Zombies humanizados En esta era en que el amor entre adolescentes no parece ser suficiente, hemos visto historias románticas de jóvenes que se enamoran de vampiros, hombres lobo, brujas, y ahora les tocó el turno a los zombies. La película está planteada desde la típica historia post-apocalíptica: un virus infectó a la humanidad, convirtiendo a su mayoría en zombies, y los pocos humanos que quedan sanos viven en una ciudad militarizada, rodeada de murallas, para que los infectados no se les acerquen; esa es la única solución que encontraron para lidiar con el problema. Debido a la falta de insumos médicos y de otros elementos, los militares organizan grupos de jóvenes que salen en misiones para conseguirlos dentro de las ciudades donde hay infectados. En una de estas misiones, un grupo de jóvenes que busca medicamentos en un laboratorio abandonado es atacado por zombies, y así se conocen los protagonistas, Julie (Teresa Palmer) y "R" (Nicholas Hoult). Julie es humana, hija de un militar rígido y antizombie (John Malkovich), y "R" es un zombie que no recuerda su nombre, pero cree que empezaba con esa letra. En pleno ataque se conocen y hay flechazo, el chico zombie la salva, y se esconden en un avión abandonado, lleno de viejos objetos que colecciona "R"; es allí donde la joven pareja vence el miedo y pánico inicial y comienzan a conocerse y luego a enamorarse. A medida que se conocen, "R" se va acercando a su lado humano, y Julie pierde el miedo y se enternece con su nuevo amigo. Ambos van construyendo un vínculo que más allá de su relación, podría representar una cura para la humanidad. Si bien la historia es romántica, y el contexto bastante terrorífico, está narrada en tono de humor, basado en el choque entre estos dos mundos. Una vez que salen de su refugio, la pareja, haciendo honor a sus iniciales, se convierte en una especie de Romeo y Julieta, ya que el padre militar de la chica no quiere a su nuevo yerno. Los protagonistas deben enfrentarse al mundo, y hacerles entender que a través del amor se puede curar y transformar a los zombies, para lograr humanizarlos. Es allí donde la película recurre a clichés, lugares comunes y cursilerías, y todo el humor absurdo que la sostuvo desde el principio cae, y se transforma en un comedia romántica para sábado a la tarde en cable. Las actuaciones de los protagonistas son muy efectivas. Es destacable la interpretación de Rob Coddry, como "M", un zombie torpe que se conmueve con el amor de la pareja. Visualmente la película es muy dinámica y tiene una estética adolescente, con todo lo necesario tanto en la música como en la imagen, para atraer a este público. La historia ofrece una visión nueva sobre los zombies, encarada desde el humor y el romance, estas criaturas dejan de comer cerebros, y tienen la opción de redimirse y reinsertarse en una sociedad que no siempre se muestra muy humana para aceptar seres diferentes.
Lo que no vuelve Muchas veces decimos que la vida es un antes y después de algo, en general de una pérdida, de algo muy doloroso que hace que las cosas ya no sean lo que eran. De eso se trata esta película, del antes y el después en la vida de Nacho (Nahuel Viale). Así el relato está dividido en dos: un antes, flashbacks, donde vivía con su familia, iba a la facultad, salía con amigos, tenía novia. Y un presente donde lo vemos solo, perdido, tomando decisiones y haciendo cosas con las que puede terminar mal. No sabemos qué es lo que pasó, por qué el presente se convirtió en eso; las imágenes del pasado, del antes, funcionan como piezas de un rompecabezas que vamos armando hasta que la película nos muestra la pieza final, y entonces entendemos qué sucedió. Lo que Nacho necesita es algo que lo conecte con el pasado, que de alguna manera lo salve, y que pueda, en el presente, ser quien era en el antes. Es interesante el modo en que está narrada la historia. Nahuel Viale lleva muy bien el protagónico, y se destacan Nahuel Pérez Biscayart y Verónica Llinás, como madre e hijo, amigos del protagonista, que lo acompañaban en ese antes feliz, y que no logran acercarse a él en ese después, donde está perdido. En el trabajo fotográfico es interesante el uso de la luz y la oscuridad, en el pasado y el presente. Por momentos hay un abuso de la música, con imágenes de Nacho con sus amigos, que le da un tinte de película para adolescentes. Es una narración interesante, una tragedia contada sin golpes bajos, sino como una historia personal, de quien debe enfrentar y asimilar un situación terrible, donde todo cambia en un minuto, y la vida ya no será lo que era, pero podemos rescatar algo del pasado que nos permita seguir siendo quienes eramos.
