Creo que hay un creciente universo de desarrolladores que comienzan a sumarse a la animación que conocemos como "tradicional", en diversas partes del globo. De Sudáfrica a Europa (esta producción de la que hablamos en belga) ya tenemos un puñado de gente que, si bien está lejos de Dreamworks, Pixar y el resto de los grandes estudios que mueven el mercado, intenta hacer algo nuevo. Y a veces, funciona. Este es el caso de "The house of magic", obra de Ben Stassen y Jérémie Degruson, antes responsables de "Las aventuras de Sammy" que se estrenara hace un año por aquí. Qué figura puede ser más tierna que un gatito chiquito? Creo, que ninguna. No es que los perros y otros animales no puedan cautivar, pero tengo la impresión que los felinos corren con cierta ventaja. Aquí la historia es la de Trueno, quien escapandose de una cuantiosa tormenta, encuentra cobijo en una casa enorme, propedad de un viejo y talentoso mago llamado Lorenzo. Esta no es una mansión como todas las que conocés. Hay muchos animales, una atmósfera seductora (hay canto, baile, robots y siguen las firmas) y una vida soñada para Trueno. Sin embargo, lo bueno no siempre dura así es que Jack el conejo y Maggi el ratón se sienten molestos con el nuevo integrante de la casa y traman una intriga para enculparlo y que tenga que dejar el refugio. Claro, pero para complicar más las cosas, Lawrence terminará accidentalmente en el hospital y su nefasto sobrino intentará engañarlo para hacer dinero con la increíble mansión. Lo que el no sabe es que todo lo que hay en la casa, se organizará para hacer una defensa feroz de la propiedad, buscando impedir esa operación. Trueno jugará entonces un papel central en la defensa del terruño y conviene no anticipar cual será su estrategia. La animación es correcta, hay una iluminación destacada, buena dirección de arte y un ritmo acorde a los cánones del producto. Sí creo que el guión no desarrolla mucho a los personajes (aunque sea una peli infantil eso importa) ni tampoco posee la cuota de humor para el adulto a la que en otras propuestas estamos acostumbrados. Eso no desmerece que se trate de una película honesta, directa y sólida. Quizás no sea novedosa ni genere grandes pasiones, pero se deja ver y la familia sale satisfecha de la sala. El camino hacia la expansión del género se hace con este tipo de intentos, así que apoyarlos en el presente harán un futuro más rico para la animación.
Todos los años, sigo la entrega de "Historias breves" con mucho interés. Esas proyecciones en el Gaumont, a sala llena, con todos los directores jóvenes, productores y técnicos, amigos y familiares, le da un espíritu especial a una saga que ya transita por su décima edición y en la que encontramos, como siempre, un mix de buenas ideas con distinto nivel de producto final. De las últimas 4, la octava fue la que más me gustó. Y si bien es una cuestión de preferencias (sí, mucho más cuando hay tantos directores en la misma cinta), debo decir que el nivel de la 10, es fluctuante para el espectador. Hay algunas historias muy bien logradas ("Homúnculo" me encantó y espero el primer largo de Ezequiel Sambucetti pronto, "Diamante mandarín" de un director que ya tuvo su ópera prima, Juan Martín Hsu -"La Salada" y "Durazno" de Francisco Ríos Flores) y otras no tanto. Hay que reconocer que, más allá de los desniveles lógicos de alguna propuesta, todas muestran la salud del cine argentino actual. Ideas novedosas, disruptivas y mucha energía puesta en juego para invitar al juego: quién de estos cineastas será el primero que llame la atención masiva del público? Párrafo aparte para el cierre con "A una de esas noches", ácida y divertida noche de dos amigos quienes tienen la osadía de ir a bailar a una disco pasando la General Paz. Típica narración donde se suceden eventos inesperados y extraordinarios, es un adecuado y potente cierre, bien arriba, de una muestra más que interesante del talento de Germán Servidio, otro nombre a seguir con atención. Son 7 historias ("El dorado de Ford", "Vendido", "El trabajo industrial", "Durazno", "Homúnculo", "Diamante mandarín" y "Una de esas noches") para descubrir que ofrecen un diverso marco de visiones complejo, desigual pero muy interesante. Siempre siento que "Historias breves" es una gran oportunidad para que el público experimente ver algo distinto al largometraje tradicional, con mucho color y variedad. Se da una sola vez al año y no se porqué no termina de prender en la gran audiencia que peregrina por las salas del Espacio Incaa de Congreso. Ojalá esta vez vaya mucha gente, es la décima entrega de una franquicia local no?
