Hace tiempo que esperabamos la llegada de "A film with me in it". Fue una película de mediana reputación allá por el 2009 en su país de origen, Irlanda, y viajó por algunos festivales cosechando algunos premios. Nada rutilante, pero catapultó a su realizador, Ian Fitzgibbon a manejar presupuestos más importantes ("Perrier's bounty", por ejemplo) y a ir armando una carrera respetable. O sea, esta realización pudo mostrar que el hombre tenía buen manejo para contar historias grises y darles el típico sabor anglosajón absurdo y solemne, a la vez, que le queda tan bien a esta filmografía. Tengo que confesar que me encanta el humor negro. Realmente, todo lo que sea al borde del mal gusto, que te sentís mal por reírte te algo, a mí me encanta. Conmigo funciona el humor de Ricky Gervais y conmigo funciona el humor de esta película. El film se centra en dos personajes: Mark (Doherty, quien curiosamente la escribió) y Pierre (Dylan Moran). Ambos son un poco soñadores y mientras el primero aspira a ser actor, el segundo escribe y quiere dirigir. No sabemos cuan talentosos son, pero de lo que estamos seguros es de que a Mark le robaron la suerte cuando nació y que Pierre lo único que hace bien es tomar. Como si esto fuera poco, Mark vive con su hermano David (O' Doherty) que está en una silla de ruedas y con su ex novia, que todavía no tiene dinero para mudarse pero es todo lo que quiere porque ya no puede tolerar tanta miseria. El departamento se cae a pedazos y es un peligro absoluto. A partir de este momento, todo en la casa augura una muerte segura. De las formas más insólitas, el suelo del departamento se irá llenando de cuerpos (!!) y las elucubraciones de los dos personajes principales provocarán una carcajada tras otra. El film realmente tiene muy poco dinero encima, pero no necesita demasiadas cosas. El que se va buscando una gran producción, esta no lo es. Casi todo trascurre en un estudio y el único actor con renombre que tienen, aparece casi al final y no lo quiero decir para no revelar la sorpresa. Todo el escenario, entonces, tiene un aire de abandono y decadencia que acentúa la mala suerte del personaje. Con diálogos simples y gags justos (creo que lo mejor que tiene la película es que no intenta ser graciosa y sin embargo lo es), la fantasía de dos personajes que anhelan participar en films los ayudará a ir creando uno, basándose en la dinámica de discutir qué haría tal o cual personaje. Como decía Oscar Wilde, “la ficción anticipa la realidad”. Para no perdérsela, pero las almas sensibles o de humor convencional…bueno, ya avisé el tono del film!
La comentadísima última película de Brad Pitt me dejó con gusto a poco. Sí, es cierto que cuenta con un aceptable guión y con un sólido director, pero no logra traer nada nuevo a la mesa y se apoya demasiado en la idea de estar basada en un hecho real. Antes que nada, una biopic (película biográfica) es ficción. Siempre. Por más que los hechos estén documentados, se presenta la visión de uno de los personajes o, como en este caso, de un tercero que interpreta las situaciones y las cuenta como tales. Por ende, a mi entender, que un film se base en el concepto de haber pasado realmente y sólo en eso, le falta un golpe de horno. La historia cuenta la vida de un manager de un equipo de beisball que está en picada. No tienen presupuesto, no tienen jugadores, pero será la visión de este hombre y su amor al deporte, lo que dé un nuevo impulso al equipo. Para eso, consigue a un asistente que tiene un título en economía y lo introduce en la teoría de “Moneyball” (pelota dinero), en la que las estadísticas y las matemáticas reemplazan a todo olfato y se apoya en el juego de equipo por sobre el juego de jugadores. El director es Bennet Miller, quien estuvo a cargo de “Capote”. Sus elecciones me parecieron acertadas, utilizando mucho los planos cercanos para lograr ese ambiente