Amores y estereotipos Esta tercera parte del manual del amor es una comedia italiana que narra tres historias diferentes, sobre el amor en las distintas etapas de la vida: La juventud, la madurez y lo que viene después. En la primera historia vemos a un joven abogado (Riccardo Scamarcio), con un brillante y organizado futuro, que ve cómo sus proyectos se tambalean cuando en un viaje de negocios conoce a una rubia que casi lo hace cambiar de rumbo. La segunda historia es la de un destacado conductor de un noticiero (Carlo Verdone) , que se cruza con una mujer de dudosa salud mental (Donatella Finocchiaro) a la que considera una relación pasajera, pero ella no piensa lo mismo, y termina convirtiéndose en una verdadera pesadilla. La tercera, es la de un profesor norteamericano (Robert De Niro), que luego de jubilarse pasa sus días en Roma, hasta que su paz de jubilado termina cuando la hija de su vecino (Monica Bellucci) llega a visitarlo. Si bien las historias son divertidas, y tocan temas clásicos y universales relacionados con el amor; como las dudas, los cuernos, las crisis de los cincuentones, y esos deseos que parecen ser más fuertes que la razón, la película recurre constantemente a lugares comunes, y el humor que utiliza para contar la historia es realmente sencillo, plagado de clichés y de finales esperables. Cada una de las historias tiene un cierre "serio" que pretende ser una reflexión sobre el amor y la vida, y esa es la parte mas floja del relato; cuando de comedia liviana, pasa a ser algo realmente cursi. La película tiene como gancho las actuaciones de Robert De Niro y Monica Bellucci, que si bien nunca decepcionan, no han podido hacer demasiado con personajes tan chatos. Por lo demás, abusa un poco del humor físico y los estereotipos, aunque se destacan varios gags y alguna que otra frase graciosa.
De donde venimos Esteban (Esteban Lamothe) Y Pipa (Estaban Bigliardi) son dos primos, muy diferentes, que deben viajar hasta el pueblo donde nacieron para asistir al entierro de su abuelo. Esteban es el primo serio, formal, con un buen trabajo, un auto y un futuro casamiento; Pipa es el bohemio, colgado, que parece que todavía no sabe bien que quiere hacer con su vida. Por más que vivan en la misma ciudad, parece que hace tiempo que no se ven, pero Esteban, como buen primo, accede a llevarlo en su auto. Durante el viaje se van notando las diferencias, las tensiones entre los dos, por más que ninguno mencione nada, y solo hablen de pavadas, de obviedades. Pipa comienza a recordar momentos con su abuelo, los lugares adonde iban, y con su cuelgue y sus recuerdos, consigue desviar de la ruta al primo organizado. Es cuestión de tiempo para que las personalidades choquen, las tensiones exploten de una vez, y se digan en la cara todo lo que tienen guardado. De eso se trata la primera mitad de la película, de silencios, de climas, de rutas, que dicen mucho. De esas personas que al verlas nos recuerdan de donde venimos, quienes fuimos, y que logran que tal vez no nos guste demasiado quienes somos ahora. La llegada al pueblo termina por enfrentarlos de cara al pasado, a la vida que dejaron atrás. Así la segunda mitad de la película, es un retrato de la vida que tuvieron, la familia, las expectativas que tienen sobre ambos primos, los recuerdos, las salidas con amigos que hace muchos que no ven. Un pueblo que sigue igual, les muestra que ellos ya no son los mismos, pero que por más diferentes que sean ahora, siempre va a haber algo que los una. Lo más destacable de la película son las excelentes composiciones de Esteban Lamothe, y Esteban Bigliardi. La forma natural en que se relacionan, como llevan los silencios y las tensiones dentro del auto, la conexión que hay entre ambos. La fotografía es sencilla e impecable, y la música es un elemento más que ayuda a decir mucho sobre la historia sin necesidad de que los personajes hablen. El excelente clima logrado durante esa especie de road movie que es la primera mitad de la película, decae bastante una vez que llegan al pueblo, y el relato se hace un poco más pesado, y pierde dinamismo. Aun así la historia es conmovedora de un modo sencillo, concreto, un viaje en el que las emociones contenidas se liberan, y los personajes se enfrentan con su pasado y con ellos mismos.
