Christophe Gans es un personaje de esos que rara vez triunfa en la industria. Galo y con una reputación interesante, es conocido por su pasión por el cine oriental, de samurais y amante del terror y los videojuegos. Hizo un par de films que podrían haber sido mejores (la adaptación de "Silent Hill" para Hollywood y antes, la intensa pero despareja "Le pacte des loups" -2001-que se volvió la película francesa que más recaudó desde 1980 en USA) y ahora le llegó el turno de animarse a un clásico, con todas las letras. Es cierto que la versión original de "La bella y la bestia" es francesa. Si bien hay varias versiones similares, en 1756 fue publicada la más popular por Jeanne-Marie Leprince de Beaumont (aunque la de Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve es más antigua aún) y es la que sirve de base a este relato. Tiene cierta cercanía con la popular de Disney, pero no hay que creer que van en la misma dirección. Tenemos un mercader, que tiene hijos e hijas y es viudo. Tiene dinero, pero una flota suya se pierde en alta mar y termina en la ruina. Su familia no está acostumbrada a pasar apremios económicos y eso condiciona al hombre. Cierta noche, escapando de gente a la que uno de sus hijos le debe dinero (aquí hay un buen rol de Eduardo Noriega como villano), terminará misteriosamente en un castillo extraño. Allí, conocerá a la Bestia (Vincent Cassel), quien lo ayudará a recuperarse y le dará riquezas para que vuelva a su hogar. Sin embargo, el anciano hombre de negocios cometerá un error infantil que sellará su suerte: le será permitido irse pero deberá volver para que la criatura decida que hacer con él. Claro, hay aquí una doncella de por medio. Hablamos de Bella (Lea Seydoux, de lo mejor de la nueva generación francesa), la hija del mercader, una sensible y joven mujer, quien decide suplantar a su padre y sacrificarse a conocer al dueño de tanta riqueza. En el devenir de su estadía en el castillo embrujado, descubrirá que la Bestia oculta secretos que podrían cambiar dramáticamente el curso de los eventos. El candor de la historia pura, se encuentra bien recreado. Hay una exquisita dirección de arte que acompaña y enmarca la trama, potenciando el costado mágico y sensual de la pareja. Si, es cierto, se percibe cierta frialdad en los breves encuentros que comparten, pero Seydoux luce encantadora y logra sostener el interés del público en todo momento. Su magnetismo le da un plus a sus intervenciones. Casell aporta temperamento y complementa a su compañera con oficio. "La bella y la bestia" ofrece un entretenimiento intenso, colorido y casi barroco en su concepción. Buena ambientación, gran vestuario, banda de sonido a la altura, sólidas interpretaciones y una trama bastante más adulta de lo esperado en el título. Quizás en el cierre, algunos excesos de CGI (alguna secuencia se vuelve indefendible) desluzcan un poco el resultado final, pero sin dudas no defraudará a quienes busquen una nueva y potente versión de este clásico.
Estrenada en el BAFICI de 2012 (participó de la Competencia Argentina ese año), llega al Gaumont, (y tiene su estreno comercial), "Mis sucios 3 tonos", la ópera prima de Juan Manuel Brignole, escritor y guionista misionero, producto del CIC porteño. La cinta fue rodada en Posadas y tiene una fuerte impronta autobiográfica para el director, quien armó el proyecto y decidió rodarlo en su provincia, dado que al regresar cada tanto a su lugar, encontraba que ciertos espacios iban desapareciendo por la crecida del río (el puerto de la Ciudad, la vieja estación de trenes, clubes y balnearios locales) y quiso rodar esta cinta para homenajearlos tal y como él los recuerda. De qué va "Mis sucios 3 tonos"? De Adolescencia, amigos, alcohol, noche, sexo, discusiones, esperas, silencios. Todos estos elementos que circulan en cualquier banda de pibes que salen a compartir un buen momento. Aquí, un grupo de teens que quiere ver un recital (de Fun People), arma un recorrido por la noche local y como algún plan falla, termina en una visita a algunos parajes que ya no están físicamente en la geografía local. Joaquín Ayala, Flor Bobadilla, Juan Mendoza y Luciano Vega, junto a otros noveles actores, le ponen la piel a este grupo de amigos que no tiene mayor ambiciones que vivir sus ganas de divertirse, sin intervención de mayores. Hay en cada paso de su recorrido una mirada propia del adolescente y un lenguaje simple y reconocible en cada expresión de los chicos: el film es palpablemente puro en su esencia, estos son pibes que pueden ser los que ves cada noche salir a bailar en nuestra ciudad. "Mis sucios 3 tonos" respira naturalismo. La narración, para aquellos no acostumbrados al cine independiente local, se propone lenta y cadenciosa, generando un ritmo no muy fácil de sostener para el espectador mainstream. Rodada con poco presupuesto (esto se nota en la fotografía y en la edición de sonido), la idea de acompañar (con cámara en mano la mayor parte) el recorrido de este grupo de chicos, tiene sus momentos. Es cierto que se ve genuina y directa, pero también, que su trama no representa un foco de interés fuerte para un ojo neutral. Lo que sí hay que destacarle a Brignone es su convicción para superar adversidades en el rodaje, el manejo de actores y cierta búsqueda por retratar espacios significativos, para él y para sus coterráneos. Ese valioso intento debe ser reconocido. En definitiva, este es un viaje nostálgico donde todos nos sentiremos un poco reflejados, al recordar nuestra época de adolescentes con todas las de la ley.
