¿Existe la suerte? ¿Cuánto se puede decir que influye en nuestra vida? ¿Es posible decodifcar el azar y ponerlo de nuestro lado? ¿Hay una matriz determinista en la existencia que llevamos, de carácter inmodificable? Llega a salas argentinas, la nueva película de Daniel Burman, y todos estos cuestionamientos toman forma en ella. Si bien a primera vista, "La suerte en tus manos" parece ser una comedia romántica, lo cierto es que la curiosidad ontológica, está y atraviesa el film, de punta a punta. El envase puede ser visualmente atractivo, pero la cuestión es medular en la construcción del relato. Burman es uno de los nombres fuertes del Nuevo Cine Argentino. Su fuerte, ya sabemos, es la caracterización de universos familiares cercanos, combinados con una ácida mirada sobre el judaismo (al menos en sus trabajos hasta 2005) y un sutil sentido del humor que funciona siempre como andamiaje de sus historias. Viene de un trabajo con fuerte repercusión como "Dos hermanos" (tremenda dupla Gasalla-Borges) y en esta oportunidad eligió asociarse con productores nuevos para tener mayor llegada. Este octavo opus de Burman, es el más cuidado en ese aspecto. "La suerte en tus manos" es un film acerca de las segundas oportunidades, dice el director. Presenta un intersante conflicto principal, el de dos personas que están en su madurez y sienten la necesidad de replantearse su vida relacional, a la luz de resultados poco satisfactorios a todo nivel. En los primeros minutos conocemos a Uriel (el músico y debutante Jorge Drexler), divorciado y con dos hijos, quien consulta a su urólogo y confidente (un gran Luis Brandoni), acerca de la necesidad de hacerse una vasectomía. El está viviendo una etapa plena de su soltería donde el sexo casual es protagonista, por lo que su preocupación mayor es no tener más hijos, ya que siente que "no quiere elegir más". Le va bien en su trabajo (una financiera) y además de ser papá el tiempo que puede (y como puede), tiene un hobby (bueno, más que eso no?) particular: juega al poker. Y se toma en serio su pasatiempo. Gloria (Valeria Bertuccelli), regresa de Francia (falleció su padre), a arreglar unos papeles y resolver asuntos pendientes. Tiene novio galo, pero está en crisis: la verdad es que no tienen mucho que ver y la frialdad que reina en la pareja ya no le cierra a ninguno de los dos. El azar, en un casino de Rosario, la pondrá frente a un ex novio de su adolescencia que dejó huellas en su pasado: Uriel (quien participa en torneos de su juego favorito en dicho lugar). Los años han pasado, pero la atracción se encuentra intacta. Claro, el caballero es medio mitómano y eso le juega en contra, pero ahí estará el color de las mejores escenas de la película. Ya no son chicos, tienen mucha años vividos y conocen sus límites y posibilidades: esto funciona como natural obstáculo para relacionarse. Burman elige mirar a sus personajes con ternura, los pinta inseguros, atropellados y conmovidos por lo que les pasa. El haberse encontrado pudo haber sido azar o no, pero la manera en que ellos resuelvan lo que les pasa, será exclusiva obra de sus decisiones... Y eso se ve claro, incluso desde la mesa misma donde se juega al poker... Bertuccelli (una de las mejores actrices de la actualidad) entrega, una composición contenida pero sólida, llena de puentes invisibles que sostienen a Drexler, su compañero de aventuras. El intérprete hace un buen debut aunque se percibe cierta falta de química en la pareja. No importa, el director lo compensa con agudas observaciones sobre la masculinidad en crisis y divertidas notas sobre la renovación ideológica de algunos rabinos que tienen lo suyo! El aporte de los secundarios (con una gran Norma Aleandro como la madre de Gloria, a la cabeza) es también importante para equilibrar la mano: no todos los naipes pueden estar en el mazo, pero la habilidad de los buenos jugadores es obtener lo máximo sin depender de la suerte... Decididamente, uno de los trabajos más accesibles y directos de la filmografía de Burman: una película para pasarla bien, correcta, ideal para un sábado por la noche.
