Ciudad de pobres corazones La directora Gabriela David vuelve al cine después de casi diez años de ausencia con una historia esperanzadora en medio de la tragedia. Un cine de personajes simples que a pesar de sus limitaciones intentarán salvarse en medio de una jungla depredadora. Nancy (María Laura Cáccamo) y Pato (Paloma Contreras) son dos amigas que viajan a Buenos Aires desde el noroeste argentino atraídas por una oferta laboral. Al llegar a la ciudad son encerradas en un prostíbulo junto a otras chicas que sufrieron el mismo engaño, y que ahora son tratadas como esclavas sexuales. El lugar dónde las tienen está ubicado en pleno Barrio Norte de la ciudad, un ámbito frecuentado por hombres a los que no les importan las condiciones de esas mujeres. En medio de tanta desazón Nancy y Pato buscaran la forma de escapar de ese infierno. La mosca en la ceniza hace referencia una tradición que sostiene que si una mosca ahogada es tapada por cenizas revivirá. Metáfora que envuelve a los personajes del film. Dos vidas muertas que resurgirán gracias a su amistad y a las ganas de salirse de la miseria que les tocó en suerte. Más allá del tema central de la trata de personas, el film focaliza la trama en los vínculos y como los mismos serán el motor de la existencia. Relaciones vinculares que atraviesan diferentes estados que van desde la perversidad a la incondicionalidad. Todos los personajes fortalecerán sus vínculos en otro ser, pudiendo ser desde un cliente como el caso Nancy-José (el mozo del bar de enfrente que frecuenta el lugar), pasando por la “extraña pareja” que conforman Susana-Oscar (regentes del lugar) y la relación que se va dando con las chicas presas entre sí. Lazos ficticios o verdaderos que ayudaran a cada uno de los involucrados a sobrevivir en ese mundo de tan sólo algunos metros cuadrados. En esta especie de prisión, que será el habitad de todos los personajes –ya sean captores o prisioneros- era necesario crear un ambiente claustrofóbico en dónde el espectador también se sintiera encarcelado. Gabriela David lo logra a través de una puesta en escena cerrada, mediante la utilización de planos cortos y casi sin la utilización de exteriores. El mundo exterior casi siempre es visto desde una ventana dando la sensación de que el afuera también vive su propio aislamiento. Nadie oye, nadie ve, nadie sabe nada de lo que pasa a su alrededor. La realizadora ya había demostrado en su ópera prima (Taxi, un encuentro, 2001) su maestría a la hora de la creación de diferentes climas en la trama y estados en sus personajes. Sensación que revalida en La mosca en la ceniza (2009) tratando un tema arduo y complejo sin apelar al cliché ni al golpe bajo, sino todo lo contrario. El drama será intercalado con el humor en la inocencia de Nancy, mientras que la tragedia se cruzará con la mirada esperanzadora de Pato. En un mundo de personajes egocéntricos que no ven ni escuchan lo que pasa a su alrededor, llega un film sutil que nos sumergerá en la realidad de lo que puede estar pasando a la vuelta de cualquier esquina. Una película movilizadora que vale la pena ver.