Vengadora x 4 Rosario es una asesina, mata a hombres, específicamente a hombres que lastiman mujeres. Esta particularidad tiene una razón, algo le pasó que la llevó a convertirse en una especie de vengadora femenina. Así mutó de víctima a mercenaria, ya que lo hace por dinero. Rosario es una asesina fuerte, meticulosa, y con unos cuantos recursos para llevar a cabo su tarea. En uno de sus trabajos, termina detenida y la pasa bastante mal. Hasta que una extraña mujer (Ana Celentano) compra su libertad a cambio de un nuevo encargo. El objetivo esta vez es un criador de caballos (Rafael Ferro) que ahora tiene una joven y nueva esposa (Juana Viale). El encargo tiene una pequeña particularidad, a Rosario esta vez no le han pedido que mate al hombre en cuestión, sino que lo haga sufrir, que lo destruya de a poco. Por lo que el trabajo termina llevando mas tiempo que el que llevaría un simple asesinato. Las cosas no terminan siendo tan claras como al principio, tal vez no se trate de un simple maltratador de mujeres. Pero Rosario tiene que cumplir con su trabajo a cambio de su libertad y de un pequeño objeto que le pertenece, pero que su misteriosa cliente mantiene en su poder. No sabemos por qué, pero Rosario tiene varias caras, de hecho son cuatro las actrices que la interpretan (Florencia Raggi, Brenda Gandini, María Duplaá, y Liz Solari), de manera que la protagonista cambia de forma, aparentemente de modo aleatorio, ya que su metamorfosis no parece responder a algo en particular. La película no tiene nada en común con ningún otro trabajo de Caetano, esta es una de las primeras cosas que llaman la atención. Obviamente esto no tiene nada de malo, lo que sí es poco entendible por qué un director que ha realizado tan buenos trabajos (como "Un Oso Rojo" o "Crónica de una Fuga") hizo esta película. Mas allá de que es un género en el que nunca había incursionado, ni siquiera podemos tildar a la película de experimental. La película es bizarra, por momentos ridícula, y esa no parece haber sido la intención. La historia se plantea de forma bastante realista en un principio, pero a medida que avanza hay cosas que no se comprenden, y ni siquiera parecen estar planteadas en un plano onírico o sobrenatural. Si la idea es plantear la duda, sobre si el personaje masculino es un victimario o una victima, tampoco termina quedando claro. La historia se extiende en demasiados detalles, y el espectador solo puede quedar perdido sin saber hacia donde lo quieren llevar. No queda claro si estamos en un plano real, donde podemos reflexionar sobre las diferentes formas de violencia hacia la mujer, o si estamos en el medio de una bizarreada, donde la protagonista cambia de cara, y una malvada paralítica dispara flechas. En cuanto a las actuaciones, Florencia Raggi y Maria Duplaá son quienes mejor interpretan a Rosario. Ana Celentano hace un muy buen trabajo, a pesar de tener que interpretar un personaje tan extraño.
