“That Awkward Moment”: Sonrisas que no fallan. Invitar al cine y entretener a una chica es uno de los principales objetivos de algunos hombres a la hora de una cita. Comer pochoclos, enternecerse y reírse son el combo perfecto para cubrir un buen lapso tiempo y salir de la sala con un buen humor para poder así idear nuevos planes de cara a lo que sobra de la noche. De esta forma definiría al tipo de público que encaja perfecto para este nuevo film, llamado “Las novias de mis amigos” en nuestro país. Tan solo con ese título y la cara de Zac Efron en el cartel, les bastará para elegirla. El relato cuenta básicamente la historia de tres amigos adolescentes llenos de energías que van a bares, toman alcohol, trabajan de lo que quieren y frecuentan el sexo opuesto manteniendo así una desacomodada vida saludable. Luego de hacer una promesa en la que deciden no engancharse con el amor, lo contrario a ‘American Pie’ (1999), comienzan a acontecer los episodios que pondrán en duda su fidelidad como amigos. Recordemos que el protagonista principal ya no es aquel hombrecito de ‘High School Musical’ sino que ahora es un muchachito rebelde, facherito, romántico y que parece conseguir lo que quiere con sus ojos y su sonrisa. Junto a Milles Tiller (Sutter de ‘The Spectacular Now’), de lo mejorcito del reparto, encarnan a una dupla creativa de diseñadores de portadas de libros. Algo de moda, nada nuevo. El tercero de ellos es Michael B. Jordan (sí, se llama como el basquetbolista), el hombre de color que nunca puede faltar y genera empatía con la gente que está sentada. Por último, la actriz de mayor relevancia es Imogen Poots, la desalineada pero atrapante rubia que también es parte de la reciente ‘Need For Speed’. Aunque por momentos la película busca ser cruda y atrevida, no lo consigue. Explícito erotismo, chistes sobre sexo, mujeres bellas, ropa de marca y casa propia, son esos elementos que construyen a las personalidades de nuestros personajes y generan en el espectador una envidia sana. En fin, no hay mucho más para decir sobre esta película. Las acciones se dan en cadena, los sucesos son claros, el drama aparece en el momento justo y el amor florecerá con paciencia. Fórmulas que nunca fallan y sonrisas que siempre agradan, nada para discutirle a los productores que cumplen bien su trabajo a pesar de no acercarse al cine desde el plano artístico. Seguramente si no salieran intensamente este tipo de propuestas fílmicas, muchos hombres se desorientarían y perderían a sus mujeres.
“Noah”: ciencia ficción bíblica Mucho se especuló con esta nueva superproducción antes de su estreno, ya que levantó opiniones opuestas en los medios y alrededor de todo el mundo. El director neoyorquino de origen judío, Darren Aronofsky, tomó una historia del génesis del libro sagrado religioso más importante en todo el mundo y la rearmó adaptando así una historia que puso nerviosos a los más ortodoxos y capturó la atención de la mayoría de los fanáticos de su cine. De esta manera, el hombre que se terminó de ganar el respeto de la Academia tras llevar a “Black Swan” (2011) a los premios Oscar, nos presenta ahora la historia de Noé, definido por él como el primer ecologista de la tierra. El drama ya lo conocemos todos, la trama principal de la película gira en torno a este personaje y a la construcción de un arca para salvar la vida en el mundo. La misión que se le encarga, la relación con su familia y los sueños visionarios que tiene son los que guiarán a las principales acciones. En esta ocasión, Noé es un tipo recto, solidario y que lucha por el progreso de la creación divina. Aunque por momentos se encuentra corrompido por la bestialidad humana y adoctrinado por el poder de Dios, este personaje está lejos de ser alguno de aquellos desquiciados que nos presentó Aronofsky en sus anteriores películas. En sus antecesoras nos metió en la vida de un enfermo por las matemáticas (Sean Gullette en ‘Pi’), en la de un loco por la heroína (Jared Leto en ‘Requiem for a Dream’) y hasta en la de una adicta profesional a la danza (Natalie Portman en ‘Black Swan’). Sin embargo, el personaje que encarna Russell Crowe, con su espíritu eterno de gladiador, no nos sumerge en el nivel de tragedia que se nos tiene acostumbrados. Otro detalle es que con este nuevo protagonista, Aronofsky nos invita a pensar que el hombre es el mismo prácticamente desde que comenzó la historia de la humanidad, siendo éste el único ser en el planeta que mata a otro no por comida, sino simplemente por matar. Además, el reparto lo completan otros grandes