LUCHEMOS POR EL AGUA Es maravilloso poder apreciar la evolución de la animación computarizada. La perfección y la gran variedad de matices que el género ha adoptado desde que en 1995 "Toy Story" llegó a las salas de los cines, es inmenso y en esta película de Gore Verbinski, titulada "Rango", se ve claramente, ya que, si bien el guión pudo haber aprovechado mucho más cada una de las premisas que aquí se tocan, el trabajo de animación y la excelente variedad de matices visuales es espectacular y desarrolla una calidad y detallismo que sorprende segundo a segundo. Rango es un camaleón que queda en el medio del desierto luego de que la pecera en la que vivía se cayera en la carretera. Solo, con calor y con el peligro del salvajismo, entra en un pueblo perdido, en el que sus habitantes, todos animales, están desesperados con conseguir agua. Él, inventando historias y haciéndose el galán con una lagartija, va a tratar de que el lugar vuelva a ser lo que en el pasado fue. Esta película se debe analizar desde dos puntos de vista que están muy marcados y presentan unas diferencias interesantes que marcan el rumbo de la historia. Por un lado, todo lo que corresponde a la perfección visual y a la técnica animada con la que se decidió llevar adelante la cinta. El film tiene un estilo muy particular, que se entiende si se conoce la filmografía de Gore Verbinski, especialmente las tres películas de "Piratas del Caribe". La armonía visual, la detallista y profunda animación, acompañada de la creación sorprendente de climas y atmósferas visuales y emotivas muy buenas, bellas y agobiantes y, principalmente, de la delicada y minuciosa labor por hacer de cada personaje un espectáculo visual distinto y con identidad propia, son algunas de las características que aquí, con solo ver el desarrollo artístico, llaman la atención y satisfacen plenamente. A su vez, y es allí donde aparece el toque personal del director, se invoca a distintas situaciones que mantienen una similitud escenográfica con las desarrolladas en otras de sus películas, ejemplo muy claro el momento en el que Rango va a una especie de realidad paralela y habla con el "Espíritu del Oeste", todo satinado con luces y un blanco muy fuerte, bastante similar al presentado en "Piratas del Caribe, en el Fin del Mundo". Los paisajes fueron recreados con belleza, hay muchas tomas que cambian de encuadre rápidamente, diferentes gamas de colores y contrastes hermosos y una continua expresión artística por hacer de la estética de la cinta memorable, muy bien lograda. El trabajo realizado con el protagonista y con una serpiente que aparece casi al final, es, en lo que corresponde a los personajes, lo mejor de la película. Teniendo a la voz de Johnny Depp como principal atractivo interpretativo, el diseño del pequeño animalito es un reflejo directo al histrionismo que el actor encarnó en muchos de sus pasados papeles. Rango es impulsivo, disfruta de lo que hace, es temeroso, tiene expresiones faciales idénticas a las del actor y, en especial, desarrolla una locura y un sentimiento de desinterés por lo que lo rodea muy atractivo y que aporta mucho humor y grandes momentos de comedia. Por otro lado, la serpiente, el segundo mejor personaje, con una voz muy fuerte y temerosa, es el perfecto villano para la cinta, transmite imprevisibilidad y miedo y fue diseñado con ingenio y creatividad. A su vez, cada uno de los animales del pueblo, ya sean los topos, las lagartijas, pájaros, la tortuga, las lechuzas que cantan (muy originales) y los sapos (espectaculares), están muy bien logrados. Ahora bien, es inevitable olvidar el otro lado de la película, y el más flojo, que corresponde al guión. La historia es muy sencilla y, pese a que son muchos los momentos de comedia en los que el protagonista y los diferentes personajes tienen un humor muy ácido y adulto, son demasiadas, también, las escenas en las que hay diálogos que no dicen nada. Hay afirmaciones y negaciones que alargan innecesariamente el relato, un romance que no se finaliza entre dos personajes y, principalmente, una previsibilidad que no da lugar a que el verdadero mensaje de la historia pueda florecer y alejarse de los clichés de este tipo de narraciones. Hay un fuerte potencial en todos los personajes creados y, pese a tres momentos muy bien escritos que son inolvidables (el inicio de la aventura; la corrida por el desierto con el bidón de agua; y el duelo con la serpiente), son pocas las demás situaciones en las que se los puede ver aprovechados al máximo. Con una banda sonora muy particular y acorde a las necesidades de la historia (la larga persecución mezclando las diferentes melodías del western está perfectamente musicalizada); con un trabajo por parte de Verbinski jugado e inteligente y con una animación detallista, distinta y muy realista, "Rango" es una película que entretiene mucho, que tiene sus problemas argumentales, pero que quedan algo camuflados por la genialidad visual. Una cinta que disfrutarán más los adultos que los niños. UNA ESCENA A DESTACAR: persecución por el bidón de agua.