Intoxicados El cine argentino muy pocas veces se metió con el tema de las drogas a fondo y sin tapujos. Heroína (1972) de Raúl de la Torre, con Graciela Borges o el policial Maldita cocaína (Pablo Rodríguez, 2000) con Osvaldo Laport son sólo casos aislados y bastantes fallidos de cómo algunos autores se atrevieron con una mirada distante y bastante externa. Tuvieron que pasar varios años para que Diego Rafecas (Rodney, 2008) volviera sobre el tema con un tratamiento espinoso e introspectivo que no cae en el lugar común de la moralina acusatoria. Según Wikipedia “el paco” es una droga que se elabora con las sobras de la cocaína, se carcteriza por poseer un alto grado de toxicidad y por ser de uso frecuente en las clases sociales más empobrecidas. En la tercera película de ficción de Diego Rafecas, Paco es un juego de palabras que hace referencia al nombre del protagonista y a la droga que éste consume, como dice el slogan “Paco fuma Paco”. Paco -gran trabajo actoral de Tómas Fonzi- no es de clase social baja, sino que -contrariamente- es el hijo de una senadora (Esther Goris) candidata a Presidenta de la Nación. Paco tiene una relación sentimental con una chica de la villa que lo introduce en el mundo de la droga y lo lleva a su autodestrucción como a la de todo su entorno. Pero ese mundo que se derrumbó volverá a cimentarse cuando el 'antihéroe protagonista' ingrese a un centro de ayuda para asumir su dependencia a la droga, junto a otros individuos que también atravesarán el mismo infierno. Con varios elementos interesantes, Diego Rafecas trata el tema de la drogadicción de una manera inteligente y sin banalizaciones recurrentes. Tanto Paco como el resto de la fauna que conformará ese universo que será el centro de rehabilitación, son mostrados como seres creíbles sin ningún tipo de estereotipación. Personas atravesadas por su propio infierno que buscan salvarse o no, pero evitando el lugar común y la mirada complaciente por parte del espectador, ya sea justificando los hechos que los llevaron a esa situación autodestructiva o cualquier otra circunstancia de esas características. Sería difícil encuadrar a Paco dentro de un solo género o de varios. Por momentos es un thriller, pero también podría ser encasillado como un melodrama o compararado con Trainspotting (Danny Boyle, 1996) por la agilidad y fragmentación de su montaje, además del tema que toca. Pero lo cierto es que el realizador toma todos estos elementos y nos presenta una estructura narrativa sin encasillamientos, en donde el guión va atravesando a cada uno de los personajes de manera independiente. Sí es cierto que existen similitudes, pero también existen las distancias que lo hacen un film único y personal. Las actuaciones naturalistas son un acierto a la hora de hacer creíbles cada uno de los personajes. Esther Goris, como la madre que debe elegir entre su hijo o la carrera política, logra uno de los mejores trabajos de su carrera, tal vez nunca se la vio así desde la célebre Eva Perón (Juan Carlo Desanzo, 1996). Luis Luque; Romina Ricci; Leonora Balcarce; Willy Lemos; Sofía Gala Castiglione; Roberto Vallejos; Salo Pasik; María Ucedo y la siempre eficaz Norma Aleandro -alejada de sí misma compone uno de los mejores personajes de su carrera- , conforman un seleccionado actoral que, gracias a la dirección actoral de Diego Rafecas, logran momentos de una absoluta credibilidad, evitando golpear al espectador con cursilería cargada de cierta pretensión innecesaria. Otro punto a favor digno de destacar es la parte técnica del film, notándose un especial cuidado en cada uno de estos aspectos. El sonido de Omar Jadur, la fotografía de Marcelo Iaccarino o la armónica banda musical de Tonolec, Pity Álvarez y Babasónicos se complementan en el todo logrando un film completo. Si es cierto que hay historias que no cierran del todo y que sobre el final se busca la complicidad del espectador para derramar una que otra lágrima, pero son sólo toques cinematográficos que ante lo valioso del tema se vuelven nimios y que no le restan valor al trabajo final. Paco es una película tan ineludible como controversial. Por fin el cine nacional se animó a tratar un tema - del que muchos prefieren no hablar - con la seriedad y el respeto que se merece. De visión obligatoria.
