Los hilos reales de la economía, la fuerza que mueve al mundo y decide todos los días sobre la vida de cada persona que lo habita, son misteriosos para la mayoría. Incluso cuando parece que todo está en equilibrio perfecto, un detalle olvidado puede hacer colapsar al sistema entero. Y ni hablar si la codicia y egoísmo entran en la ecuación. Si bien hay un margen que permite que una porción diminuta de la humanidad sea dueña de la mayoría de las riquezas posibles, siempre hay chance de que algo salga mal. Y cuando ese algo sale mal, no es esta porción diminuta la que lo paga, sino todo el resto. Este calculado desbalance es responsable de la seria alienación que caracteriza a la población urbana hoy. Money Monster muestra con empatía una nueva faceta de este mal. Lee Gates (George Clooney) es conductor de Money Monster, un programa de televisión en el que aconseja a su público sobre cómo invertir bien su capital, pasa anuncios sobre la actualidad de Wall Street y otras noticias. Una semana antes, un glitch en un algoritmo de gran importancia, causó una pérdida enorme para una empresa de las favoritas de Gates. Un joven que había invertido todo en ella (Jack O’Connell), lo pierde, y no ve otra salida más que pedir explicaciones a Gates en vivo durante su programa, pistola en mano. El equipo responsable de esta película hace juego con el presupuesto que claramente tuvo: Jodie Foster, conocida por su larga carrera como actriz, es la directora de esta película. Está comenzando a reaparecer en el mundo de la dirección después de hacerlo en dos episodios de Orange Is The New Black (2013-2014) y uno de House of Cards (2014). También fue encargada del guión, en compañía de Alan DiFiore, conocido por su trabajo en la serie Grimm (2011-2015). Los actores principales son muy conocidos y suelen trabajar juntos: George Clooney interpreta al conductor de Money Monster mientras que Julia Roberts actúa en el papel de Patty Fenn, la directora del programa. La química entre ambos es innegable, y su talento nunca decepciona, tanto cuando comparten escena como por separado. Se les unió el joven actor Jack O’Connell, que a pesar de tener una corta carrera es ya conocido gracias a su participación en la serie británica Skins (2009-2013). El conjunto de actores secundarios es también excelente, y juntos generan una experiencia de suspenso que tendrá al público al borde del asiento. Los altibajos económicos, el dinero fácil que se logra en Wall Street y otros aspectos negativos de esta escena fueron, en los últimos años, la ambientación perfecta para historias muy específicas. Como ejemplos se pueden mencionar El Lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street, 2013) y The Big Short (2015), dos películas muy particulares, basadas en historias reales, que ilustran lo despiadado del mundo de las finanzas. Esta vez, con Money Monster, los damnificados tienen cara, tienen vidas y exigen explicaciones. La empatía es una de los pilares de esta película, aunque el cambio repentino que el personaje de Clooney sufre (de ricachón sinvergüenza a héroe del pueblo) no es del todo convincente, pero no por culpa del actor. De cualquier manera, el mensaje está enviado, y si bien el mundo entero está en manos de estos ricachones desvergonzados, por lo menos hoy tiene más herramientas para entender cómo y por qué.
