Salí de la sala luego de ver lo nuevo del enorme Darren Aronofsky, confundido y buscando explicaciones. Tratando de ordenar lo visto durante los 121 minutos que dura "Mother!", como un boxeador cuando la cuenta empieza a sonar, y te encontrás en la lona, tratando de incorporarte, desconcertado por el golpe exacto que te propinó el rival. Perdiste el equilibrio y estás buscando aire... "Madre" golpea. Es una alegoría potente, densa y sangrienta. Un golpe al hígado que no viste venir. Vuelve a la carga uno de los cineastas más creativos de los últimos tiempos. Puede gustarte o no, pero desconocer el talento de Aronofsky es casi inaceptable. Si disfrutaste "The black swan", sabés de que va el pibe. El hombre es un vendaval de originalidad, destacado ilusionista de la imagen, quien logra con instrumentos puramente cinematográficos, generar mundos extraños, raros y cíclicos. Explora las fantasías y coquetea con lo lisérgico, desde un costado cercano y delicado. Y en esos universos, propone historias que navegan y se sumergen en las aguas del inconciente y las emociones a flor de piel. Es difícil explicarles de que va la película. Como muchos colegas coinciden, aquí hay dos historias en una, que están unidas perfectamente, pero que aluden a situaciones distintas. En la primera parte, el escenario es la crisis marital y el bloqueo creativo de un escritor famoso, perdido en su propia incertidumbre como artista. Jennifer Lawrence y Javier Bardem componen a esta pareja (en la cinta los personajes principales no tienen nombre de pila), que se lleva años y vive en una casa enorme, alejada de la civilización. Es un paraje desolado que guarda gran simbolismo para el poeta. Su casa (porque era de él y su familia), en un tiempo pasado, fue arrasada por un incendio en circunstancias no determinadas. Sólo él logró sobrevivir a la tragedia y ahora, su joven esposa reconstruye esa enorme casona, parte por parte. Pero las cosas no parecen ir bien entre ellos. A poco de conocerlos, vemos que "Javier" es presa fácil de halagos y eso permite que abra las puertas de su casa a dos personajes raros. Uno jugado por Ed Harris y el otro por Michelle Pfeiffer. Ellos son un matrimonio extraño que visita al poeta por circunstancias que no detallaré. Se instala entonces un escenario complejo donde lo Bíblico, tiene referencias corpóreas en la historia y expande la intriga en el público: ¿Es ésto una película de terror clásica al estilo sectas satánicas o el sagaz Aronofsky se guarda algo más debajo de la manga? Cuando todos ya suponemos que el film tiene un camino claro por avanzar, aparece la calma, el amor renace y todas las piezas se modifican. El cineasta decide alejarse del ritmo metódico y punzante de ese segmento para bajar la velocidad y aplicar un bálsamo paliativo que descomprima tanto misterio, tanta incertidumbre. A partir de allí, decide meterse de lleno en una segunda parte donde termina por conformar sus ideas, pleno de energía y con intenciones de trascender los límites y trasgredir sin falsos pudores. Las convenciones dejan paso a la emoción pura y el desborde, todo muy al estilo Aronofsky. "Es un verdadero apocalipsis", como bien dice Lawrence, en un momento cerca del clímax. Lo es. Dalo por seguro. "Mother!" puede ser definida como una película en la cual se exploran las consecuencias de la fama y la necesidad explícita de los artistas y personajes públicos de nutrirse de su medio para conseguir los fines de permanencia en esa posición. O puede hablarnos sobre el cuidado que debemos tener para proteger el hogar (por qué no la Tierra misma?) y a las personas que protegen ese lugar vital (las madres)... Hay muchos matices y posibilidades en su lectura. Pero no crean que saldrán del cine sin pistas. La película cierra sin fisuras y con todo el esplendor posible para un recorrido sorprendente para cualquier espectador. Podría decirse que es un viaje experiencial, rodado con acierto y superlativas actuaciones. Se qué adentrarse en ella supone riesgos (no la experimenten como una película de género porque no lo es), pero si aceptan el desafío, reconocerán al final el valor de un gran director que tiene aún, muchísimo para dar. Es una gran película. Pero quizás no sea exactamente lo que se espera de ella.
