Cuando uno escucha que una película está basada en una idea de M. Night Shyamalan, director de El Protegido y Sexto Sentido entre otras, lo que mínimamente espera es que sea algo retorcido, extraño, con un final no esperado y demás curiosidades propias del director hindú. Pero lamentablemente, La reunión del diablo, no cumple las expectativas. Tenemos una película que se centra en dos historias paralelas; por un lado, dentro del ascensor, donde cinco personas quedan encerradas y es casi imposible sacarlas de allí, son personas que se llevan mal entre ellas, con caracteres complicados y demás perfiles típicos para pelea grupal. Por otro lado, en el afuera, tenemos a un policía que se encarga de coordinar con bomberos y guardias de seguridad, como sacar a los rehenes del diablo del minúsculo compartimiento donde se atoraron. Los del ascensor no se pueden comunicar con el afuera, aunque cuentan con una cámara de vigilancia en la que los policías ven lo que ocurre. El argumento es muy pavo y se podría haber elaborado algo mucho más complejo considerando la idea inicial; la película decepciona, cae en los clichés clásicos del género, no llega a ser de terror y apenas roza el suspenso, es una hibridación sin gracia. Y para restarle puntos, tiene un happy ending, hubiera sido mejor si todo terminaba mal.
La película esta basada en el mítico personaje elaborado por el escritor americano, Robert Howard, quien también creo a “Conan El bárbaro” allá por la década del ’30. Dicho escritor fue uno de los creadores del subgénero “espada y brujería”, ya sabiendo esto de antemano uno sabe a que se expone. No debe haber muchas cosas peores para un personaje que ser asociado automáticamente con otro personaje. Eso le pasa el pobre Solomon Kane quién a primera vista trae reminiscencias totales al querido Hugh Jackman en “Van Helsing”, con sombrero y pelos largos va por la Edad Media matando gentes y demonios. La historia nos cuenta que Solomon Kane era un gran guerrero ingles que no tenia ni el menor escrúpulo en ir asesinando a sus enemigos y a cualquiera que se interpusiera en su camino, al ser individuo tan desinteresado por la vida humana y ya haberse cargado tantas muertes en sus espaldas, un día el Diablo envía un mensajero a decirle que su alma no le corresponde mas, se desquicio con tanta gente que ahora su alma paso a ser propiedad del Diablo. El pobre Sr. Kane, logra escapar y promete nunca más matar a nadie con el mero fin de conservar su alma. En uno de esos momentos zen de Solomon el resulta golpeado hasta el hartazgo y ahí es donde aparece una modesta familia a salvarlo; familia que luego es atacada por el malo de la película y he aquí donde Kane se debate que hacer y se origina el conflicto del film. La película que dirigió Michael Basset, quien estrenará el año próximo “Silent Hill 3D”, fue interpretada por el actor ingles James Purefoy quien tomo sin inconvenientes el papel de Kane, inclusive asumiendo riesgos al interpretar las escenas más complicadas sin problema de salir herido. Purefoy logra un héroe de gran clase que resuelve con facilidad (quizás demasiada) el conflicto de su ser o no ser espiritual; físicamente consigue un gran parecido al personaje que idea Howard, ya que parece haberse pasado un año entrenando. Es un film divertido sobretodo si gustan de películas de época y peleas, el argumento es solido y esta bien sostenido durante todo el film, que para cerrar nos da un final con vuelta de tuerca.