La ciencia ficción en argentina pocas veces se puede apreciar en cines, son pocas las películas de estas características que se estrenan por año, y mucho más si se tiene en cuenta que aquí se mezclan géneros. Esta realización de Nicolás Goldbart es una muy bien lograda parodia sobre uno de los hechos que acecharon al país en el 2009, que se destaca no solo por su ingenioso guión, sino por sus increíbles y delirantes actuaciones.
¿QUÉ HAGO? Junto a una soberbia y bellísima fotografía, Danny Boyle le ofrece al espectador en "127 Hours" una experiencia traumática, en donde el instinto por la supervivencia y la crítica a la sociedad actual están muy presentes, convirtiéndose en una emocionante aventura llena de realismo y de calidad. Luego de encaminar un viaje sin avisarle a nadie, Aron Ralston queda atrapado en un cañón en el desierto de Utah, en Estados Unidos. En ese momento una piedra se desprende y le cae en el brazo, impidiendo así poder moverse. Él va a tener que encontrar la manera de no desesperarse y salir del aislado y solitario lugar. Boyle tiene una habilidad innata por transportar al espectador hacia un mundo en el que, pese a presentar diferencias políticas o situaciones de la aberración humana, reina la belleza visual y la maestría a la hora de mostrar en imágenes los paisajes y planos generales. En "Slumdog Millionaire" esta característica quedó muy bien demostrada, mientras que la cámara recorría los barrios pobres de Bombai la fotografía se lucía al manchar con colores saturados cada rincón de las casas, acentuando los tintes propios de las locaciones y de las creaciones humanas. Aquí esta cuestión vuelve a aparecer y el director volvió a crear una situación central de extremidad dramática rodeada de una preciosa y jugada fotografía colorida. Más de la mitad de la duración de la cinta sucede con una cámara quieta y con el protagonista mirándola y contando sus experiencias vividas hasta el trágico momento. El cuenta sus pasiones, sus preocupaciones, la justificación de su decisión de encaminar ese viaje sin previo aviso, relata los momentos de su infancia que lo marcaron y que lo llevaron a ser lo que es y, especialmente, pensando en un posiblemente falso futuro que tiene en mente. Si bien se puede decir que una cinta en la que hay una sola cámara, un conflicto de intenso dramatismo, una historia basada en hechos reales y una misma locación, pueda entrar en la previsibilidad, Boyle se las ingenió para que el desarrollo de la película sea lo más atractivo, interesante y, principalmente, profundo posible. Acompañó al argumento de una fotografía bellísima, con los colores anaranjados propios de las piedras y arenas del lugar muy saturados; con una banda sonora que acompaña perfectamente el desarrollo de la historia y crea, junto con la imagen, una complicidad muy bien lograda en las escenas más tensas; con una elección perfecta de las locaciones y de los diferentes planos que van formando la película, se destacan los vertiginosos encuadres cenitales a los precipicios y los excelentes planos generales a los paisajes; con un dramatismo y una crítica social muy bien escrita y llevada adelante, vale la pena destacar la escena cúlmine de la cinta, que triunfa no por mostrar físicamente el hecho, sino por darle énfasis a las emociones e impresiones del protagonista al tomar dicha decisión, aunque hay que decir que también tiene mucha sangre y una conjugación de los efectos de sonido escalofriante; y, uno de los mayores aciertos de la cinta, una elección del elenco impecable. Como lo fue también en "Buried", si una película en la que hay un solo conflicto central y un solo protagonista que debe llevarse al hombro todo el desarrollo de la historia no presenta una elección acertada del actor principal, la cinta puede estar sobreactuada y puede tornarse poco realista. Aquí el protagonista está interpretado por James Franco, quien no solo le pone mucha emoción a su rol y una verosimilitud extrema a cada una de sus reacciones y sentimientos, sino que lo dota de una comicidad y una alegría desbordante que por momentos desconcierta, pero que tiene una intensión muy clara: su personaje quiere vivir y va a hacer todo lo posible por lograrlo. Una gran actuación, que hace sufrir al espectador, que lo tranquiliza y al mismo tiempo lo entretiene, realista, pura, auténtica y, por sobretodo, emocionante. "127 Hours" es una película muy bien fotografiada, que economiza muy bien sus recursos, con una banda sonora perfecta (el momento del brazo es muy fuerte, y la música lo intensifica) y una actuación protagónica por parte de James Franco sorpresiva. Una clase a lo Danny Boyle de cine. UNA ESCENA A DESTACAR: el momento más esperado de la película, el brazo.
