Crecer de golpe En "Un gran dinosaurio" (USA, 2015) la última creación de Disney/Pixar la historia de Arlo, un apatosaurio, le sirve a su director Peter Sohn para narrar, en realidad, el crecimiento de golpe de un ser que hasta el momento luchaba por ser igual a los demás. Luego del fallecimiento intempestivo de su padre, Arlo, debe compartir las tareas de la huerta de la familia para substir, y cargando la culpa de la muerte un día decide enfrentar al mundo y a un misterioso ser, su enemigo, con el que luego terminará entablando un lazo fuerte para poder, entre ambos, recuperar parte de lo perdido. "Un gran dinosario" explora nuevamente uno de los tópicos preferidos de los estudios Disney, la orfandad, pero en esta oportunidad lo hace con una vuelta de tuerca en la que la idea de "que pasaría si los dinosaurios no se hubiesen extinguido" dispara la premisa para que Arlo, el dinosaurio, sea el ser "pensante y racional" de la historia, mientras que el salvaje Spot, un niño cavernícola, cumpla el rol de "mascota" del dinosaurio. Este cambio de perspectiva es aquello que genera más empatía con la historia, de un filme que abusa de golpes bajos para lograr sentimentalismo, y que suma como tercer personaje protagónico a la naturaleza. Visualmente "Un gran dinosaurio" impacta, no así desde la simpleza y la linealidad de la narración, con un climax in crescendo que va sumando expectativa hacia al final para ver si finalmente el dinosaurio logra reencontrarse con sus seres queridos. La transformación física, temperamental y mental que Arlo sufre a lo largo del filme, luego de haberse perdido de su aldea y de tratar a toda costa de volver allí, pese a los obstáculos que en la trama se le pongan (aves carroñeras, temibles dinosaurios, etc.) y a sus propios temores. "Un gran dinosaurio" no quedará como la mejor película del tándem PIXAR/DISNEY, mucho menos luego del gran exito que este año lograron en todos los niveles con "Intensa-Mente", pero les permitirá seguir apostando a valores como la amistad, la familia, el amor, algo a lo que siempre apuestan. Al filme lo precede el corto "Sanjay Superteam" una pequeña maravilla en la que Sanjay, un niño indio, intenta superar sus obligaciones religiosas a fuerza de la imaginación. PUNTAJE: 7/10
En los últimos años el cine nacional se ha animado a explorar dentro del género noir con avidez y ganas de poder darle una impronta local sin importarle mucho la respuesta del público, y esto no es malo, al contrario, justamente en el “explorar” hay también una idea de poder, de alguna manera, la formación de nuevos espectadores, y, también, acercarlos a la materia. Las nuevas generaciones de directores, con una impronta cinéfila fuerte, más allá del estudio y dedicación, también han podido trabajar con la forma de las narraciones evitando caer en lugares comunes y clichés. Repasando la cartelera cinematográfica, y en particular una serie de filmes recientes como “Testigo Intimo” , de Santiago Fernandez Calvete, o “Pájaros Negros”, de Fernando Castellani, el policial es la excusa para jugar con el lenguaje y a partir de allí buscar sentido a la historia que narran. En el caso de “Contrasangre” (Argentina, 2014), segundo filme de Ignacio Garassino, esta idea se potencia al narrar un cuento de pasión desenfrenada entre personas que han perdido su entusiasmo, sus ideales y hasta sus sueños, y que terminan ensamblándose por casualidad, y casi sin saberlo, hasta el punto de desencadenar una inesperada tragedia entre sí. En “Contrasangre” hay tres personajes Daniel (Juan Palomino), Analía (Emilia Attias) y Julio (Esteban Melloni) que se relacionarán circunstancialmente a partir de hechos fortuitos y casi banales o mínimos. Así, mientras Daniel es un ex policía, que en la actualidad se gana el pan trabajando como seguridad en un edificio de una zona acomodada de la ciudad, Analía dedicará gran parte de su tiempo a cuidar del hijo de un vecino. Por otro lado Julio, recién salido de la cárcel, es presentado como un ser atormentado por el pasado y que sólo buscará una nueva oportunidad en el amor. Aparentemente así, sin conectarlos entre sí, cada uno de los protagonistas tiene la posibilidad de crear un universo particular en el que su motor puede ser visto por el resto como tan sólo la consecuencia de malas decisiones. Y ahí estará la habilidad de Garassino para profundizar en los deseos de cada uno para comenzar a hacerlos interactuar entre sí hasta el punto de desencadenar el hilo narrativo que hilvanará la propuesta de “Contrasangre”. “Contrasangre” es