La historia de un carnaval Entre el bandoneón y los tambores, entre la nostalgia y la alegría se sitúa este film. Con elementos que el teórico Bajtín denominaría “carnavalescos”, Venimos desde muy lejos, la película nos presenta a un grupo de teatro que realiza una obra sobre la inmigración en la Argentina. La historia se centra en la llegada de nuevas personas al país cuando este recién se estaba conformando, pero también se enfoca en los nuevos inmigrantes. No es la primera vez que se realiza una película sobre los ensayos de una obra pero, a diferencia de otras, lo que vemos no son retazos de un espectáculo sino un nuevo discurso. Uno de los recursos que utiliza el film es el arte dentro del arte. Como dijimos la película está basada en una obra que se expuso varios años en Buenos Aires. Es de esperar algo no muy llamativo por la temática. Pero al ingresar a ese mundo que nos permite el cine, vemos cómo el film rompe con los esquemas convencionales. Encontramos un discurso armonioso y muy lejos de estar forzado. La obra está presentada dentro de la película pero de maneras extravagantes. Los momentos en que determinadas escenas mantendrían, en el teatro, una escenografía específica, son trasladados a los lugares precisos en donde realmente podrían ocurrir. Pero no por eso los actores dejan de estar vestidos como en el teatro. Con un ritmo rioplatense, el film está cargado de musicales. La vida y la muerte conviven en ese mundo de carnaval. Está muy presente el sentimiento de la historia de la cultura argentina, cómo nuestra historia marca la forma de hacer arte. Encontramos, de esta manera, un gran conjunto de ritmos musicales, de suma importancia, ya que la mayor parte de la película es cantada. Acompaña a esto vestimentas y caretas propias de los carnavales, recuperando el sentido antiguo del carnaval. Características tales como la tristeza y la alegría que conviven (la nostalgia por el pasado) y lo hiperbólico (canciones, actuaciones desmesuradas, escenas saturadas de discurso) son muy recurrentes en la película. Por otro lado, podemos decir que se narran dos historias paralelas: 1) la trabajada en la obra y 2) las historias de las personas que hacen posible el espectáculo. Podemos decir que nos encontramos con dos historias, que más allá de cómo son expresadas, se posicionan en un realismo. Se problematiza con este esquema el crecimiento del país y los cambios de costumbres que llevan aparejados el correr de los años. La película se sitúa en el pueblo, en sus alegrías y desgracias, marcando algunos típicos casos de la historia Argentina. Así vemos pasar las ilusiones de hacerse rico en América y la vida que llevaban en los conventillos. Pero a esto se le agrega un toque fantástico, que es una pequeña niña que viene a representar la nostalgia, de lo que estuvo y se ha perdido, de lo que sólo ha quedado un leve aroma.
Darle vida a la pintura Sentir que en cada uno de los momentos de la película se está viendo una pintura es el mayor logro visual que Renoir presenta. El cuidado estético que Gilles Bourdos utiliza es realmente exquisito. La vida del pintor francés es contada desde las mismas imágenes y hechos, dando de esta forma agilidad y ritmo a la biografía. Son pocos años de vida del pintor los que se retratan en el film. Sin embargo, bastan para entender su visión del arte. La película se centra en sus últimos años de vida, donde Renoir afianza su manera de pintar. También quedan en evidencia los problemas de salud que el artista va sufriendo al envejecer y su relación con sus familiares y empleados. Entre los últimos se encuentra una mujer que empieza a trabajar para el pintor como modelo y luego se convierte en la esposa de su hijo. Desde su punto de vista se explicará algunas de las técnicas y preferencias del artista, entre ellas el arte sensual que lo diferenció de los demás pintores impresionistas de la época. El espacio donde se desarrolla el film es la casa del artista. La luz tenue de los interiores de su espaciosa residencia y el verde campo que la rodea permiten generar escenas de gran belleza. La mayor parte de ellas parecen representar las obras del autor en movimiento, es un efecto que genera un clima cálido y ameno. Es interesante resaltar cómo se recurre por momentos a objetos como cortinas para generar efectos de pinceladas marcadas en el paisaje, de esta forma vemos plasmado uno de los rasgos del impresionismo. En el film también se desarrolla