Cuesta despedirse de Katniss. La exitosa franquicia “Los Juegos del Hambre”, una de las pocas sagas literarias que ha logrado adaptarse en su totalidad en la gran pantalla (después de “Harry Potter” y “Divergente”), ha llegado a su fin en esta segunda parte de “Sinsajo”, tercer y último libro de la creación de la autora Suzanne Collins, quien nos presentó un mundo distópico (con muchos elementos que se asemejan a la realidad) en el que desarrolló temas profundos: la lucha de clases, la devastación, la esclavitud, el enfrentamiento entre iguales, la opresión gubernamental y la influencia de los medios de comunicación.El relato de “Los Juegos del Hambre: Sinsajo – El Final” comienza donde acabó abruptamente su predecesora, debido a la división en dos con fines comerciales. Tan sólo unos pocos días después de que Peeta (Josh Hutcherson) fuera rescatado por los rebeldes y llevado al búnker subterráneo del Distrito 13, comandado por la presidente Alma Coin (Julianne Moore) y su asesor Plutarch Heavensbee (la participación de Philip Seymour Hoffman fue completada digitalmente), vemos a “La Chica en Llamas” (Jennifer Lawrence) sufriendo las consecuencias del intento de ahorcamiento por parte de su amigo, que está fuera de sí y que no sabe distinguir qué es real y qué no porque el Capitolio lo torturó, le lavó el cerebro y lo convirtió en un arma para asesinarla a ella mientras lo tuvo capturado. Con Panem sumida en una verdadera guerra, esta conclusión básicamente desarrolla, al comienzo, lo que se estaba gestando en “Sinsajo – Parte 1”. Katniss, símbolo de la revolución, continúa grabando videos de propaganda con el propósito de liberar a los ciudadanos reprimidos, organizar y unir a todos los rebeldes de los otros distritos y así formar un ejército para derrocar al tirano presidente Snow (Donald Sutherland) de una vez por todas. Pero la protagonista decide salirse de los planes y tácticas de Coin y encarar los suyos propios: ir al Capitolio y matar personalmente a Snow. Claro que no va sola. La acompaña su “amigovio” Gale (Liam Hemsworth), el propio Peeta con recaudos porque es peligroso, y el mismo equipo de rebeldes de la primera parte: Boggs (Mahershala Ali), Cressida (Natalie Dormer), Messalla (Evan Ross), Pollux (Elden Henson), Castor (Wes Chatham), a quienes se suman Finnick (Sam Claflin), quien contrae matrimonio con Annie (Stef Dawson); Homes (Omid Abtahi); la Comandante Paylor (Patina Miller); la Teniente Jackson (Michelle Forbes) y las mellizas Leeg (Misty Ormiston y Kim Ormiston). Claro que el camino hacia la capital está lleno de trampas mortales y seres que meten miedo como si tratara literalmente del mismísimo arena del reality que le da nombre a la saga. En ese momento es cuando comienza la acción y la tensión que le faltó a la anterior. No así a los dos primeros films, aunque en general, estas películas nunca bajaron demasiado el nivel de entretenimiento. En esta cuarta y última entrega, más oscura, violenta, conmovedora y con impresionantes efectos visuales, nuestra heroína (estupendamente interpretada por L-Law) enfrenta decisiones morales porque cada cosa que hace impacta en su sufrida vida y en la de los demás; porque en la guerra todo vale y porque los buenos y los malos no son tan diferentes cuando de tener poder se trata (por más que se tengan buenas intenciones). Por eso, Katniss, en pos de la democracia y de no cometer los mismos errores, toma una que cambia por completo el rumbo de la historia, con un giro inesperado para quien no leyó el último libro y con un final que resuelve el triángulo amoroso que nunca fue demasiado desarrollado a lo largo de toda la saga.