Un año después de la primera entrega llega la secuela que, agregando a unos cuantos personajes y situaciones, promete tantas risas como la anterior. El conflicto entre el País Vasco y España, siendo algo tan lejano a la Argentina, se mantiene desconocido o fuera del interés general. Más allá de las colectividades vascas en el país (al menos un 10% de la población es descendiente), los hechos que durante siglos definieron a su comunidad no son conocidos por todo el mundo. Esto puede hacer difícil la comprensión de una película como 8 Apellidos Vascos (2014) u 8 Apellidos Catalanes (2015). La pugna, al mismo tiempo, entre España y Cataluña, terminó estando más en boca de la gente por el acercamiento que el fútbol generó. Sólo si se tiene una idea de estas dos relaciones, se pueden entender a fondo los intríngulis amorosos que estas películas muestran. Si no, los chistes típicos de comedia romántica serán suficiente. El casamiento al final de 8 Apellidos Vascos no dio resultado. Antes de darle a Amaia, una chica vasca, el sí, Rafa huyó despavorido hacia la vida de soltero que tan bien conoce, en Sevilla. Su tranquilidad termina cuando Koldo, el papá de Amaia, vuelve para contarle que ella se casará el fin de semana con un catalán llamado Pau. Juntos viajarán a Cataluña y conocerán a la futura suegra y la wedding planner, mientras Rafa, arrepentido, intenta recuperar el amor de Amaia. El reparto se mantiene desde la película anterior, con un par de nuevos integrantes. Se sumaron Berto Romero, que interpreta a Pau y Rosa María Sardà en el papel de Roser, su madre, y volvieron a participar Dani Rovira como Rafa, Clara Lago interpretando a Amaia, Karra Elejalde como Koldo y Carmen Machi en el papel de Merche. La dirección estuvo a cargo de Emiliano Martínez-Lázaro, conocido por su trabajo en El Otro Lado de la Cama (2002) y que recibió un Oso de Oro por Las Palabras de Max (1978). Sus guionistas son los mismos que participaron en 8 Apellidos Vascos (2014), Borja Cobeaga y Diego San José, conocidos en Argentina por escribir y dirigir Pagafantas (2009), película española en la que Sabrina Garciarena es protagonista. Las disputas entre familias en la narración son más viejas que Romeo y Julieta (siglo XV) y la figura de los star-crossed lovers (amantes desdichados, cada uno es de un mundo distinto) se repitió hasta el hartazgo. Titanic (1997), The Notebook (2004), Pocahontas (1995), The Curious Case of Benjamin Button (2008), entre muchos otros. Es por esto que cuando un autor tiene la chance de no usar estas herramientas y las usa igual, se siente como un desperdicio. 8 Apellidos Vascos se apoya fuertemente en estos clichés (el amor complicado entre una vasca y un sevillano), pero en la secuela solamente se los usa con fines cómicos. La presencia de la suegra, toda la familia conviviendo en una misma casa antes de la boda, etc. son otros clichés en los que sí cae, pero es cierto que son parte del caldo primigenio de la comedia romántica. Porque no es más que eso.
Julie Delpy vuelve a entrar en modo Chuck Norris, mientras dirige, produce y protagoniza esta película disfrazada de comedia americana (y no es ninguna de las dos cosas). Después de tantos años de historia, la comedia romántica obedece casi siempre a un formato designado. A veces se intenta experimentar con premisas un poco más raras (como Kate & Leopold (2001), que logró que muchas mamás vean por primera vez una película de viajes en el tiempo), pero la idea no cambia mucho. Hay distintos estilos, alteraciones simples, enfoques variados según la edad del público a la que se apunta, y aún así la historia siempre es igual. Lolo es una más pero cocinada distinto. Cuando Violette viaja a un pequeño pueblo de vacaciones con una amiga, conoce a un programador medio bruto y poco refinado llamado Jean-René, que está por mudarse a París. Juntos comienzan una relación romántica pero alguien, disimuladamente, se interpone: al hijo de Violette, Lolo, no le agrada compartir la atención de su madre. Mediante astutas y calculadas artimañas crea situaciones graciosas para el público y desesperantes para los personajes. La caracterización de los personajes es muy fresca a pesar de estar casi todos circunscritos a estereotipos ya vistos mil veces en comedias de este tipo. La relación entre Violette y su mejor amiga Ariane se siente muy natural, es algo que da gusto ver. A pesar de estar repleta de chistes más bien clásicos, es refrescante ver a dos mujeres maduras ser amigas en buenos términos, y que los conflictos de la película no estén dados por el ya cansador cliché de “Éramos amigas pero ya no”. Lolo es la sexta película dirigida por Julie Delpy, una francesa-americana que acostumbra a actuar en dichas películas, además de a veces producir y escribir. Es conocida por su papel de Celine en la trilogía de Antes del Amanecer y muchas comedias, entre ellas 2 Days in New York, con Chris Rock. La acompañan Dany Boon, frecuente estrella en comedias francesas como Supercondriaque y Vincent Lacoste, un joven actor con (también) unas cuantas comedias en su haber a pesar de haber empezado en el cine en 2009. Karin Viard, que interpreta a la mejor amiga de Delpy, estuvo en las pantallas argentinas recientemente con su papel de Gigi en La Familia Belier (La Famille Bélier, 2014), aunque su currículum está más ocupado por dramas que por comedias. Los cuatro hacen un equipo excelente tanto juntos como separados y a pesar de que muchas situaciones en el guión son verdaderamente desafortunadas, son capaces de hacerlo más leve y llevarnos entre risas hacia la conclusión.
