Recuperando la épica Cuando años atrás George Lucas reflotó la saga de Star Wars con los episodios 1, 2 y 3, nunca imaginó que sería en realidad J.J. Abrams el responsable de devolverle la mística y la épica a la historia y no él. Porque justamente “Star Wars: El despertar de la Fuerza” (USA, 2015) es la vuelta a aquella narración episódica que comenzó en 1977 con la inmensa historia que sería recordada por generaciones y que seguramente sumará nuevas para poder así dejarse seducir por una película que puede potenciar la imaginación hasta límites insospechados. Como ya hizo con “Star Trek”, en esta oportunidad Abrams va a las fuentes y logra alcanzar su objetivo desde la recuperación de personajes como Han Solo, C3PO, R2D2, Leia y Chewbacca, entre otros, que volverán a sumarse a la historia desde un lugar que evoca y promueve la nostalgia. También aquello que logra es trabajar nuevamente valores como la amistad y la pasión, sumando nuevos héroes como Rey, Finn, BB8 y Poe, que se enfrentarán al siniestro Kylo Ren, quien con el correr de la historia se revelará como un dato esencial que une la vieja saga y la nueva. Abrams, con atino, también suma una recreación escénica, que si bien tiene presente el croma y efectos especiales, ha prevalecido en ella la realización de los espacios más vívidos y reales. La búsqueda de Luke, perdido desde la destrucción del Imperio, con una pista en BB8 que puede dar luz sobre uno de los secretos más oscuros de la saga, también refuerzan una historia que atrapa, impacta y que cree en el cine como espectáculo inspirador de aventuras en todos aquellos que se acerquen al cine. PUNTAJE: 10/10
Nada más que confirmar aquello que ya sabemos sobre William Shakespeare y su inmensa obra. Cada vez que el cine vuelve a revisitar sus clásicas historias la pantalla explota con traiciones, pasiones épicas, vínculos imborrables y la tragedia en el sentido aristotélico que tanto atrapa. En el caso de “Macbeth” (2015) segundo filme de Justin Kurzel con Michael Fassbender como Macbeth y Marion Cotillard como su esposa, dato que no es menor, ya que la elección de los protagonistas también define el tono de la propuesta. Ambos actores han logrado en los últimos cinco años imponerse a fuerza de grandes producciones y mientras Fassbender posee una carrera con algunos títulos, la suerte de la francesa es otra con más de 40 títulos en su haber y una colaboración con filmografías de varios países luego de salir de su territorio al ser mundialmente conocida tras “La vida en Rosa”. Kurzel decide iniciar el periplo de traición y sangre de Macbeth con una introducción al mejor estilo “Star Wars” a partir de la incorporación de títulos que suben por la pantalla en rojo y posicionan la acción. El lugar seleccionado es el campo de batalla en el que un alicaído ejército comandado por él logra derrotar al traidor Cawdor. Antes, y en un profundo silencio, asistimos al impactante funeral del hijo de Macbeth, apenas un bebé de meses al que le cumplen todos los ritos para lograr que vaya al más allá en paz. Y con esa escena dolorosa Kurzel comienza a planear el tono en el que la ambición y la traición de Macbeth ganará por sobre la razón y la honestidad, y así este guerrero intentará a fuerza de engaños y muerte cumplir con profecías de grandeza asesinando al rey y coronándose a sí mismo como el único líder de la región. Sin consenso, y siendo sospechado por todos, Macbeth deberá avanzar en su carrera por mantenerse en el trono aniquilando a todos aquellos que conocen realmente su naturaleza y saben, más allá de su mujer, sus planes sangrientos y siniestros. Kurzel decide apoyar su impronta con ralentíes y una paleta de colores sombríos que potencian la atmósfera lúgubre que comienza a teñir los verdes prados de Escocia y los marrones de piedra y mármol entre los que pasa sus días. La ambición comienza a roer la vida de Macbeth llegando al punto de la locura obligándolo a realizar cada vez más actos impunes, hasta el punto que su mujer comienza a cuestionarse el estar al lado de él. La composición de las escenas, el cuidado de la textura con la que se plasma la historia, los colores elegidos y los diálogos que refuerzan aquello que Shakespeare con maestría y una pluma precisa pudo crear, son potenciados por la solvencia de Fassbender y Cotillard y el elenco que lo secundan, que aceptan jugar al juego que Kurzel les propone, y no sólo cumplen con las reglas impuestas, sino que redoblan la apuesta y dejan todo en la pantalla.