M. Night Shyamalan vuelve a lo que sabe hacer. Después de “Sexto Sentido”, “Señales” y “La Aldea” había perdido el rumbo (“El Fin de los Tiempos” y “El Último Maestro del Aire” son un claro ejemplo), pero “Los Huéspedes” lo encuentra volviendo a sus raíces con una historia que combina el terror/suspenso con algo de comedia y toques escatológicos… Y que además nos hace pensar si queremos conocer a nuestros abuelitos por primera vez. La trama, narrada en su totalidad con el recurso “found footage”, se inicia con una madre (interpretada por Kathryn Hahn) hablándole a la cámara filmadora de su hija y contando los motivos por los cuales se fue de la casa de sus padres siendo tan joven y por qué nunca más los vio o trató de contactar debido al enojo y el rencor. Por una semana, Becca (buen trabajo de Olivia DeJonge), compenetrada en la tarea de filmar un documental sobre la triste situación de su madre, y su hermano menor Tyler (genial desempeño de Ed Oxenbould; se roba todas las escenas), un pequeño obsesionado con los gérmenes y con dotes para el rap, viajan hacia una remota granja en Pennsylvania para pasar una semana en la casa de sus abuelos, a quienes conocerán por primera vez. Mientras tanto, su amorosa madre, se embarca en un crucero con su nuevo novio. Los niños se encuentran con Nana (Deanna Dunagan) y Pop Pop (Peter McRobbie). Al principio todo es tranquilo y dulce pero con el correr de los días, después de las 9:30 de la noche, los ancianos comienzan a mostrar comportamientos extraños, esos típicos de las películas de terror, que ellos mismos los atribuyen a cosas propias de la edad avanzada. Si bien a Becca y Tayler les resulta inquietante, lo toman con calma y continúan filmando el lugar en el que creció su madre y realizando las entrevistas para el documental con el que Becca quiere recuperar la historia familiar del lado materno, ya que su padre los abandonó años atrás. Más adelante, cuando el misterio se vaya revelando, el temor y la desesperación se apoderará de los chicos, quienes deben enfrentar una situación que los sorprenderá a ellos -y al espectador- debido a un giro inesperado. Con momentos ridículos e irónicos que provocan mucha risa (intencional por supuesto), pocos sobresaltos pero con un suspenso que se mantiene intacto, “Los Huéspedes” es una película muy efectiva y entretenida. Depende cómo se la mire.
Por cuarta vez, Daniel Craig vuelve a encarnar a James Bond y por segunda bajo la dirección de Sam Mendes luego de su trabajo juntos en “Operación Skyfall” (2012). La trama de la aventura número 24 del personaje creado por Ian Fleming, tiene que ver con el pasado de éste cuando algunos de sus efectos personales son recuperados tras la explosión de la mansión familiar de los Bond; hechos desarrollados en la entrega anterior. Un mensaje encriptado envía a 007 a una misión secreta a la Ciudad de México (impresionante escena de apertura con un plano secuencia en medio de la celebración del Día de los Muertos) y luego a Roma, donde conoce a Lucía Sciarra (brevísima aparición de la italiana Monica Bellucci), la hermosa viuda de un infame criminal, interpretado por Alessandro Cremona. Bond se infiltra en una reunión secreta a la que se accede con un misterioso anillo (con un pulpo grabado) y descubre la existencia de una siniestra organización que da nombre al film. Poco a poco, durante las 2 horas y media de metraje, esta entretenida producción va revelando los puntos que se conectan con “Casino Royale” (2006), “Quantum of Solace” (2008) y la mencionada “Skyfall” (2013), cintas que componen este reinicio de la franquicia más duradera de la industria cinematográfica. De modo encubierto, y con la ayuda de Moneypenny (Naomie Harris) y Q (Ben Whishaw) el protagonista trata de localizar a Madeleine Swann (una correctísima Léa Seydoux), la hija de su antiguo archienemigo, el Sr. White (Jesper Christensen), porque puede que tenga la clave para desentrañar el misterio de SPECTRE, que apareció en “Dr No”, “From Russia With Love”, “Thunderball”, “You Only Live Twice”, “On Her Majesty’s Secret Service” y “Diamonds Are Forever”. A medida que Bond se aventura hacia el corazón de SPECTRE, se entera de una estremecedora conexión entre él mismo, sus orígenes y el enemigo