Monstruos en cajita Basada en el libro de Alan Snow "Here be Monsters!", Los Boxtrolls es la nueva propuesta de los creadores de "Coraline y la Puerta Secreta" y "Paranorman", quienes con una estética diferente, han creado una alternativa en cuanto a animación para el público infantil, que compite con los clásicos tanques de Pixar, Dreamworks y Disney. Los Boxtrolls son unos expresivos y pequeños monstruos que cubren sus cuerpitos con cajas de cartón en lugar de ropa, y que por las noches suben por las alcantarillas a recolectar objetos desechados por los habitantes del pueblo, que luego usarán para construir y arreglar toda clase de artefactos en su mundo subterráneo. Si bien estos personajes no solo son inofensivos, sino que también son cariñosos y encantadores, pesa sobre ellos la leyenda de que son malvados monstruos que secuestran niños, se los comen y otras atrocidades más. Por supuesto, esto no es cierto, pero el malvado de la historia ha esparcido ese rumor por el pueblo en su propio beneficio. Los pequeños constructores se han convertido en el chivo expiatorio de la ciudad de Cheesebridge, que vive aterrorizada bajo un toque de queda sin ver lo inútiles que son quienes los gobiernan, y así el malvado de la historia manipula a todos a su gusto para lograr su oscuro objetivo. Con los Boxtrolls vive huevo, un niño que por tristes circunstancias ha quedado bajo su cuidado y que al conocer a Winnie, una curiosa y activa niña, descubrirá que es humano y juntos serán los encargados de defender a los Boxtrolls de las calumnias y la furia del pueblo, y de desenmascarar a los malvados, tareas bastante complicadas para dos niñitos. Graham Annable y Anthony Stacchi se superan nuevamente, ya que la estética de la película, y la animación creada con la técnica de stop-motion combinadas con 3D, son sublimes. Visualmente la película es una mezcla entre una catedral gótica y una pintura de expresionismo alemán, lo cual la hace impresionante. El diseño de los Boxtrolls merece un capítulo aparte en cuanto a lo estético; son personajes oscuros que hasta pueden resultar feos, si se los mide con los parámetros típicos de las animaciones infantiles, pero el modo en que están trabajadas las expresiones los transforman en personajes adorables y tiernos, llenos de detalles para descubrir. Siguiendo la línea de "Coraline" y "Paranorman", la historia es bastante oscura y sombría, por momentos hasta tétrica, pero como toda buena historia para chicos tiene una enseñanza: muchas veces decimos que el miedo y la discriminación surgen del desconocimiento, y esta película es un buena ejemplo para que los chicos entiendan ese concepto. Por otro lado, tantos elementos oscuros y macabros, pueden jugarle en contra a la película a la hora de hacerla accesible para niños, sumado a eso las estrategias del malvado de la historia son bastante complejas y tal vez difíciles de entender para los más pequeños, por lo que la película parece apuntar a un publico mayor de diez años. Vale la pena quedarse hasta la mitad de los créditos para ver un gracioso homenaje que dos de los personajes le hacen a los animadores, por las miles de horas que los han trabajado en el proyecto. Teniendo en cuenta el resultado final, es más que merecido.