Hollywood necesita héroes de acción. En época donde el carisma de los veteranos a veces no alcanza para la demanda del público masculino, es bueno buscar refugio en la literatura, como fuente de recursos. Así es como a un grupo de productores se les ocurrió mirar en el escaparate de una librería cuál era un personaje a la medida de lo que ellos necesitaban para hacer una franquicia violenta y llena de testoteorna y dieron con "Mitch Rapp". Este hombre de ficción es producción de la imaginación de Vince Flynn, famoso autor de bestseller fallecido en 2013, quien hiciera una importante serie de 15 libros muy vendidos sobre el espía americano. Digamos que hoy en día, cuando el terrorismo siembra el miedo en todas partes, los americanos necesitan patriotas que los defiendan. Cinematográficamente, digo. Eso es Mitch Rapp, un pibe de armas tomar a quien la vida lo golpea cuando pierde trágicamente a su novia en un atentado en la playa. Luego de este trágico hecho, Mitch (Dylan O'Brien es ascenso luego de salvar el cuello en "The Maze Runner"), un chico normal como cualquier otro, entra en un proceso depresivo del que será rescatado por su vocación de servicio a la patria. O no. En realidad, su dolor lo empuja a cobrar venganza. Y así es como es reclutado y dispuesto a que paguen los que destruyeron su vida, cae en un equipo especial de contraterrorismo de la CIA dirigido por un divertido oficial, veterano de la guerra fría, Stan Hurley (Michael Keaton). Mitch descolla en su trabajo pero a medida que la trama avanza, va a ver cosas que no le gustan y decidirá que tiene que generar una agenda propia, indepediente de lo que su jefe inmediato le pide. Todo esto enmarcado en la persecusión de alguien que tiene material nuclear muy peligroso y con quien hay que dar a la brevedad, sino las cosas se pueden poner muy feas. De hecho, para los amantes del cine de acción hay actividad de destrucción y persecuciones en distintas ciudades del mundo. Como para no ser menos que otras realizaciones importantes. "Asesino: misión venganza", de Michael Cuesta (promisorio talento en la industria que busca afianzarse y en este trabajo no progresa demasiado), pretende ser la primera peli de una saga sobre los libros de Flynn. Como ahí hay mucho material para hacer varias historias y su fuerza literaria parece estar en sintonía con los peligrosos tiempos que vivimos, los productores pusieron toda la carne al asador para disparar una cadena de films sobre este agente. Debemos decir que el estilo de O'Brien no es el de Matt Damon (Bourne) o Tom Cruise (Jack Reacher) ni Vin Diesel (Xander Cage). Es un actor jóven que le pone el cuerpo a un rol bastante plano que no demanda mucho desde el costado interpretativo. El único que se salva la ropa desde lo actoral es Michael Keaton, quien entendió que si no le daba un tono cínico y sobrador a su personaje, iba a quedar demasiado desdibujado en relación a su prestigioso presente. En resumen, una cinta que quizás provoque una franquicia (lo sabremos después de las cifras del box office norteamericano de este finde), o no. Sólo les ofrecerá un rato de esparcimiento puro (sin mayores expectativas) a los fanas acérrimos del género. Quizás el personaje, hubiese tenido mejor suerte si un actor más maduro lo llevaba adelante, atendiendo desde la dirección a su perfil interno y tortuoso. Podría haber sido mucho mejor, sin dudas.