En determinado momento de su vida Jacobo Kaplan (Héctor Noguera), el protagonista de “Mr. Kaplan” (Uruguay, 2014), entiende que su vida está por llegar al fin. Esto es algo que él siente profundamente, algo que no sabe cómo compartirlo con su mujer Raquel (Nidia Telles), y mucho menos con sus hijos, quienes viven reclamándole por cada paso que da sin consultarles. Pero no pasará mucho tiempo hasta que ellos se den cuenta de lo mal que se siente Jacobo y también de ciertas “anomalías” en su comportamiento y “olvidos” que los alertan y preocupan sobre su estado de salud. Caprichoso, e insistente sobre cómo manejarse en la rutina diaria, deciden asignarles un conductor llamado Wilson (Néstor Guzzini), un personaje bastante particular que pasa sus días tomando cerveza y jugando a un viejo flipper, para así tener cierta tranquilidad. Enojado, Jacobo acepta el compañero y con éste generará un vínculo particular a partir de un descubrimiento fortuito sobre la verdadera identidad de un vecino, quien podría ser un ex jerarca Nazi y a quien querrán desenmascarar a toda costa. Si en una primera etapa el filme bucea sobre la ancianidad y sus implicaciones, en una segunda “Mr. Kaplan” (Uruguay, 2014) toca en clave de comedia el siniestro plan nazi de reubicación en el tercer mundo para evitar ser apresados. Alvaro Brechner dirige la película con un tono que prefiere destacar el humor ante las situaciones complicadas que se van a ir presentando y en las que el ridículo y el grotesco son puestos a la hora del día para profundizar en una buddy movie, porque en eso se convierte, que sintetizará en poco menos de dos horas la tragedia latinoamericana y sus vínculos con el régimen Alemán. Noguera compone su personaje con una precisión y un respeto por su labor increíble, y es secundado por los notables Guzzini y Telles, quienes se dejan atrapar por la historia, que sin llegar a tomar totalmente características de policial asume y rescata varios puntos de los tradicionales filmes de investigación. Pero como sabemos que estamos ante una comedia, el director brinda momentos de gag únicos, con el punchline a flor de piel y con la certeza que éste es el mejor camino para poder construir un filme que habla de la épica de dos personas sin rumbo y su obsesión por sentirse útiles al menos en parte. “Mr. Kaplan” posee una cuidada producción y puesta en escena en la que predomina una reconstrucción de época particular (fines de los ochenta/principios de los noventa), primando una paleta de colores primarios estridentes y únicos (con prevalencia del amarillo y azul). Ese contexto es en el que Brechner ubica a los personajes y así logra también una atmósfera propicia para que el trazo grueso, y algunos excesos en los lineamientos de los personajes, pasen a un segundo plano. Si en su anterior filme “Mal día para pescar” (2009) el director lograba una empatía inmediata con sus personajes (Orsini y Van Oppen) en medio del contexto de la lucha libre, aquí la ancianidad y el nazismo pueden ser tamizados en tono de comedia por su buen manejo de la narración y la exploración de los conflictos para incluir la historia. “Mr. Kaplan” es una agradable sorpresa que merece una oportunidad en medio de tanto tanque y blockbuster que llega para arrasar con la taquilla de fin de año.
