Violeta Parra es una de las figuras emblemáticas del canto latinoamericano. Chilena, artista multifacética (pintora, escultora, bordadora y ceramista), fallecida relativamente joven (a los 49 años, si mal no recuerdo), esta mujer es ícono de la cultura popular andina. Su obra ha dejado huella profunda en la memoria de su pueblo y por eso, esta era una biopic muy esperada desde el momento en que Andrés Wood, (director muy popular en aquel país), presentó su proyecto de recrear esta biografía. Para quienes no la conocen (a Violeta), su talla sería el equivalente a lo que fue para nosotros, Mercedes Sosa. Muchas de sus temas se han vuelto himnos populares (por ejemplo, “Gracias a la vida” y “Volver a los 17” ) y su trabajo de antropóloga musical reconstruyendo las canciones folklóricas tradicionales es símbolo para los estudiosos del tema. Lo cierto es que ella era una figura de proyección internacional que, por fuertes contradicciones personales, terminó su vida de manera abrupta y dolorosa para sus seguidores. Se quitó la vida tempranamente, afectada por la depresión de un amor no correspondido y su nombre se transformó en leyenda, símbolo del canto trasandino. Wood, al comenzar a esbozar lo que sería esta biopic, hizo un gran trabajo de investigación sobre la vida de Parra, pero se apoyó principalmente, en el libro homónimo de Angel, hijo de la cantautora. En él se cuenta, con bastante crudeza, el rostro poco visible de la humanidad de Violeta, las características que la hacían única, pero también sus enormes debilidades, fantasmas y pasiones más complejas, marcas visibles de una artista singular. "Violeta se fue a los cielos" no es construída linealmente como la mayoría de las películas de su especie. Juega con la temporalidad y la combinación de distintos elementos que subrayan la genialidad y la locura de la cantautora. Conoceremos su infancia (con ese padre docente que bebe de más y muestra dos facetas distintas en su rol), esos primeros años donde esta niña pobre, de rostro poceado y curtido por el sol, da pasos decididos hacia su primer gran amor: la música. Accederemos también a aquellas presentaciones que la marcaron como artista, desde su juventud (prestar atención a la escena donde ella canta a los mineros, magia pura) hasta su adultez, donde la veremos marcar tendencia en Europa (incluso convertirse en la primer expositora de América Latina que tuvo muestra personal en el museo del Louvre con sus creaciones) y enamorarse perdidamente de un músico suizo, Gilbert Favre, a la postre, creador de la legendaria banda boliviana Los Jairas, donde el hombre en cuestión tocaba la quena. Pero esto no es todo, veremos la muerte accidental de uno de sus hijos, cuando ella parte invitada a cantar a Polonia (durante su primer matrimonio) y otros momentos muy intensos como la creación de la "Universidad del Folklore", (aquella mítica carpa donde se proponía enseñar y formar músicos en la tradición más pura ubicada en "La Reina") y el memorable recital donde se insulta con el embajador enojada por el trato que recibía luego de cantar ante la selecta oligarquía chilena. Postales que se entremezclan como desordenadas en un album, y que van construyendo un retrato de Violeta que conmueve y moviliza al espectador. Aunque no la conozcan, amarán a esta mujer, por la pasión con la que vive su existencia... El director elige algunos elementos simbólicos y le da entidad mágica, pero son sólo mojones que marcan la trama, la poesía en esta construcción se hace presente desde la cuidada fotografía (esos paisajes andinos...) y una estupenda banda de sonido, con canciones que grafican y potencian muchas escenas de la historia. Claro, todo esto no podría llevarse adelante sin haber encontrado a alguien como Francisca Gavilán, actriz que sorprende por su versatilidad y compromiso físico con el personaje. Su integración es total, ella ES Violeta. Canta, y lo hace muy bien. Ama, con toda la locura y ternura posible. Su actuación es de los puntos más altos del cine sudamericano este año. Tremenda. El resto del elenco luce ajustado, pero Gavilán se roba la película de punta a punta. Muy emotiva, "Violeta se fue a los cielos" es un homenaje exacto y sentido para una figura fundamental de la música popular chilena. Este film la recuerda en su dimensión artística, pero sobre todo, humana, y lo hace con un lenguaje visual y auditivo profundo y vivo. Gran película. Sus ecos resuenan una vez que se encienden las luces de la sala (el final quizás es un poco sombrío), pero la sensación que nos queda es la de haber sido testigos de una de esas películas que los pueblos adoptan y hacen suyas en su memoria colectiva. Lo que Violeta hubiese querido para ser recordada, con seguridad...