nombres. La más sólida es Jennifer Connelly, que hace de esposa del personaje de Crowe, con quien ya había estado casado en “A Beautiful Mind” (2001). Por su lado, a Anthony Hopkins, que se pone en la piel de Matusalén, le cae como anillo al dedo su papel de viejo decrépito que en su momento supo ser importante. Para alegría de los más sensibles emocionalmente, también trabaja Emma Watson, quien nos enamora con sus tiernas pecas pero deja bastante que desear si hablamos de actuación, excepto cuando sufre y llora de dolor, que es lo que mejor le sale. Entre los otros hijos de Noé, se destaca el personaje de Logan Lerman, que trabaja un personaje indeciso y sumamente controvertido. Me atrevo a decir que quizás esta película pueda significar el inicio de un nuevo camino para el séptimo arte que toma a La Biblia como su principal fuente de inspiración y la desestructura convirtiéndola en un mundo donde reina el pecado y la codicia. Además, la inclusión de criaturas desconocidas y la aparición constante de la muerte sin piedad terminan de redondear a esta nueva modalidad que convierte a la obra en un relato bélico, dramático, y por qué no, de ciencia ficción. Aunque no considero que sea lo mejor de Aronofsky, se merece las felicitaciones ya que presenta una historia conocida de manera original y logra sorprender con sus escenas oníricas que ponen con los pelos de punta a toda la sala. La película seguramente sea el fastidio para los críticos que les gusta encasillar al arte en géneros pero será un goce para aquellos que saben que el cine es mucho más que eso. A disfrutarla.
“Casse-tête chinois”: comedia romántica con arte La vida se basa en una doble pero simple cuestión: saber en qué lugar estás parado (llamémoslo “A”) y saber hacia qué lugar querés dirigirte en tu vida, es decir, cuáles son tus objetivos (“B”). Luego, se traza una línea recta desde el punto A hasta el punto B y listo. Sólo queda moverse, la vida es así de simple. Con esa sencilla reflexión acerca del ser humano comienza la nueva película dirigida y escrita por el francés Cédric Klapisch, apenadamente titulada “Lo mejor de nuestras vidas” en Argentina. Este relato cuenta un tercer capítulo en la vida de Xavier (Romain Duris) ya que años atrás la saga había comenzado con “L'auberge espagnole” (2002) y luego siguió con “Les poupées russes” (2005). En la primera de ellas, el muchacho es un estudiante que se va a vivir a Barcelona y se instala junto a otros europeos de distintas naciones en una casa. En la segunda entrega, el hombre ya se convirtió en un escritor poco exitoso, y entre viajes de acá para allá, algunos de los otros personajes también dicen presente. Ahora, en esta nueva oportunidad, que de todas maneras se puede ver y entender a pesar de no haber visto sus antecesoras, Xavier ya es un padre de unos 40 años de edad que tiene dos hijos y está pronto a separarse de su pareja. Como ella se muda por trabajo a Nueva York junto a sus niños, después de un tiempo él también se va para allá y aprovecha para terminar de escribir su novela. Entre el caos de la ciudad, el cosmopolitismo, el amor y los problemas de visado y en la búsqueda laboral, se desenvolverá esta enredada obra. La trama de la película está en captar las sensaciones del hombre, que se navega constantemente entre la dificultad de la vida y la sencillez de ella. De todas formas, no por lo dramática que pueda llegar a ser el día a día del protagonista, la película no deja de ser una comedia romántica. La mujer por la que abogaremos es encarnada por nuestra amada u odiada “Amélie” (2002), Audrey Tautou, quien recién aparece en pleno desarrollo del film como una antigua compañera del muchacho. A pesar de sus 38 años, todavía con su particular encanto logra generar deliciosas mezclas entre ternura e inteligencia. Aunque el relato no deje de ser algo que ya vimos, el punto destacable de esta película se encuentra en la dirección de arte y en los mecanismos utilizados para hacer de cuestiones simples unas bellezas en lo gráfico. Por momentos con un estilo que recuerda a "(500) Days of Summer" (2009), nos cuenta, por ejemplo, como Xavier viaja en subte a través de la imagen del desordenado mapa de la ciudad. Seguramente la historia dejará a todos con una agradable sonrisita en la cara pero tampoco será muy recordada en los años que nos siguen. No es más que una buena comedia romántica con una muy buena dirección de arte. Por eso mismo, no es apta para personas que no pueden detenerse ni un momento y sí lo es para parejas que realmente van al cine a ver las películas.
