A veces el hombre es el monstruo En "Victor Frankestein" el científico y su pupilo Igor Strausman comparten la noble visión de ayudar a la humanidad a través de una investigación revolucionaria que ambos llevan a cabo para alcanzar la inmortalidad. En la búsqueda por generar tensión con el correr de las tomas, el largometraje comienza a desdibujar su objetivo y pierde el ritmo. "La historia ya la conocen” adelanta un jorobado sin nombre y fenómeno de circo (Daniel Radcliffe) para introducirnos a esta historia que intenta encarar la leyenda de Frankenstein desde una nueva perspectiva. Mostrándonos la faceta más “humana” del cuento de terror, “Victor Frankenstein” va hacia atrás, pero no tanto, por lo que no podríamos hablar de precuela, sino de una nueva versión con escenas nunca vistas. Un accidente de la trapecista en el circo en el que trabaja este jorobado, encuentra a Victor con esta criatura sin nombre cuando éste le salva la vida a la joven (de la que está enamorado, obviamente) casi sin herramientas. Victor nota sus cualidades innatas y lo ayuda a escapar, le da refugio en su casa, y lo vuelve normal al sacarle la joroba y lo llama “Igor”. Obviamente la intención del protector no es hacer beneficencia, sino transformarlo en su aprendiz, o como él lo llama, su “socio” para el proyecto que tiene en mente. “La vida es temporal, ¿por qué la muerte no puede serlo también?” es la pregunta filosófica que le hace Victor a Igor, convenciéndolo de crear vida juntos. Así nace, primero un chimpancé creado con órganos de otros animales, y luego la proyección -inversor de por medio- del más grande proyecto que un hombre jugando a ser Dios puede soñar, la historia que ya conocemos. Con toques de comedia, fuertemente impuestas de la mano de McAvoy en la primera parte, como aquel loco simpático que se transforma en el camino a la codicia de ser más que humano, encontrándose con lo contrario: “A veces el monstruo es el hombre”, otro de los lei motiv que acompaña las primeras escenas. El foco que intenta posarse en Victor para mostrar su metamorfosis pierde fuerza gracias a la narración y el protagonismo de Igor, del cual vemos su progreso, oímos sus pensamientos y conocemos su historia de amor. En la búsqueda por generar tensión con el correr de las tomas, el largometraje comienza a desdibujar su objetivo y pierde el ritmo. Lo que comienza como un drama gótico finaliza como un filme esperanzador sobre oportunidades, dos temas forzados a unirse, porque nada tienen que hacer juntos.
Divide y ganarás más dinero En "Los juegos del hambre: Sinsajo parte 2" Katniss junto a su grupo de amigos planea un atentado contra el presidente Snow. La decisión de estirar el final de la saga, a pesar del letargo, sale bien parada debido a la acción, pero el chicle se nota. Tal podría ser el leitmotiv de esta última película de la trilogía (separada en cuatro filmes) de “Los juegos del hambre”. La decisión de estirar el final de la saga, a pesar del letargo, sale bien parada debido a la acción, pero el chicle se nota, y mucho más por tratarse de un filme extenso (más de dos horas), que podría haberse definido en 100 minutos. Katniss (Jennifer Lawrence), la voz de “los sin voz”, planea matar a Snow (Donald Sutherland) porque cree que es la única manera de acabar con la barbarie, la pobreza y todos los males del mundo. Emprende junto a sus dos amores, Peeta (Josh Hutcherson) y Gale (Liam Hemsworth), otros líderes de la resistencia y vencedores de los juegos, el viaje hacia el Capitolio para lograr su cometido. A todo esto, Peeta no confía en nadie y se da cuenta de que él mismo no es de fiar debido a que lo transformaron en un “Muto” (final de Sinsajo: Parte 1). Lo más difícil: el final El filme será entonces una road movie, del grupo yendo a la ciudad donde se encuentra la mansión de Snow, pero deberá sobrevivir a los ataques de quienes quieren asesinarla. La simpleza del tema “el bien y el mal” se transforma en complejidad cuando no todos son lo que dicen ser, o, mejor dicho, no todos los buenos son tan buenos. Es por ello que Katniss deberá tomar más decisiones, mucho más trascendentales que la idea de cometer un asesinato en pos del bien mundial. La subtrama amorosa cobra vital importancia debido a que los compañeros de viaje son antagonistas peleando por el amor de la heroína, que deberá lidiar con el drama y los celos manteniendo al grupo unido. Realizada para destacar el final, “Sinsajo parte 2” entretiene (a pesar del estire ya mencionado) y las escenas de acción y escape con persecusión están a la altura de los anteriores largometrajes. Sin embargo, esta oda al “todopoderoso” adolescente se desinfla llegando al desenlace, con escena tras escena acopladas sin sentido para que todo, absoluta (y exageradamente) todo, cierre en la historia.