La primera “The Nut Job” fue un relativo éxito en USA, pero mayor en el resto del mundo. Cuadriplicó su inversion y era lógico que los estudios quisieran volver sobre esa historia, siendo que quizás podría haber nacido una potencial franquicia. Sin embargo, en esta segunda entrega de “Locos por las nueces”, la historia central de los animalitos peleando por conseguir alimento y refugio en un mundo cada vez más complejo para su supervivencia, ha perdido fuerza y sobre todo, humor. El hombre detrás de la animation esta vez es Cal Brunker, quien tuviera un rol discreto pero aceptable en “Escape from Planet Earth”, su primer trabajo importante en la industria. El está acostumbrado a la velocidad en animación y su fuerte no es el desarrollo de personajes (lo más difícil cuando generás una propuesta de este tipo), sino el movimiento y la espectacularidad. DIgamos entonces que eso es un poco lo que le aporta a la saga (que creo que cerrará con esta cinta), una mayor fortaleza visual en desmedro de la simpatía y los buenos gags de la primera. Los animales de Liberty Park ya saben, tienen su propia tienda de nueces. Viven bien, la pasan genial en esa especie de spa delirante, comandados por su líder inspirador, Surly. Pero a los pocos minutos de ver cómo es la vida ideal allí, algo malo paso y todo vuela por los aires. Es el fin de la comodidad. Se abre entonces un debate sobre si quieren vivir como los humanos o recuperan la herencia de su especie. Sin techo ni alimento, los amigos de Surly y Andie (su coequiper a la hora de llevar el grupo adelante), deciden volver al parque e intentar recuperar los instintos de su especie, tratando así de conseguir comida y cobijo. La cuestión, si bien no es fácil, podría llevarse adelante si no fuera porque alguien se convertirá en el nuevo enemigo de la banda, nada menos que el alcalde de la ciudad. Este funcionario público es corrupto a más no poder (les suena no?) y ha puesto sus ojos en Liberty Park. Quiere destruir el verde del lugar y ubicar ahí un parque de diversiones hecho con juegos viejos y sin medidas de seguridad. No sólo destruye el ecosistema natural, sino que encima lo único que le interesa es el dinero. Un capo el tipo. Así es que los amantes de las nueces lucharán contra él para defender el parque y tratar de recuperar el parque y con él, su vida y hogar. El problema mayor de "The Nut Job 2" es que no posee tanto humor. La primera era bastante original y si bien su presupuesto era menor, había mucha riqueza en el guión que arrancaba carcajadas de la platea. Esto no sucede tan frecuentemente en la segunda parte, siendo un producto de visión dirigido exclusivamente a los chicos, sin tanto encanto para el adulto y tampoco inolvidable. Sin embargo, sus aspectos técnicos son interesantes y los últimos veinte minutos tienen el colorido suficiente para que los peques de la familia disfruten el film y salgan satisfechos de la sala. Probablemente los más grandes no sientan lo mismo. Pero así es el mundo de las películas infantiles no? (la culpa la tienen Dreamworks y Pixar que nos acostumbraron mal!) PD: si la ven con subtítulos en inglés, podrán escuchar a Jackie Chan en uno de los mejores personajes que esta secuela tiene.
Una de las más talentosas actrices del "indie" local, Analía Couceyro, es la absoluta protagonista de este film. Ella es el polo desde el cual, el director Fabián Fattore, organiza un registro sobre sus ensayos teatrales, en riguroso blanco y negro. Analía no es una actriz corriente. Posee una fuerza interpretativa notable y se ha destacado tanto en el cine ("La rabia", "El pasado" -con la ahora estrella mexicana Gael García Bernal- y las clásicas "Géminis" y "Los rubios" de Albertina Carri, todas imperdibles) como en las tablas. En esta recorte, Fattore accedió a un determinado tiempo (superó el año esta producción) para acompañar a la actriz en sus ensayos, funciones y preparación de material. En "Actriz" puede decirse que hay tres ejes. Digamos que la seguimos a Analia a través de los momentos en los cuales fortalece textos en "Constanza muere", luego pasamos a verla en acción en "El rastro" y nos instalamos con relativa tranquilidad para acceder a la composición del personaje de Marie Curie para el concierto escénico De Materie. También tenemos contacto con sus hijos, los espacios físicos en los que ella se mueve y en todos los rituales que hacen a su preparación para su performance. El visionado del film propone una mirada natural sobre el universo de la actriz. Ella es un imán en cámara, pero esta vez no hay ficción de por medio, con lo cual uno es testigo de una situación de ensayo, potente pero particular, en la cual somos testigos de la ductilidad de Analía para lidiar con ella. Son textos largos, incómodos y dificiles para abordar. Eso se nota. Podemos convenir que "Actriz", es atrapante para los amantes del teatro y quienes buscan conocer sobre el trabajo de una intérprete destacada de nuestra escena. El hecho de ser observador de semejante intérprete puede no ser vivido con interés por quienes no sienten esa pasión por la actuación. Para ellos, "Actriz" puede parecer un registro un tanto monótono, hecho que limita su campo de acción natural. Correcto documental, aunque esperaba un enfoque más cercano e interactivo con la protagonista (cuestión de gustos).
