Después de seis largos años, regresa el gran maestro Aki Kaurismaki. Este director finés ha sido galardonado y reconocido a lo largo de todo el mundo por visión humanista, sagaz, irónica y levemente ácida de las relaciones humanas y laborales en su tierra y por ende, en estos tiempos, en muchos otros espacios físicos de Europa y los países desarrollados. Si quieren conocer dos joyitas de este director tienen que ver sus grandes hits festivaleros, "Drifting Clouds" (1996) y "The man with no past" (2002), de lo mejor de su cosecha personal, sin dudas. Pero nos convoca su nuevo trabajo, "El otro lado de la esperanza", auténtica gema dentro de las producciones del Viejo Continente llegadas este año a salas locales. En esta oportunidad, (así como en otros trabajos de este cineasta), el tema es... la inmigración. No en forma total, porque hay otros elementos que tienen el mismo nivel temático en la cinta, pero hay que reconocer que la cuestión que genera el revuelo principal es la llegada a Helsinki de Khaled (Sherwan Haji), un refugiado sirio que la ha pasado mal en su derrotero de escape de su tierra. El hombre en cuestión viene de un pueblo arrasado y además de necesitar quedarse en Finlandia, necesita encontrar a su hermana Miriam (Niroz Haji), que podría encontrarse en este lugar también. Ya desde este inicio, vemos la gravedad de la cuestión planteada, a través del fino y sutil humor de Kaurismaki. Esa búsqueda de Khaled buscando ser obtener "asilo político", se plantea melancólicamente divertida. Pero sale mal y el se escapará para dar con el otro personaje importante de la cinta, Wikstrom (Sakari Kuosmanen), un vendedor cansado de su trabajo que viene de abandonar a su esposa y busca un nuevo comienzo, comprando un restaurant de mala muerte, como tabla de salvación hacia un universo más placentero. Los destinos de Khaled y Wikstrom se cruzarán y el antro (The Golden Pint, donde las sardinas enlatadas parecen ser top), será el espacio donde tendrán el humor crítico de Kaurismaki cobrará vida en forma. Y por el mismo precio, tendrán una banda de sonido tremenda con el rockabilly de Tuomari Nurmio atronando para ponerle ritmo a cualquier desnivel en la trama, siempre ajustado y en sintonía con lo que circula en el ambiente. La historia dará un par de giros y cerrará bien, dentro de lo que el optimismo moderado de Aki puede permitirse. Hay mucho humor, una gran atmósfera y diálogos extraños y originales. "El otro lado de la esperanza" derrocha simpatía y candor y con esas armas se transforma en uno de los mejores estrenos del año. Es, sin dudas, otro enorme trabajo de uno de los mejor directores de la actualidad (junto a Ken Loach, son mis europeos favoritos) y una gran oportunidad para que quienes no lo conozcan, la disfruten en pantalla grande.
Fui absolutamente predispuesto a ver "The Void". Respeto mucho el estilo "indie" que siempre generan Jeremy Gillespie y Steven Kostanski cuando se dejan llevar por sus propias inquietudes (aunque la industria los seduce, porque de hecho trabajaron en el arte de "Suicide Squad", sin ir más lejos) y esperaba con ansias esta peli. Porque hay que decirlo, "Conjuros del más allá", se vende en todos los mercados, como un propuesta de clásico corte estilo 80' , época donde los films realmente eran claramente distinto a la actualidad. Sin embargo, Gillespie y Kostanski se dejan llevar por los aspectos negativos de dichas producciones (la falta de sustento en la trama y enganche con el espectador, elemento que se vueve alarmante en este tiempo donde sobreabundan films berretas del género) y le imprimen a su "The void", un carácter que se va desdibujando conforme se avanza en la historia hasta llevar la cinta a un punto sin retorno, en términos de logros. "The void" (hay que decirlo), arranca bárbaro con la estrategia de instalar la acción en un hospital de un condado casi abandonado. Tenemos un accidente, un policía (Aaron Poole) que da con un hombre herido en el medio de una ruta abandonada, la llegada de ámbos a un alejado centro médico (que está a punto de trasladarse y no posee casi instrumental para tratamiento) y un grupo de personas que estará en el lugar y momento equivocados por esas cosas del destino. Tres