“Juntos… pero no tanto”: Viejos son los trapos El tiempo pasa, los años corren, la experiencia se acumula, los errores quedan atrás y el futuro está en las manos de cada persona. Cada día comienza y, quién sabe, quizás puedas encontrar al amor de tu vida a la vuelta de la esquina o puedas cambiar al mundo con una simple acción. Pero sin embargo, hay alguna gente que sabe que no le queda mucho camino por delante para descubrir nuevas cosas o vivir nuevas experiencias, pero aun así, dan todo de sí para intentar llevar una vida divertida y no deprimirse. Oren Little, un hombre anciano, abuelo, respondedor, tacaño, odiador de perros, ex líder en ventas inmobiliarias, con mucha plata y algo de facha, interpretado por Michael Douglas, intenta vender la casa millonaria en la que vivía con su familia para poder jubilarse e irse feliz y relajado a pescar a un lugar mejor del que ya está. Su esposa falleció, a su único hijo no lo ve hace muchos años y el único contacto que tiene con gente no es más que aquel que implica a los empleados de su trabajo o sus amables vecinos. La pequeña pero hermosa vecindad en la que habita está conformada por una pareja lujuriosa con dos hijos gemelos rubios insoportables, un hombre negro con la mujer embarazada y una viuda que todos quisieran tener en la puerta de al lado: Diane Keaton. A pesar de los años y las visitas al quirófano, la de “Annie Hall” todavía se ve muy elegante y con muchas ganas de seguir trabajando. Sin embargo, toda esta monotonía en la vida del señor Little da un giro inesperado cuando aparece su drogadicto y desastroso hijo, quien le da una hermosa noticia: “Tengo una hija de 9 años, voy a ir preso por un año y no tengo donde dejarla”. Tomando la negativa firmemente desde el comienzo, no le queda más alternativa que hacerse cargo de la pequeña, interpretada por Sterling Jerins (“Guerra Mundial Z” y “El conjuro”). En realidad, finalmente es su vecina Leah (Keaton) la que se responsabiliza y la lleva a dormir a su casa, y luego, son los tres los que irán compartiendo diferentes experiencias juntos y aprendiendo así uno del otro. Incluso los dos abuelos demuestran que con una copita de vino todavía tienen fuerzas para ir juntos a la cama, ¡qué osados! Un dato que no debe ser omitido, es que el film está dirigido por Rob Reiner, el mismo de “Cuando Harry conoció a Sally”, “Antes de partir” y “Misery”. Con su vasta experiencia, parece que pudo encontrar para esta ocasión un buen producto para venderle a un target determinado ya que, definitivamente, es una historia divertida para personas que superan los 60. A pesar de eso, debido al tono del mensaje y la estética, probablemente hubiese quedado mejor encuadrada en los años ’80 o ’90. Por otro lado, vale felicitar a Frances Sternhagem, quien interpreta a la asistente de Oren. Con sus 84 años, todavía tiene el atrevimiento de cubrir el papel de una viejita buena que insulta y hace chistes descarados. La abuela que todos quisiéramos tener, una grosa. En resumen, la película vende una vida “perfecta” llena de prejuicios contra la clase baja. A pesar de ello, al fin y al cabo es eso lo que tenía que ser, y por eso, cumple su cometido: venderle entradas a gente mayor que le gusta comprar un baldecito de pochoclos para reírse con una vida a la que siempre aspiraron pero nunca pudieron tener. Si el relato se hubiese centrado en contraponer dos realidades sumamente distintas dentro de una misma familia, simbolizando a dos polos opuestos de la sociedad, seguramente se podría haber convertido en un dramón o en una buena pieza de arte. Pero no sucedió, y está bien.