“NEED FOR SPEED”: ENCIENDAN SUS MOTORES La mayoría de los videojuegos generan distintas sensaciones en el hombre como odio, amor, tristeza, felicidad, y por sobre todas las cosas, una gran ira. Y si llevamos todo eso al plano de la vida real, parece ser que lo único en que se diferencian es que las posibilidades de perder no son tres sino que quedan reducidas a una, y de esa manera, la vida como juego no parece resultar tan divertida. Haciéndole honor a esa idea, llega desde la consola a la pantalla grande la adaptación de “Need for speed”, uno de los clásicos de carreras con más fanáticos alrededor del mundo. En esta ocasión, quien agarra el mando es Aaron Paul (Jesse de “Breaking Bad”) y bajo el nombre de Tobey Marshall, inicia una larga travesía al mando de un Ford Mustang plateado, reparado en su propio garaje. En ese camino no sólo luchará por su futuro sino también por recuperar su dignidad y saciar una fuerte sed de venganza. La trama de la historia comienza a partir de un importante negocio que vincula a Tobey con Dino Brewster, su archienemigo y rival número uno a vencer. El trato desenvuelve en una carrera con apuestas de por medio en la que el mejor amigo de nuestro protagonista es asesinado. Sin embargo, él es el único sospechoso por lo que es condenado y obligado a cumplir una condena en la cárcel. Tras su salida, acompañado por la bella Julia Maddon (Imogen Poots), comienza un largo trayecto contrarreloj hasta San Francisco en el que deberá enfrentarse a todos los que quieren impedir su avance hasta la gran De Leon, la carrera clandestina más importante de todas. Sin embargo, lo más relevante de este film dirigido por Scott Waugh, quien había hecho su debut en largometrajes con "Act of Valor" (2012), no se centra en lo sorprendente de la historia, que ya de por sí es bastante obvia y lineal, sino por el impacto que generan las imágenes que hay en ella. Al parecer, a los productores no les alcanzó con toda la acción vista en la saga de “Fast & Furious” e invierten nuevamente en adrenalina y peligro sobre cuatro ruedas. Pistas alrededor de las rutas estadounidenses, maniobras increíbles a alta velocidad, autos literalmente volando y prendiéndose fuego, cámaras por todos lados que la hacen aún más fiel al videojuego, policías que ganan en cantidad pero no en calidad y escenas de alto vértigo que no dejan de impresionar, además de la excelente edición de sonido, son los encargados de convertir a esta historia en una película imperdible para fanáticos y amantes de la acción. Por otro lado, el reparto no deslumbra aunque sí se pueden destacar algunas actuaciones, entre ellas la del amigo del querido Walter White. A él se suma el gran relator y organizador de las carreras, encarnado por Michael Keaton, que ya había estado relacionado al entretenimiento cinéfilo automovilístico haciendo de padre de Maggie Peyton en “Herbie Fully Loaded” (2005) y dándole vida a Chick Hicks de “Cars” (2006). También, cabe felicitar a los olvidados dobles de riesgo por sus grandes maniobras. En el polo opuesto, encontramos al pobre moreno Scott Mescudi, quien seguramente no tenga la culpa de otorgarle pequeños tintes de comedia a la historia que terminan resultando innecesarios ya que desdramatizan el poder del relato. En conclusión, para ver “Need for speed” hay que ir mentalizados sabiendo que lo más importante es abrir bien los ojos y los oídos para dejar ingresar la velocidad, los efectos especiales y las escenas de acción al cuerpo. Es una buena película para aquellos que les gusta el vértigo, para los amantes de los autos lujosos y para todos los que alguna vez en su vida hicieron del videojuego un vicio que se transformó en rutina.