Resistir es amar "Los del suelo" cuenta la historia de una pareja militante de las ligas agrarias del Chaco durante los años 70 que se refugia en el Impenetrable para escapar de la persecución militar y allí enfrentan el desafío de tener a su hija en plena y salvaje naturaleza. Drama, suspenso y tensión, aunados en una historia muy conocida para los argentinos, pero encerrada en otro universo. Aprender a convivir con la frustración, no dejar que venza la desesperanza, no es sólo soportar. Buscar, como si no hubiese fin a la búsqueda pero sin descansar jamás, es resistir, por amor. “Los del suelo”, filme dirigido por Juan Baldana (e inspirado en la novela “Monte madre”, de Jorge Miceli) narra la historia de Irmina Kleiner (María Canale) y Remo Vénica (Lautaro Delgado), una pareja militante de las ligas agrarias del Chaco durante los años 70 que se refugia en el Impenetrable para escapar de la persecución militar. El monte que los acobija también les presentará el desafío de tener a su hija en plena y salvaje naturaleza, y luego, el dilema de dejarla, cual relato bíblico, al cuidado de unos campesinos para salvarla de los que ellos saben que puede sucederle. A pesar de esa triste decisión, la niña es encontrada y raptada por los militares, y Rómulo e Irmina se enfrentarán a la terrible dicotomía de quedarse o, más lejos de su hija, intentar recuperarla desde el exilio. Drama, suspenso y tensión, aunados en una historia muy conocida para los argentinos, pero encerrada en otro universo, completamente diferente a la realidad de una gran ciudad. El silencio, que puede ser protagonista o retrato de las ausencias en los filmes, está curiosamente tratado en “Los del suelo”, que, con pocos diálogos (los justos) y excepcionales actuaciones de Delgado y Canale, transforman los espacios vacíos en cautivantes escenas en las que las palabras sobran. No importa lo que o cuánto hablan, sino lo que quieren decir.
El terror que no asusta pero entretiene un buen rato En "Los huéspedes" dos hermanos hacen un viaje a la casa de sus abuelos, en una remota granja en Pennsylvania, pero los niños descubren que la pareja de ancianos están involucrados en algo profundamente inquietante. A pesar de los cabos que el espectador puede comenzar a atar, todo vira en lo absurdo, protegido por la diferencia de edad de las generaciones. La exposición a la prensa y la crítica parecen haber cambiado a M. Night Shyamalan, ya que en su nueva producción, “Los huéspedes”, el director se despacha con una historia tradicional de argumento simple, como en toda su trayectoria fílmica, pero con un resultado completamente opuesto a las búsquedas de “Sexto sentido”, “La aldea”, y “Señales”. Becca y Tyler son dos hermanos que van a conocer a sus abuelos, a pedido de ellos y a pesar de estar distanciados de su hija, madre de los chicos. Con la idea de darle un toque dramático, Becca decide filmar un documental sobre la reunión, que será durante una semana en la casa de los ancianos. Todo transcurre normalmente, hay abrazos y cariño, hasta que cae la noche. Los abuelitos tienen comportamientos extraños, como vomitar, divagar, y ser incontinentes. Pasado el momento, se justifican el uno al otro y los mismos hermanos tratan de calmar su preocupación con el pensamiento de “son viejos, hacen cosas de viejos”. Pero las conductas comienzan a ser más de lunáticos que de viejos: arrastrarse en cuatro patas, agredir a extraños, encerrar a los chicos en el horno, son algunas de las costumbres de esta pareja. A pesar de los cabos que el espectador puede comenzar a atar, todo vira en lo absurdo, protegido por la diferencia de edad de las generaciones que conviven en esa casa de campo. Es por eso que cada posibilidad de jugar al detective intuyendo cómo continúa o termina la historia, es cortada drásticamente por un chiste que desvía la atención (cuando el niño ve a su abuela desnuda rasguñando la pared, se asusta pero lanza un “estoy ciego”). Imposible no entretenerse en esa ambivalencia, que nos hace caminar por unas montañas para luego hundirnos en cráteres de disparidad. Lejos de buscar la sorpresa, Shyamalan aprendió a reirse de su propio cliché y los momentos dramáticos son carentes de dramatismo porque convirtió su falencia en un recurso.
