El ambiente de la selva se transforma en un protagonista más de algunas de las recientes producciones del cine nacional como “Trópico” (de Sabrina Farji con Juana Viale, Agustín Sullivan y Fabián Mazzei) y “Al Acecho” (de Francisco D’ Eufemia con Rodrigo de la Serna, Belén Blanco y Walter Jacob) con la que el estreno de esta semana, “EL SILENCIO DEL CAZADOR”, mantiene sutilmente algunos puntos en común. Al mismo tiempo que la geografía y cierta temática de ecología y preservación aparece en todos estos trabajos, la nueva película de Martín Desalvo se distancia fuertemente de las otras mencionadas por la solidez narrativa de la propuesta (gracias a una interesante construcción de climas y personajes que plantea el guion de Francisco Kosterlitz) y los buenos trabajos que logra de todo el elenco, generando un producto sólido y bien construido. La historia presenta a Guzmán (una excelente interpretación de Pablo Echarri, cambiando totalmente de registro de la costumbrista “El Kiosco” o la comedia romántica “No soy tu mami”, sus últimos trabajos) quien trabaja como guardabosques en un parque nacional en la provincia de Misiones, mientras su esposa Sara (Mora Recalde) se desempeña como médica rural, de forma tal que cada uno en su profesión, se encuentra vinculado con su entorno cumpliendo una función de servicio con un fuerte compromiso social. Como tema recurrente que aparece también en los otros trabajos mencionados, se presenta el entorno violento de los cazadores furtivos que atentan contra la fauna silvestre del lugar, en peligro de extinción. Una de las obsesiones de Guzmán será capturar a quienes intentan cazar sin permiso dentro del parque y particularmente a uno de ellos, conocido como El Polaco, que hace valer su poderío económico y sus contactos para no respetar ninguna de las reglas y continuar invadiendo el territorio donde la caza está prohibida, imponiendo impunemente sus propias reglas. A esta tensión antagónica entre Guzmán y El Polaco, ese sutil juego de gato y ratón que se desarrolla en el espeso ambiente de la selva, se suman sus historias personales que cargan todavía más espesor al conflicto: no sólo fueron amigos en un pasado sino que se encuentran conectados por las historias de sus propios padres, en las que ya se marca un conflicto de poder: el padre de Guzmán había trabajado casi en forma esclavizada bajo las órdenes del poderoso Venneck –padre de El Polaco-, el terrateniente más importante del lugar, reforzando el esquema opresor / oprimido, que se repite en la nueva generación. Para completar la fuerte rivalidad latente entre ambos, se suma el triángulo amoroso con vértice en Sara: ella ha sido la novia de El Polaco pero finalmente se ha casado con Guzmán y de esta forma, Desalvo entremezcla sutilmente todos estos conflictos de forma tal que sería imposible determinar cuál de ellos es el más doloroso o el más importante a la hora en que esa pugna se pone en juego. Algunos elementos adicionales, como una doméstica que trabaja con El Polaco, uno de los amigos de Guzmán que atraviesa la selva junto con él, o un niño que no se desprende del Polaco y sus armas ilegales –el Sordo-, van sumando nervio a ese ritmo de thriller que va tomando espesura y gana tensión a medida que va avanzando la historia. Desalvo, de todos modos, cocina la receta a fuego lento, sin estridencias y sin efectismos y eso se debe a su pericia como director para crear los climas adecuados y a la firme conducción de sus actores, pero también a las sutilezas con las que el guion va acumulando las diferentes capas, sobreponiéndolas en la medida justa para llegar a un clímax que se presupone trágico pero que tiene sorpresivas implicancias. El peligro al acecho, la persecución, la presa y el cazador están siempre presentes en el juego del protagonista / antagonista, no solamente disputando un territorio sino también una mujer y ese “trofeo” que se materializa en la figura de un yaguareté, símbolo del depredador que habita indirectamente en cada uno de los personajes y que vaga en la espesura de la selva, dispuesto a atacar y a lanzarse sobre el más desprevenido. Después de su presentación en la edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata 2019 y su participación en otros numerosos festivales internacionales, finalmente podremos ver “EL SILENCIO DEL CAZADOR” el potente trabajo de Martín Desalvo que llega a la cartelera y podrá disfrutarse en la pantalla grande. POR QUE SI: » Thriller que va tomando espesura y gana tensión a medida que va avanzando la historia «
Son varios los puntos que, a priori, ya posicionan a “HERMOSA VENGANZA – PROMISING YOUNG WOMAN” como una de las películas más atractivas del año. Sin ir más lejos, ha sido la gran sorpresa en el circuito de premios que se inicia con cada temporada, contando con cuatro nominaciones a los Globos de Oro y cinco nominaciones a los premios Oscar, compitiendo dentro de las categorías principales (Mejor Película, Mejor Dirección -Emerald Fennell-, Mejor Actriz -Carey Mulligan-, Mejor Guion Original y Mejor Edición). Pero más allá de estos logros –que a veces por temas de la industria, se convierten en completamente azarosos- el clima que logra Fennell (actriz, guionista de varias series televisivas, entre ellas, “Killing Eve” y ahora ocupando su lugar tras la cámara) con su ópera prima tiene un doble mérito. Primeramente, enfrentar un tema complejo, de múltiples interpretaciones y de aristas oscuras, duplicando la apuesta con su intención de cubrir toda la historia con un humor negro desafiante que sobrevuela, por sobre todo, la construcción del personaje central que es la figura excluyente dentro de la historia. De esta forma, se va entramando una