“LA TERCERA ORILLA”: 100% Argentina Compartir el mate es una acción que se va transmitiendo de generación en generación y que mantiene viva a la cultura argentina. Casi por obligación, nos enseñan a disfrutarlo y compartirlo con los demás y a sentirnos orgullosos del fruto de nuestras tierras, cosa que pasa muy poco con nuestro cine. Por desgracia, esta misma sociedad en la que vivimos también se alimenta de muchos conflictos externos y otros que se encuentran de las puertas para adentro, como los problemas en la familia, en donde otros mandatos son impuestos por parte de los más grandes. Dirigida por Celina Murga y producida por Martín Scorsese, “La tercera orilla” es la película que fue ovacionada y estuvo compitiendo en la sección Oficial del 64° Festival de Berlín junto a las propuestas de Wes Anderson, Richard Linklater y Alain Resnais, entre otros gigantes. Esta historia nos sumerge en la adolescente vida de Nicolás (Alián Devetac), un muchacho de 17 años que vive en una pequeña ciudad argentina junto a su madre (Gabriela Ferrero) y sus dos hermanos (Irina Wetzel y Dylan Agostini van del Boch). La del medio es la compañera más apegada al mayor a la que se le acerca su fiesta de quince años, mientras que el menor de ellos es el encargado de aportar las cuotas de inocencia y alegría pérdida que ya no poseen sus mayores. Por otra parte, el padre de ellos (interpretado por un sólido Daniel Veronese) es un soberbio médico respetado en su zona que cree que puede silenciar voces y evitar problemas con unos cuantos billetes. Las fallas en la comunicación que él mantiene con su hijo mayor, que vive de respuestas concisas, son las que sostendrán y guiarán el andar de todas las acciones y las emociones generadas a lo largo de todo el relato. Cabe mencionar que la película contó con una gran cantidad de jóvenes actores no profesionales, quienes lograron demostrar lo contrario con sus actuaciones, especialmente la de Devetac. Alián compone un excelente papel en el que interpreta a un joven desmotivado al que aparentemente sólo lo animan las letras de Charly García y “el Flaco” Spinetta. Tan sólo sus ojos ofrecen una “mirada intensa, provocadora, pero a la vez llena de temor”, como la define la directora en diálogo con La Nación. Otro aspecto a destacar son las locaciones seleccionadas ya que reflejan lealmente algunos de los espacios más reconocidos por el ciudadano argentino como lo son el colegio, el restaurant, el campo, el club y el cabaret, el lugar donde nada se ve, oye ni escucha. Estos lugares son retratados muchas veces por una cámara que se posa un rato largo y es espectadora de lujo de lo que sucede, como de una escena en un karaoke, la cual no existe manera de no disfrutarla. También es destacable el gran ojo del mismísimo Scorsese, productor de esta película, que vio en Celina a una gran profesional y una gran autora, apadrinándose así de su nueva obra. Ambos se conocieron gracias a la Iniciativa Artística Rolex para Mentores y Discípulos, que proponía la aproximación entre grandes maestros y artistas jóvenes. Lo que sí no debería fallar para la próxima realización es que la misma arranque con el cartel de “Celina Murga presenta” en vez de con el que lleva el nombre del director norteamericano, quien parece avalar esta cinta a muerte. En síntesis, si en una época existió la clásica familia italiana creada por Federico Fellini, no hay que tener vergüenza en sacar a la luz la que habita en la Argentina del siglo XXI, que queda atrapada fielmente en esta historia que devela las verdades más ocultas de los entramados familiares. Basta de prejuicios con el cine argentino y empecemos a verlo y difundirlo porque seguramente podamos aprender mucho de él y tener un respiro.