En lo personal, después de las "Ocean's eleven", le perdí un poco el respeto a Steve Soderbergh, amé su primer gran hit ("Sexo, mentiras y video") y también valoré positivamente la larga pero intensa "Traffic", por la que ganara el Oscar como mejor director. Pero cuando empezó con la banda de amigotes famosos a rodar por Europa y a hacer films para entretenerse, dejé de ver su cine. Volví con las "Che", y tampoco me cerraron demasiado. Pero, viendo el elenco que reunió en "Contagio", no había otra opción que ir a verla. Soderbergh habitualmente se luce cuando construye historias corales. Sin dudas, tiene la habilidad para tejer y proyectar tramas en las que el peso se reparte cuidadosamente en partes iguales y todas funcionan como dedicado mecanismo de relojería. Esa capacidad es la que pone en juego al pensar “Contagio”, thriller que se presenta en salas en esta semana en Buenos Aires. Inevitablemente tendremos que conectarla con la última película importante que aborda el mismo tema, “Outbreak”, de 1995, donde el conflicto es parecido, en otro recorte temporal. Aquella “Epidemia”, que protagonizaban Dustin Hoffman, René Russo y Morgan Freeman hablaba de un virus (creo que una variante del ébola) que se expandía letalmente en EEUU y ponía en jaque al equipo epidemiológico encargado de enfrentarlo. Aquí, la cosa deja de ser regional y se pone global. Luego de haber vivido hace dos años las consecuencias del H1N1, a través del esparcimiento que hicieron los viajeros, quienes desparramaron por el mundo la gripe porcina (se acuerdan?), y haber visto en el escenario real cómo los Estados la enfrentaron, esta película abre el lente para mirar que sucedería en otra epidemia, a gran escala. en los complejos tiempos que corren, mucho más potente que la vivida… “Contagio” muestra el proceso completo de desarrollo de un virus (el MEV 1), desde su caso 0 hasta el control de la epidemia. A diferencia de las cintas que centran toda la acción en un reducido grupo de científicos que lucha contrarreloj para encontrar una vacuna y salvar vidas, en este film, la cámara del director se posará un poco a ámbos lados del mostrador, caracterizando tanto a funcionarios del área de salud, como a sujetos normales atravesados por la amenaza. Habrá, como es esperable, un numeroso equipo de trabajo para abordar la emergencia y la contención, que contará entre sus filas a médicos y epidemiólogas (Lauren Fishbourne, Kate Winslet, Marion Cotillard) quienes se dispersarán por el mundo a fin de conseguir la información necesaria para detener la enfermedad. Contarles cómo trabaja la historia sería complejo, porque son varios nodos que se van ramificando y muchos se relacionan entre sí. Pero sí les digo, es una película que vale la pena ver. Dentro de los roles de la gente que sufre (directa o indirectamente) la epidemia, aparecen Gwyneth Paltrow (figura importante al que siempre se vuelve a lo largo de la historia, con flashback que aportan datos importantes) y Matt Damon (su esposo, quien sufre pérdidas importantes y representa a la población sana). Por otra parte, Jude Law (famoso blogger anti-sistema) se une a la banda para hacer ruido y advertir al mundo de la peligrosidad de la industria farmacológica, al mismo nivel que la epidemia misma. Una cosa que me llamó la atención viendo “Contagio” es el registro que elige para narrar un tema tan movilizante. Uno no puede despegarse de la paranoia vivida durante la gripe A en nuestro país (Argentina), por lo que quizás, muchos de ustedes esperen una catarata de saqueos, violencia callejera, clima explosivo (las cifras de infectados y muertos van aumentando acorde al avance de los días)… Y no. Soderbergh elige un guión (de Scott Z Burns, autor de la última “Bourne”) que utiliza toda su energía en mostrar la convicción de un grupo humano al servicio de la lucha común, en pos de contener la situación. Si bien hay un coqueteo con detenerse en la discusión acerca del negocio que significaría la producción a escala de la vacuna, lo cierto es que no es una línea que se desarrolle mucho. Aquí la mirada está puesta en la acción de cada miembro del equipo y cómo encara la tarea en una situación crítica. No hay estridencias, sino un prolijo desarrollo metódico que va registrando, a modo de diario, como avanza el proceso global de la enfermedad y la lucha individual y colectiva para mitigar sus efectos. Hay mucha humanidad en la cinta y si bien no hay tiempo material para profundizar en los conflictos y motivaciones personales de cada persona de este relato, lo cierto es que el pantallazo que nos da, nos ubica en contexto y le permite a cada personaje aportar a la historia material necesario para sostener la trama. Esto va tejiendo una red sólida que hace que el relato transcurra lineal, efectivo y sin necesidad de apelar a grandes escenas de destrucción y tragedia. No esperaba eso y me gustó como lo pensaron. Los rubros técnicos, impecables y el montaje, exacto. Las actuaciones, breves (a Kate Winslet filmar su participación le tomó 10 días), correctas, dentro de lo esperable para la categoría del cast. “Contagio”, en definitiva, corporiza una de las peores amenazas que la humanidad podría enfrentar a la hora de luchar por la supervivencia. En ese sentido, cumple con el objetivo de contar una buena historia coral sobre sujetos que hacen primar su sentido de bien común por sobre sus subjetividades. Auspiciosa cinta de un gran Soderbergh que amenaza dejar de filmar, justo en un momento en que debería continuar esta línea. Vale la pena dejarse contagiar por esta película, les va a gusar si disfrutan del buen cine.