Despedazados Después de 14 años de casados Vanessa (Angelina Jolie) y Roland (Brad Pitt) se enfrentan a una crisis terminal en su matrimonio. Por motivos que serán revelados al finalizar "Frente al Mar" (By the sea, 2015) la pareja sucumbirá en su viaje a la costa francesa ante la inevitable tentación de abandonar todo frente a la realidad que cada día los separa más. Mientras Roland pasará sus días en un pequeño bar bebiendo cantidades industriales de alcohol, Vanessa permanecerá encerrada y deprimida en su habitación frente al mar sin otra cosa que hacer más que perder el tiempo y perderse en ella misma. Pero ella es consciente de aquello que ha generado la ruptura con Roland, y sabe como repararlo, aunque por el momento no tiene intenciones de hacerlo. Mientras los días pasan un día una pareja de recién casados (Mélanie Laurent y Melvil Poupad) se hospeda en la habitación contigua, y cuando descubren un pequeño orificio que comunica los dos lugares, la curiosidad por conocer más sin ser observados despertará un irrefrenable deseo entre ambos, el que quizás los salve de la produnda crisis en la que se encuentran. "Frente al mar", tercer filme de Jolie como directora, logra recuperar y a la vez evocar filmes sobre matrimonios que supieron de la mano de Bergman construir un verosímil sobre el mundo marital y sus implicancias. Acompañando a los protagonistas con planos envolventes, con juegos de espejos que reflejan y muestran, pero no del todo, con una simetría visual única, y también con pequeños detalles que hablan de los esfuerzos de Roland (Pitt) por seguir con la relación (acomodar los anteojos de Vanessa, por ejemplo) ante la inevitable resolución del viaje, Jolie supera fallas de sus películas anteriores y construye su filme más honesto y simple a la vez, con un manejo de la narración preciso que logra una empatía total con la historia. El ingreso de la pareja que será objeto de placer y voyeurismo por parte de ambos, además, dota de una sensualidad y sexualidad particular al filme, el que, ambientado en los años setenta del siglo pasado, termina por volcar la épica del matrimonio hacia un lugar de perversión extrema impensado en el inicio del filme. Otro de los puntos interesantes de "Frente al mar" es el trabajo sobre los cuerpos, la docilidad de los mismos, y a la vez la fragilidad, que en el caso del personaje de Vanessa, además es acompañado por una debilidad psíquica durante toda la trama. Jolie ofrece una interpretación soberbia, y Pitt la acompaña luciendo su mejor solemnidad. El resto del elenco también ayuda a la creación de climas ominosos y sugerentes, que son realzados gracias a la belleza de la naturaleza. "Frente al mar" es un filme delicado, sutil, y que por momentos logra recuperar la digresión como vector narrativo que sugiere más que afirmar. PUNTAJE: 8/10
Caníbales sin hambre Parece increíble que casi estemos en 2016 y todavía haya películas que apelan al falso documental “inspirado en hechos reales” para generar historias que en el fondo no tienen sustancia ni fundamento. Al parecer a los productores creyeron que este recurso les permitiría generar interés en una historia que, como ha pasado con las recientes películas de género, termina perdiendo oportunidades de crear algo mucho más sólido y solvente para aquello que planteó originalmente. Juegos demoníacos (Ghoul, 2015) de Petr Jákl, trae el mito de Chikatilo, un caníbal que cometió más de 50 asesinatos y mutilaciones de niños en el siglo pasado, en la línea de asesinos sangrientos de la ex Unión Soviética. La terrible hambruna que Stalin determinó para Ucrania durante su mandato, produjo que las personas llegaran a superar la prohibición social del canibalismo con el objetivo de poder sobrevivir. En una primera etapa Juegos demoníacos menciona el asunto con un grupo de jóvenes que se acerca al país para conocer en detalle qué fue lo que pasó realmente luego de esa “hambruna”. Cámaras en mano, un pequeño equipo de producción para realizar entrevistas que aportan o no, la información necesaria para darle veracidad a aquella tesis. Pero cuando llegan al lugar, y más allá de algunos testimonios, no hacen otra cosa que padecerse de ellos mismos, cuando ven que el dinero que necesitan para avanzar en su investigación va escaseando. Hasta que conocen por medio de un guía local a un tal Boris, alguien que les promete por mil dólares información precisa sobre el canibalismo y sobre una persona que puede ayudarlos a terminar su trabajo. Se acercan a la cabaña en la que vive, lo esperan toda una noche, y entre copas y risas terminan presos en el lugar luego de jugar a la ouija. A partir de ese momento otra película se dispara, una efectista, grotesca, básica, que olvida su inicio cuasi documental de archivo, para acercarse a aquellas películas que intentan seguir asustando con algo tan básico como corridas con cámara en mano y gatos que aparecen y desaparecen. Claramente esto ya no alcanza, y pese a los esfuerzos que realizan los protagonistas, aun sabiendo los baches del guión y hasta de realización (cámaras subjetivas que terminan cambiando el punto de vista cuando fallece quién la utiliza), nada puede remontar a estos juegos que más que demoníacos pasan a ser irrisorios.