“INSIDE LLEWYN DAVIS”: FICCIÓN SOBRE UN HOMBRE REAL Quizás algunos piensen que los hermanos Ethan y Joel Coen están sobrevaluados, que lo que ya nos dieron, sobre todo con “Fargo” (1996) y “No country for old man” (2007), no lo van a poder superar o que sus historias tienen pocas cosas interesantes para contarnos. Opino lo contrario. Es verdad que después de tantos éxitos que construyeron juntos tal vez uno se pregunte cuánto pueden llegar a saber ellos sobre la soledad, los sueños frustrados o la gente común. Aún así, nos traen una nueva obra que retracta casi a la perfección el esfuerzo y la desilusión humana cotidiana. Mal propagada como un musical, la película premiada con el Gran Premio del Jurado en el último festival de Cannes es más bien una gran historia sobre un hombre idealmente común. Ese que tiene las pasiones bien marcadas en su vida y pone objetivos a cumplir en base a ellas y que también vaga por las calles pero se la juega día a día por sus más grandes sueños. Es por eso que esta idea da a pensar que los Coen ya tenían una historia y una premisa a construir y que lo único que faltaba era decidir en qué contexto encuadrarlas. En consecuencia, el lugar elegido fue la zona del Greenwich Village en la ciudad Manhattan, conocida por ser la cuna de la música folk. Ubicada espacialmente en 1961, previo a que este ritmo llegara a su apogeo de la mano de Bob Dylan y Phil Ochs, entre otros, “Inside Llewyn Davis” nos sumerge de lleno en la vida de un joven cantante de este género musical que busca ganarse el día a día con sus canciones pero que le tiembla la mano cuando tiene que poner su dirección en un casillero de datos. Con el correr de los minutos, va sufriendo eventos desafortunados que lo llevan a la frustración y desmotivación constante, alterando así su conducta de un momento a otro. Este papel protagónico está a cargo del poco conocido Oscar Isaac, que tuvo sus apariciones en “Robbin Hood” (2010) y “Drive” (2011) entre otras. El muchacho guatemalteco, que se rodea entre varias emociones e impulsos, nos conmueve con su cálida voz y los gestos en su cara, y redondea de esta manera un reparto de grandes actores. En el mismo se destaca la actuación de Justin Timberlake, quien demuestra una vez más que no es sólo un ex ‘N sync, y la aparición de John Goodman, uno de los tantos hombres Coen que recordamos por avanzar por un pasillo en llamas en “Barton Fink” (1991) o por su falta de seriedad en “The Big Lebowski” (1998) y que encarna acá uno de los personajes más detestables de todo el relato. Asimismo, el film está acompañado de algunas grandes imágenes de la rutina cotidiana que se convierten en elegantes como la de un simple hombre subiendo las escaleras o la de un gato observando cómo pasan las estaciones del subte desde la ventana de un vagón. Al parecer, el secreto de estos directores consta en ser lo más fieles posibles a la belleza de los detalles de la vida diaria. Eventos que sucederían en cualquier película con el objetivo de conseguir el máximo drama, no suceden con ellos ya que el miedo, la ausencia y la cobardía también se hacen presentes. Aunque en algunos pasajes la película pueda parecer un tanto aburrida, quizás un poco más que la vida del mismo Llewyn, lo más destacable es la lectura que puede hacerse del relato y la profundidad con la que éste se desenvuelve. Para decirlo de otra forma, “Inside Llewyn Davis” es una historia que no se destaca por ser divertida pero que sin embargo puede disfrutarse con los ojos cerrados.
