La firma de la Constitución Nacional no fue una varita mágica que resolvió todos los problemas de Argentina y unió al país por completo. Mucho tiempo tuvo que pasar para que Argentina empezara a parecerse a lo que es hoy. El Movimiento presenta crudamente la vida de las personas en esta época de semejante incertidumbre. La peste y la guerra redujeron muchísimo la población y afectó incluso a aquellos que no padecieron directamente a ninguna de las dos. En este contexto de silencio e inseguridad, el film trae a un personaje especial. Un mesías, podría decirse. Al mismo tiempo que se realizaba la Conquista del Desierto, había muchos problemas relacionados a la posición de Buenos Aires con respecto al resto del país. Los ánimos estaban caldeados y fueron la masa propicia para el delirante personaje principal (y líder) de El Movimiento: un psicópata asesino que quiere atraer seguidores. Ellos son igual de dementes que él. Problemas entre los suyos y venganzas dolorosas ilustran sobre su personalidad e intenciones en una Pampa que hasta parece estéril. Benjamín Naishtat ganó el primer premio con su ópera prima Historia del miedo en el Festival de Cine de Jeonju 2014, en Corea. Es por esto que fue invitado a ser parte del Jeonju Cinema Project 2015, y con cuatro meses de preparación en total logró esta obra, que fue filmada en solamente diez días. El guión fue ideado gracias a un interés de Naishtat por esa época de la historia, su gente y sus ambigüedades morales. La historiadora Milena Acosta supervisó su realización. La aridez de los escenarios, tanto interiores como exteriores, es realzada por la elección de colores: blanco y negro. Por otro lado, la relación de aspecto sofoca tanto a los personajes como a los espectadores, y combinado con los diálogos y a veces monólogos asignados a Pablo Cedrón, se obtuvo una intensidad que definitivamente atrae al público. Sin embargo, la conexión que se logra entre la audiencia y los actores mediante primeros planos es enrarecida inmediatamente por la banda sonora (una sola canción que no es de su época sino de la nuestra). Los cortes son agresivos y duros y producen esta misma sensación de extrañamiento, como si el montaje lo hubiese hecho un niño. Un niño muy nerd al que le gusta el cine europeo.
Comenzar desde pequeño a enterarse de asuntos de salud o ecología es importante. Norm of the North parece concentrarse en eso más que en cualquier otra cosa. Frente a un mundo que se globaliza cada vez más es difícil detener el cambio climático. La foto del oso polar desnutrido tomada por Kerstin Langenberger en agosto del año pasado llega hoy como un fantasma de las navidades futuras a avisar que queda poco tiempo de abundancia sin control. Para garantizar que la próxima generación va a tener más conciencia sobre dichos problemas, éstos se presentan lo más pronto posible: Norm of the North cumple hoy con esta función. Solamente dos osos polares de la comunidad de Norm, en el Ártico, pueden comunicarse con los humanos: él y su abuelo. Cuando encuentra una casa experimental plantada en el medio del hielo y se entera de que el avaro Mr. Greene quiere poblar su hogar, decide viajar a Nueva York y utilizar su habilidad para evitar este potencial desastre. Norm of the North fue dirigida por Trevor Wall, experimentado en series animadas para niños en televisión, y escrita por los hermanos Altiere y Malcolm T. Goldman. La producción es norteamericana e irlandesa y cuenta con actores como Rob Schneider, Heather Graham y Ken Jeong para las voces. La principal intención de esta película es concientizar a los más chicos sobre los problemas ecológicos que la sobrepoblación humana causa, sobre todo en el Ártico. Es lastimoso ver que esta tan buena idea esté envuelta en una historia para nada recordable, e incluso mediocre. En una época en la que se dice que ya todas las historias posibles están escritas, Norm of the North opta por la salida más fácil: el camino del héroe. Adoptar un esquema de este tipo sin agregar nada original (salvo un oso polar twerkeando) es condenar al público adulto a dormirse en la sala. El humor escatológico sumado a los chistes viejos y slapstick forzado (humor físico) son hasta cansadores, y si bien es probable que un niño no vea esto como algo negativo, cualquiera que haya visto un poco de animación notará estos inconvenientes. La intención de agregar un personaje parecido a los Minions (aquí los Lemmings) también deja ver la falta de ideas en el guión. La animación, por otro lado, será muy buena para un programa de televisión, pero en el cine los estándares son más altos. Parecen cinemáticas de un videojuego de hace 20 años. El trabajo de doblaje es agradable, aunque la traducción cambia el significado de algunas cosas, jugándole en contra a la propia película.
