Jackie: La dama de honor. Pablo Larraín se mete al mundo del cine hollywoodense con este biopic de la ex esposa de Kennedy donde hay más brillo que lucidez. Las biografías no son un tipo de género que se lleven muy bien con el cine. A menudo se habla que no forma parte de la cinematografía y que deberían considerarse un simple retrato. Además, de que en su gran mayoría pasan desapercibidos a menos que consigan alguna nominación a la Academia (como lo fue en este caso). Por lo que rendir homenaje, hoy en día, es bastante arriesgado como fue el caso de “Gilda: No me arrepiento de este amor” (2016) de Lorena Muñoz que aseguraba taquilla pero no el prejuicio de un público alejado de la cantante de cumbia. Y como fue el caso del documental chileno “Allende mi abuelo Allende” (2015) realizado por la misma nieta de Salvador Allende que retrata desde la mirada íntima para hacer una crítica a la situación social de su país. No es por poco que una de las frases más importante del film fuera: “Un líder nunca debe mostrarse triste, ni siquiera después de la muerte de un familiar”. Pablo Larraín queda también atrapado en esta telaraña de la mirada del otro. Hacer un biopic de la Jackie O en tierras lejanas no le juega muy a favor. Sin embargo, establece conexión con temas de su obsesión: la política, el poder, las traiciones y mentiras. La obra no se centra en la totalidad de la vida y obra de Jacqueline Kennedy, es el mismo recuerdo de la muerte de su esposo JFK y todo el luto que se sufrió luego del acto cometido, en Dallas, el 22 de noviembre del año 1963. Natalie Portman encarna el papel protagónico pero sólo resaltará las escenas de dolor, pánico, angustia y decepción ya que la otra mira será mostrada por los archivos televisivos. La actriz de “El cisne negro” (2011) solo debe mostrar lo sucedió detrás de cámara. Lo que nadie vio pero todos especularon. No mostrará el dolor al público, como todo dirigente masivo. El inicio del film es hipnótico donde la exmandataria contesta preguntas a un periodista selecto para entregar la exclusiva luego del accidente de la muerte de Kennedy. Las respuestas y las repreguntas van tirando de un lado a otro, como si fuese un juego de Ping-Pong y el ingenio de las palabras no tendrá fin gracias al guion de Noah Oppenheim. Este formato será el dará todo el desarrollo de la cinta con flashback y algunas acciones de la primera dama en cuanto el entierro de su exesposo. La banda sonora a cargo de Mica Levi y la excepcional fotografía y decorado le darán el ambiente tétrico y melancólico que tanto se desea manifestar, llegando hasta extremos claustrofóbicos. Y el enamoramiento del director chileno por la televisión se vuelve a reflejar pero de un modo diferente de su anterior obra “No” (2012), acá no juega como reflejo sino como completo como memoria ya sea a través de una vieja entrevista a Jackie mostrando la Casa blanca, o mostrando escenas del suceso que mueve a la película. La propuesta muestra que la tragedia ocurrida puede derivar en un hecho universal, lamentablemente no.
