Ya el filme original asentaba su atractivo, claro, en los dibujos animados de la factoría Disney, pero por sobre todo en los valores que transmitía. No fue sólo una película más para chicos. “Kung Fu Panda” tuvo la capacidad de enseñar la importancia de no dejarse vencer por las adversidades, la discriminación y la rutina. Se trató de un oso que, de buenas a nuevas, se convertía en un héroe luego de pasar su vida siendo el mozo de la taberna de su padre, un ganso. La segunda parte retoma esas ideas, las supone en un marco místico, en otro histórico (en tiempos del descubrimiento de la pólvora), imprimiéndole una vertiginosidad inusitada (a lo Bruce Lee) y un marcado sentimentalismo. En la 2, el panda en cuestión ya es el Guerrero Dragón que deberá detener a Shen, un pavo real que quiere dominar China y para eso ha sabido manipular la pólvora, inventando cañones de alto poder de destrucción. En la cruzada, Po, como se llama el panda, cuenta con la ayuda de los maestros del kun fu, Tigresa, Mantis, Víbora, Mono y Grulla. Pero todo es en vano cuando el oso se desconcentra debido a los más crueles recuerdos de su niñez. Sus padres lo abandonaron y fue a parar a manos del Sr. Ping, su padre adoptivo. En ese marco de emociones profundas, el maestro Shifu le enseña a Po que el secreto de su arte marcial está en la paz interior. La misma que utilizará el oso para enfrentar a su enemigo y la que dejará a China fuera del alcance del malévolo pavo. A esta trama, que se ubica en la Antigüedad y tiene reminiscencias de horóscopo chino, se le suman dos grandes secuencias de lucha que quizás estén armadas demasiado vertiginosamente, aunque sea esa la sal de la aventura. De todas maneras, "Kung Fu Panda 2" es una película entretenida, divertida, si se quiere educativa, que devuelve al oso de anteojos a la pantalla con un relato encapsulado en una historia determinada. Como si fuese un capítulo de una serie, lo que estaría a grosso modo confirmando que a esta segunda parte le seguirá una tercera y así sucesivamente hasta ir a parar a la televisión.
George Lucas inventó con los “Episodio I, II y III” de “Guerra de las Galaxias” eso de la precuela, es decir una secuela pero del principio de la historia. Y esta es la de “X-Men”, un filme de 2000 que abordaba el universo de superhéroes creado para sus comics por la factoría Marvel. Luego vinieron tres pelis más. Aunque no hay que ser tan inocentes. En verdad hacer una precuela es una gran invento de los estudios de Hollywood para continuar una historia desembolsando la menor cantidad de dólares posible. Aquí no hubo que pagarle contratos millonarios a Hugh Hackman ni a Patrick Stewart ni a Ian McKellen, los protagonistas de las otras cintas. En esta ocasión, el relato regresa en el tiempo hasta la niñez de los mutantes. Charles Xavier descubre que hay otros como él y trata de juntarlos cuando los humanos, al descubrirlos diferentes, decidirán combatirlos. Aunque no pueda evitar la escisión de un grupo más extremista, como el comandado primero por Sebastian Shaw (un malísimo Kevin Bacon) y después por Magneto, gran amigo de Xavier cuando jóvenes. Entretenido, con cuidados ciclos de tensión, excelentes efectos especiales y con la magia de la imaginación intacta, la “Primera generación” es una digna representante de los mutantes más famosos.
Buena dosis de susto Muy al estilo "Poltergeist", el mismo director de "Saw, el juego del miedo" continúa su saga de terror con un filme sobre fantasmas y más allaces. Josh y Reani forman una pareja con tres hijos que se muda a una nueva casa. Allí las cosas se complican. Uno de los niños recibe un golpe y entra en un coma profundo que los médicos no consiguen diagnosticar. A eso se suman ruidos y apariciones inexplicables. Tan mal les va que deciden mudarse nuevamente, pero la cuestión no se resuelve hasta que llaman a una medium. Con buenas dosis de susto y sin sangre a borbotones, "Insidious" (su nombre en inglés) retoma el tema de la otra dimensión, donde quedan varados los muertos que no consiguen descansar. Y si bien al principio parece una película de terror más, de esas en que el espectador está esperando un giro dramático a la historia, luego se va convirtiendo en un buen ejemplo del cine de suspenso. Lo interesante en realidad es que los acontecimientos no se amontonan y surge claros en la lectura del guión. Allí hay algo que nadie puede aclarar y esa misma es la carnada a la que apela la cinta para atraer y entretener. Y hasta es fácil asociarla al filme de 1982 producido por Steven Spielberg, y a su saga, pero la diferencia es la cotidianeidad en la que se desarrolla la película. Vale.
La peste y la oscuridad del Medioevo La oscuridad del Medioevo europeo y la ferocidad de la Inquisición es el marco en el que se desarrolla este filme de aventuras y terror. Behemen y Felson son dos cruzados que han manchado sus espadas de sangre en nombre de dios. Pero tras una matanza de inocentes deciden desertar y regresan a sus villas. Allí la peste ha diezmado a la población y, sin solución ni explicación a la vista, mujeres acusadas de brujas se convierten en chivos expiatorios. Y una de ellas debe ser juzgada por un alto tribunal y hacia un lejano burgo parten los protagonistas. Es así como el viaje sirve de pretexto para una serie de secuencias propia de las películas de aventuras con los clishes del género incluidos. Y de buenas a primera esa road movie se convierte en un filme de terror cuando las cosas no salen como los viajeros quieren. Con buenos efectos especiales y una pesada carga emotiva (debido al arrepentimiento de uno de los soldados), la cinta carga las tintas sobre la religiosidad y las formas de abordarla, aunque sin la profundidad que el tema necesita. De esta manera, la historia sufre un achatamiento que se visibiliza en la seguidilla de reflexiones sobre los por qué de la devoción o no al dios de los cristianos. Y si Cage a esta altura ya no mueve montañas, Perlman vuelve a demostrar que un rostro rudo no oculta sus dotes actorales. Un buen pasatiempo para espectadores sin pretensiones.
