“El jardín de la clase media” es un thriller político policial, que mantiene en vilo la atención del espectador desde el primer segundo hasta el último de la película. El film está escrito y dirigido por Ezequiel C. Inzaghi y está basado en la novela homónima de Julio Pirrera Quiroga. Se narra una historia que transcurre en tiempos de elecciones legislativas en Argentina, donde nada, pero nada, es lo que parece. La cinta está filmada en locaciones quilmeñas y cuenta con un excepcional elenco compuesto por los siguientes actores: Eugenia Tobal, Luciano Cáceres, Esteban Meloni, Ludovico Di Santo, Roly Serrano, Leonor Manso, Enrique Liporace, Jorge Martinez, Walter Donado, Mónica Cabrera y Lalo Mir. Dentro de ello se lucen Tobal y Liporace, quienes hacen un gran papel. Ni hablar de Manso, que tiene una relación que no se termina de entender con el personaje de Luciano Cáceres, una especie de madrina política/madre dominante. Si bien está como actriz de reparto, en realidad domina muchas escenas. Todo empieza cuando las listas de candidatos están a punto de cerrarse y mientras eso sucede, en la mitad de la noche, el cadáver de una mujer joven decapitada aparece en la flamante casa de uno de los aspirantes a diputado nacional. Un fiscal y la dueña de casa intentarán descifrar el mensaje. Tras la amenaza, de manera vertiginosa, el espectador descubrirá una trama mafiosa de una impunidad increíble, con espionaje y todo, que involucra a las más altas esferas del poder político. La fotografía está a la altura del guión porque ayuda a recrear el clima sombrío y de terror que rodea a cada escena, aún aquellas más, aparentemente, inocentes. El ritmo es propicio para el género del thriller, siendo bastante vertiginoso, no le da respiro al espectador, manteniéndolo en vilo durante todo el film. Un thriller político policial argentino con un gran elenco de por medio y un ritmo que no le dará respiro al espectador.
“Eso que nos enamora” es una historia de amor. Y en estos tiempos de tanto Whatsapp y virtualidad hay que animarse a hacerlo; eso, ya es un primer impeacable acierto. La ópera prima de Federico Mordkowicz, guionista, director y hasta compositor de uno de los temas de la banda sonora, es una comedia dramática. La película deja la sensación de que la mirada de su autor está puesta en cada detalle para que cada elemento conforme esto que va contando. Los dos personajes que son Ariel y Noemí se van encontrando. Ariel, recién separado y en plena mudanza a la casa de su primo, sin saber cómo seguir en la vida siendo impar, cuando estuvo algunos años de a dos, y Noemí tiene un pasado misterioso que se resiste a las preguntas de Ariel cuando éste intenta conocerla más. Con sus diferentes mundos tienen, por motivos muy distintos, historias de amor fallidas. Son dos seres que andan por la vida rotos. Aún así, hasta los pequeños detalles, casualidades y causalidades insisten en cruzarlos y el amor, tarde o temprano, va sucediendo. La fotografía, los temas musicales, uno de Federico y los otros de Benjamin Rojas, encastran como en un rompecabezas para que esto que les pasa a los personajes fluya. Los planos de exteriores muestran la costanera y lo típico de los pocos carritos que le van quedando. Está rodada en locaciones bien porteñas con lo cual eso hace al film más entrañable, dejando una emoción de sentirse como en casa. El relato apuesta a la emoción. A hacer eco en las historias de los espectadores. Y tiene la pretensión de que, tal vez, siembre la empatía y la esperanza, de que siempre hay alguna posibilidad de volver a enamorarse. “Eso que nos enamora” es una cinta que entretiene, que cumple lo que promete: una historia de amor. Y también eso que nos hace preguntarnos junto a su autor y personaje principal: ¿Qué es eso que nos enamora, qué hace tan especial a la persona que uno elige?. Quizás, cada cual por su lado, personajes y público, en algún momento intentarán una repuesta. Y hasta tal vez se contesten porque la película nos interpela, inevitablemente y en voz alta: ¿qué es eso que nos enamora? Desde la filosofía, el psicoanálisis, la literatura y el mismo cine, se han intentado distintas respuestas a lo largo de la historia. Obviamente no es esta película quien dé una solución a la pregunta pero es un pequeño digno aporte a la cuestión.