Después de 14 años, vuelve a la pantalla grande la gigantesca familia Portokalos. Una comedia romántica con temas más o menos actuales y con buenos chistes a cada esquina. Las comedias románticas nunca cambian. Hay pocas que sobreviven el paso del tiempo, ya sea porque incluyen algún elemento creativo en su trama o porque los canales de películas las pasan todos los sábados y domingos, a veces al mismo tiempo (como pasa con Notting Hill, 1999). Siempre es más o menos lo mismo: personajes y problemas similares. Pero cuando una película de este género basa todos sus chistes en una minoría, y los dirige a ésta, el juego cambia. Ya no cuenta la gastada historia de dos personas que se enamoran, sino que pinta una realidad distinta para los que no la conocen. En este film se ilustra de manera cómica la vida diaria de una familia griega-americana. La vida de Toula y su (gran) familia es ahora muy distinta a la que se mostraba en Mi Gran Boda Griega (2002). Su hija, Paris, está por terminar el secundario así que, por mucho que le pese a Toula, deberá elegir una universidad y es posible que decida irse a otro estado. Al mismo tiempo se descubre que los padres de Toula, Gus y Maria, no están oficialmente casados: ¿será esta la gran boda griega que promete el título? Nia Vardalos, que interpreta a la protagonista, es también quien escribió el guión de ambas películas. Fue basada en una obra de teatro que ella había escrito en 1997. Cuando Rita Wilson vio la obra se la recomendó a su marido Tom Hanks, y juntos decidieron producirla para cine. La dirección de My Big Fat Greek Wedding 2 no es nada del otro mundo. Su director, Kirk Jones, tiene un poco de experiencia en otras comedias románticas pero nada más. Podría decirse que es puro guión y producción, porque en cuanto a la dirección no es más que “fotografías de gente hablando”. Claro que en películas de este género eso no es ningún pecado. El modo en el que se ilustró a esta familia en My Big Fat Greek Wedding, estrenada en 2002, fue tanto criticada como elogiada por comunidades griegas alrededor del mundo. Algunos describieron la exageración de sus características ‘negativas’ como ofensiva, racista y de mal gusto, pero otros lo consideran preciso y hasta afable y cómico. Más allá de estas reseñas, la recepción de esta película fue muy positiva. Incluso fue nominada a Mejor Guión Original en los Oscars de 2003, pero el ganador resultó ser Pedro Almodóvar con Hable con Ella (2002). Si bien esta manera de representar a los griegos se mantuvo hasta la segunda entrega, la trama está mucho menos enfocada hacia sus excentricidades y más bien las utiliza como ambientación para contar una simpática historia.
