Mentiras verdaderas La crítica internacional le ha caído fuerte a Jim Sheridan por este proyecto. Es cierto, a él no le gustó el corte final, pidió que retiraran su nombre de los créditos y eso... encendió varias luces de alarma... Hay que decirlo: no lo culpo. A veces uno revisa sus actos y descubre que no están a la altura de la circunstancias. Algo así debe haber pasado con "Dream house", pero no hay que olvidarse que el irlandés es un gran cineasta ("My left foot", "In the name of the father", "The boxer", etc) y si bien viene perdiendo el norte (o mejor dicho, haberlo encontrado en Hollywood es su problema), siempre le damos crédito para equivocarse, como en este caso. Si fue 6 veces nominado al Oscar, algo sabe. Puede que este sea un film mediocre, pero le damos la derecha porque creemos que puede reever su trayectoria cercana (es saludable que haya querido borrar su nombre de esta cinta, habla de cierto registro de su trabajo) y volver a activar eso que tenía y que parece haberse ido. "Detrás de las paredes" logra unir a tres actores talentosos y llevar a Sheridan a bucear en el terreno "thriller psicologico (con toques de terror y suspenso)", que no es precisamente su fuerte. Algo le pasó (sin dudas) porque creyó que el guión de David Loucka valia la pena, cuando a todas luces necesitaba varias vueltas de tuerca y mucho, mucho más horno. Este chico de pobres antecedentes (solo recuerdo con algo de interés "Borderline") tomó varias ideas de diferentes fuentes y armó algo rudimentario y previsible ¿no era demasiado pedirle un libreto acorde al cast que se tenía en mente? El mayor problema de "Dream house", es la falta de definición en su planteo (qué es?) y la desajustada y plana narración que despeja todo interés, promediando la cinta. Viendola, me parecía estar en presencia de un borrador de la historia, como si muchas ideas que circulaban podían explotar en direcciones interesantes y terminaban yendo a ningún lado, oscureciendo a intérpretes con oficio quienes terminan totalmente desperdiciados y sin posibilidad de lucimiento. Todo comienza cuando Will Attenton (Daniel Craig) decide dejar su trabajo. Está cansado de pasar tiempo lejos de su famiia y decide retirarse a los suburbios, donde vive con su esposa Libby (Rachel Weisz) y desde allí, programar un libro nuevo (trabaja en una editorial). La casa es una adquisición familiar reciente (parece) y la feliz pareja vive con sus dos pequeñas hijas, una vida normal. Pero algo extraño comienza a suceder noche a noche, ruidos, objetos extraños y personas que acechan van generando intranquilidad en Will y Libby. Pronto, ellos descubrirán que en la casa en la que viven, hubo asesinatos y algo de esos fantasmas parece que siguen presentes tratando de decir algo a los nuevos habitantes. Cerca de ellos, su vecina Ann (Naomi Wattts) intentará ayudar a que Will arme las piezas del rompecabezas en que parece haberse transformado su vida. Lo que sea que haya pasado allí, regresará con fuerza a saldar cuentas con los responsables... "Dream house" tiene influencias de "The Shining", "The Sixth Sense", "The others", "Shutter Island", etc etc... Tiene tantas, que termina por no decidir su rumbo y toma algunos principios de cada una, generando una extraña sensación en la platea: no importa cuanta energía ponga el trío central, no sabemos cuál es la idea que subyace detrás de las cámaras. Desconcierta, por momentos. Craig y Weisz (se casaron en la vida real luego de este trabajo), componen una creíble pareja que se quiere, pero la pobreza del guión no los ayuda a transmitir esa desesperación necesaria cuando la mano viene cambiada y mal; Watts acompaña con su veteranía (de hacer suspenso sabe mucho), aunque tampoco alcanza voltaje en su rol, cuando más se la requiere: en suma, el talento y las condiciones previas no alcanzan si el propósito y los medios para lograrlo no son claros. Retomo mi concepto inicial y sigo apoyando a Sheridan, (porque amo el irlandés con hielo, además) quien se puede equivocar (quién no lo ha hecho y quién no lo volverá a hacer?) como cualquier hijo de vecino. "Detrás de las paredes" suma otro film errático a su lista americana, pero recordemos que en cualquier momento, él viejo Jim puede sorprendernos con otra obra maestra. Eso esperamos. "Dream house", paso en falso y llamada de atención para un grande.