“Tierra de María”: Vacía eres de gracia ¿Qué es la religión? ¿Qué es el catolicismo? ¿Qué es la palabra de dios? ¿Qué son los mensajes divinos? ¿Vienen del más allá o realmente están acá? ¿Existen? Muchas de esas preguntas viven girando en la cabeza de cualquier persona que se plantea a la religión como un problema, pero todo puede resumirse por medio de una sola respuesta de una sola simple palabra con dos letras: fe. Sí, creer que el hombre y las cosas existen porque sí y porque si no se obtiene una respuesta a todos los milagros de la creación, puede venir luego la frustración personal. Y por eso, se necesita tener fe, sea cual sea, para seguir con la vida. “Tierra de María”, la nueva película española de temática católica, lamentablemente no se realiza cuestiones de este tipo sino que se encarga de ser protagonista de una de las dos partes: la que alimenta a la fe y a todos los seres divinos que giran alrededor de un único dios. El relato nos sumerge en el camino de un chistosito muchacho llamado Juan Manuel Cotelo (director, guionista y actor), a quien le encomiendan una tarea. Él dice ser el “abogado del diablo” y a partir de ahí, sale a comprobar la existencia de la virgen María a través de la investigación de distintos casos. Sin vueltas y sin ficción, sale a buscar esos testimonios sobre apariciones de la virgen en diferentes lugares del mundo alrededor de todos los continentes. Resulta raro que al ser éste un abogado del diablo, no salte a defender al mal, a contradecir a sus entrevistados o a buscar contrarrestar el poder divino. Pero como eso no sucede, el film consecuentemente se transforma en un gran sermón armado por Cotelo. Claro que es bueno tener algo en qué creer, pero lo principal tiene que pasar por creer en uno mismo. A los religiosos, Dios les sirve como lugar de apoyo y de sostén para encontrarse con uno mismo y así analizar cuáles son sus errores (pecados), saber cuáles son sus objetivos en la vida (rezos) y aprender a valorar las cosas (dar las gracias). ¿De qué manera? Manteniendo una rutina todos los domingos. Pero por el contrario, a los no creyentes una misa no les hace falta. Más allá de cuál sea la postura que tome cada uno, hay que admitir que como archivo para un museo, cuestión que las generaciones futuras puedan tenerla, la película es una genialidad. Sin embargo, para el cine actual, no. Aunque quizás sí para algún canal de televisión. Si a alguno este título le generaba cierta intriga o al menos le había creado algo de expectativa por haber tenido éxito en su país de origen y además por el hecho de que quizás trataba un tema culto/religioso desde un enfoque interesante, lamento informarles que se van a frustrar e indignar tras verla. Pero por el polo opuesto, los religiosos que quieran renovar su fe y realmente estén orgullosos de serlo, están felizmente invitados a verla. Las monjas, chochas. Les va a encantar y van a salir con el pecho inflado de fe de la sala. Amén.
“OLDBOY”: La venganza en versión yanqui. Para entender y apreciar este cine hay que pensarlo sí o sí como un negocio. La productora encuentra una historia excelentemente escrita, la adapta, consigue algunos actores de renombre para poner en el cartel y con la ayuda de un director que tenga experiencia en manejar el suspenso, la acción y el drama, la película será taquillera. En este sentido, la creatividad y la originalidad dejan de tener importancia, pero no por eso estamos en presencia de una película mala. El guion, a pesar de sus retoques, es sin lugar a dudas el que manda. Spike Lee, el director de ‘25th Hour’, nos presenta ‘Oldboy’, la remake del film homónimo surcoreano lanzado en el 2003. La película estrenada el año pasado en los Estados Unidos pero que recién llega a nuestro país, cuenta la historia de Joe Doucett, un ejecutivo publicitario interpretado por un fornido Josh Brolin (el que encuentra el maletín en ‘No country for old man’), quien se despierta cerca del inicio de la historia sin escapatoria en una habitación. Prácticamente sin contacto con el exterior, con un póster de un botones de hotel de raza negra, un televisor antiguo con contenido que no puede controlar, una cama de dos plazas y la comida del barrio chino que le sirven repetidamente cada día, pasará 20 años encerrado sin saber nada ni siquiera de su familia. Más tarde, ya fugándose y descubriendo el siglo XXI, conocerá a Marie, una joven y simpática mujer llevada a cargo por Elizabeth Olsen (protagonista de la última ‘Godzilla’), con la que buscará obsesiva y desesperadamente al responsable de su secuestro con el objetivo de saciar su sed de venganza. Con el correr de los minutos, se irá dando cuenta de que forma parte de