propuesta que se desmarca de algunas otras con la misma temática porque está presente un espíritu políticamente incorrecto que se aleja de cualquier discurso o de los típicos aleccionamientos, que encara la historia de una manera audaz. Debajo de un formato que puede parecer de un simple thriller de venganza, se esconde una fuerte denuncia potenciada por la mirada femenina de la directora que logra abrirse camino en un mercado que, ya sabemos, no es para nada fácil de acceder y lo completa con un guion propio que se construye sin obviedades ni concesiones La joven promesa a la que alude el título original -con una pésima elección en su traducción como “HERMOSA VENGANZA”- es Cassie (Carey Mulligan), una joven que ronda los treinta y que ya desde el colegio secundario se la vislumbraba como una mujer con mucho futuro. Sin embargo, visto hoy a la distancia, algo parece haber truncado ese camino exitoso, ella abandonó su carrera y ha vuelto a vivir con sus padres. Los datos se irán aportando a medida que discurra la trama porque Fennell, justamente para enfrentarnos a todos nuestros prejuicios, a la mirada sesgada sobre la libertad femenina y el cúmulo de preconceptos que anidan en el inconsciente colectivo, nos presenta a una Cassie totalmente borracha en una esas disco que frecuenta casi permanentemente, en donde elegirá a sus próxima “víctima” para tomar algunos tragos, bailar, y aceptar alguna propuesta indecente que terminará en el departamento de sus ocasionales caballeros. La manera con que Fennell nos empuja al mundo de Cassie nos obliga a tomar partido desde las primeras escenas y de ninguna manera podremos mantenernos ni escépticos ni indiferentes a este modelo femenino que parece desafiar todos los estereotipos y estructurarse sobre la confianza de poder aplastar cualquier precepto machista. Precisamente en tiempos de #MeToo y de claros mensajes como “mi cuerpo, mi decisión”, la problemática con la que se irá enredando la trama no solamente tiene una contundente vigencia sino que nos enfrenta, con las esquirlas que provoca un trauma, con ese efecto dominó que irá modificando por completo la vida de todos los implicados a lo largo de mucho tiempo. El guion de Fennell plantea hábilmente situaciones muy duras que se ocultan tras un humor mordaz, un ritmo de thriller y un clima en donde subyace la incomodidad y la tensión. La violencia de género, la misoginia y el machismo, los encubrimientos y la típica grieta entre víctimas y victimarios del sistema son planteados con suma audacia sin perder el control ni quebrando los límites del buen gusto, pero siempre jugando al filo de la navaja que permite producir ese efecto esperado en el espectador, sacudido con algún golpe de efecto dentro de la trama. Quien conozca a la Carey Mulligan de “Nunca me abandones” “El Gran Gatsby” “Lejos del mundanal ruido” o “An Education” verá cómo se despoja de la piel de sus personajes anteriores y se enfrenta a la cámara con una fuerza y un impacto que sacude desde las primeras escenas. La fuerza que le otorgan esas lastimaduras del pasado, la hacen potente y vulnerable al mismo tiempo, aguerrida y herida, empoderada a pesar de sus propios recuerdos. Mulligan construye un trabajo admirable, de esos que es imposible despegarle la vista y explora todas las emociones de un personaje internamente quebrado que enfrenta el poder de la cofradía masculina, aun a sabiendas que la sociedad claramente no está de su lado. Así “PROMISING YOUNG WOMAN” interpela, perturba, molesta en la zona del confort de cada espectador para involucrarnos en esos espacios donde justamente nadie quiere tomar partido y de hecho la mayoría de los personajes con los que Cassie confronta, cargan justamente con el peso de no haber actuado frente a un hecho puntual de ese pasado que ahora se vuelve en contra. Desde la pantalla Fennell parece preguntarnos “vos en ese lugar, qué hubieses hecho?” para enfrentarnos con nuestra demoledora respuesta. POR QUE SI: » La manera con que Fennell nos empuja al mundo de Cassie nos obliga a tomar partido desde las primeras escenas «
“Habitación 212” de Christophe Honoré. Crítica. Las afinidades electivas Marcelo Cafferata Hace 11 horas 0 33 ¿El amor y la pasión son perdurables? ¿Hay algún antídoto para el paso del tiempo y el desgaste lógico dentro de una pareja, que permita de todos modos ir renovando el contrato amoroso y volver a encontrarse? ¿Tenemos plena conciencia de que cada una de las decisiones que tomamos en nuestro aquí y ahora –decisiones amorosas incluidas- impactarán irremediablemente en nuestro futuro? Chistophe Honoré (el director y guionista de “Mi Madre” con Isabelle Huppert, “La belle personne”, “Canciones de Amor” y “Les bien-aimés” con Catherine Deneuve), intenta en cierto modo buscar las respuestas a estas y otras preguntas, a través de una historia que juega permanentemente con la ruptura del eje del tiempo, de modo tal de generar un espacio en donde pasado y presente se funden sin marcas temporales. María y Richard, son una pareja sin hijos, que con casi 25 años juntos atraviesan otro periodo de decepción amorosa y replanteo, una nueva crisis que los enfrenta a sus propios deseos, sus propias pulsiones y a la forma en que cada uno de ellos aborda el paso del tiempo, narrado a través de encuentros y desencuentros en el seno de su propia pareja y con personajes que han marcado fuertemente su vida sentimental. Honoré borra los límites del tiempo, permitiéndoles inclusive a sus criaturas, enfrentarse con ellos mismos en su pasado / futuro –dependiendo del punto de vista en que se sitúe el personaje- donde todo sucede simultáneamente. Su puesta teatral al servicio de este juego del no-tiempo permite