La arquitectura del amor 2.0 Muchas de las ideas mostradas en el laurado corto del mismo nombre de 2005, Gustavo Taretto las recrea y profundiza en ésta, su ópera prima. El film en cuestión pareciera ser una comedia romántica, pero detrás de esa etiqueta hay una estampa que remite a un cine de experimentación más centrado en lo literario, que pareciera regocijarse en los planos y reflejarse en las fotografías grises que propone de nuestra amada Buenos Aires. Podremos decir muchas cosas de "Medianeras", lo que no vamos a negarle a Taretto es que es original. Su inicio, con su ampulosa y lírica descripción de la arquitectura porteña y las complejas condiciones de vida e interacción que dichos edificios provocan en sus habitantes, desconcierta un poco al espectador. Lo desestructura, para ponerle palabras claras. La protagonista femenina es arquitecta, y en ella se apoya el guión del mismo director para poner en palabras buenos textos reflexivos sobre los lugares donde vivimos los habitantes de esta urbe. Es más, se permite descarnadamente informarnos que nuestras deficientes condiciones de vida, muchas veces se debe a la naturaleza de los espacios que habitamos y a la forma que tienen los escenarios donde nos movemos. Podemos estar o no de acuerdo, pero si le aceptamos que "encuadra" su historia bien el hombre. Mariana (Pilar Lopez de Ayala) es una joven a la deriva. Recién separada, nos la presentan viviendo en un pequeño departamento de la calle Santa Fe. Es, como ya dijimos, una mujer de estructuras duras, ejem ejem, (arquitecta) pero una que no ejerce la profesión: nunca pudo construir nada (ni siquiera, en sus palabras, apuntalar su ya pasada relación). Hace de vidrierista y profesa una extraña relación con los maniquíes que la rodean en el trabajo, y el hogar... Marín (Javier Drolas) vendría a ser una especie de nerd, pero depre. También vive solo, aislado. Sufre de ataques de pánico, va al psicólogo, se medica mucho y es medio paranoico. Es un buen tipo, como Mariana, pero parece que no sabe moverse en el mundo exterior, el que todos vivimos. Domina la informática (es diseñador web) pero sufre su soledad y viene de un fracaso amoroso que le dejó huella. Su ex novia se fue al exterior con la promesa de volver, nunca regresó y le dejó un caniche a cargo, que es su mascota oficial. Los dos están MUY solos. No tienen amigos (ojo a ese detalle), sus familias brillan por su ausencia y Taretto subraya mucho este aspecto, cosa discutible pero, en cierto punto, entendible... Ambos intentan salir adelante con sus enormes limitaciones y abrirse hacia el afuera para buscar el amor que tanto se les niega en esta etapa de su vida. La película es muy 2.0, hay mucha información (innecesaria, en mi opinión), sobre cómo funcionan los mecanismos actuales para conocer gente y vincularse en este mundo posmoderno. A los protagonistas les va mal, como en toda comedia romántica que se precia de tal. El tema es que en "Medianeras" nunca me reí, porque tiene un registro pseudo documental, reflexivo que le da un tono... solemne? que desnaturaliza el devenir de la historia. Hay muchas imágenes de ellos solos, extensas que no creo que aporten el ritmo que una película así necesite. Respeto la visión del director, pero como público, la siento demasiado hablada desde la voz en off (esta que describe la arquitectura y las características de Buenos Aires) y poco diálectica en la de los protagonistas. Cuando ellos logran ponerle palabras a lo que les sucede, el film brilla, pero eso, no pasa todo el tiempo. Hay secundarios que amagan volverse importantes (Inés Efrón, Rafael Ferro, Carla Peterson) y quedan ahí, sin relieve. Creo que la manera en que se estructuró la narración es personal y en ese recorte, "Medianeras" alterna momentos muy buenos con otros casi anodinos. Hay un buen trabajo desde lo musical y una cuidada química en estos dos grandes actores que son López de Ayala y Drolas. Se vuelven queribles y ellos dos solitos sostienen el metraje por la poderosa empatía que movilizan en nosotros. Nos venden muy bien su soledad y desde la butaca remamos con ellos buscando la salvadora orilla que significa encontrarse con la buscada alma gemela, que es la imagen central del film. "Medianeras" es un correcto film hecho por gente talentosa que elige un registro y una manera de contar su historia, que lo aleja de la masividad deseada por los productores. Taretto sabe mucho de este tema y si bien no acordamos con la arquitectura de esta propuesta, si apoyamos su arriesgada visión y su convicción en lo que quiso transmitir. Estreno nacional que profundiza la consolidación de nuevos y prometedores cineastas.
Fábula sobre el amor inmaterial Me extrañó que se estrenara "El extraño caso de Angélica" en nuestro país. Sabían ustedes que su director, Manoel De Oliveira es, con 103 años, el director más longevo en actividad del mundo. Increíble no? El portugués es una eminencia en el mundo del cine. Ha hecho más de 50 películas y ha ganado muchos premios internacionales por su trabajo, siendo reconocido globalmente por su estilo de encuadre fijo, conducción de actores definida hacia lo poco natural y distingida elegancia para la edición y el montaje. Nos llega entonces de este cineasta un trabajo del año 2010 (él ahora está en preproducción de un film llamado "Igreja do diabo") que invita al espectador a jugar con la imaginación y dejarse sumergir en un amor de ensueño, más precisamente en una relación entre un humano, y un fantasma. Han habido muchos ejemplos en la historia del cine sobre este tipo de vínculos, por lo que sentíamos ávida curiosidad de ver cómo De Oliveira articulaba su historia y a decir verdad, más allá de algunos desniveles narrativos y cierto exceso de artificiosidad en las interpretaciones, debemos afirmar que nos pareció una aceptable propuesta para corazones abiertos a lo sobrenatural y espectadores permeables a vivir experiencias paranormales románticas (!) Qué fuerte es el amor... Eso pensaba mientras las primeras secuencias me traían a Isaac (Ricardo Trepa), un fotógrafo judío (sefaradí, para más detalles) quien, convocado por los dueños de un hotel rico debe fotografiar a una joven que ha muerto repentinamente. Recuerdo que esta era una costumbre habitual (retratar a los muertos) a