Una fusión interesantísima entre videojuego y narración se hace un lugar en las pantallas argentinas a fuerza de explosiones y comedia violenta. La estética de los videojuegos es muy específica. Está compuesta por elementos más bien orientados a la función: poco y nada va a estar ahí porque sí. El diseño y la creatividad se explayan sólo dentro del marco de lo útil y siempre están limitadas por la tecnología del momento de producción. Todas estas condiciones han gestado un amplio abanico de géneros que están siempre presentes en la vida de los que juegan: más que haciendo mejoras en las funciones clásicas, no cambian en esencia y la violencia que caracteriza a los First Person Shooters (juegos de tiros en primera persona) sigue tan presente como en el primer día. Es por esto que todos pueden reconocer las influencias del FPS en Hardcore Henry, no sólo por la estética elegida sino por el tema en el que con tanta vehemencia se apoya: la violencia. Henry se despierta dentro de un tanque, no recuerda qué pasó ni cómo perdió un brazo, una pierna y el habla. La científica que lo analiza, Estelle, es también su esposa, aunque él no tiene memorias de ella. En el medio de su tratamiento, un villano muy llamativo y atrevido invade el laboratorio y secuestra a Estelle. Quiere robar la tecnología con la que curaron a Henry y usarla para su propio beneficio. Comienza entonces una persecución plagada de acción y sangre que durará hasta el final de la película. La banda rusa Biting Elbows y sus videos ‘Bad Motherfucker’ y ‘The Stampede’ fueron lo que probó que la idea podía realizarse. El director de Hardcore Henry, Ilya Naishuller, es también el frontman de Biting Elbows. El casco con el que se filmaron los videos, que lleva dos cámaras GoPro instaladas, y el sistema de estabilización que permite ver lo grabado claramente, fueron invención de él. Aparte de su participación en estas producciones, Naishuller no tenía ninguna experiencia previa creando obras audiovisuales. Los más conservadores dirán que al no ser una película típica en tercera persona, el trabajo de este joven no es realmente ‘dirección de cine’. Como es algo verdaderamente nuevo, todavía no tiene reglas, pero tal vez esté en manos de Naishuller allanar el camino para que otros puedan también explorar este potencial género. El equipo de dobles de riesgo, coreógrafos y coordinadores de acción de Hardcore Henry es una de las bases más importantes para desarrollar la historia y la experiencia en general. Es por esto que su trabajo se nota cuidado y creativo incluso frente a un proyecto tan atípico. El equipo es internacional y está compuesto por jóvenes con nada de experiencia junto a otros grandes como Eddie Perez y Martin Ivanov, que trabajaron en Age of Ultron (2015), Spectre (2015), Capitán América: The Winter Soldier (2014) y Star Trek (2009), entre otros. Alrededor de 10 personas hicieron el papel de Henry a lo largo de la filmación. La banda sonora está casi exclusivamente pensada para acompañar las proezas físicas de estos muchachos, con un tono sumamente explosivo y enérgico. La presencia de Don’t Stop Me Now de Queen ya en el trailer anticipa la actitud del resto de los temas que incluyen. A pesar de su trama, temas y filmación en primera persona, Hardcore Henry no tiene manera de ser una experiencia de videojuego. Es muy distinto jugar en primera persona un juego en el que el que controla al personaje es el personaje y ver una película en la que constantemente a uno lo llaman ‘Henry’. Se genera una experiencia indirecta y bastante contraintuitiva, en la que el espectador puede ver la acción como si fuera él el protagonista, pero no lo es. Los personajes de Being John Malkovich (1999), por ejemplo, sí contaban con capacidad de controlar el cuerpo de Malkovich, que es lo que el espectador no puede hacer con Henry. Con la tecnología de Realidad Virtual desarrollándose cada vez más y la popularidad que cobraron los dating sims y novelas visuales en este último tiempo, no sería extraño que las experiencias cinematográfica y gamer se fusionen pronto. Si la tecnología lo permite, alguien lo va a llevar adelante.