A ver. Seamos sensatos. No vamos a esperar que si los productores convocan a Paul W.S.Anderson a recrear el clásico de Alexander Dumas, vamos a ver algo alejado a filosofía a la hora de hacer cine. El director de la famosa saga (inspirada en los videojuegos de Capcom) “Resident Evil”, no iba a plantear un film muy ajeno a lo que mejor lo distingue en la industria: cine de acción y aventuras, muy bien coreografiado, tecnológico y dinámico, en el que el guión siempre parece subordinado a la imagen. Ahora, desde ese marco, me parece honesta su apuesta, pruristas del género entonces, de movida les decimos: abstenerse. Si quieren ver una adaptación seria de esta obra, vayan a buscar en los videoclubes. Aquí, Anderson traerá una propuesta ligera, de ritmo trepidante, dirigida al público joven. Lejos de formas que lo emparenten con las mejores versiones históricas de este título, él prefiere tomar como libre referencia a los personajes y crear un poderoso mundo de fantasía para contar una historia que se apoya en el despliegue visual, a la hora de mostrar su mejor rostro. Yo creo que haciendo esta salvedad, “The three musketeers” es un producto interesante. Básicamente es entretenido. Eso, no se le puede negar. El universo recreado por el guión del hábil Andrew Davis (de la saga “Bridget Jones”) y Alex Litvak (con menos experiencia, pero condiciones) nos transporta a aquellos lejanos días en que las relaciones entre Francia e Inglaterra, no eran de las mejores. Más bien, todo lo contrario. Ya deben conocer la historia (hay que decir que la trama respeta la intriga política de la obra original), un grupo de tres mosqueteros al servicio del rey, alejados de su trabajo por cuestiones políticas. La llegada de un joven llamado D’Artagnan (en este caso, Logan Lerman, ideal para este tipo de roles), hijo de un campesino otrora guerrero que quiere encontrar su destino en París, los conovoca a una serie de situaciones que profundizan su enfrentamiento con el Cardenal Richelieu (Christopher Waltz, villano por naturaleza), consejero real, por un lado y también con el británico Buckingham (Orlando Bloom), quien representa las aspiraciones piratas para anexar territorio galo a sus dominios. Además, habrá una mujer, Milady de Winter (Milla Jovovich) quien tejerá una intriga política que podría desatar una guerra si no es detenida a tiempo. Los tres mosqueteros, Athos (Matthew Macfyden), Porthos (Ray Stevenson) y Aramis (Luke Evans), son un grupo de elite de nuestros días. Dominan el manejo de armas y tienen la fortaleza de ser un equipo aceitado para difíciles misiones. Cuando integran a D’Artagnan a sus filas, todo se hace más fácil. Y para el espectador, más divertido. No estoy muy convencido que importe mucho la dirección del relato (quiero ser sincero, ya sabemos que tipo de película vinimos a ver), sino como se desarrollan las escenas de acción y cómo se recrea este novedoso escenario donde ellos juegan su historia. Ese es uno de los temas controversiales de esta versión. “Los tres mosqueteros” presentan maquinarias de avanzada y diseños futuristas que no se condicen con la época en que se desarrolla la trama. Eso, a alguna gente puede molestarle. Si quieren tener una imagen mental de cómo lo abordan, piensen en “La liga de hombres extraordinarios”, y se darán cuenta de lo que quiero decir. Hay mucha tecnología desplegada que hace que parezca que el film se desnaturaliza todo el tiempo. Pero no. Es una adaptación. Y la hace Paul W.S.Anderson. Nunca se olviden de eso. No es que está fuera de registro, es intencional y en esta construcción prima la intención de entretener y enriquecer la historia con elementos fantásticos. No está mal. Si bien a veces parece desprolijo, el tono del film lo permite. Abundan las coreografías tipo Matrix (aunque no tan exageradas, hay mucho florete), hay un incesante bombardeo de combates de todo tipo (naval-aéreo incluso!), alguna misión submarina (!),…hace falta decir algo más??? Es intensa, no tiene profundidad, cero quimica el cast pero… insisto, divierte. Y acerca a las nuevas generaciones a un mundo (el de la obra de Dumas) al que seguramente si no estuviera presentado en este formato, jamás accederían. Para mí aprueba, nada del otro mundo (incluso el 3D hasta me parece innecesario), pero si sólo quieren entretenerse un rato, es una alternativa válida, atendiendo a las observaciones antes mencionadas.