Seguramente ustedes ya saben que "El vagoneta" fue una serie web que tuvo relativo éxito hace un tiempo. La historia de cuatro amigos que no llegan a los 30, pibes bien de barrio, perdedores natos, atrajo mucho la atención del público adolescente y propició las condiciones para su llegada a la pantalla grande. Convengamos que hacer comedia hoy en día en Argentina no es tarea fácil. No abundan los guiones atractivos, la verdad. Prima lo simple y directo, con actores consagrados en la tevé y poco más... Lo primero que hay que decir es que el tono de esta propuesta se enmarca en los films tan de moda en los EEUU sobre amigos frustrados, con vidas ordinarias, que intentan romper la monotonía de alguna manera. No tan fuerte como los nuevos exponentes de la NCA, es cierto, pero con algunos elementos que marcan esa influencia, típico cine de "losers". Aquí, Matías, Ponce, Rama y “el Gordo", los amigos que llevan adelante la historia, representan cabalmente este enfoque. Ahora, de ahí en más, es trabajo del libro ofrecernos un recorrido simpático y ameno por sus desventuras. "El vagoneta en el mundo del cine" parece ser un capítulo más de aquella serie, pero extendido. Y por supuesto, con mucho apoyo de amigos y famosos. Trabajar para mucha gente es sinónimo de frustración. Para los cuatro fantásticos de Saavedra, una condena. Ellos buscan hacer dinero de manera fácil, legal y con poco o ningún esfuerzo. Mirando desde su terraza cierto día, descubren que la ciudad está llena de carteles (publicidad gráfica) que presuntamente dejan buena plata para sus propietarios. Así es que arman un negocio entre ellos, pasan a ser propietarios de uno y esperan que el dinero aparezca rápidamente. Pero claro, algo tiene que salir mal. Un organismo de control de avisos en la vía pública les informa que si en dos semanas no logran colocar publicidad en el cartel, el mismo deberá ser desarmado, acabando la inversión de la banda en poco tiempo. Como ellos no están dispuestos a perder su sueño, miran con atención a su alrededor y se dan cuenta que cierto film ("Un tanque") tiene mucho espacio en los carteles de la zona. La idea entonces será ir a buscar al dueño/productor/distribuidor de la película y ofrecerle anunciar en su espacio. Toda la película girará entonces sobre este camino, dar con la persona indicada, quien se encuentra en el Festival de Cine de Mar del Plata, a donde ellos deben viajar para poder cerrar la operación. El problema de estos "vagonetas", es que no tienen gracia. Es decir, si bien la película arranca muy bien (lo absurdo y delirante de la propuesta enmarca con los primeros cameos y entusiasma de verdad), con el correr de los minutos vemos que los cuatro personajes principales no poseen artistas que los destaquen y le den peso al film. Se los nota en un registro demasiado a la "Wes Anderson" (parecen languidecer en pantalla, diciendo líneas casi como robots), y el prometedor inicio va perdiendo fuerza con los minutos. El film transcurre como una sucesión de pequeñas anécdotas, sin mucho relieve, que se van produciendo hasta que el grupo llega a su destino. Es cierto que la propuesta indaga, superficialmente, en el acceso al mundo del cine y sus características. Desde lo declarativo, eso aparece (hay líneas simpáticas sobre el destino de la industria) pero no con la fuerza necesaria para generar una crítica ácida y jugosa... Son pocos los gags efectivos y muchos nacen de las pequeñas apariciones de actores invitados, así que el resultado está lejos de ser aceptable... aunque es importante destacar que si sos fan de la webserie, quizás el universo te sea familiar y lo disfrutes. En lo personal, creo que había potencial para más, pero en el balance final, los amigos terminan promediando por debajo de lo esperado...
Ulrich Kohler es una de las grandes promesas del cine teutón de estos tiempos. Si bien tiene 3 largos hasta el momento, su presentación en sociedad con "Bungalow", su ópera prima, allá por 2002 impresionó favorablemente a la audiencia (tanto que en BAFICI de ese año, fue premiado su actor principal, Lennie Burmeister). Su estilo es relajado pero detallista, incisivo y con una fuerte inclinación hacia la reflexión en la composición de los personajes. No conocemos mucho más de su filmografía (tiene un corto también renombrado en su tierra, "Rakete"), pero después de haber visto " Schlafkrankheit", haremos lo posible por seguir su carrera con atención. "El mal del sueño" es un drama comprometido que tiene lugar en Africa. Más específicamente en Camerún. Allí conoceremos a un doctor e investigador de carrera, Ebbo Velten (Pierre Bokma) que lleva adelante una tarea importante: luchar contra la pandémica "enfermedad del sueño". Lleva muchos años en ese lugar y recibe periódicamente, la visita de su esposa y su hija, quienes viven en Alemania. Ebbo es un profesional que ha logrado decodificar el modo de vida del lugar y sabe hacer su trabajo... o al menos eso parece. Sin embargo, la familia urge una decisión: para seguir unida, los viajes ya no funcionan y él debe renunciar al continente negro para seguir junto a los suyos. Mientras Ebbo metaboliza la cuestión, aparece en escena un fiscalizador de la OMS para auditar