Completando el rompecabezas Un mensaje críptico, proveniente del pasado, embarca a James Bond en una misión solitaria a la ciudad de México y eventualmente a Roma, donde descubre la existencia de una siniestra organización. Es un gran filme de acción, que entretiene a pesar de los lugares comunes que recorre y de los que desea escapar. Fiesta del Día de los Muertos en México. Un enmascarado Bond (Daniel Craig) deja a una hermosa morocha esperando por él en su habitación, porque el deber llama, y va a una terraza a matar a un mafioso. La charla entre su blanco y su secuaz lo distrae y lo que debía ser un trabajo limpio, se transforma en una persecución callejera entre miles de personas y luego, por el aire, peleando a muerte con un helicóptero, estrepitándose descontroladamente a tierra. Si bien podría ser el final de la historia, la secuencia de acción es la apertura de “Spectre”, filme en el que reaparecen villanos del pasado y que continúa la historia que comenzó a contarse, con la excusa de la franquicia de espías, en “Quantum of Solace” y “Skyfall”. Estas dos son la primera y segunda parte de una trilogía, que parece cerrar con “Spectre”. James Bond decide responder al llamado de su antigua y fallecida jefa M, sin hacer muchas preguntas, tras recibir el mensaje de que debía eliminar un mal potencial. Tras ser suspendido porque nada tenía que hacer en México, el agente secreto decide volver a la acción y viaja a Roma, para infiltrarse en una reunión que sirve de reencuentro fugaz con alguien de su pasado, el gran enemigo a vencer, Oberhauser (Christoph Waltz). Siendo un perseguidor perseguido, Bond viaja al frío a ver a Mr. White, viejo conocido de “Quantum of Solace”, que, en su lecho de muerte, le dará una pista para llegar a conocer el plan de esta nueva -clásica en la saga Bond- organización: su bella hija, Madeleine Swann (Léa Seydoux), será la pieza que lo lleve a la verdad. Una vuelta más La historia se hace más larga por la aparición de un subvillano, que viene del lado de los buenos: Max Denbigh (Andrew Scott), es el nuevo director del Centro para la Seguridad Nacional, y planea cerrar el MI6, por creerlo obsoleto y reemplazar su trabajo de campo por drones. “Una licencia para matar es también una licencia para no matar”, debe explicarle a Denbigh el jefe de Bond, M (Ralph Fiennes), antes de ser desplazado de su cargo, intentando mostrar lo imprescindible que es el héroe James, a pesar de toda la tecnología y nuevas estrategias que emerjan. Sin mucho sentido, ver el largometraje sin pasar por las dos anteriores de la franquicia, “Spectre” se erige como un gran filme de acción, que entretiene a pesar de los lugares comunes que recorre y de los que desea escapar (el clishé está, quieran o no). El agente británico inoxidable, un poco más sociable y tan repetitivo como confiable, lo hizo de nuevo.
Del terror al humor, en un solo paso En "Escalofríos" una confusión llevará a Zach y su amigo a entrar a la casa de su vecino sin saber que se trata de R.L Stine y, sin querer, dejan escapar a las criaturas de los libros del escritor. Una comedia familiar que, lejos de la pretensión, servirá para pasar un buen rato. Zach (Dylan Minnette) llega a la ciudad, y su nueva casa está pegada a otra muy extraña en la que viven una chica de su edad, Hannah (Odeya Rush) y su misterioso y enojado padre (Jack Black). Hasta allí, la trama comienza como cualquier argumento de película de terror, y quizás sea un inicio de alguno de los títulos de R.L. Stine, escritor de la famosa serie de Escalofríos, de libros de miedo para jóvenes. Una confusión sobre violencia doméstica llevará a Zach y su único amigo a entrar en el hogar vecino para saber si Hannah se encuentra bien, pero el dúo se encontrará con unos manuscritos que al abrir uno de ellos, deja escapar al abominable hombre de la nieves. La casa, obviamente es de R.L. Stine y esos libros encierran más que palabras. Allí están encerradas todas las criaturas que su mente creó, pero un error, al dejar escapar al monstruo del Polo Norte, les costará caro. Al destruir la casa y escapar, el monstruo tiró otro original, justo el de “La noche del muñeco viviente”. El protagonista de esa historia es Slappy, un muñeco para ventrílocuo que es más malo que el demonio en persona. Él será el encargado de liberar a todos los “hijos” del escritor y desatar el caos en la ciudad. Por fortuna, el filme basado en todas las historias de “Escalofríos”, no es “una historia basada en...”, sino más bien un homenaje a Stine y a toda una generación que creció con sus libros, mucho antes que “Harry Potter” o “Crepúsculo” existiesen. Y en clave humorística más que de terror, el filme sale mejor parado que si hubiese buscado inquietar y dar miedo. Una comedia familiar -inocente al punto de mostrar sólo un beso adolescente tapado por un abrazo- que, lejos de la pretensión, servirá para pasar un buen rato en el cine. Buen rol de Black, que ha demostrado que le quedan a su medida los filmes en los que se relaciona con niños y jóvenes (“Escuela de Rock”, “Nacho Libre”).