la visión que Renoir tiene del arte. El guión tiene varios momentos en los que el protagonista explica por qué decide pintar de esa forma y no de otra. Pero, a su vez, se explica por qué elije temáticas alegres, paisajes relajados y una posición positiva ante el mundo: esto se indica de manera implícita y, a mí gusto, de una forma muy atractiva. Renoir eligió hablar de momentos agradables de la vida para contrarrestar los estragos que estaba ocasionando la guerra. El arte pasaba a ser un refugio entre la tempestad del país. Este sentimiento se expresa en la película mediante el claroscuro. Por un lado, tenemos la casa de Renoir, en la cual cunde la tranquilidad y la mayor parte del tiempo la alegría. Por el otro, nos encontramos con el afuera, donde se está desarrollando la guerra: allí podemos ver un panorama triste, gente desprotegida y personas que se aprovechan de la situación. Encontramos en esta dicotomía la explicación de por qué el arte parece estar aislado de la situación social que se está viviendo, la idea de que el artista puede generar belleza aún cuando a su alrededor sólo hay tristeza y miseria, la idea de que el arte puede ayudarnos a salir de una fea realidad al menos por unos segundos. Renoir es una película que vale la pena disfrutar, que merece que dediquemos gran concentración a todos los detalles que el director ha dejado diseminados. Es un film que se construye desde los valores y desde la técnica del artista que representa.
Desearás ver morir a “Cristo Rey” Podemos observar Cristiada como un elemento más de esta vorágine religiosa que estamos viviendo. Hasta hace poco no se hablaba de otra cosa más que del Papa Francisco. Es habitual que la elección de un Papa movilice a toda una sociedad, pero lo que ha impactado es el cambio rotundo de la visión sobre la Iglesia. Pasamos de tener una cúpula de curas “pedófilos” a una “honesta y humilde” institución. Este planteo, de alguna forma, también es parte del film. Se propone, a mi entender, mostrar qué es la fe y cómo se relacionan los fieles con ella. Es más, los adelantos dicen “la historia que te quisieron ocultar”. En definitiva, es parte de esta nueva posición en la que se presenta a la Iglesia con una nueva visión -sepan disculpar los creyentes, pero a mí parecer esto es un lavado de cara después de tantos desastres cometidos y abalados por la institución-. Pero, digamos que lo de Francisco salió mejor que esta película. Cristiada es algo así como un domingo de misa, algo excelente para los cristianos y aburridísimo para los que no forman parte de esa creencia. Más allá de la buena fotografía y la correcta puesta en escena, Cristiada es una película que resulta larguísima. De por sí la duración es mucha, pero la forma de trabajar la rebelión cristiana en México hace que parezca eterna. Se podría haber dicho lo mismo en mucho menos tiempo. Pero allí no recae su principal problema. La idealización extrema que se plantea de la Iglesia es el gran defecto en el que incurre. La exageración con la que se venera a “Cristo Rey” es muy poco creíble. Al igual, resulta poco verosímil, dentro de su pretensión de historicidad, la extrema caracterización de los “malos” y los “buenos”. Otro de los puntos en contra que se lleva es su grado de morbosidad. Se expone a un niño a escenas de torturas horribles. Muestran además imágenes demasiado exageradas e innecesarias como una cruz dibujada en la arena y rellena de la sangre del herido. Se intenta revelar el grado de compromiso cristiano con su religión, pero se lleva a límites que rozan con el decoro. Asimismo, deben resaltarse los diálogos, donde se encuentra lo más sectario de la película: aunque los conceptos no resulten en ningún momento difíciles de entender -son más bien muy básicos- son direccionados a un público en particular, sin plantearse como un film para todo público. Se intenta llegar a los fieles y reafirmar un sentimiento que ya poseen de antemano, por lo que las líneas recitadas por los personajes resultan en extremo pesadas. Cristiada se construye, como hemos dicho antes, de una forma muy correcta e incluso tiene escenas atractivas visualmente. Pero la intención absoluta parece haber sido funcionar como publicidad para la institución eclesiástica, con lo que a los pocos minutos de haber comenzado ya empieza a ser un relato de lo más aburrido. Y si tenemos que escuchar más de cincuenta veces la frase “viva Cristo Rey”, el sentimiento se refuerza.