Regresa Ivan Fund, uno de los más prestigiosos "indies" locales, esta vez su trabajo podrá verse los sábados a las 22 en Malba Cine. En lo personal, creo que su manera de aproximarse al espectador es sutil y definitivamente personal. Hoy nos llega "Toublanc", que nació como una suerte de homenaje basado en la vida y obra del escritor santafesino Juan José Saer (fuente de inspiración para Fund), para ser presentada en el marco de los festejos del "Año Saer". Si bien los planos largos y el ritmo pausado de su manera de relatar no comulgan con el cine comercial que impera actualmente, no deja de ser interesante la manera en la que el transmite sus ideas y emociones. Se percibe en su búsqueda, una estructuración de encuadre que aleja al espectador cómodo de sus producciones, apelando a una mirada que debe conectarse con todos los elementos en juego, no sólo con la dinámica física de la historia. "Toublanc", que pasara por el BAFICI de este año en la sección Vanguardia y Género, es una historia que transcurre en tres lugares geográficos distintos y cuyos personajes principales parecen no tener nada que ver. Uno es el detective (Nicolás Azalbert) que da nombre a la película, quien en París recibe el pedido de su superior para investigar un crimen en su tierra natal (la región de Bretaña) y aunque no tiene intenciones de regresar, no tiene más opciones que adentrarse en ese viaje de reencuentro son sus memorias en aquel poblado. Por otra parte, tenemos a Clara (Maricel Alvarez), profesora de francés al que entrevista la policía local en Santa Fé, por un tema de un caballo y un asesinato ocurrido frente a su casa. En sí, "Toublanc" (nombre extraño porque lo entroiza como único protagonista y no lo es), ofrece un relato de dos (tres si contamos al equino) seres, en relación con su medio ambiente. No esperen recorridos emocionales violentos ni asesinos escondidos... No. Aquí los crímenes, son referencia nada más. La excusa de estos temas, permite a Fund rodar como a él le gusta. Planos estáticos, excelente fotografía, personajes atrayentes, escenas difíciles de lograr con naturalidad. La película tiene un aspecto técnico notable (el equipo que lo secunda es de los mejores que he visto este año, Eduardo Crespo, Gustavo Schiaffino, Guido Deniro, Lorena Moriconi, Betania Cappato, aútenticos baluartes del film ), y lo único que debo reconocer es que en mi lo particular, me gustan las historias con cuerpo y alma definidas y sonoras. Y esta no se hace fuerte allí. Fund busca más lo sensorial y explora la contemplación de los sujetos en un determinado hábitat, lo cual no es para todos los espectadores. Invita bien, desde ya. Lo hace con armas nobles, pero no todos buscan ese convite. "Toublanc" no ofrece una trama de suspenso en busca de culpables. Genera un universo hermético para pintar a sus personajes y te sugiere zambullirte en él. Eso es lo que Fund mejor hace y si lo tuyo va por la cuestión experimental o te fascina en particular la fotografía cinematográfica, quizás este sea un film de esos que no te podés perder. Si buscás una trama definida, ritmo de narración sostenido, complejidades y vueltas de tuerca, sinergia,.. No las sentí en el repertorio del film. Y no está mal eh! Fund es un gran director y uno puede tener sus preferencias. Le reconozco su enorme capacidad para aunar talentos y llevar adelante proyectos únicos. Este lo es. Con sus pros y contras. Si desean despojarse de sus ropajes de espectador tradicional, Fund lo espera. De lo contrario, cruzarse de vereda y dar paso a los apelados por la singular propuesta.