un filme que avanza lentamente en aquello que quiere contar, y apela al flashback para develar algunos puntos del pasado de Analía y Julio que no interfieren en el presente de Daniel y Analía. Estos dos se conocerán por casualidad y terminarán fortaleciendo rápidamente un vínculo amoroso y de protección cuasi paternal, desde el momento que Analía le revele el acoso que sufre por parte de Julio. Así, la historia que comienza siendo una radiografía social descarnada sobre el mercado laboral en el que se encuentra Daniel, terminará virando hacia una historia de acoso y protección en la que éste terminará convirtiéndose en el protector de una mujer que no confía en nadie, ni en ella misma. “Contrasangre” habla de seres perdidos que se encuentran para terminar de darse cuenta que aún acompañados la soledad y el pasado los abruma, y que las decisiones, aún la más ingenua que decidan tomar, terminará por afectar al resto sin siquiera permitirse escapatoria alguna. La película posee una cuidada dirección y un sobrio nivel actoral, en el que se destaca el trío protagónico quizás por ser el más compenetrado con el relato. Garassino bucea en lo más profundo del policial y recupera algunos íconos del mismo (el policía maduro incorruptible, la mujer a custodiar impoluta, etc.) potenciando una propuesta interesante dentro del panorama del cine argentino.
Siempre hay que celebrar la llegada de nuevos distribuidores a la escena cinematográfica local, y doblemente debe ser el festejo cuando se decide iniciar el difícil camino de encontrarse con el público con un producto de calidad. Con “Regreso a casa” (China, 2014) de Zhang Yimou, Village Cines decidió, de la mano de su gerenta Silvia Baum, incursionar en el mundo de la distribución y no sólo ya de la exhibición. Cuenta la propia Baum que durante una proyección de Pantalla Pinamar pudo ver la película y casualmente estaba al lado de la representante local de la distribuidora mundial quien le confirmó la no llegada a pantallas del producto. Ante esta situación y sabiendo las cualidades del filme, Baum comenzó una serie de negociaciones, las que terminan, afortunadamente, con la llegada de “Regreso a Casa” a salas del Village Recoleta, pero también a otros cines. “Regreso a Casa” tiene menos de Yimou que otras películas precedentes, pero al dedicarse de lleno a construir un potente relato sobre la memoria y los oscuros y misteriosos mecanismos que sobre ella operan, termina por erigir un filme con una fuerte impronta visual y pocos diálogos. La película se basa en la novela de Yan Geling “El penal Lu Yanshi”, enfoncada en Lu (Chen Daoming) un preso político que luego de muchos años regresa a su hogar para reencontrarse con su mujer Feng (Gong Li) y su hija (Zhan Huiwen), y así poder terminar la vida tan anhelada juntos. Pero al regresar, y luego de mucho tiempo, Lu se enfrenta a una dura realidad, Feng padece de un incipiente Alzheimer, por lo cual no lo reconocerá y con esto sus planes se desmoronarán. En una primera etapa del filme, la historia muestra como una joven Dandan (Huiwen) intenta conseguir, sin éxito, el papel principal en una obra de propaganda en medio de la revolución cultural y política de su país. Enterados los miembros del partido dominante del pasado de su padre Lu, quien vive en la clandestinidad para evitar ser apresado por el régimen, intentan negociar con ella para que revele información sobre el paradero de Lu. Sin medir las consecuencias, Dandan menciona el encuentro que Lu tendrá con Feng con el que intentarán remediar los años de separación entre ellos, y cuando éste tiene que suceder termina con el arresto de Lu delante de sus ojos y los de su madre. Con el correr de los años Dandan es expulsada del hogar maternal y es la persona que recogerá a Lu luego de su salida de la cárcel, y también será la encargada de contextualizar la situación de Feng, quien no logra ubicarse en tiempo y espacio a pesar de los esfuerzos de la joven por comentarle todo a diarios. Lo que sí Feng tiene en claro es el eterno y único amor que tiene por Lu, pero al no reconocerlo, se generará un proceso de sentido y continuo trabajo por parte de éste y la joven para encontrar de alguna manera la posibilidad de reconocimiento por parte de Feng. Yimou apela a imágenes poéticas y a una banda sonora emotiva para narrar esta dura y sentida historia en la que la memoria, una metáfora de aquello que el gobierno intentó hacer al “lavarles” la cabeza a la población, será el ideal a conseguir luego que el regreso a casa se cristalice.