Voces que merecen ser escuchadas Poner un puntaje a este tipo de películas es realmente arbitrario. Podríamos decir que es sectaria, pero no por querer serlo sino por el tema al que apunta. El individualismo y los sistemas hegemónicos han llevado al espectador lejos de este tipo de producciones y proyectos. Para otros, sin embargo, será emocionante acercarse a la producción de una televisión comunitaria. TV Utopía, de Sebastián Deus, es un documental que nos adentra en una señal que funcionó durante unos años gracias al esfuerzo de un grupo de vecinos. Deus edita para su film 400 horas del canal TV Utopía. Este canal ilegal pero que no interrumpía ninguna otra frecuencia funcionó durante la década del 90´ como medio de protesta de todas las voces que se acercaran a su precario lugar de trasmisión. Junto a todo ese material, el director que también formó parte del canal agregó el seguimiento de la Ley de Medios de Comunicación Audiovisual, que era la esperanza de poder adquirir un canal con el aval estatal. Aunque la emisión ha terminado hace un tiempo, queda en el recuerdo de los vecinos y quienes participaron de este gran emprendimiento, esta película representa un grito de protesta ante el gran poder económico de nuestro país. TV Utopía nos adentra en el esfuerzo. Pero también nos emociona y nos hace reír de la desgracia: trasmitir desde un pequeño cuarto con pocas herramientas y sin nada de dinero más que el que lograban juntar de sus otros trabajos merece un agradecimiento, porque pensaron en todos ellos que no tenían lugar en otro lado, que no serían escuchados de otra forma porque la agenda de los grandes medios está ocupada en sus propios negocios.
Encontrar calidez en la muerte A pesar de que toda la película circunda en un suicidio, nunca se recurre al morbo. Esto puede parecer un detalle menor, pero no lo es. Define esta elección una visión más profunda que el hecho en sí. Hace que se centre la atención en cómo se atraviesa la perdida. Aclarado esto, podremos decir que Profesor Lazhar es un film en extremo interesante porque se enfoca en la reacción ante la muerte desde el rol del maestro y la escuela en la actualidad. Por un lado, nos encontramos con la maestra que se suicida en un aula de la escuela. Este hecho afecta a toda la escuela y por sobre todo a dos de sus estudiantes que ven el cuerpo cuando intentar ingresar al salón. Por otro lado, como reemplazo de la maestra recientemente muerta aparece Bachir Lazhar, quien también sufre para sus adentros el asesinato político de su esposa y sus hijos. El nuevo maestro toma para ejercer los saberes aprendidos con su esposa, profesora y escritora, pero él realmente nunca había dado clases. Frente ante este eje que recorre toda la película encontramos otro que es el trato con los alumnos en las escuelas y la dificultad de ser profesor. Se enfrentan dos enfoques de escuela distintos: el actual, que venía utilizando la institución y el viejo, traído a la escuela por Lazhar. El nuevo profesor tendrá que aprender de los estudiantes nuevas formas de enseñar correspondientes a la educación de este momento. Son pocos los momentos de llanto, aunque la situación lo ameritaba. Pero sí se da un clima de luto. Los colores utilizados son más bien sobrios u oscuros. La música está apoyada en el piano, con melodías suaves y tristes. El ambiente hace también a la desolación, el frío del lugar da la sensación de melancolía. Hay momentos más descontracturados como algunas situaciones en el aula, pero son los menos. Sin embargo, la sensación que deja es de suma calidez, porque se enfoca en cómo seguir después de una gran pérdida. Enfocando en la estética de la película, podemos decir que el guión adquiere una gran riqueza porque se apoya en frases de novelas, las que Lazhar utiliza en sus clases. Esto hace que la película viva generando momentos en los que no pasa nada en especial pero que dejan una sensación de satisfacción. Los chicos toman mucho protagonismo y sus actuaciones son realmente buenas. Aunque de por sí la forma que elige el director para narrar nos hace conocer a los personajes más por lo que no dicen que por lo que sí, pues los diálogos encarados por los chicos resultan genuinos y generan empatía. Como he dicho de otras películas, estamos frente a un film construido minuto a minuto, que vive de su estética y que genera una buena combinación entre diálogo e imagen. Profesor Lazhar no abusa de la muerte para hablar de ella y así le es posible profundizar, ir más allá del acontecimiento específico.