Mucho se ha hablado de "Dhaulagiri, ascenso a la montaña blanca" desde que el proyecto llegó a pantallas y festivales de todo el mundo. Este es, sin dudas, el mejor documental del año para el público tradicional y "mainstream" local. Recordemos que en nuestro país, solo un par de ellos superaron los 100 mil espectadores. No somos tierra fértil para llenar salas con espectadores de este género. Sin embargo, cada tanto, de la cuantiosa industria argentina, surge una propuesta que impacta, no sólo por sus sólidos valores técnicos, sino por la naturaleza de la historia que cuenta. Dicen que en la Cordillera del Himalaya se encuentran las 14 montañas del mundo que superan los ocho mil metros de altura. Se las conoce como “ocho miles” y son el máximo desafío del alpinismo. El Dhaulagiri es uno de ellos. Hacia allí partieron cuatro hombres: Christian Vitry (Antropólogo), Sebastián Cura (Empresario), Darío Bracali (Líder de la expedición y socio en ARISTA SUR - productora audiovisual de contenidos de alta montaña-) y Guillermo Glass (Documentalista). Ellos partieron en 2008 en busca de la hazaña. Llegar a la cina y hacerlo estilo alpino. Es decir, sin tanques de oxígeno ni equipo soporte. Una verdadera proeza en la cual se pone en juego el valor de la vida humana. El Dhaulagiri (8.167 mt. de altura) esperaba a quienes desafiaban sus laderas. Provistos de equipamiento HD en cámaras y con la firme convicción de que iban a hacer historia, partieron al ascenso con mucho entusiasmo y expectativa. Fue entonces cuando en medio de una serie de hechos en la alta montaña, Diego decidió seguir sólo para intentar hacer cumbre y se perdió en la misma. La moral del equipo se vino abajo, y desde entonces, ya nada fue igual. Es fuerte ver la energía que ellos emanaban en el ascenso y la convicción que tenían para desafiar a la naturaleza. Sin embargo, como en muchas otros oportunidades, las inclemencias del tiempo arruinan estos ascensos en horas. Ya de regreso en Argentina, el grupo debió aceptar con el paso del tiempo, el dolor y la tristeza por el líder perdido. No fue fácil y luego de analizar mucho las posibilidades, Guillermo Glass decidió que esas 25 horas debían llegar a la luz. Y que no podía ser sólo un ascenso doloroso. Y menos, estar enmarcado exclusivamente en una tragedia. Deberían tener ese material un complemento, un correlato positivo y profundo con un análisis personal sobre lo sucedido. Es ahí cuando deciden volver a juntarse y barajan la posibilidad de un nuevo ascenso, pero en nuestro país, como excusa para retomar sus emociones y cerrar las heridas. "Dhaulagiri, ascenso a la montaña blanca" ofrece no sólo entonces el vibrante ascenso en los Himalayas, con todas las de la ley. La fotografía y el rodaje son increíbles en ese tramo del film. Absolutamente impecables. Y el resto del documental plantea preguntas muy interesantes, no sólo para alpinistas, en relación sobre el aútentico significado de las búsquedas humanas en toda su dimensión. ¿Cuánto han puesto estos hombres en juego a la hora del ascenso? ¿Qué los ha motivado para seguir adelante y vencer las dificultades en esa difícil coyuntura? ¿Cómo sanan las heridas de un accidente de ese tipo? Guillermo Glass y Cristian Harbaruk hacen una buena edición con la totalidad del material y las entrevistas registradas. Ofrecen un paneo interesante sobre las sensaciones que rodean al mundo del alpinismo. Y si bien parece que este fuera sólo un documental para un determinado sector del público, lo cierto es que el tema de la inquietud humana por vencer la naturaleza (en cierta manera), o superarse y formar parte del selecto grupo capaz de hacer historia en estos ascensos, no es poca cosa. Diría que es universal. Potente. Recomendado esta semana en cines locales. Tiene una salida comercial distinta a las cintas tradicionales. Ir advertidos. Y recuerden que para apreciarla en su magnitud, necesitan una buena sala. Es impagable en estos casos.