RECURDOS PARADOJICOS Thriller que presenta una historia muchas veces vista en el cine, pero que aquí triunfa por la manera en la que fue contada y por el giro narrativo desarrollado en los primeros diez minutos de duración. Con muy buenas actuaciones protagónicas y un despliegue visual muy acorde al estilo argumental que aquí se impone. Martin Harris y su esposa viajan a Berlín para formar parte de una importante conferencia científica. Luego llegar al hotel y de darse cuenta de que se olvidó una de sus valijas en el aeropuerto, él decide regresar en taxi para recuperarla. En el camino tiene un accidente, el cual le ocasiona entrar en coma por cuatro días, perdiendo la memoria temporalmente. En la ciudad nadie lo reconoce, nadie sabe quién es y todas las personas a su alrededor, incluida su esposa y compañeros de trabajo, están seguros de que él no es quien dice ser. Es momento de tratar de recodar su pasado y de hacer justicia por un hecho que lo está volviendo loco. La película da comienzo con un planteamiento muy bien logrado, que no se aleja de muchas otras cintas del género, pero que mantiene e introduce el suspenso con autenticidad y mucho ritmo. El espectador aquí es testigo y cómplice de lo que al protagonista le está sucediendo, por lo tanto van descubriendo qué pasa al mismo tiempo. Esto le proporcionó un dramatismo muy bien expuesto en escena y una presentación innumerable de preguntas sin responder que, llegando al final, todas son justificadas de golpe. No se dejan cuestiones abiertas ni a la libre interpretación, todo se cierra, aunque de manera muy apresurada, completamente. El suspenso por lo que está pasando y por la falta de razones sobre lo que sucede, está presente desde que el protagonista tiene el accidente, y en todo momento se mantiene la intriga y el ritmo veloz para contar la historia. La acción aparece y, siguiendo un estilo muy similar al de "Taken", cinta en la que también trabajó Liam Nesson, cobra el protagonismo necesario y justo en cada momento. Hay una persecución que dura casi cinco minutos, que está muy bien lograda visual, dramática y sonoramente, con efectos especiales bien logrados y un manejo de la cámara vertiginoso y muy movido, mostrando, desde diferentes encuadres, lo que está pasando. A su vez, hay explosiones, choques, fuego y un toque mínimo de sangre, todo muy bien impuesto en la historia. Sin duda alguna, lo que aquí mas se destaca, aparte de la importancia que se le da al guión y a las diferentes vueltas de tuerca que se hacen sobre la historia, es la calidad de las actuaciones. Liam Nesson vuelve a demostrar que su áspera voz, su encarnación que hace de cada uno de los personajes que tiene que interpretar y los diferentes matices que les aporta, en especial al expresar honestamente los sentimientos que su rol tiene, son los principales dotes que lo hacen destacable y lucirse en cada una de las producciones en las que participa. Aquí se siente su agonía, su paranoia y su necesidad por encontrar la verdad. Muy buena actuacion. Quienes lo acompañan también están muy bien: Bruno Ganz es quien más se destaca del elenco secundario, esa escena con el cianuro está perfectamente interpretada, le aporta talento, seriedad y mucho realismo a su personaje; Diane Kruger, la taxista, está muy correcta y brilla en sus primeras apariciones, cuando esconde sus conocimientos; Frank Langella, en un personaje menor, también está muy bien y sorprende al darle vida a una extraña figura que no es quien dice ser. "Unknown" es una película que está muy bien lograda visual y estéticamente, con muy buenas actuaciones y una historia que, pese a los innecesarios giros del final, se luce y mantiene un suspenso muy bien impuesto durante toda la duración. Un thriller bien logrado, que no deja puertas abiertas y que responde, rápidamente al final, todas las preguntas que van apareciendo minuto a minuto y que parecen no tener respuesta aparente. Una buena propuesta, rebuscada, con un argumento repetido, pero presentado de manera distinta y muy interesante. UNA ESCENA A DESTACAR: persecución.