La vida de Ann-Eliane (Isabelle Huppert) cambia completamente un día que decide seguir a su marido y encontrarlo besándose con otra mujer. Acto seguido, se topa con un conocido del pasado llamado Georges (Jean-Hugues Anglade) a quien toma como amigo y único confidente de los actos que van a acontecer en su vida. Ann decide en una semana abandonar todo, a su marido con el cual lleva más de una década conviviendo, a su trabajo en el cual se desempeña como una exitosa concertista de piano, su departamento en las afueras de Paris e inclusive su propia identidad. Con el correr de la película vemos a Ann despojándose de su ropa, sus documentos, todo lo que la vincula con su vida pasada, con una persona que ya no es. Vemos el cambio de vida, de la gran ciudad a un pueblo minúsculo en la bella Italia. La película, basada en una novela del francés Pascal Quignard, nos habla de la soledad, de ciertos momentos en la vida de una persona en que es necesario dejarlo todo y partir. Cuando Ann decide alejarse, encuentra su lugar en el mundo, donde es feliz con su nueva vida, ese lugar es el que da nombre al film, una casa en la cima de una montaña llamada “Villa Amalia”, ese es el momento determinante de la película, cuando ella descubre esa casa abandonada se da cuenta de que lo que ella quiere es eso, ahí quiere vivir y disfrutar. Con la dirección del francés Benoît Jacquot, podemos disfrutar nuevamente a la maravillosa actriz Isabelle Huppert, quien es el motivo fundamental para ver esta película en pantalla grande. Si bien el film cuenta con buenos momentos, por momentos aburre al espectador por ser redundante y repetitiva con cuestiones como la rutina, la soledad y el desencanto.
Lo primero que recomiendo a los posibles espectadores de esta película es que antes de verla, se introduzcan en el mundo de Scott Pilgrim. Para ponerlos un poco en tema les aclaro lo básico, así no les pasa como a mí, que tuve que investigar después de ver el film. Scott Pilgrim vs. El mundo es en realidad un comic del historietista canadiense Bryan Lee O’Malley que se desarrolla en seis tomos, el autor todo el tiempo hace alegatos al mundo “geek” (en castellano: nerd / cerebrito), para que lo tengan más claro, tiene un leve parecido a “The Big Bang Theory”. En fin, el comic se lanzó en el 2004 y creció sin cesar hasta el tomo final de este año. Al ser una de las sagas más vendidas de la última década era inminente su transposición al cine. Ahora que ya saben lo que hay que saber, paso a la crítica de la película. El ya nombrado Scott Pilgrim (Michael Cera) es un bajista de una banda de rock llamada “Sex Bob-Omb” que formó con dos amigos más cuando estaba en la preparatoria, esta de novio con una china de 17 años, tiene una vida estable, normal para un chico de 23 años con una banda de rock que vive en la aburrida Toronto. El problema comienza cuando conoce a Ramona Flowers (Mary Elizabeth Winstead) una newyorkina que se muda a su ciudad para empezar de nuevo. La trama de la película se centra en la relación de Scott con Ramona, mejor dicho en lo que tiene que hacer él si de verdad quiere algo con Ramona. Pelear a muerte con sus siete ex novios siniestros. El film se podría establecer como una comedia romántica, aunque con varios momentos de acción y sin caer en clichés preestablecidos. Es un collage de videojuegos, cultura geek y comic, por periodos vemos las letras sobreimpresas en la pantalla con los mismos efectos que cuando veíamos Batman en la tele de chicos y en cambio, cuando el protagonista decide pelear el director nos lo plantea de la misma manera que lo vemos en un videojuego. Es evidente que el creador del comic estuvo metido en el screeenplay. En lo que se refiere a estética la película es sumamente rica, los efectos visuales son divertidos y por momentos recuerda a la querida “Juno”. Si bien el film tuvo mucho éxito en los Estados Unidos, dudo que aquí tenga el mismo recibimiento, es claramente una película para otro tipo de cultura. Vale la pena verla, pero desde casa.