Las primeras imágenes de "Soy Ringo" conmueven. Soy de Parque Patricios y no hay día en que no pase por la plaza lateral (la que da a Avenida Caseros) y vea la estatua que lo recuerda, enfrente justo de la sede de Huracán. Un tipo simple, talentoso, de barrio, disputando cetros mundiales. Una vida que terminó demasiado rápido. Un hombre que tenía mucho para dar, y tuvo un final inesperado. José Luis Nacci, guionista y supervisor de guiones de films como "Infancia Clandestina" y "Una mujer sucede", nos trae su ópera prima basada en la leyenda y el crimen que cegó su vida. "Soy Ringo" inicia con Bonavena discutiendo en la conferencia de prensa con Muhammed Alí. Vemos su humor y despliegue mediático frente a la prensa y el desparpajo que lo caracterizaba para los grandes desafíos. Luego, accedemos a los instantes previos de ese combate y ahí es donde el relato comienza a desplegarse: testimonios de Ernesto Cherquis Bialo, Carlos Irusta, Abraham Larena, Ezequiel Fernández Moores, Héctor "Bambino" Veira, Roberto Paladino, Dimas Suarez (entre otros) y varios Bonavena que aportan mucho al perfil de Ringo. El interés de la película funciona a dos puntas. Por un lado, trabaja sobre la caracterización de quien era el legendario boxeador y busca definir su status en relación al momento histórico en que se encontraba y sus posibilidades en el deporte y la vida pública y mediática. Pero también indaga en la cuestión específica de su muerte, tratando de traer luz a una situación que ya es mítica: Ringo murió asesinado en Nevada, Reno, Estados Unidos, en mayo del 1976 en circunstancias extrañas. Su cuerpo apareció tirado en las puertas de un prosítubulo y se sabe que fue muerto por un agente de seguridad del lugar, presuntamente ordenado por el dueño del antro (Joe Conforte), con quien tenía una disputa personal en relación a una mujer. El relato es interesante y hasta hoy poco sabíamos de la cuestión de su muerte. Aunque sigue siendo atrayente su trayectoria, quizás se siente que esa fluctuación narrativa (las dos vías del relato), no termina de ser equilibrada, aunque no deja de invitar a su visión. El recurso de la narración en off quizás podría haber sido reemplazado en algunos tramos, pero la investigación periodística esta lograda y le da peso al documental. Nacci elige un tema del campo popular y llama a conocer en profundidad a un titán de su época. Y lo hace bien. "Soy Ringo" es una registro que habla de una personalidad destacada que merece ser recordada en su justa dimensión.
Hace unos días tuve la oportunidad de entrevistar al director de "Saldaño", Raul Viarruel (pueden leer la nota en el sitio) y una cosa que él subrayaba sobre este documental, es que este caso, es único en el mundo. Más allá de una cuestión de valores (en definitiva, hay dos discusiones que atraviesan la cuestión, la pena de muerte y la discriminación por raza), es importante acceder a este documental porque la vida de Víctor Hugo Saldaño, puede perderse, pronto, de no prosperar una postergación de su sentencia. Para los que no están familiarizados con el tema, Saldaño cometió un crimen en compañía hace muchos años. Fue condenado en una situación que se nutrió de varios errores procedimentales, en un condado donde la pena de muerte sigue en vigencia, y donde no se le respetaron garantías mínimas al acusado. Porque si algo deja en claro el documental de Viarruel, es que no le quita a Saldaño, su responsabilidad por lo sucedido (eso puede verse en la secuencia del interrogatorio que le hace la policía), sino que abre el espectro para preguntarse que cosas se hicieron mal y porqué. Seguramente, esto parecerá innecesario, es decir... Un inmigrante latino (sudamericano) que comete un crimen, es mucho más fácil de condenar y ejecutar que un WASP (blanco anglosajón), cosa que no es justa y no debe permitirse. En la investigación que desarrolla Viarruel (periodista cordobés que se interesó por el tema y se animó a un periplo particular), hay mucho tema legal y trasfondo político. No sólo es la lucha de la madre de Víctor Hugo, Lidia y de abogados y diplomáticos, la que conmueve y afecta, sino el absoluto desparpajo con el que se condenó a Saldaño sin darle posibilidad a defenderse. Y eso empeora cuando te enterás que quien cometió el crimen con él, hizo un trato con la justicia y escapó a la pena de muerte. "Saldaño, el sueño dorado" es un doc de forma, honesto y directo. Despliega recursos simples para contar una historia excepcional, que aún no ha terminado. Su difusión ayuda a que muchos latinos (y argentinos) tomen contacto con una cruda realidad y sepan cómo en algunos estados del gran país del norte, ser del sur se paga caro.
