La verdad es que la situación en la que se encontraba Daniel Radcliffe al terminar el rodaje de la última "Harry Potter" era casi ideal, al menos téoricamente. Por primera vez en su carrera podía elegir qué hacer (si, ya se, siempre puso decidir que hacer sobre las tablas pero no en cine), por lo que había cierta curiosidad por ver el rumbo que tomaba el joven intérprete... Radcliffe fue buque insignia de la franquicia inglesa más importante de la última década, así que lo primero que cualquier productor le aconsejaría es ir de a poco. Es decir, con papeles donde se lo cuide y vaya ganando confianza. Así fue como lo conectaron con la Hammer Films, legendario grupo de gente que tuvo su cuarto de hora glorioso allá por los 60' haciendo historias de terror para que se potenciaran mutuamente: los que ponían los recursos necesitaban en esta etapa un actor taquillero y el susodicho, un papel que le permitiera iniciar su camino de despegue sin mayores sobresaltos. La elección del título recayó en una obra clásica de Susan Hill de principios de los 80: "The woman in black". Tan clásica es que recuerdo haberla leído en el profesorado. Tengo fresca aún la versión televisiva de 1989 además... El libro es un cuidado relato sobre fantasmas. Bien estructurado, con todos los elementos que caracterizan al género. Fue un hit en sus días aunque ahora, parece poco original para ser llevado a la pantalla grande siendo que los nipones han explotado con el J-horror esta veta de los seres inmateriales hasta el hartazgo. Está bien, la Hammer garantiza calidad y atmósfera, a diferencia de la escuela oriental que predica otro tipo de propuestas, pero, el punto de partida es cuando menos discutible: los relatos de este tipo se miran con desconfianza y no atraen demasiado al público en la actualidad. Radcliffe es Arthur Kipps. Un "solicitor" (abogado de baja escala en el sistema inglés) enviado a un pueblo a poner en orden la venta de una propiedad. En realidad, él viene a sacar adelante los papeles de Alice Drablow, ahora que su hijo murió. El problema es que si Kipps no da con el testamento, las cosas se le van a complicar en la empresa, ya que no viene en una buena racha laboral. Es viudo y con un hijo de 4 años. Al llegar al pueblo, comienza a ver que los niños se suicidan y decide poner manos en el asunto, afectado en carne propia por la cuestión. El film es dirigido por un cineasta de gran proyección, James Watkins (me encantó "Eden Lake"), a quien vemos con la solvencia necesaria para darle entidad a una historia que cuesta incorporarla naturalmente en este tiempo. Utiliza todos los recursos a su disposición (los del manual de la vieja escuela y los nuevos aprendidos con la oleada japonesa) y rodea a Radcliffe de manera impecable. No pude percibir si el ex-Potter actúa bien o mal, ya que sentí que no necesitaba de él para sumergirme en la historia. La casa (Eel Marsh) produce tantos sonidos que hay que escuchar para creer y la cámara trabaja tanto para sugestionarnos, que terminan por lograrlo. El relato es lineal y sus mayores logros se dan en la construcción de la atmósfera en la que están insertos los protagonistas. "The woman in black" es un film correcto, de los que aportan poco a la cartelera y que se lucen en los estantes de los videoclubes. Aunque claro, la novedad, esta vez, es ver a Daniel Radcliffe sin su Nimbus ni su varita de mago...