una malévola conspiración. Respecto a la comparación con el guión original, se puede decir que se incluyeron algunas escenas, se modificaron y quitaron otras muy dramáticas y se agregaron algunas frases claves. Hay una escena imperdible en la que Samuel L. Jackson –nada más y nada menos- es víctima de un sufrimiento absoluto (similar al que sufre el muchacho de ‘Hard Candy’). Además, esta nueva versión cuenta con algunos toques típicos de los estadounidenses, como el bullying y el reality show. Por otro lado, hay una excelente secuencia, incluida en las dos versiones, en la que el protagonista pelea desarmado contra un sinfín de hombres violentos. Las dos son muy distintas pero es muy difícil elegir entre una de ellas. Sin embargo, lo que resulta extraño de la norteamericana, y le hace perder un poco de verosimilitud, es que nadie tiene una pistola a mano para matarlo, cuando sabemos muy bien que allá las armas de fuego se consiguen sencillamente. Otro pequeño error que llamó la atención es que el protagonista se despierta en el exterior con un smartphone y cuando lo llaman sabe perfectamente cómo atender usando el touch screen. Dato curioso. En resumen, esta película está pensada más que nada para aquellas personas que no pueden tolerar la acción de darle play en sus casas a una película en idioma coreano. De todas formas, si ya viste la original, que es diez veces más imperdible que ésta, estás invitado a verla, aunque de todas maneras el impacto te será leve comparado a los que la ven por primera vez, ya que seguramente puedas anticipar todo lo que suceda, que es lo más jugoso de todo este relato. Nadie debería morir sin haber visto antes este thriller.
“MARAVILLA, LA PELÍCULA”: EL SHOW DEBE CONTINUAR Boxeo, cine e historia parece ser una combinación que en principio genera algo de ruido si hablamos de un deportista de unos 39 años que hasta el día de la fecha todavía sigue vigente: Sergio Maravilla Martinez. A menos de un mes de su próxima pelea, en la que defenderá el cinturón de los pesos medios de la CMB, se estrena su documental, dirigido por Juan Pablo Cadaveira. Uno de los puntos destacables de esta obra es que está muy bien contada biográficamente. Los núcleos centrales de la vida de Maravilla están bien separados y descriptos. De esta manera, el espectador logra conocer una historia interesante y quizás desconocida por él. Entre varias cosas, el relato cuenta cómo fue que llegó a tomar la decisión de abandonar el país para irse a Europa tras la crisis del 2001. Bajo mi propio criterio, un verdadero héroe se queda luchando en su país junto a su familia, pero queda demostrado claramente en este documental que Maravilla no es ningún héroe, sino un gran estratega profesional. Por alguna razón, el film llega a las salas previo a su próxima pelea con Miguel Cotto y no después de su retiro, que seguramente esté muy pronto a llegar. Además, se muestra su primera y fracasada participación en Las Vegas, sus humildes vivencias en España y su suertuda obtención de un importante título en Inglaterra con el que se le abrieron muchas puertas. Luego, el documental se centra en lo que fue una de las peleas más importantes de su vida abajo del ring. En la misma, junto a sus asociados, discutió y luchó con las federaciones mundiales de boxeo para que le den la pelea con Julio César Chavez Jr, quien era el poseedor del título que le habían sacado en una oficina. En esta parte, que es la que se roba más minutos, aparecen los detalles más sorprendentes y algunas imágenes y testimonios inéditos relevantes. Sin embargo, uno de los datos curiosos que sobresalta es el de cómo Maravilla Martinez tuvo que ingeniárselas para no sólo ser un boxeador, sino también un personaje. Su objetivo: que las cámaras le den más espacio en la televisión para hacerse popular y así poder vender más. No hay que olvidar que el boxeo es un gran negocio y está manejado en gran parte por las grandes cadenas de televisión. De esta manera, apareció en importantes programas de las señales de aire argentina, conquistando así al público de masas de su país natal y haciendo publicidad de su propia pelea. Algo similar a lo que está haciendo ahora. En resumen, el documental resulta interesante ya que se conoce a fondo la verdadera faceta de un deporte en la actualidad junto a uno sus representantes, seguramente no el más importante, de los últimos tiempos. Maravilla hasta se anima a agregar voces suyas en off relatando los sucesos y ofrece unos intentos nostálgico-artísticos de actuación, lo que le quita objetividad al relato. Lejos está de ser la película de un héroe o ídolo argentino, es más bien la última ficha de un peón del boxeo como espectáculo.