Científicos al palo, cine con poca onda La historia del último ganador del Premio Nobel argentino, César Milstein, es llevada al cine por Ana Fraile, en un documental con una estructura netamente televisiva, que más allá de mostrarnos la obra de un personaje que muchos olvidaron o desconocen, se vuelve monótono ante la falta de ritmo narrativo y cinematográfico. Un fueguito, la historia de César Milstein se centra en la vida y obra del Nobel argentino, pero con un sentido más educativo que cinematográfico (esto no quiere decir que el film este mal, sino que de nada difiere de un programa de Canal Encuentro o el Discovery Channel). Por momentos, y sobre todo en aquellos que se trata la obra científica, el documental se torna de una densidad digna de un manual de escuela. No por esto deja de ser valioso, sino que por carecer de elementos cinematográficos, algo que el documental argentino supo aprovechar en los últimos años, pierde vitalidad y modernismo. El film falla fundamentalmente en el momento en que se decide contar la obra de Milstein desde el lado científico y no corriéndose de él. Uno, si no es un especialista en el tema, se quedará fuera de la obra sin entender demasiado y preguntándose si era necesario explicar lo científico como si estuviéramos en la universidad y no mostrarnos más al ser humano que estuvo tras el descubrimiento, bajando su obra a tierra. Ana Fraile, logra sin duda un film valioso en su contenido, y que será útil para pasar en la escuelas, fundaciones u organismos educativos, pero que en épocas de innovaciones y renovación visual no ha sabido aprovechar, para poder deesacartonar la historia y contarla sin que aburra.
Reconstruyendo a Néstor Perlongher Santiago Loza es uno de los poco directores, por no decir el único, que logró estrenar tres películas en tres meses. Pero, más allá de este hecho, lo interesante es que esas tres producciones son tan disímiles entre sí como coherentes en su búsqueda. El drama surrealista La invención de la carne (2009), el thriller minimalista Artico (2009) y el documental Rosa Patria (2009) se diferencian no sólo por género, sino por esa búsqueda que hacen que el cine de Loza sea un acto sorpresa para un espectador que no sabe con qué se va a encontrar, aunque nunca salga defraudado. La vida de Néstor Perlongher (poeta, sociólogo y activista político homosexual) es reconstruida a través de testimonios e imágenes de archivo como un rompecabezas humano. Aunque a medida que pasen los minutos estaremos no solamente ante la construcción de un hombre, sino la de todo un movimiento social, una época política y gran parte de la Argentina de las décadas del '70 y '80. La búsqueda estética de Santiago Loza es ya un denominador común en toda su filmografía, que empieza con Extraño (2003) y que revalida en Rosa Patria. No conforme con lo ya hecho va por más y nos ofrece un documental fragmentado en el que testimonios, poesías y canciones se van tejiendo como araña a su telaraña, para retratar la vida de uno de los activistas gay más relevantes de la sociedad argentina de la década del '70, que en cierta forma puede ser comparado con Harvey Milk, aquel que Gus Van Sant bosquejó en la piel de Sean Penn en la homónima película del 2008. Rosa Patria tiene un tratamiento de la imagen que acompaña el lirismo que transmite la poesía de Perlongher, las canciones que interpreta Carlos Casella o los testimonios de amigos y militante como Fernando Noy y Juan José Sebreli. La saturación del color virado hacia tonalidades cálidas como el rojo, o el naranja, superposición de imágenes en diferentes planos y el uso de imágenes reconstruidas de forma casera, junto a un minucioso cuidado de los planos sonoros logran que imagen-palabra se fundan entre sí y que la vida y obra del personaje documentado traspasen la pantalla y cobre vida a través de estos elementos plásticos. Santiago Loza vuelve a demostrar una vez más que su cine va más allá de la simpleza y la nimiedad. La búsqueda permanente de un director que no se queda en lo fácil y el lugar común, indagando de manera constante nuevas formas narrativas, algo poco utilizado en la cinematografía actual en dónde la mayoría prefiere quedarse sobre lo ya hecho sin jugarse por lo diferente. Un cine que hay que ver, si lo que uno quiere es hablar de cine, de patria y de lucha.