“Colette” es una de esas películas necesarias, que sí o sí invitan a comentarla a la salida del cine en un café; sea la hora que sea, porque Colette es un personaje que para hombres y mujeres resulta apasionante. Allá por 1892, Colette no era Colette a secas sino la joven Gabrielle Colette, en edad de casarse pero sin dote. Teniendo en cuenta esa circunstancia, su padre la presenta a jóvenes prometedores tratando de asegurarle un buen futuro como esposa. Es así como Gabrielle Colette cruza su camino con un escritor mediocre que usa escritores fantasmas a los que publica con su nombre. Aún así es visto por la alta sociedad como un dandy codiciado con fama de un escritor que no era, que invita con generosidad a todo el mundo a lo que París brinda: cenas, entradas a las carreras de caballos, teatro… Cuando presenta en sociedad a su joven esposa, casi una campesina, esa sociedad la menosprecia. Una de las damas la increpa: “no sé como has hecho para cazar a una anguila resbaladiza- y mirándolo a él le dice- tus días salvajes han terminado”. Pero, lejos de amedrentarse, la joven Colette interrumpe y dice: “a lo mejor han empezado”. La futura Colette estuvo allí presente. La actriz que la interpreta es Keira Knightley, quien tiene el carisma suficiente para calzarse semejante papel y salir airosa. En cuanto a los aspectos técnicos, la música está elegida acertadamente para acompañar a la historia, pero sin eclipsar la fuerza del guión. Lo mismo ocurre con la brillante fotografía, que sabe captar las mañanas campestres, acentuando sus años de juventud. Colette, la escritora, nace de las heridas de un amor egoista e infiel que la moldea a su capricho hasta que descubre su bisexualidad. Cuando se asume públicamente como tal, aunque París siempre fue una fiesta para los artistas del mundo entero, donde la bisexualidad y la homosexualidad no asustaban a nadie, se escandalizan con ella; porque esa mujer con talento, y trasgresora nunca intentó ocultarse. Quizas, sin saberlo, abrió camino para tantas que la sucedieron. En una segunda lectura, la película, más allá de la anécdota, habla sobre que el talento no tiene género, solo exige hacerse cargo del propio deseo. Una mujer que se desangra en letras pagando el precio de decir lo que piensa y siente, es necesaria en todos los siglos, aún en éste donde parece estar todo descubierto. Por eso el drama biográfico de Wash Westmoreland, a partir de un guión propio y en colaboración con Richard Glatzer, es tan apasionado y vigente.
Un largometraje audaz y provocativo es el primer largometraje de Natural Arpajou titulado “Yo Niña”. Multipremiada en sus cortos, la directora debuta con una historia narrada desde la mirada de una niña que no comprende. Los protagonistas principales son Andrea Carballo, Estaban Lamothe y la pequeña Huenu Paz Paredes. Junto a una música que acompaña la sensibilidad y una fotografía lograda, la película se desliza por las atribulaciones de una nena de seis años. Armonía, quien de ella se trata, es hija de unos padres antisistema y en esa elección hacen de ella un ser raro. Ante distintas eventualidades, los padres de este film entienden por fuerzas mayores que el sistema, malo o bueno, querido o no, a veces resulta indispensable. En algunas partes, la cinta resuena en lo que parece ser duras e intensas experiencias autobiográficas. La película muestra esta historia desde el universo interior de la pequeña, quien, no entendiendo a ese mundo en el que vive, y con una madre alcohólica, que quiere pero no puede estar para su hija, pide ayuda a los marcianos. Los reproches, lo inconcluso, los secretos, lo no contado y lo no sabido contaminan aún más la difícil relación madre e hija. “Yo Niña” es un relato sobre la soledad y las desesperaciones infantiles expuesto de forma descarnada y visceral en paisajes del sur fascinantes.