Es muy difícil despegar el análisis de esta nueva entrega de la franquicia, de la desaparición física de Paul Walker, uno de los protagónicos de la banda . La producción se demoró, el elenco incorporó a dos hermanos del fallecido para completar las escenas restantes y se reservaron cambios en el guión original para sacar el proyecto adelante. Seguramente por esta razón, más allá de la trepidante acción de "Furious 7", el film reserva un tramo muy emotivo para los espectadores, quienes serán recompensados por su fidelidad a la saga a la hora del cierre, donde se recordará a Walker, en una de las secuencias más nobles (y honestas, me atrevo a decir) vistas en este tipo de films, en mucho tiempo. "Rápido y furioso" dejó hace rato de respetar las leyes de la física. En esta séptima entrega, las reinventa a su manera y para exclusivo goce de sus fans. Autos que desafían la gravedad, secuencias de destrucción en rascacielos, duelos de vehículos especiales, disparos, choques, saltos... Nada de lo que se ve, pareciera poder llevarse a cabo en la vida real. Y está perfecto que así sea. No hay que esperar un gran argumento, aquí también hay venganza. Deckard Shaw (Jason Statham) es hermano del villano muerto de la entrega pasada y clama por equilibrar la balanza de muertes entre lados. Un dispositivo peligroso que no puede caer en manos terroristas y todos necesitan y ya está la mesa servida. Sí, hay además un par de secundarios que aportarán lo suyo (Nathaline Emmanuel y la presencia ochentosa de un prolijo Kurt Russell quien será la curiosidad del episodio) pero nada demasiado original o intenso. No. No es necesario incluso. Con Statham estamos bien. A ver, para conseguir el artefacto que rastrearía al criminal, hay que cometer otro delito y en esa dirección se embarca la crew, dispuesta a hacernos pasar un buen momento con secuencias que rozan el delirio, pero garantizan diversión (y no, no se las vamos a anticipar). El éxito de la "Fast..." está sostenido en dos instancias: la espectacularidad en las escenas de acción, que han ido complejizándose con el avance de los números y el concepto de la camaradería entendida como familia, como valor que defiende a rajatabla. Y aquí, la misma estará amenazada como nunca (recordemos que la sexta termina con el personaje de Han asesinado a manos de Shaw) por lo que los discursos breves de Vin Diesel (ya sabemos, no hay mucha profundidad en ellos) volverán con fuerza a emocionar a los fans. Como nota extra de color, "Fast 7" está dirigida por James Wan, lo cual habla de la increíble ductilidad de este hombre (que viene del terror psicológico e intuitivo en sus últimos trabajos, más allá de haber hecho la primera "Saw") para adaptarse a formatos más duros y menos sutiles. Su aporte es más que nada de potenciar la natural química del equipo y coordinar un grupo de efectos especiales fantástico donde Lola Visual Effects, Rodeo FX y Cantina Creative (todos de primerísima línea, haciendo sólo megatanques como la franquicia de "Avengers 2", "The Hunger Games", "Tomorowland", "Jupiter Ascending", etc) se lucen en la mayor parte de las secuencias. Tanto, que es difícil quedarse con alguna en particular. Todas lucen de primera. Una superproducción que seguramente, batirá records de audiencia en todo el mundo. Y está bien. No es un film realista ni tiene algún atisbo de tomarse en serio, sino una fiesta de principio a fin, de autos, aventuras, choques, balas y amistad. El que no entienda, se pierde algo muy bueno que no se ve frecuentemente en la industria. No con esta calidad.