Apariencias Al cumplirse un nuevo aniversario de su muerte, las hijas de la megaestrella italiana Saverio Crispi, deciden realizarle en conjunto con las autoridades del lugar en donde nació, un sentido homenaje con una retrospectiva sobre su carrera. Así comienza la comedia "Latin Lover" (Italia, 2015) de Cristina Comencini, un filme que deambula en el vodevil, el srewball y la tragicomedia, para intentar configurar el reencuentro de las hijas del actor en medio de un evento que puertas afuera debe ser una dedicada y cuidada celebración. Pero claro está que el guión aprovechará las diferencias entre cada una de las hijas y sus madres para construir un relato en el que nada ni nadie será lo que realmente aparenta o dice ser. Si la hija mayor (Angela Finnocchiario) es la más abocada a la preservación del material fílmico y la más responsable, la que le sigue en edad (Valeria Bruni Tedeschi) será la que compartirá profesión con Saverio, pero también la que más recelo de las otras tenga, la heredera española (Candela Peña) aportará sus dotes familiares negando la realidad y por último la más pequeña (Phila Viitala) intentará acercarse al resto sin saber muy bien qué es lo que quiere. Una última hija norteamericana (Nadeah Miranda) que nunca llega y la revelación de una posible heredera más (hija de la cocinera de la casa de Saverio) sólo complicarán más la reunión en la que las revelaciones que Rita (Virna Lisi) y Ramona (Marisa Paredes), madres de Susanna (Finnocchiario) y Segunda (Peña), respectivamente, aportarán el tono necesario para que la narración dispare contrapuntos que posibiliten la acción. "Latin Lover" va configurando su historia con una dirección de cámaras casi teatral, que pese a algunos juegos al inicio y al final (cuando comienza la película vemos como una mujer abre cada ventana de la vieja casona de Saverio, cosa que también vemos pero cerrándolas al finalizar) no se destaca por un virtuosismo, sino todo lo contrario. Pero esta decisión se debe a que, claramente, el foco de "Latin Lover" está puesto en la actuación, en el duelo entre las mujeres de varias generaciones, que aportan cada una desde su lugar, lo necesario para mantener el interés en la historia. Al reparto femenino se sumarán algunos actores, entre los que destaca Lluis Homar como Pedro, un amigo de toda la vida de Saverio, quien tendrá la responsabilidad de revelar el dato más importante del filme, aquel que generará todo el twist de la historia. "Latin Lover" es una película simpática, bien actuada, en donde la exageración, el desborde y el timing preciso del gag, sirven para que comencini pueda construir un relato sobre la familia, la paternidad, los hijos y la fama. Pero también para poder hablar de la fundación de mitos de celuloide que terminan por desvanecerse ante revelaciones imprevistas sobre la identidad y el pasado de los mismos. PUNTAJE: 6/10
Creer y Soñar Mucho se ha escrito y dicho sobre Malala Yousafzai, la joven que desde su lugar pudo alzarse en Pakistán contra aquellos que le imposibilitaban el acceso a la educación. Junto con su padre logró que miles de mujeres y niñas en el mundo se sumaran a su pedido de manera pacífica y voluntaria. Pero claro está que no le sería fácil avanzar en sus reclamos sin que los movimientos asociados al gobierno tomen partido y decidan atentar contra la vida de ella y sus amigas. Pero Malala puso superar esta situación, y pese a encontrarse en el exilio, pudo continuar con la lucha que inició de pequeña y que la llevó a recibir el Premio Nobel de la Paz en 2014 y ser considerada como una de las