armar un relato coral con su centro en María (impecable y sensual Chiara Mastroianni) que convoca a los “fantasmas” amorosos de momentos importantes de su vida para darles cobijo en la “HABITACION 212” que da título al filme. El número de esta particular habitación en donde María no solamente se encontrará con todos sus amantes sino también con la figura de su madre, se vincula justamente con el Artículo 212 del código civil francés que habla de la mutua fidelidad que se deben los cónyuges. Ella ha optado por sobrevivir a su infelicidad y a sus momentos de tristeza, encontrando cierto antídoto en el desahogo sexual y los efímeros momentos de placer que le han brindado sus amantes ocasionales –o no tanto-, quienes se dan cita en esta noche de ensueño y confluyen todos ellos en una misma habitación. María siente que ha roto las estructuras, desobedeciendo y trascendiendo el mandato impuesto en la rama femenina de su familia, buscando de esta manera su propia libertad pero que al mismo tiempo, eso la ha llenado de un vacío que precipita su melancolía y la obliga a convivir con esa permanente nostalgia de un tiempo perdido, casi imposible de recuperar. Honoré sigue abriendo el juego enfrentado a la misma María con la figura fragmentada de su marido, que se presenta en tres momentos diferentes a la vez: el “vencido” Richard a los 40 (Benjamin Biolay), la frescura del Richard de los 20 (Vincent Lacoste) cuando se conocen y se entregan a la pura pasión, y el adolescente que a los 14 se enamora de su profesora de piano, Irène, con quien finalmente tiene un amorío que interrumpe al conocer a María (también en un doble personaje a cargo de las formidables Camille Cottin y Carole Bouquet). El artilugio se multiplica una y otra vez, cuando María desde la ventana de la habitación del hotel puede ver a su propia casa y presencie en encuentro de Richard e Irène que esta noche lisérgica ha propiciado, donde cada uno de ellos evaluará el efecto de las decisiones que se han tomado, lo que cada desencuentro ha producido, y donde comienzan a preguntarse “que hubiese pasado si…”, como exacerbación de lo lúdico y un causa-efecto imposible de descifrar en el campo de lo real. Esa noche tan mágica como reveladora, es iluminada por las marquesinas de un cine que da cuenta, una vez más, del artificio ficcional de la propia película que estamos viendo, y que al mismo tiempo nos invita a disfrutar de las múltiples referencias que Honoré pone en su puesta: hay algo del Dolan de “Los amores imaginarios” en el uso de los colores y en la melancolía de cada despedida, sobrevuela casi permanentemente el espíritu de Resnais con ese diálogo permanente entre cine/teatro/autor-actor/ficción y un toque de Garrel en el tormentoso vínculo de los amantes y la infidelidad como marca constitutiva en la relación. Quien pueda entrar al juego que propone Honoré encontrará seguramente deliciosa a “HABITACIÓN 212” que sigue construyendo ideas y escenarios en nuestro imaginario, mucho después de haber terminado con una última escena donde María parece haber ordenado sus ideas, mientras que nosotros quizás estemos más llenos de preguntas. Dirección Montaje Arte y Fotografia Guion Actuación Honoré borra los límites del tiempo, permitiéndoles inclusive a sus criaturas, enfrentarse con ellos mismos en su pasado / futuro –dependiendo del punto de vista en que se sitúe el personaje- donde todo sucede simultáneamente. Su puesta teatral al servicio de este juego del no-tiempo pe
Después de su último trabajo “Al Desierto” (2017), Ulises Rosell vuelve al terreno del documental demostrando, una vez más, su enorme capacidad para encontrar personajes atractivos, cinematográficos, carismáticos. En “Bonanza” (2001) retrata a un excéntrico chatarrero entre víboras, pájaros y zorros, luego en “El etnógrafo” (2012) a un antropólogo sumergido en los vericuetos del lenguaje dentro de la comunidad wichi y ahora es el turno de “LOPEZ” un trabajo en donde retrata al artista plástico, director de cine y uno de los más afamados fotógrafos latinoamericanos contemporáneos: Marcos López. Rosell no traza un recorrido didáctico sobre la obra de López ni tampoco lo toma como el principal foco de este nuevo documental. Obviamente, sus trabajos aparecen tangencialmente a lo largo de la película, ya sea mostrando varias ilustraciones de sus libros de fotografías, en la decoración de su casa, en las sesiones en su estudio, o en una galería de arte, pero jamás se pierde de vista que el eje central del documental pasa por el registro de las situaciones cotidianas que permitirán que fluyan las características más salientes de su personalidad. Aquello que no tiene que ver con su obra, sino con el revés de la trama, sus momentos personales y su vida privada será, justamente, lo que Rosell rescate dentro de la narrativa para mostrar su faceta más íntima. La cámara de Rosell sutilmente “invade” y retrata la privacidad de López para mostrar algunos momentos de su vida familiar (el vínculo con sus hijos pero por sobre todo el vínculo con su madre), su participación dentro de las diversas ramas del arte con las que toma contacto (como sus momentos de trabajo en la radio así como la preparación de una sesión de fotos en la que participa Fernando Noy) y una cantidad de pequeñas situaciones cotidianas en donde se van desplegando sus obsesiones, sus contradicciones, su sentido del humor –y porque no también su malhumor-, la preocupación por su salud y una problema en su hígado que refleja tanto la ira como la tristeza de ese momento, todos fragmentos atravesados por su inclasificable genialidad. El retrato se hace más interesante todavía porque Marcos López se encuentra atravesando un momento particular