“THE DOOR”: ENTRANDO AL MUNDO DE HELEN Por naturaleza, el humano suele guardar secretos. Algunos nos los cuentan otras personas y otros son propios de cada uno. Los mismos se guardan en lo más profundo del ser y jamás deben ser contados ni el más íntimo entorno. ¿Pero qué pasa si esos secretos no sólo se encuentran en el interior del alma sino también adentro de una casa? Para esta ocasión, el director de “Sunshine” (1999) y de “Being Julia” (2004), István Szabó, uno de los máximos exponentes en la historia del cine húngaro, nos presenta “The Door”, una historia adaptada de la novela homónima escrita por Magda Szabó, con quien comparte apellido casualmente. La película, que se estrena en Argentina el próximo 3 de marzo, se encuentra ambientada en la fría posguerra húngara de mediados del siglo XX, en donde la calma y las caras largas abundan. La historia trata sobre Magda (Martina Gedeck), una escritora de clase media que contrata a su vecina Emerence (Helen Mirren) para realizar los quehaceres de su nuevo hogar. La relación entre ambas es la que encaminará los hilos del relato ya que la misma pasará por constantes altibajos a medida que se van conociendo. De manera paralela, conocemos la fachada de la casa de Emerence, a la que jamás se dejó ingresar a otra persona que no sea ella. A partir de ahí, la amistad, la rutina, la vida y la muerte se hacen partícipes de lo que sucede. Lejos de ser vanguardista, la película nos ofrece una destacada actuación de Mirren, quien marca una gran diferencia por sobre el resto del reparto, al que parece faltarle un poco de carácter. La ganadora del Oscar a mejor actriz por su brillante papel en “The Queen” (2006), y curiosamente también la voz original de la malvada directora de “Monsters University” (2013), encarna a Emerence, una excéntrica ama de llaves fiel a sus actitudes que parece esconder detrás de las puertas de su casa algo que la vincula a un pasado oscuro o algún otro secreto que la hace ser como es. Además, las transformaciones en su rostro y sus ridículas o inesperadas acciones harán de ella el personaje en el cual uno puede encontrar mayores sentimientos. Con este papel, nos desvela algunos de sus secretos para ser una gran actriz. Por otro parte, el film se rodea a ratos de unos violines románticos, que al correr al tiempo se empiezan a hacer repetitivos, y de unas imágenes frías y estéticamente bellas alcanzadas gracias a la fotografía a cargo de Elemér Ragályi, que sobresale sobretodo en sus planos más cortos. Sin embargo, el problema principal con el que cuenta la película parece estar en la adaptación del guión, que nos presenta el misterio tras la puerta de Emerence pero lejos está de crear un clima de suspenso o ponernos con los pelos de punta. Desde que la película comienza, los silencios o respiros son difíciles de encontrar ya que la acción, el diálogo y los fundidos a negro parecen adueñarse de nuestros ojos. De esta manera, resulta más complicado sumergirse en el interior de los personajes ya que no hay tiempo para detenerse a analizar u observar las emociones que ellos poseen. En síntesis, es una bella película europea de poco impacto que parece no realizar una gran apuesta desde la adaptación de su guión. A pesar de tener varios aciertos, del personaje de Emerence y de sus 97 minutos de duración, el film se termina haciendo algo abrumador y no termina de convencer. Pero si quieren ver una gran interpretación, Helen Mirren les abrirá sus puertas.
“Academia de vampiros”: SHOPPINGS, CELULARES Y UN POCO DE SANGRE Con el correr de los años, las grandes transformaciones en la comunicación y los avances tecnológicos se fueron haciendo cada vez más partícipes en la vida cotidiana de las personas. Lo material como necesidad, la mujer como objeto de deseo y el teléfono celular como una extensión del cuerpo humano, son algunos de los conceptos que giran en torno a este contexto. Pero a pesar de todo eso, nadie iba a pensar que este mundo podría trasladarse al mismo de los vampiros, ese antiguo personaje mítico que causaba temor y miedo en la mayoría de la gente. A partir de la saga “Crepúsculo”, esta criatura logró renacer y sumergirse en el siglo XXI y en el corazón de todas las mujeres adolescentes. Aparentemente, es por esa razón que los estudios volvieron a incurrir sobre este método y ahora nos traen “Academia de vampiros”, un nuevo film teñido por el estilo de vida universitario estadounidense y los ya conocidos mitos vampíricos. La película, dirigida por Mark Waters, quien llevó en dos ocasiones a Lindsay Lohan hasta el estrado de los MTV Movie Awards, relata la historia de Lissa (Lucy Fry) y Rose (Zoey Deutch), dos amigas que asisten a una escuela exclusiva para seres de su especie. La primera de ellas es una princesa Moroi (vampiros mortales y pacíficos), mientras que la segunda es una rebelde Dhampir (guardianes, mitad vampiros, mitad humanos, encargados de proteger a los Moroi). Luego de