principios de siglo, hoy en desuso para muchos de los que habitamos este mundo posmoderno. La cosa es que la fallecida, una mujer muy bella de nombre Angélica (Pilar López de Ayala), se nos presenta vestida con su traje de novia, recostada en un diván y con una sonrisa dibujada en su rostro. A pesar de lo tensa de la situación (hay un grupo de personas presenciando esta sesión fotográfica), Isaac trata de hacer su trabajo, pero cuando enfoca la cámara, la difunta abre sus ojos y le devuelve la mirada. Sí, Angélica puede estar muerta, desde lo físico, pero su espíritu está aún entre su gente, inquieto y con la fuerza de aquella juventud que no alcanzó para esquivar a la fría Parca. Isaac, de quien sabemos poco (demasiado para mi gusto), se enamorará perdidamente de la difunta. Y ella, desde el plano en el que está, hará lo imposible por volverse tangible, generando situaciones simpáticas e inusuales que el director resolverá siempre con soltura, impidiéndo que el film caiga en un sinsentido narrativo y ajustándolo a su objetivo primario: hablar del amor, desde su sentido no terrenal, sino espiritual. El muchacho, conmovido por lo que le sucede, se aisla del mundo, su cámara registra otra dimensión y su mirada parece extraviada. Muere de amor y su elegida, es inmaterial, pero no se puede decir que no existe. Como fondo de la historia, veremos las transformaciones laborales y el cambio de las actividades del hombre, la influencia de lo económico sobre ese lugar pero... Lo que se subraya, en mi opinión, es la ratificación de la legitimidad del sentimiento, más allá de lo material. "El extraño caso de Angélica" no deja lugar para finales previsibles, sino que empuja hacia una definición bucólica y original, ciento por ciento De Oliveria. Movilizante. Hay mucha belleza en el paisaje y un gran trabajo de la fotografía a lo largo del film. Es intimista, prolijo y luminoso, pero además, deja traslucir su cálida esencia desde el primer minuto de proyección. No es de las películas que a nuestro público le atraen masivamente, pero como curiosidad en nuestra cartelera, merece una oportunidad. Es una muestra viva del talento de un director longevo al que esperamos disfrutar un tiempo más en este plano terrenal. No saldrán defraudados de la sala.
20 años no es nada... Había leído sobre el caso en que está basado esta película (hay un artículo muy interesante en inglés sobre el tema:http://truthinjustice.org/ken-waters.htm) y la verdad es que es impactante la duración y complejidad del mismo. "Conviction" es una película que nos presenta un hecho real acerca de la lucha judicial de una mujer corriente (Betty Anne Waters) de escasos recursos materiales, para demostrar la inocencia de su hermano, condenado nada menos que por asesinato. La historia es fuerte, se inicia con la muerte de Katharina Brow en 1980 y se cierra en 2001 con la revisión del caso, aunque pocos meses después, Kenneth Waters (el injustamente imputado hombre en cuestión) caería de un muro y encontraría la muerte accidentalmente. Extraña cosa la vida no? Bueno, volviendo esta producción, debemos decir que el tema sobre el que gira es movilizante y que era una inmejorable oportunidad para que Hillary Swank volviera a dejar alto su listón, luego de productos decididamente mediocres ("The resident", sin ir más lejos). Dirigida por Tony Goldwyn (se acuerdan del rival de Patrick Swayze en "Ghost"? ese mismo!), actor devenido en cinesasta, "Justicia final" se estructura apoyando todo su peso narrativo en la figura de sus dos protagonistas: Betty (Swank) y Kenneth (Sam Rockwell). Su relación a lo largo de los años y el afecto que se prodigaban es lo central en el film. Es cierto que el despliegue más visible es el del personaje de Swank, (es la que está afuera y se ve un proceso más dinámico en su derrotero) pero Rockwell no se queda atrás y como siempre, se muestra un actor de jerarquía, versátil y que se luce en el encuadre que más lo favorece, el drama. Betty sabe que su hermano es un tipo difícil. La ley lo busca siempre y él, hace lo posible por llamar su atención. No es malo, pero sabemos que su perfil da para generarse problemas, solito. Una ex novia de Ken muere en feas circunstancias (mutilada, un horror de crimen la verdad) y hay varios elementos que lo ligan al crimen. No sabemos muy bien (hábil manejo de la situación) si él cometió o no el hecho, pero si sabemos que la policía se la tiene jurada y que un culpable se necesita. Si bien logra zafar de la primera acusación, a los dos años de la muerte de Katharina, la cuestión se reabre y él cae preso. De ahí, juicio y condena. Su hermana está convencida de la inocencia de Ken. Nunca duda de la misma y es tanta su frustración cuando va descubriendo lo sola que está y los pocos medios materiales que tiene para enfrentar el proceso judicial y una re apertura del caso, que decide entrar a la Universidad y estudiar derecho. Sólo por el hecho de asistir a su hermano y demostrar su falta de mérito en el tema. A lo largo de toda la película veremos los problemas a los que Betty tendrá que enfrentarse para lograr justicia para su hermano. Cosa que sabemos complicada. Es más, en nuestro país tenemos un condenado por crímenes que no cometió (hay contundentes pruebas que demuestran que no fue responsable de los hechos), que también busca la revisión de su caso. Hablamos de Fernando Carrera, sonado caso argentino que sigue aún sin resolverse, (visiten http://es-es.facebook.com/pages/Justicia-para-Fernando-Carrera/136001626276?sk=info y vean el documental "El Rati Horror Show" de Enrique Piñeyro para interiorizarse de los fundamentos sin sentido, equivocaciones y encubrimientos que se dan en ese proceso ). La justicia es lenta y está viciada de manejos burocráticos que conspiran contra resoluciones ejecutivas en las que tiene que reconocer su error. Volviendo a "Conviction", es un drama de escritorio bien contado con intensas actuaciones de su elenco, entre los que también destacamos la solvencia de algunos secundarios que vuelven al ruedo después de un largo ostracismo (Juliette Lewis, por ejemplo) y la correcta fotografía y maquillaje, necesarios para retratar el pasaje del tiempo en la vida de los protagonistas. Una buena alternativa en cartelera si les atrae este tipo de cine.