La chica sin nombre: Solo una búsqueda. Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne depositan su confianza nuevamente en las críticas sociales que los dejan, por momentos, mal parados. El realismo social del cine de los hermanos Dardenne se está agotando, o por lo menos, está perdiendo la magia de sus cimientos. La vida de una enferma tiene una rutina muy estricta, desde los pacientes que debe atender en estado crítico hasta la usual visita de chico enfermo al que tiene semienamorado porque la protagonista (Adèle Haenel) no es cualquier chica, es una pequeña mujer solitaria quien deslumbra por su particular belleza pero que encubre una soledad sinuosa (los únicos momentos que interactúa con otros son con sus pacientes, y su forma de compartir momentos también). Todo cambia cuando está por cerrar el consultorio y entre empujes con su joven ayudante, suena el timbre. Ella vehemente decide no hacer caso al llamado ya que si es urgente debería tocar dos veces, además de enseñarle al estudiante una lección de paciencia. Las malas noticias llegan al siguiente día cuando se descubre quien acudía a la puerta era una joven mujer que fue asesinada cerca del establecimiento, debajo de un puente. El horror y la culpa de la doctora será quien inició este periplo de silencios. Todo el mundo sabe lo que realmente pasó, pero deciden callar. La médica es la única confundida en este mundo corrupto. Una foto de la víctima será su única pista y también su cruz en toda esto relato detectivesco de preguntas (casi) sin fin. Los directores búlgaros no se alejan de su cine usual y tendencioso que tanto enamoró a Cannes (todos sus películas pasaron por este festival) pero la fórmula parece acabarse. A diferencia de “Dos días, una noche” (2014), su última obra carece de una personificación femenina como la de Marion Cotillard quien recree enigma y veracidad, la actuación de Haenel no es del todo idóneo en la obra pese a cargar con ella en todo el relato, promiscua a veces para un rol de tanta envergadura. La trama contesta varias interrogantes a lo largo del filme, pero no llega a dejar ninguno al espectador. No va más allá. O por lo menos, no trae nada nuevo de lo que nos viene acostumbrando el cine social. Los ingredientes están frescos, el talento sigue vigente, las actuaciones brillan, la fotografía encubre todo de manera minuciosa. Sin embargo, la combinación no da el sabor deseado. “La chica sin nombre” es la más floja de toda la filmografía de Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne, llega sin ánimos y será posiblemente muy olvidada.
El viajante: Matrimonio en demolición. La ganadora del Oscar a mejor película de habla no inglesa se estrena en nuestros cines y nosotros te contamos qué tiene de especial. El director Asghar Farhadi ya se consagró con la obra maestra de “Nader y Simin, una separación” (Jodaeiye Nader az Simin, 2011) pero los momentos cambian y debe mantenerse a flote con otras producciones para demostrar si es o no merced de su posición de autor, la actual categoría en peligro de extinción. “El cliente” (The Salesman) cuenta la historia de Emad (Shahab Hosseini) y Rana (Taraneh Alidoosti) quienes tienen problemas estructurales en su departamento, el edificio está por derrumbarse, y son obligados a buscar otro hogar. Pero no todo será sencillo ya que la anterior inquilina de su nueva casa tendrá algún secreto, antiguos clientes, que será desvelado a través de la tragedia. El primer plano secuencia de la escena inicial es absolutamente devastadora donde vemos a los protagonistas salir de sus hogares por el temor de no caer presas del derrumbe provocada por una nueva contracción cerca del edificio. Cada detalle se muestra de forma agónica y asfixiante para dejarnos secos antes del inicio de la trama principal. Al llegar a su nueva residencia, la ama de casa comete un error garrafal (deja entrar a un desconocido a la morada por equivocación) que desencadena un largo duelo emocional y que llegará a su esposo mostrará su verdadera máscara. Pero la pareja demostrará todo su quiebre interno en los ensayos que realizan para una obra nocturna de Arthur Miller y la mirada de sus compañeros no se harán esperar. Es entonces donde el profesor emprende una búsqueda desesperada para encontrar a este negligente que usurpó su vida metiéndose donde no le correspondía. La venganza como primera propuesta y salida del dolor. El montaje del largometraje desempeña de noble manera para que la dirección de rienda suelta a expresión de los personajes y siempre confiando en las imágenes como en el campo afuera. Además, el guión que sin utilizar (ni abusar) de las palabras recrea el clima idóneo para la trama. La convicción misma del film es la de demostrar una realidad tangente en el país de Irán. Sus descontroles, sus falsedades y en especial sus silencios. El talento del cineasta asiático recae en convertir una tragedia minúscula en un valor universal. La propuesta funciona a la perfección aunque queda muy en discusión si le valía la estatuilla dorada en la última edición de los Oscars sabiendo que tenía a Toni Erdmann (2016) entre sus filas. Pero como ya nos tiene acostumbrando la Academia, la polémica siempre triunfa por estos prados.