mujeres (una embarazada), un anciano y alguna sorpresa más, son quienes estarán involucrados en un evento de naturaleza paranormal que rodeará los límites más bizarros que recuerdes... Podemos anticipar que el hospital será el centro de un asedio extraño (hay una secta, una misión y muchos contratiempos), donde los enemigos vendrán desde afuera y desde adentro, por lo que se necesitará de mucha pericia para poder sobrevivir. Los directores van desenfocando el corazón de la historia con la adición de varios elementos tomados de diferentes clásicos del género y cuando promedia el film, ya sabemos que las sorpresas de último momento no lograrán salvarlo. El problema con "The void" es que cuando llegamos a los 40 minutos de proyección, la tensión decae y el conflicto comienza a incorporar demasiados elementos innecesarios que enturbian la relación que venía construyendose con el espectador. Como si los cineastas hayan sentido la necesidad de reafirmar su pertenencia al indie con muchas ideas transgresoras, sin importar los resultados de tamaña apuesta. Las actuaciones son mediocres, los rubros técnicos están apenas correctos (el maquillador estuvo bien, eso si hay que reconocer) pero lo errático del guión no permite que "Conjuros..." se transforme en un entretenido film de género. Se instala una sensación de que el guión, no sigue la norma “menos es más”y va sumando elementos en una curva incesante, con la clara idea de atrapar al espectador casi por la fuerza, sin nada de sutileza. "The void" ergo, es una experiencia fallida, la cual sólo funciona para fans del gore y aficionados incondicionales del género . El resto debería absternerse, sin dudas.
Opera prima de Teddy Williams de gran recorrido festivalero, profundamente conectada con el concepto del cine como artefacto social artístico, llega al Museo de Bellas Artes, "El auge del humano",obra engañosa que parece conceptual, y en la que el director, continúa la línea de sus cortos anteriores y construye un film a partir de tres segmentos distintos. Sí, están conectados entre sí, desde ya. Pero cada uno forma parte de una geografía distinta y de una "tribu" única. Rodados en Argentina, Mozambique y Filipinas, respectivamente, estas tres micro historias funcionan independientes y se conectan por una secuencia casi inocente: de un lugar a otro viajamos para ver siempre, pequeños núcleos de sujetos jóvenes, tratando de enfrentarse a la dura supervivencia diaria y en contextos donde la falta de dinero, la comunicación y el sexo se conjugan para mostrar un mensaje duro en estos tiempos que corren... No son épocas estables para los adolescentes y adultos jóvenes. La época de la previsibilidad terminó, y lo sentimos globalmente. Williams se encarga de mostrarnos tres cortos registrados con distinto formato y atmósfera similar. Camara en mano, el cineasta nos invita a adentrarnos en escenas algo sórdidas y crudas, así como charlas triviales y despreocupadas, en grupos etáreos de distintas partes del globo. Recorreremos una Buenos Aires oscura, una región africana con dinámica propia y singular y una última que nos posiciona en un hormiguero para terminar en un lago en Filipinas... El problema con la unidad del producto final es que no sentimos que haya demasiado hilo narrativo (casi diría que esto es inexistente), ni tampoco rubros técnicos sobresalientes. Tampoco es un cine de apreciación directa, sino que conecta con el valor puro del arte, a la manera de muestreo de una realidad, pero lejos de la estructura general de cualquier pelicula, incluso las documentales. Es aspera y tiene un carácter puramente experimental. Lo cual no cautivará a amplios sectores del público, dado que este género tiene pocos adeptos en el circuito comercial tradicional. Si creo que Williams es un director sensible y emparento más su cine con expresiones artísticas... o cuasi instalaciones (diría) que con algo parecido a lo que cada jueves se estrena en salas locales. Alguien dijo de su obra que es una "inmersión sensorial", y tal vez, sea una definición justa para "El auge del humano". En lo personal, no me gustó lo que ví en sala, pero quizás en el marco de un Museo o una galería de are, seguramente tendría otra impresión.