intimista. Vale agregar que la iluminación y el juego constante de luces y sombras también parece alejarlo de los flashes y que sea más tangible para el espectador. Ahora bien, el guión, como dije antes, es bueno. Nos mete de lleno en el personaje cuando en los primeros cinco minutos lo vemos solo, de noche en las gradas del estadio escuchando el partido que evidentemente se terminó. Hay un juego de presentarlo como ganador y como perdedor todo el tiempo que resulta interesante y muchos recursos del cine clásico que funcionan muy bien como ser el personaje que canta una canción “significativa”, el uso casi absoluto de la música (no hay silencio en todo el desarrollo), el “puente” para el flashback que es siempre en un momento de reflexión del personaje, la presentación de la trama y la subtrama en los primeros 15 minutos y así miles de cosas más. Repito, nada nuevo. Otro punto interesante: el negocio del deporte. Los mayores avances en tecnología para transmisiones en vivo se hicieron para optimizar no sólo la visión de los hechos sino potenciar su importancia comercial. El Superbowl es el evento que más factura en el mundo entero y es la Industria del Entretenimiento más consumida. Cuando vemos al jugador con la camiseta y señala su nombre, se está creado un símbolo que después los fans consumen. Una vida productiva corta, que también se ve en el film. Con tanto asunto e introducción al deporte, por momento creí que me llevaron directo a mediados de los 90s y que iba a ver a Tom Cruise gritando “Show me the money” en Jerry Maguire. Pero quiero ser justa y decir que Brad Pitt tiene mucho más ángel que Tom. La verdad es que no está mal en su papel pero lo he visto hacer cosas mucho más interesantes. Basta con recordar Babel, Snatch o Quémese después de Leer para reconocer el potencial de este hombre. Tiene momentos de lucidez y otros que responden a la “zona cómoda” de lo que entrega siempre. Para los cinéfilos, cada vez va a ser más obvia la imitación a Robert Redford. Soy consciente que representar a alguien que existe tiene sus cosas, pero la verdad es que era una película basada en el personaje de Pitt, era para que se luciera. Nos da mucho carisma y su presencia en pantalla es innegable, pero aún así me parece que era su oportunidad para lucirse y se quedó corto. Siempre los mismos gestos (las manos en la cadera, los dos dedos en la sien cuando está sentado “meditando”, la constante necesidad de estar masticando algo constantemente y eso no es de este papel, son tics que se los vi repetidas veces). La magia del actor debe ser crear un personaje nuevo, no ser él mismo en diferentes situaciones. Pero qué decir de Phillip Seymour Hoffman. Por favor, ¡Qué actor! El hombre es un secundario mínimo pero él sí se convierte en su personaje. Lo vemos pararse distinto, caminar distinto, hablar distinto a sí mismo. La construcción es impresionante y logra un personaje convincente. La verdad es que me asombraba cada vez que lo veía en pantalla. Enorme. Jonah Hill me cae simpático, pero daba lo mismo si era él o cualquier otro quien se ponía esos zapatos. Su rol era más que nada de apoyo a Pitt y éste, con su carisma, lo hizo desaparecer por completo. Si bien el todo siempre es más que la suma de sus partes, cuando un film no sorprende, no innova, no aporta ese elemento distinto que toca la fibra del espectador, termina siendo una película más. No importa que la edición sea impactante, las estrellas que hayan participado hicieran lo suyo con oficio, la banda de sonido acompañe... Si no me impacta en el corazón o ataca y desestructura mi percepción como público, es una más. "Moneyball" es el típico cuentito, la habitual biopic que termina con las letritas en blanco contándote dónde están ahora cada uno de los protagonistas. El Billy Beane real es enorme (averiguen sobre él) , esta película apenas si le hizo justicia.