Monstruo creador Cuando Mary Shelley imaginó la historia de Frankenstein, su obra se enmarcó dentro de una literatura progresista que supo capturar las mieles de los avances tecnológicos de la incipiente revolución industrial. En su metáfora del mito de Prometeo y en el regodeo de poder jugar a ser dioses a partir de la manipulación de piezas muertas para generar vida en donde ya no existía, Shelley también reflexionaba sobre el rol del hombre y su papel determinante dentro del mundo. Victor Frankenstein (2015) captura algunas ideas de esa novela, que ya ha sido adaptada varias veces a la pantalla, para crear un discurso que desde la forma se plantea como diferente pero que en el fondo no hace otra cosa más que hablar nuevamente del inevitable castigo al hombre por jugar a ser “creador”. Paul McGuigan, con un guión de Max Landis, toma el mito de Frankenstein desde el hombre que llevó a cabo la tarea de construir, primero en solitario y luego acompañado de un complejo sistema por medio del cual supo ser Dios sin medir las consecuencias. Victor Frankenstein (James McAvoy) avanza con sus proyectos hasta que conoce a Igor (Daniel Radcliffe), un fenómeno de circo en el que ve aptitudes para la ciencia y la medicina cuando éste logra salvar a una bella trapecista (Jessica Rose Brown-Findlay), de quien está enamorado en silencio, con tan sólo un reloj de bolsillo y sus manos. Juntos, Frankenstein e Igor, también irán profundizando en la idea de creación con la impronta filosófica, ética y moral que esconde jugar a ser Dios, pero Paul McGuigan rápidamente cambia el registro del film para empezar a narrar esta inclasificable historia más como policial que como el thriller gótico que originalmente supo ser. La película aprovecha recursos y estrategias narrativas para dinamizar el relato con aceleramientos de la acción, trazos gráficos, y muchos efectos especiales, dotándola de una atmósfera hype que no termina de cuajar con el convencionalismo que luego termina apoderándose de la historia. La cruza de géneros (drama, romance, aventuras, acción) tampoco juega a favor del film, y el cambio rápido del punto de vista del narrador (por momentos con voz en off, por momentos omnisciente) termina por confundir el verdadero motor de la película. Victor Frankenstein comienza con un racontto en el que Igor (bautizado así por Frankenstein luego de transformarlo) afirma los momentos que ya conocemos del clásico de Shelley, para luego inmiscuirse, o intentar hacerlo, en los pormenores que llevaron a la asociación entre Frankenstein y su ayudante a lograr armar, a pesar de los errores, aquel monstruo/hombre que posibilitaría volver a la vida a los seres muertos. Y justamente el problema del film radica en este último punto, porque cuando durante casi dos horas la narración dejó de lado eso e intentó construir con habilidad el mundo detrás de los protagonistas (detallando pormenorizadamente a los personajes), es como que dejara sin atar muchas cuestiones y de manera apresurada decida recordar qué estaba contando en el inicio. El esfuerzo de Daniel Radcliffe y James McAvoy por llevar adelante esta inverosímil historia es muy grande, tan grande como aquel que deberá hacer el espectador ante semejante propuesta, una que empieza de una manera, soberbia, entretenida, graciosa, con una “forma” moderna, pero que luego vira varias veces de dirección sin terminar de determinar cuál es su real norte hacia el que debe dirigirse.