escaparse de la academia, son obligadas a volver a los peligros de la misma, en donde merodean los Strigoi (malvados vampiros inmortales), quienes quieren terminar con las 12 familias reales de los Moroi con el fin de dominar la sociedad. A partir de allí, los protagonistas y antagonistas comienzan a revelarse haciendo que las acciones transcurran a tal punto que la tensión va aumentando a medida que el final se acerca. De esta manera, bailes, reinas, grupos de amigos que se odian, shoppings, escotes, algo de bullying, y un poco de sexo, se fusionan en una misma historia con sangre, colmillos, estacas, noches peligrosas y seres inmortales. Del mismo modo se hacen aquí presentes algunas mujeres detestables, los mayores entrometidos, muchos cuerpos esbeltos y varias caras bonitas, que son las que intervienen en el sentimiento de amor-odio del público expectante. Un reparto con poco renombre, música pop a la moda y algunas ideas o escenas que nos recuerdan mucho a “Chicas Pesadas” (2004) o a las películas de Harry Potter, son las que terminan de redondear un film aceptable que no provoca dudas pero sí deja algunos cabos sueltos que dan espacio a pensar que una futura secuela es posible. A pesar de que uno pueda ser fanático o no de este cine meramente comercial y de que seguramente Drácula esté revolcándose en su tumba, no caben dudas de que estas fórmulas nunca fallan ya que presentan una temporalidad y espacialidad clara, hechos sumamente entendibles y un ritmo acelerado que da como resultado una película rápida y divertida. Las niñas saldrán de la sala contentas y creyendo que alguno de estos personajes se pueden esconder entre los nuestros, mientras que los acompañantes quedarán satisfechos por haber cubierto entretenidamente su tiempo.
“Non-stop”: Tensión sin escalas Al subir a un avión, el pánico se convierte en una constante para muchas personas que no están acostumbradas a volar. Esa sensación, seguramente creada por la cultura hollywoodense y las noticias respectivas que giran alrededor del mundo, genera miedo, levanta sospechas y concentra los ojos cuando la azafata indica los métodos de prevención ante una posible amenaza o un probable accidente. Pero todo eso resulta absurdo y hay que tener mucho cuidado si Liam Neeson es uno de los pasajeros a bordo, ya que eso es garantía de que algo inesperado y peligroso está por pasar. El mismo que encarnó a Oskar Schindler y el que todo lo puede en “Taken” (2008) ya sumó canas a su cabellera y se convirtió con sus 61 años en uno de los personajes de acción preferidos de la actualidad. La película, dirigida por el cineasta español Jaume Collet-Serra, quien ya había trabajado con el protagonista en “Unknown” (2011), nos presenta a Bill Marks (Neeson) con una botella de whisky en la mano y una placa de agente aéreo federal en la otra. Tenso y observador desde el minuto cero, el hombre aborda desde Nueva York un vuelo con destino a Londres, en el que conocerá a Jen (Juliane Moore, ganadora del Globo de Oro a mejor actriz por la serie “Game Change” en 2012), quien será su acompañante de vuelo. El misterio comienza a tomar el rol principal cuando Bill recibe un mensaje en su teléfono de un desconocido en el que le exige una transferencia bancaria de 150 millones de dólares, o de modo contrario un pasajero morirá cada 20 minutos. Buscando resolver este enigma, los problemas se irán acrecentando para todos y hasta las emociones más profundas de los protagonistas se irán removiendo. Una de las principales habilidades con las que cuenta el filme, es que el espectador también participa de la acción ya que se transforma en un detective más al intentar descifrar cuál de todos los pasajeros es el culpable o quiénes son cómplices. De esta manera, se irán revelando pequeñas grandes historias que le aportan amplitud al relato como el de una pequeña niña que está viajando por primera vez sola y que seguramente no quiera volver a hacerlo. Además, el guión genera discordias en las mentes ya que los juicios que se hacen sobre los personajes dan giros repentinos de un momento para otro. Por otra parte, el espacio cerrado que ofrece la aeronave y el hecho de que sea un vuelo transatlántico indican que no hay escapatoria alguna y que el conflicto debe resolverse de la manera que sea en ese pequeño sitio. El ritmo cambiante de las tomas, que va creciendo y decreciendo mientras el reloj llega al minuto 20, los nervios reflejados en las caras de los actores y la banda sonora que acompaña con sutilidad, irán sembrando la intriga y generando desesperación en la audiencia, quien desea obtener una pronta solución a este acertijo. En síntesis, Collet-Serra nos trae un plato fuerte, atrevido y emocionante, pero a pesar de ello, parece haberle faltado la frutilla del postre para que la cinta pueda ser recordada en el futuro como la mejor de las suyas. Si les gusta el peligro, esta es una historia de alta tensión a la que sí pueden acercarse.