de su vida en donde aparece una pequeña crisis por haber cumplido ya sesenta años que, combinado con la muerte reciente de su padre y el hecho de que su hija menor viajará al exterior para vivir con su madre, generan una situación de inestabilidad emocional que impactan tanto en Marcos persona / personaje, Marcos padre-hijo / artista. Rosell tiene además la capacidad de dar espacio a ciertas “discusiones” –sin que esto signifique exponerlas abiertamente sino con su forma de ir entremezclándolas en la historia-, al desarrollo de algunas ideas que se vinculan con el mercado del arte. La concepción de la trayectoria de un artista, la relación entre la obra y lo económico, lo efímero de la fama –“si te saludan en la calle, te va a dar alegría durante tres semáforos” su particular versión de los quince minutos de fama de Warhol- o la exploración de nuevas posibilidad de expresar su arte con elementos tan simples como su propio teléfono, son algunas de las situaciones que se van planteando dentro del documental. López es el creador de “Asado en Mendiolaza”, una especie de última cena criolla alrededor del icónico plato argentino, un artista que es identificado como uno de los más involucrados en el movimiento Pop latino, el mismo que en su juego de palabras y de imágenes produjo una de sus obras más famosas, el Sub-Realismo criollo y permite que la cámara de Rosell vaya cada vez más profundamente, indagando inclusive algunos hechos traumáticos de su vida privada, como la muerte de un hermano mellizo a pocos días de haber nacido o las visitas a los diferentes médicos mostrando su vulnerabilidad y sus costados más desvalidos. Nuevamente Rosell se erige como un gran retratista (quizás sea esto lo que los una a ambos de manera inexorable) sabiendo indagar sobre los diversos recovecos que anidan en una personalidad tan creativa, multifacética y sorprendente como la de Marcos López y lo hace a través de su mundo familiar y su cotidiano, espacios que a su vez se ven invadidos con su obra, en un diálogo entremezclado y permanente entre hombre y artista. POR QUE SI: » Nuevamente Rosell se erige como un gran retratista «
“La Fábrica de sueños” de Martin Schreier. Critica. Soñar... soñar Marcelo Cafferata Hace 1 día 0 23 El estreno de una superproducción alemana renueva la cartelera local con una comedia romántica tan deslumbrante como previsible. Desde las primeras imágenes, con una fotografía exquisita que se completa con un impactante diseño de arte, sabremos que con “LA FÁBRICA DE SUEÑOS” estamos frente a una de las mayores producciones del cine alemán actual, una historia enmarcada en el Berlín de los años ‘60. Un abuelo comienza a contarle a su nieto una historia: partimos entonces desde una estructura de cuento, de fábula, con lo que el filme de Martín Schreier se convierte en un gran flashback de más de dos horas para contarnos esa historia de amor enmarcada en el atractivo mundo del cine dentro del cine, una de las propuestas más tentadoras para cualquier espíritu cinéfilo. El espacio elegido para desarrollar la historia es dentro de los estudios Babelsberg, los mismos en donde se filmaron los grandes clásicos como el “Nosferatu” de Murnau, Fritz Lang y su “Metrópolis” o la inolvidable “El Ángel Azul” con Marlene Dietrich y donde rodaron grandes cineastas como Alfred Hitchcock, Billy Wilder y más acá en el tiempo Roman Polanski o Quentin Tarantino. Lejos de la firma de estos grandes directores, el objetivo de Schreier es seguir ajustadamente la receta de un gran crowd pleaser –sin aportar una mirada demasiado novedosa- para generar un espectáculo de un gran esplendor visual que cautive a los espectadores a lo largo del mundo, con una historia de amor que no hace ningún esfuerzo por evitar todos los lugares comunes, todas las convenciones del género con el típico derrotero del protagonista para consumar contra viento y marea, ese amor a primera vista que deberá atravesar múltiples obstáculos.
“Corpus Christi” de Jan Komasa. Critica. Bendito tu eres Llega a nuestra cartelera, la película polaca nominada al Oscar a la Mejor Película extranjera que cuestiona los límites de la fe, la redención, la culpa y el perdón, entramados en un guion que convoca a una fuerte reflexión. El estreno de “CORPUS CHRISTI” si bien viene demorado, presenta un atractivo adicional no solamente por la temática religiosa y una nueva mirada dentro de un cine tan poco ajustado a los cánones de la industria como el cine polaco, sino que además fue una de las película que el año pasado accedió a una nominación al Oscar a la Mejor Película Extranjera (que le fue arrebatado con la arrasante “Parasite” en la entrega 2020 en un año de fuerte competencia donde participaban “Dolor y Gloria” de Almodóvar y “Les Miserables” por Francia). Basada en un hecho real, la película aborda de lleno el tema de la fe y el dogma desde un punto de vista que si bien puede dialogar con otras películas similares, su director, Jan Komasa, le imprime un punto de vista particular para reflexionar sobre el sentido de “el llamado”, la construcción de la vocación –debatirá además si es algo que puede construirse o algo netamente constitutivo del individuo- y los límites de la fe. Paul Schader con “First Reformed”, el chileno Larraín en la demoledora “El Club” o el personaje de Brendan Gleeson en “Calvary” buceaban sobre los demonios de cada uno de estos sacerdotes, tratando de exorcizar en cierto modo las contradicciones que producen una fractura interior o bien tomándolo desde el humor, la rumana “Con pecado concebidos” refería desde otro lugar más lúdico a la figura del sacerdote jugando a ser Dios, Komasa (cuya filmografía es completamente desconocida para la