El soviético Andréi Konchalovski se me presentaba como un director con una carrera irregular (hizo "Tango y Cash" allá por el 89' aunque en su defensa hay que decir que en los últimos años sus trabajos han sido bastante buenos) que había ido forjando una carrera exenta de títulos legendarios pero con cierta ascendencia en su medio. Debo reconocer sin embargo que el abordaje de "Ray" (Paraíso), me sorprendió favorablemente y me confirmó que Konchalovski tiene mucho para decir, sobre su tierra y la áspera historia europea del siglo pasado... Aquí, en "Paraíso" el cineasta demuestra que posee un talento particular para organizar el racconto del pasado cercano, que puede experimentar y proponer una cierta conexión con el espectador de manera cruda y física y que es audaz para establecer una historia, alternando material real con otro ficticio, enriqueciendo y potenciando el marco presentado para convencer de la verosimilitud de ese potencial conflicto. Esta "Paraíso" es una cinta con tres personajes principales: Olga (lejos la mejor del film, Yulia Visotskaya, mujer del veterano director), una mujer rusa de la alta sociedad que es miembro de la Resistencia Francesa e inicia su derrotero cuando es capturada por los nazis y acusada de proteger a niños judíos en una redada, Helmut (Christian Clauss), encumbrado oficial de la SS y que fuera su amante en tiempos pasados y un colaboracionista francés (Jules, jugado por Phiippe Duquesne) quien se encarga de observar e investigar sobre su caso. Los tres forman parte del escenario, establecido en un incómodo blanco y negro, en el cual se jugarán complejas reflexiones sobre el valor de la guerra, las relaciones personales y las pulsiones puestas en juego en un conflicto de tamaña dimensión. La mirada sobre el Holocausto de cada uno, el entendimiento tácito de las alianzas secretas y la fuerza de cada discusión, son puntos fuertes del guión que escribió el mismo Konchalovski. Iremos desgranando recuerdos, asistiendo a reuniones con oficiales nazis y conociendo más de su perspectiva desde los distintos sectores involucrados, quienes se corporizarán en las figuras de los tres protagonistas. Hay juegos temporales, escenas crudísimas y un relato que también incorpora confesiones y relatos a cámara frente a frente, de manera de coquetear con el espíritu de un falso documental para potenciar y dar fortaleza al verdadero enigma que rodea el final, del que no anticiparemos aquí. Konchalovski sorprende y como siempre decimos, el cine debe rescatar la historia y problematizarla. Es su labor. "Paraíso" es un film sólido, incómodo y necesario, que es cita obligada para los amantes del buen cine.
Luego de un par de interesantes documentales, Sergio "Cucho" Costantino regresa con este "Club de los 50", retrato generacional de una camada de músicos muy talentosos que han hecho grande al rock nacional, quizás no desde una primera línea pero sí desde la vanguardia musical que nació en los 80 y se fortaleció en la escena local en ese período. Luego, a fines de los 90' las reglas de juego cambiaron. Y hoy en día, los parámetros para encarar la producción de un disco son diametralmente distintas a las que fueron durante los 80'. La producción, mezcla y edición final, no tienen nada que ver. Hoy en día un buen clip les garantiza a los músicos proyección. Nada que ver con esos tiempos donde MTV recién comenzaba y las cuestiones de contrato y difusión eran otras... Aquí tenemos un puñado de entrevistas, jugosas, divertidas, amenas, y otro puñado de videos de presentaciones en vivo. Los integrantes de este club (Willy Crook, Claudia Puyó, el Vasco Bazterrica, Tito Losavio, Ica Novo y Cuino Scornik) tienen mucha tela aún por cortar y es un placer verlos reflexionar sobre su carrera y el estado de la escena argentina del rock. La edición es prolija, hay material rico para fans y curiosos y la duración es exacta. Una vez más, Constantino acierta a la hora de traernos material que a quienes transitamos el apogeo del rock nacional, siempre nos interesa. Vale la pena.
