Con un título irónico y contradictorio como “Yo no me llamo Rubén Blades”, el documental sobre el famoso cantautor, realizado en coproducción con Panamá, se estrena en Argentina. El film es una ventana abierta al espectador para que visite la carrera del cantante, también abogado recibido en Harvard, y coleccionista de cómics, entre otras facetas de su creativa vida. Para rodar este film, el director Abner Benaim acompañó al icónico artista en su vida cotidiana en Estados Unidos y con ello pudo hacer, junto a él, una retrospectiva sobre su carrera desde los inicios. Mostrar la génesis, por ejemplo, de su aclamada canción “Pedro Navaja”, una historia salida de la lectura del cómic que Blades transformó en canción. La cinta cuenta con la participación de grandes artistas como por ejemplo: Sting, Residente, Paul Simon, Gilberto Santa Rosa, Tito Puente, Andy Montañez, e Ismael Miranda. Esto pudo lograrse después de la edición de una serie de entrevistas con cada uno de ellos que mostraron, a través de sus charlas, una parte de Ruben Blades. El realizador nacido en Panamá fue representante de su país para los premios Oscar, con su película “Invasión” (2014) y su film “Chance” (2009) fue el film panameño más visto en la región. La cuidada fotografía del film y el montaje revelan el tributo de un fanático del autor de música latina. Porque muestra no solo al cantante sino al hombre con el cual, a esta altura del partido, ya son amigos. Con un respeto por su vida personal logra un nivel optimista en las charlas, con lo cual el documental evita los lugares comunes que le pueden ser propios al género. “Yo no me llamo Rubén Blades” es una película indispensable para aquellos que les gusta y degustan la salsa, para aquellos que bailan salsa y para aquellos, que aunque sea en el cine, no pueden dejar de mover los pies al compás del mejor ritmo.
María Callas, una mujer que empezó a ser leyenda desde que pisó por primera vez un escenario a los 13 años, es de quien se trata el documental de Tom Volf “María Callas: En sus propias palabras”. La mujer fue también la mejor intérprete de ópera del siglo. La Diva del Bel Canto que inició su carrera jovencísima, se retiró también muy joven: a los 43. Falleció lejos de los flashes, del amor y de la admiración del público del mundo entero a los 53. Este film es un tributo, su subtítulo “En sus propias palabras” se debe a que ella cuenta en una selección de entrevistas de las tantas que se le hicieron a lo largo de su carrera, su vida. La Callas, la artista que le dio un lugar al histrionismo y a todo lo que podía expresar en su mirada mientras cantaba, hizo de eso un sello de su personalidad. De ella es de quien se trata esta historia pero es también la historia entre las dos Marías que habitaban en una misma mujer. María y La Callas, admirada y denostada a veces, en el mundo entero, pero incapaz de pasar desapercibida. Tratando de quien se trata no es este un documental tradicional ni una biopic igual a tantas. Es un trabajo desde la profunda admiración de su director. Una compilación de documentos fílmicos, algunos caseros, porque en los tiempos de Youtube parece que nada puede ser original, sin embargo este homenaje sí lo es. La entrevista junto a Luchino Visconti, la mención de la propia artista de su actuación en el Teatro Colón en 1949. La mezzo Joyce Di Donato le da la voz a María Callas en la lectura de las cartas. Hay un bonus track con material documental incluidos en varios de sus DVD, la soprano más célebre fue objeto de varias películas, como la De Palmer y libros biográficos como el de Arianna Huffington. Se valora este documental no solo por mostrar material nunca visto, recopilado por su autor por años, sino por traducir el punto de vista de la protagonista como si se tratara de una biopic íntima. Porque muestra como nadie y en primera persona el antagonismo que vivió toda su vida la artista, debatiéndose entre María y María Callas. Volf, que es un fotógrafo profesional, debuta en el cine con este film. Hasta ahora no había sido un devoto de la ópera y tampoco de María Callas. Solo que sintió una especie de revelación al asistir a una función de “María Estuarda” en Nueva York y eso lo llevó a interesarse en la vida de esta cantante de ópera estadounidense griga. Los amores, las pasiones, todo está aquí, como al desnudo. Es imposible separar a la artista de la apasionada mujer. Como una fotografía que ilumina todos los costados de una imagen incluye, incluso, las esperas interminables y las muestras de devoción de sus fans: vital alimento de un artista pero también el acoso de los paparazzi en su escandaloso divorcio. Con este documental debido a una gran estrella, a una artista con un don incomparable, recuperan su voz María y la Callas. Muy buena obra.