No ví "Sudor frío", la ultima y promisoria realización de los hermanos García Bogliano, pero se que mucha gente en nuestro país fue a verla y que en el exterior a la cinta le fue relativamente bien. Hay que tener en cuenta que no producimos cine de terror tradicionalmente (al menos con presupuestos importantes) y que cualquier iniciativa que abra el abanico de géneros debe ser saludada con entusiasmo. En lo personal, el suspenso y el terror me encantan. Por ende, fui entusiasta a ver "Penumbra", película dirigida por los platenses Adrián y Ramiro, este largo debería consolidarlos en su proyección y afortunadamente, salí satisfecho de la sala. Marga (Cristina Brondo) es una española irascible. Está en nuestro país por un tiempo corto y encuentra la oportunidad de cerrar una operación de alquiler de una propiedad bastante descuidada, cuestión que la sorprende pero que acepta visto y considerando el dinero que le ofrecen. Su personalidad es un poco chocante, es xenófoba, controladora y verborrágica: en pocas escenas ya sabemos de que madera está hecha. Y no nos gusta. El día en que la operación inmobiliaria está planeada, habrá un eclipse de envergadura en la zona, por lo cual, la gente del lugar espera el fenómeno con cierta ansiedad. Marga es un remolino de emociones y apenas percibe lo que pasa a su alrededor, hasta que la espera de los enviados que vienen a cerrar el trato da pie a una serie de discusiones e intercambios violentos con vecinos, policías y visitantes en los cuales ella comenzará a sospechar que hay gente que necesita utilizar su propiedad para un fin especial en ese día puntual. Sin querer anticipar más de la trama, nada es casualidad en esta cadena de eventos, por lo cual habrá que estar atento al desarrollo de los hechos para desentrañar lo que sucederá cuando el edificio quede, en la más profunda penumbra a la hora del esperado fenómeno. Desde el punto de vista del guión, la construcción del clima y el entorno en el cual se da la acción están bien logrados. Imposible no remitir ese edificio, ese espacio físico y las charlas de los vecinos a "La comunidad" de Alex de la Iglesia. Brondo moldea su personaje con relativo acierto y logra transmitir esa "empatía negativa" necesaria para su caracterización (aunque quizás su fuerte personalidad impide que el espectador se identifique con ella, en cierto punto hasta uno desea que algo la ponga en vereda) aunque a veces tanta energía parece desmedida y sin control. Los secundarios tienen distinta profundidad, hay mucho oficio y pocos minutos en Arnaldo André y Gustavo Garzón y tal vez una proporción inversa en el resto (aunque rescatamos a la uruguaya Mirella Pascual, un deleite siempre). Si bien es cierto que algunas líneas parecen un poco artificiales, lo cierto es que aún así son válidos estos intercambios para la edificación del suspenso. La información se revela en las dosis justas y los cabos sueltos potencian la trama, hasta llevar a un discutible final. Quizás hay palabras que sobran, pero la factura técnica que este dúo de hermanos ha logrado es solvente y le da un peso al film que hay que reconocer: conocen del tema y tienen mucho futuro por delante. "Penumbra" es un producto correcto, honesto y de realización destacada para nuestro medio. Más allá de sus desniveles (que los tiene), el balance final es positivo: a la hora del eclipse, esta comunidad recibe con beneplácito el inicio de un ciclo nuevo...
Salí del cine un poco aturdido por lo que había presenciado. Me gustan los relatos ambiguos, las intrigas y los juegos que algunos cineastas proponen para desestructurar al espectador y sorprenderlo. Claramente, Nestor Mazzini (su director y guionista) pensó "Que lo pague la noche" bajo esa premisa: una construcción onírica indecifrable (en formato thriler psicológico) donde nada es lo que parece ser, ambientada en una poderosa e intimidante Lugano 1 y 2, formación de monoblocks histórica en el Sur de Buenos Aires que son en sí, una ciudad en sí misma. Esteche (Roberto Lavezzari) es un hombre de peso en el barrio (un delegado, o algo así): él es sobre quien girará toda la historia. Los primeros minutos de proyección nos lo muestran en su fiesta de casamiento, al aire libre (en la zona verde de Lugano), con el muro de edificios (intimidante eh!) de fondo... Todo parece ir bien hasta que comienza a sentirse mal (se desmaya), y un par de invitados lo ponen en un taxi para llevarlo (supuestamente) a un hospital cercano. Al parecer, Esteche habría sufrido una especie de pico de presión y eso lo habría llevado a la muerte...según la versión oficial (la de su flamante esposa). Los vecinos de los monoblocks reaccionan con estupor frente a la noticia, sienten que esa desaparición no es lo natural que debería ser, sino que se encuadra en una situación de saqueo de un fondo común del lugar. Lo cierto es que muerto o no, Esteche es el tema de un montón de personas que se sienten afectadas por su desaparición. Entretanto, se ve la crisis desde la ventana de cada departamento: hay fuego, palos, violencia contenida y mucha paranoia. Al parecer hay programados desalojos y la gente tiene miedo, lo cual la vuelve peligrosamente primitiva en sus emociones... "Que lo pague la noche" invita a un viaje fuerte pero honesto, de resultado discutible pero al que hay que reconocerle valores, sin dudas. A pesar de sentir en el cuerpo el sentido de la dirección que Mazzini le dio al film, por momentos (y creo que esto es producto de los pocos recursos técnicos con los que se contó a la hora de la realización) la cinta te deja solo, abandonado y mirando a las moles de cemento donde la acción se juega sin entender bien que es lo que está pasando. Trata de sumergir al público en un contexto donde las certezas, no existen. Lo intenta, en una economía de elementos forzada (se filmó durante la crisis del 2001) pero su resultado no es del todo redondo. Sí tienen presencia física (eso hay que reconocerselo), las realidades oscuras corporizadas en sujetos discutiendo sobre amenzas, reales o ficticias, que los desequilibran, secundarios que pueblan la película y disparan conjeturas en distintas direcciones todo el tiempo, desorientando al espectador . También debemos decir que el film tiene problemas de fotografía y audio que dificultan su disfrute en salas (yo la ví en el fondo de la sala 3 del Gaumont y perdí mucho), aunque sabemos que se ha trabajado mucho para mejorarlo. Me hubiese gustado otro tipo de luz para algunos ambientes y algunas vueltas de tuerca en el guión, con mayor protagonismo de algunos personajes en detrimento de otros, pero esto es sólo una opinión. Saludamos la fuerza de su director y su gente por traernos su trabajo y no haber bajado los brazos a pesar de la adversidad todos estos años. Si Mazzini pudo esto con tan poco, qué futuro le espera con más recursos no?