La Tierra no da para más En un futuro aparentemente no muy lejano, el planeta se ha visto afectado por enormes plagas que no solo han destruido cosechas sino que ademas regaron la superficie del planeta con un polvo nocivo, por lo que la humanidad sufre de escasez de alimentos y de problemas respiratorios. La mayoría de los pobladores se limitan tan solo a sobrevivir, por lo que muchos han dejado de lado sus profesiones, como en el caso de Cooper (Matthew McConaughey) quien era un ingeniero y piloto de la NASA y forzosamente se convirtió en granjero. Cooper es viudo, vive con su suegro y sus dos hijos en una granja, hasta que es llamado nuevamente a su antiguo trabajo para integrar una misión que saldrá a explorar otras galaxias para encontrar un lugar habitable para el hombre. Lo interesante de esta misión, es que para recorrer esas enormes distancias utilizarán un agujero gusano recientemente descubierto que les permitirá no solo atravesar el espacio, sino también el tiempo. Cooper toma la difícil decisión de dejar a su familia, sin saber si volverá a verlos, con la esperanza de que encontrará un lugar donde podrán volver a reunirse. La historia es compleja y atraviesa varios temas: las calamidades sufridas por la humanidad, el drama familiar del protagonista, el de su hija a quien le cuesta perdonar que su padre se haya ido, el sacrificio de quienes integran la misión que han abandonado todo en pos de un bien mayor, y un secreto muy bien guardado durante mucho tiempo. Como si todo eso fuera poco, la trama se complica tratando de entender difíciles, pero interesantísimas teorías sobre viajes en el tiempo y dimensiones paralelas. Siguiendo la línea de Nolan, la de poner como protagonistas a héroes que sufren por su condición de tal y que no pueden disfrutar plenamente de sus logros porque siempre tienen una tragedia a cuestas, Cooper no es la excepción y es un hombre tan valiente como sufrido. El hecho de que se traten tantos temas marea un poco y nos desenfoca de la cuestión más interesante, que tiene que ver con la teoría de Kip S. Thorne, un físico que sostiene que los agujeros gusano existen y que a través de ellos se puede viajar en el tiempo. Visual y técnicamente la película es excelente, las imágenes del espacio son hermosas, y logran que por momentos el espectador pueda sumergirse en otra realidad. El elenco es un desfile casi interminable de estrellas que no paran de aparecer durante las casi tres horas que dura la historia: Michael Caine, Anne Hathaway, Wes Bentley, Matt Damon, Topher Grace, y Ellen Burstin, entre otros, donde se destacan Casey Affleck y Jessica Chastain como los hijos ya mayores de Cooper, que sufren en un mundo que se está extinguiendo y guardan la esperanza de volver a ver a su padre. Con un despliegue visual típico de un tanque Hollywoodense la película es impactante, aunque el guión falla un poco a la hora de mantener la tensión y si bien el final tiene una vuelta tan inesperada como interesante, es inevitable que la historia nos resulte un poco densa.
Viejitos en la fuente Fred (Christopher Plummer) acaba de enviudar y su sobreprotectora hija ha tomado unas cuantas decisiones por él, entre ellas vender la antigua casa familiar e instalarlo en un cómodo y pequeño departamento, con una señora que lo cuide. Fred no ha sido muy feliz en su matrimonio, y ahora viudo y llegando a los ochenta años tampoco lo es, es un viejo quejoso y malhumorado. En el nuevo edificio y del otro lado del pasillo vive Elsa (Shirley MacLaine), quien no tardará mucho en darse a conocer. Elsa es todo lo contrario a Fred, es una especie de Campanita en versión anciana, una mujer con mucha gracia e imaginación, que no tiene ningún problema en mentir y construir cualquier clase de historias, con tal de conseguir lo que se propone. Elsa insiste y hace uso de todas sus artimañas hasta que consigue comenzar una relación con Fred, a quien logra despertar de su letargo y es feliz como nunca lo fue en su vida; pero por otro lado, las mentiras y las extrañas historias de Elsa lo sacan de quicio. Ya en el final de sus vidas ambos decidirán que hay cosas que pueden dejarse de lado, y nunca es tarde para cumplir esos sueños que han pospuesto durante toda su existencia. Ambos actores están extraordinarios en sus roles, Shirley MacLaine tiene intacto su carisma y gracia y compone a una mujer llena de energía, desfachatada y con una actitud positiva, a quien pasados los ochenta años le importa muy poco lo que puedan pensar los demás. El resto del elenco acompaña muy bien a los protagonistas especialmente Jared Gilman (el pequeño boy scout de "Moonrise Kingdom") quien interpreta al nieto de Fred, y tiene muy buena química con el personaje de Plummer. Es inevitable al ver esta película no compararla con la original, la película argentina interpretada por la gran China Zorrilla, quien sostenía casi toda la historia con su excelente interpretación; en esta versión los roles están mejor repartidos, y si bien Shirley MacLaine se destaca notablemente entre los demás actores, el guión está mejor construido, es más efectivo y redondo, de modo que la película tiene más méritos que tan solo la interpretación de la protagonista femenina. Con un hermoso final, un mensaje muy positivo y una prolija dirección de Michael Radford ("El Cartero") la película es una muy linda historia, simple, tierna, y de esas para pasar un buen rato, y salir del cine contentos.