“AIRE LIBRE”: OBRA A PUNTO DE EXPLOTAR Todo globo, excepto que sea inflado con gas, en algún momento se revienta. Pasa en los cumpleaños, en las fiestas de fin de año y también pasa en los recitales de música. Su función es simple: dar color, pero su problema más grande es que no tienen mucho tiempo de vida. Uno los infla y ata delicada y cautelosamente para que después venga un chico de cinco años y lo eche todo a perder. Y eso es lo que me generó ‘Aire Libre’, el nuevo largometraje protagonizado por Celeste Cid y Leonardo Sbaraglia. La película es un globo. Ahora voy a dar mis razones. El relato se sitúa en un momento casi azaroso de la vida de Lucía y Manuel. Nadie le tiene que explicar nada al espectador, la cámara se posa a un costado y se mete de lleno en el día a día de esta gente. Con el correr de los minutos, uno se irá informando y así podrá atar hilos. La pareja quiere cumplir su sueño y construir su propia casa, pero por el contrario, a partir de esos nuevos cambios, su relación empieza poco a poco a destruirse. La película empieza muy tranquila y hasta casi más de la mitad de la misma no pasa nada sumamente interesante. De esta manera, el globo se empieza a inflar de a poco y ya casi está listo para decorar la sala. Se ve estancada debido a la abusiva utilización del recurso de los silencios y las tomas largas (justamente el aire libre). Por culpa de ello, pareciera que tendría más éxito que este film un compilado con todas las escenas en las que aparece Celeste Cid desnuda. Lo mejor por lejos, sin ninguna duda. Muchachos, mírenla con carpa. Grandes ataques impulsivos de la mujercita, buenos gritos de Sbaraglia. Dos verdaderos actores argentinos que están a la altura del cine como arte de expresión. Nada de segunda mano, excepto el intento de actuación del ‘Turco’ Naim. Por otro lado, aparece una sensual versión de “Provócame” de Chayanne que esta vez conduce hacia el fuego de la tentación a la propia Lucía. A esa altura de la película, la gente ya está jugando con el globo y los elementos filosos rondan cerca. Discusiones, broncas acumuladas, parejas que hacen el odio y no el amor, amantes, gritos, un hijo de por medio. Todo junto. Toda la información que se nos brindó paralelamente durante la aburrida primera mitad empieza a entreverarse y generar conflictos. La presión adentro del globo es infinita, todo quiere explotar y el aire libre tiene que aparecer. Nadie respira tranquilo. En síntesis, “Aire libre” es un drama muy intenso pero que por momentos cansa a los ojos. Pareciera que se podría haber apostado mucho más ya que se observaron elementos y reparto suficiente para poder hacerlo bien. La película muestra tantas cosas ciertas y reales de la vida que resulta difícil querer ir al cine para sentir por dos horas lo mismo que vivís afuera de la misma sala. Nunca está de más ver cine, sobre todo si es argentino.