El mundo según Tim Burton La nueva y esperada película de Tim Burton (Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street, 2007) demuestra una vez mas porqué es uno de los grandes directores del mundo contemporáneo. Su alegórica y obscura visión del clásico de Lewis Carroll Alicia en el país de las maravillas, producido por la Disney, es una pequeña obra en donde lo esencial no está puesto en los efectos sino en la construcción corrosiva de una historia que va más allá de lo que se ve. Una crítica social a un mundo cegado por la ambición y el poder. Alicia, que ya tiene 20 años es llevada engañada a su propia fiesta de compromiso en plena Inglaterra de segunda mitad del siglo XIX, pero ante una presencia inesperada –real o alucinatoria- se cae en un pozo que desemboca en un mundo ilusorio. Un mundo en donde los animales y las plantas hablan y dos reinas hermanas se disputan el poder entre una serie de personajes atípicos y bizarros que integrarán ambos bandos. Una historia de ensoñación que Alicia sabrá transitar, teniendo en claro que sólo se trata de eso… un sueño mágico en un mundo que de maravilloso nada tendrá. Esta nueva versión de Alicia en el país de las maravillas (Alice in Wonderland, 2010) no es otra cosa que un sueño, un sueño que es el mismo por el que va a transitar Alicia en todo el film. Un sueño que se asemeja a una pesadilla y que Tim Burton tiñó de obscuridad a través de una puesta en escena dark –característica insoslayable del director- pero que, a su vez, se nutre de diálogos irónicos, plagados de comentarios ácidos y mordaces, que en muchos casos se contradicen con el onirismo del cuento, pero que el genial director hace pasar como casuales e inadvertidos ante la presencia de un espectador desatento y nada participativo. Habrá que estar muy atento para entender el doble sentido que imprime cada diálogo. No se puede negar la búsqueda estética en la perfección que hacen de Burton uno de los directores más afamados del mundo. En este caso esa búsqueda va más allá del efectismo y del 3D – un mérito no menor y que últimamente se ha convertido en un aliado para evitar la piratería- y que está puesto en la impecable dirección de arte, creada digitalmente mostrándonos un mundo maravilloso pero a la vez tenebroso, en el que interactúan personajes tan góticos desde lo externo como actuales desde lo interno. La lucha del bien y del mal, la ambición del poder a cualquier precio, la locura como medio de escape ante la realidad, el convencimiento de conseguir lo imposible si uno cree que puede lograrlo, la ruptura de los mandatos sociales y familiares, y fundamentalmente la confianza de que el país de las maravillas está dentro de uno y no es un mundos individual y ajeno, son los tópicos por los que el film de Tim Burton nos hace peregrinar a lo largo de sus más de 100 minutos de metraje, en el que todo lo que se ve no es lo que parece. Helena Bonham Carter como la Reina Roja es la que se lleva todos los laureles actorales, un personaje tan malvado como cómico, que nos hará viajar por una serie de estados que virarán entre el odio y la clemencia. Johnny Depp como el Sombrerero Loco y Anne Hathaway como la Reina Blanca no desentonan pero tampoco logran una creación que se recordará en el tiempo. El personaje de Depp de nada difiere del de Charlie y la fábrica de chocolate (Charlie and the Chocolate Factory, 2005) y su cada vez más parecido actuar con el del cantante pop, recientemente fallecido, Michael Jackson. Un párrafo aparte merece la novel Mia Wasikowska cuyo debut en la personificación de Alicia la catapulta como la actriz con más futuro de la nueva generación. Una Alicia tan mental como visceral, con un increíble manejo paródico de lo real con lo ficticio. Alicia en el país de las maravillas se ha convertido –gracias a una brillante campaña de marketing- en uno de los estrenos más esperados del año. Una película que nos muestra un mundo que mucho no tiene maravilloso, pero que para darse cuenta habrá que ser un espectador atento y tener ganas de ver una historia en la que no toda la artillería está puesta sólo en lo visual. La conjugación perfecta de cómo se puede hacer una gran obra si se utilizan todos aquellos elementos que el cine nos provee. Una película mágica que resonará en nuestros corazones para siempre.