REJUNTE DE IDEAS Película que junta todos los estereotipos y todos los lugares comunes imaginables de las películas dirigidas al público adolescente y que los envuelve de una simplicidad y de una extrema poca imaginación apabullante. "Soy el Número 4" no es solo una cinta que deja la puerta abierta para muchas secuelas, sino un film en el que son muy pocos los segundos de lucimiento que aquí se desarrollan y son ínfimos los ejemplos de creatividad y de expresión original planteados durante todo el transcurso de la historia. Luego de que tres de sus "compañeros" hayan sido asesinados por un grupo de extrañas criaturas, John Smith, el cuarto extraterrestre que logró salir con vida de su planeta, va a comenzar a ser perseguido por dichos seres. Él va a tratar de matarlos y de encontrar a algunos de su tipo para que lo ayuden. La historia tiene dos planteos argumentales que en todo momento se van mezclando: por un lado la tipica historia de amor adolescente, en la que el protagonista se enamora de una mujer y que por ella no va a querer continuar con su objetivo. Esta cuestión, además de no presentar el espíritu que muchas otras películas del mismo estilo desarrollaban (aquí no se siente el amor ni esa atracción física que los une), va evolucionando con una velocidad impresionante que le resta muchísimo entretenimiento y, principalmente, verosimilitud al romance. Por ejemplo: John y Sarah se conocen en el colegio; al día siguiente él está cenando en la casa de los padres de ella, quienes lo reciben con mucha alegría; el ex, celoso, mira cómo ellos están juntos; al cabo de una noche se dan el primer beso y él, rápidamente, se enamora como si fuese la mujer de su vida. Ellos pasan de ser dos personas totalmente desconocidas a conocerse con lujo de detalles en solo unos pocos días, esto es muy poco creíble, y la manera en la que el director decidió llevar adelante todo el triángulo amoroso, desmerece totalmente el disfrute de la cinta. Por otro lado, se encuentra la historia interesante y el centro fundamental del film: la guerra entre clases de extraterrestres. Miles de veces se ha contado la historia del elegido y de las personas que tienen que tratar de salvar al mundo de la destrucción, aquí no es la excepción y, aunque por momentos la cinta se hace muy disfrutable, nunca se deja de lado la continua utilización de los lugares comunes y de la "copia" de estilos visuales de otras películas. Son muchas las tomas que pueden referir a cientos de cintas del género y demasiadas las situaciones paralelas que van alargando y opacando el eje de la historia. De un principio se sabe cómo esto termina y no hay sorpresas ni situaciones en la que el espectador quede maravillado con la manera en la que se decidieron llevar adelante las imágenes. Los villanos no dan miedo, sus voces son ridículas y en ningún momento logran mostrar la ferocidad y esa furia que los personajes tanto temen. Es más, hay dos criaturas secundarias que dan mucho más miedo que el grupo de personas encapuchadas (¿se acuerdan de Silas en "El Código Da Vinci"?). Los efectos especiales son correctos, el trabajo realizado en las manos del protagonista y, en especial, en cada una de las criaturas gigantescas que van apareciendo, es muy bueno. Las coreografías están bien filmadas, la banda de sonido es acorde a lo que en escena sucede y logra mantener el "suspenso" de cada uno de los momentos. Las actuaciones son regulares, ninguno de los actores logra destacarse en su rol. Alex Pettyfer, Timothy Olyphant y Dianna Agron, los tres personajes principales, hacen bien el trabajo en general, pero nunca logran darle la chispa de identidad a sus papeles. "Soy el Número 4" es una cinta que le faltan muchas explicaciones, que se desarrolla muy rápido, que tiene una premisa muy recorrida en la historia del cine y que nunca logra elevar al máximo, ni mostrar lo más interesante de la historia. Una película que junta muchos estereotipos y no da lugar a que la verdadera identidad de la película logre emerger. Se disfruta, pero no es para nada satisfactoria ni distinta. UNA ESCENA A DESTACAR: colegio