Lo bueno de a veces no leer gacetillas de prensa es que entrás a la sala dispuesto a la aventura. Si el director hizo una gran película, su acierto fue doble, porque te agarra desapercibido (sin estar contaminado previamente de conceptos de otras visiones) y perdura en el tiempo ese efecto placentero que es, haber disfrutado de una buena propuesta. Es así, no se cuáles son los mecanismos psicológicos que operan, pero por eso, será debo decir que "Moacir" me gustó mucho y salí de la sala satisfecho por haber tenido la suerte de conocer semejante personaje... "Moacir" es un documental pero... no siento que encuadre exactamente en esa categoría. En cierta manera, hay una intervención del director para llevar, sutilmente, a su personaje principal a un recorrido que no es lineal, pero tampoco se escapa mucho de lo programado. Tomás Lipgot, el director, elige somo tema, una excusa: la invitación a un músico brasileño de avanzada edad para grabar un disco. No es cualquier hombre, desde ya. Moacir Dos Santos vive en la Argentina desde hace muchos años, pero su condición es casi la de un marginal: fue desocupado al llegar de su patria (Brasil) -sufrió penurias económicas en ámbos países-, se enfermó y terminó en el Borda. Pasó mucho tiempo allí y logró el alta. Eso, sumado a una pensión, le permitieron cobrar confianza para enfrentar esta etapa de su vida. Lipgot ya nos lo había presentado en su largo sobre pacientes en rehabilitación, "Fortalezas" (del 2010). Ahí, Moacir era uno de los casos en que el director había puesto su mirada, impresionado de su historia de vida. En esta oportunidad, van juntos a concretar un sueño: Dos Santos tiene cierto talento musical (canta y baila) y eso impulsa al cineasta a pensar un encuadre particular para esta grabación. Convoca a Sergio Pángaro para que asesore musicalmente al carismático carioca y filma, relajadamente, el recorrido que hace Moacir desde la génesis del proyecto hasta su concreción final. Ustedes se preguntarán... vale la pena seguir ese recorrido? Totalmente. Si bien a veces Lipgot deja que ciertas escenas de monólogos de su hombre sean demasiado extensas y algunas, demasiado prefabricadas, (la irrupción sobre la banda de músicos brasileños en la que el protagonista descolla, por ejemplo, la visita a su ex psicóloga, etc), lo cierto es que la personalidad de Moacir sostiene cualquier película. Es un tipo cálido, limitado pero profundamente comunicativo. Representa cabalmente el espíritu de la gente de su tierra: tiene humor, candidez y no se omnubila ante sus limitaciones, busca superarse, siempre. Y eso se siente desde la butaca. Encima, el tipo lleva el ritmo en la sangre. La historia, como dijimos es un recorte temporal que se cierra con la concreción del disco. Ahí, en el cierre, el film termina con un clip que emociona, absolutamente imperdible. No hay que olvidarse que todos tenemos sueños, y verlos concretados en un semejante, siempre moviliza. Bien por "Moacir", un documental que brilla con luz propia.