Indudablemente la historia de dos parejas cruzadas, tentadas e infieles potencialmente es un tema que nos remite a "Closer". Obligada referencia en el género, aquella cinta establecía un parámetro alto para los films de este tipo y de ahí en más, pocos guionistas se animaron a recrear escenarios similares. Hasta hoy, es el momento de hablar de "Last night", que si bien difiere bastante de la nombrada, lo cierto es que se inscribe dentro de ese cine que habla de las eleccioes y los problemas que atraviesan las parejas con pocos años de convivencia. Opera prima de la iraní Massy Tadjedin (quien la escribió, la produjo y la dirigió), "La última noche" propone un viaje iniciático hacia el mundo de la duda, el valor de las elecciones y los obstáculos que se encuentran al intentar sostener un mundo de a dos. Partiendo de la idea de que uno puede ser feliz y aun así ser tentado, un joven matrimonio pasará una noche alejado del otro sin que eso signifique que estarán solos. Muy centrada en el diálogo, esta película nos va introduciendo en tres días y dos noches en la vida de cuatro personas en su búsqueda de amor. Joanna (Keira Knightley) y Michael (Sam Worthington) son extranjeros, como tantos otros, viviendo en Nueva York. Ella es una escritora y él un vendedor de bienes raíces. Han construido una relación basada en el diálogo y sana pero al volver de una fiesta ella y él discuten. Se ha encontrado con lo inevitable, Michael se sintió atraído por otra mujer, Laura (Eva Mendes), y esto genera un cisma en la pareja, imagen que grafica la fragilidad de su intimidad y el grado de confianza real que ellos tienen. Pero eso no es todo, Joanna se encontrará con Alex (Guilliame Cammet) esa misma noche y no es un hombre cualquiera: ha sido un gran amor que no llegó a nada porque ella lo dejó para casarse. Pero hoy está ahí y Michael no. Lo que funciona muy bien de este film es que va presentando las historias de a poco, mostrándote que no hay víctimas y victimarios, que no hay más que personas y explora cómo nos cuesta hacernos cargo del dolor que podemos provocar en el resto. No debe dejarse de lado que los personajes se van definiendo en contraposición a otros, pero que al fin y al cabo todos buscan el mismo fin: ser amados. Además, están presentes detalles palpables, fácilmente reconocibles que refuerzan lo verosímil de la propuesta, el hecho de que Joanna puertas adentro vive desarreglada, pero ante la perspectiva de salir con Alex, vuelve a maquillarse y elegir vestuario, a cuidar lo que se pone, las reconciliaciones no están llenas de diálogos grandilocuentes, las escuchamos y parecen cercanas. Es sencillo reconocer algún fragmento de nuestra vida en la trama vincular que se despliega ante nosotros. En ese sentido, "Last night" está bien hecha. El film lo llevan adelante Cammet y Knigthley, muy superiores a los otros dos en capacidades actorales. Eva Mendes está un poco estereotipada en este rol de la femme fatale y la verdad es que no logra equiparar la frescura de Keira (es una lucha despareja, convengamos). Worthington está correcto, pero al lado de los matices que puede crear Guililame, pierde en la comparación. Tadjedin logra, de todas maneras, mezclar las historias con sutileza y el film resulta sólido y bien estructurado, a pesar de los desniveles interpretativos (lo cual no es poco). Es un drama romántico construido pacientemente y que se disfrute y sufre (en cierta manera), por partes iguales. Aprendemos (al menos si aceptamos la mirada del guión) a no juzgar y nos asombramos que el final nos duela, antes de verlo, por resonancias indudablemente internas... Música impecable con ese piano melancólico que potencia un cierre muy interesante. Les recomendaría no ir a verla con sus parejas. No vaya a ser que lleve a discusiones filosóficas que terminen en peleas!