Luego de un tiempo largo como productor, finalmente el inglés Richard Raymond tuvo su opera prima. Eligió una historia real como sustento de su relato, y una cultura poco visitada desde la perspectiva anglosajona: la iraní. Sabemos que en dicha tierra, los distintos régimenes que se han dado restringían (y lo siguen haciendo en la actualidad) severamente las libertades individuales al punto de instalar métodos no legales para perseguir a quienes se atreven a expresar sus ideas y emociones. Aquí veremos el caso real de un joven que ama bailar, Afshin Ghaffarian (Reece Ritchie) quien después de haber atravesado una infancia y adolescencia difícil (que incluyó golpes de sus profesores incluso), llega a la universidad con ansias incontenibles de practicar danza. Y claro, las academias no son lugares seguros. Tampoco hay muchos docentes que se atrevan a desafiar las leyes, donde no está bien visto esta actividad Pero Afshin logra armar un grupo de amigos unidos por la misma pasión, que se organizan en la clandestinidad para bailar y armar coreografías que expresen emociones, mal vistas por supuesto a la luz del régimen. Asi es que nuestro bailarín conocerá y hará pareja en la danza con la bella Elaheh (Freida Pinto) y junto a sus compañeros, intentarán llevar adelante la riesgosa tarea de exponer el arte que los atraviesa. Lo que hay que decir sobre la historia, es que si bien es interesante, algo sucede en la manera en que Raymond desarrolla el metraje que no logra altos niveles de voltaje, a pesar de lo atemorizante que pareciera por momentos, la policía moral iraní. No ayuda, la escasa fibra que demuestra Ritchie, quien baila bien pero transmite poco. Y siendo el rol central se hace difícil de seguir con atención la historia cuando su interpretación languidece. En cuanto a Pinto, hace lo suyo con soltura y ya sabemos que lo hace bien. El resto, aporta sólo compañía y nada más. Una cuestión que parece discutible, es el hecho de que no se defina el film ni por desarrollar la veta política a fondo, ni por generar el color en las coreografías que hacen. Esta a mitad de camino en todos los aspectos, falta fuerza y tampoco hay mucho que interese ver. El heroísmo del artista queda desdibujado por una pobre actuación y una lavada imagen del conflicto en sí. No es un producto que deje satisfecho a la audiencia, si quieren buscar otras miradas sobre los problemas de los derechos humanos y la expresión de los jóvenes en territorio iraní, seguramente encontrarán más sustancia que en esta historia, aunque este inspirada en un caso real.
Alguna vez supe ver basket de adolescente y seguí en algún momento, al Ferro de León Najnudel, la leyenda de ese deporte en Argentina. Y lo recuerdo, al borde de la línea, dando indicaciones (es el día de hoy que me recuerdo en las primeras filas de asientos en el Héctor Etchart alguna noche), con su magnética presencia, siendo (en aquellos años, principios de los 80') ya uno de los entrenadores top de ese tiempo, un tipo amable, entrador e indudablemente, apasionado por su actividad. Todos lo respetaban. Todos lo reconocían. Era un líder de aquellos. Años más tarde, fue el hombre detrás del nacimiento de la Liga Nacional. Antes, en los 70', los mejores jugadores de basketball del país estaban diseminados y jugando en competenias locales. No se encontraban regularmente ni generaban interés por un torneo fuerte y federal. León, que era un visionario, entendía que para el desarrollo del deporte a alto nivel, los mejores necesitaban equipos competitivos y una estructura más fuerte donde todos tuvieran parte. Y no fue sencillo. Pero gracias a su lucha, su compromiso y su talento, logró mover los resortes para cohesionar a la opinión pública en su favor y conseguir dar un golpe de timón a la realidad del basket local para empoderarlo y generar el fogueo necesario para intentar pelear más alto en los podios internacionales. León lo hizo. Este documental de José Glusman (quien vuelve luego de la ficción "Domingo de Ramos"), es emotivo y completo. Encontraremos palabras de quienes más cerca estuvieron de él -Emanuel Ginóbili, Luis Scola, Chapu Nocioni, Julio Lamas, Iván Najnudel, Luis Bonini, Adrián Paenza, Víctor Hugo Morales, Alejandro Pérez y Marcelo Nogueira, entre otros- y mucho material de archivo que acompaña los relatos, plenos de alegría y fibra. Porque a León, había que recordarlo así. Ese es el mayor acierto del documental. No sólo está presente la faceta de estratega, entrenador y emprendedor, sino el carisma de su simpleza, la nobleza de su perfil y el compromiso con sus colegas y amigos. León era un grande de verdad. Inmenso, realmente. Y Glusman le hace un homenaje a su altura. Es difícil que se entiendan mis palabras sino tuvieron contacto con él. Por eso, recomiendo este doc para acercarse a una figura trascendental de la historia del deporte argentino. Porque para que tuvieramos Generación Dorada, hubo un León que tuvo que soñar antes cómo plasmarla. Un film imprescindible para los amantes del deporte y los que necesitan impulso para creer que todo sueño que conmueve, con sacrificio, puede llegar a buen puerto. Gracias Maestro, gracias León por tanto.
