“Nosotras también estuvimos” de Federico Strifezzo. Crítica Iluminadas por el fuego Marcelo Cafferata Hace 4 horas 0 18 Muchos trabajos de ficción trajeron a la pantalla grande el tema de la guerra de las Malvinas como por ejemplo, “Los chicos de la Guerra” (Bebe Kamin, 1984), “Iluminados por el fuego” (Tristán Bauer, 2005) o “Soldado argentino sólo conocido por Dios” (Rodrigo Fernández Engler, 2016) que abordaron en diferentes décadas y con diferentes estilos, una tema que todavía sigue siendo una herida abierta dentro de nuestra historia reciente. Hubieron también trabajos documentales como “Hundan al Belgrano” (Federico Urioste, 1996), “1982” (Lucas Gallo, 2019) “Buenas noches, Malvinas” (Ana Fraile/Lucas Scavino, 2020) y otros que plantearon ciertos riesgos como “Fuckland” (José Luis Márques, 2000) filmada dentro de los cánones del Dogma o la brillante “Teatro de Guerra” (Lola Arias, 2018) donde el paso del tiempo se expresa en el encuentro de soldados de ambos bandos, reviviendo experiencias reveladoras en función a una puesta teatral que giró alrededor del mundo. Como podemos ver, el conflicto de Malvinas encontró un intenso eco dentro de la pantalla nacional pero es sumamente curioso el hecho de que jamás se haya hablado en ninguna de ellas (o al menos no desde un rol preponderante) sobre la participación que tuvieron las mujeres, también presentes en el conflicto y cuyo trabajo ha sido sumamente importante. Desde ese lugar, el trabajo de Federico Strifezzo en “NOSOTRAS TAMBIEN ESTUVIMOS” permite visibilizar, casi cuatro décadas después, el trabajo silencioso de un grupo de catorce enfermeras que, en el Hospital Móvil de Comodoro Rivadavia, asistieron a los cientos de soldados que resultaron heridos en pleno conflicto cumpliendo con una tarea absolutamente imprescindible. Strifezzo a través del testimonio de tres de ellas, pone en valor y en cierto modo homenajea al trabajo realizado por todo el equipo en medio del caos de la guerra. Alicia Reynoso (nacida en Entre Ríos), la cordobesa Stella Maris Morales y Ana Masitto, la bonaerense del equipo, vuelven al lugar de los hechos para poder contar por primera vez sus propias historias en primera persona. Volver a recorrer esos lugar que generan los recuerdos más duros y dolorosos, encontrar algunas cosas que parecen haber quedado detenidas en el tiempo y comenzar a permitirse poner en juego todos sus sentimientos y sus vivencias en ese lugar, son indudablemente la fuerza con la que cuenta Strifezzo para la construcción de su documental que valientemente viene a mostrar un trabajo por demás silenciado. En un momento donde el rol de la mujer sigue siendo cada vez más valorizado en múltiples ámbitos, “NOSOTRAS TAMBIEN ESTUVIMOS” ya desde su título convoca fuertemente a una toma de posición y una mirada completamente diferente del conflicto que siempre pone su eje exclusivamente en los soldados y en el campo de batalla. Sin apelar al típico formato de lo discursivo, sin intervención de la voz en off o del relato con una mirada exterior, a partir de diferentes recortes de revistas y documentos de la época, la cámara nos presenta a nuestras tres heroínas, cuyo trabajo no ha sido voluntario sino que desde la Fuerza Aérea fueron literalmente enviadas a la guerra. La cámara de Strifezzo las irá siguiendo, guardando una prudencial distancia, no solamente para darles un lugar absolutamente protagónico sino también para permitir que fluya, espontáneamente, toda la emocionalidad y las sensaciones que se desprenden de revivir los acontecimientos y de poder construir un espacio de intimidad, en donde comience a aparecer lo conmovedor y lo confesional. Acompañamos en este viaje en el tiempo que significa para estas gladiadoras un encuentro emotivo con ese pasado, con quienes fueron y con la importante tarea que desarrollaron. Es un volver a vibrar en esa geografía inhóspita, el regreso a las trincheras y a los recuerdos que aparecen inmediatamente, ya sea desde un lugar encontrado, un objeto que aparece allí o de un ruido tan típico que las transporta inmediatamente a casi cuarenta años atrás.
Fallida transposición en donde no se termina de consolidar la clave del relato, la mirada de una niña que busca entender más allá que las explicaciones llegan con palabras difíciles. Los intérpretes hacen lo que pueden con una historias plagada de lugares comunes y una dirección poco clara.
