Los largometrajes de Ari Aster han generado juicios controvertibles en muchos espacios de dialogo sobre cine. Nadie pone en duda sus destrezas con respecto a su puesta de cámaras, pero no se puede decir lo mismo de su puesta en escena; la progresión narrativa de planos y el modo en el que cuenta sus historias, las mismas que son sometidas a la duda constantemente. El ejemplo absoluto es Hereditary, su debut cinematográfico en dirección. Difícilmente se cuestiona el preciosismo en la composición de imágenes y su forma de elaborar situaciones dramáticas en momentos cotidianos inesperados, al desglosar los estadios actorales de ciertos personajes en particular. Ahora, con los aspectos descriptivos, el “de qué trata la película”, se entra al territorio más polémico de la obra, justamente porque se reserva la explicitación de la trama para sus últimos minutos.
Ciudad de Buenos Aires, año 1997. Hernán (Tomás Raimondi) es un estudiante de Imagen y Sonido -en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU)- que se muda al barrio de Once, bien lejos de su familia rural, y también renuncia a su puesto de trabajo en una administradora privada de jubilaciones para aceptar otro como cartero en el Correo Central. En su nuevo asentamiento laboral solo hay descontento por los despidos encubiertos a los más veteranos y, asesorado por Sánchez (Germán de Silva), su superior, se esforzará por vislumbrar cuáles son los códigos de supuesta fraternidad con los que operan sus compañeros más hostiles a la hora de ganarse la vida, con sueldos cada vez más ajustados y changas que no siempre serán monetarias. Durante un junket de prensa en la Asociación DAC (Directores Argentinos Cinematográficos), el realizador Emiliano Serra nos confió que ‘Cartero’ opera como una suerte de autobiografía cifrada, comenzando por las simetrías establecidas entre sus primeros años de universitario y los de su protagonista ficticio: ante la ausencia de una industria laboral firme, solo se consigue trabajo en actividades que no guardan ninguna relación con su formación, pero cada tanto se encuentra un instante para visitar una sala de cine. Aun así, es más importante destacar que la película avanza sin enfatizar tales paralelismos –ni dentro de su propia historia, ni en los paratextos de la misma-, en otras palabras, lo que prima en ella son los elementos universales que dialogan con los contextos de crisis económica y desempleos masivos que tienden a manifestarse en determinadas circunstancias de todo país insertado en el sistema capitalista.
Mike Flanagan –nuevamente en el rol de director, editor y guionista- adapta una obra de Stephen King por segunda vez en su carrera. En este caso tenemos la transposición de la novela homónima ‘Doctor Sueño’ (2013), que trae consigo un dilema: serle fiel a su referente literario, o convertirse en la secuela de la película que trasgredió varios elementos claves de ‘El Resplandor’ (1977), su relato originario. No especificaremos si se inclina por uno de los dos costados, o por ambos (una de las grandes intrigas que perturba a los más fieles seguidores de King), pero sí que, como fue adelantado en los trailers, está protagonizada por Rebecca Ferguson en el rol de la antagonista principal, y por Ewan McGregor que interpreta a una versión adulta de Danny Torrance. Otro cocodrilo difícil de domar es la autoimpuesta rememoración a pasajes visuales del film de Stanley Kubrick, ya que en estos tiempos el entendimiento (y no la comprensión) de la referencia citada tiende a ser identificada a modo de factor nostálgico barato. No anulamos las lecturas disidentes, más bien señalamos que se suelen escuchar argumentos apriorísticos que incluso pueden ser acusaciones tajantes por la sola presencia del mero recuerdo a instantes cinematográficos que son considerados clásicos, y esto aplica a toda suerte de secuela u homenaje. Salvo por la reinterpretación de ciertas secuencias realizadas en el Hotel Overlook, Flanagan no comete la atrocidad de intentar imitar a Kubrick desde su puesta en escena; eso queda completamente relegado al montaje, con el uso de algún “leivmotiv” de la vieja banda sonora y los fundidos encadenados elegantes –y casi invisibles- que nos trasladan de un paisaje a otro. Ahí está la máxima expresión que el director hereda de la forma artística que, de alguna manera, necesita distender.