Es cierto que año tras año aparecen una gran cantidad de documentales que refieren a una etapa oscura de nuestra historia, focalizando en los actos de la dictadura militar que gobernó al país entre 1976 y 1983. Sin embargo, hay menos que hacen referencia al proceso anterior, en los principios de los 70', cuando se esperaba la llegada de Perón como salida para una creciente necesidad de una militancia que se había vuelto activista y se enfrentaba sin tapujos al poder de turno. Ese tiempo siempre es interesante de analizar, por el cruce ideológico que tenían las fuerzas enfrentadas y porque muchos de sus dirigentes forjarían su trayectoria política a partir de ese recorrido. Un tiempo de discusión en las universidades y fábricas, muerte, combate urbano y divisiones. En ese contexto, llega "Cuarenta balas", que aborda el recuerdo y la investigación de los asesinatos de Jorge Fischer y Miguel Angel Bufano, militantes de Política Obrera (hoy, el PO), perpetrado por la Triple A en diciembre de 1974. Ellos (de 25 y 23 años respectivamente), eran jóvenes delegados de formación universitaria que se "proletarizaron" y formaban parte del cuerpo laboral de la fábrica de pintura Miluz. La agencia de choque paraestatal los secuestró en la misma puerta de la fábrica, para matarlos en forma inmediata. Dos días después aparecieron en la zona de Dock Sud, con 30 balas en sus cuerpos. Los directores, Ernesto Gut y Dionisio Cardozo, recogen testimonios valiosos y controversiales, entre los que se destacan familiares, dirigentes gremiales y abundante material de archivo. Hay en su posicionamiento mucha fuerza en sus planteos. El film propone una discusión política fuerte en torno al rol de la Triple A y la coyuntura política que significó la vuelta de Juan Domingo Perón al país. La riqueza de los testimonios es acompañada con otros recursos para componer el cuadro de situación de la época. Hay una edición rápida, intensa y que invita a adentrarse en el conflicto sin perder la atención en ningún momento. Gut y Cardozo han invertido tiempo en desarrollar la historia y eso se nota. Sin dudas, es un documento que impacta y actualiza debates que nuestra sociedad se debe. "Cuarenta balas" no es sólo el retrato de dos militantes comprometidos y consecuentes, sino también un áspero recuerdo de cómo se vivían esos años, en los cuales la lucha ideológica, comenzaba a cobrarse víctimas de ámbos lados del tablero. Una cinta incómoda y valiosa, compleja (porque reclama silenciosamente posicionarse frente a ella) que se transforma en un buen documento para conocer más sobre esos años.
Cinco años le costó producir "Silencio roto" a Pablo Moyano. Y al ver el documental, nos damos cuenta de que fue una ardua tarea. No sólo el trabajo de búsqueda y recopilación de la información debe haberse llevado ese tiempo, hay aquí una construcción de mirada, que sorprende, porque aprende a mirar, con otros ojos. En una época donde proliferan los documentales que ponen la mirada en los tremendos años de esa dictadura que nos dejó 30 mil desaparecidos, este dedica su investigación al destino de 16 "nikkeis" (miembros de la comunidad japonesa de primera descendencia aquí), que dejaron de estar físicamente. Nacieron aquí, se criaron en familias respetando la tradición de su cultura y se relacionaron con lo que Argentina estaba viviendo en esos años. Y militaron. Se comprometieron con sus ideales. Con sus amigos. Con sus compañeros de trabajo. Diseminados en distintos lados, estos 16 protagonistas dejaron su marca en una comunidad local que los recuerda con afecto y extrañeza. El recorrido por sus historias despierta sensaciones encontradas: parece el mismo dolor que el de las familias que ya conocemos aunque tiene un cariz distinto. Su idiosincracia genera (al menos eso se siente) una toma de conciencia compleja. Será que en la cultura japonesa la palabra tiene un valor distinto (de gran importancia) que para nosotros... Lo rico de este trabajo de Moyano es adentrarse en una búsqueda plagada de silencios. En una tarea para romper ese manto de silencio sobre las desapariciones de los miembros de esta comunidad. Sí, eran japonenes para la Argentina, y argentinos para Japón pero... Tuvieron el mismo destino que sus coterráneos, al luchar por sus ideales. El documental transita estos espacios con una cadencia propia de la comunidad que observa. Hay en él sutiles notas que enmarcan los relatos y los vuelven retratos vivos de estos nikkies que decidieron confrontar al poder asesino y organizarse para la resistencia. Un doc que cambia silencios por palabras y aporta a la construcción de una memoria colectiva donde todos los sectores deben estar representados.