el envío de fondos que él recibe: Alex (Jean-Christophe Folly), un parisino hijo de congoleños que debuta en misión con esta tarea. Al parecer, el manejo discrecional que hace el médico alemán no es muy claro y el enviado a controlarlo, deberá decidir cuál será el tenor del informe que elevará. Del mismo se desprenderá si sigue recibiendo fondos para su trabajo o no. La película arranca lenta, es cierto, y hasta que Alex entra en escena, quizás al espectador le cueste descubrir el peso de la historia. Pero lo tiene. "El mal del sueño" ofrece varias aristas para el análisis: el desarraigo, la adaptación con el medio, la distancia y su influencia en los vínculos primarios. Aunque no son los únicos. Kohler pone la mirada en el rol que cumplen los organismos internacionales en Africa y los critica veladamente. En un tramo de la película, Alex está en una conferencia donde escucha a especialistas decir que todo el dinero que se envía a ese continente sólo ha servido para enriquecer a los que más tienen, sin poder haber generado mejoras cualitativas en la vida de su población. Esta línea atraviesa el film todo el tiempo. Eso sí, el director elige no mostrar desiertos, animales exóticos, campamentos de refugiados... No. Fotografía Africa, pero desde otro ángulo. La muestra bella, pero no de la manera tradicional: intenta explicar que efecto produce en los extranjeros y las características de la vida en dicha región. Desde ese lugar, la elección es la correcta: todo se vuelve interesante y la historia produce su efecto en el público: la intriga crece y el final (aunque anunciado) llega en el momento justo. Podemos criticarle a "El mal del sueño" quizás que durante la primera media hora nos haya desconcertado un poco (el registro es apagado en comparación con el resto de la historia), pero una vez que el encuadre estructura, el film muestra sus garras y sale airoso de la prueba. Si les gusta el cine europeo, Kohler tiene algo valioso para ofrecerles: una mirada comprometida sobre la humanidad de quienes viven en esa geografía, incluyendo una clara reflexión sobre los programas sanitarios que se encuentran por doquier en Africa. Muy buena.
No ví la primera "Ghost Rider" en cines, si alguna vez la pesqué en el cable y no me gustó. Pero en general (excepto en "Drive Angry" y "Kick-ass"), no me gusta esta etapa de Nicholas Cage. Ya lo hemos dicho muchas veces, transita por films mediocres sin dejar huella y siento que lo que él hace sobreabunda en el medio. No creí, por otro lado que los estudios volvieran a invertir en este personaje. No les fue mal con la primera (salieron hechos y ganaron una moneda) aunque esperaban hacer mayor diferencia, para ser un personaje de la escudería Marvel. Ahora, con menos presupuesto programado, decidieron darle una chance más a la franquicia (lanzandola en 3D) a ver si despegaba de una buena vez y cambiaron la dirección. Dieron un golpe de timón y abrocharon a los hombres detrás de las dos "Crank", clásicos de culto en los que se luce Jason Statham: Mark Neveldine y Brian Taylor. Obviamente buscaban un producto clase "B". Y lo lograron. Nada se toma muy serio en esta secuela. "Ghost Rider: espíritu de venganza" explica en sus primeros minutos cómo funciona la maldición que posee a Johnny Blaze (Cage), y luego se lanza sin mucho más preámbulo a desandar el camino que le espera. El problema del personaje principal ya lo conocemos: hizo un pacto con el demonio, tiene doble personalidad (por decirlo de alguna manera!) y se enciende para destruir y llevarse las almas de los malos. Blaze sufre bastante su destino y arranca la película aislado, intentando dominar su parte oscura. Un monje, Moreau (Idris Elba) lo buscará para hacerle un ofrecimiento tentador: debe dar con un niño, Danny (Fergus Riordan) quien podría encarnar el anticristo si cayera en las manos equivocadas. Si logra encontrarlo, él lo ayudará para deshacerse de la posesión. Danny es "most wanted", podría decirse: sin él, Roarke (Ciarian Hinds) no podría dar luz verde al ritual que trae las tinieblas a nuestro mundo. Así es que Blaze parte a buscarlo y enfrentarse a su escudería con las armas habituales... Fuego, látigo, moto,... the usual stuff. La película tiene pocas secuencias de acción, aunque las que hay están bien filmadas. El problema mayor del film es lo anodino del guión. No hay emoción en el relato, la idea que sustenta la trama son dos trazos y quien debería llevar el peso de la historia luce perdido, jugando a su propio juego (Cage). El hombre no da con el registro para el personaje, su perfil da para bizarro ya: cada vez se esfuerza menos y se le nota. Esto se potencia con bajas actuaciones de un elenco del que sólo se rescata a Hinds, el veterano irlandés que si intenta hacer creíble su personaje. Y no hay mucho más que contar sobre "Ghost Rider: spirit of vengance"... Creemos que el espectador promedio (quien aún sigue respetando y siguiendo a Cage), irá a los cines en busca de un rato de acción y entretenimiento, y quizás esta cinta se los de. Lo único que decimos es que no esperen calidad porque este film está lejos de poder ofrecerla. Apenas es un poco mejor que la primera parte. Pero para eso, no se necesitaba mucho.