Debo reconocer que la personalidad de Francisco Javier de Amorrortu es particular. Seguramente eso atrajo la atención de Pablo Leónidas Nisenson, quien decidió que quería armar un documental sobre este singular hombre, con la intención de que su obra sea debatida. Lo novedoso (y quizás discutible), es que el mismo director toma cartas en el asunto y en lugar de elegir una perspectiva natural, tomando distancia, decide involucrarse y registrar sus propias reflexiones mientras el proceso del film va tomando forma. O sea que en "La mirada del Colibrí", tenemos una personalidad definida (Amorrortu) y un documentalista que transgrede las normas y se ubica también como polo de interés en el relato. La película nos describe, a través de diálogos principalmente, las acciones que Amorrortu realiza para la defensa del medio ambiente que lo rodea. Francisco tiene 75 años y en los últimos 16 se ha dedicado a estudiar leyes y tratados, para luchar contra la contaminación y lograr que el Estado tome cartas en asuntos ecológicos importantes. "La mirada del Colibrí" es una película donde abunda el diálogo. Hay un universo discursivo intenso, de ida y vuelta entre Francisco y Pablo, en el cual se abordan intenciones y estrategias para intervenciones en estos delicados temas. Las batallas que libera este activo ecologista no son simples y es bueno conocerlas, para expandir su mensaje. De hecho me interesó mucho su canal de YouTube. Si lo buscan complementarán el visionado de la obra muy bien. Desde el punto de vista cinematográfico, la película ofrece quizás un lenguaje hermético al que cuesta seguir si no estás totalmente atento, quizás porque hay pocos material fuera de lo dialéctico puro. Me hubiese gustado otra edición y saber más sobre el estado de todas los combates que libera Francisco en sus frentes abiertos. Pero más allá de eso, es un doc que sirve de presentación a un personaje que vale la pena conocer.
Luego de un interesante recorrido festivalero, puede verse desde esta semana en BAMA, Cine Arte, a pasos del Obelisco, esta ópera prima documental de Jeff Zorilla, "Monger". Norteamericano que hizo su carrera académica en USA y Dinamarca y residente actual en nuestro país, Zorilla va a introducirnos a un submundo particular de la prostitución en los países del Tercer Mundo, aquel donde el sexo es barato y atractivo, a los dólares de los extranjeros. Que hay gente que hace turismo sexual, es sabido. "Monger" pone en relieve el hecho de corporizar esa fantasía que se construye en las miradas de quienes no recorren este camino, y darles personajes reales dispuestos a contar su historia en ese medio. El término "Monger" define a gente que transgrede, que desafía las normas y regulaciones y es usado para definir a un grupo de personas que viaja por el mundo para disfrutr de experiencias extremas y de las otras, dentro del terreno sexual, apoyado en el valor de su moneda frente a la de los países en desarrollo. Es decir, si en USA pagan un precio por un servicio de ese tipo, aquí obtienen el doble o el triple y de muy buena calidad. Sin entrar en valoraciones morales, Zorrilla elige tres personajes para seguir y escuchar. Uno es un guía local, nacido en Houston y que se gana la vida promoviendo encuentros para turistas; el otro es uno de esos visitantes, que busca su coito internacional número 400 (le faltan unos 15 cuando llega a Buenos Aires) y el último es un británico, quien tuvo un hijo con una escort local y lucha por llevárselo a Inglaterra a ampliar sus horizontes de desarrollo. El film es entretenido, fuerte en ideas y contenido y editado con pocos pero efectivos medios. El director se dedica a promover el vínculo con la cámara sin opinar y deja que la accón fluya natural. Eso provoca