Tengo el hábito de ver mucho cine nacional, lo saben. Mucho. Pero no había tenido la suerte de ver esta gema local de Alejandro Agresti, perdida aunque nunca olvidada (fue a Cannes y estuvo rodada íntegramente en Europa) de la que se hablaron maravillas en su tiempo, pero por esas cuestiones inexplicables nunca tuvo estreno comercial en Argentina. Les digo más, fue filmada en Europa del Este y su costo se estima en un millón de dólares de ese tiempo, solventados por productores locales y holandeses. Sentía curiosidad por ver si el tiempo pasado había hecho mella en ella, o si su distancia con el presente era tan grande (en cuanto a ideas y técnica) que no sería de interés para las generaciones actuales. Lo cierto es que "El acto en cuestión" es una verdadera pieza de colección. Y no cualquier colección. Esta película de Agresti es un auténtico hallazgo en la cartelera local. Posee un estilo único, desde la fotografía (está filmada en blanco y negro) hasta su banda de sonido (música de orquesta con Toshio Nakagawa a la cabeza), una dirección de arte notable (curiosamente de John Bramble y Wilbert Van Dorp) pasando por estupendas interpretaciones (con Carlos Roffé a la altura de su rol y un sólido Lorenzo Quinteros) y un guión porteño que respira nostalgia y aire ciudadano. Porque de este terruño es Miguel Quiroga (Roffé), un hombre común, con aparentes pocas luces, que ama los libros y todos los días se roba uno distinto (pero sólo de negocios que comercializan usados , hay que decirlo) hasta que en un ejemplar encuentra una técnica de magia que comenzará a cambar su vida, radicalmente. El hecho de aprender a hacer desaparecer cosas llevará a Miguel a una posición expectante, que pronto le dará fama, dinero y mujeres, y por supuesto, una gira para que el mundo conozca su talento. La cuestión es cuanto de cuerdo tiene el hombre y cómo aborda ese condición cuando su trayectoria artística comienza a entrar en crisis... Pero mejor no adelantar nada de lo que Agresti tiene para mostrar. Todo, vale la pena. Los diálogos tienen una poesía triste, melancólica pero potente y sutil. Las alusiones a los desaparecidos, el reflejo de la idiosincracia porteña y el desarrollo de la locura, en esa espiral de ascenso irremediable, son también tópicos que revisten gran forma en la trama. Agresti muestra con este trabajo (de 1994) que su talento atraviesa el tiempo y que a pesar de que no rueda seguido en nuestro país, es uno de los grandes directores locales.