cartelera local) vuelve sobre la alienación, la soledad y las propias oposiciones por las que transita el protagonista del filme, que se siente fuertemente atraído por el universo religioso. Como una forma de redimir sus pecados, como una manera de verse implicado en una nueva moral, Daniel, encuentra en la pasión religiosa, un vehículo dentro del reformatorio donde cumple una condena por un crimen que cometió tiempo atrás, para comenzar a construir un espacio ajeno a la violencia cotidiana. Y tanto Daniel como Komasa en la dirección, como el afilado guion de Mateusz Pacewicz no dudarán en llevar la propuesta que recorre la historia, hasta los puntos más límites. Es así como Daniel, gozando de su libertad condicional recién obtenida, se hace presente en un pueblo desolado por un fuerte tragedia y en busca de un trabajo que pueda comenzar a reinsertarlo socialmente después de su condena, se presenta en la iglesia del pueblo y es “confundido” con el reemplazo temporal que estaban esperando. Komasa habla de la construcción imaginaria de algo que evidentemente ese pueblo necesitaba para generar un movimiento de cambio y de esperanza para una sociedad que había quedado completamente devastada y presa de una fuerte desolación. Nadie se hace preguntas, nadie cuestiona absolutamente nada y rápidamente Daniel comienza a convalidarse fuertemente en un lugar que en el fondo no le pertenece, que ni siquiera conoce y que es la base para que queden expuestas todas las contradicciones filosóficas que pueden surgir acerca de la culpa, la redención, el pasado, el perdón y se cuestione la responsabilidad que implica cualquier acto de causa – efecto. Concentrados en el personaje de Daniel aparecen la violencia, el odio, la compasión, el castigo, la salvación y también la solidaridad, la empatía con el otro y la piedad, desde su faceta más natural y espontánea, sin impostaciones. Si bien el planteo es sumamente rico y tiene múltiples aristas, la mayoría de lo que “CORPUS CHRISTI” pone en terreno de duda, ya fue en algún momento trabajado por alguno de los cineastas que hemos mencionado. Pero el potencial y la fuerza de la película reside en que siempre es saludable volver sobre estos temas con una nueva mirada, enriquecedora, como en la arrolladora interpretación de Bartosz Bielenia en el papel de Daniel, un papel complejo que el joven actor aprovecha a la perfección en todas sus facetas ya que la película cuenta con dos partes bien marcadas donde tendrá que recorrer un arco de emociones diferentes. Fondo y forma se oponen permanentemente, ficción y realidad, la verdad sobre la falsa construcción, cosas que muchas veces poco importan en una sociedad que busca redimirse a cualquier precio, aun cuando en medio de todo esto haya lobos disfrazados de corderos. Dirección
Dentro de los estrenos de este jueves en el Espacio INCAA Gaumont, y presentándose simultáneamente dentro del ciclo “Jueves Estreno” de la plataforma www.cine.ar/play, se estrena “BANDIDO”, la película del director cordobés Luciano Juncos, que fue apertura este mismo miércoles del 22º BAFICI. Con un trabajo anterior, “La laguna,” que formó parte de la Competencia Internacional en el Festival de Cine de Mar del Plata en 2013, Juncos ahora tiene la posibilidad de participar en otro gran festival con un trabajo que combina el retrato de un cantante popular vinculado con el tema de la fama y el punto de inflexión en donde comienza a esfumarse el reconocimiento del público. Roberto Benítez, más conocido dentro del mundo de la música como “Bandido” (Osvaldo Laport) es un cantante popular que ya ha atravesado su momento de gloria. A pesar de que su carrera lo ha dotado de cierta popularidad y le ha permitido sostener una buena situación económica, el paso del tiempo ha hecho que comience a pesarle el olvido y que sienta que es la hora de plantearse el final de su carrera: quizás ya esté llegando el momento del tan temido retiro. Su manager (el español Juan Manuel Lara, actor con una reconocida trayectoria en cine y televisión) le pide la grabación de un último disco de grandes éxitos como una marca inconfundible de un final anunciado y esa última gira para presentar este trabajo, que será una suerte de despedida definitiva del medio. El tono melancólico y de ocaso, tan bien marcado en la figura protagónica de un Osvaldo Laport medido y entregado completamente a su criatura, atraviesa la totalidad de la historia. De esta forma, dialoga con otras realizaciones que fueron impregnadas de esta sensaciones que aparecen frente a un adiós, y se contruye como una perfecta síntesis entre “El último Elvis” (Armando Bó, 2012) y la más reciente “Mario on Tour” (Pablo Stigliani, 2017) espejándose en la figura del músico itinerante aferrado a las canciones más entrañables para el público. Un hecho fortuito y desafortunado –el robo de su auto por un grupo marginal de adolescentes del pueblo que lo deja de a pie- lo conectará con el cura del barrio, que lo auxiliará, lo acompañará a la comisaría a realizar todos los trámites y le dará refugio en su propia casa. Si bien durante ese pequeño derrotero muy pocos logran identificarlo, el reconocimiento llegará al encontrarse en la casa del cursa con un músico compañero de su juventud. El planteo del peso fantasmal del pasado aparece entonces a través de dos líneas completamente diferentes. Por un lado, como aquel momento de gloria dentro de su carrera como cantante que ha quedado atrás y por el otro, el pasado se presenta en la figura del reencuentro con ese músico con el que han compartido gratos momentos y que será justamente, quien le brinde la posibilidad de poder reinventar su presente y encontrar un estímulo para seguir adelante. De