De la mano de Bruce Willis y Morgan Freeman nos llega la primera versión en cine del comic original de DC. La última película que se estreno basada en un comic y está actualmente en cartel, lleva el nombre de RED -retirado extremadamente peligroso- ya a los quince minutos del inicio del film podemos entender el porque del apocope . El film, es una transposición del comic de DC creado por Warren Ellis y Cully Hammer, arriba a la pantalla grande de la mano del director alemán Robert Schwentke, quien cambio abruptamente de género en relación a su anterior obra (Te amaré por siempre) y nos demuestra una vez más la gran capacidad de adaptación con la que cuenta. En esta última película tiene la posibilidad de dirigir a un elenco impecable: Bruce Willis, Morgan Freeman, Joe Malkovich, Helen Mirren y Mary Louise Parker. En “RED” los guionistas Jon Hoeber y Erich Hoeber nos cuentan la historia de un grupo de agentes retirados de la CIA que son buscados por la misma agencia para ser eliminados. El motivo? Saben demasiados secretos que, bajo ningún concepto, pueden salir a la luz. Al empezar el film conocemos al solitario Frank (Bruce Willis) quien lleva una vida rutinaria, cuya única emoción consiste en hablar por teléfono con Sarah (Mary- Louise Parker), una operadora del Servicio de Pensiones. Una noche como cualquier otra, decenas de hombres armados se dirigen a su casa a matarlo sin ninguna razón evidente; Frank, logra evadirlos y termina matando a todos consiguiendo huir. Con esa escena se desencadena la trama de la película, luego Frank recurre a sus viejos compañeros de equipo para terminar con los que están tratando de matarlos; todo esto con la pobre Sarah a cuestas, ya que cuando descubrieron su relación con Frank deciden ir a por ella. El film constantemente nos lleva de la acción a la comedia y luego al romance, tiene al espectador agarrado a la butaca los 111 minutos que dura. Es constantemente entretenida y atrapante, uno nunca sabe que van a hacer los personajes o que dialogo incoherente van a entablar. “RED” es sin duda, una de las mejores comedias del año, todo el tiempo acida e irónica, sin dejar de lado la acción. Recreando actores en situaciones inimaginables, o alguna vez alguien imagino a Helen Mirren, quien anteriormente había interpretado a la Reina Elizabeth II, con ametralladora en mano diciendo que le encanta matar gente?
El director de El coleccionista de huesos, nos trae una película de acción con algo de suspenso, también protagonizada por Angelina Jolie pero sin una historia atrapante y por sobre todo sustentable. El film comienza haciendo un breve recuento de los últimos dos años en la vida de una agente encubierta de la CIA, luego de eso nos ubica en la actualidad, donde conocemos a Evelyn Salt (Angelina Jolie), una rubia voluptuosa que se desarrolla profesionalmente en una petrolera, o al menos eso creemos. Un día como cualquier otro la Sra. Salt interroga a un desertor ruso, que después de varias idas y vueltas, la acusa a ella de ser una agente rusa encubierta con una misión muy particular: asesinar al presidente de Rusia. De ahí en adelante la película es una cadena confusa de escapatorias irreales, diálogos escasos y movimientos tan veloces que uno en más de una oportunidad no sabe que es lo que está mirando. Vemos a Jolie hacer todo lo posible para que la acción no termine, saltar autos desde autopistas, elaborar armas con una mesa y productos de limpieza y demás ocurrencias que el escritor pudo tener. La película fue demasiado comparada con la saga de Bourne (Identidad desconocida, La supremacía de Bourne y Bourne: el ultimátum) desde antes de su estreno, si bien tanto Salt como Bourne son dos agentes de distintas centrales de inteligencia que buscan venganza, los films no tienen nada más en común. Cuando vemos a Jason Bourne desde un principio entendemos su ira, sus enojos, nos identificamos con él, es un personaje mucho más elaborado y complejo y, quizás por ser hombre, es más creíble su papel de asesino letal. Pero ver a Evelyn Salt evadir con total impunidad a más de cientos de agentes de la CIA, el FBI y demás fuerzas estatales es irreal. El film es entretenido en ciertos momentos y el espectador constantemente se siente intrigado por las acciones de Salt, por descubrir su verdadera identidad. Al finalizar la película uno tiene más dudas que certezas, lo que de pie seguramente a una segunda parte.