Lentamente van comenzando a afluir los títulos europeos a cartelera. Siguen llegando con una demora... enorme. En esta oportunidad es el turno de poner la mirada en la ópera prima de Alix Delaporte, filmada en 2010 y que viene de conseguir un respetable número de espectadores en su tierra: "Angele et Tony". La historia está ambientada en un pueblito de la zona de Normandía, lugar donde la pesca es el sustento fundamental de las familias del lugar. Allí conoceremos a Angéle (Clotilde Hesme), la protagonista de la historia. Ella ha estado presa. En circunstancias poco claras generó un accidente automovilístico que terminó con la vida de su marido y terminó en la cárcel. Ahora, que es la hora de reintegrarse a la sociedad, tiene un sólo objetivo en mente: recuperar a su hijo Yohan (Antoine Couleau) quien vive con sus abuelos paternos. Angele es una bella mujer, temperamental, intensa pero, en cierta manera, algo infantil. Está llena de deseo por volver a acercarse a su niño y se siente insegura al ir planteandose la reconstrucción de ese vínculo tan caro a sus afectos. En dicho poblado dará con Tony (Grégory Gadebois), un pescador local que vive con su madre. Al principio, los dos chocan al intentar relacionarse, ya que son primitivos en cuanto a expresar afectos e intereses, pero pronto descubrimos que en entre ellos hay mucha química y quizás, la promesa de una alianza reestructurante para sus vidas. El viene de perder a su padre hace 6 meses y luce desconcertado ante la aparición de Angele en su vida: no tienen nada en común y pensar una pareja se asemeja a una quimera. Delaporte dota a sus personajes centrales de pocas palabras. Les da el tiempo necesario y justo para que expandan su dolor y su ansiedad ante lo impredecible, pero este estilo de narración hace al film un poco lento y demasiado minimalista para mi gusto. El estilo austero reina y si bien seguimos a los protagonistas su recorrido, lo cierto es que no logra despertar grandes emociones en la platea. Su fotografía es admirable, uno de los puntos más altos del film (aunque hubiésemos preferido descubrirla en 35mm) y aunque el derrotero de los eventos es previsible y en cierta manera, sin sorpresa, hay que decir que "El amor de Tony" es un producto honesto y una exploración válida del universo que presenta. Si les gusta el cine francés independiente y su ritmo de narración, quizás esta sea su película para la semana. De lo contrario, habría que pensarlo dos veces antes de encallar accidentalmente en ella...
Es cierto que esperábamos más de Tarsem Singh. Sus dos trabajos previos ("The Cube" y "The Fall"), habían mostrado que el hombre tiene un interesante manejo visual y un gran sentido estético para combinar CG y tracción a sangre. De más está decir que cuando leí que trabajaría junto a los productores de "300", me froté las manos, tenía expectativas de ver algo original, fuerte y a la altura de los antecendentes de semejante equipo. Sin embargo, "Immortals", este tercer trabajo de Singh, ofrece poca sorpresa y mucho de lo que ya conocemos en este tipo de producciones. Pareciera como si el cineasta indio hubiese dejado de lado sus novedosas ideas para hacer un trabajo a reglamento. Luce contenido y atado a lo convencional, elemento que le juega en contra al film: sacando la fuerza de lo visual, hay poco brillo en estos "Immortales". Cuidado, la película respira pochoclo en estado puro y en ese sentido es bastante aceptable. Y hasta quizás, si te gusta el gore, las coreografías de Zack Snyder y la acción frenética, suba algunos puntos hasta justificar el precio de la entrada. La historia nos trae un tema mitológico conocido: un guerrero terrenal, Teseo (Henry Cavill) es el elegido de los dioses (con Zeus a la cabeza) para enfrentar lo que se está gestando: el rey Hiperión (Mickey Rourke) quiere conseguir el arco de Epirus para liberar a los titanes, enemigos declarados del Olimpo. Estos seres están confinados en una prisión (en el monte Tártaro) y de ser liberados, el apocalipsis podría estar a la vuelta de la esquina. Las huestes del villano tienen lo suyo, arrasan con todo a su paso y su líder destila locura y sangre a cada paso del camino. Gran parte de la clave para descubrir la ubicación del sagrado objeto está en una sacerdotisa jugada por Freida Pinto, quien a través de sus visiones intentará advertir sobre la amenaza que se cierne para la humanidad. Unida a Teseo, intentarán detener al sanguinario Hiperión antes de que consiga su objetivo final. "Immortals" ofrecerá entonces una serie de batallas despiadadas, muy cuidadas y estupendamente coreografiadas que harán las delicias de los fans del género. En este sentido, la película dará lo que gran parte de la audiencia quiere: acción y energía a raudales. Masacres, mutilaciones y torturas también se anotan dentro de las escenas que impactan en 3D. Rourke hace un trabajo prolijo como villano (la verdad, su rostro solo mete miedo no?) y el resto del elenco acompaña sin grandes luces. Quizás se puedan rescatar la energía del Zeus joven jugada por Luke Evans o la ironía y energía de Stephen Dorff como ladero de Cavill, y no mucho más. Mi primera impresión al salir de la sala fue entender que "Immortals" cumple en lo que propone. La sala respira satisfacción al cerrar la proyección. No es un gran producto, no encontrarán material que los sorprenda ni actuaciones de peso. Para nada. Sí, darán con una cinta que transpira testoterona y que se estructura en base a su gran despliegue visual. Lo cual, hay que respetar. No pasará a la historia, pero ofrece un buen rato de entretenimiento para los seguidores de este tipo de cine. Aprobada, con lo justo.