Una infancia salvaje Hushpuppy es una nena de seis años, que vive con su papá, en una pequeña y aislada comunidad en una zona pantanosa, que la mayoría del mundo consideraría inhabitable. Vive entre latas, desechos, en una casa a la que parece que en cualquier momento se la va a llevar el viento o el agua. Tanto su papá como el resto de la comunidad la alientan a valerse por sí misma, a ser fuerte, a vivir de la naturaleza. En una época en la que tanto se habla de comida orgánica, reciclaje, y cuidar el planeta -mientras todo lo vemos muy cómodos por televisión-, nos resulta casi increíble, ver la relación de Hushpuppy con la naturaleza, nos damos cuenta de que no tenemos la menor idea de lo que es la relación directa con ella, que si nos dejaran cinco minutos en ese pantano, solos, no haríamos otra cosa que llorar. La película está narrada desde la visión de esta nena casi salvaje, que a una edad en que los chicos ya no se despegan de la computadora, ella es una experta cazadora, cocina, tiene una curiosidad poco común, y todo el tiempo y desde su imaginario hace referencia a los antiguos habitantes del planeta, y quiere dejar su propia huella, para que quienes vengan dentro de muchos años sepan que hubo una nena llamada Hushpuppy que cuido a su papá en un pantano. Luego de una tormenta el agua crece, y la pequeña ve como todo comienza a derrumbarse, como la naturaleza arrasa, y sin embargo ella quiere ser parte de ese todo, y sobrevivir en ese lugar. La comunidad es evacuada obligatoriamente por más que se resistan, y el choque que vemos entre ese pequeño grupo y el mundo civilizado, que quiere protegerlos en uno de esos refugios montados en enormes gimnasios, es terrible. No hay manera de que un mundo pueda adaptarse al otro. Los niños de la comunidad son los primeros en resistir, en escaparse en volver a su mundo, que por más salvaje que nos parezca es mucho más equilibrado que el nuestro. La película está narrada desde la visión de la niña, refleja su enorme imaginación y su extraordinaria manera de ver el mundo, y si bien el contexto es salvaje, y hasta visceral, la naturalidad con la que ella lo vive, hace que ese lugar inhabitable, se transforme en algo hermoso. Las actuaciones de Quvenzhané Wallis y Dwight Henry como padre e hija, en ese lugar inhóspito, y con esa relación tan poco común, y supuestamente incivilizada son extraordinarias.
Sola en Paris María (Belén Blanco) es una inmigrante argentina en París, que trabaja en una fábrica mientras tramita los papeles para su residencia. Buscando un lugar para vivir conoce a Jerome (Antoine Ronan Raux), quien le alquila una habitación en su casa. Aún conviviendo en la misma casa, ambos tienen una relación superficial, parecen inmunes al contacto del otro, hablan solo lo necesario, sobre horarios comidas, y detalles cotidianos. María está sola, camina por París siempre gris, y parece ocultar algo, tal vez la razón por la que se fue tan lejos, o puede que algo más. Jerome esta inmerso en su vida, complicado con un divorcio reciente, y encarando una nueva relación con su hijo, a la distancia. Cuando María pierde su trabajo, debido a que todavía no consigue los papeles, tiene que sentarse a hablar con Jerome, porque ya no puede pagarle, y tienen que encontrar alguna manera para que pueda seguir quedándose en la casa. Es ahí cuando la relación cambia, el contacto es otro, y si bien pasa a un plano sexual, ambos siguen igualmente herméticos. Hablan más, hacen el amor, pero ninguno parece interesado en comprender al otro, ni en saber qué le sucede. La historia ofrece muy buenos climas, transmite una sensación de soledad, de misterio, de aislamiento. Ese clima es el que nos atrapa durante la primera mitad de la película, pero que termina cayendo, debido a un guión que no lo puede sostener. En algún momento queremos saber algo más, qué guardan los personajes, qué es ese dolor que tiene María. Si bien hay un relato muy fuerte por parte de ella, en un momento no terminamos de entender si la idea de la película es tocar ese tema, si esa es la razón por la que ella está así, o la razón por la que se fue tan lejos, o simplemente es lo único que le cuenta a Jerome sobre su vida. La actuación de Belen Blanco es excelente, es quien sostiene casi todo el misterio y el hermetismo que transmite la historia. Antoine Ronan Raux compone muy bien a ese recién divorciado, inmerso en su vida, que parece incapaz de sentir algo por otros. La fotografía y la música son impecables, logran crear el clima que sostiene a una historia oscura, simple, pero que termina perdiendo fuerza en su relato.