Moisés y los 10 mandamientos: Porno cristiano. La novela desembarca en la pantalla grande para dar nauseas en el fútil y poco estrellato que la mantiene viva. Desde Brasil llega la película basada en una telenovela basado en una lectura banal de la Biblia (di plagio, di plagio, di plagio)… y no es más que eso, una lectura superflua de una mistifica figura fervorosa de Moisés. Desde su nacimiento hasta la llegada de los 10 mandamientos (sí, solo al final lo deja al borde la justificación del título), la obra narra la historia de Moisés y su lucha por la liberación de los esclavos en Egipto. Todo esto con la ayuda de su Dios que aparece en diversas situaciones en voz off y siempre será el camino correcto, no se cuestionara sus ultimatos o su falta de benevolencia. Como si lo hubiese dirigido el propio Ned Flanders de “Los Simpsons”, las secuencias de sangre no tardan en aparecer y destacar de forma negativa. El protagonista castiga a aquellos quienes se someten a su juicio a actos de crueldad (será subjetivo, ya que antes de asesinar a un militar que da latigazos a un sirviente, masacró en diversas guerras a varios soldados) de los cuales nunca tendrá arrepentimiento, ni siquiera cuando se queda deslumbrado ante él el mandamiento de “no matarás” que le otorga su Dios. Un salvador sin problemas arrepentimiento, un héroe perfecto, limpio y constantemente purificada por la fe. Pero el mesías no está solo; su esposa, quien según la actriz es una figura feminista aunque en el largometraje se vive ocultado detrás del creyente. Sus hermanos, uno el rey quien es el enemigo oficial en el drama, y el otro el creyente que en su forma espiritual y pecadora muestra y preserva las decisiones de Dios. Su padre, el orador y seguidor más fiel que pudo existir (hasta tal punto de llegar al ridículo). Y Josué, el mulo predilecto del aventurero principal quien además deberá seguir con el camino para realizar más episodios, es decir, una hipotética “secuela” abierta. La tesis cristiana se basada en “florecer” en tierra hostil, la cinta recurre a está analogía a través de una semilla pasada del padre de Moisés a futuras generaciones (hay momentos donde el objeto emprende más odisea que los propios protagonista). ¡Qué paradoja que se utilice una defensa santotomista para una devoción evangélica! El pasaje de la pantalla chica a la grande es directo y abrupto. No se han molestado en cambiar su producción de telenovela y parece un recorte del acto escolar colegial de un chico que representa la época colonial; con actuaciones exageradas, reiteraciones y la búsqueda de un espectador distraído para sucumbirlo en una ola de propaganda religiosa. Son un selección de capítulos montados de forma redundante para que se lleve a cabo un resumen de dos horas. Uno pensaría que con “Éxodo: Dioses y reyes” (2014) llegaríamos a acuerdo de muerte súbita con los relatos bíblicos. Sin embargo, la recaudación extranjera de $29.800.000 por parte de la cinta brasileña nos da una idea que no terminaran por un largo periodo. Y lejos ya estamos de volver a ver una aventura épica como “Los diez mandamientos” (1956) de Cecil B. DeMille. La única respuesta que puede tener la pregunta: ¿Cómo es posible y qué motiva a que salga esta clase de propuesta en el cine? Es como diría Don Cangrejo del Krustasio Kaskarudo: “El dinero”.