"In time" aparecía como original desde su gacetilla de prensa. Después de "The Social Network", hay que reconocer que las acciones de Timberlake estaban en alza y daba curiosidad ver si las había capitalizado o no. Un thriller siempre es buen vehículo para posicionar a un actor taquillero, requiere poco del intérprete y le brinda la posibilidad de apoyarse en el guión para seguir posicionándose en busca de guiones más jugados. Ahí estaba la expectativa que nos movilizaba acerca de "El precio del mañana"... Básicamente, esta película ofrece un planteo singular de un universo atado al uso del tiempo. Dentro de estos distritos o divisiones, la gente debe trabajar más a cambio de tiempo y el costo son minutos de vida. Así es como son genéticamente diseñados para no envejecer más después de los 25, pero... tenés un reloj incorporado que tenés que ir alimentando para seguir respirando (sino kaput). El conflicto central arranca como un film de gángsters en el que el joven iluso se mete en un mundo corrupto, con un detective que no se comprende siempre de qué lado está y con unos matones que se visten al estilo Bogart con trajes a rayas y sombreros (?). Eso no es todo: también tenemos autos de época para las habituales y consabidas persecuciones típicas del género. Este thriller de ciencia ficción fue escrito y dirigido por Andrew Niccol, el mismo que nos llevó al mundo del tráfico de armas en “El señor de la guerra”. La verdad es que el ritmo dramático y visual al estilo videoclip recuerda mucho a esa cinta. Toda la primera parte, en especial, hasta diría tiene un uso dramático de la luz, con grandes claroscuros y una paleta apagada, para dar ese toque como metálico de lo que nosotros creemos que será nuestro futuro. Will Salas (Justin Timberlake) es un joven que vive en el Ghetto con su madre. No son ricos y sobreviven día a día como pueden. Será a partir de la muerte de ella cuando Will empezará a buscar quebrar el sistema que tiene esclavizada a tanta gente. ¿Cómo lo logran? Simple, usan la ilusión de la inmortalidad porque no importa cuánto sepas que no podés conseguirla, siempre la vas a desear. Sylvia (Amanda Seyfried) es una chica rica que vive custodiada para que nadie le robe su tiempo, pero será su interés por Will la que la hará correr en dirección contraria. Para destacar, los efectos sonoros y la música electrónica mezclada con una gran orquesta que por un lado recuerdan a un videojuego (no debe olvidarse que los personajes se la pasan corriendo por las calles en este deseo de ganarle al tiempo) y por otro lado la hace imponente y dramática. Sinceramente, el casting cumple pero no destaca. Tal vez sólo rescataría a Cillian Murphy pero porque realmente no puede ser mezclado con el resto. Seyfried tiene una expresión dulce que va con el perfil pero no trae nada nuevo y Timberlake será agradable pero de actor tiene muy poco. La historia se empieza a caer en la segunda parte y termina siendo un thriller liviano donde pudo haber habido una película contundente. El conflicto principal recuerda algunos clásicos (Rodrigo me dice que le suena el tema a "Logan's run" de 1976, aunque ahí el tema comenzaba al cumplir los 30 años) pero la fuerza de la idea se desvanece en una realización previsible y sin matices. Sólo recomendable para fans acérrimos e incondicionales del género. El resto, abstenerse.
Nadie es del todo inmune a una historia como ésta, está en cada esquina y en cada cine. "Amanecer" es la cuarta entrega de un fenómeno mundial que puso en el mapa a su autora y a sus protagonistas y tengo una grata noticia para los fanáticos y es que hemos vuelto a la fuente. Este film deja un poco de lado lo pretencioso y vuelve al verdadero atractivo de la historia: el romance. Cambia el director, llega Bill Condon, un cineasta con un carrera irregular, la maquinaria se recarga e inicia su descenso final. Eso esperabamos. Como en las entregas anteriores, será la voz de Bella (Kristen Stewart) en off la que nos irá introduciendo en su historia y en su mente para poder entrar en el momento como ella está. Como ciertas situaciones son abordadas con ironía (hecho que distiende bastante), la trama se permite no volverse demasiado ceremonial (a pesar de la fuerza del personaje masculino, recordemos que el muchacho viene de varios siglos atrás y eso afecta su conducta moderna) lo cual es positivo para la audiencia., Esta bién, sabemos que seremos testigos de un clásico recurso de esta saga, la pesadilla de ella sobre lo que más la atormenta en esa situación, pero... se podría haber evitado? No creo. Basándose en el carisma de los personajes, el casamiento (evento esperado y anticipado hasta el hartazgo) está lleno de guiños (la madre le regala la peineta con la esperanza de que se la de a su hija) y de gags sutiles de manera que nadie sufra de un empalagamiento crónico entre tanta felicidad. Si bien el decorado es un poco ostentoso, la utilización de un travelling y de primeros planos para crear esa sensación de intimidad y la certeza de que a veces el resto sobra, funcionan muy bien y realmente es muy romántico. Ahora bien, el conflicto del personaje de Edward (Robert Pattinson) continúa en cuanto a que cree estar maldito y no se perdona situaciones anteriores. Hay un instinto de protección que es consecuente con lo que vimos antes de él y que se