Desde hace un mes, por razones estacionales y festivales, me tocó ver mucho cine francés (algo no tan habitual) y por esas casualidades, los conflictos que esos títulos presentaban, se instalaban en el empleo del tiempo libre de la clase media europea. Vidas confortables, universos refinados, sociedades frías. Sí, los latinos tenemos corazones que ostentan otra temperatura y quizás por ello, (digamos, una cuestión de idiosincrasia) muchos de estos films parecen distantes, aunque sus conflictos parezcan superficialmente universales. Hablamos de “Barbecue”, quinto opus para la pantalla grande de Eric Lavaigne, director de comedias apenas simpáticas que nunca descolló ni acertó pleno alguno en la taquilla. Su trayectoria deja sólo alguna nota interesante en “Incógnito” (2009) y no mucho más. Aquí, escribe y se pone al frente de una historia más bien tradicional de crisis y replanteos. Antoine (Lambert Wilson) vive bien, trabaja en la empresa de su padre, está casado y se mantiene en buena forma. Eventualmente tiene algún breve amorío pero nada que altere su rutina, cierto día en una carrera sufre un infarto que lo llevará a replantearse algunas cuestiones de su vida. Es real, el hecho de tener una existencia ordenada, probablemente brinde posibilidades de vivir más años. La cuestión es qué tipo de vida estás viviendo. O mejor dicho, si vale la pena postergar algunos deseos, prohibir algunas conductas y evitar las transgresiones por incómodas, o peligrosas… Digamos que Antoine resuelve esta cuestión, al salir del sanatorio, con un cambio de rumbo. Dejar de lado la estructura y lo políticamente correcto y mostrarse natural, despreocupado y sincero. Claro, para una persona de 50 años, no es un tema menor. El es parte de un grupo de amigos acomodados (excepto uno) y lentamente las actividades que compartan comenzarán a volverse ásperas e incómodas (también con su esposa, con quien hay cuestiones por resolver) a tal punto que el grupo sentirá que su viejo amigo, ya no disfruta de las cosas que los unieron. Lavaigne nos ofrece un film que no alcanza la categoría de simpático, donde no hay risas ni abundan las sonrisas. Las ideas que presenta son esquemáticas (todo lo que me hacía bien ahora me hace mal) y sin gracia. El ritmo de la historia no aporta emoción y sólo podemos destacar los esfuerzos que hace Wilson para mantener a sus colegas cohesionados para hacer funcionar el relato. El resultado está lejos de lo esperado. “Barbecue” es una comedia lavada, donde un grupo de burgueses francesas discuten demasiado las facturas que pagan en sus salidas. Lo central (la cuestión de una crisis que obliga a un replanteo honesto de vida), queda desdibujado entre croissants y cenas regadas con buenos (en apariencia) vinos. Discretísima.
Ser superhéroes no es una actividad tranquila. Implica un nivel de stress importante y más cuando se hace en equipo. Supongo que esa es la premisa del segundo capítulo de “Avengers” en el que ya pasó el momento de la conformación del grupo y ahora algunas empatías y modos de resolver los conflictos hacen ruido entre los Vengadores a la hora de enfrentarse a la difícil tarea de ser la policía mundial. Sí, esta entrega hace foco en las cuestiones de unidad, en las diferencias entre quienes son “humanos” y quienes gozan de súper poderes y plantea como cuestión de fondo que incluso habiendo tenido nobles intenciones, algunos límites no deben cruzarse. Ya sabemos que las historias personales de cada uno van haciendo su desarrollo (Iron Man, Captain America, Thor, más la serie Agents of Shield) y llega el momento de volver a la actividad. Recordemos que a Tony Stark (Robert Downey Jr), le preocupa mucho la idea de que la paz finalmente llegue al planeta para así retirarse a vivir una vida tranquila de una buena vez (no lo culpamos, bastantes problemas ha tenido en las tres entregas de su saga). Cuando los Vengadores arrasan un laboratorio fortificado de Hydra y sus enemigos en Europa Central encontrarán el cetro de Loki, una especie de espada que tiene una gema de rareza única con la que se han hecho experimentos. Dentro de ese circo, hay dos mellizos (Pietro y Wanda, alias Quicksilver y Scarlet Witch) con habilidades especiales, criados bajo las normas de experimentos con humanos que comienzan a perfilarse como rivales difíciles de tratar. La cuestión es que Stark junto a Banner decidirán acelerar la investigación sobre dicho artefacto, con la idea de crear un organismo capaz de traer, progreso y paz para la tierra de los hombres. Pero… algo sale realmente mal y se acuna nada menos que a Ultrón, un ser único cuya visión es pacificar al mundo, a través de una destrucción total. Sin anticipar mucho más del argumento, hay que decir algunas cosas sobre como Joss Whedon pensó este film: se percibe aquí una clara intención de humanizar los conflictos y abrir este costado más empático al público que reclama una buena historia, más allá de la espectacularidad de los efectos especiales que ya conocemos. Y ahí es donde toma la decisión de fortalecer los roles de carne y hueso (Black Widow, Hawkeye, la cara simple del doctor David Banner) en detrimento de los poderosos (Capitán América, Thor y Tony). Las subtramas que atraviesas las discusiones no siempre están bien logradas y en esa corriente, lucen más quienes mejores actúan, con gran espacio para el lucimiento de Scarlett Johansson, Jeremy Renner y Mark Ruffalo. El villano (con la voz del genial James Spader) está correcto (aunque menos cínico de lo esperado) y el resto del cast (con muchos nombres importantes –otros conocidos como el regreso de Nick Fury y algunos roles que se desarrollarán más adelante en la fase 3 con todas las letras, creemos) no aporta mucho más que lo justo y necesario para que el film sea el tanque que todos esperaban. “Avengers: age of Ultron” es un producto esperable, en el que se intenta ir más allá de la espectacularidad visual pero que no termina de ser redondo, aunque es entretenido y continúa la buena senda de todos los productos que Marvel viene trayendo al mercado. Whedon cumple en un film que está bien, aunque quizás no logre conmover al espectador neutral exigente que se acerque a ella.