“A dos metros de ti” es una película estadounidense de drama y romance. Está escrita por Mikki Daughtry y Tobías Iaconis y dirigida por Justin Baldoni. Está protagonizada por Haley Lu Richardson y Cole Sprouse y basada en el best seller “Five Feet Apart”. Ideal, especialmente, para los fans de “Bajo la misma Estrella”; cinta que narra, también, el drama de un romance adolescente donde la muerte ronda. “A dos metros de ti” habla de la vital importancia del contacto humano con aquellos que amamos. Stella (el personaje de Haley Lu Richardson) dice: “nunca entendí lo de hacer contacto así hasta que no pude tenerlo”. La cinta invita a reflexionar al espectador sobre lo que a todos nos parece natural: el respirar, por ejemplo. Porque puede aparecer una enfermedad que nos recuerde lo contrario. Que respirar puede dejar de ser un acto reflejo o natural y solamente pueda ser posible si se es asistido, con mochilas de oxígeno o respirador. A todos nos parece normal, cuando amamos, tocar al otro, hasta que una enfermedad pueda presentarse y nos muestre que eso que creíamos tan natural, ya no lo es. La enfermedad fibrosis quística irrumpe en la vida de dos jóvenes y en sus mundos. Los afecta tanto a ellos como a sus seres queridos. Cada familia y amigos viven, como pueden, esta enfermedad que ha desquiciado, irremediablemente, sus mundos. El hospital, donde prácticamente viven los pacientes y familiares, constituye otro mundo aparte, con sus reglas, sus alegrías y sus tristezas. En otro momento del film, Stella sigue explicando en videos para youtube: “Si tienes FQ no puedes acercarte a nadie a menos de dos metros porque puedes pescar sus bacterias. Y un transplante de pulmones exitoso puede con suerte durar unos cinco años aproximadamente”. Mientras la joven es una guerrera, que ama a su familia y a sus amigos, quien sigue al pie de la letra sus tratamientos y rutinas y vive comunicándose a través de su computadora con el afuera del hospital, su coprotagonista, con quien vive una historia de amor, es todo lo opuesto a ella. El ya se ha resignado a que la muerte lo espera. Sin embargo, a una edad en la que se piensa en todo como posible, se enamoraran y se amarán aún sin poder tocarse. Ante cualquier descuido, esperable de la juventud que portan los protagonistas, está la enfermera del hospital quien les recuerda permanentemente: la regla es para todos, sin excepción, a dos metros de todo el mundo. Con respecto a los aspectos técnicos, la música compuesta por Brian Tyler y Breton Vivian acompaña la emotividad que expresa la película. Por su parte, la fotografía es un complemento vital para la historia que narra el film, mostrando al espectador los deseos de Stella y cómo los cumple su enamorado. La muerte siempre es un golpe bajo y más duele cuando irrumpe en una vida que crece con más felicidad que contratiempos. Es inevitable que la emoción se cuele, todos hemos perdido a alguien, todos hemos llorado a alguien. Nadie quiere llorar las fatales pérdidas a la que la vida nos pone frente a frente. Sin embargo, la juventud que todo lo cree poder, cuenta a través de esta película que el verdadero amor aún en la distancia sobrevive. Y que aún cuando la vida te obliga a aislarte, necesitamos el contacto de aquellos a los que amamos tanto como el aire que respiramos. “A dos metros de ti” es ideal para el público adolescente y joven, pero también para los adultos que, inmersos en la cotidianeidad de un mundo más regido por lo económico que por los sentimientos, podamos pensar en quiénes tenemos alrededor y en la fugacidad de la vida propia y de quienes amamos.