que busca, Franz Oberhauser, interpretado muy bien por Christoph Waltz, aunque su poca presencia en pantalla le impidió desplegarse mucho más como el legendario villano Ernst Stavro Blofeld. Mientras Bond da vuelta por el mundo (a las ciudades que visita se suman Sölden en Austria y Tánger en Marruecos), en Londres, y en plena reconstrucción del cuartel del MI6, Max Denbigh (Andrew Scott), es nombrado el nuevo director del Centro para la Seguridad Nacional. Su primera medida es cuestionar las acciones de Bond y poner en duda la importancia del programa “00” del Servicio de Inteligencia Británico, encabezado por M (Ralph Fiennes). A diferencia de otras entregas, aquí el guión no es el punto fuerte, haciendo más hincapié en aquello que indudablemente disfrutamos de cada película del glamoroso espía: una excelente fotografía y paisajes, muchos tiros, acción, un poco de seducción (a cargo del personaje de la francesa Seydoux, una de las “chicas Bond” de turno) y vertiginosas e impresionantes escenas de persecución en auto, destacándose la que protagonizan el Aston Martin DB10 de Bond y el Jaguar C-X75 del personaje de Dave Bautista, Mr Hinx, pasando por las puertas del Vaticano a toda velocidad. Nos da gusto y nos encanta volver a ver a Bond… James Bond… y esperemos que la siguiente, cuente con Craig, aunque la conclusión nos deja con una sensación de despedida.
Estamos, sin dudas, ante el gran estreno del año, que llega justito en la misma semana en que la NASA anunció que en algunas formaciones de Marte se puede generar agua líquida. El director Ridley Scott (“Alien”, “Blade Runner”, “Prometeo”), nos invita a trasladarnos a ese planeta hostil como nunca antes en una producción cinematográfica; y lo más importante: de una manera creíble. “Misión Rescate” está basada en “El Marciano”, la novela debut de Andy Weir que en la Argentina ha sido editada recientemente por Ediciones B. Se ha convertido en best-seller. Su historia se desarrolla en un futuro cercano, entre doce y quince años adelante, y prácticamente todo aspecto científico del libro es posible y sustentado en una teoría actual. Con una sola excepción: dada la baja presión atmosférica de Marte (menos del uno por ciento con respecto a la Tierra), un vendaval de la severidad que Weir representa no sería posible. Esa tormenta de viento es el puntapié inicial para lo que será la hazaña del astronauta Mark Watney (un estupendo trabajo de Matt Damon), el protagonista de este excelente film de ciencia ficción. Watney es dado por muerto erróneamente, y dejado atrás por sus compañeros de tripulación de la Misión Ares 3 (interpretados por Jessica Chastain, Michael Peña, Kate Mara, Sebastian Stan y Aksel Hennie), cuando se ven obligados a evacuar y regresar a la Tierra en un viaje que durará nueve meses. A partir de ese momento, el protagonista se las ingenia para aguantar hasta que sea rescatado (estamos hablando de años, a millones de kilómetros) cuando llegue la próxima misión, si es que realmente llega a haber otra exploración en el planeta rojo. Casi sin agua, sin comida ni oxígeno (las provisiones sólo alcanzan para una misión de 31 días solares), utiliza sus conocimientos sobre botánica para resolver esta situación que encara con mucha esperanza, buen humor y optimismo al tiempo que encuentra una manera de enviar una señal a la Tierra para hacerles saber que está vivo. En nuestro planeta, un equipo compuesto por Teddy Sanders (Jeff Daniels), director de la NASA; el Dr. Vincent Kapoor (Chiwetel Ejiofor), director de las misiones a Marte; Annie Montrose (Kristen Wiig), directora de relaciones con medios; Mindy Park (Mackenzie Davis), encargada de las Comunicaciones Satelitales y Mitch Henderson (Sean Bean), director de vuelo del Ares 3, trabajan de manera incansable para traer “al marciano” de vuelta a casa, mientras sus compañeros de tripulación están a mitad de camino hacia la Tierra. Esta película que combina el drama, el suspenso y el humor irónico, no divaga y se apega al concepto de la novela en la que se inspira para desarrollar su trama de manera entretenida, que atrapa y tensiona de principio a fin. Con un elenco diverso que se complementa y espectaculares efectos visuales. Comparada con ésta, “Gravedad” es un poroto.