Siempre en la temporada de premios y en el circuito de Festivales, aparece entre el pelotón de las grandes nominadas, esa película de las llamadas indies –sin abrir todavía el caluroso debate sobre qué debe ser considerado como un cine verdaderamente independiente- que, ya sea por su temática, por su mirada del mundo contemporáneo, por sus protagonistas, por su enfoque o por todas esas cosas al mismo tiempo, logra de alguna forma sorprendernos y mover nuestra mirada hacia algo diferente. “NOMADLAND” no escapa afortunadamente a esa regla y sorprende con algunas cuantas herramientas nobles esparcidas en un relato que desnuda la otra cara del sueño americano, sin concesiones facilistas y apelando a la nobleza y a los sentimientos. Muchos pondrán el acento en sus golpes de efecto –que por supuesto los tiene- mientras que otros valorarán la búsqueda de la directora por lograr ese híbrido entre documental y ficción, sabiendo borrar delicadamente el límite entre ambas zonas del relato, que es lo que hace crecer el interés al entremezclarse en un mismo plano, ficción y realidad. Algunos pensarán que es una mirada absolutamente oscarizable sobre este tema y otros pensarán que su realizadora, Chloé Zhao, en éste, su tercer largometraje, logró finalmente con una mayor precisión que en sus anteriores, pintar esa contracara de la sociedad americana, a través de un territorio indómito, olvidado, escondido, como se suele disimular lo avergonzante, lo que no se quiere mostrar, lo que se pretende ocultar e invisibilizar. Jessica Bruder, periodista e investigadora, ha escrito el libro en el que se basa el guion de “NOMADLAND”, para lo que ha atravesado Estados Unidos de costa a costa, y viajó de México a Canadá, para descubrir la realidad de aquellos que se vieron forzados a abandonar sus viviendas y salir en una casa rodante a viajar de un punto a otro del país, buscando trabajo y tratando de lograr alguna mínima estabilidad dentro de una economía sumamente vulnerable y precarizada. Ciudades completamente devastadas por las crisis financieras, economías locales con empresas que son el eje principal para el funcionamiento de algunos pueblos que se transforman en poblaciones fantasmas luego de sus quiebras, familias ahogadas por las hipotecas imposibles de solventar en plena crisis (situación mostrada excelentemente en “Inside Job”, el trabajo documental de Charles Ferguson) son algunos de los factores que empujan a la ruta a cientos de personas que han quedado completamente excluidas y por fuera de toda formalidad de pertenencia al sistema. Zhao adapta el libro de Bruder, nutrido de las vivencias con los verdaderos protagonistas, y logra equilibrar el registro documental de quienes han encontrado en la ruta y en este road trip constante, un nuevo estilo de vida y al mismo tiempo, pensar como una nueva elección de vida a este nuevo camino, una vez superada esa profunda resignación inicial que parece sobrevolar la historia de la protagonista. Es así como “NOMADLAND” va siguiendo el derrotero personal de Fern (nuevamente Frances McDormand en una composición exacta, aún con algunos de sus tics personales que le sientan tan bien a su personaje) y registrando todos los cambios por los que irá atravesando el personaje. Una experiencia emocional para un viaje que aparenta no tener rumbo pero que, en definitiva, no es más que la tan ansiada búsqueda del lugar en el mundo que todos, de una forma u otra, transitamos en el intento de encontrar(nos) y darle un sentido a nuestra historia personal. La ruta cobra varios sentidos, desde un camino de tránsito y de pasaje, hasta el más tradicional enfoque de un viaje, a lo que se le suma este estilo de vida de no quedarse atado a ninguna geografía. La ruta es al mismo tiempo aprendizaje, desafío y crecimiento. Un espacio que permite múltiples lecturas, un lugar de encuentros, de poder abrirse a experiencias nuevas, de modelarse una y otra vez de acuerdo a cada circunstancia del camino/proceso y comenzar a sentir el desapego como un nuevo concepto, prescindiendo de la superficialidad material para encontrar una idea mucho más profunda e inspiradora, que tanto Zhao como McDormand izan como una bandera a total contrapelo del status quo y del sistema imperante. Así aparecerá en una de las escenas más potentes de la película el significado de esa casa rodante cuando para los mecánicos de un taller no deja de ser un vehículo al que hay que invertirle una buena suma de dinero para los arreglos y Fern lo defiende porque ese es su hogar, con todo lo que esa palabra significa. Zhao se suma al equipo de cineastas que trata de mostrar el lado “B” de ciertas realidades que el cine suele edulcorar (otro caso similar es el notable trabajo de Sean Baker en “The Florida Proyect” con la dolorosa contracara de Orlando y sus parques de ensueño) y va construyendo una historia inspiradora con algunas luces de esperanza en este nuevo acompañamiento a sus personajes. De esta manera, logra convertirse con dignas herramientas en una de las fuertes candidatas al Oscar de este año, con un total de seis nominaciones en los rubros más importantes (Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Actriz, Mejor Guion Adaptado, Mejor Montaje