12 años de música y palabras Mason (Ellar Coltrane) vive con su mamá (Patricia Arquette) y su hermana (Lorelai Linklater), su papá (Ethan Hawke) vive lejos, y lo ve poco. La historia comienza cuando la familia se muda de ciudad para que la madre pueda volver a la universidad. A partir de allí Mason pasará por ciudades, mudanzas, colegios, amigos, padrastros, todo eso que atravesamos en la infancia y en la adolescencia, mientras elegimos el camino, vivimos, y vamos viendo quien queremos ser. Richard Linklater comenzó a filmar esta historia en el 2002, filmando unas semanas por año; así vemos a Mason desde que era un niño hasta que se convierte en un joven de 18 años que deja su casa para ir a la universidad. Lo interesante de este experimento es que no solo vemos la madurez física de los personajes, sino que el director se tomó el trabajo de mostrarnos minuciosa y detalladamente cómo el tiempo y el entorno influye en ellos, cada año hay canciones diferentes (todas hermosas, como sucede siempre en el cine de Linklater) eventos, tanto familiares como sociales, que van marcando la vida de los protagonistas. Durante casi tres horas de película, vemos toda clase de situaciones, pero como la línea de tiempo es tan detallada, también podemos ver el por qué y las consecuencias de esas acciones. Una madre que está cerca y se ocupa, pero toma malas decisiones a la hora de elegir pareja, un padre de fin de semana pero que logra acercarse y conversar con sus hijos, influir en ellos, construir recuerdos de esos que siempre llevaremos puestos. Tanto la madre como el padre son una constante en la vida de los hermanos, tanto que ni siquiera reciben nombre a la hora de los créditos, solo son "mamá" y "papá". Los miembros de la familia realizan muy buenas interpretaciones, la química funcionó muy bien entre ellos, y reflejan de modo verídico y natural la forma en que construyen y sostienen su relación durante más de diez años. Al llegar la adolescencia de los personajes, la película se vuelve aún más "Linklater", con diálogos existenciales e idealistas de jóvenes incoformistas que nos recuerdan a Celine y a Jesse, de la saga "Before". Es también en este momento que la historia pierde un poco la dinámica, deja de ser una seguidilla de eventos, y se torna más reflexiva, los diálogos finales con sus padres son como una especie de resumen de lo que ha pasado en esos años, y especialmente un ensayo sobre el paso del tiempo, y como dice alguien el final de la historia, tal vez no seamos nosotros los que vivimos el momento, sino que el momento nos vive a nosotros. Tal vez no hacemos nada con nuestro tiempo, pero definitivamente el tiempo hace algo con nosotros, y eso es lo que refleja esta película.