Rock Dog: Aullido musical. Un perro se adentra en la ciudad central para hacer realidad su sueño: Ser una estrella del rock and roll. Y nosotros tenemos los asientos de primera fila para este gran espectáculo. El mercado de la animación se agranda a pasos agigantados y no es casualidad que la República Popular China haya metido hace poco una producción de dibujos animadas (“Have a nice day”) a competencia internacional en el último Festival de Berlín. Ahora, viene con un estreno coproducción animada por computador para hacer su espacio en el mercado internacional. La película cuenta la historia de Bodi, un joven perro ovejero, estacado a una vida que no le apetece por lo más mínimo continuar. Tiene hastío por presente y no quiere saber nada de su futuro. Hasta que un día encuentra su respuesta desde una radio que cae desde una avión. Y al prender el artefacto y escuchar un tema del famoso gato compositor Angus Scattergood (un mero calco de Charly García, hasta tal punto, que asusta un poco). Desde ese momento no dejará de tocar la guitarra hasta poder ser un verdadero músico profesional. Su padre, en cambio, tiene otros planes para él. Pero deberá aceptar que no está destinado a defender el rebaño y ayudarlo para cumplir su meta. Y es así, como Bodi se desembarca a suerte de fe ciega a la gran ciudad (al igual que su par Zootopia pero sin Shakira de por medio). Los villanos son un grupo mafioso de lobos que desean como sea devorar a las ovejas que tanto el padre de Bodi protege para contener la comunidad en la cima de la montaña. La composición de lo mismo está bien lograda, jugando mucho con los chistes fáciles y los gags. Las cosas no será nada fácil para el pequeño cachorro desde que pisa las calles, tendrá varias inconvenientes: encontrar una banda, hacer que Angus sea su tutor musical, evitar que los lobos no lo tomen como rehén, aprender más sobre la música, integrarse socialmente y sobre todo tener un oportunidad para demostrarlo. El protagonista siempre se mueve con optimismo, hasta tal punto de ser completamente inocente de todo lo que rodea, pero es justamente esa fe, esa alegría lo que lo ayudará en toda su aventura rockera. Después de fracasar en algunos desafíos, decide (por consejo de un artista de la plaza) ir a la casa del músico más famoso, el veterano gato que vive en una mansión aislado de todo contacto y que está “supuestamente” por lanzar un nuevo single. El experimentado director Ash Brannon (Toy Story 2) acierta muy bien en confiar gran parte de la obra en esta pareja dispareja, donde dejó plasmada su intención moral pero su coqueteo principal entra muy bien en juego por el gran abanico de humor que se le da. Tanto Bodi como Angus están bien definidos y es esa mixtura y choque lo que la hace sensacional. La banda sonora no abusa, y en ningún momento se transforma en musical desquiciado sabiendo mantener el ritmo entre lo que se está diciendo y lo que se está por decir. Hay un gran compilado de actores que participan dándoles voces a los animales en esta aventura, como Luke Wilson y J.K. Simmons, pero que lamentablemente no podremos escuchar porque no abundaran los estrenos en su versión original y el espectador tendrá que tolerar el doblaje nuevamente. Su animación no es de un gran nivel visual y menos detallista pero se nutre de un buen guion sólido que ya es mucho más de lo que las últimas obras de Disney pueden dar.
Un Camino a Casa: Google Earth. La aventura co-protagonizada por el británico Dev Patel desembarca en los cines y el resultado es una emotiva historia del retorno y la identidad. La Real Academia Española define a la palabra “casa” con más de 15 aceptaciones, siendo “Edificio, mobiliario, régimen de vida de alguien”, la más aceptada. Sin embargo, ninguna de ellas da a conocerse como sentimiento, amor y/o cariño. Aquello lo que realmente nos importa del hogar, lo que depositamos por habilitarla y que nos forma tal cual somos. Cuando un niño se aterra, inmediatamente se defiende con “me quiero ir a casa” como en el clásico “Pinocho” (1940) de Disney cuando los chicos se transforman en burro y desean volver, recuperar nuevamente la inocencia, la residencia como cura. La búsqueda eterna de lograr ese parentesco es la meta de muchos hombres, recordamos la escena “The Terminal” (2004) donde Vicktor Navorski (Tom Hanks) se niega de decir que tiene miedo a Krakozhia porque es su casa, no se tiene miedo a su propia morada. Es evidente que “casa” es más que un simple edificio, que conlleva más. Cuando uno piensa en su residencia cosechas varias imágenes de distintos lugares, evoca recuerdos, costumbres, personas con la que compartido cariño y amor. “Lion: Un Camino a casa” es la película que empezó a dar interés masivo luego de tantas nominaciones a varias premiaciones, entre ellas, a Mejor Película en