Para los que lo conocen es una divertida manera de recordarlo y para los que no, El Grinch, que es un ogro totalmente verde, vuelve otra vez en este 2018 para robar la navidad, con su eficaz e incondicional perro Max, pero en esta oportunidad en 3D. El Grinch, personaje principal, con una mixtura de ser odioso y tierno a la vez, es la versión del cuento animado, hecho para la TV hace ya 52 años. En esta ocasión nos encontramos con otra adaptación del cuento de Theodore Seuss Geisel, mejor conocido como Dr. Seuss, un talentoso escritor y caricaturista estadounidense que marcó la infancia de millones de niños con sus libros infantiles. Entre ellos se destacan “El Lorax”, “El Gato en el Sombrero” y la que nos atañe: “Cómo el Grinch robó la Navidad”. Nacida en 1957, fue tan grande la aclamación del público que para 1966 se convirtió en un corto animado y se transformó en un clásico. Para los abuelos de los niños de ahora, cabe destacar que Boris Karloff fue el narrador del corto y la voz de “El Grinch” y que la obra fue transmitida por la cadena CBS. Otro que tuvo que ver con este ogro, con corazón de dos tallas menores a la talla usual, como él mismo declara, fue el actor Jim Carrey, quien dio vida al berrinchudo personaje verde. En su momento el público la vio como una comedia disfrutable, pero la crítica la catalogó como una imperdonable transgresión. En esta nueva versión, Scott Mosier debuta en la dirección de largometrajes con este filme que co-dirige junto a Yarrow Cheney (“Mascotas”), y que cuenta con un guión de Michael LeSieur (“Las apariencias engañan, El atraco”). El reparto de voces de la versión original está encabezado por Benedict Cumberbatch (“Vengadores: Infinity War”, “Sherlock”) como el mítico Grinch. También están presentes Kenan Thompson como Bricklebaum, así como la consagrada actriz británica de Broadway Angela Lansbury. Con gráficos de colores brillantes, mantiene un ritmo constante y atractivo, a pesar de que el guión es totalmente versado, de principio a fin, pero logra sembrar la expectativa de ver si, finalmente, el personaje lleva a cabo su triste plan de robarse la Navidad del pueblo de Quien. La cinta, visualmente poderosa consigue hacer querible al gruñon peludo y verde que lleva la batuta de la historia a pesar de tan dudoso cometido. La película también se puede ver como una crítica social a todo lo superfluo de la Navidad, regalos, envoltorios, ropa especial. Apta para que todo el público la disfrute, para que la familia vaya al cine a reafirmar que esta diferente y atípica historia navideña ya fue adoptada por la gente como un clásico para ir a ver y no olvidarse de comer pochoclos mientras tanto.