esta manera encuentra un nuevo rumbo ayudando al grupo de vecinos, participando de un concierto que se organiza para manifestar en contra de la instalación de una antena de telefonía en pleno centro de la ciudad con las peligrosas consecuencias para la salud que esto conlleva y sin que la municipalidad o los medios ayuden a visibilizar este problema. “BANDIDO” transforma este relato de caída y de ocaso de la carrera en una nueva oportunidad de sentirse vivo y de involucrarse en proyectos que vuelvan a darle sentido a sus planes y despierte nuevamente la pasión que irá repercutiendo en todos sus vínculos cercanos (principalmente en el vínculo con su hija). Sin mayores pretensiones que contar una historia simple pero emotiva, Juncos no se aparta de los cánones y las estructuras tradicionales que le sirven de andamiaje para trazar un recorrido efectivo y que llegue, como su protagonista, directo al corazón del público. Al acierto de haber trazado una puesta sencilla y directa, se suma un gran trabajo de Osvaldo Laport que encuentra el tono preciso para un antihéroe en busca de su redención, dotándolo de humanidad y sensibilidad y ganando rápidamente la empatía con el público, generándose ese sentimiento de adhesión a la historia que es el ingrediente principal para que “BANDIDO” llegue directo a la emociones. POR QUE SI: » El tono melancólico y de ocaso, tan bien marcado en la figura protagónica de un Osvaldo Laport medido y entregado completamente a su criatura, atraviesa la totalidad de la historia «
Gastón Portal, quien siempre ha ocupado un lugar dentro de la producción audiovisual, se anima con “LA NOCHE MÁGICA” a ponerse detrás de la cámara, en un estreno que particularmente también suma el atractivo de ser el primer título del cine nacional estrenado luego del largo período de pandemia donde las salas permanecieron cerradas por casi un año. En el afiche promocional del film, están las dos estrellas protagónicas, Natalia Oreiro y Diego Peretti, con un aire de film navideño que se refuerza con un cielo lleno de estrellas doradas y el gorro rojo con pompón que luce Peretti, resaltado en un primer plano. Para que no nos quedase ninguna duda de la propuesta, en una caligrafía infantil y algo desprolija, debajo de la figura de una niña se lee “cambio robar por cumplir deseos”, lo que indicaría a primera vista y para cualquier desprevenido, que la receta típica de la comedia navideña está servida. Sorprende, y mucho, entonces, que previo al inicio de la película aparezca la placa del INCAA en donde se lee que la película ha sido calificada como sólo apta para mayores de 16 años. Pero este es recién el inicio de una serie de “sorpresas” que Portal prepara, tanto en sus elecciones como director ce plasmar el relato con una puesta casi teatral, con prácticamente una única locación, sino también como guionista, apostando a tomar riesgos sin encasillarse en recetas o géneros, junto con su co-guionista, Javier Castro Albano, conocedor del oficio por su participación en varios capítulos de series televisivas como “Las 13 esposas de Wilson Fernández” o productos Disney como “O11CE” o “Junior Express”. Todo arranca con la intromisión de un avezado ladrón de guante blanco (Peretti) justo en una Nochebuena, en la casa de una familia que indudablemente tiene un excelente pasar económico, la propuesta es que si todos colaboran, su trabajo será limpio y rápido y terminará antes de que se acabe el tiempo que marca un particular reloj de arena que trae consigo. Los enredos comienzan cuando se choca, a medio vestir y en el balcón, a quien en la escena anterior habíamos visto en la cama de la dueña de la casa (Oreiro). Rápidamente sabremos que no se trata de su marido como habíamos pensado en un primer momento, sino de su amante (rol a cargo de Pablo Rago), que debe huir ante la llegada, más temprano de lo previsto, del esposo (Esteban Bigliardi), y el ladrón lo obliga a entrar junto con él a la mansión. Lo que en un principio tiene un viso de tono humorístico y de comedia de enredos, va mutando rápidamente en un desarrollo tenso, con mucho suspenso y con permanentes cambios de registro dentro de la misma historia. Así Portal teje un ambicioso entramado de varios géneros, sin que ninguno prevalezca por sobre los otros, y pasa del thriller de encierro a la comedia bizarra y hasta se da el gusto de incluir un par de cuadros musicales en donde Oreiro además, puede lucirse y abrirse aún más al juego. Apenas ingresa a la casa, el ladrón pregunta si hay más gente: obviamente le mienten, con lo cual, cuando aparece la mucama comienza a generarse una mayor tensión dentro de un clima oscuro que se enrarece cada vez más. Todo volverá a dar un giro cuando se descubra que además, en la casa, está la hija de este matrimonio y vuelva a cambiar el eje y el tono de la historia. Volviendo a los “enredos”, el gorro rojo hace que la nena piense que el ladrón es Papá Noel y comience a proponerle hacer realidad su lista de deseos que permitirá un vínculo cómplice entre ambos, desafiando a la autoritaria figura del padre que cuida más a sus obras de arte que a su propia hija. En este momento ya el espectador que hubiese pensado en ver una comedia, estará defraudado, el que se haya enganchado con la trama de suspenso se sentirá desorientado y tampoco este vínculo tierno entre Papá Noel y la nena puede sostener una comedia familiar porque una vez que irrumpe un trasfondo negro en la historia, jamás se abandona. Como si la mezcla de géneros no fuese suficiente, el guion se obstina en ennegrecerse más todavía cargando las tintas sobre el personaje del padre de familia, que se demuestra despótico, agresivo, violento y mediante reiterados flashbacks