La venganza de los niños Esta nueva versión de Hansel y Gretel comienza introduciéndonos en la tierna historia de los hermanitos abandonados en el bosque, quienes logran escapar de una bruja malvada que los atrapa en su casa hecha de dulces. El tiempo pasa, y ya creciditos, los hermanos aprendieron de su mala experiencia y se convirtieron en cazadores de estas malvadas señoras, una actividad tan intensa como lucrativa. Lejos de tener imagen de niños inocentes, en esta producción de MTV Hansel (Jeremy Renner) y Gretel (Gemma Arterton) son dos atractivos jóvenes vestidos de cuero, y llenos de armas sofisticadas que parecen un tanto difíciles de conseguir en la edad media. La historia comienza con la llegada de los hermanos cazadores a un pequeño pueblo donde son contratados para rescatar a varios niños que han sido secuestrados por las brujas. Así los hermanos comienzan una cacería, que resulta mas complicada de lo que esperaban, y en el camino se encuentran con un ritual extraño, en el que terminan descubriendo su propio pasado. La película tiene de todo, apenas podemos parpadear; acción, tiros, sangre, peleas coreográficas, brujas con habilidades inimaginables, y cazadores que parecen estar preparados para todo. La vuelta interesante que tiene la película, como ya viene pasando con otras del mismo género, es el agregado de humor absurdo, como un Hansel que quedo diabético luego de que la bruja lo obligó a comer tantos dulces, un troll al que lo resucitan con una descarga eléctrica, o un fan de los hermanos que los sigue a todas partes y termina convirtiéndose en su discípulo. Esa clase de humor es la que permite que entremos en el juego, y que disfrutemos sin pensar demasiado cómo estos hermanos consiguieron ametralladoras cuando apenas había ruedas. Es una historia llena de acción en 3D, con todos los atractivos físicos y visuales necesarios para atrapar la atención de los adolescentes, algún que otro lugar común, buenas actuaciones, y técnicamente impecable. La historia es redonda, y tiene un final abierto que parece anunciar una secuela.
Alguien nos esta mirando... En el comienzo nada parece ser diferente a cualquier otra película de terror adolescente; cinco amigos que se preparan para pasar un fin de semana en un cabaña alejada, en el medio del bosque. Los cinco lindos, jóvenes y con su música de fondo. Pero al mismo tiempo en que vemos a los chicos prepararse para su fin de semana, también se nos muestra una especie de laboratorio de alta tecnología, donde dos científicos, junto a un montón de empleados más, parecen estar preparando el evento más importante del año. Desde las pantallas del laboratorio pueden ver todo lo que hacen los protagonistas, y no solo eso, también cuentan con todos los adelantos técnicos para ir manipulando su estadía, y llevarlos hacia lo que les tienen preparado. Por supuesto el terror comienza, y no se escatima en escenas sangrientas, pero tampoco en humor, y enormes dosis de ironía, que en general apuntan a guiños sobre el género, tanto que por momentos la película parece llenarse de homenajes a varios filmes de terror. Todos estos señores de guardapolvo blanco que trabajan de forma tan ordenada y eficiente, responden a alguien más, que está por encuima de ellos, y que por alguna razón necesita de toda esta puesta en escena para hacer sufrir a los protagonistas. Mientras los chicos la pasan realmente mal, quienes los observan alternan momentos de tensión, tratando de que todo salga según lo planeado, y momentos de relax, como una especie de casual friday en una oficina de Puerto Madero; toman una cerveza, tratan de levantarse a alguna compañera de trabajo, y sobre todo hacen referencias a quien está detrás de todo esto. La dupla de quienes están a cargo del operativo es