Las películas de aventuras live-action de Disney suelen responder a una fórmula casi comprobada de éxito, pero al tratarse de una historia real todo cambia. Hace ya años que las películas de navegación son históricas del siglo XIX hacia atrás, sean de piratas o no. Grandes obras como Das Boot o El Motín del Bounty son sólo un recuerdo para los señores fanáticos del mar. Es ahí donde The Finest Hours salva el día: una historia real ambientada en la década del 50 puede convertirse en la vuelta del océano como protagonista en la pantalla grande. Si bien hubo un intento el año pasado con In the Heart of the Sea (2015), su fracaso tanto en la taquilla como entre el público tal vez hasta juega en contra del revival de lo marítimo. En febrero de 1952 se desató en la costa este de Estados Unidos una tormenta pesadísima, un ciclón. En alta mar a 30 millas de la costa se encontraban dos buques petroleros en una situación terrible: los vientos fuertes y la fuerza del mar los partieron a ambos en dos. Será responsabilidad de Bernard C. Webber y su tripulación de tres intentar rescatar en medio de la tempestad a los 33 sobrevivientes del SS Pendleton. La historia es bastante directa y sincera. El libro en el que se basó es The Finest Hours: The True Story of the U.S. Coast Guard’s Most Daring Sea Rescue, del año 2009 y fue seguido al pie de la letra en la realización del guion. Dos de los marineros que tomaron parte en los eventos de 1952, Andy Fitzgerald y Mel Gouthro, visitaron el set cuando se hizo el rodaje en el astillero de Fore River en el pueblo de Quincy, en noviembre de 2014. Su director, Craig Gillespie, tiene experiencia en filmes largos como la remake de Fright Night (2011) y Lars and the Real Girl (2007). Su equipo de guión cuenta con Scott Silver, escritor de 8 Mile y The Fighter, dos películas lejanas a lo que Disney suele hacer. La historia es muy correcta y PG-13: ambos aspectos, de la mano de la productora del famoso ratón, garantizan una aventura a la medida de Pirates of the Caribbean o Tron: Legacy. La constante exaltación de valores positivos como la amistad, el altruismo y la valentía es ya un clásico de Disney pero en un contexto de historia real acerca al espectador a los héroes. Su contacto con ellos es verdadero y no puede cuestionarse como a cualquier personaje totalmente inventado: estas fueron personas reales con valores que arriesgaron su vida para salvar la de otros. Los personajes principales son interpretados por Chris Pine (Star Trek), Casey Affleck (Interstellar), Holliday Grainger (The Borgias) y Ben Foster (3:10 to Yuma). El trabajo de vestuario y estilo es impecable, ayudándolos mucho a insertarse en la década del 50. Sus actuaciones no son nada del otro mundo pero funcionan muy bien con el tono e intención de la película. Los diálogos, como en todo live-action de Disney, son desabridos y simples pero dichos por estos muchachos transmiten fácilmente todo lo que la película pide.