“Alicia”, película de Alejandro Rath que se estrena este jueves, se centra en una historia por la cual todo hijo atraviesa en algún momento. Con un elenco de grandes actores, como Leonor Manso en el papel protagónico, que interpreta a una madre militante y moribunda; un ex marido Patricio Contreras, trokista, para más datos, y un hijo Martin Vega, que repasa una decisión muy tremenda que ha debido tomar sobre los últimos momentos de vida de su madre, y con la actuación de una sólida y creíble Paloma Contreras, que hace de co equiper en tamaña decisión. Hay que ser muy valiente para tratar en el cine temas vitales sin tener que recurrir a golpes bajos. El director, que co escribió este guión con Alberto Romero, narra un tema ríspido pero también tópico. La fotografía es sórdida y acrecienta la tristeza de los ambientes que muestra. Una casa, cuyas cosas, enseres y todo lo que hay en ella, tiene que ser embalado. Una mudanza que se posterga porque no se puede con ella, un trabajo que se interrumpe porque la muerte de un ser querido irrumpe. Y en primeros planos muestra la lucha de Jotta, ese hijo frente al duelo de su madre atea acompañado, solo por momentos, por un padre marxista. La tristeza y la confusión de no saber de dónde agarrarse ante el inminente final, lo conduce a ir tras las religiones para que finalmente, más allá de ellas, terminar en una despedida con su madre conmovedora. Como un guiño, como para no molestar, se escucha de fondo la Internacional, el himno comunista. Una película muy recomendable, con un montaje que hace a la idea de los tiempos que la idea de la muerte le impone al film.
“Foto Estudio Luisita” es un film de Sol Milagria y Hugo Manso, que obtuvo el premio del público a la Mejor Película Argentina en el 20 BAFICI y que se estrena, comercialmente, este 14 de marzo. La cinta cuenta la historia de una mujer que retrató una época de la farándula argentina, en los años en los que había solo fotógrafos que no aceptaban a una mujer que ejerciera esa profesión. Sol es una joven que estudia fotografía y trabaja en un taller de reparación de cámaras, allí conoció a Luisita, se hicieron amigas y cuando frecuentó su casa descubrió una gema: Un archivo con más de 25.000 negativos de las celebridades argentinas. Supo entonces que estaba delante de un tesoro, 20 años oculto, y de una historia que contar. Porque, además, Luisita es la única fotógrafa de teatro de revista argentino de las décadas del ’70, ‘80 y ’90 con vida en la actualidad, que cuenta con tal extensa producción y cuidadoso oficio desde los años ’60. Desde Amelita Vargas a Marrone, desde Tita Merello y Susana Gimenez, Olmedo, Porcel y Atahualpa Yupanqui, entre otros, son innumerables las celebrities que desfilaron ante la lente de su cámara, en el mítico estudio de Luisita en la Av. Corrientes al 1300. A pesar de que la fotografía y toda su parafernalia, como eran las cámaras, el negativo, el revelado, el color, la corrección artesanal (antes de que viniera la tecnología a retocarlo todo), era un mundo dominado por los hombres, ella y sus hermanas lograron ganarse un lugar. Hasta competir y ganar un premio, al que ninguno de los fotógrafos quiso retratar por ser una mujer quien lo había ganado. Los teatros de las revistas porteñas eran como su casa. Hoy llevada a esos mismos teatros, Luisita dice en voz baja: “ya no somos de la casa, somos ajenas”. El paneo que hace la cámara sobre la Av. Corrientes o cada vez que se detiene fuera y dentro de un teatro mostrando las marquesinas y las compara con la época del Teatro Revista, es un guiño a la nostalgia. Tratándose de la historia sobre la que versa el film, la fotografía y el montaje son esenciales y se lucen. Es un documental imprescindible para todo aquel que decida ser un artista con su cámara. Porque como diría la protagonista de esta cinta, “¿qué es un artista, sino alguien que ve lo bueno y lo realza, que ve lo lindo y lo magnifica, que busca en el otro lo más lindo que tiene para mostrar y lo inmortaliza?”. Las escenas tienen su propio tiempo que tal vez no coincida con los tiempos del público y el sonido es un poco bajo, para lograr comprender cabalmente lo que la timidez de Luisita, esta mujer colombiana, quiere decir. Aún así es una obra que deleita un homenaje tardío pero debido.