Cuando Wallace conoció a Chantry Wallace (Daniel Radcliffe) no está pasando por su mejor momento, acaba de abandonar la carrera de medicina, su novia lo engañó, y ahora vive con su hermana y su sobrino dedicando sus días a lamentarse sobre lo mal que lo ha tratado la vida. Pero como sucede en estas historias, todo cambia cuando uno menos lo espera. En la fiesta de un amigo, y de forma casual, Wallace conoce a Chantry (Zoe Kazan), la química entre ellos es instantánea y no paran de hablar durante toda la noche, tienen una visión similar del mundo que los rodea, muchas cosas en común y un sentido de la ironía con el que construyen diálogos muy entretenidos para el espectador. Todo sería perfecto si no fuera porque Zoe vive con su novio, y tienen una hermosa y estable relación, por lo que Wallace se ve obligado a ocupar el puesto de amigo, el único disponible. Los amigos la pasan realmente bien juntos, cada salida no hace más que reafirmar todo lo que tienen en común, Wallace sabe que quiere algo más, pero para Zoe es más complicado, por lo que la pareja se tambalea entre dudas, tensión sexual y negación mientras que cada día la pasan mejor juntos. La historia es predecible, pero está bien construida, no es pretenciosa, y trabaja sobre esa formula clásica de amigos que se vuelven más que amigos, con un buen guión, y especialmente buenos diálogos, cargados de ironía, y una pizca de cinismo aportada por su melancólico protagonista. En cuanto a la estética hay un clima indie que recorre toda la historia, la protagonista es ilustradora, lo que se aprovecho para mezclar algunas imágenes animadas que reflejan el animo de su creadora, y la ciudad de Toronto, donde transcurre la historia, es un buen escenario. Tanto Radcliffe como Kazan sostienen la historia con su carisma y sus muy buenas interpretaciones, y en cuanto al resto de las actuaciones son destacables las de Adam Driver y Mackenzie Davis, quienes componen a una pareja desestructurada que acompaña a los protagonistas.
Solo en Paris El señor Morgan (Michael Caine) es un hombre mayor que ha sido un prestigioso profesor de filosofía, ahora jubilado, viudo, y que vive en París, donde él y su esposa eligieron pasar sus últimos días, pero ella se adelantó en el camino y ahora él está solo, y sin muchas ganas de vivir. Un día en un autobus conoce a Pauline (Clémence Poésy), una joven profesora de danzas. Pauline es linda, sensible y amigable, y lo que comienza como una charla casual en la calle, termina conviertiéndose en una hermosa amistad, y Morgan vuelve a tener ganas de vivir, o al menos de quedarse un rato más. Los diálogos entre Pauline y Morgan son deliciosos, la película muestra de forma casual e intimista el modo en que ambos cambian a medida que se conocen, cómo iluminan sus vidas y cómo el cerrado y serio Sr. Morgan descubre a través de ella cómo relacionarse con sus hijos, y salir de su caparazón y entender que las cosas pueden verse de otra manera. Es una historia simple, y tal vez bastante común, pero bien dirigida, dinámica, que trata temas con los que todos de un modo u otro podemos identificarnos. La química entre los protagonistas, la gran interpretación de Michael Caine y las buenas actuaciones de todo el elenco, compensan algún que otro lugar común, o algunas escenas un tanto predecibles. La historia no es un romance entre un señor mayor y una jovencita, sino una particular relación entre dos personas que saben entenderse, escucharse, y enseñarse uno al otro a comprender lo que los rodea.
Esas raras estrellas nuevas Agatha (Mia Wasikowska) parece una chica inocente que llega a Hollywood en busca de un trabajo y una nueva vida, pero ya tiene lazos que la ligan con el lugar; Agatha no ha llegado, ha vuelto. Y alrededor de ella Cronenberg presenta un coro de personajes que representan bizarros y excéntricos estereotipos de Hollywood: una estrella venida a menos que está cansada de perder roles interesantes en manos de actrices más jóvenes, un conductor de limusinas con aspiraciones a actor, un gurú de la autoayuda muy requerido por las estrellas, y un insoportable actor adolescente que mueve millones y que apenas ha salido de rehabilitación. La historia desparrama estos personajes, los cruza, los esconde, los presenta como criaturas histéricas que parecen poderosas y las desarma hasta quedar desamparadas. En el medio se burla de todo estereotipo y lugar común que encuentra, de todos los vicios y costumbres de las estrellas. Lo que al principio produce humor y risas se va desdibujando en una historia dramática que no termina de ser una crítica a Hollywood ni un drama en sí mismo, pero que narrado con el cinismo y la crudeza de Cronenberg resulta interesante aunque la historia no sea del todo redonda. Las actuaciones merecen un capitulo aparte, Julianne Moore compone brillantemente a Havana Segrand, una actriz que vive bajo la sombra de su madre que ha sido una gran estrella, y ella no solo no parece estar a la altura, además con los años ha perdido belleza y talento, lo que la convierte en una desequilibrada y atormentada mujer que desparrama odio y agresión a su alrededor; John Cusack también compone a un excelente Stafford Weiss, un personaje realmente interesante, una especie de coach y terapeuta que vende millones de libros de autoayuda, y que conociendo las debilidades de quienes lo rodean sabe manipularlos a su conveniencia, y es de todos los personajes quien mejor se mueve en ese ambiente traicionero y vanidoso; y Mia Wasikowska nuevamente en la piel de un personaje callado y misterioso, que funciona bien como el retorcido nexo entre todos los personajes.