Ambiciosa la segunda película de Santiago Fernandez Calvete “Testigo Íntimo” (Argentina, 2015), un policial con ribetes de filme noir y que intenta recupera o emular aquellas cintas en las que nada ni nadie es lo que parece. Este dato no es menor para el espectador, quien deberá estar atento a cada detalle que el director pone en escena sobre la relación entre dos hermanos (Felipe Colombo y Leandro Saggese) y su vinculación con una mujer, de quien no revelaremos más detalles para evitar arruinar algunas de las piezas claves de este rompecabezas. En “Testigo Íntimo” la narración va y viene en el tiempo, de un lugar luminoso, fresco y natural, hacia un presente oscuro, sombrío, lúgubre, frío, en el que las relaciones personales se reducen a mensajes de whatsapp, facebook, chats y otras redes. Y dentro de esa frialdad de interacción y contacto, además, cualquier atisbo de espontaneidad es solapado para evitar ser descubierto in fraganti por el otro, el que elegimos para acompañarnos por el camino de la vida. Los dos hermanos son personas adultas y establecidas, cada uno con sus mujeres (Guadalupe Docampo y Evangelina Cueto) y con una posición económica sólida. Huérfanos, aparentemente la riqueza que poseen en parte se la deben a unas tierras en el sur, aquel lugar en el que hasta su ingreso a la madurez fue el refugio para relacionarse y conectarse. Pero hoy ese espacio no existe, excepto claro en la cabeza de ambos, recurriendo a él de manera constante (algo que Fernandez Calvete reafirma con los flashbacks) para terminar de ir armando la compleja estructura de “Testigo Íntimo”. Hay algunos momentos en los que uno puede dispersarse, pero rápidamente el timón es reacomodado hacia un lugar en el que es inevitable prestar atención, porque si algo destaca a la propuesta es justamente que al mínimo descuido que uno haga, la trama recuerda que hay que seguir atendiendo a la narración. “Testigo Íntimo” es un policial con dos claros momentos, uno en el que uno de los hermanos sospecha una posible traición de su mujer (algo parecido a lo que ocurría en “Pájaros Negros” de Fernando Castellani, recientemente estrenada) y duda de todos los que lo rodean, y otro momento, mucho más ominoso, opresivo y jugado desde las interpretaciones (Colombo logra despegarse de su imagen asociada a la TV ligera con su notable actuación), en el que una decisión deberá ser asumida y tomada por los hermanos para poder así continuar, o no, con sus rutinas y vidas. En esos dos momentos, que son hilvanados a través del testimonio símil entrevista de un hombre (Gustavo Pardi) que revela el estado de época de las relaciones actuales, además, se sumarán personajes, como el que interpreta Graciela Alfano, en su regreso a la pantalla grande, como una jueza que sigue ejerciendo su poder y control fuera de su horario de trabajo. “Testigo Íntimo” es un buen acercamiento al policial o thriller de fórmula, permitiéndole a su director la posibilidad de jugar con la narración y el género para terminar por construir un relato que pese a algunas falencias sale bien parado.
