Políticamente correcta, esta road movie de Richard Linklater profundiza uno de los rasgos característicos de su obra, los largos diálogos. Sostenida en el trío protagónico, en la posibilidad de contar un relato sobre la guerra y sus consecuencias, se potencia el disparador de una película convencional y predecible.
Blaustein regresa al cine para explorar una generación tan beneficiosa para la cinematografía como para la política. En el rastreo de la obra de un realizador se habla de la historia de un país y las heridas que aún permanecen marcadas a fuego y latentes.
Laurent Cantet vuelve al cine con una historia que en una primera repasada posee muchos más puntos en común con “Entre los muros” que con sus predecesoras. Un grupo de adolescentes sin futuro aprenden a través de la escritura a potenciar sus habilidades o, directamente, dejarlas de lado. Sin la profundidad a la que nos tiene acostumbrados, esta irregular película no vuela como las anteriores, pero vuelve a reposar su mirada en los jóvenes y las posibilidades de un futuro.
Por las plumas Inscripta en una serie de películas animadas de “lectura” simple, y que contienen elementos clásicos para ser comprendidas rápidamente, Ploey: Nunca volarás solo (PLOEY-You never fly alone, 2018), de Árni Ásgeirsson, desanda los pasos de un pequeño pájaro en medio de la transformación y maduración que deberá asumir al quedarse solo en medio de la nada. Y allí, la comparación con Mi pobre angelito (Home Alone, 1990) no es arbitraria, al contrario, la referencia se potencia ya que al comenzar el relato Ploey es un pequeño “chorlito”, un ave muy buscada por los depredadores en donde vive, que asume aquellos puntos que su familia le transmite como esenciales para sobrevivir. Chocando con algunos de sus compañeros, sin darse cuenta, un día conocerá el amor a partir de un encuentro con Ploveria, una chorlito empoderada que le hará descubrir sentimientos nunca antes experimentados. Cuando la migración se hace evidente y necesaria (Kevin y su familia deben tomar un avión de manera urgente), el destino querrá que sus seres queridos se vayan y Ploey se encontrará solo, intentando encontrar un camino para recuperar su vida luego de haber sido capturado por un hambriento gato que impidió su salida en conjunto. La historia bucea en el destino del protagonista tras haber seguido siempre las indicaciones de sus padres, pero que al quedar aislado deberá comenzar su transformación, o mejor dicho su coming of age, desde la sorpresiva e imprevista situación en la que se encuentra para volver con los suyos. Mientras su grupo ha exiliado a lugares más calurosos para pasar el invierno, la joven ave deberá encontrar la mejor manera para pasar el frío y la falta de alimento, y así conocerá a una inmensa paloma llamada Giron, con la que, tras idas y venidas, emprenderá el regreso a su bandada, evitando que el malvado Shadow, el villano de turno, termine con su vida. Ploey: Nunca volarás solo es un film animado que intenta suplir las limitaciones visuales con un guion que profundiza en temáticas alentadoras. Políticamente correcta, y pensada para un público infantil hasta los ocho o nueve años, no hay ninguna complicación en la estructura del guion que resienta la narración y su seguimiento. Así, los obstáculos presentados, uno tras otro, son sólo excusas para reforzar los estereotipos con los que trabaja, los buenos son muy buenos y los malos muy malos, y también para configurar la progresión dramática imaginándolos como posibilidades argumentativas. Esta producción refuerza su guion para hablar de temas como el amor, la amistad, el trabajo en equipo, la superación de los miedos, la familia, entre otros, que son trabajados a partir de cada personaje que se incorpora al relato. Árni Ásgeirsson debuta en el cine animado con esta propuesta sencilla, tras haber configurado una breve carrera como director de películas de ficción en Bélgica, que lo han dotado de un conocimiento adquirido previamente, que se manifiesta en la resolución de conflictos y situaciones complicadas para el protagonista, pero también en el arco que se construye en la acción desde la soledad de Ploey al acompañamiento de unos pocos, construyendo una efectiva aventura y fábula.
Un viaje para conocer diferentes maneras de encarar la educación en la región, y también para comprender que ya nada era como antes. Los sujetos a educar, dinámicos, urgidos, curiosos, destrozan viejas convicciones. Algo que lentamente hilvana y presenta esta película.
La cámara avanza por paisajes. Acompaña a sujetos en diferentes vehículos mientras se reflexiona sobre el ser y su circunstancia. Laberinto de imágenes, que provocan sensaciones, en sus exhibiciones durante el mes de Abril en el CCC será musicalizada en vivo. Una experiencia que no deja indiferente al espectador.