Era cuestión de tiempo que al género de terror se le buscara una vuelta de tuerca y se adaptara a los avances de la tecnología, las redes sociales y las formas de comunicación 2.0. Este es el caso de “Eliminar Amigo”, película que presenta una innovadora manera de contar una historia que toma lugar, durante 82 minutos, en la pantalla de la computadora de uno de los protagonistas. El desconocido realizador ruso Levan Gabriadze es quien dirige esta producción que cuenta con el apoyo de Timur Bekmambetov (“Se Busca”, “Guardianes de la Noche/Día”,“Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros”) sobre un guión escrito por Nelson Greaves (serie “Sleepy Hollow”), el cual centra su argumento en seis amigos adolescentes -Blaire (Shelley Hnning), Mitch (Moses Storm), Jess (Renee Olstead), Adam (Will Peltz), Ken (Jacob Wysocki) y Val (Courtney Halverson)- quienes inician una sesión de video chat en Skype en la noche que se cumple un año de la muerte de Laura Barns (Heather Sossaman). Laura era una compañera de colegio que decidió quitarse la vida tras haber sido humillada con un bochornoso video anónimo subido a Internet que rápidamente se viralizó y acabó con su reputación en Fresno, California. Lo único que el espectador ve, en tiempo real porque la película fue filmada en una sola toma, es lo que Blair (supuestamente la mejor amiga de la fallecida) hace en su laptop como lo hacemos diariamente nosotros. Todos hablan de bueyes perdidos hasta que un usuario desconocido y misterioso se acopla a la reunión. Creyendo que se trata de una falla del programa, los chicos intentan reiniciar la conexión, pero la presencia de este sujeto es persistente y pronto se da a conocer diciendo que es la propia Laura Barnes desde su mismísima cuenta de Skype y Facebook. Lo que al principio parece una broma de mal gusto se transforma en algo más macabro cuando éste “ente sobrenatural”, en su búsqueda de venganza, comienza a mandar fotos y videos comprometedores que revelan secretos sucios de cada uno de ellos que provocan discusiones y enfrentamientos. La venganza final concluye con un retorcido juego tipo Verdad/Consecuencia que fuerza a los amigos a afrontar sus mentiras y ocultamientos a cambio de evitar la muerte que el fantasma de Laura tiene programada para cada uno. Sin duda, estamos entrando a una nueva era del terror. Si bien “Eliminar Amigo” es original, no genera miedo pero mantiene nuestra atención en todo momento y, adicionalmente, expone una problemática actual como lo es el Cyberbulling. Ya se confirmó la secuela para 2016.