No es una biopic, sino el desgarrador relato de lo que vivieron en carne propia Irmina Kleiner y Remo Vénica durante la dictadura y que a partir de algunas decisiones personales los mantuvo en la clandestinidad durante varios años. Ese relato, que además se nutre de la experiencia que forjaron en Naturaleza Viva, su granja, fue compilado por Jorge Micelli en “Monte Madre”, un libro que llevó varios años de realización, seguramente por el relato oral que intentó recupera. En esta oportunidad Juan Baldana, mientras buscaba material para una película, se topó con “Monte Madre” y automáticamente el fuego del cine lo llevó a Irmina y Remo para proponerles adaptar su historia a la pantalla grande. Pese al recelo con el que en un primer momento lo recibieron, luego fueron relacionándose y bajando la guardia al comprender, tal como se lo habían advertido durante toda la vida sus hijos, que su historia debía ser narrada, ya que cuenta una parte de nuestra historia en la que la revisión histórica, afortunadamente en este caso, puede omitir el hablar de “desaparecidos” para encontrarse con seres de carne y hueso que pudieron luchar en el monte chaqueño por sus ideales. “Los del Suelo” (Argentina, 2015), protagonizada por la sólida María Canale y, el ascendente y camaleónico, Lautaro Delgado (quien en breve interpretará a la Mujer Maravilla trans en “Kryptonita”), nos lleva a esos paisajes en los que la posibilidad de camuflarse con la naturaleza, también fue el inicio de una relación en particular con métodos de producción, que les permitió salir adelante a pesar de todo. Una primera etapa del filme habla de algunas decisiones, duras, que Irmina y Remo debieron tomar, para luego avanzar con la historia personal de ambos mientras, agazapados y en estado de alerta constante, tuvieron que mantenerse en la clandestinidad y, en algunos momentos, decidir algunas cuestiones, principalmente las que tuvieron que ver con su pequeña hija, que quizás ni ellos mismos hubiesen imaginado. Como pasó en filmes recientes como “Infancia Clandestina” o más cercano “Pasaje de Vida”, la posibilidad de relatar el período en el cual se desarrolló la dictadura cívico militar más sangrienta del país, pero desde otro lugar, posibilita que “Los del Suelo” aporte su impronta para conocer más de ese momento oscuro. En la compenetración de los actores, pero también en la cuidada puesta en escena e imágenes, con la que Baldana atraviesa el relato, duro, secreto, increíble de estos dos luchadores, es en donde “Los del Suelo” puede afirmarse como un exponente del drama social, que además, al tener un componente verídico e inédito para el gran público hasta ahora, merece ser visto y atendido mientras los sentimientos interpelan sin medias tintas ni solapamientos.
Y llegó el final. El tan ansiado broche de oro a una historia que hace tiempo nos viene atrapando. Y cuando menos lo esperábamos la saga creada por Suzanne Collins, con claras reminiscencias a 1984, Rebelión en la Granja, y otros clásicos de la literatura universal y que pudo conciliar el fervor juvenil por las historias de amor en medio de las más trágicas situaciones, llegó a su fin. Así, “Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte 2” (USA, 2015), será el último acercamiento hacia el distrito 13, el Capitolio, y toda la parafernalia que supimos ir aceptando e incorporando a nuestro universo de fanatismo por la cultura popular a la saga. En esta nueva oportunidad la historia arrancará en el mismo y exacto lugar en el que la primera entrega dejó todo. En esta oportunidad Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), internada luego que Peeta Melark (Josh Hutcherson) intentará literalmente acogotarla, y sin necesidad de un racconto, será la encargada de introducirnos en el último tramo de la apasionante historia. Dolida, abrumada, insatisfecha, Katniss sigue sin comprender como su otrora amor y aliado pudo comprar las injurias y mentiras del Presidente Snow (Donald Sutherland), quien intentó convencerlo (lográndolo) que su nueva faceta de muto pondría en peligro el orden establecido por el Capitolio y por eso debía matarla. Llena de venganza, Katniss intentará armar un plan en el cual el único vector