Una interesante forma de narrar Andréi Zviáguintsev nos coloca, en los primeros minutos, en un estado de incomodidad por la lentitud con la que avanza el film, situando la cámara en diferentes lugares y dejándola estática. De esta manera, el director nos invita a codificar con imágenes y objetos el tema de la película y las personalidades de los protagonistas. Esta primera impresión, que luego se continúa pero mucho más debilitada, genera cierta curiosidad sobre que lo se va abordar. Pero en el correr de lo minutos esta expectativa empieza a caer, por la esa morosidad que en un principio provocó entusiasmo. Nos encontramos frente a un film que se basa, sobre todo en la primera mitad, en las imágenes. Desde un principio, cada espacio que se enfoca forma una parte esencial del discurso. No hay casi diálogo entre los actores y, sin embargo, sus objetos y formas nos van mostrando su personalidad. El recorrido interno en las dos casas en donde confluye casi toda la película da cuenta de dos vidas completamente distintas. Por un lado, nos encontramos con una casa enorme, que delata gran poder adquisitivo. Vemos, también, la frialdad con que está decorada y el gran orden que mantiene, que condicen con la personalidad del dueño de la casa. El director elije mostrarnos a cada uno de los personajes con sus propias acciones, vemos a la esposa, Elena, hacer en repetidas oportunidades la misma tarea o tener las mismas reacciones. En la rutina de ella, observamos la sumisión que mantiene, no sólo con su marido sino en general con su vida, con su hijo responde con el mismo acatamiento. Por momentos, parece un objeto Elena, a nadie le interesa en verdad qué es lo que quiere ni cómo se siente, sólo la utilizan para obtener de ella sus beneficios. Por el otro lado, nos encontramos con el departamento del hijo de Elena, que es sumamente reducido, más ruidoso e inclusive más desordenado mostrando a una familia de posición económica más humilde y conflictiva. La familia está constituida por el padre, la madre y sus dos hijos. Toda ella depende de la economía del esposo de la madre porque ellos no tienen un trabajo estable. Es muy interesante cómo los primeros minutos nos cuentan qué va a pasar en el resto del film. Aunque la película se torna muy lenta a medida que va avanzando y no logra ser del todo atractiva. El juego con la imagen encuentra sus limitaciones al verse saturado y sin el acompañamiento de momentos de acción. Hay en la película una sola escena en donde vemos un quiebre. Cuando el hijo de la pareja muestra de alguna manera que su intención no es en lo más mínimo estudiar y sale a la calle con sus amigos. El volumen del sonido se vuelve mucho más alto y ruidoso, es acompañado por imágenes más oscuras. Antes bien, y durante todo la película, tenemos un ambiente sereno con imágenes color pastel. Un ambiente entre sombrío y decadente. Aunque no termine siendo del todo atractiva, considero que la forma de narrar que adopta el director es arriesgada y genera mucho más respeto que otro tipo de film. A su vez, rompe con la rutina a la que estamos acostumbrados para mostrarnos nuevas formas de contar una historia.