LUCHAR POR UNA VIDA Intenso drama que logra mezclar el suspenso propio de las películas sobre el boxeo, basado en cada una de las luchas, con una historia muy fuerte que acompaña el desarrollo del argumento y que, gracias al excelentemente planteado conflicto y al guión que nunca decae, logra convertirse no solo en una de las mejores cintas de muchos de sus intérpretes, sino en un trabajo memorable de David O. Russell, el director. La historia se centra en dos hermanos que están tratando de ganar y ser los mejores en el boxeo. Uno de ellos es adicto al crack, y luego de su encarcelación, Micky, quien perdió un encuentro muy importante, decidirá dejar de lado a su compañero y comenzar a entrenar con otras personas y empezar una nueva carrera deportiva. La cinta comienza y se remata de la misma manera, con el personaje de Dicky hablándole a la cámara al estilo documental falso. Una vez pasada esta corta, pero efectiva escena, la película comienza a profundizar directamente, sin dar demasiadas vueltas, el conflicto principal de la historia y las diferentes ramas emocionales que el protagonista va desarrollando. Este no es un relato sobre si el boxeador va a ganar la pelea o se va a arruinar su carrera, aunque esta cuestión también está presente, es un relato biográfico que pone énfasis en las relaciones de los personajes, en especial en marcar ese vínculo fraterno entre hermanos y desarrollar una verdadera y real "pelea" por mantener esa relación, pese a las dificultades, intacta. Es por eso que la lucha final, pese a que el centro de atención está en saber si gana o no, funciona más como una metáfora, en la que se confirma o no la confianza que se fue perdiendo con su compañero. Es un triunfo o una derrota a la vida. La intensidad con la que se van presentando los diferentes temas que aquí se desarrollan es abrumadora, no porque sean mostrados de manera cruel, sino porque van desarrollando en la figura de Micky un entorno complicado pero del que no es imposible salir adelante. Es allí donde interviene Dicky, la persona que directamente introduce el tema de las drogas y su abuso, y que funciona como el principal disparador reflexivo de la cinta. Las escenas en las que se muestran las reacciones de la familia, de los amigos, del barrio y de los compañeros en la cárcel, ante la película de HBO sobre la adicción al crack, son muy fuertes y están desarrolladas con una delicadeza y crudeza que expone los variados sentimientos de las personas ante la realidad que los rodea. El trabajo realizado por el director y el guionista es excelente en estos minutos. Pero si hay algo que prioriza y que intensifica mucho más la experiencia, es la calidad de las actuaciones. Mark Wahlberg es Micky Ward, el deportista que está tratando de entrar prestigiosamente al mundo del boxeo, interpretado muy fluidamente por el actor y mostrando, en los momentos cúlmines de su personaje, ya sean las discusiones o ese momento en el que le tiene que decir de frente la verdad a su hermano, los sentimientos de manera muy realista. Christian Bale desarrolla el mejor personaje de la película y uno de las mejores actuaciones de su carrera. Aquí no solo tiene un cambio físico notable (parecido al realizado para "El Maquinista"), sino que le aporta un dinamismo a su rol que sorprende minuto a minuto. Su mirada perdida, su desconcentración, su manera de caminar, de moverse y hasta de expresar sus emociones, están perfectos. Una excelente actuación. Amy Adams, la novia de Micky, está maravillosa en su papel, muy diferente y jugado a los de su pasado y desarrollado con mucha calidad y expresión (el momento del ring "él o yo" está excelentemente actuado). Melissa Leo, la madre, en un duro, determinante y agobiante personaje, muy bien interpretado. Se utiliza mucho la cámara subjetiva para mostrar los sentimientos de los personajes, se llaman a los planos cortos y generales para darle vida a los diferentes movimientos en el ring y se utiliza una gama de colores amarronada que acompaña con profundidad el desarrollo de la historia. A su vez, la música está muy correcta, al igual que la fotografía y la iluminación. "The Fighter" es una profunda, diferente, muy bien dirigida y perfectamente actuada película que tiene como principal objetivo el hacer pensar al espectador sobre la forma de vida que rodea al protagonista y como ellos van tratando de solucionar sus problemas. Intenso y con una premisa muy bien llevada adelante. No se la pierdan. UNA ESCENA A DESTACAR: las reacciones ante la película.