“LA BICICLETA VERDE”: CUADRADOS POR TODAS PARTES Imagínense un mundo que nada tiene que ver con el nuestro. El mismo es machista en extremo, carácter que de ninguna manera se asemeja con nuestra sociedad. Además, un Dios domina los valores de la gente e impone el orden cultural, y en nuestras tierras la religión nada importa. En ese mismo planeta, reinan las marcas y todos trabajan para que se venda cada día más. Y a pesar de lo injusta que es la vida con ellas, las de sexo femenino van igual de compras al shopping. Acá no pasa nada de eso, únicamente en Arabia. Ahora, pensemos a este mundo como una máquina, manejada por un imperio que a partir de sus propias creaciones estereotipa las actitudes de la gente y los hace ser cada vez menos humanos. Pero esta vez el estudio para rodar la película lo ubican en un lugar diferente: Medio Oriente. La mujer, que se somete a ser dominada, está representada bajo sus hábitos y velos oscuros. Por otra parte, para crear un idioma genérico se hace desaparecer el alfabeto que nosotros conocemos y directamente se escribe con signos raros que a nosotros no nos representan nada, pero que sí los vemos junto a un paquete de comida podemos asociar a qué es lo que hacen referencia. Las personas no hablan, balbucean y no se entiende nada de lo que dicen. Los subtítulos podrían ser modificados y nadie se enteraría del crimen. Sólo reconocemos cuando se llaman por su nombre, y en este caso, el de la pequeña protagonista es Wajda, pero se pronuncia “guachita”. La pantalla se enciende una vez más y se convierte para esta ocasión en una ventana que nos invita a viajar a un mundo aparentemente desconocido para la mayoría, pero no por ello fantástico: Arabia Saudita. El mundo es verosímil ya que todos viven sumamente adoctrinados pero en el fondo los mueve el objeto y el placer. Amoríos prohibidos entre los grandes y para la menor un único deseo: tener una bicicleta verde, o mejor dicho, la bicicleta verde. Todos en el mundo anduvimos alguna vez en bicicleta y eso nos hizo felices, ya sea de pequeños con nuestras familias o de más grandes andando por la ciudad. Pero ese simple acto a ella no se lo permiten. Algo tan sencillo pero tan emocionante como andar en bicicleta le es prohibido debido a lo cuadrado que es el lugar donde habita. La niñita se propone una meta y va por ella. Traicionando su forma de pensar, deja de ser una muchachita rebelde para dejarse adoctrinar cada vez más y así cumplir con lo que le imponen. Así, va en búsqueda del tan ansiado ‘diez’ que le permitirá obtener mayor reconocimiento por parte de sus mayores. Ese cuadrado ‘diez’ o aceptación del otro pasa a ser más un medio para conseguir otra cosa que una meta específica. La malvada directora de su colegio es su mayor contrincante pero también es la que deja ver un poco más su piel (guiño para el público masculino). La fotografía es perfecta, sumamente cuadrada y regida a todo momento por la ley de los tercios. Buenos detalles y muy buena la construcción para intentar llevar al ojo del espectador por el camino correcto. Por otra parte, las actuaciones son lo que más dejan que desear, justamente porque son bastante cuadradas, como si todo el reparto hubiese practicado con videos de “Baywatch”. Seguramente, faltó la mano del director. Por último, el guion es redondo, o mejor dicho, cuadrado. Ustedes sacarán sus deducciones y adivinarán cómo termina esta película. Serán por eso los encargados de ir al cine y enterarse si “buachita” logra obtener su tan ansiada bicicleta verde. En fin, dicen que si algo emerge de estas tierras debe ser bueno, así que tan sólo con algunos pequeños chistes, unas sonrisas y algunas pizcas de amor, ya se podrá convencer a todo el público internacional. A mi criterio: un seis para la película y un diez para el séptimo arte. Es algo diferente, te lleva de viaje y te abre la mente. Una excelente invitación para no ser un cuadrado.