y Mejor Fotografía) y que ha arrasado con cuatro premios BAFTA y dos Globos de Oro. Apoyada en una potente y deslumbrante fotografía a cargo de Joshua James Richard (colaborador de Zhao en sus dos trabajos anteriores) y en otro impecable trabajo de Frances McDormand que además logra una hermosa química con el personaje de David Strathairn (con grandes trabajos en el cine de John Sayles y nominado al Oscar por su trabajo en “Buenas Noches, Buena Suerte” de George Clooney), “NOMADLAND” logra otro gran impacto a través de los testimonios reales, con Linda May a la cabeza de un enorme grupo de personajes que se retratan a sí mismos y nos enseñan, sin quererlo, una nueva lección de vida. POR QUE SI: » Zhao adapta el libro de Bruder, nutrido de las vivencias con los verdaderos protagonistas, y logra equilibrar el registro documental de quienes han encontrado en la ruta y en este road trip constante, un nuevo estilo de vida «
Tomás Lipgot, en su filmografía inscripta totalmente dentro del género documental (de los que podemos mencionar, entre otros, a “Fortalezas”, “Moacir” “Vergüenza y Respeto” o “Viva el palíndromo!”), ha demostrado tener un ojo virtuoso para encontrar personajes atractivos y con carisma, que generen un particular interés en el espectador: quizás uno de los mayores méritos que pueden presentarse a la hora de construir un trabajo de no ficción. De esta manera hemos acompañado los recorridos que Lipgot propone y nos ha presentado tanto a un grupo de amantes de formar frases lo más largas posibles que puedan leerse tanto “del derecho” como “del revés”, los testimonios de quienes se encuentran en situación de encierro ya sea en la cárcel o en internaciones en instituciones psiquiátricas, retratarnos a un artista sin formación musical formal pero con un prodigioso talento para el canto o recorrer las diferentes generaciones atravesadas por los rituales y las costumbres ancestrales marcadas en una familia gitana del conurbano bonaerense. En su nuevo trabajo, “EL UNIVERSO DE CLARITA”, que fue presentado como película de apertura de la sección BAFICITO en el último Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, su cámara pone en el centro de la escena a Clara Micheletti –Clarita-, una niña de catorce años con marcadas inquietudes intelectuales, incluso desde muy temprana edad, por todo lo vinculado con las ciencias pero muy particularmente apasionada por la astronomía. Ya desde chiquita Clarita sueña con ser astronauta, habla de las estrellas, y construye su mundo de cometas, asteroides, planetas, constelaciones y telescopios. Fanática incansable asistiendo a cuánto taller apareciera por su camino, se nutre de experimentos, libros, charlas y todo lo que tenga que ver con la astronomía para seguir creciendo y conociendo más y más del infinito mundo cósmico. Sus maestros en los talleres de astronomía, Sofía y Yayo, saben de su pasión y sus conocimientos, de su compromiso y su espíritu de superación, y es por eso que la eligen para una experiencia vivencial única: desde su Rosario natal emprenderán un viaje a través de diferentes puntos del país relacionados con la astronomía. Un camino lleno de instancias de aprendizaje y posibilidades de experimentación que amplíen su mirada y los saberes que fue modelando a través de los talleres del “Proyecto Miradas”, para lanzarse a un recorrido que la apasiona desde el primer momento. En su cuaderno astronómico –uno de sus primeros regalos en este viaje- irá registrando todos los acontecimientos, desde lo vivido en los observatorios de Chaco, San Juan o La Plata, hasta sus charlas con expertos en diversos temas relacionados con el polvo estelar, las Supernovas, satélites y hasta habrá lugar para poder generar un espacio de reflexión y respeto de posiciones a esa eterna disputa entre la postura religiosa y la postura científica frente al Big Bang y el misterio del principio del Universo. Lipgot entraba un diálogo directo con su trabajo anterior sobre el mundo de los palíndromos y le imprime a “EL UNIVERSO DE CLARITA” el mismo estilo lúdico y naíf, permitiéndose jugar no sólo con la protagonista sino con el resto de los miembros de su familia, desacartonando el rol de los profes, alejándolos lo más posible de una mirada enciclopedista –aunque por momentos no se puede evitar el hecho de que aparezcan gran cantidad de datos con formato de manual de escuela media- y generando un espacio para la magia visual en donde le permite a Clara hasta interactuar con Georges Méliès y su icónica luna que ya data de principios del siglo pasado. Este viaje también será un transporte a las culturas originarias y a conocer más sobre la concepción del tiempo y del espacio, sobre la forma en que cada una de las otras culturas que nos antecedieron en el tiempo, miraron al cielo e interpretaron ese mapa estelar de diferentes maneras y con diversos fines. Lo que va impulsando cada tramo del documental es la inagotable curiosidad de Clarita para abordar cada nuevo tema y cada nueva experiencia, sin que en algunos momentos como espectadores pueda aparecer la pregunta sobre quiénes son los verdaderos destinatarios a los que apunta este trabajo. Más allá de su impecable factura técnica, de la destreza de Lipgot