situaciones espontáneas e incómodas (sin entrar en detalles, las conceptualizaciones de los tres sobre nosotros son discutibles y hasta agresivas) ,todas registradas con sagacidad por Zorilla. "Monger" pone en valor una discusión latente sobre las desigualdades económicas entre este mundo y "el primero" y nos lleva a un debate indirecto sobre la dominación y el dominado, en términos amplios, lejos de la pequeña charla sobre si lo que experimentan está bien o no. Son seres libres y pueden hacer lo que quieran. La discusión es si este modelo local para las mujeres promueve desarrollos donde puedan elegir que empleo tener, sin actuar restringidas por la situación económica endémica, débil e imperante. El planteo es complejo y áspero. Buen debut para Jeff Zorilla, cineasta que sabe transmitir y registrar emociones desde una sutil e incisiva mirada. Un documental recomendable.
De un tiempo a esta parte, se ve que en Italia funcionan las comedias sobre la cómoda y confortable vida de la clase media, y sus tribulaciones económicas y sociales en virtud de situaciones como la inmigración, el desempleo y las redes sociales. Este nuevo trabajo de Fausto Brizzi (anoten “Notte prima degli esami” como referencia si quieren conocerlo en esencia), sin embargo se corre un poco de ese target tan de moda en esa industria y explora la cuestión del paso del tiempo en una sociedad donde la cultura imperante (y global), impulsa a no envejecer y detener ese proceso a cómo de lugar. Todo, en un paso de comedia que pretende ofrecer aristas vistosas y divertidas en relación a ese tema. “Por siempre jóvenes” se afirma en una observación sagaz de Brizzi, quien afirma que ya no hay más adultos, (“todos hacen pilates”, dijo en alguna entrevista) sino que hay una descarnada lucha por acercarse al ideal de juventud y belleza que explota en los medios y redes sociales. Ser viejo, o adulto mayor, o estar ahí de serlo, es sinónimo de desaparición. Te vas del radar. Todo lo que importa es la cultura del cuerpo, y quienes mejor la representan son los jóvenes, por una cuestión meramente biológica. Brizzi arma un cuadro de varios cincuentones, por así decirlo, todos muy bien conservados, que enfrentan la cruda lucha por llevar adelante sus inquietudes, en una cruda carrera contra el tiempo. Tenemos a Franco (Teo Teocoli), deportista que no se detiene ante nada en su afán de cuidar el cuerpo, descubre que las cosas ya no son lo que eran, cuando un partido de tenis lo hace terminar en el hospital. Y a eso se agregará otra cuestión que dinamitará su percepción del paso del tiempo… También cononceremos a Angela (la voluptuosa Sabrina Ferilli), quien luego de manifestar su tristeza por no encontrar pareja y charlarlo con una amiga, se relacionará con el atractivo hijo de la misma, de apenas veinte años, en una relación controversial. Por otra parte, Giorgio (Fabrizio Bentivoglio), juega a dos puntas. Vive con una mujer alrededor de 30 años más joven que él, pero comienza una incipiente relación con otra de su misma edad, y más allá de sentirse halagado, vive la contradicción de a quién elegir como pareja estable y monógama. Y finalmente tenemos a Diego (Lillo, figura cómica italiana de gran popularidad), un DJ que acaban de echar de su empleo en una radio y manifiesta su enojo porque además de quedarse sin trabajo, la empresa ha contratado a un animador… joven. Los personajes irán lentamente cruzándose en el recorrido y también desplegarán sus historias individuales, en una trama que no denota demasiada intensidad ni humor. Brizzi elige un correcto punto de partida para su trabajo, pero quizás en su afán de volver a la cinta accesible, pone a los personajes en una situación de confort extremo, que hace que la identificación