Vera Marino (Natalie Pérez) y Martín Rivas (Nicolás Furtado) se formaron por el audiovisual tanto profesional como sentimentalmente. Resulta que ambos protagonizaron un cortometraje escrito por él mismo, cuyo título declara los principios del film que nos concierne: “Chico conoce chica”; además, para certificar más su postura, nos dejan muy claro que la película favorita de la pareja es ‘Alta fidelidad’ (2000), uno de los grandes pilares del género en los últimos tiempos. Siete años después, y a raíz del impacto que tuvo dicho trabajo, Vera obtuvo su lugar en elencos de cine, teatro y televisión, pero Martín solo llegó a dirigir publicidades. Con un perfil de realizador de cortos y largos en rubros como asistente, camarógrafo, fotógrafo, montajista y productor, Sebastián Mega Díaz se lanza de lleno en la dirección de su ópera prima comercial. “Amor de película” cuenta con las mencionadas estrellas jóvenes del streaming, un despiadado Guillermo Pfening en un rol secundario y con -el cada vez más talentoso- Mariano Suárez (‘Aterrados’, ‘Claudia’) como director de fotografía.
En ‘Crímenes Imposibles’ -su inserción en el formato cinematográfico- Federico Bal interpreta a Lorenzo, un detective esencialista que, en su afán por resolver casos mediante el sustento de argumentos lógicos, deberá lidiar con una serie situaciones -en apariencia inconexas- que pondrían en jaque a todo su conjunto de creencias a menos que imponga resistencia de la manera más profesionalmente posible. En el transcurso, Sofía del Tuffo encarna a Caterina (y/o Lucía), una compañera/testigo poco confiable que echará tantas luces como sombras en las pesquisas de Lorenzo. Hernán Findling toma distancia con el género melodramático anteriormente abordado en su primer largometraje y busca sumergirse en el thriller. Si bien en términos tradicionales son sinónimos, el director tiene la intención de realizar un relato más próximo al terror, algo que, además de la intriga y las pinceladas del policial y criminal, asuste y estremezca. Esto se logra por momentos, pero lamentablemente tienden a ser los menos recordados y diremos por qué y cómo se ven obstaculizados.
Pasaron diez años del estreno de la primera. Woody Harrelson protagonizó la primera temporada de ‘True Detective’, Jesse Eisenberg se convirtió en Lex Luthor, Abigail Breslin acompañó a Schwarzenegger en un film muy desatendido y repudiado (búsquenlo) y, les guste o no, Emma Stone ganó un Oscar por ‘La La Land’. En el medio, a causa de una afición que nunca se volvió pasión por parte del director Ruben Fleischer y el elenco mencionado, los guionistas y creadores de ‘Zombieland’ -Rhett Reese y Paul Wernick- desarrollaron un piloto televisivo en 2013 para Amazon Video que nunca se catapultó a modo de serie. No era un relato paralelo, era una secuela con los mismos protagonistas, pero con distintos intérpretes, algo que el público en general no pudo tolerar. La primera ‘Zombieland’ fue un debut cinematográfico glorioso para Fleischer, recaudó casi cinco veces más de lo invertido y el recibimiento de la prensa norteamericana le ha sido favorable. Su siguiente película, ’30 Minutes or Less’ (2011), no contó con la misma suerte en los aspectos señalados: era más ácida y con un guión deliberadamente más disruptivo, aunque el gran impedimento a la hora de querer exhibirla por fuera de salas estadounidenses se debió a las similitudes que tiene la trama con un evento criminal de extremada sensibilidad mediática. El largometraje, de todas formas, conserva su grupo –en apariencia reducido- de acólitos que la considera como una digna heredera de los mejores momentos de las franquicias de ‘Arma Mortal’ y ‘Duro de Matar’.