la Academia 2017 y a Mejor Película dramática en los últimos Globos de oros. ¿Merece tanto renombre? El largometraje es una adaptación de la novela biográfica de Saroo Brierley quien cuando era un niño se perdió por descuido en las grandes calles de Calcuta que desembocará su adopción por parte de una pareja australiana. Pero después de 25 años, decide (con la ayuda de los avances tecnológicos) encontrar a su familia biológica. La cinta se divide en dos partes muy diferentes entre sí pero que se complementa muy bien por los factores que lo componen y la determinan. La primera mitad cuenta la visión del pequeño Saroo (Sunny Pawar) y todas las desventuras que debió sufrir en su pérdida, emulando al cine del neorrealismo italiano. Vemos cómo el pueril niño sobrevive a está jungla llamada India que terminará con casi un rescate (obtención de nuevos tutores) y será enviado a un países diferente con una lengua, cultura, hermano, padres y miradas nuevas para él. Los conceptos cambiaran y deberá aceptarlos para convivir y empezar de nuevo. Nicole Kidman desempeñan como madre amorosa y deberá comprender y aceptar que una parte de los dos chicos adoptados nunca les pertenece. Recrea de forma sútil y carismático un personaje envuelto por el dolor. La segunda parte muestra a Saron adulto (Dev Patel) donde el oriundo asiático decide reencontrarse con su tierra natal. El factor determinante es la asombrosa y cautivadora performance del actor ex-Skins. La fórmula de hallar a su ciudad de origen será a través del recuerdo perdido, un plato, una mirada, un olor, un color, un paisaje despertarán en el protagonista la nostalgia necesaria para retornar a su destino. En esta parta, Rooney Mara desempeña el rol de novia amorosa pero que su acompañamiento determinará al joven desorientado a plasmar su cometido Es justamente la excelente y sólida actuación del inglés Patel que da el balance necesario al film, sentencia de manera completa todo el relato anterior dejando que lo que hemos visto sea totalmente verosímil. Asimismo, la banda sonora acompaña muy bien en los momentos claves del relato, acentúa y nos lleva (de forma tramposa) hacia el desenlace lacrimógeno de manera efectiva. Sin embargo, por momentos el director pareciera que está realizando una publicidad directa de Google y cómo está revoluciona las relaciones (para bien) de las personas. En el fin de la obra de “El sueño de Valentín” (2002), el pequeño personaje de Rodrigo Noya pasa por su antigua calle y recita: “Yo de vez en cuando me iba al barrio, mi papá había puesto la casa en venta, eso me decía que ahí nunca más podría volver. […] Qué feo ¿no? Nunca más, se acabó esa parte de mi vida”. Patel tiene esa oportunidad que no se le da a muchas personas, volver a esa parte de su vida perdida, encontrar al fin y al cabo las raíces emocionales. El mensaje final termina triunfando dentro de tanto slogan.
Neruda: Puedo capturar al poeta más buscado esta noche. Larraín saca su artimaña más poderosa para mostrar un policial original y divertido; y así describir el perfil de uno de los poetas más famosos del mundo. La película “Neruda” tuvo mucha repercusión internacional por parte de los festivales (apertura del 31º MDQFest) y consiguió algunas nominaciones en premiaciones prestigiosas (nominación a los Globos de oro y otra a Critics Choice Award). Pero ante la prueba mayor del Oscar, fue la representación de Chile por la categoría mejor película de habla no inglesa, quedó afuera antes de lo previsto sin siquiera llevar a las 9 preseleccionadas. Decayendo la figura de Larraín ante la aclamada Academia que también ignoró en parte a su otra obra Jackie, próxima a estrenarse en nuestro país. La figura del Premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda, siempre fue de interés popular. En especial para los artistas, y quien más que el realizador chileno, Pablo Larraín, para crear una nueva mirada picara, dramaturga, una construcción con todas las fisuras posibles que los artistas tienden a tener. Se construye el personaje desde adentro para contar sus acciones desde afuera. Deja de importar sus acciones y comienza a mezclarse sus convicciones y pasiones internas para desembarcar al verdadero poeta. Pero ¿De qué forma lo hace el director? Los ojos del otro son la clave de esta observación. El largometraje nos deja en claro que no es un biopic normal, es un rejunte de la visión de su perseguidor y las pistas que vemos que deja en lugares clandestinos, oscuros pero que tienden alzarse para mostrarse. El film tiene un inicio olvidable. Peluchonneau, el detective a cargo de atrapar al comunista más famoso del momento, nos cuenta su historia en una presentación en voz off (que por momentos es abusiva) donde el relato va mostrando los personajes y objetos en juego. Sin embargo, es también su subida