“La Vida de Anna” es un drama contundente individual, que deja ver también el drama social de un país. Este largometraje de la guionista, realizadora y encargada, además, de la fotografía, la georgiana Nino Basilia, logra una empatía con el público femenino, a través de su guión y su protagonista, quien lleva todo el peso de la historia en sus hombros. El film muestra la vida de una madre joven, pobre, divorciada. Su mundo esta compuesto por su abuela, que se está demenciando y está a su cargo; una amiga del alma, un hijo autista y el padre de su hijo, quien está absolutamente desentendido de él y ha formado otra familia. Es una mujer valiente que a pesar de tener dos trabajos no llega al bienestar propio ni el de su hijo, pero que de todas maneras se niega a tirar la toalla. El guión de Nino Basilia, contado a través de escenas largas y planos detenidos, hace especial hincapié en los momentos previos a la toma de decisiones (tanto las buenas como las malas) de esta mujer y a las gigantescas contradicciones a las que se enfrenta antes de tomarlas. La cinta se apoya en una lograda fotografía, que acentúa el clima de desesperación tanto de la protagonista como el que viven también los personajes secundarios. Pero también incorpora algunos momentos de humor para alivianar la pesada carga de impotencia que impera en la película. La actriz que interpreta a Anna se pone al hombro este drama y ejecuta con soltura esa historia no tiene golpes bajo. Entre las secuencias de exterior y mediante planos fijos alargados en el tiempo en las escenas interiores, Basillia logra componer un retrato desesperante en el que sin embargo la dignidad de Anna sale airosa. El film propone una potente denuncia social y política, donde se pone al desnudo la hipocresía de los empleados que otorgan un subsidio estatal o los que están frente al mostrador donde se recibe la documentación para una visa a EEUU. Con frases de empleados que le dicen a Anna, “acaso ud. no sabe que sin dinero no se puede hacer nada”. Definitivamente “La Vida de Anna” no es una película comercial, es un un largometraje de ficción con un contenido real, en el cual el drama social, el naturalismo, los sentimientos humanos y la percepción de las situaciones muestran su verdadera cara. El film, con sus locaciones interiores y exteriores, muestra que la vida diaria de una mujer sola es dura. Y cualquier mujer puede entender perfectamente lo que siente el personaje. Todos los sucesos de la historia se vinculan con el dinero, pero la protagonista no se vende por él. Con todos los recursos cinematográficos al servicio del guión, la película muestra ese paso cuando se toman decisiones extremas que comprometen la propia vida y la de los seres queridos. De un realismo crudo, la cinta amerita ser vista porque muestra un humanismo cotidiano y la constatación implacable de cuán cruel puede ser la indiferencia puesta en la atención de los empleados públicos. Dedicado a las mujeres que tratan de mover montañas en contextos socioeconómicos en los que el dinero levanta barreras infranqueables hasta para las mejores intenciones. Igualmente es exagerado el suspenso sostenido lo que la hace una película lenta.
“L’Amore con Te” es una película romántica, con todas las de la ley del género, pero con una diferencia fundamental que la hace atípica. Del director de “Pan y Tulipanes”, Silvio Soldini, el film cuenta la historia de Ema y Teo, quienes vienen de mundos totalmente diferentes. Sin embargo, eso no impide que el amor, a pesar de todos los problemas que trae ser tan opuestos, surja. El devenir de la película se ocupará de que ese amor se sostenga después del primer flechazo de Cupido, que nace de una apuesta de él con un amigo. Teo vive de la imagen y está híper conectado con su trabajo, que es lo que más ama, pero del resto: huye. De su pasado, de sus mujeres. Ella perdió las imágenes cuando se fue su vista a los 16 años y es una batalladora que va al frente con lo que se le cruce. Se conocen, se fascinan, pero toda la alegría se esfuma, cada uno vuelve a su vida, aunque nada será como antes de conocerse. La película busca retratar a dos personajes que apuestan al amor, a pesar de que uno vive de las apariencias y la otra de todo lo contrario. Por su parte, los roles secundarios tienen su propia vida que sin embargo confluyen con las de los protagonistas haciendo más fluida la cinta. El guion sostenido remata con un final que lo pone a él en una perspectiva y convicción que da el giro esperado por el espectador, otorgándolo algo predecible. Con respecto a las cuestiones técnicas, presenta una fotografía que contrasta sutilmente el día con la noche, como identificando a los dos mundos permantentemente. La música, que suena a canción romántica antigua, acompaña muy bien en la armonía y en los altibajos de los inevitables desencuentros y conflictos. “L’Amore con Te” es una película romántica, pero distinta a lo que acostumbramos ver, golpeando a las apariencias.