Ya saben, sólo mirando el afiche promocional de “The change-up”, que es otro exponente de la Nueva Comedia Americana. Género en auge furioso globalmente (“The hangover 2” –exponente clásico en su segunda entrega -destruyó la taquilla y lo consagró como el de mayor rentabilidad del sistema) línea mimada de la industria por su barato costo de producción, posee seguidores y detractores en igual medida. Es, seguramente, una cuestión de gusto personal. Busquen en notas anteriores cómo abordamos y ejemplificamos los paradigmas de este tipo de productos (la nombrada “Qué paso ayer 2”: “Hall Pass”, “Bad teacher”, “Bridemaids”, etc) y entenderán sus cánones y formato con claridad. Comedias agresivas desde lo visual, escatológicas, poblados de sujetos de mediana edad (30/ 40 generalmente) frustrados económica o amorosamente que son empujados a vivir una aventura (o desafío) para el que no están preparados. Por ahí va la cosa. Ahora si, dicho esto, podemos comenzar a desgranar “The change-up”. Su director, hombre del palo, es David Dobkin, quien viene de una carrera irregular y su mayor hit fue “Wedding crashers”, nada demasiado auspicioso, aunque ha metido mano en varias comedias emblemáticas de este tipo en otros roles. En el cast, Ryan Reynolds... del que este año no hay buenos antecedentes. De “Green Lantern” para acá, el hombre bajó mucho su reputación (que desde "Buried" venía en alza). Nada prometía mucho. Pero fuimos. Y el cine es como la vida, a veces, cuando nada parece sorprenderte, lo hace. Nos reímos mucho y la pasamos bien. Tanto, que estamos tentados de decirles que es la mejor del año en este rubro (NCA)… “Si fuera yo” es una comedia de cambio de roles. Hay muchas que el cable repite, pero la que más me gusta es “Freaky Friday” (la debo nombrar porque es la favorita de mi familia, lejos), la estructura, en todas, es bastante lineal. A saber, dos desean estar en la piel del otro (porque creen que su vida apesta), el cambio se produce, tienen que enfrentar rutinas opuestas a lo que siempre hacen, valoran la experiencia, aprenden, y pasado un tiempo, regresan a su viejo envase corporal. Así funcionan. Esta, no es la excepción. Dave (Jason Bateman) es un prestigioso abogado de una gran firma. Vive en una casa preciosa, tiene una mujer bellísima y tres hermosos hijos. Es un workaholic. Y a pesar de que le va muy bien, es un sujeto insatisfecho: su vida es bastante exigente. Su mejor amigo, Mitch (Reynolds), es, todo lo contrario. Es actor porno, no tiene pareja estable, vive en un departamento mugroso y desordenado y el tiempo le sobra para hacer lo que quiere, eso si: todo el mundo le reclama que nunca termina nada, cosa absolutamente cierta. Cierto día, estos dos amigos (que se ven poco, pero se quieren mucho) van a ver un partido de béisbol a un bar y beben demasiado, al salir, buscan descargar la enorme cantidad de cerveza que bebieron y lo hacen en una fuente que está enfrente del mismo. Mientras viven ese momento de relax, al unísono (luego de contarse las frustraciones de su vida diaria), gritan un pedido de auxilio: quieren ser el otro. A la mañana siguiente, el hecho se transforma en cruda realidad. Hay que decir que el desarrollo de la acción es bastante lineal, sí. Lo rico es cómo se la aborda. Dave es un típico hombre casado que al ser padre de familia tiene que ocuparse de muchas cosas que son complicadas de resolver (cambiar a los bebés a las 3 de la mañana, soportar el malhumor y los reclamos de su esposa, dar el 120% en su trabajo para poder pagar la hipoteca de la casa y sostener el nivel de vida, etc…) por lo que cuando ocupe el cuerpo de Mitch, su universo desaparecerá y deberá enfrentar la vida, desde otro lugar. Por su parte, este último es un inmaduro que nunca se tomó nada demasiado en serio y tendrá que hacerse cargo de la pesada rutina de una abogado exitoso y reconocido, sin tener la más pálida idea de cómo hacerlo. La película tiene mucha acidez (la visión del guión sobre los dos mundos en los que ámbos están inmersos es muy rica), algunos desnudos en tono humorístico, muchos gags fuertes desde lo visual (no aptos para estómagos sensibles) y un ritmo trepidante. “The change-up” posee además, un atributo interesante, no se queda en la superficialidad del cambio en sí, sino que descompone la psicología de sus personajes y los presenta, humanos, queribles y seres plásticos al aprendizaje. Estao dispara la conexión con el público, logrando una empatía total con la película. Claro, se logra con un sólido trabajo de los protagonistas, quienes representan con soltura, dos roles distintos a los que nos tienen acostumbrados (sus registros terminan siendo opuestos, de playboy a hombre respetable y viceversa) y lo hacen bien. Hay mucha química en el cast con un gran trabajo de las dos secundarias de peso en la historia, las bellísimas Leslie Mann (la esposa de uno de los directores top de la NCA, Judd Apatow!!) y Olivia Wilde (a quien viéramos hace poco en “Cowboys & Aliens”) quienes le aportan el toque justo de romance que la historia necesita. Ni mucho, ni poco. La cantidad exacta. Seguramente si están casados, o viven con alguien, “Si fuera yo”, les va a encantar. El film es un derrotero de lugares comunes que desde afuera se ven como felices pero que no parecen serlo cuando uno es protagonista central desde dentro de la historia. Si son solteros, es una buena oportunidad para explorar el mundo del matrimonio y celebrar la libertad en su máxima expresión. Divertida, cálida y con buen tempo. Una comedia muy interesante, probablemente, la mejor de este tipo en este año en curso. Distinguida y crédito abierto para Dobkin y nuestro amigo Reynolds, enhorabuena.