La cuarta película de Lisa Cholodenko retrata como funciona la familia tipo, sino fuera por un detalle. Los hijos tienen dos madres. Si bien este film no es una ópera prima de la directora, si lo es del cine. La primera película masiva que retrata como funciona una familia con padres del mismo sexo. Al comienzo del film podemos ver una familia compuesta por dos hijos, una chica adolescente pasando su último verano en casa y un chico en plena pubertad con problemas típicos de la edad, el detalle, los padres, o debería decir las madres, una pareja de lesbianas que decidió tener hijos por medio de la inseminación artificial, ambos hijos son del mismo padre, es decir el mismo donante, pero cada uno fue concebido por una de las madres. Al parecer, los chicos adoptan esto con total naturalidad y en ningún momento la película denota algún tipo de discriminación hacia ellos por parte de sus amigos, conocidos, etc. directamente ese tema no se toca. El tema central de la película se desarrolla cuando Laser (Josh Hutcherson) y Joni (Mia Wasikowska), los hijos de la pareja, deciden conocer a su padre a escondidas de sus madres. Lo que empieza como una simple curiosidad termina copando todos los ámbitos de la vida familiar, desde ese primer encuentro de los niños con Paul (Mark Ruffalo) en su restaurante de comida orgánica hasta la escena final, se ve en los chicos, especialmente en Laser, como la falta de figura paterna puede influenciar las decisiones o manera de comportarse de un adolescente. Las madres del film son Jules y Nic, protagonizadas por Julianne Moore y Annette Bening respectivamente, si bien al momento del comienzo de la película podemos ver a una pareja entrando en crisis, este tema se termina de desarrollar con la irrupción, casi a la fuerza, de Paul. En paralelo a esto, conocemos la vida del donante ya no tan anónimo, un soltero de buena vida que decide sin ninguna esperanza, conocer a lo que él sin querer queriendo concibió. La cotidianeidad de Paul se ve alterada al conocer a sus dos hijos biológicos y nuevas sensaciones se empiezan a despertar en el soltero codiciado. La directora logra hacer una película cómica con varios momentos dramáticos sin caer en ningún cliché, el espectador logra en una misma escena reír y casi simultáneamente entristecer. Vale aclarar que el mejor trabajo se encuentra en el elenco, descubrimos de nuevo a una Annette Bening que ya nos había deslumbrado en “Mi querido presidente” o en “Belleza americana”, tomando un papel novedoso, madre, esposa y lesbiana, la actriz logra hacer todo junto y todo a la perfección. También volvemos a ver, pero esta vez desde otro ángulo, la dupla Moore / Ruffalo, quienes ya habían trabajado juntos en “Ceguera”, si bien ella está muy bien en su papel y más de una vez resulta muy graciosa, él no termina de desarrollarse, creo que Paul es un personaje que da para más. Para introducir el tema en la gran audiencia, la directora opto por hacerlo de manera soft, es decir, no hay grandes escenas sexuales entre ellas y el tema se trata con delicadeza, se podría ver como un matrimonio normal con crisis de pareja incluida.
La unión hace la fuerza La opera prima de la directora californiana Shana Feste llega a nuestro país con dos años de demora. En ella se nos platea el drama de los padres luego de la pérdida de un hijo; pero a diferencia de otras películas con la misma temática, aquí el tema queda estancado sobre una situación en particular. Grace y Allen son un matrimonio desde más de dos décadas, como fruto de su relación nacieron dos hijos: Bennett y Ryan. Mientras que el primero es impecable en sus relaciones y académicamente, el segundo, deja mucho que desear, con mal carácter, malos modos y rozando a la adicción a algunas drogas. Por lo pronto una familia con problemas que pueden ser los propios. Una noche, por un absurdo accidente automovilístico muere Bennett, el hijo pródigo. Él tenía una relación amorosa con Rose, una joven compañera del colegio, que en el momento del choque iba con él en el auto. Los padres de Bennett no encuentran consuelo a su tragedia, hasta que un día aparece por la puerta grande Rose, quién tiene una noticia más que importante, iban a ser abuelos. Rose estaba embarazada y el padre de la criatura, fallecido. La película nos muestra las miserias del ser humano ante una muerte tan poco natural como es la de los hijos para los padres; la tristeza que rodea constantemente ese ambiente desde todos los puntos de vista, los padres, el hermano y la novia embarazada. En el desarrollo de la historia se van poniendo en juego otros aspectos de la familia que desconocíamos, y viejos problemas salen a la luz. El problema del film es que toca una y otra vez el mismo tema, sumergiendo al espectador en una cotidianeidad casi fastidiosa, donde parece que nadie quiere seguir adelante. Excepto Rose, que por ese motivo parece ser la fuerza que mueve a la familia a progresar, y también a la película a activarse.