“Jeannette” es el film francés que cuenta la infancia de Juana de Arco, también conocida como la Doncella de Orleans. Con la dirección de Bruno Dumont, un autor muy relevante del cine contemporáneo cuya obra está atravesada por culpas, pecados, redenciones, devociones, llamados y respuestas divinas, la cinta cuenta los primeros años de una niña campesina que habla, confronta y se siente llamada por Dios. Con humor y música transita las visicitudes de una pequeña religiosa pero rebelde y una adolescente que, guiada por Dios, lleva a su pueblo a la lucha. Ambientado en 1425, el film narra cómo Juana se convierte en Juana de Arco, en la heroína y libertadora. Todo lo que se escucha es bastante fiel a los textos del libro “El misterio de la caridad de Juana de Arco” del poeta francés Charles Peguy. La película se destaca por sus aspectos técnicos, preponderando la fotografía de los paisajes que de alguna manera aluden a lo divino. El espíritu lúdico se filtra también en las imágenes que hacen lucir parajes del norte de Francia. La música va de un heavy metal y un hip hop claramente reconocibles hacia otras melodías más amorfas. El manejo de la luz se encuentra en un papel de primer plano, el cual ayuda a sostener al guion. El director apuesta a la combinación de diferentes géneros y se da el gusto de insertar un guion rapero en el personaje del tío de una adolescente Juana. Con un desparpajo y estilo personal, hace hincapié en el cine contemporáneo de una manera innovadora. Para quienes quieran saber quién era Juana de Arco, es una simpática manera de acercarse a un personaje histórico. Es difícil hacer atractiva una cinta de temática histórica, dejando de lado el género documental, y “Jeannette: La Infancia de Juana de Arco” lo logra de una buena forma, gracias a la impronta que le imprime. Los personajes secundarios son necesarios para explicar la historia, pero solamente sirven como apoyo para la protagonista. No tienen subtramas propias sino que se desarrollan en función a esta niña y adolescente. La película responde a una figura condenada por loca y herética debido a su condición femenina. No es un clásico, pero se deja degustar.
Donald Crowhurst (1938-1969) fue muchas cosas, pero esencialmente fue un loco y un aventurero. El y sus peripecias son la materia prima de la historia que retrata el film “The Mercy”, conocida en Latinoamerica como “Un Viaje Extraordinario”. Dirigida por James Marsh, director de “La Teoría del Todo” y ganador en el 2008 del Oscar al documental largo y mejor película en el 2015, “Un Viaje Extraordinario es una biopic de este veterano de la Real Fuerza Aérea Británica y también navegante de velerismo aficionado, que un día de 1968 decidió embarcarse en un desafío único por aquellos tiempos: Competir en el Sunday Times Golden Globe Race, una carrera de yates que consiste en circunnavegar alrededor del mundo. La película tiene un guion de Scott Z. Burns, que no supo ahondar en las muchas aristas psicológicas de un personaje rico en matices. Sin embargo, la interpretación del actor protagonista, Colin Firth, la metamorfosis física y mental a la que lleva a su papel, se convierte en el mejor acierto de la cinta y también en un poderoso recurso narrativo para relatar la historia y conmover. El film está protagonizado por Colin Firth, Rachel Weisz, David Thewlis y Ken Stott. Por su parte, la música del compositor islandés Jóhann Jóhannsson, acompaña al film acentuando el dramatismo y la cuota de misterio que la circundan. Donald, dueño de una pequeña empresa de venta de productos electrónicos para la navegación, al verse al borde de la bancarrota, en un gesto desesperado, se anota en tremendo desafío a la voz de: “Los sueños son la semilla de la acción”. Con esa fe se larga a la aventura, aunque zarpar era un viaje de ida porque el mar no tiene piedad. Apenas partió vio problemas que le predecían el fracaso seguro y lo anuncia en voz alta: “Si continúo, mis probabilidades de sobrevivir son cincuenta/cincuenta, si regreso, me enfrento a la ruina. No puedo continuar y no puedo regresar a casa”. Y mintió, mintió dando ubicaciones donde él y su embarcación no estaban y ése fue su pasaje a la locura. Sin embargo, el mensaje con sabor a mar se resume en la voz del aventurero: La vida debe vivirse, la pregunta es: ¿Qué podemos hacer para darle un sentido? El misterio que conmovió al mundo está entre las olas y sigue sin descubrirse.