DONDE HUBO FUEGO, CENIZAS QUEDAN Dicen que el amor mueve montañas y lo puede con todo. Que si existe, no importan las guerras alrededor ni lo que opinen y piensen los demás. Y que con él, uno es capaz de hacer cualquier cosa y encuentra fuerzas para enfrentarse hasta al más malvado de todos los guerreros. ¿Pero qué pasa si el poder político y hasta la madre naturaleza lo quieren hacer imposible? Paul W.S. Anderson, conocido por ser el encargado de llevar “Resident Evil” a la pantalla grande, enciende el fuego y nos trae consigo “Pompeii”, otra muestra de su afecto por el cine de acción y las aventuras dramáticas. En este caso, nos remonta al siglo I a la ciudad de Pompeya, uno de los principales centros de la Antigua Roma. La misma es recordada por haber quedado sepultada bajo las cenizas del Monte Vesubio, considerado uno de los volcanes activos más peligrosos del mundo. Con algunos tintes que recuerdan a “Gladiator” (2000), el director elige para esta ocasión una estructura narrativa sumamente industrial, en la que pueden evidenciarse tres actos y un manejo del clímax correcto, en el que todas las líneas se cruzan a la espera de que alguna de ellas resulte victoriosa. Además, se encuentra acompañada por una música acorde a las situaciones pero que no deslumbra y un elenco llamativo, encabezado por uno de los galancitos de moda: Kit Harington (John Snow de “Game of Thrones”). En este relato, Milo (Harington) es un esclavo celta que irá demostrando que en realidad es un salvaje guerrero. Tras quedar flechado por la mirada de esos hermosos ojos verdes de la brillantemente iluminada Cassia (Emily Browning), comienza una lucha a muerte con el descorazonado Corvus (Kiefer Sutherland, galardonado por “24”), el emperador de Roma que también desea a la mujer y autor del asesinato de sus padres. Sin embargo, parece ser que el amor que se tienen los dos jóvenes no sólo mueve montañas, sino también volcanes. A partir del estallido del Vesubio, se encuentra el valor agregado que posee la película. Las escenas que se desencadenan tras este fenómeno, cortan definitivamente la monotonía y obviedad del relato y despierta a los dormidos en la sala. Los efectos especiales comienzan a ser protagonistas, el circo romano ya no importa y la lucha por la supervivencia se inicia. En este contexto, resulta algo extraño que un muchacho guerrero tenga la barba recortada, que se enfrente a todo sin sufrir rasguño alguno y que un emperador romano y sus sometidos hablen un perfecto inglés, lo que hace recordar que en Hollywood lo comercial está por encima de la verosimilitud espacial y temporal. En fin, ambos luchan por la misma mujer, uno lo hace por pasión mientras el otro por mera obsesión y cosificación, quedando así enfrentados en una historia en la que todos quieren demostrar qué es el poder y quién lo tiene. Diciéndolo de otra manera, la cinta trae en su trasfondo una simple cuestión que es la de demostrar quién tiene más fuerza: si los políticos, los gladiadores, el pueblo, los dioses, la madre naturaleza o el amor de una pareja. A medida que los minutos transcurran, la solución se irá evidenciando. En síntesis, es una película que aviva el fuego cerca del final y entretiene gracias a su ritmo acelerado, pero no termina de convencer ya que trae pocas sorpresas y casi no roba sonrisas. Veremos si asombra a los fanáticos del género o si termina enterrada bajo polvo como esta ciudad.