Nominada a Mejor Película en Idioma Extranjero, Son of Saul muestra la dura vida dentro de un campo de concentración. Drama a más no poder. Frente al peligro de muerte o daño, y por mucho que pese, la ideología puede descartarse. Las comidas favoritas, los equipos de fútbol, las relaciones con seres queridos: todo lo que no sirva para vivir estrictamente, puede dejarse de lado. Hay una sola cosa sin la que no se puede subsistir, algo que se da erróneamente por sentado y que permea toda la experiencia desde el nacimiento: lo que la persona es. Las persecuciones durante la Segunda Guerra Mundial se realizaban en base a esas cosas que no se pueden descartar: trataban de justificar odio puro. Durante dicha guerra, que duró desde 1939 hasta 1945, muchos grupos fueron perseguidos y diezmados a mano del Eje, compuesto por Alemania, Italia y Japón. Uno de los campos de concentración más conocidos donde se llevaban a cabo estas atroces acciones fue Auschwitz y es ahí a donde viaja Son of Saul. No todos los prisioneros eran llevados allí para morir. Algunos de ellos, ya sea por sus cualidades físicas o su joven edad, eran separados y obligados a realizar los trabajos más duros del campo: desde mantenimiento hasta la limpieza luego de asesinatos masivos. Estos esclavos se llamaban Sonderkommando y fueron siempre causa de mucha polémica. ¿Eran verdaderamente víctimas o eran ayudantes de los nazis? En este sistema perverso nadie salía ganando, salvo los victimarios. El personaje principal del film es un Sonderkommando y su historia viene a dar un nuevo punto de vista sobre este asunto. Es Octubre de 1955, Saul Ausländer trabaja en Auschwitz limpiando la cámara de gas y transportando cuerpos muertos, entre otras actividades horribles. El maltrato dentro del campo de concentración no busca disimularse, ya que hasta los Sonderkommando son desechables. Por esto se estima que hubo durante toda la guerra cerca de 14 generaciones de estos “prisioneros especiales”. Luego de una enorme matanza en la cámara de gas Saul encuentra entre los cuerpos a un niño, que toma como a un hijo. En medio del alienante trabajo, maltrato y miedo, este chico se vuelve un propósito para su vida. El aspecto técnico de esta película es fascinante. Al ser el primer largometraje realizado por su director, László Nemes, es esperable que en su realización tenga fallas (manejo de cámaras, montaje, etc). Sin embargo, Son of Saul pone al cine a disposición absoluta del guión y del arte. Es difícil tratar en un medio sumamente visual un tema tan sensible como el Holocausto y aquí llega una joya cuando parecía que todo estaba hecho. Muchísimo de esta película se enfoca en Saul Ausländer y sus reacciones al ambiente. No busca mostrar explosiones, tiros, muertes ni torturas, sino que cuenta la historia a través del humano. Lo más valioso de Son of Saul es que expone una arista del período muy poco explorada. Esta es la novena película húngara nominada al Oscar por Mejor Película en Idioma Extranjero, sin embargo en ella se hablan muchos idiomas. No solamente alemán o húngaro, sino también ruso, yiddish y polaco. Esto resalta enormemente la dimensión del conflicto, y ubica al espectador en la vida diaria de personas normales que luchan por subsistir en un ambiente terriblemente hostil. El hecho de que László Nemes y su equipo estén compitiendo en el evento más importante del cine con lo que es solamente su primera película, indica que es posible que su carrera esté llena de éxitos y material interesante para ver.
Este film nos lleva de visita a un lugar al que ni los que viven en la cercanía quieren acercarse. Bienvenidos al Bosque Siniestro. Alrededor del mundo hay muchos lugares famosos, frecuentados por gente que quiere quitarse la vida. Uno de ellos, en uno de los países con la tasa más alta de suicidios, es Aokigahara, el Bosque de los Suicidas en Japón. En él se encuentran alrededor de 100 cuerpos al año, mayormente ahorcados y en menor medida muertos por sobredosis. Suele haber civiles que recorren el bosque en busca de personas para convencerlas de no matarse, así como también de cuerpos perdidos para devolverlos a la familia. Muchos creen que los espíritus de los fallecidos, yūrei, se quedarán en el bosque hasta que los ritos fúnebres de su cultura sean realizados. Una noche, Sara Price recibe un llamado de la policía japonesa, para avisarle que vieron a su hermana gemela Jess entrar en el bosque Aokigahara. Sospechan que está muerta pero ella está segura de que no. Sara viaja a Japón para buscarla y conoce en el camino a Aiden, un norteamericano que escribe para una revista de turismo. Como él debe realizar una historia sobre