Con un increíble juego de palabras para titular, la película de Laura Mora, “Matar a Jesús”, parte de una experiencia real: El asesinato del padre de la realizadora y guionista responsable también de “Pablo Escobar, el Patrón del Mal”. El film enmarca la historia en esa Colombia que la mayoría vemos por TV y otras tantos la padecen. Ese país que sangra violencia en contraste con sus sublimes paisajes es el escenario donde víctima y victimario están frente a frente. Y la cinta y los espectadores deciden qué hacer con la humanidad que nos queda, después de ver morir a la persona querida de la protagonista, y llegar a imaginarse a sí mismos en una situación similar. Porque ver la película indudablemente lleva al público a sentir o a cuestionarse: “y si me pasara a mí…” La vida de Paula, a la que llaman Lita, una estudiante de fotografía cambia drástica y radicalmente, cuando asesinan a su padre, un popular profesor de Ciencias Políticas, en una universidad de Medellín. Cuando se convence que la policía no quiere o no puede hacer nada para investigar el asesinato de su padre, la obsesión dirige sus pasos en un intento de justicia y busca al sicario; el problema es que lo encuentra. “Matar a Jesús” se ve todo el tiempo y se escucha en la primera persona de Paula. Es a través de ella, de sus ojos, de sus sentimientos como se ven los espacios propios de los personajes principales. La facultad, la vemos militando por los derechos de los estudiantes, los garitos y los ambientes en los que los jóvenes cuyas vidas no se valoran hacen “aquello que les piden, lo que haya que hacer”, incluso matar a una persona que ni conocen. Esa es la realidad de un sicario. Si bien el padre de la directora fue asesinado, ella nunca vio al asesino. Una noche soñó con un chico de su edad con el que compartían un cigarro en un mirador, secuencia reproducida en el film, que le confesaba ser el asesino de su papá. Los actores no eran profesionales pero llevaron sus papeles como si lo hubiesen sido de toda la vida. Solamente así la directora conseguiría que sonara en la pantalla grande el verdadero lenguaje de la calle. El punto en contra es que muchas partes están en dialecto y no se entienden, perdiéndose así parte de la historia y la eficacia y contundencia de un excelente guión. Sin subtítulos el espectador se pierde irremediablemente. La fotografía de la película sostiene la fuerza narrativa de una manera bien activa, hasta tal punto que se compara a la cámara de la protagonista con un arma. El guión en boca de los actores juega diciendo: disparar un arma es como disparar una cámara. Se enfoca bien y se dispara. En “Matar a Jesús” hay poesía. Aún en la violencia de las calles que se muestra y se narra, pero sobre todo está en la mirada de dos jóvenes perdidos en la maraña de una violencia que los envuelve irremediablemente, fagocitando sus partes de almas buenas. Ralentizando las imágenes frente a paisajes de horizontes inabarcables, matizándolas con una luz hasta onírica y con sonidos que contrastan con la violencia de los disparos, muestran la puja brutal entre un deseo de venganza y una vida que sobrevive vendiéndose al mejor postor. El final no es otra cosa que la resolución del dilema en el alma de Paula, concretar ese deseo obsesivo de justicia, que la propia justicia nunca resolvería, o el valor de una vida humana se tratara de quien se tratara en un país donde todos son víctimas o victimarios y viceversa. Una película altamente recomendable, que únicamente falla en lo defectuoso del audio que le juega en contra al guion.