Mujeres que esperan La historia se desarrolla dentro de una familia que practica el hasidismo, una de las ramas más cerradas y extremas del judaísmo ortodoxo, con costumbres y ritos ancestrales. Shira (Hadas Yaron) es la hija menor de la familia, se encuentra feliz ya que su padre ha recibido una propuesta de casamiento para ella, y el joven pretendiente le resulta muy atractivo. Tanto Shira como las demás mujeres jóvenes de su entorno están pendientes y a la espera de que alguien les proponga casamiento, por la educación que han recibido ese es el mayor anhelo que pueden alcanzar, y el no conseguirlo parece un castigo divino para aquellas que ven pasar el tiempo y no logran tener una familia. Las cosas marchan bien para Shira hasta que su hermana mayor muere, dejando un viudo joven y un bebé. Ante la posibilidad de que su cuñado (Yiftach Klein) contraiga matrimonio nuevamente -esta vez con una mujer que vive en Bélgica, y para impedir que aleje al bebe de la familia-, la madre de Shira (Irit Sheleg) propone a esta que se case con su cuñado. La relación entre ellos ya no es la misma una vez que la propuesta está en el aire, surgen las tensiones, y Shira se debate entre lo que siempre ha soñado, o poner los pies en la tierra y hacer lo correcto, lo que es mejor para su familia. La primera impresión que la película nos da es la de ser una crítica hacia la situación opresiva que viven las mujeres. Sin embargo, el saber que la directora Rama Burshtein practica también esta religión y ha realizado varios documentales al respecto observar la historia de otra manera, ni como critica ni como denuncia, sino simplemente como una historia que sucede allí, y sobre todo contada desde adentro -lo que impide que haya objetividad alguna- por alguien que ve con naturalidad lo que para la mayoría puede ser extraño, como la mujeres caminando detrás de los hombres, o esperando siempre la aprobación de su marido, su padre o su rabino. La película está narrada de forma cercana, intimista, y sobre todo delicada, porque más allá de rituales y costumbres, la película cuenta una historia de amor, y tiene la sensibilidad suficiente para narrarla con pocas palabras. Tanto Hadas Yaron como Yiftach Klein componen hermosos y complejos personajes, que con silencios y en una atmósfera cerrada y represiva viven una enorme transformación en sus vidas.