Lo simple y lo banal La segunda película del portugués Miguel Gomes (A cara que mereces, 2004) que se alzó con el premio mayor de la última edición del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI) transita los límites entre la ficción y lo documental de un modo imperceptible, convirtiéndola en una película única. El director se traslada a Arganil en Portugal para filmar un documental sobre un grupo de música popular integrada por padre, tío y sobrino. Así entre procesiones, fiestas, canciones, música, paisajes y problemas de rodaje van transcurriendo los minutos para pasar casi inadvertidamente a una historia de amor, con triangulo amoroso incluido. Gomes bosqueja de manera compleja pero a la vez casual, dos películas en una pero sin perder la lógica del relato. Un documental que vira al melodrama. Bellas canciones que terminan en un conflicto familiar. Un rodaje complicado. La verdadera magia de este film es el de nunca saber si lo que estamos viendo es parte de la ficción o de lo real, o si todo es una puesta en escena para terminar engañando al espectador en lo que será un documental apócrifo, o viceversa. La poética del film radica en lo despojado de su puesta en escena. Diálogos banales, cierta cursilería en las canciones y una historia mínima pero contundente se transforma en una celebración cinematográfica, gracias a la maestría de Gomes para transitar por los carriles complejísimos de la simpleza y armar una historia de extrema singularidad. Aquele querido mes de Agosto (2008) es una obra que rompe con la estructura del clasicismo y nos presenta una nueva forma de estructurar un relato cinematográfico, en donde realidad y ficción se conjugan para mostrarnos un film en dónde los límites no existen.
Un mundo de sensaciones....pero diferentes El cine de Gustavo Fontán yace en la radicalidad de las imágenes. Un cine despojado de diálogos en el que cada plano, cada encuadre, secuencia se nos presenta como al azar dentro de un conjunto de imágenes que no necesitarán de palabras para narrar una historia. Una madre sumergida en un intenso dolor y un hijo que quiere huir de ese mundo claustrofóbico conforman este universo cargado de tiempos muertos y de una estética tan particular como personal. Fontán ya había mostrado en sus trabajos anteriores (El árbol, 2006; La orilla que se abisma, 2009) subjetividad y experimentación a la hora de encarar un trabajo cinematográfico. Historias despojadas de diálogos en las que las imágenes se suceden de manera azarosa para construir una historia tan simple como banal. Un minucioso cuidado estético convierte cada escena en una cadena de fotografías impresionistas. Cabe mencionar el excelente trabajo fotográfico, en el que predomina una coloración saturada, de Diego Poleri como el minucioso y artesanal trabajo de edición de Marcos Pastor (Rastrojero,2006). El film se centra en los vínculos y en la dependencia que tienen entre sí madre-hijo. Si bien La madre (2009) tiene una estrecha relación con Madre e hijo (Mat'' i syn, 1996) de Aleksandr Sokurov, logra desprenderse de la obvia comparación ante las diferencias del relato que en este caso deriva en las responsabilidades de los padres hacia los hijos y viceversa, como así también de la construcción estética, mientras el film de Sokurov tiene claras referencias pictóricas, el de Fontán recurre al impresionismo. ¿Quién debe hacerse cargo de quién? Es la gran pregunta que nos genera el autor a través de su film. Vínculos imposibles de romper a pesar del deseo contrario encadenados a una relación filial que el destino o la casualidad nos impuso. Si bien es cierto que películas como La madre no responden a la masividad del público y que muchas veces son cuestionadas sin una fundamentación teórica, es interesante que exista un cine heterogéneo y experimental, cuya idea se base en lo tajante de una propuesta transformadora, cuidada desde lo estético y con una narrativa tan poética como desconcertante. Un cine para aquellos que quieran alejarse de lo convencional y husmear en lo diferente. Nota: Dado que la cualidad estética en las películas de Gustavo Fontán son su rasgo distintivo y que trabaja con un cine ligado a la percepción la película se ha ampliado y se estrena en 35 mm. Asimismo junto con el estreno de La Madre se realizará un ciclo en el Espacio INCAA KM2 - La Mascara (Piedras 736) donde se proyectará la trilogía del autor compuesta por El Árbol, La orilla que se abisma y La Madre.