Parece que atravesamos una época de probar fórmulas que parecieran innovadoras para impulsar la cartelera infantil, en busca de una renovación de tópicos que ya lucen demasiado tradicionales y previsibles. Varias productoras siguen intentando sorprendernos en esa dirección con resultados desparejos. Lo cierto es que parecemos vivir una etapa de pocas ideas en cuanto al género. No es que falten intenciones nuevas, están (de hecho, si ustedes se fijan en la elección de voces para "Home", la versión original incluye a Rihanna y a Jim Parsons como las primeras figuras, clara apuesta arriesgada) pero hasta ahora, en pocas oportunidades han podido construir alternativas transgresoras que conmuevan al mercado. Debo decir entonces, que por osada que parezca superficialmente "Home", el resultado dista mucho de ser bueno. El guión que trabaja este nuevo producto de animación firmado por Tim Johnson (“Ants” fue su gran carta de presentación en el medio) está basado en una obra literaria llamada “The True Meaning of Smekday”, libro infantil de gran suceso en USA que data del 2007. La historia es poco convencional (digamos) y presenta una invasión a nuestro planeta realizada por una raza llamada “boov”. Ellos son criaturas que huyen en el espacio de otra que depreda cuanto espacio ellos visiten: los Gorg. Asi planteadas las cosas, ellos llegan a la Tierra, desplazan a los humanos a Australia (son de cuidar a los dueños eh! -¿?) y comienzan a vivir en este hogar, sin mayores preocupaciones. La cuestión es que uno de ellos, Oh (Parsons si la ven subtitulada) es bastante particular y con su conducta, los problemas no tardarán en aflorar. Quiere tener amigos con desesperación y la verdad, las relaciones sociales no son su fuerte. Accidentalmente conocerá a la humana Tip (ya dijimos, nada menos que Rihanna, quien también aporta algo para la soundtrack), quien está enfurecida porque sabe que su madre fue abducida por los visitantes y no sabe dónde está. La cuestión (a esta altura) es que Oh está siendo perseguido por sus compañeros por un error infantil. Digamos que un mensaje suyo, enviado con descuido, podría complicar un poco las cosas para su pueblo: envió una invitación a una fiesta personal indicando en qué planeta se encuentran los Voov. Esto provocaría que los Gorg puedan enterarse del escondite de sus enemigos. Siendo los dos fugitivos, deberán resolver algunas cuestiones importantes como dar con la mamá de Tip, cancelar el impacto del mensaje y eventualmente, salvaguardar la vida interestelar sin dañar los intereses de las razas involucradas. La historia ofrece algunos giros bastante poco usuales (¿no es Australia una especie de campo de reclusión para nuestra gente?) que sumados a la liviandad de algunos recursos (¿un mensaje que llega a todos los destinatarios del universo entero?, ¿un líder –el Capitán Smek- demasiado parecido a el rey Julien de la saga Madagascar?) terminan por ofrecer un menú básico en el que las excentricidades no aportan la explosión necesaria para hacer un film divertido, de principio a fin. Los aspectos técnicos son los esperables en este tipo de producción (Dreamworks sabe de esto y no se lo vamos a negar) y la aventura, se deja ver, pero no genera el entusiasmo esperado. “Home” es una película familiar no tan sencilla para los más chiquitos (hay muchos elementos complejos en ella) así que a tener en cuenta. Habrá que seguir intentando. Lejos del impacto de otros tanques de la compañía, un producto discreto que sólo conformará a fans del sci-fi y de los actores involucrados en las voces (al menos, en la versión en inglés).