va a ver durante el resto del film. Siempre me pareció interesante la idea de posponer la escena de sexo entre los protagonistas (lo hablamos en Rincón Fílmico, recuerdan?) ya que creo que en el cine quita mucho romanticismo, entonces mediante la preocupación de él ante la posibilidad de lastimarla, el juego vuelve a empezar en las idílicas playas de Brasil. Nunca me imaginé una luna de miel jugando al ajedrez, pero todo puede pasar, evidentemente. No podíamos evitar tener un enfrentamiento más entre lobos (que ahora son telepáticos como en el libro, pero en la película no funciona) y que Jacob se saque la remera. Tampoco se podía evitar el embarazo de ella, que ya se ve en el tráiler, y está bien logrado con efectos especiales de manera que te impresiona verla. El dramatismo está de vuelta, señoras y señores. Espiamos cuando ella pasa a la vida que nació para tener, y nos arrancan de la sala para la próxima entrega. Pero los que la siguen van a salir contentos. ¿Dato interesante? La música es la misma que en la primera entrega, de manera que nos remonta al inicio. Como siempre, Charlie (el veterano Billy Burke, la revelación de la saga) es de lo mejor del film, convincente, natural y dispuesto a tender puentes para que nada parezca demasiado acartonado, aporta el rol de padre necesario a la hora del vuelvo que Bella da a su vida. Sorprendentemente, Stewart está mostrando la calidez y el dramatismo que requiere su personaje, quizás por primera vez en la saga. Se ve que rodar muchas comedias románticas en este tiempo va puliendo algunos defectos que resolvía con su carisma y belleza. La veo mejor y creo que se afirma en el momento que la franquicia más la necesita. Lo cual, no tiene precio. No puedo evitarlo, esta saga sigue siendo un placer culposo para mí ("guilty pleasures" tenemos todos). Es más de lo mismo, pero está bien filmada, tiene un ritmo más intenso que las anteriores (y por supuesto), nos lleva a lugares que los seguidores de la obra estaban esperando. Eso si, nos abandona en el momento justo, a punto de caramelo, para ir ya anticipando el cierre, durante 2012. No se olviden que cuando los títulos finales caen, hay anticipo de la segunda parte de "Amanecer".
Tengo dos confesiones que hacer antes de empezar. La primera es que no miro tanto cine oriental como debería y la segunda es que no estoy de acuerdo cuando los críticos suelen ensalsar una película simplemente porque sale del mainstream hollywoodense. No reniego de haber crecido con el cine americano y creo que es innegable la influencia que han tenido a nivel internacional. Habiendo dicho esto, tengo que decir lo mucho que me ha conmovido este film y que mainstream o no, es bueno y al final del día es lo que tiene que importar de una película. El film que nos trae el veterano director surcoreano Chang Dong-Lee es un tratado de humanidad. La historia está narrada desde el punto de vista de Mija (Jeon Hie Yung), una señora de 65 años que no puede dejar de trabajar ya que debe mantener a su nieto (su hija no puede hacerse cargo) y necesita un subsidio estatal para mantenerse. A lo largo del relato, de todas maneras, nos muestran cuán común es ésto y cuántas madres se separan de sus hijos por cuestiones económicas. Hay un retrato social importante y que no puede dejar de verse como global. Siempre coqueta y siempre alegre, será Mija la que se tropiece con un curso gratuito de poesía y sus ansias de reflejarse en versos hará que inicie una búsqueda. Marcando a cada momento el poder de los silencios, la poca necesidad de diálogos grandilocuentes para escenas cotidianas, la brecha generacional que se ve en casi todos los momentos con el nieto tienen un poder visual inmenso y al mejor estilo Fellini, nos van llevando lentamente a una decadencia. A raíz del suicidio de una compañera de su nieto, Mija se verá obligada a romper su burbuja, pero el espectador puede verla flotando airosa con algún truco con el que se engaña para no verlo. Hay una sociedad perdida, los valores ya no se tienen en una alta estima y se cultivan jóvenes incapaces de hacerse cargo de sus responsabilidades por las ansias de los padres de cubrir sus heridas y de asegurar su futuro. Así se van perdiendo los lazos entre los miembros y una chica de 16 años se tira de cabeza de un puente, sin que eso parezca remorderle la conciencia a nadie. Mija se buscará a sí misma entre los versos, tomará valor para encontrar las palabras que se le pierden por los años, halabrá por celular casi todos los días, pero no dirá nada importante ni íntimo y usará sus ansias de poder escribir poesía como forma de aprender a ver. Sinceramente, es de los films que me llegan, es capaz de afectar la capacidad que tenemos de mentirnos por amor, por miedo, de que la realidad es un conjunto de perspectivas y sutilezas que no tienen que ser subrayadas para entenderse. Es un film que toca nuestras fibras íntimas (multipremiado con justicia en varios festivales, incluído Cannes de este año), narrado con un ritmo un poco cansino y una paleta de colores un poco pálida en donde la música rara vez se usa y cuando lo hace, te arranca una situación dolorosa. El resto es todo Mija, una gran actriz para sostener semejante cantidad de matices. Creo que hay pocas situaciones mejores para sumergirse en esta historia que la sala de cine. Vale la pena.