para ir enhebrando las experiencias de los viajeros en cada uno de los tramos, el formato y el estilo con el que se trabaja el material parece ser más acorde a un formato televisivo o de un video de divulgación de ciencias en una materia del colegio secundario que de un trabajo destinado a la pantalla grande, sin que esto de ninguna manera quite mérito al valor del producto, pero que se sienta, en varios tramos, que falta “algo” para poder redondear un producto de corte más cinematográfico. Vale la pena rescatar fundamentalmente de “EL UNIVERSO DE CLARITA” que frente a un mundo en el que los adolescentes parecen completamente faltos de motivaciones, en donde todo pasa por los designios de la playstation y las pantallas a las que viven conectados, aparece un espacio para el deseo, para los sueños, para apasionarse y para sumergirse en la búsqueda del conocimiento que nos hace crecer. Otro plus –que no es poco- son las bellas imágenes que construye Javier Pistani a cargo de la fotografía del filme y que nos regala la mágica experiencia de ver un fenómeno que ocurre aproximadamente cada 200 años: un magnético eclipse solar en la localidad de Bella Vista, provincia de San Juan que es pura seducción y asombro visual. POR QUE SI: » Lo que va impulsando cada tramo del documental es la inagotable curiosidad de Clarita para abordar cada nuevo tema y cada nueva experiencia «
Dentro de la producción de documentales, aparece, casi como una especie de subgénero en sí mismo, el de la historia familiar reconstruida por el propio director: a partir de recuerdos, fotografías, filmaciones caseras y otros elementos, construyen un relato enmarcado dentro del entorno familiar. Muchos de ellos no hacen más que una básica exploración sobre su historia personal –una catarsis íntima sobre situaciones sucedidas-, sin que ello signifique que puedan encontrar un material verdaderamente rico para una construcción cinematográfica: no cualquier historia sobre el entramado familiar puede dar lugar a un tema que trascienda el mero relato y refleje una temática más totalizadora. En “RAFA, SU PAPA y YO” Sebastián Muro, recorre justamente ese camino, yendo de lo particular a lo general. Inicia el recorrido con una experiencia totalmente personal, filmando a su padre para un trabajo práctico que debía presentar en la Facultad, y a partir de allí aparecen diferentes temas que se van entramando con la historia familiar y que sirven de vehículo para explorar las posibles construcciones de la figura paterna, que inclusive se repite, casi calcado, a través de las generaciones. Cuando Sebastián era niño, su padre estuvo casi una década completamente alejado de él trabajando dentro de la organización de eventos y el área de entretenimientos en un resort en el exterior, del que no regresó por voluntad propia sino por un conflicto laboral que causó su despido y lo trajo nuevamente a Buenos Aires. Como dice el refrán popular “el zorro pierde el pelo pero no las mañas” y Rafa sigue teniendo, a pesar de haber pasado muchos años, ese perfil de dandy, de un seductor bon vivant que sigue desplegando su encanto frente a la cámara para contar abiertamente anécdotas de su vida, aventuras y relatos de juventud con lo que Sebastián va enhebrando sutilmente otro relato. Un relato de abandono que como un juego de espejos, es también el abandono que ha sufrido Rafa con su propio padre, quien en un momento dado, emigra al exterior con su nueva esposa y pierde total contacto con sus hijos y del que sólo tendrán información a través de un libro de memorias que publica con su nueva pareja, señalándolos incluso angustiosamente como sus “errores anteriores”. Así como el abuelo del director inició en un momento una nueva vida, también vemos que en el presente, Rafa también ha tenido una segunda oportunidad, con un nuevo matrimonio y sus hijas (hermanas del director) en donde también se lo muestra con un estilo de paternidad diferente, mucho más presente y conectado con ellas, con un vínculo más protector y amoroso. Si bien en algún momento Rafa se propuso fehacientemente no ser como su padre sino “ser un buen padre” (sic), Sebastián Muro toma este punto para poder preguntarse sobre el hecho de qué es ser un buen padre y asimismo poder hablar sobre los diversas formas de paternidad (por momentos Rafa sigue intentando romper el hielo con una mirada cómplice y cargada de lo sexual para vincularse con su hijo, mientras que con sus hijas parece ser un padre diferente), las marcas del abandono, el amor y el desamor y los rastros que dejan las intermitencias entre presencia y ausencia, y como ha impactado todo esto en el rol de las mujeres de la familia, quienes han quedado marcadas por la “desaparición” y por el hecho de tener que cumplir con su rol de madres a solas. “RAFA, SU PADRE y YO” termina recorriendo el camino propuesto, para dar testimonio de las heridas por las ausencias, de ese tiempo pasado que es imposible de recuperar, del intento de no repetir esos patrones dolorosos que han quedado instalados en el seno familiar, de poder sacar lo silenciado a la luz y de seguir en la búsqueda de esas instancias de reencuentro, para sanar las heridas del pasado, en caso que todo esto fuese posible.