En la cocina de la tele Las comedias deben entretener y, si es posible, hacer reir. Y con buenos artilugios, "Un despertar glorioso" lo consigue. El guión no es de lo más original, pero las actuaciones y el tono distendido del relato ayudan. El manido cuento de la chica a la que le va mal pero... refleja aquí la vida de una productora de TV que debe salvar un histórico programa de su cancelación. Y para ello debe lidiar con un conductor estrella amargado y un equipo de trabajo desganado. Es allí donde aparecen la experiencia de Ford y Keaton, la soltura de McAdams, y una dirección que no se detiene en perfiles psicológicos. Así el filme alcanza sus objetivos jugando con la cocina de los noticieros y sin querer termina discutiendo la turbia relación entre periodismo y show televisivo.
Un balneario en plena temporada es atacado por bichos que se comen a la gente y la autoridad no consigue cerrarlo hasta que... No es el guión de “Tiburón”, que allá por 1975 propuso un nuevo cine de terror, sin monstruos imaginarios ni alienígenas. Es el de un filme donde la indolencia y el exhibicionismo adolescente son las presas de estos peces voraces con 2,5 millones de años de hambre que invaden un lago sembrándolo de muerte. Una historia que de original nada tiene pero que con truculencia, mucha sangre y tecnología 3D consigue sus objetivos: asustar, asquear y homenajear. ¿Cómo? El pescador del principio y primera víctima de las pirañas es Richard Dreyfuss, el oceanógrafo del trío que va en busca del famoso escualo de Spielberg. (“Memoria”, dijo Chiche).
Una receta que ya no garantiza resultados. Los estudios pecan de codiciosos y poco imaginativos que son nomás. Descubierta la receta aquí va el paso a paso: 1.- Busque un personaje, pero no mucho, con revisar revistas viejas es suficiente. 2.- Ponga plata, claro. 3.- Escriba un guión sin muchas pretensiones donde haya mucha acción y FX (que trabajen los técnicos porque los actores son difíciles). 4.- Contrate a un director con notables pergaminos (como publicista, por ejemplo de Adidas y BMW, y videclipper de McCartney y Rolling Stones). 5.- Procure al comiquito de moda (hágalo adelgazar), a una estrellita rubia y al ganador del Oscar (al mejor actor de reparto, los otros salen caros). Y haga su propio “El avispón verde” porque esta salió sosa, lineal, aburrida, sin suspenso ni romances, ni la inocencia del personaje original y con un humor para lelos. A lo mejor a usted le sale mejor.
Crímenes en tiempo real Poco hay de nuevo bajo la luna de las películas de miedo. Es entonces cuando aparecen tras las cámaras quienes consiguen utilizar con fidelidad y eficacia los recursos del género. Tal el caso de este filme de terror uruguayo rodado con exiguos recursos sobre una historia real acontecida en el apacible pueblito de Godoy en los años 40. Un hombre y su hija llegan a una casa de campo para limpiarla antes de su venta. Será de noche cuando la muerte tome por asalto a los protagonistas. Filmada en tiempo real, en una única secuencia y con una magistral administración de los picos de tensión; iluminada sólo con faroles (gracias a una cámara ultramoderna), con rasgos Blair Witch y aprovechando la angustia de no saber, "La casa muda" sofoca e impacta al espectador. Eso, a esta altura, paga.
Un experto en cine de acción a toda marcha Tony Scott es un experto en cine de acción. Sus películas, desde la exitosa "Top Gun" hasta "Imparable", se caracterizan por tener un ritmo frenético, efectos visuales deslumbrantes y un relato vertiginoso. Y no es extraño que sea así, ya que se formó, y no reniega de ello, en la publicidad, donde lo más importante es la economía del tiempo y el alto impacto. Así son sus películas: un prodigio de montaje, edición de sonido y fotografía puesto al servicio de una historia. En "Imparable" se trata de un caso real y conmocionante: la desesperación que causó un tren fuera de control en el estado norteamericano de Ohio. La cámara inquieta de Scott, sumada al talento natural de Denzel Washington, bastan para que el relato cobre vibración y mantenga tensionada a la platea. Pero eso es todo, genera inquietud pero no emoción. Y esa es su debilidad.
Lo importante es cómo Es verdad que no es una de suspenso para entendidos y que a poco de apagarse la luz uno puede ganar la apuesta a sí mismo sobre el final de la película. Pero también lo es que el gancho está en el cómo y no en el qué. Una chica linda vive con su esposo romántico demás y su cuñado disfuncional, de esos que erutan con un torneado torso desnudo y transpirado. Tras un accidente, los dos quedan en coma y ¿quién se despierta? El que no debería, que ahora dice que es el otro. Acá se pone interesante, en el cómo el cuñado hará para convencer a su cuñada de que no es él sino su hermano. Con ritmo de thriller y toques románticos, con una historia creíble y una puesta entretenida (a manos de directores suecos), el filme atrapa (igual que el aire acondicionado).