LENTA TRANSFORMACION Perplejidad, emoción y amor por el cine son algunos de los sentimientos que aparecen en esta bella (visual, musical, direccional y actoralmente) película de Darren Aronofsky, que desde la introducción comienza a crear detallada y delicadamente una metáfora perfectamente rematada y llevada adelante con una calidad técnica asombrosa y con el talento de cada uno de sus intérpretes. Nina es una bailarina que está tratando de conseguir el mejor puesto en la próxima obra en la que participará. Luego de conseguirlo, se va a ver perseguida por una de sus compañeras que intentará robarle el lugar de cualquier manera posible. Desde el comienzo, con ese intenso prólogo bailado y maravillosamente interpretado, la cinta inicia el extenso desarrollo de los sentimientos de la protagonista, dándole mucha importancia y énfasis a la dura relación con su madre, una mujer autoritaria y controladora, y a los problemas que ella misma va teniendo con su propia identidad y con las exigencias del baile. Todo este desarrollo del comienzo presenta un ritmo que nunca decae, que mantiene intacto el interés del espectador y lo atrapa para seguir observando y experimentando cada una de las reacciones futuras de la mujer. Es así, como la historia comienza a desarrollar diferentes variantes o circunstancias que hasta el último minuto de proyección se mantienen en suspenso y crean, en todo momento, un drama muy bien logrado y un juego entre realidad y ficción sorpresivo y maravilloso. La presentación de los personajes secundarios, ya sea la rival de la protagonista, su instructor, la madre o la mujer a quien ella reemplazará en el espectáculo, presentan una intensidad y una fuerza muy marcada y profunda, cada uno tiene una identidad propia y una historia que comparte algún aspecto con el argumento de la obra interpretada. Todo este desarrollo, de principio a fin, está acompañado con una música que, además de desarrollar el tiempo justo y la perfecta sincronización de los sentimientos y emociones que van apareciendo en escena, es muy rica por sus variantes y por la perfección con la que está interpretada. A su vez, se muestran muchas clases de ballet, que, si bien van mostrando detalles de la futura obra, mimetizan siempre un suspenso y una excelente variedad de sorpresas narrativas muy buenas. Se juega mucho con los espejos de las locaciones, ya sean de los salones de baile, los de los camarines, los de los baños o de una estructura que la protagonista posee en su casa para practicar y perfeccionarse en la técnica. Se crean falsos reflejos y movimientos que aportan un dramatismo increíble al relato y se juega mucho con los ángulos desparejos que apuntan directamente a la imagen en los vidrios. Esto mismo sucede con el sonido, que desde el movimiento del subte, hasta los pequeños roces de los brazos y giros en los ensayos, poseen el característico sonido de los aleteos de las aves. Si bien son muchas las escenas de baile y la belleza visual que se desarrolla, con una determinante y muy bien implementada fotografía que aprovecha los detalles y hace una economía de recursos espectacular, el tinte que en todo momento el argumento desarrolla es dramático, con algunos pequeños pasos de suspenso, pero siempre acentuando la narración en la psicología de la protagonista. No se dejan preguntas sin responder, no hay movimientos de cámaras dudosos, no hay expresiones ni sentimientos que los personajes posean que no estén representados con determinación y no hay situación que no pudiese haber estado mejor dirigida. Es por eso que el trabajo de Darren Aronofsky es, además de perfeccionista y detallista, enceguecedor. Las actuaciones no se alejan de la perfección técnica. Natalie Portman desarrolla con austeridad, lucimiento y mucha expresión un personaje muy complicado, que tiene muchas escenas en las que está sola y que debe enfrentar solitariamente las exigencias del guión. Su interpretación es muy fuerte, realista y variante, tiene una interacción con la cámara (en todos los bailes) pocas veces vista en este tipo de películas. Mila Kunis (Lily), desarrolla un personaje que hasta el final no se entiende, y ella le aporta ese misterio y profundidad necesaria para que se cree en todo momento ese enfrentamiento con la protagonista. Vincent Cassel, en un rol que es autoritario al comienzo (escena a solas con Nina), pero que con el paso de los minutos se va entendiendo, muy bien interpretado. Winona Ryder (Beth) tiene un personaje muy cortito, pero intenso y muy bien actuado. Barbara Hershey (la madre), quizás en el pepel más extraño, por su desarrollo, de la película, aporta talento en cada una de las escenas en su casa. Una historia redonda, con una calidad técnica increíble, con actuaciones soberbias y una música que acompaña y magnifica los sentimientos de los personajes, "Black Swan" no es más que una excelente intepretación de amor por el cine, de perfección y de talento. Una de las mejores películas del 2010 y una de las que seguramente quedará en el recuerdo. Un intenso drama psicológico. UNA ESCENA A DESTACAR: la última media hora, desde que Nina deja a la fuerza su casa y se dirige al teatro.
Si te gustan las películas poco serias, escasas de sentido alguno y en las que predominan toneles de sangre injustificada, sin duda alguna esta es la película que no tenés que perderte, una cinta que no es más que un festín de sexo y muerte ni bien comienza, pero hay que admitir que cinematográficamente hablando, son pocos los dotes que presenta.