¿Por qué algunas personas deciden someterse a semejante sufrimiento? ¿O incluso a exponerse a la muerte? Dejando de lado la sensación de logro personal (sólo algunos pocos llegan a cumplir la hazaña), llega un momento en que las condiciones climáticas en el Himalaya terminan siendo una odisea para aquellos individuos -sean profesionales o novatos- que se sienten atraídos por conquistar la cima más alta del mundo (8.848 metros sobre el nivel del mar). Este dramático e impresionante thriller de aventura dirigido por el islandés Baltasar Kormákur (“Contrabando”, “Dos Armas Letales”), está basado en un hecho real ocurrido el 10 de Mayo de 1996 cuando escaladores de dos expediciones diferentes enfrentaron una severa tormenta de nieve al momento de descender. Esa tragedia registró 8 muertes (el terremoto ocurrido el pasado Abril en Nepal causó 19). En el centro de la trama se encuentran el neozelandés Rob Hall (Jason Clarke), el guía de montaña que lidera uno de los grupos que contrató su agencia, “Adventure Consultants”, y Scott Fisher (Jake Gyllenhaal), el responsable del otro a cargo de la empresa “Mountain Madness”. Ambos, con métodos diferentes de escalada, trasladan a personas que pagaron hasta 65.000 dólares para cumplir su sueño, dejando atrás a familiares y responsabilidades laborales. Uno de esas personas es el escritor y montañista Jon Krakauer (papel a cargo de Michael Kelly de “House of Cards”), quien documentó la trágica experiencia en su libro de no-ficción “Into thin Air” (Mal de Altura), en el que planteó el cuestionamiento sobre la seguridad de las empresas que explotan “turísticamente” el Monte Everest. Además de Clarke, Kelly y Gyllenhaal, el elenco está compuesto por Josh Brolin como Beck Weathers, John Hawkes como Doug Hansen y Sam Worthington como Guy Cotter. Todos personajes reales sobre los que no se profundiza demasiado. Los papeles femeninos recaen en Robin Wright como Peach Weathers, esposa de Beck; Keira Knightley como Jan Hall, la esposa embarazada de Rob, Naoko Mori como la escaladora Yasuko Namba, y Emily Watson como Helen Wilton, manager de la expedición en el Campamento Base. La película, que se filmó en escenarios naturales (en la base del Everest, en Nepal y en los Alpes Italianos, además de Cinecittà Studios en Roma y Pinewood Studios en el Reino Unido), no es un exponente del cine catástrofe sino un relato del drama que estas personas, con sus aciertos y errores, sufrieron allí en pos de realizar esta proeza en el también llamado “Cementerio más Alto del Mundo”. “Everest” es verdaderamente imponente (el 3D potencia el vertigo y el desolado paisaje) y a la vez realista, tanto que los espectadores sufrimos lo mismo que los personajes: el frío extremo, la falta de oxígeno, el congelamiento de las extremidades, el miedo, el dolor en esta lucha por la supervivencia. Y también plantea una reflexión: ¿hasta dónde es capaz de llegar el ser humano para lograr la satisfacción personal?
La magia se perdió por completo en esta secuela innecesaria que pierde lo poco que había sido interesante en la película original que en 2012 dirigió Steven Soderbergh y que se trataba de una producción inspirada parcialmente en las experiencias de Channing Tatum como stripper antes de dedicarse por completo a la actuación. Todo estaba relacionado a la falta de dinero de su protagonista, y a los múltiples trabajos, para poder dedicarse a su propia empresa de fabricación artesanal de muebles. Le fue tan bien en la taquilla y tuvo tanto éxito que se decidió realizar una segunda. En esta entrega “XXL” (yo diría más una XXS en cuanto a la historia, ¡no me malinterpreten chicas!), no hay trama argumental ni conflicto, nada, aunque el guionista es el mismo de la primera, Reid Carolin. Aquí sólo hay una sucesión de escenas y diálogos sin sentido, algunos muy bobos (“Somos sanadores…”, dice uno), y una gran cantidad de bailes coreografiados de estos “animadores masculinos” que, si bien buscan un cambio de rumbo en sus vidas (algo que llene su vacío), lo único que hacen es mostrar sus esbeltos cuerpos y sus “six packs” de abdominales, lo cual es muy bienvenido, claro. ¿De qué se trata? Ya sin Matthew McConaughey como Dallas ni Alex Pettyfer como “el niño”, los Reyes del Tampa se