con ellos sea claramente menor para el espectador promedio. Es decir, la angustia por el paso del tiempo, genuina, no alcanza para conectar si los protagonistas son exitosos y viven una vida casi de ensueño (en relación con los standares locales). Esa sensación de “frío”, de distancia, no colabora con la atmósfera necesaria para sentirnos cerca de la cinta, y a eso se suma un guión que curiosamente, no es demasiado divertido ni explota a fondo la temática que propone. Es demasiado “contenido”, cuando el tradicional cine italiano siempre se caracterizó por detonar los parámetros y subir la apuesta al extremo. Nada de eso sucede aquí. Dentro de las interpretaciones, no hay nada demasiado destacado. Los populares intérpretes siguen los pasos del guión y no aportan candidez ni desenfado a lo que transcurre en las historias. Los rubros técnicos son muy sólidos y la fotografía y la banda de sonido se lucen, señalamiento que a pesar de ser positivo, no alcanza para compensar cierta debilidad en promedio del trabajo de Brizzi. Si buscan una comedia liviana y europea, probablemente podrían darle una chance a “Por siempre jóvenes”, en lo personal creo que esta era una gran posibilidad para que el director jugara con transgredir el paradigma italiano de comedia tradicional, y enriqueciera la perspectiva, con un producto más jugado. Me quedé con ganas de más, sin dudas.
De la “Trilogía de la libertad”, reconozco haberme perdido la primera, pero no la segunda (“Moacir”). Recuerdo que el personaje principal del documental (o experimento cinematográfico), era un hombre carismático, tierno y con un gran coraje para sobreponerse a su circunstancia. Supongo que eso vio Tomás Lipgot, el gran responsable de los tres episodios que describen un camino de lucha y búsqueda de desarrollo personal. Para quienes no lo recuerdan, Moacir era un interno del hospital neuropsiquiátrico Borda a quien él conoció accidentalmente. El recuerda ese instante como algo decisivo en su carrera (todos estos films ganaron muchos premios en festivales alrededor del mundo), donde el brasileño exilado y perdido, se puso a cantar con todo el corazón para mostrarle que su anhelo de trascender como artista, estaba intacto a pesar de todo lo que le estaba pasando. Cuenta la historia que Lipgot y Moacir hicieron tándem, y el director impulsó la carrera como intérprete del segundo. Fue como Midas. Hizo parte de su sueño realidad. Lo acompañó y protegió para que Moacir pudiera explotar con su talento (porque lo tiene) y convertirse en una pequeña celebridad del indie local. En esta oportunidad, seguimos con las andanzas del artista recuperado, pero esta vez el objetivo es hacer (rodar) una película. Claramente, una cuestión más ambiciosa que la anterior. Y Lipgot, en su rol de impulsor y andamiaje de Moacir Dos Santos, sostiene el proyecto y lo visualiza para que su (ya) amigo, avance en la dirección adecuada. Al menos, en cuanto a lo que el instinto les dice. “Moacir III” es una cinta (como las anteriores) difíciles de clasificar. Es entretenida y transmite mucho calor y color. Tenemos a un tipo querible al que todos queremos que le vaya bien, y a un director que sabe de jugársela y lo acompaña para explorar una relación cineasta-observado que instala escenarios novedosos para el medio. Aquí hay de todo un poco (ensayos, discusiones de guión y aspectos de producción, búsqueda de intérpretes, charlas al pasar). Pero la van a pasar bien. Y si no vieron las anteriores, quizás sea una buena oportunidad para conocer a un director intenso, simpático y muy presente en sus trabajos. Un documental de avance (y lo digo así, lejos de poder justificar esa terminología), que cierra una trilogía interesante y entrañable, en cierta manera.