Anarquía francesa "Marguerite" cuenta la historia de una mujer adinerada, amante de la ópera. Desde hace años canta regularmente frente a su círculo de amigos, pero lo hace absolutamente fuera de tono y nadie se atreve a decirle la verdad. En sus dos horas de duración el clima va del humor a la ternura y del patetismo a la redención, con gran ritmo y elocuencia. De las mismas tierras que Coco Chanel, llega la historia de Marguerite Dumont (Caterine Frot), una baronesa muy adinerada que era el mejor secreto de Francia. El rumor que corría en el ambiente musical europeo por los años 20 era que su divina voz era un canto de ángeles, y sólo su entorno cercano podía escucharla, se trataba del secreto mejor guardado de la nobleza y así quería permanecer. Sin embargo, la realidad era que cantaba completamente fuera de tono, y nadie la sacaba de su fantasía. Un poeta anarquista ve hermosura en verdad en su voz, entiendiendo que, aun sin saberlo, Marguerite está rompiendo un esquema, rebelándose contra el claustro artístico de la alta sociedad y el snobismo de aquellos que se creen inalcanzables. Dividida en actos como un filme de principios del siglo XX, “Marguerite” es tratado como un drama trágico que apunta a que todo termine de la peor manera, aunque en sus dos horas de duración el clima va del humor a la ternura y del patetismo a la redención, con gran ritmo y elocuencia.
Con la mafia no se juega "Pacto criminal" narra la vida de Jimmy “Whitey” Bulger (Jonhhy Depp), un mafioso de poca monta que, por ayudar al FBI a cazar a su competencia en los suburbios de Boston, vio su negocio crecer económicamente. Grandes actuaciones y un buen guión. La oscuridad tiene colores que en las sombras no se ven, pero están. Del mismo modo, la corrupción, la ilegalidad y las instituciones pueden ser más o menos malévolos según de qué punto se vea, cuánta luz penetre. “Pacto criminal” narra la vida de Jimmy “Whitey” Bulger (Jonhhy Depp), un mafioso de poca monta que, por ayudar al FBI a cazar a su competencia en los suburbios de Boston, vio su negocio crecer económicamente, pero, por sobre todas las cosas, avanzar sin disturbios (y muchos asesinatos) gracias a la protección de la institución. Todo se debió al agente John Connolly (Joel Edgerton), un amigo de la infancia de Jimmy y su hermano y senador Billy (Benedict Cumberbatch), le pidió ayuda al mafioso para atrapar a un pez gordo. Lo que Connolly, por lealtad y cariño, no se imaginaba es que de esta manera dejaría a manos de Jimmy el imperio del mal en Boston. La historia de un soplón que no reconoció que fue soplón, podríamos resumir la trama, ya que para el protagonista no existía pecado más imperdonable que delatar a alguien. Sin embargo, así creo el monopolio de su asociación ilícita y sin culpa lo sostuvo hasta que pudo. “El problema no es que lo golpeaste, el problema es que te vieron. No se trata de qué o a quién le hagas algo, sino de que no te vean hacerlo”, es el gran consejo de vida que le da Jimmy a su hijo por un problema que tuvo en la escuela. Hombre criado en las calles, sin felicidad aparente, el único vestigio de amor en su alma es la capacidad de proteger a su madre y su hijo, aunque no deja de significar una jerarquía de poder más que un momento de bondad. “Pacto criminal” es una película hecha a la medida de Depp, el que más se destaca, con su performance y modificación corporal. Jimmy siembra el terror en la pantalla y a través de ella, con sus ojos celestes casi vampirescos, su rol de asesino y soberbia obsesión por controlar los negocios en el lugar en el que vive. Grandes actuaciones y un buen guión, que se agarra demasiado fuerte de los hechos cuando se trata del entorno, pero curiosamente más real (siendo lo más ficcionado) cuando se retrata a Bulger.