“Freaky” de Christopher Landon. Crítica. Hay un asesino en mi cuerpo Marcelo Cafferata Hace 2 horas 0 3 Dentro del terreno de la comedia, el recurso del cambio de cuerpo ha sido utilizado en reiteradas ocasiones, siempre obteniendo muy buenos resultados. Así por ejemplo Tom Hanks transitaba otra edad diferente en “Quisiera ser grande”, hubo varias versiones del gran éxito de Disney donde madre e hija intercambian roles en “Freaky Friday” (desde Jodie Foster a Jamie Lee Curtis), Mel Gibson se sintió parte del universo femenino en “Lo que ellas quieren” y Steve Martin junto a Lily Tomlin jugaron en plenos `80 con el cambio de sexo en “Hay una chica en mi cuerpo”. En este caso lo que llama poderosamente la atención es que el logrado truco de cambio de roles y de sentirse en el cuerpo de otro trasciende de género cinematográfico y ahora el intercambio es entre un asesino serial y su víctima. Aparece entonces livianamente surcando la historia el tono de comedia pero la propuesta lúdica del intercambio, se produce entonces dentro de otro género, el del terror que bordea –inclusive- momentos de slasher y hasta gore. El director Christopher Landon es un amplio conocedor del género y ya había estado detrás de las cámaras en las dos entregas de “Feliz día de tu muerte” más, entre otras, “Zombie Camp”, por lo tanto cuenta con la pericia para generar en “FREAKY” una mezcla perfecta entre comedia de enredos y cine de terror cuando una chica débil, Millie, que en su colegio secundario es víctima de bulling permanente por parte de sus compañeros, se mete en el cuerpo de un peligroso asesino serial que la policía está buscando desde hace ya largo tiempo, conocido como “El carnicero de Blissfield”. Por efectos de una daga ancestral y mística, se producirá ese efecto cuando el asesino intente acercarse a su víctima a causa de ese “hechizo” se intercambiarán sus cuerpos teniendo solamente 24 horas como para revertir esta situación y volver cada uno a su situación original o quedarán atrapados en el cuerpo del otro para siempre. Sin perder el tono de comedia y alguna que otra situación desopilante respecto del intercambio (sobre todo el asesino serial a cargo de Vince Vaughn interpretando ese rol pero con la presencia de una tímida joven dentro de su cuerpo), Landon logra equilibrar perfectamente esos tintes divertidos con las crueles escenas típicas del cine de terror -al que inclusive se rinde un marcado homenaje parafraseando a Martes 13- con sus jóvenes víctimas muriendo de las maneras más crueles y explícitas entre las que ganchos, amoladoras, estacas, afiladísimos cuchillos y otras herramientas harán lo propio para la delicia de los seguidores de las sagas más sangrientas. Sin sobrecargarlo demasiado, el guion del propio Landon junto a Michael Kennedy, conserva el eje de la historia mientras se permite hacer varios guiños cómplices al cine de terror de los ochenta y los noventa y avanzar en la trama dejando pequeños homenajes y marcas para los amantes del género que disfrutaran de todos esos “adicionales”. No hay dudas que uno de los puntos fuertes de “FREAKY: este cuerpo está para matar” que hacen que la propuesta avance firme y atrape al espectador, no solamente es una idea divertida y bien llevada a cabo, sino que además los dos protagonistas logran mucha credibilidad en pantalla y tanto Kathryn Newton como Millie –con un gran cambio en su manejo corporal y su mirada, a partir del desdoblamiento de roles- como Vince Vaughn en el papel del asesino serial que es quien aprovecha los pasos de comedia más efectivos, logran dos trabajos sólidos y efectivos Dentro de la cartelera actual “FREAKY” logra construirse como una propuesta diferente a lo que ofrecen otras películas del género, de forma tal que no solamente resulta un interesante entretenimiento sino que a la vez se luce como un producto sólido y bien pensado. Dirección Montaje Arte y Fotografia Guion Actuación Dentro de la cartelera actual “FREAKY” logra construirse como una propuesta diferente a lo que ofrecen otras películas del género, de forma tal que no solamente resulta un interesante entretenimiento sino que a la vez se luce como un producto sólido y bien pensado.
Después de su paso por el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata 2020, se estrena en los cines el nuevo trabajo de Francisco Márquez, el director de “La larga noche de Francisco Santis” (ganadora del 18º BAFICI) quien vuelve a instalarse en un relato atravesado por lo social y lo político bordeando el cine de género. Tal como sucedía en su trabajo anterior, Márquez vuelve a trabajar sobre un clima de incertidumbre, una construcción particular en donde solamente se van ofreciendo algunas imprecisiones, para que el espectador participe en la construcción de un relato que se irá desdoblando en varias aristas. En el caso de “UN CRIMEN COMUN” la protagonista es Cecilia (Elisa Carricajo a quien vimos en “Las Insoladas”, “Cetáceos”, “La Flor” de Mariano Llinás y ganadora del premio a mejor actriz en el último BAFICI por su trabajo en “Bahía Blanca”), una profesora de sociología de la UBA, separada y con un hijo cuyo mundo interno se fractura completamente a partir de un hecho que, en apariencia simple, termina en una sorpresiva tragedia. Una noche lluviosa, Kevin, el hijo adolescente de su empleada doméstica, llama a la puerta y su insistencia, mezclada con el clima enrarecido de aquella noche, hacen que Cecilia tome la decisión de no dejarlo entrar a la casa, haciendo como que no lo ha escuchado. Al día siguiente, se entera que el cuerpo sin vida de Kevin ha aparecido flotando en el río, suceso en el que queda involucrada Gendarmería. Pero el centro del relato no es precisamente la