Segundo opus de Adrián Binez luego de "Gigante" (filmada en el país en el cual vivió diez años, Uruguay) y esta vez, la apuesta está relacionada con el mundo del fútbol. Pero no es que "El 5 de Talleres" gire exclusivamente sobre el deporte, no. Hay aquí una marcada intención por hablar sobre las crisis de identidad que sufren los sujetos en sus diferentes etapas de la vida. El "Patón" Bonassiolle (Esteban Lamothe), laborioso caudillo de Talleres de Remedios de Escalada es quizás la excusa para preguntarnos cómo reaccionamos frente a los finales y cuáles son nuestras estrategias para seguir adelante, sin caernos ni abandonar la lucha cuando una etapa de nuestra existencia termina. A los 35 años, en el mundo del deporte de alta competencia (más allá de que Talleres sea un club del ascenso), ya las piernas no responden como antes. Casado (con Julieta Zylberberg, su compañera también en la vida real) y sin hijos, el Patón debe realizar dos procesos para llevar adelante su nueva vida: aceptar su despedida como un acto necesario y planificar el día después, entendiendo que no está salvado económicamente y durante los últimos 15 años sólo se dedicó a la redonda, día y noche. Binez caracteriza este momento de un hombre cerrando un capítulo de su vida, con bastante acierto. El Patón es un tipo básico, honesto y con un mundo pequeño. Algunos amigos, el club, su mujer, sus viejos, la vida suburbana y no mucho más. Su esposa entiende que la situación se complicará económicamente y anticipa que habrá que ver cómo su marido encara ese dejar de pertenecer a un universo donde domina sus códigos sin complicaciones. Zylberberg y Lamothe muestran su capacidad para componer una pareja en transformación y la pantalla desborda de su química. El conflicto central es colorido, hay un marco interesante para el observador neutral (el vestuario, los partidos, las discusiones pre y post encuentros) aunque la historia me parece un poco extensa para el conflicto presentado. El guión no abunda en palabras (el Patón tiene un lenguaje corporal que prima sobre sus dichos) y si bien la atmósfera está lograda (sino vean al técnico del equipo en cualquiera de las charlas técnicas), "El 5 de Talleres" como producto cumple aunque no nos deja la impresión de haber ido al límite en cada cruce. O sea, faltó despliegue. Pero la nobleza y la entrega del producto es algo que el público reconoce al final. Lograda, de a ratos tierna y muy nuestra, este segundo film de Biniez permite conocer a un director con buena pegada y condiciones, quien necesite quizás un poco más de experiencia (el tiempo ayuda) para convertirse en un estratega de fuste. Es un creativo a tener en cuenta (lo cual es bueno en época de poca imaginación en el juego no?).
Llega una nueva entrega de la serie "Divergente" (basado en la obra de Veronica Roth) con su segundo capítulo, luego del modesto suceso de la primera (costó 85 millones y recaudó 150, aunque fuera de USA hizo aceptables 137 más) indudablemente Lionsgate y Summit apostaron al crecimiento de la franquicia. ¿Cuánto vale hoy tener una serie para adolescentes que genere expectativa? Escasean y esta parece que viene en ascenso. Probablemente no sea sólo números. Aunque tienen mucho que ver. Los hombres detrás de "Twilight" y "The Hunger Games" confirmaron además que "Leal", el cierre de la historia será dividido en dos partes y la primera llegará el año que viene. Ya sabemos que como en cualquier trilogía / saga que se precie, las acciones levantan dramáticamente en la segunda entrega si el guión aporta buen material. ¿Por qué? Simple: ya conocemos el marco general del conflicto, los personajes son familiares y empatizamos con ellos (de lo contrario