No soy muy amigo de la televisión. Nada personal, por cierto, simplemente llego tarde a casa la mayor parte de la semana y el tiempo que dedico es para compartir con la familia. Y si no, para ver alguna película. Ergo, casi no veo tevé, excepto deporte y en alguna oportunidad, aislada, noticieros. Sabía del fenómeno Capusotto, pero antes de entrar a la sala, no representaba nada en especial (nunca ví un programa completo suyo) que me predispusiera para ver esta producción. Digo esto porque compartí butaca con los fans del programa (emitido en Argentina por la televisión pública estatal) y ya en la previa había un sostenido clima de festejo del que no participé pero observé con atención. Sin embargo, al terminar la proyección descubrí que sus estados de ánimo eran idénticos al mío. Estabamos eufóricos todos, extenuados de tanto reirnos y aplaudiendo a rabiar. Contadas las oportunidades en que uno se ríe con ganas en un cine (y eso que el año pasado ví casi 170 películas eh!), por ende, debo presentar mis respetos a una dupla que no parece tener techo: Diego Capusotto y Pedro Saborido. "Peter Capusotto y sus 3 dimensiones" es como un especial del ciclo, destinado a indagar sobre las razones que llevan a la gente a entretenerse a cualquier precio en este mundo capitalista, posmoderno y cruel, a la luz, claro, del pensamiento izquierdista. Sí, leyeron bien. Sólo dos talentosos como la dupla mencionada pueden animarse a provocar tanto ideológicamente y salir bien parados de semejante propuesta. La trama es presentada por Violencia Rivas, clásica protagonista del envío televisivo, quien va virtiendo jugosas opiniones sobre la utilización del entretenimiento como vehículo del pensamiento único y elemento de sujección social, lejos del placer con el que el ocio estaba relacionado en el pasado. A medida que las ideas y gags se van desplegando aparecen otros conocidos que aportan lo suyo al análisis de la cuestión (porque más allá de la broma, lo hay y no cabe duda de que estos tipos la tienen clara), mostrando e indagando sobre distintas facetas que empujan al ciudadano medio, a volcarse intuitivamente, al goce inmediato e indirecto que se vive en nuestros días. Dentro de esa línea, se encuadran los habituales cuadros musicales, publicidades delirantes y otras yerbas que son habituales en la saga televisiva. Si bien todos coincidimos (incluso dicho por los autores mismos) que esta "Peter Capusotto y sus 3 dimensiones" podría tranquilamente ser un especial de la televisión pública, lo cierto es que el tratamiento visual está altamente logrado y el humor que destila la película es fantástico. Capusotto-Saborido se toman en serio lo de parodiar las 3D y las utilizan a su servicio para todo lo que se proponen: con o sin lentes aquí hay humor de calidad, político, social y deliciosamente loco, de manera que el espectáculo está garantizado, sean o no seguidores históricos de su trabajo. Los segmentos que se van sucediendo ametrallan (Rivas lo diría así no?) al espectador, que apenas puede recuperarse de uno, recibe el siguiente casi sin tener respiro. La cinta posee un gran vértigo narrativo, la variación de personajes para abordar los diferentes subtítulos que van desgranando la hipótesis central ayuda mucho. Gavioto (nuevo, dará que hablar!), los tres chicos en el chat, Micky Vainilla, Bombita Rodríguez, Pomelo... Cada uno trae una historia que aporta y entretiene con agudas observaciones sobre la conducta de los sujetos y sus sociedades. Como espectador puro y sin estar embebido en el universo Capusotto, la pasé muy bien. Trataba de recordar cuando fue la última vez que me reí con ganas en una sala, y me vino a la mente "Torrente 4" en abril del año pasado. Mucho no? Por eso, no la dejen pasar. "Peter Capusotto y sus 3 dimensiones" es una de las mejores películas de este 2012. Y esto, recién comienza eh!