Japón hace ahora remakes? Cuando me dijeron que iba a tener estreno comercial en Argentina, me sorprendí. No creo que conozcan la historia, pero en realidad, esta "Paranômaru akutibiti: Dai-2-shô - Tokyo Night" es algo así como la segunda parte (transcurriría después de la primera, en forma paralela a la homónima del mismo número americana) de la archiconocida "Actividad paranormal". No se porqué (bah, en realidad, si, parece obvio), pero parece que los productores del J-Horror japonés vieron la veta tomando la idea de la original y compraron los derechos para hacer su versión aunque no entiendo muy bien porque no hicieron una remake directa de la 1. El público nipón ama el género, por lo cual era lógico que tuvieran una audiencia potencial deseosa de recibirla, máxime contada en su idioma y ambientada en su tierra (aunque dice Tokio podría ser San Telmo porque no hay ningún rasgo visible de la ciudad, todo es encierro claustrofóbico). Decíamos entonces que los sucesos que aquí se narran, vienen a desprenderse, de alguna manera, de los primeros y tienen una pequeña conexión que se ve promediando la trama, detalle forzado que busca unir las narraciones aunque no tengan mucho que ver (y a nadie le importe demasiado). Perdón, si tienen que ver. Está el sello de la franquicia y muchos de los elementos que la hicieron popular. Hagamos memoria: economía mínima de recursos técnicos y humanos (dos protagonistas), largas secuencias donde nada sucede (esos relojitos que avanzan con la hora no andan bien!), guiones endebles y muy buen sonido. Eh! Algo tienen! Creo que en un buen cine (con un Dolby que se precie), es el lugar ideal para verlas. Gran parte de lo que transmite pasa por lo auditivo. No voy a describir el porqué del éxito de la saga, sólo puedo afirmar que aportó originalidad a un género que necesita como el aire, renovación e ideas nuevas. Si bien la premisa de filmar en mano, con estructura casera y ambientación oscura no era nueva ("The Blair Witch Project", no?), lo cierto es que toda esta cosa de la casa, los espíritus, las puertas que se abren y cierran abruptamente y alguna aparición misteriosa, sorprendieron en su momento (2007). Cuando la ví en ese tiempo, me llamó la atención esa cosa de sugestión colectiva que genera, donde todos sabemos que algo malo va a pasar, pero no sabemos cuando ni porqué. Eso, sumado a una edición cuidada en cuanto al audio y el montaje, hicieron la magia de volverla un éxito inesperado. Digo esto, porque "Paranormal Activity 0" (ejem ejem!) es idéntica a su predecedora y no aporta casi nada novedoso. Así que si les interesa este tipo de cine, limitado y cuya premisa central es sólo asustar a través de la ambientación, puede que merezca su atención. Si ya no les gustaron las anteriores (están las dos primeras y en unas semanas se estrena la tercera, versiones americanas todas), ni hablar de acercarse a esta. No hay mucho que decir del argumento. Hay dos hermanos en una casa. Koichi (Aoi Nakamura) y Haruka (Noriko Aoyama). Esta última (miren que es delgada y con una larga cabellera negra, les suena alguna referencia a "The grudge" y similares?) ha regresado de San Diego de un viaje estudiantil de intercambio y está lisiada, producto de un accidente automovilístico en el extranjero. Los dos jóvenes, viven con su padre, pero él viaja frecuentemente y no está en casa seguido. Al principio los hombres se turnan para cuidar a Haruka, pero luego Koichi queda solo con ella y deberá asistirla ya que ella está en recuperación con sus piernas quebradas. Ya imaginarán como sigue. De noche, algo extraño comienza a pasar y ámbos acordarán grabar en video lo que sucede, para tratar de develar qué sucede. Eso es todo. Tiene, sin embargo, un par de elementos que podrían interesar a los fans de la saga. Por momentos, la grabación nocturna se da en dos cuartos (de ámbos hermanos) compartiendo pantalla. Y como elemento a favor de esta "PA: Tokyo Night", llama la atención el cierre, que abandona el tono monocorde del desarrollo y le pone algo de vuelo (dentro de lo rudimentario de su narración) e interés a la conclusión de la historia, de manera que difiere, (de alguna manera) de los finales habituales de la trilogía y da la nota, pero dentro de un panorama esperable. Exclusiva para amantes de las anteriores, mientras esperan la tercera en unos días. El resto, deberían dejarla pasar.