Hace ya unos cuantos años que los reboots de cuentos clásicos en forma de película de acción oscura dejan al público con opiniones mezcladas sobre la necesidad de su existencia. No sólo los cuentos de hadas recibieron este tratamiento: la nueva visión sobre los monstruos de Universal, por ejemplo, prueba que quedan reboots oscuras para rato. Esta twilightización de material ya existente comenzó, tal vez, con Alicia en el País de las Maravillas (Alice in Wonderland, 2010) de Tim Burton. Muchos dicen que es sólo una moda explotada hasta el hartazgo para vender entradas, pero los cuentos de hadas originalmente eran incluso más terribles y oscuros que las recreaciones que el cine trae hoy. Antes de los eventos de Blancanieves y el Cazador, la Reina Ravenna y Freya, su hermana, vivían juntas en buenos términos. Cuando la hija de Freya nace, es asesinada. La angustia que esto causa en ella despierta sus poderes de hielo y, decidida a no sentir amor de nuevo, se recluye en el Norte y crea un ejército de Cazadores. Con ellos conquista todo a su paso pero al enterarse de la muerte de su hermana desea tomar el espejo y así aumentar su poder. Eric, el Cazador, y dos enanos aliados de Blancanieves se embarcarán en una aventura para evitar que lo consiga. Luego del escándalo que hubo por un romance entre el director de Blancanieves y el Cazador (Rupert Sanders) y Kristen Stewart, el estudio decidió retirarlos a ambos de la potencial secuela. Es por esto que la dirección de El Cazador y la Reina del Hielo no está a cargo de él. El trabajo pasó a ser de Cedric Nicolas-Troyan, quien fue Supervisor de Efectos Visuales en la película anterior. Esta es su primera obra como director. El guión fue escrito por Evan Spiliotopoulos, experimentadísimo en secuelas de Disney como El Libro de la Selva 2 (2003) o El Rey León 3 (2004), pero sin ningún trabajo destacable. El enfoque general de la historia cambió mucho con respecto a Blancanieves y el Cazador. A la historia de las hermanas Ravenna y Freya (Charlize Theron y Emily Blunt) se le da mucha importancia y la desaparición de Blancanieves hizo necesario un nuevo set de protagonistas que resultaron tal vez más interesantes que los de la película anterior. Ambas villanas iluminan la pantalla cuando les toca intervenir, mostrando la calidad superior de su trabajo. En cuanto al resto del elenco (Chris Hemsworth, Jessica Chastain, Nick Frost), si bien son grandes artistas no fueron aprovechados a su máximo potencial. Parece uno de esos papeles que toman porque necesitan pagar las cuentas. El cuento de Hans Christian Andersen “La Reina de las Nieves” fue adaptado recientemente, aunque el producto final ya no tenía casi ninguna similaridad con el original, en la película animada Frozen. Muchas reboots oscuras como esta terminan por una razón u otra con un enfrentamiento entre ejércitos de proporciones gigantescas, que no sería un problema si no parecieran estar incluidas a la fuerza. Es agradable que se hayan despojado de ese cliché innecesario en esta película. Este dúo de hermanas y sus peleas resultó ser buen escenario para desarrollar historias menos épicas pero igualmente interesantes, como la del Cazador y sus compañeros de aventuras.
Con diálogos de lastimosa ejecución y peor confección, esta película de género tiene poco en lo que apoyarse para un estreno exitoso. En los últimos años se ha producido poco cine sobrenatural de terror que pueda considerarse excelente. Aún así, el público no pierde la esperanza y las entradas se siguen vendiendo, pero crear una historia que logre complacer a más que los que van a buscar sangre y tripas es difícil. Este punto medio entre excelente y mediocre es la especialidad de equipos como los de Oren Peli y James Wan, que van construyendo película a película el cine de terror de media gama actual. Compensan lo insípido de algunas de sus producciones con un bombardeo constante de secuelas y spin offs. Y funciona. Eveleigh y su marido David decidieron vender todo, mudarse a un viñedo en California y reabrirlo para la producción de vinos. Luego de un accidente automovilístico que la dejó con PTSD, creen que este proyecto la ayudará en el difícil transcurso de su embarazo. Estando sola en la nueva casa, Eveleigh comienza a tener visiones y escuchar voces que indican que no puede estar más lejos de la relajación prometida. Es común que estas películas tengan alguna que otra parte un poco perezosa en su realización, pero cuando esta parte es el guión, el cimiento, la obra está destinada a fallar. Fue escrita por L.D Goffigan y Lucas Sussman, cada uno con una película en su currículum aparte de esta. La trama tiene buenos giros pero su premisa es bastante ridícula y las interacciones entre personajes dan la sensación de que los guionistas nunca escucharon gente conversando. El personaje de Isla Fisher es a veces muy tonto, a veces muy inteligente y nunca alguien con quien el público se pueda identificar. Su maquillaje y peinado es siempre perfecto a pesar de pasar por actividades y eventos físicamente demandantes durante toda la película; estos son detalles poco importantes en el gran marco de las cosas, pero colaboran con enajenar al espectador de la obra que está viendo. Su director, Kevin Greutert, tiene una larga carrera en edición y corta en dirección, aunque entre ellas se encuentran dos entregas de El Juego Del Miedo (Saw, 2004). El productor, Jason Blum, también formó parte de la realización de muchas películas de terror de este estilo, como La Purga (The Purge, 2013) y Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007). También trabajó en la nominada al Oscar, Whiplash (2014). Nada de esto fue suficiente. Las actuaciones son flojas a pesar de que ninguno de los actores es novato, pero como el guión deja tanto que desear, sería injusto atribuirle a los actores solos el fracaso que es esta película. Será por esto que en EEUU sólo fue estrenada en DVD y Blu-Ray.