no estaríamos en sala) y nos intriga continuar el viaje por lugares más peligrosos e intensos. A priori, las condiciones están para que siempre sea un film más vibrante que el anterior. Esto sucede, afortunadamente, en "Insurgente". Con un cambio en la dirección (Neil Burger deja su lugar a alguien que sabe de suspenso y acción: Robert Schewentke quien fuera responsable de "RED" y "RIPD") y mucho más ritmo que su predecesora, esta segunda parte avanza sobre la crisis desatada en el universo de las cinco facciones. Sino viste la anterior, el mundo de "Divergente" está dividido, luego de una gran guerra entre humanos, en distintos grupos sociales que aseguran el orden . Ellos son "Honestidad", "Erudición", "Cordialidad", "Osadía" y "Abnegación". Tris (Shailene Woodley), hija de los líderes de esta última, resulta ser una persona que no encaja en ninguna comunidad, porque tiene una cualidad que pocos poseen: puede pertenecer a cualquiera. Luego de pasar un tiempo en "Osadía" y conocer a Cuatro (Theo James), descubren que la líder de los “intelectuales”, Jeanine (Kate Winslet) intenta quedarse con el control total del mundo que ellos conocen y suprimir el equilibrio que sustenta el balance entre estos grupos. La cuestión es que en esta Chicago destruída, el Consejo intenta culpar a los "divergentes" por atentar contra el orden público. Tris se siente culpable de la muerte de sus padres y se oculta, junto a Cuatro, su hermano Caleb (Ansel Elgort) y Peter (Miles Teller) en una de las facciones. Pero durará poco allí y en la huída, el grupo deberá separarse ante la aparición de las fuerzas enemigas. La primera sorpresa será saber que los "sin facción" (liderados nada menos que por la ambiciosa madre del novio de la protagonista, una poco reconocible Naomi Watts) están más organizados que lo que se supone y esto, también contribuye a un clima de tensión pre-guerra civil. El desafío será descubrir entonces que trama Jeanine en esta vuelta (anticipamos que hay un artefacto en juego muy particular) y cómo Tris y Cuatro lograrán organizar la resistencia para disputar el poder y lograr la paz para las facciones. Desde el punto de vista técnico, "Insurgente" (en 3D) no aprovecha al máximo sus posibilidades. Las escenas de las "pruebas" siguen siendo las más innovadoras pero esta vez son menos y se extraña su presencia (a pesar de que hay, y son muy importantes en la historia). Su banda sonora es estridente pero cuidada y su fotografía es de lo esperable en este tipo de producciones. Schewentke no permite que el espectador se acomode, sabe que lo tiene y busca conmoverlo y aprovechar esa ventaja: Tris aprende rápido, su universo se modifica (y esta vez es vertiginoso), pero la emoción, sigue siendo su mejor arma: lleva a los momentos más intensos de la cinta y su carisma crece a cada paso de la aventura. Hay en Woodley una sensibilidad especial que contagia e invita a acompañarla. Y funciona. Los detractores de la saga dicen que es fílmicamente desordenada y básica (en cuanto se vuelve rústica para la resolución de los segmentos que definen conflictos). Algo de razón tienen, en cuanto a que no hay que esperar un film pulido y sin fallas. Es una franquicia para teens. Se le exige demasiado. Lo importante es que ofrezca buen entretenimiento. Y en eso, cumple. Hay que reconocerle además a "Insurgente" que durante toda su extensión, ofrece generosamente lo que tiene: velocidad, romance, alguna vuelta de tuerca y una lucha heroica, ideal para corazones en desarrollo. Me parece que pedirle más es no leer su contexto. Mejor que su predecedora en potencia y llegada, es un paso adelante de la franquicia que busca consolidarse en pos de un gran final de saga.