Robo Rocky Caí en la sala casi sin información de prensa. Son días complicados y también, porqué no, tengo una postura nueva (vaya a saber uno porqué) de desprenderme de la gacetillas y disfrutar (o sufrir) lo que veo, dandole la chance a la película que me sorprenda desde cero con sus nobles armas. Para bien o para mal. Cuando me terminé de acomodar en la butaca, miré el reloj y dije "lo que tengan que hacer, háganlo pronto". Y así fue, "Real Steel" se presentó frente a mí como una de esas películas que mirás con desconfianza pero que a medida que van pasando los minutos te dibujan una sonrisa en el rostro y te ganan por puntos. Era difícil a priori pensar en un producto comercial apuntado a chicos y adolescentes que dejara satisfecha a la audiencia adulta. Ese supongo era el desafío mayor para el equipo encargado de motorizar la historia y hay que reconocer que lograron apuntalar un producto que llama la atención por lo sólido que se muestra a pesar de su frágil envoltorio exterior (peleas de robots?). No obstante tener un metraje importante, "Gigantes de acero" logra atrapar desde el inicio mismo a la audiencia y a pesar de sufrir algunos desniveles narrativos en algunos tramos (demasiada ruta para mi gusto), el conjunto final luce bastante alentador. Bajo la supervisión de los magos Spielberg y Zemekis (producen), todo se hace fácil (parece). Es tan cierto como que un director, Shawn Levi, quien viene de hacer productos decididamente mediocres (excepto la primera "A night at the Museum"), cobre vuelo y termine redondeando una de sus mejores películas (y eso que lleva más de una veintena): "Real Steel" es atractiva, intensa y cien por ciento empática. Los estudios llevaban un tiempo largo trabajando en el proyecto (sobre una historia corta del famoso escritor de ciencia ficción Richard Matheson del año 1956) pero la preproducción se demoraba y la idea amenaza cajonearse por tiempo indefinido. Dreamworks incluso dudaba del mismo, hasta que luego de algunas conversaciones, firmó Hugh Jackman para el protagónico y rápidamente despejó todas las dudas con sus primeros ensayos. Si bien esta es una película que en apariencia habla de peleas entre máquinas, no es "Transformers" ni nada que se le parezca, aquí el factor humano era muy importante por lo cual el cast debería ser confiable para sostener semejante historia... Charlie Kenton (Jackman) es un ex-boxeador sin rumbo. Corre el año 2020 y parece ser que el deporte ha cambiado de protagonistas. Ya no se estila la pelea entre humanos y los combates son ahora entre robots. En ese escenario extraño (cuesta imaginarlo no?), Charlie vaga de ciudad en ciudad armando y desarmando guerreros metálicos para que peleen en todo tipo de antros pueblerinos. Hay un mercado interesante si sabés hacer bien las cosas (cada lucha ganada es dinero fresco), pero él, no hace bien los deberes y destruye sus chances de salir del pozo todo el tiempo. Tapado de deudas, cierto día recibe una citación judicial. La madre de su hijo (a la que no ve hace por lo menos una década), ha fallecido y él, según la ley de Texas, debe decidir sobre la custodia de la criatura que ambos tuvieron. De hacerse cargo, ni hablar. El chico en cuestión es Max (Dakota Goyo) y por una jugarreta del destino deberá pasar el verano junto a su padre, ese desconocido al que no vio nunca y al que le cuesta bastante relacionarse con la gente. Juntos, empezarán a vincularse mientras Max se adentrará en el mundo de los robots y los peleas con gran entusiasmo ya es un gran jugador de videojuegos y conoce bastante del tema. Buscando partes usadas en un depóstio, ámbos darán con Atom, un viejo prototipo para entrenamiento, quien será se convertirá en la nueva promesa del RoboBoxing americano, una vez que Charlie y Max sintonicen la misma frecuencia. De ahí, al estrellato (léase transmisión central de ESPN Sports!). Ah, la ex novia de Charlie, Bailey (Evangeline Lilly) sigue de cerca la evolución de la relación y se asombrará con los movimientos que el chico genera en su flamante padre-por-un-verano. Si, es cierto. "Real Steel" está llena de golpes bajos (el abandono del niño, el saber que estás haciendo las cosas mal pero no podés evitarlas, los actos mezquinos, etc), pero no son centrales en la trama. Están ahí para que los personajes tengan humanidad y la cinta sea una historia de redención y descubrimiento creíble. Las líneas invisibles que se trazan en esa red son muy ricas y conmueven a la platea: no sólo hay química, sino hay sentido de direccionalidad. Sabemos a dónde vamos. Las piezas encajan y el film avanza a paso firme. El aspecto técnico también está en un alto punto. Usando animatronics y cuidandose mucho del CGI, la cinta luce clara y bien fotografiada. Las coreografías de combates están encuadradas con precisión y el climax se presenta intenso y ajustado. El evento central de la noche de cierre parece extraído de Rocky Balboa, pero está bien, le hace bastante justicia al recuerdo. En síntesis, una muy buena película. Engaña un poco tanto metal y chatarra en sus trailers, pero confíen en que "Real Steel" garantizará entretenimiento del bueno para todos aquellos que decidan verla. Sorprendentemente buena.