Tuve la suerte de escuchar a Marion Vernoux, la directora de "Los días felices", en ocasión de la presentación en Les Avant Premieres de su película. Ante la pregunta de si había buscado especialmente a Fanny Ardant para el papel, dijo que no, que estaba abierta en el cast y podría haber sido otra actriz la que llevara adelante esta historia. Y mientras escuchaba sus palabras, pensaba que si no hubiese estado Ardant, seguramente no habría llegado al final de la proyección. Sólo su altura profesional y carisma sacan a flote una película, que como las muchas que están llegando de Francia a nuestras tierras, hablan del confort de la vida del europeo promedio y de sus problemas para adaptarse al tiempo libre. Mucho más, si son jubilados. Es sabido que llegar a la tercera edad allí, no es lo mismo que aquí. En "Mis días felices", conocemos a Caroline (Ardant), una mujer que supo ser muy bella (y sigue siendolo, aunque los años van dejando su huella), odontóloga, a quien le llegó la hora del retiro. Varias razones llevaron a que tomara esa decisión. Sus hijas y su marido Philippe (Patrick Chesnais) le recomiendan un club de retirados en los que cada día se hace una actividad distinta. La riqueza del conflicto sería pensar las contradicciones de haber ingresado en una edad donde hay ciertas cosas (el deseo físico, en este caso), que dejan de ser bien vistas y consideradas (posibles). En todas las culturas, el retiro laboral parece el ingreso a un cono de sombras donde es difícil encontrar el placer y la satisfacción en los proyectos que se abordan. Sin embargo, al haber elegido a la legendaria Ardant para el rol central, eso se pierde. Ella es un imán y es difícil no imaginarla deseada, a pesar de ser sexagenaria. Pero volviendo a la historia, la vida en una asociación de retirados es... interesante si te sentís integrado, de lo contrario... Clases hay. A veces es cerámica, otra actuación...y hasta hay un día en que Caroline tiene computación. El profesor de esa clase, un treintañero sencillo y galán, Julien (Laurent Lafitte), se muestra amable con ella y eso lleva a establecer una extraña relación donde los dos se verán atraídos y comenzarán una relación clandestina. Ardant es toda la película. Su sensibilidad le da estatura a un film que trabaja con pocas ideas (está basado en una novela de Fanny Chesnel y adaptado conjuntamente con la directora) y sin demasiados matices. Caroline exhibe su enamoramiento que la vuelve radiante, pero no provoca cambios en el mundo exterior. La cámara la sigue pero el mundo, el mundo sigue en otra dirección. Al contrario, el ritmo contagia letanía en el espectador. Lafitte hace un rol plano y se extraña a Chesnais, porque sus líneas no le dan mucho lucimiento en la trama. Sí, la fotografía y los rubros técnicos son sólidos pero sólo enmarcan una historia que nunca conmueve, apenas interesa. "Les beaux jours" queda en anécdota y no logra ser el gran film que amaga en la primera media hora. Porque el conflicto no se vuelve universal, sino reduce su aspecto a una cuestión privada, donde los que intervienen no logran conmover con sus actuaciones. Sin embargo, hay que reconocerle a Vernoux el valor de asumir la radiografía femenina de una mujer en busca de comenzar a transitar una etapa nueva. Cuida mucho a Ardant y la registra con oficio y respeto. El problema es que la historia nunca alcanza vibración ni misterio (alguien duda como termina todo?) y sólo parece justificar su metraje por la soberbia actuación de su protagónica. Discreta y sólo recomendada para fans de la talentosa Fanny Ardant.