se nos irá develando un secreto que sobrecarga la historia de esta pareja ya fracturada, a la manera de esas ópera prima en donde el director no quiere dejar ninguna de sus ideas por fuera de la trama. El elenco aporta solvencia, Peretti resolviendo a la perfección los distintos tonos de su personaje –resolviendo muy bien tanto el thriller como la comedia-, Rago y Bigliardi en un notable contrapunto disputándose tácitamente a la heroína de turno y Oreiro, con una magnética presencia en pantalla y siempre dueña de un encanto único, pasea su personaje con una rigidez en la que no pareciera sentirse demasiado cómoda. “LA NOCHE MÁGICA” seguramente no dejará tibios a los espectadores: por un lado encontraremos a aquellos que entren en su juego, se dejen llevar por los distintos giros de una propuesta inclasificable y caleidoscópica que se basa en no encasillarse en ningún género y por otra, estarán quienes se fastidien con los permanentes “volantazos” que, pretendiendo ser arriesgados y creativos, terminan generando un extremo desconcierto, no quedando bien en claro cuál es la historia se pretende contar. Quizás hubiese funcionado aquí el lema de “menos es más” porque hay momentos en los que parece que Portal hubiese sobrepuesto todos los elementos a su alcance sin poder depurar y enfocarse en una idea fuerza. Lo que en algunos casos es riesgo y apuesta a un nuevo lenguaje, en otros como el de “LA NOCHE MÁGICA” se traduce en un ambiente caótico, por momentos sin rumbo cierto y con una acumulación imprecisa de elementos que no logran ninguna cohesión y el descontrol deja el gusto amargo de una película mayormente fallida. POR QUE NO: “Por momentos sin rumbo cierto y con una acumulación imprecisa de elementos que no logran ninguna cohesión”
Creados en los años ’40 por William Hanna y Joseph Barbera y presentados en una serie de cortos que fueron furor en aquella época dorada de la Metro-Goldwyn-Mayer, su suceso se extendió en la pantalla grande hasta casi los años ’60, momento en el que Tom y Jerry pasaron a la televisión y se convirtieron en un ícono de la animación, siendo reconocidos a través de varias generaciones y en su extensa carrera, tienen el prestigio de haber ganado varios premios Oscar. Basados fundamentalmente en esa eterna rivalidad (como lo han sido también el Coyote y el Correcaminos, Pierre Nodoyuna con Patán, Silvestre y el Canario Tweety, Elmer con Bugs Bunny o una versión más despiadada y más actual que los redefine y actualiza como son Itchy y Scratchy en “Los Simpsons”), Tom y Jerry también protagonizaron además de los cortometrajes animados, una serie de largometrajes y series, con las que han logrado ser uno de los personajes más conocidos en todo el mundo. Iniciada esta nueva versión 2021 de “TOM Y JERRY”, resulta llamativo en esta primera instancia, que se trata de una película que recurre al atractivo de mezclar animación con el live action, fórmula que ha logrado trabajos sumamente atractivos. Dentro de los grandes clásicos no podemos olvidar aquellos de Disney como “Los Tres Caballeros” (1944), “Mary Poppins” (1964) o “Travesuras de una bruja” (1971) y más acá en el tiempo Brad Pitt lidia con una Kim Basinger animada en “Cool World” (1992), Warner pone a sus personajes en un eléctrico juego a puro basquet con “Space Jam” (1996) y nadie puede olvidar a la infartante Jessica Rabbit en el excelente trabajo de Robert Zemeckis, “¿Quién engañó a Roger Rabbit?” (1988). Pero apenas empiecen a correr las escenas de esta nueva experiencia de ver a Tom y Jerry en pantalla grande, nos daremos cuenta que los creativos no tuvieron en cuenta ninguno de los ejemplos citados, y que esta nueva producción naufraga en un cúmulo de errores, todos los que una película de animación infantil podría tener. En primer lugar, porque en los últimos años no solamente el imperio Disney sino todas las compañías de animación han logrado tal nivel de detalle, de trabajo en su paleta de colores y sobre todo en los fondos y los escenarios, que esta nueva esta versión de “TOM Y JERRY” queda, a nivel animación, como apenas un borrador hecho a las apuradas, bocetos de principiantes. Pero además, como ya ha sucedido con otros engendros que han tratado de llevar a la pantalla grande a personajes de animación y reactualizarlos (“Don Gato y su pandilla” o “El pájaro Loco” son sólo dos de los tantos ejemplos), el guion no tiene ni la más mínima vinculación ni con los personajes en sí mismos, ni con su esencia. En este caso particular, Tom y Jerry podrían estar o no estar en la película, o ser reemplazados por cualquier otra pareja animada que la historia –si es que podemos denominarla de esta forma-, sucedería absolutamente de la misma manera sin sus intervenciones, que por cierto son esporádicas y sin ninguna gracia. El guion firmado por Kevin Costello al que se suma la tibia dirección de Tim Story -acumulando una vez más otro trabajo que suma a su carrera, sin la mínima marca de autor-, no tiene la empatía para captar la atención del público infantil (más allá de que en su segmento final muestra una atractiva boda que visualmente puede resultarles impactante) y es ofensivamente básica para tentar al público adulto, con lo cual no se entiende para qué público fue pensada, porque demás está decir, tampoco funciona como típico entretenimiento familiar. Una actriz con trabajos interesante como Chloë Grace Moretz junto a Michael Peña, lucen completamente incómodos, sin dirección ni marcación, lidiando con estos personajes animados que tampoco tienen ningún sentido dentro de la trama, que además se estira innecesariamente a lo largo de más de 100 minutos, que no es en absoluto una duración recomendable para el público más