Ya he dicho en muchas oportunidades que el terror es un género que se consume muy bien en todo el mundo. Hay una demanda creciente de esta corriente que obliga a los distribuidores a buscar en diversas latitudes, cintas con las cuales entretener al público de sus regiones. Así como hemos visto desfilar cine de Japón, Corea, Rumania y otros, en esta oportunidad nos llega Rusia. El director Svyatoslav Podgayevskiy es el encargado de escribir y dirigir una historia bastante clásica en su devenir, donde se presenta un rito rural de las praderas rusas allá por el 1800, que consistía en fotografiar a los muertos para de esa manera, "retener" su alma. Incluso se le pintaban ojos sobre los párpados para lograr el efecto deseado. La peli inicia con ese momento, donde un fotógrafo entierra a su difunta esposa con una joven virgen. Parece ser que la idea es revivir a su mujer a través de un ritual particular. La cuestión no sale bien y la acción se traslada a nuestro tiempo. Allí, Nastya (Voctoria Agalakova) e Ivan (Vyacheslav Chepurchenko) llegan a la misma locación, para celebrar su boda. La idea es que la familia del novio conozca a la joven en esa previa de la ceremonia. Pero la cuestión se irá espesando a medida que la historia avance por cuanto los padres de Ivan no son gente muy amistosa... Pronto habrá un suceso que obligará a Nastya a actuar si quiere conservar su vida y a su futuro marido, siendo que una presencia demoníaca amenaza con volver desde el más allá... El inicio de "Невеста" (así en ruso puro), es prometedor. El clima está logrado y la idea no es mala. A medida que nos adentramos en el presente la cosa va perdiendo fuerza y promediando la trama ya descubrimos que las influencias de Podgayevskiy lo llevan por caminos clásicos del género. Lo cual no estaría mal si tuviera algunos trucos para aportar originalidad. Eso no sucede y una vez que el conflicto está instalado, lo que sucede es previsible y sin sorpresa. Se pierde la fuerza del inicio y el interés decae en la audiencia. "La novia" podría haber sido un film destacado si hubiese conservado ese espíritu ritual y vintage que posee en su inicio. Luego, es sólo una película tradicional de aquellas que desbordan desde el género en EEUU. Discreta y exclusivamente para fans del terror.
Siempre me costó encontrarle la vuelta a la saga Transformers. Amo a Michael Bay y admiro su manera de encarar el cine de acción. Desde ya. Sin embargo, creo que cuando de Autobots se trata, el hombre piensa demasiado en la taquilla y los juguetes y poco, realmente poco, en el guión. Y eso que tiene a una audiencia predispuesta a formar parte de ese universo. Pero esta "The Last Knight", repite los mismos errores de la entrega anterior: es extensa, intrincada y apuesta a la espectacularidad como elemento central, dejando de lado toda coherencia narrativa y caracterización de sus personajes. Las primeras imágenes nos llevan al medievo, donde Merlín (Stanley Tucci) pide ayuda a un Dios Transformer (?) para que sus soldados no sean aniquilados en batalla. La colaboración llega en forma de cetro y ese es el punto de partida de lo que será el elemento de búsqueda de malos y buenos a lo largo del film, muchos años más adelante y en la actualidad. Al parecer los Transformers existían desde tiempos inmemoriales y custodian la seguridad del planeta, a su manera... Volviendo al presente, arranca la historia con Cade (Mark Wahlberg), fugitivo, quien sigue intentando ocultar a los Autobots en una etapa global donde ellos están perseguidos. El mundo los culpa por una serie de eventos extraños que están teniendo lugar (los cuales, les anticipo no serán todos resueltos en esta entrega), y quiere tenerlos confinados bajo su control. Dentro de la resistencia en el terreno, conoceremos pronto a Izabella (Isabela Moner, de lo mejor de la cinta), una niña de 12 años huérfana y especializada en reparar transformers que será la primera adquisición del equipo