“Fading Gigolo”: Negocio redondo para los judíos A lo ancho y largo de Argentina y de todo el planeta existen distintos temas tabú: el sexo, las enfermedades, la muerte, la marihuana, la iglesia, los judíos, los negros, los bolivianos y los paraguayos, entre muchos otros. Algunos tan sólo con nombrarlos ya pareciera que se está discriminando. Una vergüenza, pero así nos manejamos. Sin embargo, hay uno de todos estos pequeños mundos tabú que es muy particular: el de los judíos. Como bien sabemos, en cualquier ambiente en el que hay al menos un grupo de gente, los comentarios de cualquier goy que hacen referencia a los judíos, acusándolos por su estereotipada tacañería o por su vestimenta ridícula -o mejor dicho, a la que no estamos acostumbrados-, son tomados como una ofensa o como lo que nosotros llamamos ‘humor negro’. Y el humor negro probablemente caiga mal y genere falsas apariencias. ¿Pero quiénes sí pueden reírse de los judíos? Sí, claro. Los mismos judíos. Para esta ocasión, el negocio le sale más que redondo a ellos y pueden llevarse su ansiado billetín. Aprovechando su descendencia italiana, John Turturro (protagonista de ‘Barton Fink’ y uno de los rehabilitados en ‘Locos de ira’) toma esta vez la cámara y se sumerge junto a ella en un barrio estadounidense lleno de ortodoxos de esta religión. Y quién más lo iba a recibir allí sino más que el mismísimo Woody Allen, judío número uno si es que lo hay. Y es él quien se hace cargo de este film con un papel como el que ya le conocemos, haciendo prácticamente de él mismo pero con un nuevo nombre. En este caso, Murray. El viejito desconsolado y perdido que tartamudea ahora se ve sumergido en una situación financiera complicada y descubre una oportunidad para sumergirse en el mundo de la prostitución masculina. Entonces, uno haciendo de gigoló y el otro representándolo, se mandan. Sofía Vergara y Sharon Stone son las llamadas “milf” que predicarán por el cuerpo de un seductor Turturro, o “Fioravante”, como se hace llamar él. Al mismo tiempo, se desenvolverá la nunca faltante historia de amor y aparecerán los problemas de personalidad y el pasado, sobre todo cuando entra en juego el frío personaje de Avigal, interpretado por la francesa Vanessa Paradis. De esta manera, la película se conforma por interesantes personajes jugosos. Otra buena es la muy buena elección para las músicas, que merodean entre ritmos experimentales y distintos idiomas, incluso llega a sonar un tango electrónico. A la fotografía se le nota mucho que le falta el toque Allen, ese que es más romántico; mientras que el guión parece desenvolverse con algo de obviedad como en casi toda historia de comedia. Sorprende más leerla e interpretarla que meterse de lleno en la acción. No sé si la película es tan divertida como esta crítica pero sí vale la pena verla si te gusta Woody Allen, que aunque no la dirija, se lleva los aplausos en este final de la obra. Y sino háganle caso a Turturro, que lo eligió a él y el negocio le salió más que redondo.
“Muppets Most Wanted”: Circo de gira, familias contentas Una de los preconceptos más grandes que existe alrededor de la cultura del séptimo arte es la idea de que las secuelas y, especialmente, las segundas partes nunca son buenas ni jamás de los jamases, mejor que la primera. Ese mito es absolutamente falso. Haciendo un chiste sobre eso mismo y riéndose de que son unos muñecos viejos a los que ya nadie les da bola, comienza la nueva película de “Los Muppets”. Los fantásticos títeres liderados por la rana René –o Kermit-, que ya llevan más de 35 años metiéndose en distintas aventuras, se reúnen una vez más para volver a lo más alto de los shows mundiales. El circo vuelve una vez más de gira y llega a la mayoría de las salas argentinas. Un divertido representante (Ricky Gervais), que dice trabajar para One Direction, Brad Pitt y Lady Gaga, se acerca a ellos para entusiasmarlos con un ofrecimiento que consta en una gira por Europa que reuniría otra vez a los muñecos y los relanzarían al estrellato. Sin embargo, podemos detectar rápidamente como este malvado hombre se trae algo perverso entre sus manos. Luego, aparecerá otra rana de aspecto similar pero con tono de afrancesado borracho que será el encargado de traer los problemas. Con un solo y único detalle en su rostro, se podrá jugar a lo largo de todo el film. Bastante simple, pero un gran recurso de todas formas. Obviamente, los musicales abundan pero no aburren: voces graciosas, pocas rimas y