El próximo 7 de marzo en el cine Gaumont (Rivadavia 1635, CABA) y en el Cosmos UBA (Avenida Corrientes 5046, CABA) se estrenará “Juntas”, ópera prima de Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio, que aborda la historia de amor de dos mujeres, pioneras en el casamiento igualitario en Argentina y Latinoamérica. El documental retrata la unión de Norma y Cachita. Tenían 68 años, en el 2011, cuando la ley Argentina las convirtió en la primera pareja de mujeres casadas, en el país y en Latinoamérica. El film es también un vistazo sobre una vida compartida. A través del recurso de un viaje se cuenta una historia que tiene sabor a recuerdo. Como una mirada por un espejo retrovisor. La fotografía muestra los paisajes exuberantes del Caribe, más el montaje y la música del mismo, no hacen más que acentuar lo bello de este amor. Al principio clandestino, con miedos pero siempre pleno. Un documental necesario porque habla del valor de mirarse a sí mismo tal cual se es, más allá de lo que la sociedad juzga y a luchar por esto pese a todo. Ramona “Cachita” Arévalo murió pero antes hizo un viaje junto a su esposa al lugar, inmortalizado por Gabriel García Marquez: Colombia. A la casa donde vivieron juntas. A la tierra que las vio conocerse, enamorarse, desearse y amarse para siempre. Y que aunque en una pasión secreta se sintieron más libres que nunca. Esta coproducción colombiana-argentina muestra a las protagonistas en su regreso al Caribe, habían prometido volver enseguida luego de que allí partieran en el 2001, pero el corralito truncó sus planes. En el 2013, 12 años después lo lograron. Gracias al documental que protagonizaron, pudieron volver como esposas al pueblo, que en los 80 las hizo encontrarse, conocerse, enamorarse y vivir ese amor. El 26 de octubre de 2018 murió Ramona “Cachita” Arévalo, en Buenos Aires, su esposa la cuidó hasta último momento y ahora vive con Hipolito, el perro que las había acompañado siempre. Con una velocidad a la que no toda la gente está acostumbrada, “Juntas” tiene la lentitud de un poema.
“Descubriendo a mi hijo” es una película israelí del director Savi Gabizon, quien también es el guionista de la misma. Cuenta con un elenco parejo en sus actuaciones, compuesto por Ella Armony, Shai Avivi, Shmil Ben Ari, Adam Gabay, Salim Dau. El film israelí es un drama de esos que no pueden evitar conmover. Un hombre adinerado sin hijos se encuentra con su novia de la universidad. Allí descubre que, cuando se separaron, 20 años atrás, ella estaba embarazada. Pero desentramará algo más de este encuentro, que cambiará su vida para siempre. La cinta relata descubrimientos desde un final inevitable que se niega pero debe, inexorablemente, aceptarse hasta una esperanza que se parece mucho a un consuelo. Como mencionábamos en un principio, las actuaciones son muy correctas, sobre todo las de la pareja principal que se destaca en virtud de la historia. Con una fotografía impecable de Asaf Sudri y un montaje de Tali Helter Shenkar, la cámara juega un papel fundamental. En los planos cercanos refleja una tristeza infinita. La elección de las locaciones, en todo momento, sostiene al guión. En el cambio de luces, que establece la fotografía, hay momentos en los que subraya, sobre todo en los espacios abiertos, el atisbo de esperanza. Y cuando disminuye la luz, aunque sin llegar a la oscuridad completa, exhibe instantes de desesperación incomparables. El acertado plano sobre los paisajes refuerza la inmensidad del destino como así también la inmensidad que implican las verdades que se van revelando a lo largo del film. “Descubriendo a mi hijo” es una historia que no da respiro. La cinta deja, al final, un mensaje del cual el espectador, que seguramente saldrá del cine movilizado, no podrá serle indiferente. Buenas actuaciones por parte del elenco y un trabajo majestuoso con respecto a los asuntos técnicos.