dudosa muerte del joven y las enigmáticas circunstancias que la rodean (aquí Márquez nuevamente pone el condimento político frente a esta muerte, junto con algunos comentarios dentro de los compañeros de cátedra de Cecilia sobre hechos en la oscura época de la Dictadura que le ocurrieron a su padre) sino el impacto que provoca en la protagonista, poniendo en crisis toda su escala de valores y fundamentalmente, la intromisión de la culpa y el miedo, que la transforman en un ser completamente vulnerable. El juego de causa / consecuencias va diezmando las seguridades con las que Cecilia contaba anteriormente, generando una sensación de efecto dominó que va demoliendo todo ese andamiaje teórico e intelectual sobre el que se sostenía, para dejarla notablemente expuesta frente a su imposibilidad de haber actuado conforme lo que ella misma sostiene en sus clases y en su discurso moral. Márquez sutilmente, sin ningún tipo de subrayados ni marcas dentro de los diálogos –sino por el contrario, sólo dejando que algunos de los detalles que desliza en su puesta hablen por sí solos- pone al descubierto la doble moral y el doble discurso que impera en el personaje, la fractura entre lo que expone y lo que realmente hace. A esto se suma además una clara connotación de la diferencia de clases y los estratos sociales de los personajes desde donde también el guion (del propio Márquez junto a Tomás Downey) permite elaborar otra lectura sobre desigualdades insalvables y reacciones que van más allá de lo racional en un momento de extrema tensión. “UN CRIMEN COMÚN” cuenta con el invaluable protagónico de Elisa Carricajo que transmite a la perfección ese campo minado sobre el que Cecilia transita tanto la sorpresa, como la incertidumbre, el cargo de conciencia, sus debilidades y la forma en que comunica al espectador cada uno de sus estados de ánimo. Carricajo entrega una nueva composición que requiere de una entrega absoluta frente a la cámara, y lo cumple con creces. Simbólicamente ese parque de diversiones donde inicia la película desde el punto de vista subjetivo de un carrito de tren fantasma, es uno de los elementos con los que cuenta el espectador para armar este rompecabezas de sensaciones encontradas que empiezan a habitar en Cecilia, que se sumergen en un terreno oscuro, incierto y donde el miedo a lo sorpresivo lo domina todo. Para cuando regrese al punto de partida, en ese parque de diversiones, será otro juego el que represente el cúmulo de sensaciones atravesadas en ese tiempo. Ella ya es otra Cecilia, desde todo punto de vista. POR QUE SI: » Elisa Carricajo transmite a la perfección ese campo minado sobre el que Cecilia transita tanto la sorpresa, como la incertidumbre «
Los trabajos de Mayra Bottero dentro de la industria audiovisual la encontraron como productora de títulos como “El Espanto”, la reciente “Memoria Fotográfica” y “La lluvia también es no verte”, de la que también fue directora. La madurez que pudo transmitir a lo largo de estos trabajos hace que el estreno de su primera película de ficción, “UNA CASA LEJOS”, despierte mayores expectativas. Graciela (Stella Gallazzi, una actriz de una vasta trayectoria teatral que tiene una excelente oportunidad para lucirse en este protagónico) es una profesora que ya cuenta con la edad suficiente para jubilarse y está atravesando ese momento que, si bien había sido ansiado para poder dar curso a ciertos proyectos que había planificado, ahora que ha llegado, le produce cierta inquietud y se siente invadida por la nostalgia de toda la historia vivida dentro del colegio. Por un lado, es el momento ideal para generar esa nueva vida, tratando de cumplir su sueño de retirarse a una casa rural, esa casa lejos que evoca el título del filme. Pero al mismo tiempo, una conflictiva relación con su padre hace que tenga que seguir muy presente y cerca suyo. El problema con Rodo, su padre (Carlos Rivkin fallecido recientemente, en su último trabajo para el cine), es que le oculta algo que ya se ha enterado inclusive por medio de los vecinos del edificio: mantiene una estrecha relación con una mujer mucho más joven que él, Sabrina (Valeria Correa –una de las actrices del grupo teatral Piel de Lava-), que alberga en su propio departamento. Esta situación irrita a Graciela ya que no logra saber si la joven saca provecho económico de su padre, tampoco conoce el verdadero vínculo que hay entre ellos y no puede precisar cuánta verdad hay en todo lo que dicen los vecinos del consorcio respecto de esa relación: y todo se complicará más aún cuando Graciela descubra que Sabrina está embarazada. Bottero, a través de un guion en apariencia simple y de estructura clásica, prescinde de cualquier artificio y entreteje hábilmente una historia de vínculos que se trazan a partir de las diferentes necesidades internas de cada uno de los personajes, con el común denominador de la soledad que los atraviesa, y la dirección que cada uno de ellos quiere darle a sus vidas. Los detalles de la historia se van develando poco a poco y al atractivo natural de una historia muy bien contada, se suma el enfoque que tiene Bottero hacia temas que no son frecuentemente tratados en el cine nacional. Así aparecen, entre otros, el vacío emocional a la hora de jubilarse, las decisiones que toma un hombre mayor muy opuestas a las que su hija desea y a lo que está socialmente esperado -otorgándole un infrecuente protagonismo dentro de la trama-, el hecho de que los hijos comiencen a hacerse cargo de sus padres y el enfoque de las vivencias de una madre soltera que vive completamente al margen del sistema, prácticamente en situación de calle. En “UNA CASA LEJOS” los personajes atravesarán momentos de toma de decisiones