Basada en una historia de 1890, esta película lleva al espectador al corazón de la selva con todo el realismo que la tecnología de hoy permite. Hay historias que nunca mueren. A pesar de que constantemente se busca agregar, y a veces encontrar, crítica social en los relatos de entretenimiento, han prevalecido a través del tiempo algunas narraciones más simples y directas. Las historias de aventuras, tanto en los mitos y folclore como otras más recientes (el trabajo de Tolkien, por ejemplo), suelen acompañar a generaciones enteras desde la cuna. Por suerte, para algunos perezosos, en los últimos casi 100 años y con la ayuda del cine y su tecnología, ya no hace falta leer 368 páginas para conocer los relatos que fascinan a todo el mundo desde la infancia. En una remota selva de India hay una manada de lobos que alberga a un ‘cachorro humano’ desde bebé, Mowgli. Cuando Shere Khan, un tigre que odia al hombre, se entera de su existencia, amenaza con matarlo. Para evitar esto, Bagheera, una pantera muy amiga de la manada, se ofrece a llevarlo a la aldea humana más cercana. En el camino se encontrarán con muchos animales y sus diferentes e interesantes personalidades, entre ellos Baloo, un oso y Kaa, una pitón. La remake live-action de El Libro de la Selva había sido ya anunciada en 2013. De a poco fue confirmándose el elenco de actores que pondrían las voces a los personajes y el estilo general de la película. Con antecedentes importantes como Un Viaje Extraordinario (Life of Pi, 2012) en cuanto a animales hechos con CGI, el equipo de Disney decidió remover el factor caricatura que tanto caracteriza su mundo animado y apostar por un escenario más realista. Es por esto que, a pesar de que las caras de los actores pueden percibirse a través de sus máscaras peludas, es un efecto muy restringido para no crear extrañamiento en el público. La banda sonora de la versión animada de 1967 marcó la vida de muchos, además de ser sumamente pegadiza. El trabajo de musicalización es impresionante y las nuevas interpretaciones de las canciones originales inducen fuertemente a la nostalgia. El disco estará disponible a partir del 15 de abril. Si bien el elenco es de actores y no actores de voz, todos han tenido por lo menos una experiencia aportando su voz a algún personaje. Ninguno desentonó, ya que hicieron un excelentísimo trabajo. Tanto Bill Murray en su papel de oso holgazán como Ben Kingsley representando a la voz de la razón son un genial acompañamiento para Neel Sethi, el joven actor novato que aún siéndolo hace un muy buen trabajo como protagonista. La voz de Lupita Nyong’o es perfecta para el personaje de Raksha, la madre loba de Mowgli. Su desempeño nunca decepciona. En cuanto a los villanos, también hubo buenísimas elecciones. Shere Khan, el tigre que persigue a Mowgli, lleva la voz de Idris Elba, un actorazo que sólo recientemente vio la fama gracias a Pacific Rim (2013) y Beasts of No Nation (2015). Scarlett Johansson fue elegida para hacer de Kaa a pesar de que la pitón en el corpus original no es mujer. Fue una selección consciente del equipo de Disney porque no querían tener un elenco casi completamente formado por hombres. El Rey Louie es interpretado por Christopher Walken, una de las voces más reconocibles del cine actual. Todos excedieron las expectativas y, combinados con el poder del CGI, ayudaron a crear un mundo completamente irreal pero que parece posible. La trama es más bien una adaptación de la película de Disney de 1967 que del libro de Rudyard Kipling. El nuevo guión, escrito por Justin Marks, difiere en unas cuantas cosas que le dan un poquito más de carácter a cada uno. En muchos casos el escenario en la jungla es casi una extensión del personaje con el que Mowgli interactúa, envolviendo e involucrando al espectador mucho más que en la primera versión animada. Este afán a veces juega en contra, ya que algunos movimientos digitales de cámara se sienten demasiado estructurados para una historia que transcurre en la selva en 1890. Aún así, el trabajo del director Jon Favreau, conocido por dirigir Iron Man (2008) y Iron Man 2 (2010), es cercano a impecable y su aporte en producción es importantísimo para la genial ambientación que se logró en esta remake.