Un recuento de lo más patético del amor Giovanni Veronesi vuelve a la pantalla con la continuación de El manual del amor (tal su título original), film que toma un estilo bastante confuso, mezcla de romanticismo trillado y comedia de baja calidad. La película, a pesar de ser una tercera parte, se entiende por sí sola y parece no tener una continuidad estricta. Mantiene sí el estilo de las demás: consta de pequeñas historias que muestran típicas situaciones amorosas y cada una de las cuales está intervenida por una voz en off (en esta tercera parte se hace presente mediante una especie de hombre-Cupido -ya hablaré de eso más adelante-). Las edades del amor está constituida por tres historias. Aunque todas ellas forman parte de una idea mayor (si es que se puede decir que existe una “idea mayor”) tienen diferente estilo. La primera mantiene la idea de género romántico. Contiene, de todas maneras, situaciones que la hacen ver cómica pero esto no se da de forma intencional sino que deriva de las grandes fallas narrativas y la sobreactuación. La segunda se enfoca mucho más en un estilo cómico: los actores son conscientes de que forman parte de un guión vacío de contenido y que su ejecución es de lo más precaria. El romanticismo, en este caso, hace que se desarrollen situaciones embarazosas. El protagonista se ridiculiza, supongo que para dar cuenta el grado de patetismo al que acceden las personas cuando se enamoran. La tercera historia se vuelca aún más sobre lo cómico: el protagonista (Robert De Niro) hasta aparece con una mirada risueña que da cuenta de un distanciamiento absoluto y de la conciencia de que se forma parte de una película poco seria. Varios de los actores secundarios de las tres historias comparten esta actitud. También se busca, como en la segunda, dejar en ridículo al protagonista exponiéndolo a situaciones incómodas o haciéndolos tomar actitudes discordantes con la edad y su personalidad. En todo momento, la película hace dudar al espectador sobre sus objetivos. Esta oscilación constante entre lo cómico y lo romántico no permite entrar en ninguna con precisión. Lo más llamativo y, por sobre todo, lo más ridículo de todo lo que se presenta es la figura de la voz en off. Es un chico de aproximadamente 18 años que interviene las historias y las entrelaza exponiendo lecciones del amor. Estoy convencida que lo peor que le puede pasar a un actor es creer que actúa bien cuando está haciendo un papelón. Claramente, este es el problema de nuestro Cupido-narrador. A esto hay que sumarle un guión sobrepasado de clichés que convocan al tedio. Todo lo que se expone no es más que la suma de historias que estamos cansados de escuchar. Asimismo, la filosofía amorosa de este joven Cupido es de lo más superficial y toda ella está narrada con una actitud seria que hace que sea más ridícula aún la situación. La elección de una imagen opaca, con colores pasteles, completan una obra que termina siendo graciosa sin quererlo. “El manual de amor” es un rejunte de todo el peor patetismo de las comedias románticas italianas.
Los que odian al circo lo seguirán odiando y a quienes les gusta lo odiarán Si el arte fuera sólo retratar la belleza muchos podríamos ser artistas. Pero, sin embargo, el cómo decirlo es la clave que hace que algunos sean artistas y otro no. Esta pequeña reflexión sonó todo el tiempo en mi cabeza durante el transcurrir de Cirque du solei: mundos lejanos. En los últimos años, más allá del desgaste que ha sufrido el circo como entretenimiento, esta compañía ha logrado hacerse de prestigio por la calidad de sus espectáculos y su continua actualización. No pongo en duda que el show que brindan (aunque no tuve el gusto de verlo personalmente) es bueno, pero esto no garantiza que el mero registro de sus acrobacias tenga por resultado una película pasable. Con la ausencia de una historia que sea formadora de un relato, se crea la expectativa de estar al frente de una película meramente estética. En parte es así, aunque igual aparece una pequeña historia de una chica que se pierde entre los espectáculos del circo buscando al hombre del que se ha enamorado. Aun así, no se mantiene una línea, por momentos se le da lugar a la búsqueda de la enamorada y por otros se la excluye de la escena sin dar muchos fundamentos. Pero aquí no está su peor error. Cirque du solei: mundos lejanos peca de generar expectativas sobre lo estético y no poder llevarlas a cabo como película. Una de las características del circo es que trabaja con los sentidos, intenta mantener a los espectadores atentos y sobrepasados de estímulos. El registro no logra mostrarnos ese efecto y está bien que sea así si se generara una nueva forma de ver las acrobacias. Pero el problema es que todo el