y la emocionalidad con la que se mueven, es mérito de un guion que evade los golpes bajos y los estereotipos y que se permite presentar las situaciones con el tiempo suficiente para que cada uno de los personajes vaya recorriendo un arco dramático que atrape e incluya en el proceso al propio espectador. Justamente en esas decisiones se pondrán en juego temáticas como la maternidad, el dinero, los límites morales, la vocación de solidaridad, la mirada (prejuiciosa) del afuera y fundamentalmente, la construcción de una idea de familia. El mérito de la pluma de Bottero y su ojo detrás de la cámara es que todo suceda con total espontaneidad y sin ningún tipo de sentencia ni juzgamiento de su parte, sólo expresando lo que surge naturalmente de cada personaje. Graciela hará un atravesamiento sumamente particular a medida que vayan descubra ciertos detalles de la relación de su padre con Sabrina, y sobre todo lo que esa joven despierte al poder mirarla de una forma completamente diferente a lo que manifestaban las primeras apariencias, cuando pueda correr el velo del prejuicio. Sutilmente, veremos cómo Graciela modifica no sólo su actitud, sino como va poniendo en acto su nueva mirada frente a lo que transita, y es precisamente ahí cuando Bottero aprovecha para dar un giro y comenzar a hablar(nos) de segundas oportunidades. Una mujer amarga y completamente en crisis con su padre y con su momento particular de fin de su camino laboral, un hombre que frente a los últimos momentos de su vida encuentra un proyecto y un motivo de impulso en ese vínculo con una desconocida y una nueva vida que trae Sabrina consigo frente a tanta marginalidad y la exclusión, forman un triángulo que en apariencia vive situaciones extremas y dramáticas pero el acento está puesto en la luminosidad y lo que Bottero rescata con una mirada de resiliencia que se abre frente a lo nuevo. “UNA CASA LEJOS” cuenta además con un exquisito trío protagónico en el que Stella Gallazzi puede transitar diversas emociones y diferentes climas, del enojo a la esperanza, de la frustración a la emoción y es impactante ver cómo frente a nuestros ojos, Graciela se va modelando, va modificando su actitud y somos testigos de su cambio. La despedida de Rivkin de la pantalla grande es un trabajo lleno de fuerza, con momentos de picardía y con una gran presencia, acompañado por la química cómplice que genera con Valeria Correa y su Sabrina llena de rebeldía, de vulnerabilidad y de carencias. POR QUE SI: “A través de un guion en apariencia simple y de estructura clásica, prescinde de cualquier artificio y entreteje hábilmente una historia de vínculos que se trazan”
El cuento de Carlo Collodi vuelve a hacerse presente con una nueva adaptación cinematográfica, que fundamentalmente cuenta con la difícil tarea de encontrar una lectura diferente a este cuento clásico que ya tiene una marcada impronta de la versión de los Estudios Disney de 1940, cuyos personajes animados forman parte del imaginario colectivo. Esta nueva versión está a cargo de Matteo Garrone, un director que supo estar presente en el Festival de Cannes con sus trabajos “Reality” “Dogman” o aclamado por la crítica por su trabajo en “Gomorra”, en los cuales exploró ambientes y personajes marginales con una fuerte carga de violencia y oscuridad. Desde ese lado, sorprende que tome este desafío de modelar a este clásico pero sin embargo, también sabemos que Garrone cuenta, entre sus antecedentes, con la inmersión en el terreno de la fantasía con su realización de “El cuento de los Cuentos” (2015). Para abordar este nuevo “PINOCCHIO” debemos tener en cuenta diferentes características que aparecen en su lectura total: por un lado vemos grandes aciertos pero, por otro, hay decisiones de la puesta que desentonan completamente con la idea general de la adaptación. Entre los puntos destacables puede mencionarse que la totalidad de los rubros técnicos presentan un nivel de excelencia y han sido justamente, los que han permitido que esta producción se alzara con cinco David De Donatello –el premio más importante de la industria italiana- al mejor Maquillaje, Diseño de Producción, Vestuario, Peluquería y Efectos Visuales. Pero uno de los principales tropiezos reside en la falta de claridad sobre el público al que va dirigida la propuesta, sobre qué destinatario está construido el filme de Garrone. En un primer acercamiento, no tiene absolutamente ningún atractivo para el público infantil: ni su ritmo narrativo, ni la construcción de los personajes, ni la paleta de colores utilizada, ni el sombrío diseño de arte hacen que el producto luzca destinado como una propuesta infantil. Por otra parte, tampoco llega a ser una película que podría elegir el público adulto ya que no propone una alegoría o una metáfora basada en el cuento, sino que se ajusta exactamente al clásico de Collodi. Es decir, narra las peripecias por las que atraviesa el personaje de Pinocchio al haber desobedecido las reglas y sobre todo, por “traicionar” al personaje del Grillo que juega como consejero y que, en ciertas otras versiones, se había presentado más fuertemente como la voz de la conciencia. Garrone elige por momentos subrayar una estética de lo desagradable, muy cercana a poner el acento en lo freak, que si bien permite el lucimiento de una propuesta diferente, queda demasiado poco amigable para el público más menudo. Lo mismo sucede con el excelente trabajo de maquillaje que no apunta en ningún momento a congraciarse con los más pequeños de la familia sino que, por el contrario, acentúa lo grotesco y el costado más incómodo de cada personaje. De alguna forma, este halo de marginalidad y de pobreza que sobrevuelan al Zorro, al Gato y al propio