Es sabido que hay directores que se destacan por crear sus universos, provocando y modificando las tradicionales reglas de la cinematografía. Sus personales trabajos, en general, son controversiales y muy discutidos por críticos y público en todo el mundo. Ya saben, desde Apichtpong Weerasethakul (quien me provoca sueño, con sólo evocarlo) a Lars Von Trier, hay muchas figuras (se me viene a la cabeza Shinya Tsukamoto inmediatamente) que son considerados directores "de culto" porque su enfoque al rodar es único y alejado de las convenciones. El hombre detrás de "Enter the void", es uno de ellos. Gaspar Noé, hijo de un afamado artista plástico, tiene la destacada habilidad para combinar esa veta que es natural en él (el trabajo con la imagen), para recrearla en historias fuertes en las que los excesos están a la orden del día. El hombre busca conmover, desestructurar y mostrar su percepción de las cosas. Puede gustar o no, pero hay que reconocer que ese "salirse del camino", lo transformó en figura pública y además lo fue acercando a un público más desinhibido y abierto que sigue sus producciones con devoción. En lo particular, me parece que tiene muchas ideas claras en cuanto a cómo encuadrar, lo que quiere contar y bastante más sobre cómo presentar su material para perturbar al espectador. "Enter the void" ("Entrar en el vacío"), es un film oscurísimo, violento, transgresor y sorprendente. A todo nivel, desde su fotografía (original y vistosa, a pesar de parecer borrosa!), la estructura temporal con la que juega (va, viene, se proyecta o desvanece, alucina, etc) y la intensidad de lo que pretende mostrar. Tiene fallas, algunas muy pronunciadas (dura una hora por lo menos más de lo que cualquier puede soportar, hay inconsistencias actorales llamativas -quizás por exceso de improvisación-, la repetición de algunos recursos visuales no lo ayudan) pero convengamos que es un film pensado para la controversia y eso lo cumple con creces. La historia presenta a Oscar (Nathaniel Brown), un joven dealer extranjero.en el imperio del sol naciente... Vive con él su hermana Linda (Paz de la Huerta), quien hace poco arribó al país y trabaja como stripper en un club nocturno. Los dos son huérfanos (sus padres fallecieron en una accidente automovilístico) y crecieron separados el uno del otro, anhelandose verse, por lo que este reencuentro significa mucho para ámbos. La rutina de Oscar es la típica de un traficante, pero en su recorrido habitual cierto día, algo sale mal y cae abatido por la policía en una confusa redada. De ahí en más, su esencia (por decirlo de alguna manera), sobrevolará escenarios (pasamos de estar detrás del protagonista a una cámara cenital demasiado aérea!) y acompañará a Linda en sus actos, evocando imágenes pasadas que se van ensamblando para brindarle al espectador la información necesaria para llenar todos los huecos de la historia de la manera más singular posible. Eso sí, Gaspar Noé lo hace a su manera: hay consumo masivo de drogas (y la representación vívida de su impacto en el cerebro), muerte, metafísica (la evocación al Libro de los Muertos es llamativa), aborto, sexo explícito, prostitución, etc etc... Hasta la hora y media de proyección, el film me gustó. Es más, debo decir que me atrapó la manera en la que el cineasta creó el andamiaje de su trama: si hubiese terminado cuando el reloj rondaba los 90 minutos, hubiese sido una enorme película, sin dudas. Pero no, suponemos que entusiasmado por la paleta que venía logrando, Noé decidió extender la duración y continuar la historia hasta rozar las tres horas de realización, alargando una historia que ya estaba agotada. Encima, elige mostrarse omnipotente (al mejor estilo "The tree of life") en varias secuencias descolocadas (la pesadilla que Linda tiene con la resurrección de Oscar, por ejemplo) y agota al espectador de tal manera que éste anhela los títulos de cierre para huir de la sala. Respeto profundamente la propuesta y reconozco que me impactó positivamente, durante la mitad de la cinta. De ahí en más, la sufrí, a todo nivel. Controversial, áspera, física, exótica y recargada, así es "Enter the void". Está en vos, decidir verla o no. Creo que es una experiencia que vale la pena, con todos sus excesos.