La serie de películas de Barbie ha llenado, como sus juguetes y otros productos del merchandising de la bonda, los bolsillos de sus creadores, Mattel Entertainment. Desde ya, han utilizado el CG como estandarte (muchas de ellas), para hacer films con relativa frecuencia, estrenarlos en canales infantiles y lanzarlos en dvd/br poco tiempo después. ¿Qué ofrecen? Historias blandas, sin mayor sentido que la excusa para ver a un personaje femenino de belleza "americana" (de hecho es un ícono mundial) desfilar con vestiditos cortos de colores rosa y violeta en algún tipo de aventura básica. Eso sucedió en muchos casos. Más de los que puedan imaginar. Pero deben haber funcionado comercialmente, porque de otra manera no se explica lo aburrido y monótono que puede ser su visionado. Cuesta pensar en este personaje en sala, teniendo en cuenta que no es un ámbito donde luzca demasiado. De la historia, mucho no se puede decir. Si, anticipamos que Barbie (que aquí es Kara) es una simpática niña que ha sufrido un encuentro con una mariposa extraña. Dicho evento le ha proporcionado superpoderes (si, un mix que suena a SpiderMan lisa y llanamente, cosa que sucede también porque su director participó en una de las de Sam Raimi) que utliza para combatir el crimen. Claro que para que la historia se complique un poco, aparece un alter ego opuesto, para complicarle la vida a nuestra blonda heroina. Hay mucho colorido, una animación que podría haberse trabajado más (pero si así funciona, por qué pensar en cambiarla?) y nada más. Sí, está Barbie y puede convocar a las peques de la familia. También incluso, pueden pasar un rato divertida, como si estuvieran frente a la tevé. Pero nada más. Ezekiel Norton (el hombre detrás de las cámaras) hace lo que puede, y puede poco, para dotar de intensidad y atractivo a un film que evidencia una carencia de carácter y ritmo notable. Ni con los cuadros musicales evitás el cabeceo. Me atrevo a decir que para llegar al final de "Barbie in Princess Power" hay que ser un fan incondicional. Para ellos exclusivamente es esta peli y deben entenderlo así. No, cine no parece ser (no todo lo que se proyecta en una pantalla grande es cine). Si quizás un dvd prolijito proyectado en sala para que disfruten las chicas que quieren volverse personajes como Barbie. Regular, y menos también para el resto del mundo.
McFarland es una pequeña ciudad en baja California, donde la población latina o hispánica, según el censo del 2010, superaba el 90 por ciento. Ese dato ya se anticipaba en 1987, cuando la historia que este film trae, mostraba la integración étnica del lugar. Un espacio alejado, áspero, donde el trabajo de la tierra es el principal sustento local, es el escenario de una trama donde se dan cita el deporte, la superación y la solidaridad. El entrenador White (Kevin Costner) llega a McFarland luego de una experiencia desafortunada en Boise. La verdad es que es un hombre simple, pero como todos, en algún momento reacciona. Y siendo docente ese tipo de detalles hay que cuidar. Luego de un problema con el equipo de fútbol debe reubicarse y el destino no es muy alentador. Como ya dijimos, este poblado está plagado de mexicanos y el choque cultural se hace evidente ya en su entrada al lugar... Pero White, luego de sondear su trabajo (como profesor de Educación Física) y pelearse con un colega, solicita entrenar un grupo de la escuela en cross-country. Disciplina que eligen las escuelas pudientes del sistema, nadie cree que su objetivo pueda cumplirse. Sin embargo, su buen ojo le permite darse cuenta que en sus alumnos hay potencial para el deporte. Son recolectores de verduras y frutas, pero además corren rápido. Con algo de entrenamiento podrían intentar dar el golpe. Entonces Jim se decide a juntar voluntades y con un poco de astucia logra ponerse al frente de 7 chicos de preparatoria que realmente, harán historia en el deporte. Niki Caro (cuyo máximo logro como directora fue, sin dudas, "North Country") elige rodar para Disney el clásico film de superación donde el esfuerzo es premiado con el éxito. El sueño americano es alcanzable y los vínculos entre los integrantes del equipo son centrales para el logro. Todo prolijo, bien contado y sin grandes matices. El guión de Grant Thompson peca de sostener "el gran sueño americano" presente en todo momento. Los chicos de la banda (con Carlos Pratts a la cabeza) son simpáticos pero bastante planos actoralemente. Costner hace un rol parco, donde luce poco, lo justo para hacer su personaje creíble, pero no memorable. María Bello como su esposa está mejor, pero no hace la diferencia tampoco. Pasa que "McFarland" no requiere más que estos estereotipos, la de los americanos que deben aprender (o recordar) de otra cultura, valores y estrategias para destacarse en alguna actividad. Aquí los pocos gringos aprenden de los latinos muchas cosas. Entre ellas, está la importancia de la familia y el respeto por el diferente. Políticamente demasiado correcta, "McFarland" (historia real, por supuesto) es una cinta aceptable aunque de a ratos anodina. Levanta al final (obvio) aunque por momentos parece un panfleto pro-integración latina, ahora que dicha comunidad va aumentando exponencialmente su número en USA. No es una gran película pero si consigue transmitir sus intenciones de una manera honesta.