a medida que el metraje continúa que la hace grandilocuente. La interpretación de un Gael García Bernal apasionado le da vida al tétrico policía/detective, (el mexicano tiene afán por la poesía, incluso recitó un repertorio de Neruda en Diarios de Motocicletas), quien busca constantemente su orgullo, que cree haberlo perdido por decisiones fuera de él y que el único que puede enmendarlo son sus méritos. Solo y sólo él puede obtener crédito de escanear al militante de izquierda. En cuanto a Luis Gnecco, solo basta escuchar al verdadero autor de “20 poemas de amor y una canción desesperada” para comparar el calco que se realizó el actor veterano. Mientras que Mercedes Morán interpreta la pintora Delia del Carril (la segunda esposa del escritor) que da aire a la trama y genera un clima fresco y tendencioso en la figura del poeta. Son esas contradicciones, esas relaciones las que no tienden hacia el final. El realizador latinoamericano se vuelve a apoyar en su camarada Guillermo Calderón para la estructuración del guion que contiene chiste ingenioso pero cae en la reiteración. Además, de una fina recreación de los años ´50. La propuesta tiene fuerza en la reivindicación del género policial. Y Larraín demuestra que es una de los mejores directores de América Latina de los últimos años.
Talentos ocultos: En busca de la estatuilla. Tres obras afroamericanas dan la cara para la próxima ceremonia al Oscar. Hidden Figures no se queda atrás, con mucha simpatía y esfuerzo quiere conquistar algunas sonrisas y concientizar a la vez. Ya es oficial, el sentimiento de culpa racial se consagra en Hollywood y no es para nada casual que Fences, Moonlight y Talentos ocultos busquen consagrarse en la Academia como mejor películas para dar vehemente un discurso contra el actual y polémico presidente de los Estados Unidos. O en todo caso, esta parecer ser la gran excusa de meter a la obra de en la lista de los grandes candidatos ya que no es de gran altura como uno lo esperaría. Centrada en la vida de tres mujeres afroamericanas (Taraji P. Henson, Octavia Spencer, Janelle Monáe) quienes trabajaron en la N.A.S.A. durante los años `60, en esos principios donde los norteamericanos se volvían loco por algo llamado Sputnik, el primer satélite lanzado en el mundo al espacio por los soviéticos. Las tres señoritas se verán sometidas al prejuicio y discriminación de sus colegas y de la sociedad para desempeñar al máximo su labor: realizar viaje en cohete al cielo urgentemente. El director Theodore Melfi (St. Vincent, 2014) pone en tela tres relatos de heroísmo de cómo estas chicas fueron pioneras y lograron lo imposible. La cinta se basa en eso, pequeñas batallas reñidas por las tres excelentes trabajadoras, con roles y perspectivas diferentes pero al fin al cabo una puja por la igualdad. Desde que no la dejan ir al baño de damas, solo puede ingresar al de “negras”, hasta no poder terminar sus estudios en la universidad. Además, de la mirada del otro, ese infierno que nadie puede sacarse encima. Para destacar el variado y grandilocuente elenco donde es muy difícil mencionar solo una actuación pero es también su arma de doble filo ya que se pierden protagonismos y genera falta de desarrollo del algunos que parecen estar como justificativos para explicar el final: ¿Y qué sucedió con las tres doncellas? Como es el caso del personaje de Mahershala Ali (Moonlight) quien solo está para representar como marido de una de las chicas y no mucho más que eso. Y es también quien comparte la mejor escena emocional en todo el film, casi sin diálogo y que se podría haberse desarrollado más. Pero su mayor problema recae en su inversión del guion que desde el inicio te pone en cara que es una película de negros contra blancos, y que no descansará hasta que te queda más que claro que esos prejuicios se viven hoy en día (algo así como el final casi forzado y disparatado del documental de la Enmienda XIII). Y los diálogos lo resaltan, una y otra vez. El escenario es claustrofóbico, como si alguien los pusiera ahí para que se pelean en una jaula, el estallido era inevitable y la confrontación era predecible. Y sólo si las prejuiciadas hacían todo bien, sin lugar para el error, merecían una fútil recompensa y reconocimiento. Un flagelo sin fin. La música es recreada por el trío Benjamin Wallfisch, Pharrell Williams y Hans Zimmer. El cantante de “The Voice” compone algunos temas para la obra que quedan inverso de tal manera que conforman unas buena mixtura entre comedia y severidad entre lo ocurrido. Este largometraje tiene a pensar que uno debe estar constantemente en guerra con el otro para conseguir un mínimo de derecho. Simpática hasta el fin pero con muchas ganas de caerte bien con historias que posiblemente se merecían otro homenaje, lejos, para dejar de ser una simple campaña.