Es una grata sorpresa que este film llegara a nuestras salas. "La prima cosa bella" ha ganado muchos premios en su país y en el resto de Europa durante 2010 y su llegada era esperada para confirmar sus reconocimientos...No había visto nada de Paolo Virzi, su realizador antes, así que era una buena oportunidad para acercarse a su visión del mundo... "La primera cosa bella" que ve Bruno (Valerio Mastandrea) en su vida es su madre. Cuando la historia comienza, pensamos que él simplemente es un celoso enfermizo, cuando avanza sabemos que es sólo infeliz. No ha intentado, como su padre, poder dominar a su madre, pero sufre cada vez que ella se cae y Anna sólo se ríe con los ojos llenos de lágrimas mientras canta alguna canción. Su hermana, Valeria (Claudia Pandolfi), es una chica entre fantasiosa y tonta que ellos han protegido para que no viera la realidad: que no supiera a ciencia cierta cuán violento era su padre, lo celoso que era, si tenía o no fundamentos, si él era un santo o no. Cuando se produce un evento especial (concurso de belleza) empezarán a desatarse los ataques de celos de un marido duro y de carácter fuerte, con disciplina militar que ella disculpa todo el tiempo pero no sabe manejar. Será a partir de esto cuando toda la vida de los chicos cambie y su infancia, de alguna manera, quede amputada...Bruno crecerá para convertirse en profesor. Será incapaz de entregarse a una relación con el mismo fervor que lo hace a las drogas, pero su hermana en persona lo arrastrará a acompañar a su madre que está en etapa terminal del cáncer. ¿Una pista? Anna, su madre (Stefanía Sandrelli, nada menos) no es una enferma común. Está llena de vida. De amor. Sonríe. Se siente plena, a pesar de enfrentar una quimio que podría poner punto final a su existencia, es de esos personajes en los que se puede ver como la sangre hierve en sus venas. Bruno tiene sentimientos encontrados que están anclados en su pasado y que se reactualizan en este complejo presente. La película propone al espectador una visión centrada en su óptica, reflexiva y contradictoria, lo que le da a "La prima cosa bella" una conexión inevitable con el complejo de Edipo y sus ecos de una forma sutil pero tangible. El estilo de narrativa es excesivamente local y con eso me refiero a que mezcla de comedia y drama constante, pasa de los tópicos habituales de esta geografía, de la presencia de la comida, del machismo; la mujer infartante y la intensidad de las pasiones en juego en cada cuadro. Posee un romanticismo marcado que con su pátina tiñe cada una de las imágenes y le da la tonalidad justa pa ra transmitir aquello que el director desea.Trabajada en una paleta cromática bien romántica, el film evita los excesos de los colores vibrantes para que nada opaque la brillante actuación de Sandrelli, quien regala los momentos más bellos del film con su sensible interpretación, médula y sostén de todo el escenario que presenciamos a lo largo del film. Esta (la relación madre-hijo que ellos corporizan) será el eje vincular que definirá todas las otras para él. Además, para aquellos que disfruten del cine italiano hay claras referencias a su época clásica ya que ella llega a actuar de extra en un film de Marcello Mastroiani y él ve el diario con las carteleras de lo que se está estrenando, recurso del neorrealismo italiano que ataba al drama individual con un contexto para irse a lo mundial. Es un film sensible, lleno de momentos más bien femeninos y eso se debe a que los fuertes roles de los personajes de Anna y Valeria, invaden cada espacio vital en la pantalla. No se van a arrepentir de verla en cine, quizás sea un poco lacrimógena si son demasiado sensibles, pero no es un film menor. Merece una oportunidad.