Entré a la sala con muchísima expectativa. "Domingo de ramos" ostenta un elenco con lo mejor del cine nacional. El Puma Goity, Gigí Ruá, Mauricio Dayub, Pompeyo Audivert: una selección, realmente. Tengo un gran respeto por esta gente y la verdad es que salí del Gaumont con una extraña sensación, a pesar de que me gustó mucho en su momento "Cien años de perdón" (y en menor medida "Solos"), este trabajo de José Glusman no me terminó de cerrar... "Domingo de ramos" es un thriller oscuro, pueblerino y estructurado con flashbacks que gira sobre la muerte de una mujer madura, objeto de deseo de varios hombres de su medio. La dama es Doña Rosa (Gigí Ruá), quien vive sola en una mansión enorme alejada del pueblo de referencia. Está casada con Don Jaime (Héctor Bidonde) un hombre maduro y rico que está siempre de viaje y ella tiene que pasar sus días sola... Bueno, no tanto. La película arranca con su muerte y nos instalamos en la escena del crimen. El comisario del lugar (el Puma Goity) llega para analizar la situación junto a un grupo de agentes y un forense y ahi la narración comienza a jugar con la temporalidad. El guión presenta hechos sobre la víctima que giran en un lapso de cinco días, ya que ella muere, justamente un domingo de ramos (y su cuerpo es descubierto días más tarde). Rosa ha sido una mujer mirada, deseada y centro de atención de mucha gente en ese lugar, por lo cual la trama mostrará una serie de eventos que el espectador deberá conectar para encontrar solución al misterio de su muerte. Los rubros técnicos están cuidados aunque la banda de sonido me pareció un poco esquemática y en particular al inicio de la historia, repetitiva. Actoralmente, el trabajo en equipo de los intérpretes es sólido, todos ofrecen su experiencia y salen bien parados de la apuesta. El problema mayor de "Domingo de ramos", sin embargo, pasa por otro lado. La simpleza de los hechos que narra y la poca fortuna de la resolución del conflicto. Si bien esto puede ser discutible (no deja de ser una impresión) , lo cierto es que la historia se presenta demasiado lenta y a pesar de que se nota el esfuerzo de crear suspenso con una variada gama de recursos (la fotografía, los tiempos, el sonido ambiental, algunos giros), lo cierto es que para ser un thriller, le falta fuerza. Hay atmósfera e intérpretes, pero no amalgaman de manera que el relato cobre vuelo y todo su potencial se transforme en acto. Los escenarios son bastante escasos para mostrar la realidad pueblerina (uno de los tópicos del film) y muchas puntas (el tema del dinero, por ejemplo), no son explotadas como se podrían. La elección de personajes y sus apariciones es discutible (hay mucho estatismo en algunos, innecesario) y en lugar de sumar al relato, a veces lo retrasan, haciendo que la película tenga una extensión que se termina sintiendo en el cuerpo. "Domingo de ramos" es recomendable solamente si seguis la trayectoria de alguno de los actores que presenta esta producción. Glusman sigue con el crédito abierto aunque no haya acertado esta vez, posee enormes condiciones para confiar en él.