Si bien hay muchas partes de la historia de Estados Unidos que son famosas en el resto del mundo a fuerza de repetición, una serie de eventos específica aunque no muchas veces representada es igual de célebre: la caza de brujas en Salem. La figura de la bruja del imaginario popular actual está basada en el Antiguo Testamento: es esencialmente la de una mujer que adora al Diablo, no vive bajo las leyes cristianas y practica la magia. También vuela en escoba, usa un sombrero puntiagudo y tiene un gato negro. A veces es verde y tiene la nariz muy larga. Este ahora simpático personaje de cuento infantil lograba en una época amedrentar hasta al más osado conquistador. Es el siglo XVII, y William, un puritano es expulsado de su comunidad junto con su familia hacia las tierras hostiles del Nuevo Mundo. La devoción a Dios rige duramente sus vidas, no sólo la de los padres que la inculcan, sino también la de los hijos, que la respetan tanto como su edad y curiosidad natural lo permiten. Cuando bajo circunstancias misteriosas desaparece el recién nacido, secretos familiares e inseguridades religiosas comienzan a salir a la luz. Los dos hijos menores dicen que el macho cabrío de la granja les habla y es así como empiezan a lanzarse serias acusaciones de brujería entre ellos. Algunas veces el cine de terror no es necesariamente pura violencia, sangre o monstruos espantosos. La mayoría de las veces sí y es por eso que a los realizadores les cuesta cada vez más crear historias y universos en los que el espectador sea cautivado. Se olvidan de que la misma técnica no funciona dos veces contra un caballero, y los sustos que otrora dejaban al público sin sueño están ya relegados a la parodia y el ridículo. Es por esto que el terror de las nuevas generaciones debió buscar otro punto de apoyo desde el que crear las pesadillas de hoy: la atmósfera. Películas celebradas como The Babadook o videojuegos como Silent Hill descansan fuertemente sobre las elecciones estéticas y la musicalización, entre otras herramientas. Las escenografías de The Witch, un bosque canadiense disfrazado de Nueva Inglaterra y el interior de una cabaña de época iluminada sólo con velas, colaboran con el temor que la trama instiga. El enrarecimiento que produce la fotografía (también muy perceptible en la película Foxcatcher, que no es del género de terror) deja al espectador solo entre la rígida sociedad del siglo XVII y el terreno hostil en el que la ubican, lejos de todo confort conocido. Son muchos los temas que pululan por debajo de la trama de horror de The Witch. No solamente nos cuentan la historia de esta familia caída en desgracia, sino que son muy evidentes otros asuntos que conciernen al público actual. La dimensión religiosa tiene mucha importancia explícita, pero también hay desarrollo de temas como el hombre contra la naturaleza, lo enfermizo del modelo familiar al principio de la Edad Moderna, la posición de la mujer dentro de este modelo y el de la sociedad en general o el camino que los niños recorren para volverse adultos. El miedo casi supersticioso al Diablo y cualquier cosa que tenga que ver con él tiñe intensamente la vida de todos los personajes, ilustrando para el público de manera negativa una situación que no todos llegan a experimentar en la vida real. Exponer que hasta los más beatos son criaturas de pecado, según algunas creencias, produce una sensación de intranquilidad sumamente palpable, ya que es algo que hasta el día de hoy rige la vida de muchas personas. Es parte de la realidad de la historia humana. El director y guionista de The Witch es Robert Eggers, una figura 100% nueva en el mundo audiovisual. No sólo es su debut en estas dos disciplinas, sino que su única experiencia en la escena viene desde el lado del diseño de vestuario y la producción, dos cosas que se notan mucho en esta obra. En más de una entrevista cuenta que la idea de esta película surge de su fijación personal con la figura de la bruja en el folklore. Durante alrededor de cuatro años investigó tanto