tiempo nos damos cuenta que estamos viendo parte del espectáculo, no se logra generar un material nuevo. Esto lleva a que seamos conscientes como espectadores de que no podemos apreciar bien los trucos y la escenografía. Algo parecido sucede con la musicalización. Al parecer, se mantienen las canciones y los efectos de sonido que utilizan en las funciones. Pero en numerosas ocasiones queda en diferente sintonía lo que vemos con lo que escuchamos. Hay un momento, por ejemplo, en el que oímos fuegos artificiales y estamos viendo algo totalmente distinto. Con respecto al 3D, tampoco está bien utilizado. No es la primera vez que una película lo utiliza no habiéndolo planificado de antemano. Pero más allá de eso, se recurre al 3D y realmente resulta un dolor para los ojos. La elección de los elementos que toman relieve es sumamente arbitraria y se perciben cortes desprolijos que dan un fin súbito a la ilusión de acercamiento. Es curioso, por ejemplo, cómo en muchas escenas se filma al cuerpo humano: se les corta la cabeza a los personajes y queda sumamente desprolijo. Hay unos pocos momentos, sobretodo durante las acrobacias en el agua, donde sí se logra un buen efecto. Por otro lado, los tiempos de la película son lentos y al no poder apoyarse en una belleza estética ni en una historia se crea un ambiente tedioso. Sin ser un film de mucha duración, la falta de ritmo hace que parezca interminable. Todas las referencias anteriores no hacen más que reforzar la idea de un film poco planificado y carente de un nuevo mensaje que trasmitir. Se limita a reproducir, y ni siquiera bien, el espectáculo del circo, sin crear nada propio.
La inverosímil historia de Timothy Green Como suelen ser las películas de Disney, La extraña vida de Timothy Green resulta correcta en cuanto a puesta en escena. Pero la historia no genera movimiento alguno en el espectador, por tratarse de un film insulso y mal actuado. Por otro lado, la utilización de la fantasía termina siendo inverosímil cuando no se cuidan los detalles pertinentes. La película trata sobre una pareja de adultos, Cindy y Jim Green, que a pesar de los continuos intentos no logran que ella quede embarazada. El film se centrará en el relato que Cindy y Jim Green le cuentan a la trabajadora social encargada de autorizarlos para una adopción. Allí cuentan cómo luego de la afirmación negativa de los médicos sobre la posibilidad de que Cindy quede embarazada, para lograr relajarse, juegan a anotar las características que tendría un hijo suyo en el caso hipotético de que algún día pueda concretarse su anhelo. Entierran los papeles escritos, previamente colocados en una caja, en el jardín y por la noche surge de la tierra un niño, Timothy Green. Uno de los puntos más flojos de la película es la sobreactuación de los personajes. No caeré en el ensañamiento de marcar a un actor por sobre otro para ver cual está peor porque dado que ninguno desentona, interpreto que fue una política del director. Pero sí decir que esa falta de compromiso o distanciamiento con las emociones hacen que no sean creíbles las situaciones que se plantean. Hace poco tiempo dije, cuando hablaba de La niña del sur salvaje, lo grandioso que podía ser la unión de un buen director con un niño/a gran actor. En el caso de La extraña vida de Timothy Green vemos todo lo contrario, la figura del niño parece hasta ridícula por momentos. Segundo punto, cada mundo es creíble si se respetan sus reglas. La fantasía resulta de un hecho sobrenatural que surge en un ambiente muy parecido al real. En el caso del film parece que se tomaron licencias en los pequeños detalles que hacen creíble el ambiente real. En un momento de la película aparece la familia de los Green y la pareja les explica de una forma muy absurda y poco creíble la llegada de un niño. Los parientes quedan conformes con esa respuesta. Esto hace completamente inverosímil el relato, porque rompe con las propias reglas que utiliza. Por otro lado, es importante destacar la utilización de la imagen. Sobre todo en los momentos en que se centran en Timothy y su relación con la naturaleza, el film cuenta con colores que resultan muy bellos y atractivos. También nos encontramos, siguiendo los mismos momentos, enfoques originales y llamativos que repuntan un poco todo lo indicado anteriormente. Noto también en el film una suerte de intento de reproche a los padres. Se les critica el querer vivir a través de los hijos considerando sólo sus propios intereses. Allí se ve, además, cómo uno repite sin querer las prácticas que criticó de sus padres. En suma no es de las películas más agraciadas pero se deja ver. Y aunque haya momentos en los que resulte muy aburrida hay otros que visualmente compensan un poco el malestar anterior.
