Call Me By Your Name, adaptación de la homónima novela de André Aciman, con guión de James Ivory (The Remains of the Day) y dirección de Luca Guadagnino (A Bigger Splash), se postula como una de las competidoras en la nueva edición de los Oscar. Quizás sea por la mixtura de los países involucrados en su producción -Italia, Francia, Estados Unidos- que la obra se aleja de cualquier otra de la industria, con una contemplación y pasividad inusuales en estos tiempos, para narrar la relación entre un adolescente y un joven adulto, el amor y el descubrimiento de la sexualidad.
Un lugar de abundancia de plantas, de verde. Un espacio en donde rebosan los aromas, las sensaciones. En Vergel, la segunda obra de Kris Niklison (Diletante) y la primera en el terreno de la ficción, la palabra toma un significado tan literal como simbólico: una conglomeración de emociones, sentimientos y colores dentro de un pequeño departamento y un limitado período de tiempo. Esta co-producción entre Argentina y Brasil apela a lo corporal y evoca los sentidos en una narración bien a tono con la modernidad cinematográfica nacional.
Aaron Sorkin hace su debut como director con un guión propio, adaptado del libro autobiográfico de Molly Bloom -la proclamada “Reina del Póquer”-, quien llegó a amasar fama y fortuna al fundar su propia compañía organizadora de partidas. Molly’s Game retrata el ascenso y caída de una mujer que logró sobreponerse y hacer valer su persona dentro de un mundo dominado por el hombre, no sin ciertos sacrificios y avatares, tal como deja bien en claro el guión de Sorkin.
Después de la adaptación de Tuya, en 2015, otra novela de la autora Claudia Piñeiro es llevada a la pantalla grande de nuestro país. Ahora el turno es de Las grietas de Jara y, como es corriente en sus trabajos, nos encontramos con un thriller compuesto de crímenes, romance y un misterio que el lector/espectador debe desanudar. El resultado del film de Nicolás Gil Lavedra va a tono con el clima negro; ingenio narrativo, erotismo y poca intriga.
Cantando bajo, con una guitarra bajo los brazos y un sombrero de gran ala que la hace pasar desapercibida es que llega Coco, la nueva creación de Pixar co-dirigida por Lee Unkrich (Toy Story 3) y Adrian Molina, una promesa del estudio que debuta en la dirección de un largometraje. La película se aleja de tierras estadounidenses y aterriza en la tan conocida celebración de la cultura centroamericana: el Día de los Muertos. Este aire fresco en la narración es el primer paso, entre muchos, que llevan a que el film se convierta en la obra de Pixar más bella y emocionante en mucho tiempo.
Más clásico que las juntadas familiares en las fiestas, Woody Allen presenta su nueva obra como todos los años. Con Wonder Wheel, el director no se mueve del confort de las cercanías de Nueva York, ubicando su narración en la década de los ’50 de Coney Island; con la excepción de que vuelve a trabajar en el melodrama, dejando de lado su ecléctico estilo personal que lo caracteriza. Kate Winslet, Justin Timberlake, Jim Belushi y Juno Temple son quienes protagonizan esta película, en donde extrañamente no se respira tanto del sello de su realizador.
En los albores del nuevo milenio postmoderno, una extravagante producción vio la luz en una premiere, para convertirse desde ese momento en un film icónico, un símbolo pop de este mundo dominado por los medios de comunicación. The Room (2003) ahora es conocida como la peor película de la historia -una entre las tantas que también cargan con ese peso- y Tommy Wiseau, su enigmático y estrambótico protagonista, autor, director y productor, forma parte de los anales del espectáculo. James Franco se calza la gorra de director y la melena de Tommy para The Disaster Artist, la historia de Wiseau y su amigo Greg desde que se conocieron hasta que estrenaron tan nefasta joya cinematográfica.
Y llegó nomás la película más esperada del 2017, una anticipada desde hace hace dos años cuando su antecesora había inaugurado un nueva ola de nostalgia pop. Star Wars: The Last Jedi continúa con el legado espacial iniciado allá lejos por el año 1977, continuado con una trilogía a modo de precuela en 1999, y ahora después de The Force Awakens (2015), siendo la segunda entrega de esta nueva trilogía que busca seguir con aquello que esta gran obra maestra quiere narrar según su creador: la historia de la familia Skywalker; pero algo que es mucho más grande y significativo para todos los que crecimos viendo y amando Star Wars, desde la cuna hasta el cajón, y eso es la historia de pequeños don nadies que se embarcan en una aventura, llevándolos de un lado a otro, conociendo nuevos mundos, navegando el espacio, combatiendo la maldad… todo para poder ser héroes.
En una habitación muy pequeña de un barco, un hombre joven de aspecto vívido quita de la pared un mapa enmarcado. Lo siguiente que hace es extraer dicho mapa de su marco y apoyarlo sobre un escritorio, contempla pensativo el papel hasta que lo firma con tinta en una esquina inferior, lo vuelve a enmarcar y lo lleva de nuevo a la pared. La firma reza “Marcel Duchamp”, y ese atrevido gesto fue el que catapultó el inicio del arte conceptual porque ¿cómo no haber escuchado acerca del urinario que el francés firmó como R. Mutt? ¿Los famosos ready – made? Esta es la historia sobre Marcel Duchamp y su estadía en Buenos Aires, dirigida por Mariano Galperín y Román Podolsky, en un film tan peculiar como el propio artista.
Ver una película implica determinadas condiciones que se reproducen por un espectador que nunca es pasivo ante lo que contempla, debido a esto también es que dependiendo del género se susciten diferentes emociones. Si el cine se configura ante nosotros como un espejo, no es ilógico que el terror nos afecte de una forma que nos parezca real en virtud de cómo uno logra identificarse con cierto personaje; y esto va más allá cuando se trata de una historia verídica, porque lo veraz de nuestras sensaciones pasa a otro orden. La posesión de Verónica se basa en el único caso en la historia de España en que los expedientes del cuerpo policial corroboran la existencia de una fuerza paranormal, lo que durante 100 minutos se mantiene como una aguja penetrando los miedos más grandes del espectador.