historia es totalmente lo mismo la nacionalidad que sea el personaje, es un detalle de adaptación agradable. Su función es ser el nexo con los dos personajes masculinos y tiene buena química con ambos. En los rubros técnicos cabe destacar que la música es uno de los puntos fuertes, un gran trabajo de composición que acompaña y da ambiente a esa atmósfera oscura que envuelva a la película. De a poco el cine argentino se fue despojando de ciertas ataduras que tenía, y aunque a veces se vuelven a ver películas con esa fórmula, es más frecuente ver algo relativamente fresco en las pantallas y este es el caso. El film cuenta con un presupuesto bastante por encima de los estándares de las producciones locales ya que la casa y el túnel fueron recreados en estudio. Al final del túnel es realmente una grata sorpresa, un thriller con una intensidad en aumento y aunque en los minutos finales parece estar un poco estirada es altamente recomendable y una de las películas nacionales del año.
El arte de lo irrisorio Cada año se estrena una gran cantidad de películas de terror, pocas son realmente buenas y la variedad de oferta ya empieza a cansar a los espectadores, incluidos a los fanáticos del género. Yo vi al diablo no es la excepción. Eveligh (Isla Fischer) sufrió un grave accidente de tránsito, su recuperación fue larga pero ahora se encuentra bien y está embarazada. Es por esto que junto con su marido David (Anson Mount) se mudan a un viñedo situado en un pequeño pueblo. Una vez ahí Eveleigh comienza a escuchar extraños ruidos y a tener visiones de una aterradora figura encapuchada. Nadie más lo ve ni lo oye, ni siquiera su marido, que cada vez está más preocupado por ella por lo que lleva a frecuentes visitas al Dr. Mathinson (Jim Parsons) y un grupo de gimnasia prenatal donde conocerá a Sadie (Gillan Jacobs), quien se convertirá en la amiga que intentará mantenerla con los pies sobre la tierra. Desesperada por demostrar su cordura, investigará el misterioso pasado de la viña, cosa que puede traer grandes riesgos en su embarazo. Con un argumento repetido por demás, no se las ingenia para diferenciarse en algo que la saque de ese molde y hace lo mismo de siempre, sobresaltos que buscan asustar, la música que sugiere que algo se aproxima y una forzada vuelta de tuerca que de tanto usar el recurso ya casi se espera eso que en los últimos minutos va a sacudir todo. La elección de los actores es algo rara ya que Isla Fischer, Jim Parsons, Eva Longoria y Gillian Jacobs suelen hacer producciones dentro del género de la comedia. No son malas interpretaciones pero se nota que “hacen lo que pueden” siendo lo más correctos que pueden. De hecho los personajes de Parsons y Longoria son bastante flojos desde el guion mismo, cosa que tampoco ayuda a que brillen esos escasos minutos en pantalla. Kevin Greutert, director de varias películas del género como El juego del miedo VI (SAW VI, 2009) y El juego del miedo 3D: El capítulo final (SAW 3D, 2010) es el encargado de ponerse detrás de cámara y como bien lo demuestra en la saga de El juego del miedo es bueno retratando las atrocidades en pantalla pero no creando climas y sugiriendo. Escrita por Lucas Sussman y L.D Goffigan, parece que lo hicieron a las apuradas cuando se dieron cuenta que había que ponerle un final a la historia. Yo vi al diablo (pésima traducción de Visions, tal es su nombre original), es un proyecto sin corazón que no decide el rumbo a tomar, por un lado parece ser una de fantasmas, después pasa a ser terror psicológico, para terminar en algo que intentó ser un thriller.