Supongo que esta es la historia que a Rodolfo Walsh le hubiese gustado contar. Esa es la impresión que tengo al abandonar la sala donde vi “Eva de la Argentina”. Modelo de escritor y periodista, este hombre ha servido de inspiración a miles de jóvenes del medio desde su desaparición física en 1977. Su nombre es símbolo de convicción y compromiso con la investigación a la hora de alumbrar la verdad de los hechos. Por eso, cuando la directora y colega, María Seoane, decide ubicarlo como narrador de esta historia (aunque sea un personaje animado) marca a fuego el destino de su película: este narrador cobrará tanta altura como la narración misma. Periodista y ahora mujer detrás de las cámaras, ella elige potenciar la trama de su biopic con una figura de peso para asegurar nuestra atención: no es cualquier sujeto el que hablará de Eva, sino el más talentoso periodista de su generación. Atención entonces, el objeto de trabajo y análisis (nada menos) de Rodolfo Walsh (aunque sea ficcionado aquí hay muchos elementos extraídos del relato “Esa mujer” y otros artículos que abonan su pensamiento sobre el tema). Seoane se juega por compilar sus percepciones acerca de la vida de esta crucial mujer y darle el privilegio a su maestro (Walsh, sin dudas) de ser el narrador de la misma. “Eva de la Argentina” es una película que combina diferentes técnicas de montaje para contar la historia de una de las mujeres más controversiales de nuestra Argentina, pero su gran fuerza reside en el carisma de estas dos figuras que la definen.. A través de una integración de cómic (inspirados en dibujos del gran Francisco Solano López), imágenes de archivo, fotos, videos y audios, la directora reconstruye algunos aspectos centrales en la vida de la gran líder de masas. Desde su lucha por salir de la miseria, en aquel pueblo chico que le marcaba su condición de hija natural, hasta su llegada al poder de la mano de su amante, el joven coronel Juan Domingo Perón, cuando éste arribaba a la Presidencia a mediados de la década del 40’. Y más: el relato trabaja sobre Eva viva pero también se zambulle decididamente a contarnos que sucedió con su cuerpo una vez que el justicialismo es proscripto (después de 1955), en una intriga que reafirma la fuerza de aquella mujer para modificar destinos e influir en conductas hasta después de muerta. Debo decir que el guión de la directora, en equipo con Carlos Castro y Graciela Maglie llama la atención. Presentan los eventos con claridad, haciendo hincapié en pequeños detalles que muestran que son conocedores veteranos del paño que transitan. Durante toda la extensión del relato, proponen líneas de reflexión para sumergirse en la trama política de los eventos que se sucedieron vertiginosamente en la vida de Eva Perón. La presencia de Walsh, a quien le costó mucho tiempo “ser y sentirse” peronista, la ayuda mucho: quienes conocemos la historia (y su fusilamiento por parte de los militares en una emboscada callejera) no podemos más que aplaudir su inclusión: Eva, como él, han sido personas que nos han abandonado antes de tiempo pero han dejado una marca en nuestra historia como país. Volviendo a la cinta, la misma tiene una gran conducción de arte y sonido que sobresalen dentro de la media nacional. No es usual ver aspectos técnicos tan cuidados y tan bien ensamblados en una construcción fílmica que se presenta novedosa, original. Su estética, rara al principio, va tomando forma a medida que avanza el metraje y el conjunto luce ensamblado y con una supervisión hecha y derecha. No hay nada parecido a esta biografía (por el recurso de montaje y la integración de diferentes elementos) en la historia de nuestro cine y ya por eso, esta producción merecería tener mayor difusión de la que seguramente tendrá. Desde lo que se ve, publicitariamente del film, quizás a alguno le parecería que esta es una biografía de Eva en dibujos animados y nada más. Error. Hay que alejarse de esa definición simple, tendenciosa y superficial. Es un ejercicio cinematográfico de alto valor por su irrupción en un escenario (las películas acerca de Eva) conocido con una técnica destacada y una narrativa equilibrada. Sólo se le puede observar que cierto ir y venir en la historia (eso de interrumpir en cierto momento, irse al futuro a ver el destino del cadáver y regresar para retomar) puede que no sea una buena idea así como otros detalles (tal vez el cierre podría tener más imágenes de archivo y no ser tan bucólica) menores, no empañan el resultado final. Distinguida y esperada llegada de la ópera prima de Seone a nuestras salas. No se dejen engañar (incluso si su ideología no rescata a Eva como debiera) por su envase ideológico (que lo tiene, seguro), veanla como un registro fílmico que rompe las estructuras y se muestra innovador y potente, rescatando dos
Hace dos semanas había visto la versión / variación japonesa de “Paranormal Activity 2” (0, según los números de sus distribuidores locales) y no tenía muchas ganas de entrar a la sala a ver esta tercera entrega, de ninguna manera. Sin embargo, cuando me fui acercando a mi butaca, noté que el clima era bastante distinto al esperado y que la gente vivía este estreno como una auténtica fiesta. Hey! No será mucho?! No, para nada. Lo entiendo en otro tipo de sagas, pero no en esta (creo que la temática es sombría y más contenida que otras de su especie). Eso, hasta hoy. Creo que esta “PA 3”, elige un registro distinto para contar su historia y le inyecta sangre nueva a la moribunda franquicia (creativamente hablando) de manera que la misma se fortalece y promete más entregas a corto plazo. Para empezar, hay que saber que esta película es ochentosa. Muy ochentosa. De hecho, el material grabado que sustenta la acción está ambientado en 1988 y aparece en formato VHS simulado, lo que le da un look muy retro que le queda bien a la luz de los nuevos ajustes del guión. Para empezar, esta vez, entendemos que el dispositivo presentado (la camarita fija y los numeritos que marcan las horas de espera hasta que algo interesante pase) está optimizado. Es decir, hay más cámaras (ya veremos porqué) y un encuadre más flexible que permite abordar, por primera vez, el humor en esta saga. Elemento central en esta entrega que