Gepetto junto con el ambiente de circo en general -que no se lo muestra como un espectáculo visualmente imponente, sino que por el contrario se construye desde colores opacos y en la gama de los grises-, y que se complementa a su vez con la falta de brillo del Hada Madrina a quien se la muestra sumida en una tristeza y añoranza por la infancia perdida, es la marca que deja Garrone, vinculándolos con los personajes de sus otros trabajos de ficción. En Collodi está muy presente la avaricia como mecanismo de pulsión, el poder, las situaciones de abuso y los caminos por los que lleva la desobediencia y esto genera momentos macabros en los personajes y un mensaje difícil de transmitir a la platea más menuda que sólo puede encontrar algún descanso en algunos momentos más luminosos en el vínculo entre Gepetto (a cargo del siempre exagerado y desbordado Roberto Benigni) y Pinocchio, en una relación padre-hijo que logra momentos de fina sensibilidad. El “PINOCCHIO” de Garrone tiene un increíble despliegue técnico pero los elementos tenebrosos y la exacerbación de lo sombrío, llevados a un extremo que en algunos momentos puede rozar lo desagradable, completa una película que no puede ser ampliamente recomendada al público infantil y que tampoco tiene demasiados atractivos –más allá de su impecable fotografía y los ajustados rubros técnicos- en su nueva mirada de la clásica historia como para impactar en la platea adulta. POR QUE SI: » Increíble despliegue técnico «
Algunas películas cobran mayor sentido a partir de tener en cuenta determinada información que es fundamental para disfrutar mucho mejor de la propuesta. Es relevante entonces saber los acontecimientos que dan origen a “IMPLOSION”, el nuevo trabajo de Javier Van De Couter. En Septiembre de 2004, un hecho sacude completamente a Carmen de Patagones, una cuidad al sur de la provincia de Buenos Aires, al límite con Río Negro. Un adolescente de 15 años ingresa a su colegio secundario, como parte de la rutina cotidiana, saca una pistola y mata a tres de sus compañeros además de herir a otros cinco. Otros trabajos abordaron este tipo de problemáticas entre los que podemos mencionar a “Elephant” de Gus Van Sant (2003), “Tenemos que hablar de Kevin” (Lynne Ramsay, 2011) o el documental de Dennis Villeneuve, “Polytechnique” (2009) pero lo interesante de la propuesta de Van De Couter es que los protagonistas de “IMPLOSION” son dos de los sobrevivientes de la catástrofe: Rodrigo Torres y Pablo Saldías Kloster. Uno de los puntos más interesantes es la facilidad con la que quedan borrados, a priori, los límites de la ficción y los hechos realmente acontecidos de los que los protagonistas no pueden escindirse, víctimas reales de lo sucedido que cargan en sus espaldas –hoy ya con más de 30 años- el stress post traumático provocado por tan impactante acontecimiento que hoy en día sigue generando sentimientos contradictorios y que denotan que aún hay varios cabos sueltos por resolver para cerrar estas heridas. ¿Qué fue de Rafael Solich, quien asesinó a sus compañeros? ¿Dónde vive? ¿En dónde construyó una nueva vida? Estas preguntas disparan el viaje que emprenden Rodrigo y Pablo para dar con su paradero. Rafael ha sido puesto en libertad –dato que es de público conocimiento- y vive con su familia, intentando ocultar su identidad y su historia. Narrada con un formato similar a una road-movie, los protagonistas irán entrecruzándose en el camino, con otros personajes y en forma casi fortuita, en algunos bares, hoteles o fiestas podrán ir sumando datos que les sirvan para trazar el recorrido que los acerque a su objetivo. Un viaje que será una reflexión permanente sobre el pasado, de lidiar con todo lo acontecido y sus marcas y consecuencias, un recorrido que remueve todas las emociones de los personajes Javier Van de Couter (director de “Mia”) cambia completamente de registro y se sumerge en esta historia que borra expresamente los límites ficción / realidad y que además traza las diferencias entre ambos protagonistas, uno de ellos con una necesidad de contar lo ocurrido para ir exorcizando el pasado y otro, más introvertido, al que parece que le cuesta poner en palabras esos sucesos que siguen sobrevolando el presente. El guion, escrito por el propio Van De Couter junto a Anahí Berneri, se torna algo sinuoso y disperso en el centro de la narración. Abre presentando esta propuesta sumamente interesante, pero durante el segundo acto, no logra la cohesión y la fuerza del inicio y comienza un camino más errático, quizás reflejando los propios avances y retrocesos que aparecen en cualquier investigación tanto como las profundas contradicciones que habitan en los personajes / víctimas frente al supuesto encuentro de su victimario, aun partiendo de una información sumamente escasa y comenzando a construir su propio derrotero. Después de este segundo acto impreciso que parece perder el rumbo de la historia, deambulando y con algunos momentos narrativos demasiado episódicos, en el tercer acto retoma con más potencia todavía el eje de la propuesta, en donde superada la reflexión sobrevuelan palabras como “venganza” “destino” o “duelo” y nuevamente atrapa en su reflexión alrededor del trauma. De esta forma “IMPLOSION” después de haber borrado los imprecisos límites de realidad y ficción que la hacen más interesante y de haber acompañado a Pablo y Rodrigo en este camino de atravesamiento de su propia historia, construye un alegato alejado del dolor y mucho más cercano a la renovación, al mudar de piel y reconstruirse desde esas dolorosas cenizas. POR QUE SI: “Historia que borra expresamente los límites ficción / realidad y que además traza las diferencias entre ambos protagonistas”