“Plaza París”, además de ser un drama social, es una coproducción que reúne a Brasil, Portugal y Argentina. Su guionista y directora Lucía Murat, desde sus inicios en el cine en los años 80, siempre apostó a los temas sociopolíticos y que atañen a la mujer. La historia central es la de dos mujeres de estratos sociales antagónicos. Mientras se muestran los límites de hasta dónde puede llegar la empatía en la relación de una psicóloga con su paciente, se ve un Brasil violento pero voluptuoso, bello pero sangriento. El mismo que ya no es el mítico país aquel de “la alegría es solo brasileña”. Un país que tuvo recientemente elecciones, de riquezas pero también de extrema pobreza, donde a veces sobrevivir lo es todo. El guión toma como eje central la identificación de dos mujeres que provienen de universos muy distintos entre sí, por la educación que recibieron y, entre otros temas también, por el trato que percibieron de sus respectivas familias de origen. Gloria, una de las protagonistas principales, encarnada por la actriz Grace Passo, es quién lleva la voz cantante del film. Su fuerza habla de los silencios que tragan las peores cosas de su vida, silencio que en el diván por fin encuentra una vía de escape y que hace que su dueña crea encontrar por fin un lugar donde expiarlo, confesarlo y extinguirlo para poder seguir. Es un personaje fuerte a pesar de las vicisitudes que la delinean. Camila es una jóven psicóloga que va a Brasil para terminar su tesis para el doctorado en su especialidad y le toca atender a Gloria, ascensorista de la facultad donde ambas trabajan. Cabe aclarar que la Plaza París, lugar elegido por la guionista como título de su película, situada cerca del centro de la capital brasileña y planteada a modo de los jardines versallescos, fue parte de un plan urbanístico que pretendía convertir a Río en otra ciudad, una ciudad europea. Parece la metáfora de un sueño truncado. Veleidades de Latinoamérica, si se quiere. La directora con este film devela las diferencias de un país violentamente dividido entre negros y blancos, entre ricos y pobres, hombres y mujeres, ciudadanos bien y favelados y europeos y brasileños. Muestra la naturalización de ese miedo, la banalización de la vida humana, de mujeres y hombres que no son visibles, muertes de prensa, cuyo espanto solo dura un día, de historias que nadie quiere escuchar o que nadie pronuncia y con la fotografía delata los pensamientos bullentes no siempre dichos que terminan en muerte o en la huída, en el mejor de los casos. Y se vale del miedo transformado en paranoia de la psicóloga para hablar del miedo y paranoia del blanco hacia el negro y hacia la favela. Lo que late en Brasil. Los silencios la puja y una lucha que silenciada o no, que no cesa. Con un elenco que lleva a la máxima potencia a sus personajes, con la presencia del actor argentino Marco Antonio Caponi, la música, compuesta por André Abujamra y Marcio Nigro, acompaña de buena manera y con una fotografía a la altura de la historia, que en los planos exteriores apoya a las escenas. Desgarradoramente real.
Se estrena este jueves “La vida que te agenciaste”, ópera prima de Mario Varela, escritor y camarógrafo profesional. Este sueño viene de la mano de una heterogénea obra que va desde el cortometraje hasta los libros de poemas y libros infantiles, pasando por la creación de una editorial independiente y la fundación de una emblemática revista literaria: 18 whiskys, que duró dos números nada más pero que marcó poéticamente a sus integrantes. Como el director es también protagonista del film, es como estar viendo un vaivén desde lo autobiográfico a lo biográfico. El reflejo de la amistad que lo unía con sus amigos de juventud, poetas rebeldes y del reencuentro veinticinco años después. Una excusa para dar a conocer la poesía que se escribía en ese momento, los 90, poesía que influye en la literatura argentina actual. Con preguntas que sobrevuelan tácitamente, el film parece una conversación entre amigos y, a veces también, un reportaje formal que ordena la secuencia informativa de la que se nutre el documental. La pregunta central o el motor de “La vida que teagenciaste” es ¿en quiénes sobrevivió la vieja llama, la pasión por escribir o cómo les fue cambiando la vida a lo largo de los años? Con la poesía, siempre la poesía, en voz baja, en voz alta pero siempre presente. Esta película, que está rodada entre la Patagonia y Filipinas, pasando por Tokio, es una verdadera road movie de poetas. Todo empezó cuando su director y protagonista Mario Varela retoma un proyecto rodado en 1993, cuando él estudiaba la carrera de Cine, en la Escuela de Cine de Avellaneda, llamado “París-Dakar”. Un rally alcohólico de un grupo de poetas amigos, por 18 bares tomando y el que resistía, sin vomitar, era el ganador. La película también refleja que en la juventud y sobre todo la de los 90 y en los poetas en particular, todo es intenso. La amistad, el amor, hasta las peleas que los fueron separando. El propósito de su director fue bien logrado, porque consiguió retratar aquello que se les escapa a los libros, la vida de sus autores y su cotidianeidad. Todo fluye como en una charla entre amigos, como si no hubiera pasado el tiempo que pasó. Los planos de paisajes, la luz de la fotografía todo fluye de manera armoniosa como dándole forma a una poética visual. La cinta de jóvenes poetas rebeldes contó con la participación, recuerdos y poemas de Fabian Casas, Laura Wittner, Juan Desiderio, Rodolfo Edwards, Jorge Aulicino y más… Retomando el recuerdo de las revistas La trompa de falopo y 18 whiskys. Esta última publicación que solo duró apenas dos números mientras la poesía les duró toda la vida.