de Cade. Juntos irán develando como desentrañar lo que sucede cuando los malos se organizan y vienen por ellos con clara intención de completar lo que hace 4 cintas intentan: destruir el mundo. Optimus Prime está para esto en el espacio, tratando de retornar a su mundo, cuando da con una entidad maligna que le cambia el chip (o algo asi ) y le asigna la tarea de exterminar la Tierra. Se que parece confuso pero la narración se arma así. Es más, terminó la peli y tuve que charlarla con colegas para repasar sus puntos de narración porque de a ratos tantos polígonos y explosiones me hicieron perder el hilo de la historia. Y encima la vi en 3D. Más tarde aparecerá un antiguo gentleman, Sir Edmond Burton (Anthony Hopkins, una extraña presencia en un film de este tenor), quien disertará sobre la historia de gloria de los Transformers en nuestro planeta, el cetro que controla todo, una extraña pulsera que se le pega a Cade, introducirá a una descendiente directa de Merlín (Vivian, jugada por Laura Haddock) y alguna cosa más que ahora no recuerdo. Y luego, más combates, explosiones, destrucción masiva a campo traviesa, aviones, equipos tácticos, robots varios y mucho, mucho más... El estado confusional del guión (Art Marcum, Matt Holloway y Ken Nolan, quienes claramente fallaron el camino) es tal que cuando la historia entra en su climax, ya no entendemos bien que es lo mejor que podría pasar. Sobre todo cuando percibimos que la intención de Michael Bay es rodar dos secuelas más a partir de este nuevo punto de partida. Si son fans acerrimo de la saga, puede que les guste el despliegue y los nuevos personajes (el rol de Vivian no se parece demasiado a Megan Fox, dicho sea de paso?) quizás puedas pasar un buen momento. Si buscás una historia que entretenga, directa, intensa y bien contada, esta no será tu cinta en estos días. Más allá de eso siempre digo que a las Transformers hay que experimentarlas exclusivamente en pantalla grande. Y sostengo esto porque la entrega anterior la vi en Blurray y me dormí siempre a la hora y media. Este tipo de pelis siempre pide sala, no hay otra manera de conectar con lo que ofrece.
Todos en Chile han oído alguna vez hablar de él. El Circo de Timoteo ha sido objeto de estudio por ser la primera compañía que en la que sus integrantes son transexuales y organizan sus cuadros partiendo de esta temática. Como todo espectáculo circense, son nómades y van de una punta a la otra del hermano país. Y si esto no es suficente para conmoverlos, les cuento que llevan 40 años haciendo esta tarea. Cuarenta años en los que se enfrentaron no sólo al paso del tiempo (con su cambio de hábitos en los espectadores), sino además a una gran dictadura, sosteniendo su identidad y valor como artistas. Lorena Giachino Torréns propone al espectador un documental de observación. Poca o inexistente intervención oral, algunas charlas aisladas, imágenes y postales de shows o de los ensayos de los integrantes del circo. Timoteo está enfermo y a sus 70 años (cuando fue rodado el film), tiene problemas en sus pulmones (ha sido un gran fumador). so resiente el ánimo de la compañía. Atraviesa la atmósfera la pregunta de que sucederá cuando Timoteo no esté. Además, como todo emprendimiento en solitario y sin apoyo estatal, este circo lleva pocos espectadores a sus shows. Si bien su energía e historia puede verse como atractiva, lo cierto es que no estamos en una época donde a los artistas independientes circenses se los trate con respeto y se acompañen sus proyectos. Eso aparece solapadamente en este documental, en el que nos hubiese gustado por ahí conocer más sobre anécdotas en las que Timoteo y su banda se enfrentaron al estado opresor de Pinochet. Apuesto que ese material podría ser para alquilar balcones. Interesante (aunque melancólico en grado uno, quizás) propuesta que puede verse en el Gaumont. Pensaron cuántos circos emblema hemos perdido en estos últimos años en Argentina?