Antes que nada, uno sabe lo que va a ver cuándo entra a ver una de Pedro Almodóvar. Sabe que va a tener ciertos elementos, cierta estética, cierto uso de la palabra así que no podía entender cuando alguna gente a mi alrededor reaccionaba escandalizada frente a algunas sugerencias. Por otro lado, había una pareja de amigas que no paraban de hablar tirando conjeturas sobre de qué iba el argumento y yo pensaba dónde está el disfrute si ya de entrada pensás que el film es muy complicado... No lo es, así que a dejar los prejuicios afuera de la sala, así se lo disfruta. "La piel que habito" es una historia de amor y pérdida, de vocación y obsesión, de búsqueda de uno mismo y de la libertad. Es un relato poderoso, filmado sin darle un aire al espectador, narrado con tanta luz (física) como si fuera un quirófano y tantas imágenes como para marear al espectador principiante. Y el cócktail resultante es una delicia, por más que sea predecible en todo su torturado relato. Antonio Banderas representa a Robert, un médico cirujano e investigador que ha perdido a su mujer a partir de un accidente de tránsito. Ante la envergadura de su ausencia y otras cuantas más, irá cortando su lazo con la sociedad e irá pareciéndose de a poco a un investigador que hace pruebas tanto en ratas como en personas. Claro, para semejante personaje, tiene que haber una víctima. Y la hay. Vera (Elena Anaya). Una mujer muy especial. Su sola aparició en ese traje que todos ya conocemos, haciendo posiciones de yoga (!) es de una potencia visual increíble...Y realmente la dupla que hace con Banderas (que se lleva todos los aplausos) es para sacarse el sombrero. Marisa Paredes (Marilia en la historia), aparece para confirmar que esta es una auténtica película de Almodóvar, no sólo por sus participaciones anteriores (fue una de sus favoritas), sino porque encarna a la madre típica de sus historias y lo hace con una mezcla de dolor, sacrificio y amor que es inmensa en pantalla y representa el sello de Pedro en su estado puro. También tendremos los elementos clásicos a los que este enorme director nos tiene acostumbrados: las drogas, el uso del sexo, el abuso que hace que el mismo parezca un acto de violencia, la mujer doblegada ante el mundo machista, la sobreviviente, el cambio de la sexualidad, la sociedad como regulador (por lo que se termina estando lejos y aislado).. Como ya dije, una historia disfrutable e intensa que reafirma la vigencia de su cine. Pocas cosas te arruinan más la cabeza que estar solo con vos. Ahora bien, si bien la primera mitad del film es mucho más lenta que la segunda, es atrapante ver como Almodovar prepara el terreno y sube la apuesta promediando el film. Su talento le permite cerrar la historia sin dejar un solo cabo suelto. Tal vez sea un poco excesivo el uso de música cuando los silencios habrían funcionado infinitamente mejor. Es cierto. Además me llamó la atención la elección de los mismos, ya que por un lado tenemos una partitura excesivamente dramática con violines, piano y una gran orquesta y por el otro una electrónica más cercana a la banda sonora de Kill Bill que a la película que estamos viendo. Otra nota al pie de página: hace muchos homenajes al cine de thriller muy visibles, tanto es así que no llega a construir suspenso, pero sí provoca naturalmente lo que mejor hace, drama. Verán muchos espacios que les resuenan familiares (estilos), pero ninguno compite con el valor que representa Pedro haciendo lo que mejor hace: retratar seres torturados en situaciones extraordinarias cuyas manifestaciones visibles son un festín emotivo para el espectador. La piel sale más dura después de la función. No sé si es la mejor de Pedro, pero vale la pena verla en cine.