y salida posible para conciliar al menos algo de paz en su interior, será asesinar a Snow, aun sabiendo que el resto de sus compañeros se opondrá y que no logrará el apoyo de Alma Coin (Julianne Moore), la musa de la rebeldía. Pero a Katniss no le importa, avanza, y sus aliados también, construyendo un relato, en esta entrega, similar a una intensa huida hacia un lugar mejor en el que saben que finalmente la luz, o la oscuridad, podrá alivianar algo del sufrimiento. Es curioso que en esta nueva entrega, la tensión va más por el lado de la escapatoria de los obstáculos que de la habilidad de los contendientes por lograr, en la competencia, un puesto en el palco de honor. La soberbia puesta en escena y los tonos escogidos para “pintar” el universo de Katniss y compañía potenciarán la idea de Collins. También es interesante cómo la narración, mucho más digresiva, apelará al efecto sorpresa para despabiliar al espectador del letargo que los 134 minutos pueden llegar a generarle, porque si bien a medida que se avanza en el relato, la potenciación de la idea central va in crescendo, claramente no hay otra meta más que la de llegar a Snow como vehículo de la historia. Claro que en el medio Katniss intentará transformar a Peeta de que vuelva a su lado, y, una vez más, confundirá a Gale (Liam Hemsworth) con sus histeriqueos, propios de la joven y bella mujer que es, pero eso quedará en un plano secundario al destacar el siniestro plan de venganza de la joven ante las máximas autoridades. Un desenlace a la altura, con una vez más la pronunciación de máximas relacionadas a la libertad de elección y el destino predestinado de algunos seres serán las notas con las que “Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte 2” cierra globalmente la historia de Katniss, una saga que llevó al estrellato a una de las actrices más reconocidas y carismáticas del panorama cinematográfico actual.
Lo que rodea al amor En su primer largometraje "Amor, etc." (2014), Gladys Lizarazu busca profundizar sobre cómo el afuera puede marcar a fuego a una pareja que, puertas adentro de su nuevo departamento, aparentemente se encuentra bien y con un futuro brillante por delante. Cuando Dib (Alberto Rojas Apel) y Lisa (María Canale) deciden que ya es momento de vivir juntos, poco a poco van viendo cómo la rutina, los ruidos, los vecinos, el teléfono, la familia, comienza a amenazar su idilio. Cada uno con sus cosas, batería él, radio ella, administran el tiempo juntos dialogando sobre sueños, anhelos, contradicciones y, principalmente, muchos ideales. Pero cuando el entorno empieza a invadirlos, de la manera y forma que sea (un vecino, música, una mancha de humedad) la relación idílica comienza a resquebrajarse. El trabajo de Lizarazu juega mucho con la opresión del departamento (porque además son muy pocas las escenas fuera de él) que contiene a la pareja. La claustrofobia que genera el visionado del filme es comparable a la que Lisa y Dib van sintiendo con el correr de los minutos cuando todos comienzan a atacarlos y ellos también se atacan entre sí. Hay un interés de la directora en también resaltar que el afuera a veces ni siquiera es conocido, como cuando Lisa, cansada de atender llamados y llamados para otras personas, comienza a compenetrarse tanto con esa historia hasta el punto de asistir a un funeral de alguien que no conoce para saber más del otro. Y cuando llega el guión a ese punto, a que Lisa se ensamble con el afuera, ya no hay vuelta atrás para que la crisis estalle y explote en ese departamento, en el que, finalmente, nadie quiere ni puede ser feliz. PUNTAJE: 7/10