le da fuerza y naturalidad a un proyecto que parecía estar quedandose sin nafta. El combustible, esta vez, viene por establecer una sutil complicidad con la audiencia a través de guiños, humor negro, bromas pesadas y sexo inconcluso. Sí, esta vez, ellos serán ojos cómplices, más que frías máquinas de grabar. Lo cual, se celebra, y mucho. Esta vez son responsables de la realización dos tipos que vienen del documentalismo, Henry Joost y Ariel Schulman, con un sólo título a cuestas ("Catfish") y el apoyo del guionista de la anterior, Christopher B Landon basado en los personajes creados por Oren Peli. Un mix, entre gente que ya transitó el escenario y otra que busca aportarle ideas nuevas. La historia continúa la vida de las hermanitas Kristy (Sprague Grayden) y Katie (Idem Featherston, a quienes conocemo de sobra. Bue, no tanto. La primera (la más chica), está embarazada y Kristy le trae unas cajas de las que quiere deshacerse. Están llenas de cosas, entre ellas, un montón de cintas viejas, en un soporte… viejo (el glorioso VHS). Cuando el marido de Katie consiga una videoreproductora, comenzará a ver la primera de las esas grabaciones, que datan del año 1988. En aquellos años, las chicas vivían con su madre, Julie (Lauren Bittener) y su novio, Dennis (Christopher Nicholas Smith). Están viviendo en una casa nueva y les va bien. Si bien a la madre de Julie no le gusta mucho Dennis (piensa que es un vago porque vive de filmar y editar bodas), todo anda bien en la familia hasta que las chicas (en especial la más pequeña) comienza a sentir la presencia de una entidad oscura en el hogar. Como Dennis es hombre de oficio en el tema y gran parte de los problemas se dan a la noche, él decide sembrar de cámaras la casa para registrar el movimiento familiar. Grande será la sorpresa de la familia cuando confirme que algo anda realmente mal y que las estrategias para afrontarlo no serán simples ni efectivas para evitarlo… Hay que señalar que la historia, básicamente siempre es la misma. No vamos a pedir que de un vuelco a esta altura. Es un falso “found footage” (cintas encontradas) que plantea la presencia de espíritus alterando la vida de una familia en una casa. Eso está. Donde “Paranormal Activity” innova es en la manera de conectarse con el público. Deja de lado ese clima “solemne” de cámara fija y aburrida y ajusta el lente para que los miembros del grupo interactúen naturalmente y se ofrezcan más cercanos a la audiencia. Se juegan bromas, diálogos delirantes, aparece por primera vez la intimidad, en definitiva, predomina la ironía en muchas escenas, y la sala no contiene la respiración cuando las puertas de un armario se abren súbitamente: al contrario, se rién y mucho… Todos estos cambios hacen la película más amena para quienes no captan y viven el espíritu de la saga. En ese sentido, hay como una apuesta a buscar atraer otro público, el que no es fanático del terror pero sí le gusta pasar un buen momento y divertirse. Hacia allí apuntan las armas. Quedarse tranquilos fans de la franquicia, todo está en orden, la esencia no se modificó. Mutó. Incorporó otra faceta y apuesta a seguir creciendo (en capítulos). Si sos fanas del género, ir advertidos que no asusta tanto como quizás, las anteriores (y no sólo porque la idea se agotó, sino por la dirección del nuevo guión). En cambio, si no viste las anteriores, esta es la ideal para comenzar: es divertida, fácilmente digerible y tiene un poco de todo. Entretiene. Toda una novedad para la saga.
Hace poco leía en alguna revista del medio (creo que en el último número de "Haciendo Cine", pero no puedo asegurarlo), que los directores argentinos de esta camada nueva (un poco posterior al NCA puro y duro), crecieron viendo Hollywood y sus comedias y que esa influencia terminó por filtrarse en sus primeros proyectos al salir a la arena. Ya saben que a nuestra idiosincracia, siempre le cayó mejor el drama costumbrista. Es ahí donde cosechó los mejores resultados en festivales internacionales y nuestro cine marcó diferencias cuando abordaron (aunque sea lateralmente) el tema de los desaparecidos y el gobierno militar posterior al golpe de Estado en 1976. Es extraño, y saludable, que vayamos saliendo de los dramas y los actores grandes (en edad, digo) protagonizándolos. Me parece saludable que haya sangre nueva que mire y respete al cine comercial, industrial y lo considere vehículo de sus ideas fílmicas. Que quede claro, yo amo el cine. Me engancho con las pochocleras (aunque no me llevo el balde a la sala, prefiero algo más liviano) si me atrae la temática y también la exótica esa (europea, asiática, africana, etc...) que se exhibe en DVD en salas de treinta butacas y que no junta más de 200 espectadores en su única semana de exhibición. Si está bien hecho, lo disfruto y no etiqueto por su procedencia. Por eso, me pone de buen humor que intentemos abrir una veta en el mercado nacional que tenga comedias, de cualquier tipo... Si son románticas, mejor. Creo que tienen una universalidad atrayente y está bien que construyamos en esa dirección. Se hace camino al andar. Así que "Solos en la ciudad", suma. Antes de entrar a la sala, yo sé que la voy a respetar y valorar por el esfuerzo que significó pensarla siquiera. Me puse en manos de Diego Corsini (director y guionista) y me entregué a su relato. Florencia (Sabrina Garciarena) es una abogada relativamente formal que siente que va llegando la hora de encarar objetivos más significativos con su pareja, Santiago (Felipe Colombo). A la salida de una fiesta, los encontramos mirando el río, relajados, felices,... pero no. Algo no anda y en un ratito, ellos se encargan de dinamitar la escena: piensan y sienten distinto sobre los proyectos comunes y eso hace que planteen separarse. El tema central de la cinta es obviamente, recorrer sus historias individuales en las cuales cada uno desde su subjetividad, hará un replanteo forzoso de sus necesidades y posibilidades a la hora de cambiar o volver a apostar por el otro. Cada uno tiene una fauna de amigotes, conocidos y ex que van a opinar sobre el tema, algunos de buena onda y otros con intenciones de obtener réditos de la cuestión. Habrá situaciones divertidas, que principalmente le van a suceder a