Bailarina: Bailando por un sueño. La animación franco-canadiense viene con algún engranaje repetitivo pero la pasión le dará vida a esta película de ballet. Ante el reciente estreno de Moana, una princesa feminista fallida, viene a la pantalla grande una obra llamada Bailarina (Ballerina) con otra protagonista mujer pero con mucho más luz que su par de Disney. Luego de su escape del orfanato rural, Felicia, decide ir a París a descubrir su sueño y ni bien llega lo encuentra. Entra a un teatro imperioso de la ciudad donde se deslumbra clandestinamente de una bailarina durante una de sus prácticas de rutina para la obra del Lago de los cines. La niña queda detenida en el tiempo, sus ojo delatan admiración y satisfacción ante ella. Lo consigue. Sabe lo que quiere. Pero… Ser danzarina no será tan fácil. Y es esa flama que dará inicio a esta corta odisea. Fines del siglo XIX, París era aposento de los soñadores. Esa es la imagen que le concede la animación todo el tiempo. La magia de la ciudad francesa conquista al cine casi siempre y como en ”Ratatouille” (2007) y “Medianoche en Paris” (2011), los paisajes dominan el escenario por completo y no por ser una animación en 3D perderá su esplendor, todo lo contrario. El uso de imágenes por computadora le dará un valor virgen a los lugares, edificios y a todo el panorama de la localidad. Lo veremos en su estado más purificado. Transformando, por momentos, a los paisajes en su protagonista. Pequeña huerfanita soñadora de París, esa es la heroína del relato quien sin saber bailar quiere dominar el escenario del teatro más famoso del momento. Pero el ballet es símil al deporte, entrenamiento severo, competencia voraz y constante autodisciplina que solo un puñado de luchadores logrará controlar. Todo se redondea a que la protagonista deba hacer “trampa” para conseguir una diminuta oportunidad que le nunca podría conseguir debido por su situación de clase social. Es por eso que lo hace. No tiene otra manera. Sin embargo, una vez llegada la ocasión (cuando se le abre una ventana honesta) para consagrar su sueño de lustrar el piso con pasos de Tchaikovski o Stravisnki en el aire, deja las manías y comienza a ser leal a sus creencias. La saltarina nunca se queja de su condición o del favoritismo del otro. Solo lucha, pelea, las chispas que motiva su pasión la hacen olvidar por completo todas de las injusticias que hay a su alrededor. Los personajes secundarios son casi incensarios que solo agregan comentarios que alargan la trama como relleno. Como su amigo Víctor quien se escapó con la chica del refugio y que vive declarando durante toda la aventura su ambición de ser inventor pero lo que realmente anhela es ganar el corazón de la imperativa niña. O como su entrenadora, a la que se construye muy bien en cuanto a personaje pero que no se consigue dar todo el potencial que podía dar. Y el villano solo aparece al final para hacer el juicio moral que tanto le gusta poner en las películas infantiles. La banda sonora entremezcla clásicos y temas pop para que los no nos despistamos en los sentimientos internos de la bailarina, quien siempre está con energía para dar su siguiente paso. Pero lejos está de ser un musical. La película peca con clichés pero es salvado gracias una excelente dirección a cargo de Éric Warin y Éric Summer, sumado a gran animación que genera un enorme abanico visual continuo, en especial en las fogosas escenas de ballet. La combinación descarada (pero por suerte encantadora también) de la “Cenicienta”, “Karate-Kid” y “Los juegos del hambre” hacen que el largometraje se mueva todo el tiempo, un ritma cautivador y atrapante.