Sobre padres e hijos Estructurado como un documental apócrifo o falso documental, la cuarta película de David Lipszyc (Volver, 1982; La Rosales, 1984; El Astillero, 2000) hace foco en el tema de la adopción de una pareja homosexual. Pero el eje del conflicto no solo está puesto en la dificultad de adoptar de los gay, sino en la problemática del tema, la ley argentina, los chicos adoptados en la última dictadura y como se vive el vínculo padre-hijo desde adentro. Ricardo es homosexual e inicia los trámites de adopción, no mintiendo pero sí ocultando esa información. Juan nació en 1976 y vive en un orfanato. La vida de Juan cambiará cuando por fin se lo den en adopción a Ricardo. Pero sus miedos y la búsqueda de su pasado se intensificarán a medida que la vida vaya transitando. Así desde el presente Juan y Ricardo nos adentrarán en un pasado de temores, injusticias, desaparecidos y dudas, pero también en un pasado dónde el amor de padre a hijo y la verdad sirvieron para constituir una familia en el presente. El realizador nos introduce en el conflicto a través de lo que puede denominarse un falso documental. Basado en una historia verdadera pero llevada a la ficción se nos presenta a los personajes como si fueran los reales. Mediante los típicos reportajes a los que se somete a cada uno de los entrevistados, se va narrando la historia desde las visiones de cada uno. El film toma un sentido a partir del momento en el que se pierde la noción de la ficcionalización de los hechos y se pasa a vivirlo como una historia real. Para otorgarle un sentido aún más documental Lipszyc nos brinda un punto de vista anterior a los hechos, para ello reconstruye en Súper 8 imágenes caseras con la vida de Juan, Ricardo y su pareja José, que se van intercalando con los testimonios actuales. Este elemento le da a Adopción (2009) una visión aún más real y que termina por poner en crisis lo falso con lo verdadero. En Adopción no solo aparece el conflicto de lo difícil que es el tema para los homosexuales, sino la complejidad del tema en sí mismo. La burocracia de los organismos encargados del mismo, el marco legal argentino, la forma de actuar de la justicia, elementos que son intercalados con los conflictos internos de cada uno de los implicados, además de las dudas que se dan en la generación de chicos adoptivos que nacieron durante la última dictadura militar. Lo interesante del tratamiento cinematográfico es que solo se muestran los hechos, sin miradas acusadoras, ni juzgamientos impropios. David Lipszyc nos presenta a través de una ficción documentada un tema universal, que si bien se focaliza en la homosexualidad, éste es tomado como el desencadenante para narrar una historia, en la que la elección sexual de los protagonistas es solo un hecho fortuito de un conflicto mucho más profundo, que ataña a cualquier ser humano con la necesidad de enfrentarse a la paternidad. Una película necesaria que hay que ver.