La saga "Underworld", siempre me pareció prolijita. Bien producida, nada especial, pero ajustada y planteada en los términos correctos... La primera fue un gran éxito (devolvió cinco veces la inversión), su secuela sumó ahí y la tercera, (una precuela), un poco menos. Ha sido, sin dudas, una franquicia rentable en este tiempo. Ahora, la heroína que encendió el fuego allá por 2003, Selene (Kate Beckinsale), regresa, recargada. Y no es un juego de palabras. Tentada a volver a encarnar aquella guerrera vampira (en realidad, un híbrido), la actriz acepta el desafío y se vuelve a calzar el traje de caucho negro, para retomar uno de los roles que mejor le quedó en su carrera: la heroína que perdió su humanidad y se integró a la silenciosa contienda entre chupasanges y licántropos. Beckinsale no es una gran actriz, pero este papel le sienta bastante bien para disimular sus notorias carencias interpretativas, sin dudas. La historia arranca en el futuro, cuando nos enteramos (vía un noticiero que se queda corto con la información que debería brindarnos) que los humanos han descubierto a licántropos y vampiros y los persiguen para salvaguarse de ellos. El gobierno emplea estrategias agresivas y marcadas para contenerlos y aislarlos. De hecho, aplican una especie de "purga" y logran en apariencia hacerlos desaparecer de la superficie. No hay vacuna para los infectados y los del inframundo parecen estar bajo control luego de un corto tiempo. Han pasado 12 años de la última aparición de Selene y la encontramos a los pocos minutos en el fin de un largo proceso de hibernación. Alguien desactivó su celda y la regresó a la vida. Ella se encuentra en una compleja e incómoda situación: siente la vibración de los recuerdos de una persona, aunque no logra dar con su pareja, de quien cree que es la percepción. Al salir de su prisión criogénica, la joven híbrida comenzará a atar cabos y a entender que esta guerra que le cuentan no es tan así y que hay poderosos intereses que operan para apoyar a una de las partes del conflicto. No anticipamos nada más (la película es bastante corta para los estándares actuales), ya sabemos que ella dará con un ser muy especial y juntas, deberán luchar contra sus enemigos naturales, quienes han evolucionado y cuentan con bastante terreno a favor... La cinta ofrece acción y gore a raudales, hecho potenciado para lucir mejor en 3D, la oscura fotografía está a tono con el espíritu de la saga y la banda de sonido no se queda atrás. Beckinsale se prueba el traje de Trinity (Matrix) en algún momento (las coreografías empleadas evocan esa influencia de manera marcada) y hace esfuerzos por humanizar su papel, pero con resultado dispar. Intenta conmover pero sólo impresiona en sus saltos y destrezas físicas, apenas. La trama mucho no importa, es una excusa. Sí se espera en "Underworld: awakening" que el director pueda presentar esquemas convincentes y atractivos para las batallas y las luchas cuerpo a cuerpo y los cineastas lo entienden bien. En ese sentido, Måns Mårlind y Björn Stein (una dupla que viene ensayando films opresivos y thrillers fuertes) filman lo que se espera en estos casos, sin mayores expectativas. No brillan secundarios (Stephen Rea debe hacer uno de los papeles más flojos de su carrera) ni se los necesita. Tampoco se registran picos de expectativa en la sala (la violencia es constante y pareja, no da respiro), pero nadie sale decepcionado, recibieron seguramente lo que buscaban. No es Resident Evil (franquicia que amamos pero perdió el norte hace un par de entregas) porque hay una mayor dedicación para las construcción de este universo y sus enfrentamientos, hay más riqueza en este plano, creemos. Entre Alice y Selene, elijo la primera porque la siento menos artificiosa, más allá de los horrendos lentes de contacto azules que usa... Aprueba, pero no se las recomiendo si no vieron las anteriores o no les gusta el género. Si son fans, se quedarán con ganas de más.
Me habían hablado muy bien de "Novias, madrinas, 15 años", principalmente por su gran desempeño en el BAFICI, donde cautivó a muchos durante la competencia nacional. El tema de este documental de los hermanos Levy es el devenir de la vida misma, dentro de un colorido grupo de vendedores (y su dueño), en una tradicional sedería ubicada en pleno Once, corazón del ramo. Para que un registro de este tipo funcione con el público, los personajes que lo transitan deben ser queribles, intensos, con aristas... en cierta manera, poseedores de cierto carisma... De lo contrario, el film sólo termina siendo interesante para los que son de la actividad y poco más. Debo confesar que vivo en Balvanera y se que la actividad comercial del barrio ofrece muchas anécdotas y buenas historias para la mirada curisosa. Cada negocio es un pequeño mundo y los Levy reflejan estupendamente el suyo (son familiares del propietario) y lo desarman para compartirlo con nosotros. Un local a la calle, varios empleados que atienden el lugar hace años, toneladas de rollos de tela, vidrieras, mostradores, depósito... y gente. Personas que buscan telas para vestidos de fiesta y saben que Kreal (el nombre del negocio) tiene lo que ellos necesitan. Elías Levy (19 años en el rubro con este emprendimiento) es el dueño y nos deja conocer a su pequeño mundo. Ya