reúnen -tres años después de que Mike Lane (Tatum) renunciara- para un último gran show porque todos deciden retirarse por completo de esta “profesión”. Lo brindarán en la convención de strippers que se realizará en Myrtle Beach y con la legendaria estrella “Magic Mike” compartiendo el foco de atención. Durante el fin de semana del 4 de Julio, Ken (Matt Bomer), “Big Dick” Richie (Joe Manganiello), Tarzan (Kevin Nash) y Tito (Adam Rodriguez), y el propio Mike claro, se aventuran hacia Carolina del Sur. Todo termina siendo una road-movie con paradas en lugares como Jacksonville y Savannah en los que el grupete (que a veces parece que no tuviera muchas luces) se cruza con todo tipo de personajes; desde Drag Queens, pasando por una adinerada señora sureña (a cargo de ¿Andie McDowell?) y sus amigas maduritas, hasta una joven que quiere ser fotógrafa y que se hace amiga del protagonista principal (Amber Heard). Mike también se reencuentra con viejas conocidas. Por un lado Rome (Jada Pinkett-Smith), la dueña de un palacio de entretenimiento masculino, y antigua llama del bailarín; por el otro, Paris (Elizabeth Banks hace un cameo) una amiga que es la presentadora de la convención. Es en las experiencias vividas en el camino donde los muchachos encuentran la inspiración para armar una rutina original y así dejar de lado sus viejos y repetitivos numeritos. Porque, hasta ese momento, ninguno caía en la cuenta de que no se animaban, ni en el escenario ni en la vida, a intentar probar algo nuevo antes de tirar la toalla y abandonar el rubro. Aunque -muy en el fondo- es posible encontrar una pequeña pizca de una historia concreta, la realidad es que “Magic Mike XXL” son dos horas de algo que no tiene otro propósito que generar acaloramiento en la platea femenina, agradecida por ver esos movimientos de Channing Tatum. No neguemos que sus dotes para el baile siguen intactos pero su personaje, esta vez, ha sido ridiculizado. La desafortunada dirección recayó en Gregory Jacobs (su debut fue con “Criminal”, la remake norteamericana del film argentino “Nueve Reinas”), asistente de Soderbergh en todos sus proyectos cinematográficos.
Desde un primer momento sabíamos que la increíble historia de supervivencia de los 33 mineros chilenos que en el año 2010 quedaron atrapados durante 69 días en la mina San José (un yacimiento ubicado en Copiapó, en el Desierto de Atacama), iba a transformarse en una película. Lamentablemente, en una que desperdicia la riqueza de un hecho que fue seguido, en vivo y en directo, en todo el mundo y cuyo rescate, a través de la cápsula Fénix 1, fue record de audiencia. Dirigida por la poco conocida realizadora mexicana Patricia Riggen (“La Misma Luna”, “Girl in Progress”), “Los 33” -rodada en gran parte en Colombia- está basada en el libro “Deep Down Dark: La Historia no Contada de los 33 Hombres Enterrados en una Mina Chilena y el Milagro que los Liberó”, escrito por el periodista Héctor Tobar, quien acordó un contrato colectivo para que éste escribiera su historia oficial y que ninguno de los 33 pudiera lucrar de manera individual de las experiencias de los demás. Abarcar todo este relato en una producción cinematográfica no debe haber sido fácil; por eso está compactado, demasiado, con una ficcionalización poco dramática que, si bien tiene sus momentos bien logrados, sobre todo en lo visual y emotivo, es un tanto extraña porque hay cosas que no encajan. Ni siquiera se logra transmitir la sensación de claustrofobia. Sabemos que Hollywood es así y que con la intención de vender el film a otros mercados, el idioma principal en esta historia puramente de la región sudamericana es el inglés. Hay actores de todas las nacionalidades latinas (de España, Chile, México, Brasil y Cuba), pero que hablan en inglés, y cada tanto tiran una línea en castellano. Punto en contra. También hay anglosajones. Es imposible negar que la película reconstruye muy bien el derrumbe de la mina de oro y cobre que no estaba en condiciones para el trabajo seguro de estos hombres pertenecientes a la clase obrera y que en su encierro estuvieron liderados por Mario Sepúlveda, encarnado por un Antonio Banderas que se excede bastante, por no decir sobreactúa, en la composición de este personaje demasiado