Salir al mundo A Hortensia (Camila Romagnolo) la protagonista del film que lleva su nombre, le pasan muchas cosas, o mejor dicho, le pasan cosas que no son las que ella espera y anhela que le pasen. Empleada en un comercio que vende productos e indumentaria para caza, acepta el maltrato diario por parte de su empleador y clientes. Su único refugio que encuentra posible a la rutina es el regreso a su hogar junto a su padre y su perro Perroni. Pero cuando su progenitor fallece, víctima de un accidente doméstico con electricidad y su heladera (dos de sus obsesiones), se encuentra ante la disyuntiva de verse sola en el mundo y tener que valerse por sí misma en la búsqueda de sus sueños. Un día encuentra una carta que ella misma se había escrito de niña, en la que se recuerda dos claros objetivos a cumplir para poder alcanzar la felicidad de adulta: “conseguir un novio rubio como papá” y “diseñar el zapato más hermoso del mundo”. Shockeada por la información comienza un periplo por las diversas zapaterías de la ciudad, copiando modelos, imaginando ver expuestos sus productos, y también aceptando la invitación de un ex compañero de la escuela primaria o la de un vendedor de zapatos para ver si ellos pueden ser los príncipes que la saquen del pozo en el que se encuentra (a pesar que uno de ellos no es rubio como indicaba la carta). Hortensia (2015) es una película pequeña, que se apoya en la gran composición y fuerza de su protagonista femenina principal. Los directores Diego Lublinsky y Álvaro Urtizberea saben esto, y otorgan un delicado y minucioso trabajo de reconstrucción de época que evoca a cierto período histórico indeterminado, y que potencia el misterio de su propuesta: la que se funda en un universo retro único lleno de electrodomésticos y heladeras Siam. La elección de determinados colores que brotan en la pantalla con una paleta sobria y estilizada, los directores logran despegar la imagen de la escena, enfatizando determinados aspectos y solapando otros, lo que permite buscar la creación de un estilo diferente dentro del cine local, con un trabajo en el encuadre impecable. Claro que hay un momento del film en el que los conflictos narrativos se evaporan. El relato se estanca por la repetición incansable de los dos hechos principales. Pero superada esa meseta, Hortensia logra imponer una estética propia en un relato que ahonda en el universo femenino con la historia de una joven que supo ser feliz en su propio mundo de sueños y que ahora debe enfrentarse a la cruda realidad de crecer de golpe.
Diaro de un susto Utilizando la estrategia del videodiario para narrar los hechos que suceden en "Los Huéspedes" (USA, 2015), el realizador M. Night Shyamalan, construye un relato potente que va ganando en suspenso con el avance de los minutos Cuando dos hermanos van de visita a la casa de sus abuelos mientras su madre pasa tiempo con su nueva pareja en un lujoso crucero, descubrirán que aquellas historias que en algún momento les llegaron sobre los ancianos, nada tendrá que ver con una extraña realidad que les tocará vivir A medida que los días avanzan, y mientras tratan de conectarse con sus abuelos, Rebecca (Olivia DeJonge) y Tyler (Ed Oxenbould) notarán algunos comportamientos inusuales de los ancianos, principalmente al caer la noche. Y si bien en un principio Rebecca trata de persuadir a su hermano y su madre que todo lo que sucede es algo "normal", con el correr de los días esa "normalidad" termina por convertirse en una vorágine de situaciones absurdas y violentas que los harán alertarse y unirse ante todo aquello que comienzan a recibir de los abuelos Si bien en sus anteriores filmes no ha logrado cuajar del todo sus ideas, ni mucho menos plasmar la tensión necesaria para mantener el interés en la historia, en esta oportunidad Shyamalan logra construir un potente relato a partir de una simple y lineal puesta en escena La cámara y las imágenes que vemos, que simulan ser las que Rebecca captura, además permiten reforzar el verosímil de la historia, que con la intriga de los hechos que en el pasado distanciaron a los ancianos de la madre de los niños, además, sirven para contextualizar el presente de los personajes Su clásica estructura, inspirada en clásicos de la literatura infantil, y evocados en determinados momentos (la clara referencia a Hansel y Gretel, por sólo citar uno) también ayudan para generar un guiño con el espectador "Los Huéspedes" es una película pequeña pero ambiciosa, que esconde la mirada de uno de los directores más constantes, y que pese a que en el último tiempo no pudo reencontrarse con el gran público, sigue apelando a su habilidad para generar intrigas con giros hacia el final que sorprenden y apasionan. Notables Deanna Dunagan y Peter McRobbie como los abuelos aterradores Puntaje: 8/10