Transgresora, impredecible, sorpresiva, única, así podría definirse en pocas palabras al debut del colectivo Cine Humus en el cine. Una “pareja” de cantantes ve su mundo tambalear al incorporar a un gurú del marketing entre ellos. El conflicto se desata y la música y la inocencia se cuelan en cada escena de este auspicioso lanzamiento.
Inclasificable. Corrosiva. Ácida. Provocadora. La ópera prima de Pablo Rabe juega con cuerpos y con aquello que muestra en la pantalla. Si bien hay una expresión mínima del relato (un hombre que cuida a una niña, y viceversa) no basta para superar falencias argumentales.
John Krasinski, dirige, escribe, protagoniza el relato más aterrador, hábil, ingenioso y sorpresivo que el cine haya dado en mucho tiempo. En él Una familia debe hacer silencio para poder evadir a seres que desean arrasar con todo aquello que se le presenta. La supervivencia como objetivo, sin perder la humanidad y el amor que originalmente los ha unido. Una experiencia cinematográfica única que exige a un espectador “silencioso” la complicidad necesaria para evitar arruinar el principal recurso de la historia.
Regreso con gloria Más de 45 años separan la primera incursión de Mazinger Z en el universo animado y Mazinger Z Infinity (2017), de Junji Shimizu (One Piece, Yu-Gi-Oh!), película que retoma, con gran acierto, al famoso robot y sus enemigos, en una propuesta simple que sirve de homenaje y preámbulo para nuevas incursiones cinematográficas y televisivas. Generaciones que vivieron su infancia durante los años ochenta del siglo pasado, recordarán el combo de animación que en el viejo Canal 9 de Alejandro Romay, incluyó series como Robotech, Los Pitufos, Silverhawks, Gi Joe, entre otros, y por supuesto Mazinger Z, un verdadero suceso que se replicaba en primeros VHS recopilatorios, álbumes de figuritas y merchandising. En esta oportunidad Mazinger Z Infinity propone, desde el guion de Takahiro Ozawa, la recreación del espíritu inocente que atravesaba la serie, la que, con el correr del tiempo, y la incorporación de cientos de robots villanos, emulaba combates y enfrentamientos dignos de películas clase B de ciencia ficción, con moralejas finales acerca del trabajo en equipo y la importancia de la amistad y el amor como motores de la vida. Koji Kabuto regresa al centro de investigación de energía fotónica del monte Fiji, tras años de haber huido sin dejar rastro sobre su paradero luego de la última batalla en la que manejó a Mazinger. En el instituto Sakaya dirige los destinos de los científicos, y se siente abrumada al conocer el dato del regreso de Kabuto por su pasado amoroso junto a él. En paralelo el descubrimiento de un gigantesco robot ancestral, despertará la curiosidad de aquellos que creían que la leyenda del gran Mazinger Z había quedado tan sólo en el recuerdo, convirtiéndose en el nuevo objeto de deseo de los buenos y los malos de la historia. Koji deberá asumir su verdadero rol en el centro de la acción, retomando el contacto con sus viejos compañeros Boss y los profesores Nossori, Morimori y Sewashi, para detener los intentos del Dr. Infierno y su secuaz, el Barón Ash, quienes querrán controlar la Tierra a partir de la energía fotónica. La película suma fuerza al eludir la incorporación de animación de avanzada, respetando el trazado gráfico de las primeras series, convirtiéndose en un gran producto nostálgico que suma, además, a nuevas generaciones fanáticas del manga, animé y derivados a la pantalla. La lucha entre el bien y el mal siempre rinde, y más cuando siniestros robots con infinidad de armas, pelearán con el gigante Mazinger, capaz de irradiar rayos de su pecho, golpear con sus puños voladores, o simplemente ver abordar a Kabuto a la pequeña nave que maneja los movimientos del emblemático robot. A diferencia de sus predecesoras adaptaciones cinematográficas, que en realidad eran episodios especiales de los programas y que con habilidad los distribuidores locales exhibían en los recesos escolares para traccionar a los fanáticos de la serie, Mazinger Z Infinity propone una nueva mirada a la clásica de lucha y acción que atrapó a todos. El público encontrará una historia simple que responde a un género específico de animación, pero además podrá deleitar su vista con los coloridos enfrentamientos entre los dos bandos que componen los grupos contendientes de la trama. Mazinger Z Infinity suma a la pantalla la posibilidad de recuperar uno de los íconos animados de todos los tiempos, a la par que avanza en un relato sobre la búsqueda de la identidad, el sentido de la vida, y la posibilidad del trabajo en equipo para llegar a la meta.