optimista y que no genera ningún tipo de conflicto ni con sus compañeros, ni con su jefe, Luis “Don Lucho” Urzúa (Lou Diamond Phillips). La trama se divide entre el drama vivido a 700 metros bajo tierra como así también en el de sus esposas, madres y hermanas, quienes se instalaron en las afueras del lugar que fue bautizado “Campamento Esperanza”. Estos personajes están interpretados por Juliette Binoche (totalmente desaprovechada. Su trabajo se resume al grito de “Empanadas!”); Kate del Castillo; Adriana Barraza y Cote de Pablo. La chilena conocida por su trabajo en la serie nortemericana “N.C.I.S.” (¿se acuerdan de Ziva David?) se anima a cantar “Gracias a la Vida” de Violeta Parra). Las escenas del proceso de rescate dejan como únicos héroes al Ministro de Minería Laurence Golborne (Rodrigo Santoro) y al presidente Sebastián Piñera (Bob Gunton), quienes en vez de estar tratando de rescatar a esta gente (porque gracias a ellos es que salieron) y utilizarlo como propaganda política, deberían haber evitado la tragedia garantizando los derechos de los trabajadores explotados. El Estado nunca tuvo la culpa. Sólo los dueños de la mina, los privados, que ni siquiera fueron demandados por los mineros. En esta producción que se acerca más a un telefilme o a una telenovela, ninguno actúa de maravilla, sólo el irlandés Gabriel Byrne como el Ingeniero André Sougarret, responsable de la parte técnica de la perforación con taladros. Otros, se prestan más para el ridículo. A ésto, hay que añadir la penosa aparición del presentador televisivo Mario Luis Kreutzberger Blumenfeld, más conocido como “Don Francisco”, a quien se utilizó como “gancho” para acercar -más bien- al público chileno que creo no se sentirá identificado con esta narración de los hechos.
Con su particular estilo, el director Guy Ritchie (“Sherlock Holmes”) nos trae esta genial adaptación cinematográfica de la popular serie de televisión creada por Sam Rolfe y que tuvo cuatro temporadas en la cadena NBC (1964-1968). Los personajes Napoleón Solo e Illya Kuryakin, interpretados en la tele por Robert Vaughn (a quien se lo ha visto participando en episodios de algunas series) y David McCallum (Ducky en “N.C.I.S.”), aquí están a cargo de Henry Cavill (deja por un ratito el traje de Superman) y Armie Hammer (actor que se puso en la piel de los mellizos Winklevoss en “Red Social”). La historia, ambientada estupendamente a comienzos de los años 60, en el pico más alto de la Guerra Fría, es la de un agente de la CIA (Solo) y uno de la KGB (Kuryakin), quienes deben dejar de lado viejas hostilidades porque se ven obligados, por sus superiores (interpretados por Jared Harris y Misha Kuznetsov) a formar equipo en una misión conjunta para frenar a una misteriosa organización criminal ligada a ex Nazis y que está decidida a desestabilizar el frágil balance de poder a través de la proliferación de armas nucleares. Para ello, el dúo que salva al mundo con mucho estilo cuenta con la colaboración de una joven mecánica llamada Gaby Teller (la sueca Alicia Vikander de “La Reina Infiel”), la hija de un desaparecido científico alemán (Christian Berkel) que fue secuestrado para construir una bomba. Ella resulta ser la llave para infiltrarse entre los villanos, porque su tío Rudy (Sylvester Groth) está metido en el asunto junto con una pareja de simpatizantes nazis, Alexander y Victoria Vinciguerra (Luca Calvani y Elizabeth Debicki, respectivamente). A medida que intentan prevenir una catástrofe mundial (obvio que de cada lado, hay instrucciones de recuperar planos de la bomba sin que el otro lo sepa, aunque lo intuyen) se suceden una gran cantidad de escenas con mucho humor (sin caer en la parodia) que están muy bien logradas gracias a la química generada entre el trío protagónico que se mueve entre Berlín del Este y Roma. Párrafo aparte merece la estética, la fotografía, la ambientación, la musicalización y el vestuario de todos los personajes a los que se suma Waverly (Hugh Grant), el encargado de la agencia secreta U.N.C.L.E. (United Network Command for Law and Enforcement) o C.I.P.O.L.,(Comisión Internacional para la Observancia de la Ley). Una historia sexy, de intriga conspirativa, que resulta ser muy, pero muy entretenida. ¡Vayan a verla!