fabulosa, son quienes aportan la mayor cantidad de sarcasmo e ironía que tiene el filme, y sobre todo ese morbo, del que de alguna manera todos somos parte cuando nos sentamos en un cine a ver como sufren los demás. Los planos están divididos, entre la cabaña y ese extraño centro desde donde monitorean todo, como una especie "The Truman Show" del espanto. Pero en algún momento estos dos mundos se cruzan, y empezamos a entender de qué se trata, ahí es cuando se pone todavía mejor. No se puede contar nada mas. Es una película de terror, con todo lo clásico de una horror teen movie, pero con una vuelta de guión más que interesante, en la que podemos ver la mano de Joss Wheddon, que aún antes de "The Avengers" supo encontrarle un giro interesante a esta mezcla de adolescentes, horror, humor e ironía, en aquellos años 90, cuando hacia "Buffy, la Caza Vampiros". Las actuaciones son buenas en general, se destacándose Richard Jenkins (Sitterson) y Bradley Whitford (Hadley), los dos personajes a cargo de la complicada operación, quienes con aspecto de visitadores médicos, manejan eficientemente una masacre. Técnicamente es impecable, en sonido y en fotografía, y sobre todo en efectos especiales. La historia tiene de todo: monstruos, zombies, y toda clase de bichos para elegir, como una especie de museo de las películas de terror. Un guión original, que no fue sobre la formula típica del los filmes de terror sino que al miedo le dio una vuelta extra, le agrego paranoia y morbo, entre otras cosas, y si bien tiene muchos de los lugares comunes del género, están mostrados de otra manera, como un espejo en el que vemos de que nos reímos cuando otros la pasan mal.
Cuídate de los infelices Dirigida por Alexander Sokurov, probablemente el mejor director ruso de estos tiempos, la película es una adaptación libre de la obra de Goethe. Una reflexión filosófica, no una adaptación literal del libro. Fausto (Johannes Zeiler) es un hombre sabio, pero insatisfecho porque es consciente de la limitación del conocimiento, y en eso radica su infelicidad. La cámara desciende desde el cielo, y nos encontramos a Fausto y a su ayudante, diseccionando un cadáver, en su dialogo surge la primera pregunta: “¿existe el alma?”. De ahí en mas, estamos al lado de Fausto, viviendo lo tortuoso de su insatisfacción, su búsqueda, sus preguntas, y el camino que recorre junto al diablo (Andon Adasinsky) , en el que se engañan mutuamente, se mienten, se odian y se necesitan. Hasta que llevado por el deseo, Fausto firma el pacto con sangre. Como en todo el trabajo de Sokurov, la estética tiene un enorme peso. Desde la primera escena, la película tiene la oscuridad y el contraste de una obra de Rembrandt. Toda la historia esta armada en forma casi pictórica, con un uso excelente del claroscuro y la distorsión, logrando una estética cruda, oscura y hasta grotesca, para representar la atmósfera opresiva en que se desarrolla. Sumado a eso, la recreación de época es excelente; cuidada hasta en el más mínimo detalle, logra definir el carácter tortuoso de los personajes. La música es exquisita, y tiene una mezcla de sonidos incidentales con voces en off, como si las voces del inconsciente se mezclaran con la realidad, representando las dudas y la ambivalencia de Fausto. La dirección es magnifica, y las actuaciones están a la altura, los protagonistas son notables, y también se destaca Georg Friedrich como Wagner, el tortuoso ayudante de Fausto. Por momentos podríamos decir que resulta un tanto retórica y redundante. La película es densa, no es fácil de llevar, ni accesible, pero en algún momento, sin darnos cuenta estamos sumergidos en la historia, padeciéndola junto al protagonista, con ese inconformismo de quien comprende mucho, pero no puede comprenderlo todo.