desacordes totales. El doblaje está aprobado. Los personajes que cantan llegan a ser también hombres rudos y grandotes, lo que parece bastante contradictorio pero aun así es muy beneficioso para la diversión de los espectadores. Los chistes sobre el contexto del espectáculo, y sobre todo, del cine mismo, aparecen en los momentos necesarios y hacen reír a más de uno. Imagínense que incluso se animan a hacer una parodia de “El séptimo Sello”, la enorme película dirigida por Ingmar Bergman en 1957, 20 años atrás de la primera aparición de estos muchachos. Lo que sí lamentablemente le juega en contra a la película, aunque sea para nosotros los del sur, es que es demasiado yanqui. La cultura que se ofrece, los personajes/muñecos estereotipados, los temas de conversación y las temáticas llevadas a cabo, son bastante pertinentes a los de allá arriba. Además, diferencia a la CIA de la Interpol y señala a los rusos como los fríos y malos. Es decir que las cuotitas de funcionalismo, que existen desde la época gloriosa de Disney, claro que siguen vigentes. Cuiden a sus niños. De todas formas la nueva película de “Los Muppets” es sin duda una historia para grandes y chicos. Todo lo que va a pasar es bastante obvio pero de todas formas no se puede no esperar impacientemente a que pase. Así, todos van a pasar el rato divirtiéndose y entreteniéndose con una historia de comedia musical con un buen ritmo y muchos colores. Una buena excusa para sacar a la familia por el fin de semana largo y tener callados a los chicos más de una hora y media.
“EL DÍA TRAJO LA OSCURIDAD”: Que tengas unas buenas noches. Escribir una crítica para una película de cine argentino es sinceramente lo que más me cuesta. Empecé este año a visitar las salas con periodicidad y ya me tocaron algunas. De hecho, “La Tercera Orilla” de Celina Murga, la fui a ver y me encantó. Desde lo más profundo de mi ser apoyo fuertemente la producción nacional y me encanta que los directores no dejen de laburar y saquen, cada vez más, nuevas obras. Es muy difícil hacer una película en este país y es muy valorable alcanzarlo. Pero esta vez, no hay muchos argumentos para defender a esta nueva película. No les voy a mentir. Es mala. No por eso signifique que no la tengan que ir a ver. Hay que saber distinguir entre lo bueno y lo malo ya que saber mirar cine significa mucho más que el simple hecho placentero de divertirse porque sí. Además, aunque sea una frase hecha, sobre gustos no hay nada escrito. Incluso la obra ya estuvo paseando con sus éxitos por distintos festivales internacionales de renombre. La historia cobra vida en un pueblo costero argentino donde vive Virginia (Mora Recalde, debutante en largometrajes), una incómoda pero perturbada ama de casa, junto a su padre, Emilio, quien a propósito yo pensaba que era su esposo cuando inició la proyección. Sin embargo, él se va a ayudar a su cuñado porque tiene una de sus dos hijas enferma. Aparentemente, un virus maligno merodea la zona y algunas personas se están enfermando gravemente. La menor de ellas, Anabel (Romina Paula), una pálida pero oscura joven mujer se irá a vivir con Virginia y de a poco irá contagiándose. A lo largo de la historia se irán sembrando pequeños indicios que nos acercarán al corazón de la trama, que -bajo mi opinión- cobra vida luego de la primera mitad, un poco tarde considerando la corta duración de la película. Un elemento a rescatar son sin duda las escenas en la noche. El uso de la luz es muy bueno y la fotografía es terrorífica (en el buen sentido de la palabra), cosa que no se alcanza en lo más mínimo cuando el sol dice presente. Por otra parte, algún buen vino y alguna música popular, le dan un carácter dulce y cálido a alguna situación en que reina la calma. Párrafo aparte indudablemente para Romina Paula, la revelación para mi gusto. Se la notó muy suelta y parece haber interpretado muy bien su personaje. Fría. Apagada. Una mirada violenta. Tono agresivo. Mis felicitaciones hacia ella. Dejando a un lado las flores, considero que lo que me hace definitivamente pensar que es una película mala es el lugar donde recae. El ritmo lento con el que nos lleva Martín Desalvo termina desenvolviéndose y cayendo en un lugar típico, demasiado visto en el suspenso y el terror. La trama principal es eso y nada más, y no cumple con las expectativas generadas. Que suceda eso mismo genera que ese ritmo lento decepcione más de lo que asusta. En fin, nada más que decir. Están invitados a verla.