Había mucha expectativa por ver el regreso a la comedia mainstream de Eddie Murphy. Tanto, que originalmente, la idea de los productores era armar una especie de "Ocean's eleven" con actores de color... Cosa que finalmente no se dio y nos apena bastante. Nos gustan los comediantes ochentosos (crecimos en esa generación viendo "48 hours" o "Beverly Hills Cop") y nos parece que hay lugar para él en la industria del cine familiar actual, género carente de gente talentosa, me atrevo a decir. Algo sucedió cuando se armó el cast (un amalgama de dentista pobre que se te cae en cuanto salís del consultorio) porque las malas elecciones potenciaron las falencias de un guión chiquito, demasiado básico para la envergadura de tipos que jugarían sus roles. Y si... sabemos que buenos libretos es lo que Hollywood necesita. En "Tower heist" esta sensación se hace presente de manera muy vívida. Los primeros cuarenta minutos son para el bostezo. Y en ellos, curiosamente, no está Murphy, quien se animó como secundario pero cedió el protagonismo a otro grande de la comedia que factura mucho pero actúa poco, el ingenioso Ben Stiller. La trama recae sobre sus hombros y debemos decir que se la toma demasiado en serio para lo que es: no es una aventura pura y esperamos reirnos, cosa que extrañamente no pasa durante mucho, mucho tiempo en la proyección. Brett Rattner (el director) no era garantía de calidad, ya lo sabemos, pero habiendo reunido un elenco potable y con dos grandes como los que encabezan debería haber hecho algo mejor. Sin dudas. La historia nos ubica en una lujosa torre en New York. Allí conoceremos a Josh (Stiller), un atento y servil (en el sentido obsesivo) manager que se encarga de que todos los inquilinos del lugar la pasen bien y tengan todo lo que necesitan. Su vida es bastante monótona y sabemos que su trabajo le lleva muchas horas, pero parece disfrutarlo, aunque mucho no se le note. En el penthouse de tamaño edificio vive Arthur Shaw (Alan Alda), un millonario de las finanzas que se dedica a la especulación y al que le va de primera. Cierto día, irrumpe el FBI en masa (encabezado por la eficiente Tea Leoni como oficial a cargo) en la torre y el universo de los empleados del lugar cambia para siempre: Shaw es denunciado por desfalco y trasciende que no tiene dinero, al parecer ha vaciado los fondos de sus cuentas. Y aquí es donde la cosa se pone peor: Josh había confiado el dinero de las jubilaciones y retiros al sujeto este, de manera que todos han sido estafados y no hay manera de recuperar esos ahorros. Luego de una serie de incidentes que no develaremos, nuestro protagonista se dará cuenta de que la única manera de acceder al fondo de reserva que el millonario tiene es robar su piso en la torre. Planeará el golpe junto a otros asalariados como él, dentro de los que se encuentran, Casey Affleck, Matthew Broderick (un ex-inquilino especialista en finanzas), Gabourey Sibide (la carismática actriz de "Precious") con la clara idea de saldar la deuda moral que tiene con su grupo. Ustedes se preguntarán... dónde entra Murphy? Como el grupo no tiene experiencia, necesitan un hombre de color que sepa robar. Y ahí aparece el hombre en cuestión: les enseñará (rudimentariamente) lo básico del oficio y de ahí en más deberán lanzarse al ruedo sin red (robar 40 millones de dólares -el botín- no parece poca cosa). Problemas que se dan en "Robo en las alturas": poca química entre los personajes, cero ingenio para generar situaciones divertidas, escasa espectacularidad en las escenas del robo (y no me hablen del desfile, piensen en el presupuesto que se maneja con este nivel de estrellas) y lento devenir de los acontecimientos. Para los fans, hay algún contrapunto entre Stiller y Murphy (dónde este último juega a homenajear aquellos roles que lo hicieron famoso en sus años mozos!) pero no alcanza para dar volumen al film. "Tower heist" es un producto fallido que seguramente podrías ver sin mayores expectativas algún sábado o domingo por la tarde en el cable. Lejos, muy lejos, de lo esperado.
Maravilla nostálgica que busca reinventarse A Jim Henson lo llevamos en el corazón. La verdad es que con toda esta cosa de revisar su legado ahora que vuelve a cobrar actualidad, se agiganta su figura a la distancia. Titiritero de profesión, el hombre demostró que podía transmitir emoción a través de marionetas hechas con materiales simples, cosa impensada en su tiempo y mucho más aún hoy en día. Los Muppets forman parte de la memoria colectiva y su éxito tiene relación directa con haber encontrado un potente mix entre el humor simple y absurdo de su troupe y la magia del mundo de fantasía que lograron crear. Los más grandes nos reíamos con su show a través de las alusiones al mundo del espectáculo que eran el fuerte del envío y lo jugoso de los contrapuntos de los personajes principales, pero los más pequeños (en aquellos tiempos) se acercaban a ellos a través de la fascinación que ejercían las marionetas en su representación mental. Fantasía pura. Amalgama perfecto. Eso sucedió entre 1976 y 1891 