“La Boya” alude a una baliza que flota en el agua mientras está sujeta al fondo que se usa, también, a modo de señal. Tal es el punto de partida para la lograda metáfora que elige Fernando Spiner para dar nombre a su film y contar sus historias. Con este documental autobiográfico a punto de estrenar, su director muestra a lo largo de las estaciones del año, el camino hacia el mar. Ese mar de Villa Gesell, que durante años lo viera nadando hasta su adolescencia con su mejor amigo, compartiendo un ritual: nadar, mar adentro, hasta la boya más cercana. Una historia de hombres que se mezclan entre pantallazos de tradiciones de los poetas y artistas que le escribieron al mar. Spiner, también director de “La sonámbula”, “Adiós querida luna”, “Aballay”, “El hombre sin miedo”, retrata en esta cinta el espíritu del pueblo del que se fue y al que luego retorna con esta película. Con un tempo poético y con imágenes visuales contundentes, cuenta la vida de su amigo, reconocido poeta y periodista del lugar Aníbal Saldivar. Y sale del arquetipo de aquel que se va y triunfa versus el que se queda y no lo consigue. Acá los dos lo han logrado. Rodada a lo largo de la sucesión de estaciones otoño, invierno, primavera, verano, sus planos y la adecuada luz en su fotografía apoyan al guión que, con el mar siempre presente, recrea, como metáfora, la vida de los dos amigos y el ritual que los uniera desde la infancia: nadar en el mar hasta alcanzar una boya. Abriéndose paso entre la relación de Aníbal, la poesía y el mar, emerge algo aún más personal. El encargue del padre de Fernando, antes de morir, a su gran amigo Aníbal. Soltar al mar una boya antigua ¿por qué? Es el enigma que al final del film el espectador comprenderá. Fernando se vale de una pequeña road movie, en el que la voz en off acompaña la sucesión de bellas imágenes, con un ritmo cansino más asociado al recuerdo y atravesado por poemas significativos, para enmarcar la esencia de su historia. El guión de escritura compartida entre Fernando Spiner, Aníbal Saldivar y Pablo De Santis, aparece como una experiencia similar a la de nadar. La historia fluye, se deja llevar, como si se estuviera haciendo la plancha y por momentos tiene el vigor que implica el ímpetu de cada brazada y el de tomar suficiente aire hasta la próxima. Al principio la voz en off se encarga de avisar que Aníbal encarna la vida que el director no tuvo como un espejo que refleja la vida de ambos hombres. Con un enfoque particular y distintivo, Spiner logra una mirada original sobre la potencia del mar. La mayor parte de las secuencias, cuando los dos amigos nadan, están filmadas con una cámara subjetiva que da la sensación de que el espectador está nadando con ellos. Incluso en una de las escenas finales en medio de un mar embravecido con una tormenta, casi épica, de fondo. Siempre bajo la mirada atenta de los guardavidas. Esa cámara ayudó al guión a mostrar la idea de profundidad tan inabarcable que solo el mar puede dar. No es un documental para ansiosos. Es un documental para degustar, de a poco, como un buen vino. Es un documental para poetas, para los amantes de la poesía o para los fanáticos del mar, calmo o bravío, como la vida misma.