El descaro y la brutalidad En el año 2013 se estrenaron dos películas de temática similar: un ataque terrorista a la Casa Blanca. Una fue El ataque (White House Down) dirigida por Roland Emmerich; la segunda dirigida por Antoine Fuqua era Ataque a la Casa Blanca (Olympus Has Fallen). Esta fue un éxito en taquilla en todo el mundo y por alguna extraña razón se decidió que sería bueno que tenga una secuela y naciera Londres bajo fuego. Mike Banning (Gerard Butler) salvó al presidente Benjamin Asher (Aaron Eckhart) del terrible ataque que sufrió la Casa Blanca algunos años atrás. Ahora se ha convertido en su guardaespaldas personal y mantienen una gran amistad. La inesperada muerte del primer ministro inglés hará que tenga que viajar al funeral en Londres, además todos los líderes más importantes del mundo estarán ahí. Al llegar, Mike tiene sus sospechas sobre la seguridad y de repente descubre que algo anda mal. Además los otros mandatarios están siendo asesinados en plena ciudad y a la luz del día. Su deber será proteger otra vez al presidente e impedir que se capturado y ejecutado en vivo transmitido por internet al mundo entero. En esta segunda parte el lugar de Fuqua es ocupado por el debutante Babak Najafi quien dirige el guión de los escritores de la primera parte Creighton Rothenberger y Katrin Benedikt, a los que también se le sumaron Christian Gudegast y Chad St. John. Su punto a favor es que hay bastante química entre los protagonistas, algo de humor que si bien es un poco tonto, también es efectivo y por supuesto la violencia para los que disfrutan del cine de acción que en este caso viene acompañada de grandes explosiones por todo Londres. La película recae en los mismos problemas que la primera: patriotismo al extremo, escenas sin sentido y personajes que son los clásicos estereotipos donde los buenos siempre buenos y los malos los más malos del planeta. Pese a esto no busca ser solemne y se toma a sí misma como lo que es, una película de acción para pasar el rato.
El libro de la selva es una antología de relatos publicada en 1894 por Rudyard Kipling, y la que se llevaba más espacio era la historia de Mowgli, el niño criado por lobos. A pesar de que el material original no era destinado para el público juvenil, en 1967 Disney realiza una adaptación animada más edulcorada y dirigida para toda la familia. Esta película cambiaría algunas características de los personajes para hacerlos más amigables, son estas concepciones las que se mantuvieron en la mente del público y las que se ven reflejadas en esta nueva adaptación también de la mano de Disney Mowgli (Neel Sethi) es un huérfano que fue encontrado en la selva por la pantera Bagheera (Ben Kingsley) y dado en adopción a la manada de lobos liderada por Akela (Giancarlo Esposito) y cuidado con amor de madre como si fuese otro de sus cachorros por Raksha (Lupita Nyong´o). Una sequía feroz azota la selva y todos los animales hacen un trato para tomar todos en el único lago que queda con agua, sin atacarse. En una de esas treguas aparece el malvado tigre Shere Khan (Idris Elba) quien iniciará una feroz caza del “cachorro humano” por su resentimiento hacía la especie que lo dañó. El consejo de lobos decide evaluar el caso y eso generará un dilema entre los miembros de la manada para acabar con la disputa: Mowgli decide ir a la Aldea de los Humanos, en compañía de Bagheera quien será su protector. Además se cruzará con un divertido y perezoso oso llamado Baloo (Bill Murray). Ambos aprenderán del otro y forjarán una gran amistad. Esta versión moderna es live action “a medias”. Neel Sethi, el niño que interpreta a Mowgli, es el único personaje real mientras que los animales y los parajes de la jungla en su totalidad fueron hechos con CGI. Mucho se ha visto de los usos y abusos que se le dio a esta técnica pero en este caso está realmente muy bien usado y aunque es demasiado, en ningún momento se le da más importancia que a la historia. El reconocido elenco de actores que prestan sus voces (al menos en su versión subtitulada) para darle habla a los animales cumple con creces su trabajo. Entre los más destacados se puede nombrar a Bill Murray como el oso Baloo, Ben Kingsley como la pantera Bagheera, Idris Elba como el tigre Shere Kan y Lupita Nyong´o como la loba Raksha. Con menos minutos también se destacan Scarlett Johansson como la serpiente Kaa y Christopher Walken como el Rey Louie, un primate de la especie Gigantopithecus hoy extinta, que medía más de tres metros y que fue recreado para la película. Casi como un cameo hay una pequeña interpretación de voz del director Sam Raimi, aquel que dirigiera la trilogía Spider-Man con Tobey Maguire. Jon Favreau, quien llegó a la popularidad por ser el director que dio comienzo al MCU con Iron Man (2008) y luego se encargó de Iron Man 2 (2010), dirige esta modernización de la historia, donde el 3D logra complementarse y es uno de los mejores que se han visto hasta ahora. Más cercana al guion de la película animada de los 60’ que de la historia original en el libro de Kipling, se diferencia de aquella en que esta no es musical, solo hay dos canciones (cualquier fan de la animada sabe cuál es una) ambas muy buenas. Aventura y comedia se unen para dar un producto entretenido y que es bastante disfrutable, la comparación con la antecesora es inevitable y depende de cada espectador juzgar cual le gusta más, pero deja en claro que está en el nivel correcto.