Santiago y algunas interesantes discusiones sobre la soledad, el amor y la pareja traídas y recreadas por los secundarios, entre los que se destacan Catherine Fulop (Mariela, una vecina de las necesarias cuando uno entra en crisis) y Mario Pasik, quien se luce como el padre de Florencia (tiene las mejores líneas y aporta mucha claridad en pequeñas dosis). ¿Es entonces "Solos en la ciudad" una propuesta sólida y redonda? No, definitivamente. La pareja parece desbalanceada, mientras Garciarena es muy carismática y parece haber nacido para este género (es linda y luce natural siempre), a Colombo se le nota cierta confusión en la construcción de su personaje. Está bien que el libro le marca cierto perfil que potencia este aspecto, pero se lo ve... desconcertado y no es sólo por la crisis que atraviesa en la trama, sino nos da la impresión de que le cuesta afirmarse en su rol. Le reconocemos su voluntad (se luce en los momentos divertidos) pero le falta para estar a la altura de su compañera de cartel. Más allá de eso, creo que donde el film falla es en la creación de esa magia o atmósfera que tienen las grandes comedias románticas donde la platea contiene la respiración ante cada vaivén que acerca o aleja a los protagonistas de su unión definitiva. Quiero decir, no generan esa conexión profunda (perdón pero es así!) que justifica el derrotero que hacen. Quizás sea la falta de química o la manera en que se describen las emociones (y no se viven). Lo cierto es que no logramos identificarnos con ellos a pesar de que deberían ser personajes cercanos a nuestra realidad. Eso resta. Corsini tiene condiciones y seguramente capitalizará mucha experiencia de este trabajo, así que estoy seguro que sabremos pronto de él y sus nuevos proyectos. "Solos en la ciudad" es despareja pero honesta. Es de los films que se dejan ver, pero de los que esperabamos más.
Estaba muy entusiasmado con ver "Killer elite". No se si fue por la hábil campaña marketinera o por ver juntos al poderoso trío conformado por Jason Statham, Clive Owen y Robert De Niro, pero lo cierto es que nos anotamos en la línea de largada para ver que ofrecía el primer largo de Gary McKendry. Este nor-irlandés fue nominado al Oscar por un corto de acción ambientado en su tierra natal llamado "Everything in this country must" allá por 2005 y curiosamente llamado para esta producción a pesar de su escasa experiencia. Gran responsabilidad. Cuando comienza el film, nos dicen que la trama está basada en un caso real. Esto, de alguna manera, condiciona en algunos aspectos "Killer elite"; porque si bien la misma está basada en el libro de 1991 "The feather men", lo cierto es que no la sigue taxativamente. El libro enfoca con más detalle la intriga política (y su línea temporal es mayor) y esto, si bien aparece en su versión fílmica, está subordinado al despliegue visual que debe tener una producción de acción de este nivel. O sea, se podría haber pensando en un thriller político denso, pero no. La apuesta sería la de siempre: hacer una buena historia de acción con tres actores taquilleros, de diferentes perfiles y ver que alquimia saldría de esa alianza. Ya saben, si se llama "Killer elite", todo gira sobre asesinatos. Profesionales que saben hacer bien su trabajo eh!! Hay veces que uno siente que ya dio todo lo que podía dar y quiere dejar la actividad que sustenta sus días. Nos pasa a muchos (a mí, por ejemplo!), y también, a Danny (Statham), quien a pesar de ser un elemento joven y eficaz , a los diez minutos de iniciada la cinta ya está pidiendo el retiro voluntario. Participa de uno de esos atentados típicos de su trabajo, (hacer crema a alguien pordinero) pero se detiene cuando en medio del operativo, ve a un menor junto a su víctima y pone en riesgo la operación. Primera señal: Danny puede ser externamente duro, pero es un tierno en el fondo. Su compañero de actividad y mentor es Hunter (Robert De Niro), quien luego de presenciar lo sucedido, apoya la decisión de su discípulo, él debe irse. Pero... si eso fuera así, no habría película. Pasa un tiempito (no mucho) y nuestro protagonista recibe una carta donde le dicen que su ex maestro está preso y que debe viajar a un lejano país para negociar su liberación con un jeque de Omán. El tipo se está muriendo pero quiere venganza de quienes él dice, mataron a uno de sus hijos. Y le dice que le pagará buen dinero (6 millones de la verde moneda) si cumple la tarea asignada. Y de paso, se lleva el paquete completo salvando a Hunter, quién permanece guardado bajo vigilancia. Danny armará un equipo de gente jodida (que hace mucho contraste con su manera de operar en el campo) y comenzará su tarea de exterminio. Eso si, todo con la modalidad "que parezca un accidente". Cuándo aparece Clive Owen? Más adelante, cuando sus soldaditos comienzan a morirse (casualmente los asesinados son sus hombres encubiertos) y él, agente del servicio secreto, comienza a montar una contraofensiva para detener la tarea que Danny hace con tanto esmero. El resto, bueno, ya lo descubrirán. Me llamó la atención el modo superficial con el que se encaró el dibujo de los personajes. Muy esquemáticos, toscos, básicos. Ni recuerdo los nombres de uno y otro equipo...por algo será. Lo central aquí son, como siempre, las tomas de acción, hechas con competentes coreografías y buen ritmo. Hay explosiones, persecusiones, bueno, todo el menú al que podés acceder cuando los estudios hacen una peli de este tipo y ponen a Jason Statham (solvente como siempre) a la cabeza del mismo. Si siento que esta elección de subordinar la trama visible (que potencialmente es interesante, este juego de asesinos manejados políticamente) y construir con esmero el marco violento, focalizando en la acción, le hace perder puntos a una idea que podría haber sido mejor, mucho mejor. De Niro hace poco y luce desperdiciado y Owen (de quien recordé mucho "Shoot them up" aquí) cumple, pero no dignifica. El film transcurre como una cinta interesante para los fanáticos del género (cumple) pero termina lejos de las expectativas generadas durante su producción. Partiendo de ese libro, el guión podría haber tomado una dirección interesante y no apostar a más de lo que siempre vemos en las salas. Otra vez será.