Lo tomás o lo dejás No se si viene al caso (o si, todo tiene que ver con todo), pero en varios grupos de críticos de los que participo, el debate sobre "The tree of life" era... encendido. Vehemente. Profundo. Tanto, que sin ver la película, me intrigó ir desgranando lo que ellos pensaban sobre este trabajo de Terrence Malick y fue tanta la catarata de opinones encontradas que me encontré soñando sobre "El árbol de la vida", sin haberlo visto... De más está decir que esperé verla en sala, y cuando salí, todas esas palabras de mis colegas y amigos volvieron a mi mente, cobrando sentido de manera mágica. Todos tenían razón. ¿Todos tenían razón? Sí, en cierta manera. Esta es una de esas películas que aparecen cada tanto, que marcan épocas y que no son fáciles de "digerir". Alcanzan la estatura de arte en estado puro y exceden lo que un crítico de cine puede decir de ellas. "The tree of life" no puede ser aprehendida como una película corriente. Porque de hecho, es, en mi visión, un tratado filosófico sobre la vida y el origen y destino del universo, en la óptica de un director que parece convencido de que hacer cine es maravillar y conmover a través de la imagen y el sonido. No hay "entretenimiento" aquí, sino un abordaje semiótico con signos muy personales sobre lo que el mundo y los vínculos humanos, representan para Malick. Por ende, si no van abiertos (desde los sentidos y desde la mente) a lo que él propone, mejor eviten esta película. Los abrumará y cansará, saldrán enojados con los periodistas especializados que la elevan a la categoría de "imprescindibles" y se sentirán...frustrados, tontos (por no entenderla, o ver sus valores) y con la sensación de que perdieron más de dos horas de su vida. Ese es otro punto. La crítica, bien intencionada, te dice que "The tree of life" es magistral. Y si vos no la entendés así, y te parece lo peor, pareciera que sos un "outsider" o... no tenés cultura cinéfila. Llegué para rescatarte. No te sientas mal si te pasó ir a verla y sentirte mal por no comprender su esencia. Es arte. Y no todos (ME INCLUYO) estamos preparados para degustarlo. Muchas veces me pasa ir a una galería a ver alguna exposición y mirar ciertas obras sin saber cuál es la intención de su realización. Y ver que se paran dos personas al lado mío y hablan de ella, como si estuviéramos frente a un objeto único y singular, me angustia mal... Me digo: "Por qué ellos ven lo que YO NO puedo?". Siempre me dicen, tienen cualidades para la percepción de ciertos aspectos e indicadores, para las cuales yo no estoy preparado. No estoy listo, o directamente (a veces), no me interesan. Terrence Malick es un artista grosso. Y su árbol es frondoso, grueso, poético y de a ratos, follaje puro para los iniciados. Ahora sí, dicho todo, te cuento de que va en pocas líneas. "El árbol de la vida" arranca con la historia de un duelo. Una pareja (Brad Pitt y Jessica Chastain) ya siendo adultos maduros, pierden a su hijo trágicamente. Jack (Sean Penn), su único hermano, rememora entonces a la distancia, su infancia en un vecindario de Texas, durante la década del 50', haciendo foco en la relación con su padre y las emociones que esa etapa despertó en él. Partiendo de esta plataforma, Malick se lanza sin red a explorar su concepción sobre el cosmos, las relaciones familiares, la armonía espiritual y la magia del amor. Todo eso, en bucólicos 138 minutos que dejan sin aliento a cualquier distraído que haya osado sentarse a verla sin saber de qué se trata. Podría escribir horas sobre las relaciones de esta cinta con otros clásicos de igual tamaño, pero prefiero dejar que ustedes decidan, si están preparados para vivir la experiencia, o prescindir de ella. No me parece justo para los lectores recomendar "The tree of life" sin conocerlos (es increíble, pero creo que es asi), porque sería invitarlos a una ceremonia para la cual no estoy seguro de que quieran participar. No empujemos a la gente a verla, porque no todos la valoraran como lo que es, arte, y pasarán, realmente, un mal momento. Bueno, uno aburrido, con seguridad. Es de las películas que más difícil encontré de evaluar en mucho tiempo. Puede ser un 10, o un 2. "The tree of life" es un hecho sensorial y puro que no merece tener un señalamiento númerico (excede la escala), pero tampoco hay que dejar de destacar que puede ser muy árida y densa para quienes buscan solo pasarla bien en una sala. Verla significa subirse al debate. Saludamos a los valientes que se le animan. El juego, como la vida, están abiertos al debate.
El regreso del cimerio más famoso La verdad es que era muy chico cuando Arnold Schwarzenegger hizo sus dos "Conan" (1982 y 1984) y no las recuerdo con exactitud. Las ví, pero no deben haber sido gran cosa, porque no las retengo en mi recuerdo inmediato (si a muchas otras del austríaco), por lo que no puedo opinar sobre la controversia establecida acerca de si esta nueva versión supera (o iguala) al original. "Conan, the barbarian" trae una fuerte apuesta de los grandes estudios por darle millaje a Jason Momoa (el frontman de la serie de HBO, "Game of Thrones") y proponerlo como héroe de acción y aventuras. Desgraciadamente, esta cinta ofrece un pobre espectáculo al espectador en todo sentido (incluso la vimos en 3D) y muchas de las expectativas sobre el renacimiento de la saga, parecen quedar truncas a la luz de las discretas cifras del box office global en estos primeros días de exhibición. Ya todos sabemos que Marcus Nispel (el director) es convocado para recrear material probado. Se especializa en cine de terror (hizo remakes de "Friday the 13th","Texas Chainsaw Massacre" y "Frankestein evolution", por ejemplo) y viene del mundo de los videoclips y documentales relacionados con la música, ha trabajado para George Michael, The B-52's y Billy Joel, entre otros. Es un hombre que sabe este Nispel. Digo, tenía buenos números al momento de su designación y venía de hacer "Pathfinder", film sobre vikingos y tribus en un clima oscuro y mágico, por lo que se presentaba ideal para la tarea de hacer renacer a Conan de sus cenizas... Sin embargo, el trío de guionistas encargados (T. Dean Donnelly, J.Oppeheimer y S.Hood) no tuvo la fibra necesaria para establecer en su libreto un abordaje narrativo de interés (de alguna manera, clásico) y sólo bosquejó superficialmente el escenario y los rasgos básicos de los protagonistas de la historia. A ver, quiero decir, el interés del equipo que