Vivir de noche: Hombre hostil. No dejemos atrás al cine de Ben Affleck que nos presenta su cuarta entrega con mucha prosa arriesgada pero emocional. Cuarta película y segunda adaptación de una novela de Dennis Lehane que realiza el director norteamericano. Además de protagonizar, escribir y producir la cinta en cuestión. Esta vez será un gangster con artilugios ya vistos en su filmografía anterior, todo listo para reconocer su mano inamovible que viene acechando hace varios años ya. Cuando pensamos en la ley seca (prohibición de vender bebidas alcohólicas) delegada en 1920 en EEUU, y que estuvo vigente por más de una década, automáticamente nos salta la imagen de uno de los mafiosos más importantes de la historia: Al Capone. No es el caso de la cabeza de Ben Affleck quien decidió no sacar a tal figurar en su film, ni siquiera mencionarlo. Ambientada en los bullicios años `20 en la ciudad de Boston, un humilde excombatiente de la Primera Guerra Mundial, Joe Coughlin , se mete constantemente con los mafiosos más temido de la ciudad ¿Para qué y Por qué? No otra cosa que para hurtarlos y saquearlos. Pero su vida dará un giro cuando su novia/amante lo traicione y lo deje en jaque con una vida tortuosa y solitaria de nuevo. El exladrón decidirá cambiar el curso de su vida al no tener lo que más apreciaba en ella. Para concretar tal transformación tendrá que irse sacudiendo en pequeñas pruebas que pondrán al cuestionamiento su moral. No será sencillo teniendo a un padre policía, varios enemigos logrados en su existencia anterior y una carga empática con los acusados que no podrá controlar. El trío femenino de Zoe Saldana, Elle Fanning y Sienna Miller serán las amenazas más importantes que deberá superar el obsesivo de la acción para saber realmente lo que quiere. Las mujeres sabrán las verdaderas debilidades de Coughlin quien no podrá evitar la seducción y trampas que ellas dejarán. El hilo conductor que llevará a este antihéroe hacia su final será su propia autodisciplina que no tardará en explotar en varias escenas del largometraje. Se guiará en un camino de “uno crea su propia suerte”, hasta replantearse así sí mismo como un hombre que ha tenido mucho infortunio o solo una persona que ha abusado de su fortuna. La acción no está afuera de este melodrama (casi) existencial que marcará en el comienzo uno de los principios más excitantes del año. La primera parte es jugosa y equilibrada en tensión de la trama. Es el propio Aflleck quien propone de nuevo una recreación con voz en off y una presentación de sus protagonistas a través de sus propios actos. La sinuosa fotografía y la dirección de arte recrean a la perfección el ambiente cínico y taciturno en lo que se desarrolla el drama, símil al cine de Clint Eastwood. El actor de Town (2010) se vuelve a lucir como director pero en esta ocasión no se impone de tal manera que las piezas queden totalmente cubiertas. Hay una carencia importante en los personajes que abundan y hacen un juicio final entre todos. Como una reunión general de todo el equipo para saber qué fue lo que aprendieron. Demostrando que su mayor dificultad en sus producciones es su propia actuación. Sin embargo, no faltarán los homenajes al cine clásico, diálogos ingeniosos y alguna que otra escena genuina que nos mantendrán tenso durante las dos horas y quince minutos que dura la función. Después de Argo (2013), la espera de “Vivir de noche” a la pantalla grande debería ser uno de los acontecimientos más esperados. No lo será. Aunque eso no quitará que la obra nos de varios minutos de entretenimiento de alta calidad y nos brinde una experiencia absorbente y resonante.