En la última década, después de una longeva y aún activa carrera, Ron Howard dirigió sus primeros documentales. Primero fue un festival del rapero Jay-Z en 2013, siguió con un compilado de los conciertos de los Beatles entre 1963 y 1966, y en esta ocasión aborda un género aún más tradicional. ‘Pavarotti’ explora la vida personal y profesional del tenor italiano a partir de archivos audiovisuales en fílmico, entrevistas contemporáneas a sus allegados y registros periodísticos de medios gráficos de distintas épocas. La película comienza con la vez que Luciano Pavarotti visitó la Jungla del Amazonas a mediados de la década pasada, pero desde ahí los eventos son relatados mayormente en sentido cronológico. Howard se ocupa de distinguir cómo se vuelve figura pública con su primer éxito en la Ópera Estatal de Viena el 23 de febrero de 1963, cuándo se convierte en celebridad mundial desde que su promotor Harvey Goldsmith quedó fuera de un convenio con Bruce Springsteen en 1984, y hasta su vínculo con otros artistas: Bono, Sting y, por supuesto, los españoles José Carreras y Plácido Domingo, con quienes conformó el grupo vocal de Los Tres Tenores.
Este film, basado de la novela de Maria Semple, es el primero que une los talentos de Cate Blanchett y Richard Linklater. Con estreno programado para 2018, fue filmada a mediados de 2017 en la ciudad de Seattle y el continente antártico, y recién comenzó a exhibirse el pasado agosto en países angloparlanes. Cuenta también con la participación de Kristen Wiig, Billy Crudup, Lawrence Fishburne y la posible celebridad emergente que es Emma Nelson. Bernadette Fox (Blanchett) es una arquitecta, con un prestigio venido a menos, a la que le cuesta identificarse con cualquier ser humano que no sea su hija (Nelson), tampoco puede lidiar con los diseños de su más reciente propiedad, y su ingenio y perspicacia van a contrapelo de los avances electrónicos en tecnologías de información y comunicación: esas mismas con las que su esposo (Crudup) se gana la vida y la atención casi absoluta de la opinión pública. Ya avanzada la trama -y como de alguna manera lo pronostica su título-, Bernadette tomará distancia de todos sus círculos sociales para ingerir nuevas inspiraciones a favor de su paz interior y el devenir de su obra anteriormente estancada.
En ocasiones surgen traducciones de títulos internacionales que nos resultan risibles por su falta de compatibilidad en la renovada selección de palabras. ‘After the wedding’ es una excepción ya que su versión en América Latina puede ser más pertinente que la original. En esta oportunidad, Julianne Moore produce y protagoniza un remake declarado del homónimo drama danés-sueco de 2006. Acompañan los talentos de Michelle Williams y Billy Crudup, junto a esa posible nueva promesa que es Abby Quinn. Theresa Young (Moore) es la dueña multimillonaria de Horizon Media, un conglomerado de medios mega exitoso, que está por firmar un contrato para financiar un orfanato localizado en India. Isabel (Williams) viaja a Estados Unidos para cerrar el acuerdo con ella, y en su primera reunión la invita al casamiento de Grace (Quinn), su hija mayor. Todo marcha bien hasta que en pleno festejo Isabel reconoce a Oscar (Crudup), su antiguo amor y esposo de Theresa, y pronto descubrirá que la mismísima Grace es en realidad la hija que tuvo con él mucho tiempo atrás.
Filmada en escenarios naturales de la Provincia de Mendoza (Departamento de Lavalle) y ambientada a finales de la década de 1960, durante la presidencia de facto de Juan Carlos Onganía. ‘Pistolero’ es también el primer largometraje escrito y dirigido por Nicolás Galvagno, un western -por estilo y locación geográfica- que cuenta con Lautaro Delgado Tymruk, Diego Cremonesi y Sergio “Maravilla” Martínez como los autoproclamados bandidos Mendoza: básicamente, unos Robin Hood modernos que asaltan bancos, y lo que vendrían a ser una suerte de pulperías, que le pagan muy bien a las familias de clase media que les prestan sus servicios. Los hermanos son perseguidos por Maidana (Juan Palomino), la figura de autoridad que no es “ni comisario, ni coronel, ni general”; y en su itinerario conocerán a Sofía (María Abadi), una profesora de literatura trasladada desde la Ciudad de Buenos Aires que pronto se convertirá en el interés romántico de Isidoro (Delgado Tymruk), el protagonista que le brinda el título al film.