desde el inicio percibimos que a la mayoría de ellos, le gusta lo que hacen y lo hacen con pasión. Es cierto que poner el ojo sobre cualquier grupo humano que lleva cierto tiempo junto es un tema atractivo. Los contrapuntos pueden ser muy interesantes: lo vincular aflora y este caso no es la excepción. Como dice alguien en el relato, esta gente comparte 10 horas por día codo a codo y puede dar cuenta bastante bien de quienes los rodean. Hay respeto y algo de humor en cada caracterización de los compañeros, información necesaria para delinear el espíritu que los une. Lo singular de esta "Novias, madrianas, 15 años", es que todos los empleados de Kreal se abren a contar su historia, relajados y con bastante franqueza. El entrecurzamiento de miradas sobre lo que cada uno hace y cómo lo hace, les anticipamos, da tela para cortar (ejem!). La estructura del relato alterna cortas charlas con el personal, algunas tomas con el público que está en plena compra y mucho registro incidental sobre la energía que circula en el local. Desfilan las estrategias de venta, los perfiles de los clientes bajo la crítica mirada de algunos vendedores y el grado de realización personal que tienen con sus propias vidas. Pareciera que el film no es nada especial pero... Lo es. Será quizás porque refleja un universo laboral rico y la relación entre un equipo que se conoce y sabe lo que hace. Tal vez sea el hecho de que esta pequeña pyme representa muchas que conocemos y esa identificación atrae. No lo sabemos con certeza, pero sí podemos dar cuenta que Diego y Pablo logran un buen retrato de este espacio, redondeando un promisorio debut. Merecen además, reconocimiento porque aprovecharon la cercanía familiar para potenciar el mensaje y evitaron los clichés de documentales de familia que acechan a los realizadores con poca experiencia. En lo personal, sólo reconozco que me costó la cámara fija para el registro de las entrevistas y que los fondos de telas para cada empleados no me parecieron buenas elecciones, pero va en gusto. Quizás ustedes ni perciban esto. Es una peli chiquita pero valiosa y eso no se le puede negar. Nota extra: los directores están reuniendo fondos para lanzar el DVD de "Novias, madrinas, 15 años" y prometen regalos para quienes los acompañen en esa empresa, anoten esta dirección http://www.indiegogo.com/brides
"Extremely loud and incredibly close", nominada a mejor película en la próxima entrega de los Oscars, es considerada la de menor chances de llevarse una estatuilla según la crítica especializada internacional. Muchos han discutido los valores que la hicieron electa para esta instancia y aunque uno coincida con la apreciación en términos generales, siempre es bueno saber cuáles son las razones que hacen a este film tan frágil, que no soporta una mirada rigurosa sin derrumbarse inexorablemente al aflorar su artificiosidad desatada. La historia está basada en la novela del 2005 de Jonathan Safran que en su momento fue best-seller (muy discutida en su tiempo), al abordar la cuestión de los hijos de quienes murieron en el World Trade Center en el trágico 11-S. Caracterizando el contexto con detalle, el autor construye una fábula extraña en la que retrata a un personaje singular para simbolizar esa búsqueda de respuestas ante el crudo rostro del dolor de la pérdida. Potencialmente era material que podía generar una de esas cintas que la Academia premia: un drama con sustento histórico, de superación y reencuentro personal. Así es que los estudios convocaron a un prestigioso director para llevar adelante esta adaptación, Stephen Daldry (previamente nominado en tres oportunidades por Billy Elliot, The Hours y The Reader) fue el elegido y parecía garantía de éxito. Eric Roth pulió el guión y esquematizó los cambios necesarios y así fue como, ante las buenas perspectivas, se completó un cast muy interesante, liderado por Tom Hanks y Sandra Bullock. El film arranca con la presentación de quien dominará la escena por los próximos 129 minutos: Oskar (Thomas Horn), un chico que tiene ciertas capacidades especiales: es ingenioso y domina ciertas relaciones físicas (coquetea con el síndrome de Sparger), es tenaz y simpático, aunque tiene varios costados débiles. Sus fobias lo inmovilizan y básicamente, derivado de su patología de aislamiento, le cuesta relacionarse con la gente. Ama a su padre, Thomas (Hanks), un hombre que conoce y entiende a su hijo y lo estimula a resolver desafíos nuevos, todo el tiempo, cosa que Oskar adora. Pero esa maravillosa relación se trunca cuando el niño pierde a su padre en el derrumbe de las Torres Gemelas. Su norte desaparece, los problemas vinculares con su madre (Bullock) afloran y el enojo por la muerte de Thomas dispara una misión muy especial. Accidentalmente, Oskar da con una llave en un armario del cuarto de su padre fallecido y decide emprender la compleja tarea de conseguir pistas para dar con la caja/puerta que la misma debe abrir. Como es un chico distinto, aplicará su lógica de manera original (o retorcida?) y partiendo de un apellido que encuentra (Black), se lanzará a una tenaz búsqueda para resolver el misterio. "Tan fuerte y tan lejos" apela a todos los golpes bajos que te puedas imaginar. Y golpea duro. Pone en primer plano la indignación por el luctuoso suceso (11-S), y empuja a su protagonista (Horn), a una aventura larga y tediosa. Se percibe mucha repetición de ideas en los parlamentos del chico y una actuación forzada, en la que cada estallido se mira con desconfianza y casi antinatural. Por momentos, encima, abruma la cantidad de palabras que aporta el pobre muchacho. Promediando la cinta, los mohínes y muletillas ya han perdido sorpresa y solo perturban al espectador, quien ya entendió la caracterización de este perfil. Se acumulan la cantidad de eventos en una progresión geométrica sostenida con el claro propósito de emocionarnos por sumatoria. Así de fuerte: para completar el cuadro, la película no se detiene ante nada, música acorde, alusiones a las muertes en las Torres y vuelta a comenzar. Cuando sentimos en el cuerpo que el viaje debe terminar, Daldry se niega y extiende innecesariamente el relato con un par de vueltas en el final que aclaran (u oscurecen) algunos de los sucesos que se dieron en dicha fecha. Algo más, nos pareció otro paso en falso depositar sobre los hombros de Horn, el peso de la trama. Los secundarios aportan poco, aunque Max Von Sydow si reconocemos que hace lo suyo con oficio Es cierto es que todas las miradas están en el personaje de Oskar y si él no sostiene la película por empatía y se gana al público, era esperable que la misma se cayese sin vueltas. Que es lo que sucede. Podríamos seguir señalando también algunos conceptos pro-americanos que la cinta trae que, cuando menos, son objetables y poco felices, pero ya tienen un panorama de que van a encontrar. "Tan fuerte, tan lejos" es un drama familiar desparejo que no parece ameritar su presencia en la lista de candidatas a los máximos premios de la industria. Pero está. Primer paso en falso de Daldry, aunque igual consiguió filtrar esta película para la gran lucha del domingo...
Muchos de ustedes saben que soy docente y durante mucho tiempo trabajé en zonas marginales de nuestra ciudad. Estuve en contacto con la pobreza y enseñé a grupos de chicos que después de la jornada escolar, salían a cartonear al caer la tarde. Será por eso que a la salida de la proyección valoré mucho a "Yatasto". Es difícil tomar registro tan preciso de los hábitos de una familia en una situación como la que se trae en la historia (real, obviamente) y no caer en la mirada culpógena puramente descriptiva del cuadro. En ese sentido, este documental de Hermes Paraluello, es un retrato intenso, tierno y esperanzador de una realidad que viven no sólo los chicos de Córdoba sino de todo el país, que están sumidos en la pobreza y luchan contra ella con armas nobles cada día. "Yatasto" cuenta la historia de tres chicos que viven en un barrio marginal y periférico de La Docta. La cámara los sigue y los acompaña en su trayecto diario que incluye desde los preparativos para la tarea (alimentar el caballo que tira del carro) hasta la tarea misma de cartonear. El micro universo en el que se mueven incluye a pocas personas, pero sumamente ricas para conocer. Lo que hace al film tan interesante es el hecho de que sentimos, durante todo el registro, cuanta vida y esperanza hay en ellos, a pesar de la gran adversidad que enfrentan. Adentrarse en las vidas de Bebo (15 años), Pata (14) y Ricardito (10 añitos!) es un viaje movilizador pero necesario. Desde el inicio, la cámara los acompaña en sus actividades y sorprende lo natural que todo se vive desde el registro (aunque hay que reconocer que el recurso con el correr de los minutos se vuelve un poco rígido para el espectador). Las postales de la tarea son fuertes. En ellas, descubriremos a Ricardito, quien se robará la película por su gran carisma (lo van a disfrutar en su candidez) y la inocencia de sus palabras a la hora de decodificar el mundo en el que vive. Sin embargo, cada línea que los otros (Bebo y Pata) comparten, tienen su fuerza: hay sueños, aspiraciones, diversión, ocio e historia en ellos y sus familias: esta no es una película sobre el dolor de los no incluidos. Muestra los muros que los separan del mundo del consumo y del empleo (es tangible en los diálogos donde vemos que lejanos que están de algunas cosas que damos por naturales) y cómo ellos abordan esa barrera, pero no hay tiempo para llorar por aquello que no se produce. La película no apela a golpes bajos y en todo momento rescata la transmisión cultural como valor de ese grupo (la abuela oficia como transmisora aunque no es la única), hay un legado que se transmite en las familias observadas: legar las instrucciones para que ellos puedan defenderse en la vida, autovalerse a través de dominar el oficio de cartonear (son como tercera generación en la actividad). La cámara de Paraluello lo transmite con oficio y nos da tiempo para internalizar los momentos más áridos de la cinta, aunque insistimos, el trabajo con algunos planos puede resultar un poco incómodo para el espectador corriente. El nuevo cine cordobés está llegando a salas porteñas (recordar "De caravana", "El invierno de los raros", "Hipólito", etc...) y si bien su distribución es limitada y al público porteño le cuesta el cine local, apostamos porque tengan el público que se merecen. "Yatasto" es de los documentales que perduran en el tiempo, una postal emotiva y dialéctica sobre la pobreza que no deberíamos dejar pasar.