Una pequeña y gran historia Sin duda alguna, los niños en los films tienen de antemano una buena aceptación por parte del público. A los chicos actores se les perdonan más cosas que a los adultos porque tienen en sí un desafío mucho mayor que es trabajar a la par de un grande, aún teniendo su vida de niños. Sin embargo, no hay que hacer a un lado algo que es mucho mayor que el propio entendimiento del público y esto es la calidad actoral de los chicos que llegan a la pantalla. No son muchas las películas de tono dramático las que tienen a un niño como protagonista porque esto requiere de un trabajo sumamente delicado. Films como La niña del sur salvaje nos hace ver que el trabajo en conjunto de un buen director y una pequeña gran actriz puede hacer que surja un gran largometraje. Hushpuppy (Quvenzhané Wallis) es una niña muy especial de tan sólo seis años. Para empezar son pocos los momentos en que parece niña, tiene la mirada de un adulto. Tan sólo en algunos pasajes, como cuando recibe el abrazo de una mujer, nos damos cuenta de lo pequeña que es. Ella es integrante de una comunidad que se encuentra en lo que denominan La tina, situada en Estados Unidos. Su familia más íntima es su padre y de su madre sólo tiene algunos recuerdos que le proporcionan las prendas que han quedado en el lugar. Ellos y los vecinos, de todas maneras, forman parte de una familia más grande, unida por las costumbres del lugar (una relación más íntima con la naturaleza) y su amor por el agua. La vida allí vista desde una óptica urbana resulta ser bastante paupérrima. Si nos centramos únicamente en las pertenencias estamos al frente de una comunidad pobre que ha construido sus hogares con partes de elementos desechados en la urbe. Todos ellos se verán forzados a doblar sus esfuerzos por vivir allí luego de que el lugar fuera azotado por una gran inundación. Hushpuppy, por su parte, tendrá que sobrellevar además la enfermedad que promete la muerte a su padre. Lo más llamativo e importante de la actuación de la pequeña Quvenzhané Wallis es que su actitud y forma de ser logra adentrarnos en las costumbres de su comunidad. A pesar de la historia trágica que vive la pequeña y aún siendo ella la protagonista, la película nos lleva a algo mayor. La niña sirve como vínculo de conocimiento de una sociedad con otro tipo de valores y objetivos de vida. Hushpuppy no hace más que acentuar la importancia de las costumbres de la comunidad en la que vive. Ella nos hace chocar con una realidad distinta. Nos muestra la dificultad que tiene de ser entendido el que piensa y vive distinto. Lo vemos bien cuando los que viven en la ciudad obligan a los habitantes de La tina a dejar sus hogares “para estar a salvo”, sin tomar en cuenta sus propias decisiones. Haciendo hincapié en otro aspecto, el agua toma un papel importante en la película. Gran parte del vocabulario de los protagonistas está fuertemente vinculado a este elemento. El relato de la niña, a su vez, nos da una idea de cómo es vivir allí pero no se trata de descripciones formales, sino de pequeñas acciones que dan cuenta cómo es La tina. La niña del sur salvaje no contiene una gran historia y sin embargo se luce como tal. No cuenta tampoco con grandes clímax, sino que se va alimentando de cada momento, sin dejar de llamar la atención del espectador. Es de esas películas en las que el final lo que hace es reafirmar todo un buen desarrollo.