El hijo de Tato Bores vuelve a la comedia luego de haber dirigido Sin Memoria hace ya un año; en este caso acompañado por Ricardo Darín, quien da vida a Roberto, un veterano de Malvinas solitario, gruñón y con buenas intenciones a quien, un día como cualquier otro, le cae un chino del cielo. La historia de Un cuento chino está basada en un hecho real; hace aproximadamente diez años una vaca cayó del cielo y hundió un barco en un lago de China; esa es la premisa del film, pero de ahí en adelante es pura y exclusiva imaginación del autor. El sobreviviente de ese barquito es Jun, un joven chino que aparece en Buenos Aires como por arte de magia y, luego de varias idas y vueltas, termina en la casa de Roberto. Roberto, que trabaja en la ferretería que heredó de su padre, lucha día a día con problemas personales que arrastra desde la juventud; es casi un ermitaño al que le cuesta relacionarse con el mundo exterior. Tiene una enamorada que lo atosiga constantemente, con la que lleva una relación de amistad, y también un cliente en particular que saca lo peor de si. Parece padecer varios trastornos obsesivo-compulsivos, y es rutinario hasta la locura. Sin duda, su encuentro con Jun marca un antes y un después en su futuro y en su forma de ser. La película, narrada en clave de comedia, se destaca en particular por Ricardo Darín, quien es capaz de convertir lo que toca en oro. Si bien el film es divertido y humorísticamente acertado, no sería lo mismo con otro actor; el público quiere a Darín y él, inevitablemente, se hace querer. Estamos ante una película de Darin, no de Sebastián Borenzstein. Un cuento chino es, en definitiva, una buena película que transitará nuestra cartelera por varias semanas. Una historia sencilla que rescata los valores de una buena persona, una amistad, un romance cohibido y un ser humano superándose a si mismo.
De un tiempo a esta parte, las películas de boxeo se convirtieron en subgénero cinematográfico; al menos tenemos una en cartelera por año. Pero a diferencia de muchas, en El Ganador, el drama familiar toma un lugar de importanci, que deja al boxeo en segundo plano. La historia que nos presenta el director nominado al Oscar David Russell, se centra en la historia de dos medio hermanos; por un lado Dicky Eklund (Bale), un ex boxeador que fue famoso por una pelea en particular y que luego se perdió en el consumo de drogas; por otro lado, Micky Ward (Wahlberg), actualmente boxeador con poca suerte, mala reputación y que rara vez alguna pelea. En el medio de esta peculiar relación esta su madre, Alice, que actúa como representante de Micky, y también Charlene, su actual pareja. La película, basada en hechos reales ocurridos hace poco más de diez años, más allá de enfocarse en las mil y un desgracias de la vida de un boxeador; nos transporta a una relación de hermanos conflictiva, a la vez que nos muestra las repercusiones que tiene un adicto en el ámbito familiar. Hay que sacarse el sombrero ante la representación de Christian Bale como adicto al crack, quien parece tener una gran facilidad para adelgazar 20 kilos y volver a subirlos (ya lo hizo en El Maquinista), su retrato es fiel a la realidad y sin duda conmovedor. Sin golpes bajos y con total naturalidad, el director apele a un espectador inteligente que no tiene la necesidad de ver llantos y clichés para entender de qué va una buena historia.