Los pájaros vienen cantando Con la asesoría artística de Juan José Campanella y la dirección de Daniel De Filippo junto a Gustavo Giannini, llega la primera película de animación realizada por computadora mediante software libre. Plumíferos, Aventuras Voladoras (2010) se destaca por contar una historia sin pretensiones dirigida a los más pequeños de familia. Feifi (Luisana Lopilato) es un canario que huye de la jaula en la que lo tenían prisionero y Juan (Mariano Martínez) un gorrión que se convierte en un pájaro exótico a raíz de una pintura derramada sobre su plumaje, juntos conformarán un universo mágico acompañados de Clarita, un murciélago que odia la noche; Pipo el colibrí y Libia, la paloma. Como en todo cuento que se preste de tal, habrá buenos y malos. Y por supuesto, una historia de amor... La simpleza de Plumíferos, Aventuras Voladoras radica no sólo en su historia sino en la técnica misma con la que fue concebida, convirtiéndose en el primer largometraje de animación generado por computadora en el mundo realizado con Open Source (software distribuido y desarrollado libremente), logrando una calidad envidiable por cualquier animador. La historia está narrada a la manera de un cuento simple y sin pretensiones, en la que buenos y malos lucharán por lo que desean. No hay elementos determinantes para designar de qué raza son los buenos o los malos. Éstos están personificados en ambos casos por humanos o animales. Los humanos están ejemplificados con el millonario cuyo capricho es tener un canario y que representa la maldad, pero la antítesis sería el veterinario que va a salvar al gorrión de morir por la pintura derramada sobre él. Como vemos, no se pinta a los humanos ni como buenos ni malos, simplemente se los muestra como lo que son. Este mismo ejemplo ocurre con los miembros de la raza animal, donde también los habrá de ambos lados, y quienes lo serán por naturaleza y no podrán hacer nada para evitarlo, como el personaje del gato. Para las voces de Plumíferos… se contó de una enorme cantidad de actores que van desde Luisana Lopilato, Mariano Martínez, Carla Peterson, Mike Amigorena, Muriel Santa Ana, Diego Reinhold, Mario Pasik , Peto Menahen hasta Mirta Wons y una banda de sonido con canciones pop al mejor estilo Disney pero que están en función del film y no lo contrario, tal como ocurre en la empresa líder en animación mundial. Plumíferos, Aventuras Voladoras cuenta una historia en donde la simpleza es uno de los puntos más altos y demuestra, una vez más, cómo para contar un buen cuento sólo se necesita una historia interesante y, en este caso, un programa de PC. Una película que nos enseña que en casa también se pueden hacer las cosas bien, si sabemos contarlas.
Enamorándome otra vez Hay películas que están hechas con una única finalidad: la de entretener y hacer pasar al espectador un grato momento. Objetivo que Día de los Enamorados (Valentine's Day, 2009) cumple a rajatablas. Sin ninguna otra pretensión, más que la de hacernos volver a creer en el amor, el film de Garry Marshall sale airoso ante lo propuesto. El 14 de febrero se celebra el Día de los Enamorados en todo el mundo y porqué no hacer una película sobre ese día tan especial que nuclea a todos los enamorados de Los Ángeles. Es así que el director de Mujer bonita (Pretty Woman, 1990) nos propone un film coral, en el que varias historias de amor y desamor se cruzarán entre sí en algún momento de la historia, cuyo nexo conductor será una florería y las entregas de ese día. Hacer un análisis de Día de los Enamorados demandaría una cantidad innecesaria de marcación de los defectos que presenta. Todo lo que en cine es obvio y predecible se nos va a presentar de manera continua. Nada nos va a sorprender, todo será necesariamente forzado. También podemos decir que el film está sobreactuado, que es un producto tan comercial como el día de los enamorados y que posee cuanto cliché se nos pueda ocurrir, ya sea argumental, actoral o musical. Pero lo digno es que esto es adrede y que el film no se propone otra cosa, sino la de que uno pueda pasar un momento lo más grato posible. Ya que al salir del cine la vida continúa. Conformado por un “drean team” de estrellas, el multielenco es uno de los puntos más atractivos de la película. Julia Roberts, Jessica Alba, Jessica Biel, Jennifer Garner, Shirley MacLaine, Ashton Kutcher, Taylor Lautner, Emma Roberts, Hector Elizondo, Patrick Dempsey, Jamie Foxx, Queen Latifah, Carter Jenkins, Kathy Bates, George López y Taylor Swift, y un sinfín de actores conforman un seleccionado que cualquier director quisiera tener a su cargo y que dan lo mejor de sí o al menos lo que sus condiciones actorales les permiten. Si usted leyó atentamente esta crítica se preguntará el porqué de su calificación, si todo lo que se dice es negativo. El punto es que a pesar de todo uno no puede pasarla mal viendo esta película, que cumple lo que se propone: Hacernos creer que el amor existe Aunque después la realidad nos demuestre todo lo contario. O no. Feliz Día de los Enamorados!!!