De la dupla que trajo en 2014/5,"Socios por accidente" 1 y 2, llega un film de neto corte familiar, pasatista, pero hecho con profesionalismo y algún recurso más que la media local: "Cantantes en guerra". Recuerdo siempre que hace años, el cine argentino tenía un line up importante de títulos (en la década del 70' y 80') cuando llegaba el receso invernal. El panorama actual no da esas posibilidades por lo cual se celebra este intento de llevar algo argento a las salas atiborradas de chicos en estas horas que vienen... En aquel tiempo, se hacía un cine simple, efectista, con mucho mensaje moral y desprovisto de intenciones de trascender. Y daba resultado. Eso con el deterioro de la industria y el cambio de las reglas de juego, se fue perdiendo. Pero "Cantantes en guerra", en cierta manera retoma esa tradición. En vacaciones, un film para todos, simpático, con algo de humor y canciones, sostenido por una dupla popular en televisión: Jose María Listorti y Pedro Alfonso. Ellos tienen cierta química y juegan con los estereotipos que nosotros ya les conocemos: Listorti es un colgado, y Alfonso la juega más de bueno y tierno. La cuestión arranca remontándose muchos años atrás cuando en una audición, un dúo formado por estos personajes toma distintos caminos. Se presentan a un concurso /prueba de talentos y el productor que estaba detrás del evento apuesta al final por uno de ellos para lanzarlo como solista. Listorti es Ritchie Prince y se transforma en estrella, dejando a su amigo, con una amarga sensación de fracaso. SIn embargo, por esas cosas del destino, se encuentran más acá en la vida (en un accidente de tránsito) y Miguel (Alfonso) entonces, tendrá una nueva posibiliad de acercarse a su ex compañero. Pero no todo es rosa, y de ese choque de planetas, saldrá fortuitamente, la posibilidad de que Miguel haga ahora si un camino en la música en un género distinto al que conocía. El productor y la confrontación con su viejo amigo será inevitable y divertida, al estilo del humor clásico que propone habitualmente esta dupla. El film está dirigido por Fabián Forte, quien logra siempre en sus productos, mostrar que el tiene intenciones de tender puentes entre el cine comercial y el indie. Logra siempre un standard de calidad que le permite seguir creciendo en el medio, porque cumple con lo que promete. Nota especial para el trabajo musical de "Cantantes en guerra", hay bastantes temas, mucho color en las letras y si bien no es un género este que me apasione, lo cierto es que probablemente el público menudo y los fans de Listorti/Alonso disfruten con el tono y contenido de la propuesta.
Debo reconocer que no soy fanático de la franquicia. Me pareció siempre difícil de entender porqué los productores en Pixar apoyaban tanto el espíritu de la saga “Cars”. No le veía el brillo de otros tanques de la compañía y tampoco ofrecía resultados jugosos en la taquilla. Incluso la segunda entrega de estos autos animados fue discreta en cuanto al box office por lo cual nos llamó la atención que Pixar quisiera hacer una nueva entrega. Hoy, a la luz de los resultados, debo decir que no esperaba que este tercer capítulo fuese el mejor de la historia. Y lo es. En esta oportunidad, el Rayo McQueen (Owen Wilson en la versión en inglés), inicia una nueva temporada como piloto, dispuesto a seguir en la cima de los vencedores. Pero las cosas no serán tan simples porque los autos van evolucionando y un nuevo corredor comienza a vencer con facilidad (Jackson Storm) amenazando su reinado. De hecho, al poco tiempo McQueen se encontrará vencido y acorralado ante su actualidad: debe comenzar a aggionarse a los tiempos que corren (sic) o deberá abandonar las competencias. Con un cambio de sponsor y una coach particular (Cruz Ramirez, la voz de Cristela Alonzo), el Rayo iniciará un camino que desconoce: asumir que el tiempo avanza e ir en dirección al cambio. Dejar los viejos hábitos y adquirir nuevos. En esa búsqueda por inspiración para sostener sus aspiraciones, el rojo piloto irá al encuentro de sus mentores, tratando de reconocerse en esos autos, para encontrar la solución al problema que posee: no es un vehículo veloz y si pronto no obtiene una victoria, terminará su carrera abruptamente. "Cars 3” ofrece una interesante historia para todas las edades sobre el paso del tiempo. Elige una atmósfera de humor y ternura para presentar un conflicto poderoso, cómo cambiar y aceptar la propia vida cuando se hace imposible seguir sosteniendo el status quo personal. Aborda este complejo escenario que tienen aquellos que habitan en la cima cuando su suerte comienza a declinar, por hábiles que sean. Porque el avance del tiempo es inexorable. Nadie lo detiene. Con Brian Fee en la dirección (reconocido artista y animador que reemplaza al legendario John Lasseter), “Cars” luce potente en imagen y sonido. Secundarios bien delineados (aunque con poca participación), secuencias nostálgicas (“Glory days” como canción anticipatoria del cierre?) y mucho glamour y tecnología. La trama interesa y avanza sin pausa hacia un final inesperado (habrá o no cuarta entrega?), siempre contenida y llena de secuencias divertidas y amenas. Un retorno a la altura de Pixar, el Rayo está de vuelta y esta vez, es para no perdérselo.