"Marti dupa cracium" (Aquel martes después de navidad): Sensatez y sentimiento El cine rumano viene en ascenso. Está bien, no tiene la masividad de llegada de otras geografías (al menos en nuestro país) como la italiana o la francesa, pero poco a poco y merced a un interesante puñado de títulos ("La muerte del señor Lazarescu", "Cómo celebré el fin del mundo"; "4 meses, tres semanas...", etc) va haciendose un lugar para desembarcar en nuestro país. Esta cinta en particular, venía precedida por críticas favorables desde su salida internacional (en 2010), por lo que me dispuse a comprobar "in situ" si "Marti dupa cracium" estaba a la altura de las antes nombradas. Lo primero que me sorprendió fue la manera que eligió Radu Muntean (su director) para manejar una sistemática economía de cuadros. La película no debe tener más de veinte planos y muchos de ellos se extienden por una larga cantidad de minutos. La estética del film coquetea con el naturalismo rabioso (aquel donde los tiempos se hacen eternos y la contemplación es el ariete de punta), pero logra esquivar esa etiqueta merced a un excelente y ajustado guión (también realizado por este cineasta junto a Razvan Radulescu y Alexandru Baciu) y una solvente conducción de intérpretes. El trío protagónico (en una película donde hay muy pocos secundarios) sostiene con gran intensidad sus roles y le dan a "Aquel martes después de navidad", un brillo que pocas veces se ve en historias de este tipo. La trama es bastante simple. Tenemos a un burgués corriente (arquetipo de la sociedad rumana de hoy), que cede a la tentación de ser infiel. Paul (Mimi Branescu) hombre casado y muy establecido, está viviendo un intenso romance con una dentista mucho más joven que él, Raluca (María Popistasu). Se conocieron cuando ella atendió a su hija de nueve años y desde allí (unos cuantos meses) sostienen una relación que parece sólida, de amantes y compañeros de ruta. Ella es consciente de su rol y a pesar de verse apesadumbrada por compartir a Paul, trata de sobrellevar el día a día como puede. La esposa engañada, Adriana (Mirela Oprisor) no sabe de la situación y se muestra como la contrafigura desafiante (pero no con estridencias) que salvaguarda la unidad familiar: es organizada, metódica y confía en su esposo. Todo parece ir por los carriles habituales de un triángulo amoroso hasta que Paul decide que la cuestión se ha vuelto insostenible y toma una decisión drástica: enfrentar a su mujer con la verdad y plantearle lo que siente por Raluca. "Aquel martes después de navidad" dura 99 complejos minutos, en los cuáles hay dos construcciones opuestas, la pasión y la complicidad de Paul y Raluca, viviendo su romance a escondidas y el desgaste que eso les genera,; y la firmeza y convicción de Adriana, representante cabal de la estabilidad y lo formal, relacionándose siempre de manera fría y mecánica con él,... hasta que se entera de la verdad. Ahí los roles cambian (ya veremos porqué) y la película dinamita todos los puentes en un final muy rico desde el punto de vista argumental, abierto (en cierta medida) pero claro y frontal (que se dará en la fecha que presenta el título). Nadie se guarda nada (cinematográficamente), todo está ahí para ser abordado. Muntean no toma partido por ninguna posición (les debo advertir), sino que ubica su cámara con oficio y dota de líneas consistentes a cada contraparte, para que luzcan reales y promuevan debates internos en el espectador. Hay una cuidada fotografía y una construcción de escenarios ligada a lo teatral, pero confiable y luminosa. "Marti dupa cracium" es una pequeña nueva joya del cine rumano. Un deleite para los amantes del género dramático y los degustadores del naturalismo más puro y duro. No estoy seguro de que a todos les guste (la temática también es bastante más empática para la gente que tiene más de treinta, hay que reconocerlo), pero sí de sus sólidos valores que la destacan de la cartelera hoy en día. Gran película. Agradable sorpresa y una buena incorporación de Radu Muntean a mi lista de directores favoritos. No perdérsela.
Creí amando "Top cat", de hecho, mi gatito (que cumple un año de vida en estas horas), se llama "Benito", en homenaje al inocente compañero de Don Gato en aquellos días donde Hanna -Barbera dominaban al mundo desde sus cartoons. Si, ya se. Esta serie nunca fue un éxito en Estados Unidos (creo que a esta altura deben saberlo), y después de unos pocos capítulos, perdió fuerza y fue archivada (creo que sólo se hicieron 30) en el gran país del norte. Sin embargo, México (especialmente) la adoptó y la hizo propia, repitiéndola muchas veces y generando un extraño fenómeno de popularidad que los volvió masivos en esas tierras. Después hubo algunas historietas (del 61 al 73, en inglés y algunas menos en castellano) pero la verdad es que se transformaron en objeto de culto. Hay que tener en cuenta que el país azteca es la cuna de los doblajes para América Latina, así que esa base jugaría a la hora de pensar en reflotarla.