Mucho más que música electrónica "Música, amigos y fiesta" cuenta la historia de Cole, un chico que conoce al malintencionado DJ James que lo toma bajo su tutela. A medida que su amistad se afianza, el joven se enamora de su novia y las cosas se complican. Si bien en apariencia nos enfrentamos a una historia superficial, de chicos lindos que quieren divertirse, el filme atraviesa diversos temas atinadamente. Cole (Zac Efron) es un dj sin suerte, con talento pero un potencial demasiado escondido. Él y sus amigos son unos chicos que quieren salir del eterno letargo del olvido, de ser nadies, a fuerza de fiestas con poca concurrencia, insistiendo en el error una y otra vez sin lograr mejores resultados. Son parias, y conscientes de ello, viven el traspaso a la madurez como eso que no quieren dejar de ser pero sabiendo que no llegarán lejos arraigados a ese estilo de vida. En una noche de trabajo, cuyo pago son tragos gratis, Cole conoce a James, un afamado dj que nota su energía y lo toma como protegido. A medida que su amistad se afianza, el joven, artero, se enamora de su novia y se olvida de sus amigos. No pasará mucho hasta que las mentiras y las traiciones se destapen. Si bien en apariencia nos enfrentamos a una historia superficial, de chicos lindos que quieren divertirse, el filme atraviesa diversos temas atinadamente. Ponerle cuerpo y alma a la música electrónica -hobby que a medida que pasan los minutos se transforma en obsesión para el protagonista- simbolizan, en carácter transitivo, humanizar y empatizar con problemáticas menores para el resto del mundo pero gigantes para la juventud (falta de futuro, miedo a la responsabilidad, reconocimiento de las aptitudes propias y las carencias). “Música amigos y fiesta”, pésima traducción de título, sorprende en la trama y en el resultado, siendo mucho, muchísimo más que “Música amigos y fiesta”.
Espectros y algo más En "La cumbre escarlata" la joven Edith Cushing es arrastrada a una casa sobre una montaña de barro rojo sangre. Un lugar lleno de secretos que la atraparán por siempre. Si bien peca de previsibilidad, de todos modos inquieta y hace pasar un buen (mal) rato. "Los fantasmas existen, eso lo sé”, dice al comienzo del filme dirigido por Guillermo Del Toro su protagonista, Edith Cushing (Mia Wasikowska). La joven aprendiz de escritora ha convivido con la presencia de espíritus desde pequeña, cuando su fallecida madre se presenta de vestido negro y espectro zombie para advertirle que tenga cuidado en “La cumbre escarlata”. La chica pasa años sin tener idea de qué se trata esa precaución, pero lo descubre cuando conoce a Sir Thomas Sharpe (Tom Hiddleston), un extraño inglés que está de visita en Estados Unidos junto a su hermana. Edith se enamora del europeo, que guarda un oscuro secreto. Hay casamiento y mudanza a lo que se conoce como “Cumbre escarlata”, llamada así debido a que en la zona en la que viven los hermanos Sharpe, crece arcilla que se mezcla con la nieve y torna el paisaje de un color rojizo intenso, similar al de la sangre. Allí, Edith descubrirá ese misterio que rodea a su ahora marido y su hermana. “No es una historia de fantasmas, es una historia en la que hay fantasmas”, explica a un editor la señorita Cushing sobre el libro que quiere publicar, pero también, por algún motivo inexplicable, es un guiño al espectador sobre el filme. A pesar de estar catalogada como “terror”, la invención de Del Toro (también es guionista) se vuelca al thriller cuando todo apunta a Thomas y su hermana, su vida y su pasado, y los fantasmas, que a priori aparecerían en rol principal, terminan siendo más testigos (importantes, eso sí) que preponderantes. La oscuridad disfrazada de gótico y en ruinas que muestra “La cumbre escarlata” es el gran acierto del largometraje, que, si bien como se dijo es un tanto mentiroso en su promoción, es interesante. Peca de previsibilidad, pero de todos modos inquieta y hace pasar un buen (mal) rato.