MANUAL PARA SER UN BUEN EXORCISTA Una de las técnicas religiosas que más influencia ha tenido en el cine de terror es el exorcismo, el cual, pese a que hasta el momento el género está muy lejos de poder superar o por lo menos alcanzar lo que en 1973 William Friedkin logró en la cinta titulada "El Exorcista", muchos films intentaron recrear y aumentar su horror exitosa y erróneamente. "El Rito", lamentablemente, se deja llevar por las excesivas explicaciones y no muestra el potencial que en cada escena promete tener. Un adolescente no sabe que hacer con su vida. Su futuro está marcado por dos caminos familiares: el trabajar en una funeraria o hacerse sacerdote. Él no quiere ninguna de las dos, pero opta, sabiendo que luego de cuatro años puede renunciar a sus votos, por la segunda opción. Una propuesta por parte de uno de los superiores le va a llamar la atención, la Iglesia está necesitando exorcistas y él parece ser el hombre apropiado para serlo. Lo que va a descubrir le va a cambiar la vida. Teniendo en cuanta la temática que aquí se narra, es sorpresivo e inevitable decir que esta película no es de terror, es una cinta de suspenso que tiene sus momentos inquietantes y sus sustos, pero la intención de la misma no es asustar al espectador ni hacerlo pasar un mal momento en el cine, pese a que toca muchos de los clichés típicos del género. Es por esta precisa causa que el film falla. La película se la puede dividir en dos partes muy contrapuestas y diferentes. Por un lado todo el comienzo, la introducción al tema, el planteamiento del conflicto y cada una de las distintas escenas que cuentan cómo el protagonista está tratando de entender qué es lo que sucede. En estos momentos el film tiene un solo objetivo y, salvo por algunos previsibles segundos en los que aparece algún gato repentinamente o se abren puertas con rapidez, no hay apariciones concretas del género. Lo que sucede aquí es un incoherente e innecesario planteamiento continuo sobre la existencia del Diablo, son muchos los momentos en los que el protagonista discute con sus superiores sobre el tema y son demasiadas las charlas y los diálogos que no llevan a ningún lado por el simple hecho de que no invitan al espectador a la reflexión. Para ellos el Diablo existe y no se permite, hasta se discrimina, a cualquier persona que les contradiga sus palabras y, principalmente, lo que en las escenas siguientes sucede es una demostración egoísta y soberbia sobre este planteamiento. No se dejan puertas abiertas para que el público saque sus conclusiones y no hay intención por hacer de cada uno de los discursos de los religiosos agotadores e irrespetuosos para con la religión. Pero, y es allí donde la situación cambia, la segunda parte da un giro muy satisfactorio. Se olvida de todo planteamiento religioso y se va a la acción. Los exorcismos siguientes tienen muchos puntos en común con otros de diversas películas, hay muchas tomas que recuerdan a las desarrolladas en "El Exorcismo de Emily Rose" y se llama a la recreación de situaciones que ya se han visto numerosas veces en el cine, pero todo está filmado de manera muy realista, acentuando los cambios en los maquillajes de los personajes poseídos, de los azules de los distintos fondos y creando climas y atmósferas tétricas muy bien logradas. Si la cinta no se hubiese detenido más de la mitad de su duración en dar explicaciones religiosas sobre la existencia del Diablo y llamando a la misma discusión entre la ciencia y la religión (aquí hay un ganador) de manera lenta, desinteresada y poco creativa, la película hubiese sido otra cosa. Las actuaciones son el mejor punto del film. Anthony Hopkins desarrolla un personaje que tiene humor al comienzo y que al mismo tiempo habla mucho, situaciones en las que no se lo ve del todo lucido al actor, pero que cuando da el cambio durante la segunda mitad, acentuando esa inexpresión de su rostro (escena con la nena) y los cambios detallistas en sus movimientos, ahí se ve al fantástico intérprete. Colin O'Donoghue, Michael, está correcto, se destaca en los momentos en los que él da a entender sus miedos e inseguridades, pero no encarna bien cada una de las situaciones en las que defiende sus ideales. Alice Braga está bien en un rol que no la destaca ni la perjudica. "The Rite" no es una película de terror, funciona mejor como una cinta de suspenso. Bien filmada, con actuaciones, en especial la de Hopkins, buenas y escenas muy bien logradas visualmente, pero que falla en ser lenta, al no presentar un conflicto atractivo y distinto, al no poder ser tomada en serio gracias a los sucesivos toques de humor que van apareciendo y al gastar la gran parte de su duración en explicaciones y planteamientos religiosos innecesarios. Una regular cinta que no aporta mucho a lo que ya se ha visto sobre los exorcismos. UNA ESCENA A DESTACAR: sueño con "la muerte".