México para niños La película comienza en el pueblo de San Ángel, un día de los muertos, hace mucho, mucho tiempo. En ese pequeño y colorido pueblo, Katrina y Xibalba jugarán una apuesta. Ambos pertenecen al inframundo, Katrina reina en la tierra de los recordados -aquellos a quienes las familias y amigos conmemoran el día de los muertos- y Xibalba reina en el oscuro mundo de los olvidados. En el pueblo viven María, Manolo y Joaquín, los tres niños son amigos inseparables, pero ambos están enamorados de María, la apuesta consiste en adivinar con quien de los dos se quedara la niña. El tiempo pasa, y los chicos han crecido, tratando de seguir las tradiciones de sus familias. Joaquin se convirtió en un valiente soldado con enormes bigotes; María estudió en Europa, de donde vuelve convertida en una culta e independiente señorita y Manolo ha heredado las habilidades de torero de su padre, pero no quiere matar toros y lo que realmente le gusta es la música. Ambos compiten por el amor de su amiga de la infancia, mientras Katrina y Xibalba tambien hacen de las suyas para ganar la apuesta. Los personajes viven toda clase de aventuras tanto en el reino de los vivos como en el de los muertos, mientras, como en toda historia infantil, tratan de encontrar el amor, su propio camino y aprender de sus errores. Si bien la historia tiene cosas tan básicas como un triangulo amoroso, o niños que se debaten entre seguir sus propios sueños o los de sus padres, el hecho de que la historia se base en las tradiciones del día de los muertos, le otorga algunos condimentos particulares. En general la muerte es un tema que no se trata demasiado e el cine infantil, salvo en las espantosas tragedias de Disney, pero acá se encara de otra manera, los muertos no son un tabú o una tragedia, sino que son parte de la vida, y estarán ahí siempre que los recordemos. Por otro lado, las tradiciones mexicanas no solo le aportan un interesante surrealismo a la historia sino también una expresiva y colorida estética, mucho humor y muy buena música, que hasta incluye una original versión acústica de "Creep" interpretada por un sufrido mariachi. Si bien la película parece encarada hacia el mercado latino, tiene muchos elementos de ese México "turístico" que puede abrir un poco más el mercado, como la típica iconografía mexicana de piñatas y calaveras, chistes sobre el machismo, y mucha alegría.
Un futuro monocromático Siguiendo la linea de "Los juegos del Hambre" y "Divergente", este filme se sitúa también en un futuro no muy feliz. Luego de guerras, colapsos ecológicos y otros desastres, la humanidad ha encontrado el equilibrio en una sociedad extremadamente ordenada, donde todos son iguales y cada uno tiene una misión que es otorgada por los ancianos, ya que son ellos quienes luego de observar el desarrollo de cada niño, le otorgan el oficio o profesión donde creen que será mas útil. No hay lugar para los sentimientos y las emociones, dado que creen que estas han sido las causantes de los males que ha sufrido la humanidad, y al suprimirlas solo habrá lugar para una sociedad sistematizada y próspera. Jonas (Brenton Thwaites) ha cumplido 18 años y llegó el día en que en una ceremonia especial los ancianos le otorgarán el oficio que desarrollará durante el resto de su vida; mientras a sus amigos les otorgan tareas como ser pilotos o enfermeras, Jonas recibe una mucho más delicada. Cada año se elige a un chico para que reciba de un anciano sabio los recuerdos de cómo era la humanidad, cómo era ese mundo que han elegido suprimir, y así al mantener vivo ese testimonio sabrán por qué es mejor continuar como están. Pero la información y las emociones que Jonas recibe de el dador, (de allí el nombre original de la película: "The Giver") no causan el efecto que los ancianos esperaban, sino que despiertan su curiosidad, y comienza a sospechar que ese mundo tan prolijo, donde todos están tan correctamente adiestrados, está muy lejos de ser un lugar perfecto, y mucho menos justo. Es imposible no recordar "Un Mundo Feliz", aquel extraordinario libro de Aldous Huxley, al ver los primeros minutos de este filme, especialmente al ver a esos niños que nacen en un laboratorio y que no son propiedad de nadie, todos reciben la misma educación y son engranajes de una sociedad que pretende ser perfecta. Pero no hace falta ver demasiado para saber que es otra película más de esas basadas en libros de ciencia ficción efectivos y no muy complejos, y absolutamente orientados a adolescentes. Por lo que los protagonistas parecen modelos publicitarios, la trama es accesible, la estrucutura lineal y las alusiones a la esperanza, los sueños y el amor abundan durante todo el relato. Algo interesante de esta película es que no ha recurrido a un estética efectista, o recargada (como en el caso de "Los Juegos del Hambre") sino que con recursos más simples ha logrado mejores resultados, como por ejemplo el cambio de blanco y negro a color ha medida que el protagonista descubre las emociones, o los objetos minimalistas que representan a esa sociedad tan pulcra y ordenada. La película cuenta con un interesante as en la manga que son las actuaciones de Meryl Streep y Jeff Bridges, que con interpretaciones que no parecen haber significado un gran desafío para ellos, le otorgan un poco más de calidad al filme.