personas más influyentes del mundo. "El me nombro Malala" (2015) de Davis Guggenheim ("Esperando a Superman", "Una verdad incómoda") recorre la historia de Malala a partir de la adaptación del libro de la joven de una manera líneal. La película posee varios momentos diferenciales, presentación, nudo, desenlace, que evitan focalizar aspectos más generales de la situación política y social de Pakistán fuera de aquello que habla Malala y familia, potenciando la corrección política y la limpieza en la narración. Hay momentos en los que se vuela un poco, quizás cuando las animaciones de Jason Carpenter buscan relajar el tenso relato en primera persona de la joven. Pero esto no logra despegar la inevitable exposición a hechos conocidos y que solo suma algún dato de color a partir del testimonio de los hermanos de Malala o cuando ésta disfruta, como joven que es, de algun dibujo animado en su tablet o cuando muestra, risueña, algunas notas bajas en la actualidad. "El me nombro Malala" funciona principalmente en aquellos que no conocían nada de esta joven que con la fuerza de su palabra y a pesar de sufrir en carne propia la dureza del régimen talibán, pudo sobreponerse para reivindicar su condición de mujer y sus anhelos de estudiar. PUNTAJE: 6/10
Volver al pasado Si bien hay muchos puntos que a lo largo de la narración se terminan sumando de manera ajustada Por la vida (Auf das leben!, 2014) de Uwe Janson, es una de esas películas que intentan abordar temáticas duras que, encarnadas en la sociedad, posibilitan una reflexión sobre la condición humana más allá de cualquier imperfección que se le pueda encontrar. Cuando Jonás (Max Riemelt) se encuentra por casualidad con Ruth (Hannelore Elsner), jamás se imaginó que detrás de esa anciana se escondería una historia que le tocaría de cerca y que le abriría los ojos acerca de su personalidad e integridad. Ruth en su juventud tuvo un novio de características físicas muy similares a las de Jonás, con el que la pasión que vivieron le permitió a la mujer superar el duro pasado que le tocó atravesar por su condición judía en campos de concentración. Mientras Jonás va conociendo la historia de Ruth, también sus sentimientos hacia la mujer se van modificando y la relación que entablan termina por configurar un escenario para que ambos puedan en confianza y con mutua compasión, revelar sus secretos más oscuros. Por la vida narra lentamente como dos personas que en apariencia nada tienen en común, pueden conectarse entre sí y desandar sus miserias y dolores más profundos de una manera casi catártica. El director Uwe Janson escapa del clásico melodrama y busca, gracias al recurso de algunas cintas cinematográficas que son vistas por Jonás, reinterpretar imágenes dándoles un tratamiento cercano al archivo, pero que también sirven como flashback para revelar detalles de Ruth y su pareja configurando la línea temporal y discursiva de la historia. La música desarticula y genera el espacio necesario para relajar la tensión que paso a paso se va construyendo, logrando que la empatía con los protagonistas sea tal que no importe si el director juega o no con su cámara (porque por momentos intenta estilizar su relato, principalmente cuando Jonás corre por las calles de Berlín buscando alguna respuesta a su presente de dolor, huída y enfermedad). Por la vida es imperfecta sí, pero es honesta en su planteo y principalmente en el esfuerzo de Max Riemelt y Hannelore Elsner que se complementan hasta tal punto que la historia fluye a pesar de todo aquello que el guión va sumando de manera precipitada y ajustada.