el tenebroso bosque, la invita a recorrerlo con él y Michi, un civil japonés que hace vigilancia mientras intenta evitar suicidios. Ella acepta y los tres pasan el día buscando a Jess. No encuentran nada salvo su carpa y Sara decide pasar allí la noche. El Bosque Siniestro causó mucho revuelo en las redes sociales, ya que Aokigahara y el suicidio son problemas muy serios en la sociedad japonesa. Consideran que es una falta de respeto llevar hechos tan terribles y reales al cine solamente para asustar a un grupo de espectadores. El aspecto sobrenatural que presenta esta película también enrarece un poco el asunto, pero al ser parte del folklore japonés es natural que esté incluido. Como el gobierno japonés no permite que se hagan filmaciones dentro de Aokigahara, todas las escenas que suceden en el bosque fueron filmadas en Tara, Serbia. La trama ocurre de día, lo cual es una vuelta interesante. Como es normal en el cine de terror, todos los personajes toman decisiones de dudoso criterio pero que se compensan con sustos muy inteligentes y bien pensados. El Bosque Siniestro es la primera de película de su director, Jason Zada. Su carrera anterior a esta idea se concentró en hacer campañas de publicidad entre otros proyectos del mismo ambiente. En una entrevista explicó que se obsesionó con la historia de Aokigahara y no podía creer que nadie hubiese hecho una película de terror con el lugar como locación. Natalie Dormer hizo un papel muy completo y creíble, algo a veces difícil de lograr cuando toda la película gira alrededor de un actor. La belleza del paisaje, tanto dentro del bosque como afuera, sumado a las escenas en la ciudad y en los hoteles del campo transmiten con mucha calidez los lugares más típicos de Japón.
Llevar hechos reales al cine siempre ha sido complicado, sin embargo 13 Hours transmite sentimientos inspiradores incluso en un ambiente completamente desfavorable. El 11 de septiembre del 2012 en dos instalaciones norteamericanas en la ciudad de Benghazi, Libia, hubo una serie de ataques violentos en masa que se cobraron la vida de cuatro ciudadanos de EEUU. Se cree que fue organizado espontáneamente luego de protestas contra un vídeo anti-musulmán llamado Innocence of Muslims; otros dicen que fue preparado con tiempo aprovechando el aniversario del atentado a las Torres Gemelas en 2001. Los seis miembros de Fuerzas Especiales que participaron en defensa de los civiles en estas instalaciones son honrados en la película 13 Hours: The Secret Soldiers of Benghazi. En ‘El Anexo’ viven alrededor de 40 ciudadanos norteamericanos, algunos son empleados de la CIA y otros son Fuerzas Especiales. Se supone que El Anexo es secreto, ya que se encargan de recolectar inteligencia y vivir de primera mano la situación social en Benghazi, sin intervenir. Luego de la revolución contra Gadafi, las milicias libias comenzaron a acceder a armas de gran peligro. Cuando un embajador norteamericano llega al país y se instala en un puesto diplomático con muy poca seguridad, el grupo de Fuerzas Especiales, posicionado a 2km de él, deberá estar alerta en caso de que algo salga mal. A las 9:40pm del 11 de septiembre de 2012 el puesto es blanco de una serie de explosiones seguidas de cientos de militantes libios armados invadiendo la propiedad, en busca del embajador. Esta es la historia de los hechos de esa noche. Michael Bay es un director de cine sumamente conocido en estos últimos años por la franquicia Transformers pero con otros films más viejos en su haber, como Armageddon, The Rock y Bad Boys. Suele ser muy criticado por su afinidad con las explosiones masivas, pero su estilo es mucho más complejo. La cámara y actores en constante movimiento, sumados a la cantidad enorme de información en un sólo fotograma son un resumen de lo que el espectador quiere ver hoy. Esta vez optó por un argumento más cercano a la vida real y lo hizo funcionar: una situación bélica observada desde cerca es la materia perfecta para resaltar estas técnicas que Bay no soporta no usar. La musicalización toca lo cliché pero es de esperarse en una película que se estrena en el MLK Weekend norteamericano (siempre plagado de películas bélicas patrióticas como American Sniper y Lone Survivor). Las actuaciones fueron muy precisas, algo que se nota en el manejo de armas y otros recursos militares que los actores utilizaron perfectamente. Entre ellos, John Krasinski y James Badge Dale resaltan en su representación de valentía y dedicación frente a una situación tan complicada. Los soldados que participaron en este evento de 2012 colaboraron en la realización de la película y están mayormente satisfechos con el resultado.