la escribió parece haber estado en subrayar el marco donde se juega la trama (los campos de batalla, los arquetipos de los guerreros, alguna referencia étnica), descuidando la premisa central de hacer una historia entretenida. "Conan the barbarian" es una sucesión de combates sin dirección cuyo único fin parece ser satisfacer a los fanáticos del género acción, sin importarle cómo y porqué lo hace. La vida cimeria es dura. Desde pequeños, los hombres se entrenan para el combate. Conan, hijo de Corin (Ron Perlman), desde muy joven se destaca por su frialdad y precisión en el arte de matar. Nacido en el medio de una batalla, parece corporizar el espíritu guerrero de su tribu. Cierto día, un jefe de clan rival, Khalar Zym (Stephen Lang) llega al poblado dispuesto a arrasar a sus rivales: busca los componentes de una máscara antigua que podría darle poder ilimitado (el de un Dios, según sus palabras) y no se detendrá ante nadie para volverla a armar. Sus piezas estaban diseminadas por varias regiones pero él junto a su hija, la joven hechicera Marique (Rose McGowan) van uniendo parte por parte en pos de invocar el poder oscuro que la misma otorgaría al que la reconstruyera. Conan (ya sabemos, Momoa) verá como matan a su padre y aniquilan a su gente. Escapará y jurará venganza y la vida, se la traerá, muchos años más tarde cuando Khalar Zym busque la poseedora de la sangre original de la tribu Acheron para completar el ritual y de con Tamara (Rachel Nichols), el último paso para investir de poder a la máscara en cuestión. El problema de la cinta es que Momoa se toma demasiado en serio su primitivismo y su interpretación es casi, inexistente. Pelea, lucha, grita, salta, corre. Desenfunda su espada, golpea, mata, huye. Esto sucede cada... ¿diez minutos? Bueno, si. "Conan" es palo y a la bolsa. No importa mucho lo que cuenta, porque casi que es fondo, la figura la ocupa el combate y la mutilación, la sangre y la batalla. Nada más. Está bien que los cimerios hayan sido bárbaros pero, ¿esto es un documental del History Channel? No, esto es cine. Y queremos buenas historias, bien contadas y atrayentes. Nada de eso hay aquí. Pobre regreso del guerrero Conan. ¡Como será, que hasta añoro a Scharwenegger casi sin recordarlo!
Sutil melodrama francés sobre las pasiones prohibidas Siempre el cine francés se destacó al contar historias de amantes, sexo y espacios claustrofóbicos. Ese típico rasgo galo se recrea en este, el tercer largo de la actriz y directora, Zabout Breitman, “Je L’aimais”, producción del 2009 que llega a nuestras salas a partir de hoy. Guión adaptado de una novela del mismo nombre (de Anna Gavalda, de principios de la década pasada), esta historia sobre amores frustrados y confesiones íntimas ofrece una aguda mirada sobre la infidelidad y el peso de las decisiones familiares a la que hay que prestar atención. Sí, es cierto, “La quise tanto” tiene la cadencia y el tempo clásico de los exponentes de este género. Es cine bien fotografiado y con todos los clichés que ya conocemos (silencios, saltos narrativos, espacios cerrados, cuerpos entregados a la pasión desenfrenada, etc) pero con un desarrollo que incorpora un poderoso ingrediente: el arrepentimiento en su estado más regresivo, material que merece algún tipo de análisis de parte del espectador curioso. En los primeros minutos, se nos presenta en marco donde se recreará la historia. Pierre (Daniel Auteuil) es un sesentón triste que por decisión de su esposa (creemos) lleva a su nuera, Chloe (Florence Loiret Caille) a una suerte de retiro espiritual. No, a decir verdad, ella ha sido abandonada. Es madre de dos niños y su marido es el hijo de Pierre. De lo poco que sabemos al principio, entendemos que él la dejó por una amante. Alejados de la gran ciudad, solos, angustiados (por distintas o por las mismas razones) y desconcertados, su relación en este lugar es lacónica, hasta que cierta noche, Pierre sentirá la necesidad de contarle a Chloe acerca de cómo conoció al amor de su vida, Mathilde ( Marie Joseé-Croze). De ahí en más, nos subiremos a la historia romántica de estos amantes, desde su primer encuentro en Hong Kong hasta la feroz encrucijada que significaba terminar su matrimonio y vivir un nuevo comienzo junto a la mujer que le cambió la existencia. Daniel Auteuil hace un gran trabajo. Piensen que por un lado, lo vemos joven, intenso, vehemente, audaz (por lo menos para mentir y hacerse lugares en su agenda para encontrarse con Mathilda); en cambio en el presente, al que volvemos en algunos cortos tramos, se transforma en un sujeto quebrado, frustrado e infeliz. No sólo desde lo físico difieren, sino desde lo emocional. Y los dos roles están en un cuidado registro. Breitman aboga por una dualidad en Pierre que su protagonista construye con solvencia. El film no se queda en la descripción de una pasión clandestina, como muchos esperan. Encara un desarrollo donde reflexiona sobre las elecciones en contextos complejos. Un hombre encuentra accidentalmente a una mujer en un tiempo equivocado y se enfrenta a una crucial decisión que marcará el resto de su vida: ¿Cuántas veces sentimos que alguien nos llega en un momento inoportuno, antes de lo esperado… o demasiado tarde? Auteuil es un hombre débil (o fuerte? ) que logra vivir esa relación transgresora y sobrevivir a ella, sin dinamitar su consolidado matrimonio. Claro, el precio que paga por ello es el andamiaje de la trama. En ese sentido, hay una dualidad equilibrada en la composición del veterano intérprete que conmueve y afecta a la platea. Joseé-Croze, su pareja en la ficción, es todo lo que uno hombre desea y sabe transmitirlo a la perfección: su Mathilda respira pasión, desenfreno, entrega y sensualidad. Ambos caen, pero la caída de Pierre es lo medular en “La quise tanto”. No digo que sea una película totalmente satisfactoria. Pero le reconozco más que una cuidada realización y química en la pareja central. Siento que la composición del escenario cruel que deben afrontar los protagonistas tiene un relieve interesante: las elecciones pueden están hechas (bueno, no todas, Chloe aún está a tiempo de torcer su destino no?) pero la profundidad de estos surcos aún no ha cerrado y su poderosa reflexión (y moraleja, tal vez), no. “Je L’aimais” puede parecer superficial a simple vista, pero no se dejen engañar por su bella fotografía y atmósfera sensual, hay mucho más en ella que merece ser descubierto, sin prejuicios.