Recuperando la fe Como un proyecto personal en el que la revisión de un mito espera dar un poco de luz acerca de una iglesia del medioevo, el director Marcel Gonnet Wainmayer (Claudia, 2010; El provocador, primeiro filme en portuñol, 2011) se mete de lleno con la Iglesia protestante en Valdenses (2015). La fe Vandense fundada por Pedro Valdo fue una de las primeras versiones de la iglesia protestante y también una de las más castigadas por la censura en la época medieval. Al director los interrogantes sobre la iglesia le sirven como laboratorio de imágenes para intentar acercarse a la religión que profesa su familia y con la que convivió hasta entrada su adolescencia, y que en la actualidad es una de las que menos seguidores y fieles posee. Así en el film podremos ver dos líneas temáticas bien marcadas: una relacionada al mito de una película muda llamada Fideli per secoli, realizada por un grupo de jóvenes y con la que se intentó explorar algunos ítems de la iglesia valdense (la película de 1920 sirvió como material educativo para las nuevas generaciones). El otro vértice está enfocado en bucear en el interior de las diferentes colonias que alrededor del mundo profesan la fe con una manera bien particular de representar los preceptos de la religión. Entre esos dos tópicos es desde donde Marcel Gonnet Wainmayer construye un potente relato audiovisual, en el que la iglesia y la fe serán tan sólo el puntapié inicial para hablar sobre el hombre y sus autolimitaciones, su falta de tolerancia y su misoginia. Si bien en sus primeros films Marcel Gonnet Wainmayer poseía un objeto discursivo concreto, al ser acá un tema tan abstracto (excepto la película muda) puede construir su relato desde una puesta visual atractiva, la que no solo juega con la superposición de texturas, sino que trabaja principalmente a través de la fotografía un sinfín de posibilidades. Valdenses es una película que en el contraste de imágenes, y de cómo cada “pastor” de la iglesia aprovecha el mito para construir sentido, termina por armar un nuevo tipo de texto que mixtura y juega con las sensaciones. Todo esto termina por configurar un complejo entramado de sentido que sirve para afirmar verdades sobre la identidad valdense, la que ni siquiera en los exhaustivos testimonios que el director recaba, ni en la representación de la palabra censurada en otros tiempos, puede superar la potencia con la que termina de construir su discurso y contextualizar su propia fe.
Un golpe de realidad para los héroes Jugando con el verosímil, pero también con el imaginario popular, que contiene dentro de él a héroes y villanos clásicos, el escritor Leandro Loyola imaginó en la novela, que ahora Nicanor Loreti adapta al cine, "Kryptonita" (Argentina, 2015), un universo en el que nada ni nadie tiene asegurado su permanencia y que en la recreación y evocación se construirá un nuevo mundo marginal para estos personajes, alejado del glamour y las grandes ciudades cosmopolitas que suelen habitar. "Kryptonita" ubica a Superman, Batman, Flash, Linterna Verde y la Mujer Maravilla (entre otros), reinventandolos, como seres que habitan en la marginalidad de los suburbios de Buenos Aires, robándole a los ricos para poder hacer posible el sustento de comedores escolares que no reciben ayuda del Estado. Lady Di (Lautaro Delgado), Nafta Super (Juan Palomino), Faisán (Nicolás Vazquez), Federico (Pablo Rago) y Ráfaga (Diego Cremonesi) conformarán al grupo de Nafta Super, la liga que los reúne y que, por las vueltas de la vida, harán que todos ingresen en un hospital para que Pinino (Palomino) pueda seguir con vida. Pero caen en el peor hospital, el más marginal, con las mayores carencias, y con un equipo de guardia encabezado por un doctor (Diego Velázquez) que no puede lograr que los pacientes que llegan graves al shockroom salgan con vida de él. Mientras Pinino se recupera, la policía rodea el hospital para atraparlos, y ellos, atrincherados dentro del lugar, intentarán resistir el máximo posible para que Pipin llegue con vida al amanecer, porque saben que pasado ese tiempo, él sobrevivirá y volverá a liderarlos. Loreti narra con maestría el relato íntimo de unos seres solitarios (le perdonamos el traspié de "Socios por Accidente"), desesperados y desgarrados que sólo quieren acercarse a los otros esperando comprensión y compasión, y ese doctor, que se juega la vida en salvar al superhombre, también intentará por el mismo escuchar el relato de cada uno de los orígenes de los héroes de este "comic criollo", que mucho debe a la comedia, pero también al film noir, al drama social y a la escuela de películas que con "Sin City" entendieron que la mejor adaptación del universo de las historietas es emulando, en algunas escenas, no sólo la composición, sino también, la estética y encuadre de cada viñeta. Y si bien el libro de Loyola no es un cómic, sino una visita a él, la transposición ayuda a configurar una imagen única y gráfica de estos héroes venidos a menos en una Argentina atada con alambre, pobre, oscura, patética, a la que intentan ofrecerle, de alguna manera, un poco de magia y luz volviendose reales y de carne y hueso. Puntaje: 10/10