menudo, a los que aparentemente va dirigida esta nueva incursión del gato y el ratón en la pantalla grande Algunos toques de actualidad están a cargo de la banda sonora que incluye ritmos urbanos como el hip hop y el reggaetón, pero por más que aa través de la música pretendan aggionar y trasponer al hoy estos personajes nacidos hace más de ochenta años, ninguno de los elementos que se ponen a disposición, dan cuenta del espíritu que tienen estos entrañables personajes y hacen pensar a lo largo de toda la película, que tanto Tom como Jerry se merecían algo mucho más decente para su regreso a la pantalla grande. Un regreso sin gloria, fallido e incompresible, en un producto del que no puede rescatarse prácticamente nada positivo, inclusive podría ser usado por los padres como castigo infalible: “pórtate bien o te hago ver de nuevo a Tom y Jerry en la versión 2021”. POR QUE NO: » Regreso sin gloria, fallido e incompresible «
El estreno de “AKELARRE” el nuevo film de Pablo Agüero (“Eva no duerme” y el cortometraje “Primera Nieve”, entre otros trabajos) presenta dos particularidades que, a priori, logran llamar la atención y que el estreno tenga sus propios atractivos. En primer lugar, porque en la última ceremonia de los Goya, ha conseguido nueve nominaciones que la han llevado a alzarse con cinco de los premios por los que competía (Vestuario, Efectos Especiales, Maquillaje, Dirección Artística y Música Original). Por otra parte, porque se estrena simultáneamente dentro del ciclo “Jueves Estreno” de la plataforma www.cine.ar/play, se la podrá disfrutar dentro de la programación de la reapertura del cine Gaumont y para los amantes del cine en casa, ya se encuentra disponible entre las propuestas de Netflix. Agüero vuelve a retomar un tema muy transitado por el cine, el teatro y la literatura como es la caza de brujas que, de una manera u otra, ha estado presente en el cine infantil como las creadas por Road Dahl (con una reciente adaptación protagonizada por Ann Hathaway que reversiona aquella de Anjélica Huston) y que abarca desde los clásicos como “Las Brujas de Salem” hasta versiones más modernas y sugestivas como “La Bruja” (2015) de Robert Eggers. En este caso, nos transportamos a una historia de caza de brujas en el País Vasco en pleno inicio del siglo XVII donde Ana participa en el bosque de una fiesta nocturna con varias de sus amigas. Apenas amanezca, el propio juez Rostegui (Alex Brendemühl), haciendo abuso de poder, procede a arrestar y acusar de brujería a este grupo de jóvenes mujeres que, a simple vista, parecieran absolutamente inocentes. Pero los bailes, las danzas que las jóvenes han realizado en el bosque resultan sumamente perturbadores para Rostegui, sobre todo cuando también las han escuchado cantar en euskera, situaciones que son comprendidas como extrañas formas de invocar al Diablo. El punto de vista más interesante que aparece en la detallista puesta de Agüero es que la historia puede leerse en dos dimensiones. Hay una primera lectura en donde se habla de los abusos, las persecuciones y la estigmatización que sufrían aquellas personas que de acuerdo a la mirada de la época eran acusadas de incitar a la brujería o tener comportamientos reñidos con las traiciones y la moral de la época, y una mucho más rica, y más subyacente, que da una nueva dimensión a la historia y que permite que dialogue abiertamente con el presente. Así, este grupo de jóvenes perseguidas injustamente, abusadas y sin libertad que son violentamente manipuladas para que confiesen las cosas que fueron descubriendo en ese supuesto aquelarre que realizaron invocando al Diablo, permite trazar paralelos con la lucha contra el patriarcado y la opresión, sobre la libertad de los cuerpos y sobre el empoderamiento y la sororidad femenina, conceptos que aparecen en forma permanente en la agenda de nuestra sociedad y que hacen que la propuesta de Agüero se encuadre directamente en una metáfora de la lucha feminista, entre tantas otras posibles lecturas. Desde el guion y la dirección la forma en que se construye la historia -que podría haber estado más apegada al género fantástico o de terror-, elige, sin embargo y tal como había sucedido con la película de Eggers, la creación de climas, sensaciones en el ambiente y una asfixiante tensión, sin necesidad de apelar a la parafernalia de los efectos especiales. Y el relato gana fuerza, sobre todo por la exquisita dirección de arte de Mikel Serrano que nos transporta a la época y nos sumerge en ese ambiente en donde los pequeños detalles van construyendo la esencia y el espíritu que sobrevuela durante toda la película. Obviamente el equipo con el que cuenta Agüero en el grupo de “brujas”, es de excelencia: Garazi Urkola como Katalin, Irati Saez de Urabain como Olaia, Jone Laspiur como Maider, Lorea Ibarra como Oneka, Yune Nogueiras como María y principalmente la líder del grupo, Ana, con una impactante Amaia Aberasturi. “AKELARRE” –con una importante carrera internacional desde su presentación en el festival de San Sebastián- encuentra una nueva forma de poder hablar sobre la represión, la intolerancia a las diferencias, la violencia de género y la construcción de nuevos paradigmas, tomando como punto de apoyo un hecho histórico tan importante como la persecución religiosa y la caza de brujas. Hechos, que se han ido repitiendo sistemáticamente a lo largo de la historia, y que en diferentes formas, encuentran también un eco en la actualidad con movimientos radicales en donde prima la discriminación, la exclusión y la marginalidad, y aparece fundamentalmente, la falta de libertad para sentir y pensar, para decidir sin ataduras. POR QUE SI: «Dialoga abiertamente con el presente»