Desenfunda tu mente Hay que decir que uno tiene las mejores referencias de Juan Minujín, lo sabíamos actor ( "Un año sin amor" y "Sofacama", por ejemplo), y escritor ("Guacho", corto del 2007, también relacionado con esta producción), ha llegado entonces el momento de ver al hombre también, detrás de las cámaras. "Vaquero", es su primer largo y deja mucha tela para cortar. Supongo que cuando uno ve cine, se predispone a dejarse llevar por sus sentidos y formar parte del juego al que se invita desde la pantalla. No digo que sea el único mecanismo vincular, pero creo que es el que prevalece. "Vaquero" se presenta como una tormenta de ideas a gran velocidad (en una buscada estrategia) que se propone impactar al público, mostrando la cara "políticamente incorrecta" de un actor en ascenso y su complejo derrotero en busca de llegar a las grandes ligas donde se juega lo masivo, el éxito. El problema es que nuestra percepción, pasados los momentos iniciales, el "bombardeo" se estabiliza, y a lo largo del film nunca llegamos a reconocer al film como una unidad, sino como la suma de eficaces elementos (los diálogos, la fotografía, etc) bien resueltos que corporizan un conjunto de ideas interesantes pero pecan de cierta indefinición a la hora de cohesionarse, según nuestro punto de vista. Julián Lamar (el mismo Minujín) es actor del under. No parece que le vaya mal, está en una obra del off junto a prometedores compañeros. Las primeras secuencias lo presentan talentoso, abstraído y pendiente del movimiento a su alrededor. El tema es que casi abruptamente, el director decide insertarnos en su cabeza y desde ahí, abrirnos las ideas que circulan en su atiborrada mente. A ver, Julián quizás sea como todos (o algunos) los actores del medio, cuya única obsesión es triunfar y ser idolatrados por lo que hacen, pero sus motivaciones aquí tienen un plus, son más físicas, carnales y primitivas. Tiene una fuerte necesidad sexual insatisfecha y odia a todos los que lo rodean si sienten que amenazan u obstaculizan su camino hacia la fama, de alguna manera. Si estamos dentro de su mente, nos sentimos en "Trainspotting", sin vueltas. No sólo teatro hace Lamar (ya les digo, le va bien aunque el no lo vea así), sino que participa en una tira policial junto a un reconocido actor, un tal Alonso (Leo Sbaraglia), pero ya sabemos, nada lo satisface. Cierto día recibe el dato de que un director americano viene a rodar en Argentina un western y realiza casting para intérpretes de su producción, por lo cual su vida cambiará en función de esa búsqueda. No será fácil obtener un papel en las condiciones emocionales de Julián, así que esa tarea profundizará algunas cuestiones no resueltas por él que podrían complicar la realización de sus anhelos. "Vaquero" tiene un elenco de lujo, con secundarios de mucho oficio: Daniel Fanego (Lamar padre), el ya nombrado Sbaraglia o la cálida (ex-única) Pilar Gamboa (la vestuarista de la tira). Todos aportan color a los movimientos de Julián, quien apenas logra relacionarse desde lo honesto con ellos, pues él es todo enojo, frustración e impotencia. Hace una gran labor Minujín, este torturado papel le calza a la perfección, su conocimiento del mundo que describe (el del medio) lo ayuda y él se mueve como pez en el agua. Si bien entiendo el andamiaje de la historia y el sentido de la utilización de recursos, creo (sin embargo) que la narración en off juega en forma bivalente: enriquece e ilumina por un lado, cansa y agobia por el otro. La dualidad marca un ritmo secuenciado que conspira con la aprehensión de la trama y desvía la atención por momentos. También contribuye a esto la ubicación de los planos (que nos acercan a Julián como segunda piel) y el exceso de virulencia en algunos tramos. Muchos colegas hablan de humor negro en "Vaquero" y yo casi no lo percibí, me encantó el clima psicopático que propone y hasta concuerdo con el cierre pero se que en el camino muchos espectadores bajarán el pulgar por el estilo de narración que trae el producto. Minujín tiene todo para triunfar y seguramente lo hará pronto (hablamos de masividad, por supuesto). Me parece que su opera prima no generará en el boca a boca el empuje necesario para que muchos se animen a verla. No es convencional y sabemos el precio que se paga en la taquilla por ello. "Vaquero" tiene cosas interesantes para ofrecer, quizás si hubiese bajado un cambio (la estridencia de algunos tramos), sería de lo mejor del año.