Es bueno que sepan que en general, Adam Sandler es un tipo que mi hija quiere mucho (aún no sé el porqué siendo que no cumplió 6), y muchos de sus títulos ella (y yo) los hemos visto una y otra vez. Por ende, tengo cierta familiaridad con su humor y hasta en algún punto, varias comedias me parecieron buenas ("Zohan..." me encantó, "50 first dates" también... e incluso "Funny people" me pareció un paso adelante en su carrera). No soy uno de esos críticos tradicionales a quien todo lo que él hace le parece basura y entiendo que el hombre se ganó un lugar en la industria honestamente (con su histrionismo ocurrente y a pesar de errarle a muchas elecciones). Su último trabajo ("Grown ups"), sin embargo, ya no me había gustado para nada y la tendencia a sumar amigos famosos y "ver que pasa", comenzó a agotarse sin que Sandler diera señales para modificarla. Es más, no bastaron los simpáticos cómicos de la tevé que él le gusta traer a sus films, sino que invitó para esta "Jack y Jill" nada menos que a Al Pacino para que se uniera a la banda (porque eso son, una banda) y perdiera prestigio de la peor manera imaginable: parodiarse a sí mismo en una comedia mediocre. Mucho, para un actor de su relieve. Acaso un intérprete de esta envergadura no puede leer un guión como este y declinar la oferta? Tan amigo es Pacino de Sandler? Será que hay un interés romántico como la película sugiere? Vamos de a poco... Jack (Sandler) tiene una buena vida. Está casado con Erin (Katie Holmes) y tienen dos hijos, un poco freaks pero bueno... Qué niño es normal en una comedia americana de estos tiempos? El es ejecutivo de una agencia de publicidad y en los primeros minutos de proyección ya nos anticipan uno de los ejes de la trama, Dunkin Donuts amenaza con dejar de trabajar con su grupo si Jack no consigue que Al Pacino (y sólo él) estelarice el comercial del producto nuevo de la compañía... (No sabemos cuanto puso la franquicia pero en estos días que corren a los anunciantes hay que tenerlos durante toda la cinta para engancharlos parece) Y al muchacho feliz ràpidamente se le oscurece el panorama: no sabe como conectarse con el actor y encima de todo, llega su pesada hermana gemela. Jill (Sandler, otra vez, pero con una peluca y algo de ropa de mujer) llega de visita a la casa de Jack de visita por unos días. Ella es soltera, grosera, descuidada, ignorante... Un lujo eh! Pero enarbola como símbolo el amor fraternal que siente hacia su hermano todo el tiempo sin límites. Esa actitud irrita a Jack todo el tiempo. La película intenta transmitir, dentro del registro que puede, lo importante que es llevarse bien con la familia, a cualquier precio (?). Los gemelos tienen una conexión (por más que se resistan, comparten el actor no?), pero no podemos ver más allá de los chistes escatológicos a los que Sandler y compañía nos tienen acostumbrados. Algunas muecas, caídas y ruidos feos y con eso basta para caracterizar su relación. Accidentalmente Pacino verá a Jill en un partido de los Lakers y se enamorará perdidamente de ella. De ahí en más, la historia mostrará como Jack intentará sacar adelante el comercial (usando a su hermana como carnada) y abordará la resolución de algunas cuestiones domésticas que tienen que ver con lo vincular. El guión con el que trabaja Dennis Dugan (quien ya viene dirigiendo a Sandler en varias oportunidades) es pobrísimo. Dos o tres líneas para desarrollar la trama y a rodar. La caracterización que el comediante hace de Jill empieza mal: apenas algo de maquillaje y ... una peluca, eso es todo. A millones de años luz de Steve Martin ("All of me") y Dustin Hoffman ("Tootsie"), quienes sí entendieron que si hacen de mujer, deben PARECER una. Aquí, eso parece no haber importado. Debe ser que los productores pensaron que era gracioso ver una composición tan poco seria y que eso sumaría al clima de delirio. Pero no. Es una desprolijidad y una falta de respeto al espectador... Caicaturizaron la relación al no prestarle cuidado a los detalles. Y Pacino... Bueno, salí de la sala enojadísimo con su trabajo. La cinta es un vehículo para su ridiculización y él la acepta gustoso. Una cosa es reirse de sí mismo y otra ser patético. En esta película, el genial actor derrapa mal... y eso que se interpreta a sí mismo!!! Creo que esta cinta es de las peores de Adam Sandler y me hace pensar que voy a confinar todos sus DVDs lejos del alcance de mi hija. He dicho. (Si nos cuesta soportarlo solo, se imaginan por dos? Bueno, eso...)