Si “Sex and the City” tuvo su película -no una sino dos- tiempo después de finalizada… ¿por qué no “Entourage”? La estrella de cine Vince Chase (Adrian Grenier) y su séquito de amigos, Eric (Kevin Connolly), Turtle (Jerry Ferrara), Johnny (Kevin Dillon) y Ari Gold (Jeremy Piven), regresan en eesta continuación de la exitosa serie de HBO que tuvo 8 temporadas en el aire y que narraba el ascenso de este actor mientras navegaba el caprichoso, y a menudo despiadado, mundillo de Hollywood. Doug Ellin, creador de la serie que ha sido producida por Mark Wahlberg (el actor también produce la película y hace un cameo), dirigió y escribió el guión de esta esperada versión cinematográfica que resulta ser, nada más ni nada menos, un episodio extendido (en vez de 30, 104 minutos). Se trata de un film dedicado principalmente a los fanáticos de la serie que disfrutarán de esta propuesta que mantiene el tono satírico sobre la meca del cine, aunque no deja de ser entretenida y graciosa para aquellos que no han sido asiduos espectadores entre 2004 y 2011. Para esa porción del público, durante los primeros minutos hay una pequeña introducción presentada por el británico Piers Morgan, cuyo cameo es el de un periodista que entrevista al grupo de Vince y la historia de su ascendente carrera. Pero puede que igualmente, algunos se sientan un poco perdidos dado que hay muchos chistes, situaciones, referencias y, por sobre todo, elementos característicos que están relacionados con cosas que han pasado durante esos años en la pequeña pantalla. La trama es simple y retoma las historias de estos personajes, unos meses después de lo sucedido en el “series finale”. Chase, nuevamente soltero tras divorciarse, es uno de los actores del momento y debuta como director cuando Ari, quien fuera su manager, le ofrece protagonizar una película, la primera como jefe de un gran estudio. Con “sólo protagonizar” no le es suficiente. Como buen director primerizo, Vince se pasa del presupuesto, forzando a Ari a pedir más dinero al inversionista Larsen McCredle (Billy Bob Thornton), quien envía a su trastornado hijo Travis (reaparición de Haley Joel Osment, el niño de “Sexto Sentido”) a supervisar en qué se gastan los billetes. Por supuesto que a lo largo de la película, como era de esperarse, los amigos se mueven en pandilla. En lo que respecta a Turtle, éste siguió cosechando éxito con su empresa de tequilla, y además logra tener una cita con la luchadora de la UFC Ronda Rousey (vista hace muy poquito en “Rápidos y Furiosos 7?, además estuvo en “Los Indestructibles 3?). Por su parte, Johnny Drama espera que su participación en la película de su hermano signifique el salto definitivo a la fama (tal vez no sea por su trabajo actoral sino por un video sexual viralizado). Por último, entre idas y vueltas, Eric se acuesta con cualquiera mientras Sloan (Emmanuelle Chriqui) está a punto de dar a luz a su propio hijo. Además, es el co-productor de la nueva peli de Vincent. Mientras el quinteto, entre fiesta y fiesta, recorre las calles y los lugares cool de Los Angeles, vemos que cruzan su camino con estrellas como Liam Neeson, Jessica Alba, Armie Hammer, David Arquette, Gary Busey, Bob Saget, Jon Favreau, Mike Tyson, Pharrell Williams, Kelsey Grammer, Chad Lowe, Ed O’Neill y David Spade.