EL MIEDO A UNO MISMO Mientras que muchos encontrarán más atractivo el desarrollo de un relato puramente histórico en el que se plantee la problemática política, económica y social durante el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, haciendo énfasis en las decisiones de cada uno de los países ante el poder de Hitler, a Tom Hooper le llamó mucho más la atención contar el conflicto personal del Rey George VI al tratar de decir sin dificultades un discurso por radio luego de la declaración de la guerra a Alemania. El resultado es una intensa, interesante y maravillosa pieza de arte. La historia se centra en el Rey George VI, quien es tartamudo y que, luego de la muerte de su padre y de la abdicación del poder de su hermano, va a tener que asumir el reinado. Él va a contratar a Lionel Logue para que lo ayude a tratar de controlar su problema de fonética. La cinta desde el comienzo deja en claro el rumbo de la historia. Aquí no se van a desarrollar con profundidad problemas políticos, aunque siempre están presentes y forman un entorno mucho más estresante y significativo, sino que se presentan las relaciones del protagonista, el Duque de York, con su alrededor y, principalmente, se introduce el conflicto principal de la película, su problema con la tartamudez. Es así como desde un principio se da a entender la intención del director al mostrar las reacciones del hombre ante los diferentes especialistas que tratan de controlar su problema. Una vez introducido el conflicto, la cinta no pierde el tiempo en situaciones paralelas ni en problemáticas que poco aportan a la historia. Se crea una relación muy fuerte con la esposa del protagonista, la compañera de su vida; se toman los minutos necesarios para desarrollar con detallismo la rutina de Lionel Logue y mostrar su familia y su relación con cada uno de los integrantes; se crea una tensión muy bien lograda en el entorno familiar del Rey George VI, la relación con su padre, con su madre y hermano (esa escena en la fiesta en la que el hermano se le burla en la cara es muy fuerte y muestra el quiebre de las personalidades de ambos); se muestran los procedimientos con los que se va a tratar de "curar" al hombre y, en especial, se van creando pequeñas escenas en las que se van mostrando las diferentes reacciones del protagonista ante su problema, las cuales dan a entender una verdadera identidad reprimida e impulsiva (la charla en la que se le pide que cante mientras abre su corazón y al mismo tiempo trata de armar un avión de colección, es maravillosa). El guión es decisivo y determinante en su manera de contar la historia, se crea suspenso a partir de pensamientos o pequeños movimientos y en todo momento se puede apreciar una perfección técnica que acompaña con exactitud el relato. La fotografía es hermosa, no solo en las pocas pero efectivas tomas generales a las afueras de las locaciones, sino que se muestran ángulos, planos y enfoques que embellecen la historia y la hacen un deleite para los sentidos. Hay desencuadres que aportan mucho dramatismo, maravillosas tomas contrapicadas con la intensión de maximizar la identidad de las personalidades que esperan el discurso; una gama de colores que va desde el azul hasta los plateados y dorados de los detalles de los palacios y un manejo de la cámara muy fluido y delicado. La banda sonora aporta sentimiento y fuerza a muchos momentos. Las actuaciones son excelentes. El trabajo realizado por Colin firth presenta una potencia y una dedicación que desde el primer segundo en escena se destaca por sobre el resto. Su fluidez al encarnar los problemas fonéticos de su personaje y al mostrar reprimidos muchos de los sentimientos que lo carcomieron por años, es maravilloso. Quienes lo acompañan, de la misma manera, aportan actuaciones muy bien logradas. Helena Bonham Carter le brinda a su rol esa determinación a la hora de encarnar su personaje de Reina, al mismo tiempo que le da amor y ese aguante, que va más allá de toda formalidad, a su marido. Geoffrey Rush, en el papel de Lionel Logue, lo dota de expresión y de una fraternidad muy bien lograda. Guy Pearce, el hermano, se destaca en ese momento en el que expresa su verdad; Michael Gambon, el padre, un intenso personaje, muy bien interpretado, y Timothy Spall, que está poco en pantalla, pero que se hace notar en sus pocos minutos en escena. Grandes actuaciones, grandes demostraciones de talento actoral. "The King´s Speech" es una película redonda, que puede ser previsible si se presta atención solo a la historia, pero que desde que empieza hasta que termina mantiene atento al espectador, lo atrapa, le muestra un relato bien contado, con una perfección técnica asombrosa, con un trabajo por parte de Tom Hooper alucinante y actuaciones soberbias y excelentes. Una gran película, un drama diferente, original y, por sobre todas las cosas, de calidad. UNA ESCENA A DESTACAR: el discurso final y la escena en la fiesta.