en museos como leyendo textos de la época, para que The Witch sea lo más fiel posible al período en el que se ubica. Es por esto que los diálogos suenan extremadamente antiguos: muchas de las frases utilizadas fueron tomadas directamente de los registros históricos que se hicieron durante los juicios a brujas en aquella época. The Witch ganó en el Festival de Sundance 2015 el premio a Mejor Drama de Estados Unidos. Aún con su currículum breve, Eggers ya está asignado para dirigir una remake del clásico Nosferatu sin fecha definida de estreno todavía. Los actores principales adultos son Ralph Ineson y Kate Dickie, conocidos ambos por sus papeles en Game of Thrones pero con carreras largas y célebres en el Reino Unido. Anya Taylor-Joy, que interpreta a su hija mayor, tiene poquísima experiencia pero su trabajo en esta película es excelente. Juntos construyen situaciones tan aterradoras como cualquiera de las otras partes que componen el film y se evidencian como esenciales para la ambientación. Sin duda se convertirá en un clásico del género.
Para darle un empujoncito a la empatía, La Niña de Tacones Amarillos nos muestra cómo es la vida adolescente en una situación social revuelta. Durante muchos años las producciones no históricas ni centradas en la Ciudad de Buenos Aires fueron desatendidas salvo por los círculos independientes de las propias provincias que las realizaban. Con la llegada de internet y métodos alternativos de distribución, muchas películas vieron sus espectadores crecer y gracias a ello comienzan a aparecer en el radar cultural del resto del país. Es una suerte pertenecer a esta segunda época, en la que se permite al público conocer y elegir entre todas (o muchas) de las producciones que este país tiene para ofrecer. Isabel tiene 15 años y vive en Tumbayá con su hermano menor y su madre. Una gran empresa decide armar un enorme hotel con spa en su pueblo, y esto, naturalmente, trae un cambio muy grande para la población. Los albañiles no solamente alteran el flujo económico del lugar, sino también el social. Uno de ellos empieza a rondar a Isabel, con ideas románticas muy distintas a las de una chica de 15. Entre otros amores, amistades y su relación con su familia se pinta el amargo escenario sobre el que Isabel debe crecer. La intención de La Niña de los Tacones Amarillos es difícil de discernir al principio. Parece la clásica película en la que alguien llega a la madurez, pero el contenido sexual pesado que tiene hace que tampoco pueda describirse con tanta ingenuidad. Esto, combinado con el drama constante de la vida adolescente promedio, la convierte en una suerte de fábula. Su valor como advertencia sobre los peligros a los que están expuestas las jóvenes es enorme, aunque es probable que el público de esa edad no se vea tan atraído por la trama. Al contrario, los adultos que la vean entenderán inmediatamente este tono, cercano al de una película de terror. No solamente trata el tema del crecimiento y la adolescencia, sino que la llegada de este gran hotel a Tumbayá trae a la luz un escenario de alteración económica que afecta a todo el pueblo. Muchos de los espectadores de esta película seguramente vivan en una gran ciudad, donde esto no sucede más que en escala barrial. Ilustrar un suceso semejante no sólo sirve para dar pie al resto de la historia, sino que es una crítica en sí misma. Luján Loioco, la directora, ya había trabajado en producción y como asistente del director en TV y cortos, pero La Niña de los Tacones Amarillos es su ópera prima en cuanto a guión y dirección. La mayoría de los actores tienen poca o nula experiencia, sin embargo logran ilustrar las complejidades de sus personajes con destreza y precisión. Mercedes Burgos y Manuel Vignau se roban la película, tanto cuando están juntos en pantalla como por separado. El escenario que provee el Norte Argentino es inquietante pero hermoso y el equipo de fotografía y arte logró utilizarlo con maestría para que se corresponda perfectamente con el tono que la trama transmite.