“El crítico”: Sobre amores y Dolores “Hacerse la película” es una expresión que se utiliza cuando una persona se siente perseguida, piensa demasiado en lo que le sucede o considera que para alcanzar un determinado objetivo tiene que sobrepasar una serie de actos absolutamente predefinidos y estructurados. Sin embargo, en la vida muchos eventos suceden sin causa alguna de un momento a otro y eso mismo da a pensar que lejos se está del hecho de que una persona pueda formar parte del reparto de una historia que ya está escrita. Básicamente sobre ese punto gira el nuevo y primer largometraje de Hernán Guerschyny, uno de los directores de la revista ‘Haciendo Cine’ que apuesta a la pantalla grande con una propuesta bastante particular. La película, que estuvo presente en varios festivales internacionales e incluso fue elegida como la mejor en la Sección Panorama Argentino en Mar Del Plata, cuenta la inquietante historia de Victor Tellez (Rafael Spregelburd), un tajante crítico de cine que apoya firmemente la noción de arte en las pantallas pero aborrece lo netamente comercial, y sobre todo, a las comedias románticas. Tan sólo con la repentina aparición de Sofía (Dolores Fonzi) le bastará para que su vida entre en conflicto y su mente empiece a divagar en un mar de románticas dudas. De esta manera, con el correr de los minutos, el género que tanto odió a lo largo de su vida comenzará a tomarse revancha. Lo más interesante de esta obra es que propone algo nuevo y distinto, y para nada le interesa llenar baldes de pochoclos. Más allá de que pueda satisfacer o no a los espectadores, el relato se sumerge en un terreno bastante extraño pero no por eso confuso o aburrido. El frío personaje que compone Spregelburd se ve contradictoriamente atrapado por las tentaciones del amor, que justamente son esas sensaciones que su propia personalidad tiene prácticamente prohibidas. Aunque por momentos la película parece acomodarse en el lugar de una comedia romántica, demuestra ser todo lo contrario ya que de principio a fin ironiza mucho con el género en cuestión. Muchas casualidades, noches estrelladas, fuegos artificiales y músicas melosas son esos condimentos que el mismo director utiliza en su contra. Incluso, se merodea entre citas de ‘Cuando Harry conoció a Sally’ (1989) y referencias a Godard, que acompañados por una buena fotografía, hacen de la historia una cursilería bastante elegante. Ahora bien, la elección de explotar al máximo el estereotipo del crítico de cine parece jugada ya que el mismo mantiene una vida poco activa que a la larga se torna lineal y poco impactante. No por eso trabajar sobre el mismo haya sido un error ya que la trama gira en torno a su perspectiva de la vida, pero su temperamento no logra generar la afinidad ni despierta la pasión necesaria. Por otro lado, la salvadora carilinda de Dolores Fonzi le da al cartel un adicional atrapante que luego no defraudará con su divertida actuación. La muchacha es una atrevida cleptómana turista y quizás muchos se lamenten por su tardía aparición en la historia. En síntesis, “El crítico” es un film que cuenta claramente con el sello de su autor, Hernán Guerschyny, quien debe ser felicitado por su atrevida propuesta pero que no debe conformarse con lo realizado ya que parece que puede convertirse en un director con una visión más que interesante. La película demuestra que el cine puede reírse de sí mismo y si esa es la idea, vamos por buen camino.