cuando su show los catapultó a la fama. Luego, Henson logró llevarlos a la pantalla grande en varias ocasiones e incluso también hubo especiales para la televisión. A la edad de 53 años, el hombre detrás de los Muppets, nos deja y con él, muchos pensamos que ese maravilloso universo perdería fuerza. Su sello personal ya no estaría presente y la pregunta era simple, se repetía en cada fan: podrían sus criaturas sobrevivir sin la fuerza que le imprimía su padre? Lo cierto es que más allá de lo desparejo de algunos tramos de su programa, su frescura hacía pensar que podían volver con el apoyo adecuado. En 2004, Disney decidió que era hora de incorporarlos a la factoría y cerró trato con los herederos de Henson: los Muppets pasarían a formar parte de la escudería del Nro 1 en cuestiones infantiles. Pasaron los años y ahora llega a nuestras salas el primer intento de su flamante productora de reinstalarlos en el mercado. Si bien es prematuro hacer números sobre cómo les fue en EEUU, (no tan bien como esperabamos), lo cierto es que la industria festeja su regreso con entusiasmo. El público? Bueno, ese es otro cantar... La película fue celebrada por la crítica internacional y si bien, en líneas generales, coincido con muchas de sus visiones, lo cierto es que la trama de "The Muppets" es muy básica. Lineal, sin muchas sorpresas. Arranca con una pareja de hermanos, Gary (Jason Segel) y Walter, que van creciendo juntos. Este último, en realidad, es un muppet clásico, y como tal, está medio desenfocado en el mundo humano. La verdad, son dos aparatos porque el primero intenta siempre sobreprotegerlo y eso genera situaciones entrañables y bizarras. La cosa es que, Gary tiene novia, Mary (Amy Adams) y quiere llevarla a conocer Los Angeles en su aniversario de pareja, pero no tiene mejor idea que invitar a Walter para que los acompañe en el viaje, cosa que él agradece mucho ya que su sueño es conocer el estudio donde los Muppets trabajaron en su época, ahora lugar turístico en dicha ciudad. Al llegar, se dan cuenta de que "el museo", no va muy bien. Y encima, dan con un empresario sin escrúpulos, Tex Richman (Chris Cooper) que piensa destruirlo porque cree que hay petróleo debajo de él. Según el papelerío legal, debe esperar que los dueños anteriores no reunan cierta cantidad de dinero para poder disponer del lugar, cosa que descuenta que saldrá de acuerdo a sus planes. Pero Walter, que andaba por ahí, escucha el relato y decide buscar a Kermit (René) y avisarle lo que pasa. Cuando el líder de la banda entienda la importancia de lo que hay en juego, tomará la decisión de ir a reunir al resto de sus viejos compañeros de escena y rearmar el show para venderlo a alguna cadena televisiva. Tarea nada fácil porque el tiempo ha pasado y cada uno de los Muppets está en un lugar y una circunstancia distinta... Tuve la experiencia de estar en una sala con chicos viendo la cinta (y con mi hija de 5 entre ellos), y todo el tiempo observé sus reacciones. Lo primero que debo decirles, es que si bien "The Muppets" es una película que se vende como para toda la familia, los que más la disfrutarán son los padres. La nostalgia va increscendo a medida que los personajes se van subiendo a la aventura. Hay humor pero está plagado de guiños para fanáticos y seguidores, hay más risas entre los adultos que en el público menudo y eso se vuelve visible cuando promedia el metraje, algunos chicos pierden interés. No es que no sea una película divertida, lo es, sólo que quienes vimos el show en los setenta y ochenta conocemos rasgos y fortalezas de cada integrante del grupo, por lo cual ante cada aparición, el festejo se desata, pero los chicos no logran una conexión plena con Kermit y su banda y es bueno que lo sepamos a la hora de organizar la salida al cine. Quizás si en Argentina se pasará el show de los Muppets, tanto como otros, se lograría una mayor llegada que apoyaría la llegada de esta película. Eso sí, como Disney sospechaba esto, salpicó de estrellas juveniles la cinta, llenándola de cameos de gente muy conocida para ese sector del público, Selena Gomez, Rico Rodríguez, Neil Patrick Harris (de The Smurfs), Jim Parsons...(y hubo varios como Lady Gaga que cayeron en la edición que ven en los cines). Hay otros actores de peso que no vamos a anticipar (que están muy bien, por cierto) y que aportan para intentar la conexión de los muñecos con su potencial nueva audiencia, pero quizás un guión más amplio y otro tipo de actores mucho más chicos hubiese ayudado más a ese fin. Me gustó y la disfruté mucho, a pesar de que la ví doblada. Advertencia importante, en las canciones, la película pierde mucho. Pero mucho eh! Hay frases que no riman, adaptaciones no muy felices... Quienes la vieron en inglés dicen que es el único idioma para verla. Prometo hacerlo nuevamente, solo, en alguna función nocturna. Los cuadros musicales que pueblan el film no lucen en castellano y empujan la nota hacia abajo, así que restale a la nota un punto si la vez en nuestro idioma. Lo bueno es que los Muppets están de vuelta. Y no es poco eh!