Luego de haber realizado «Unidad XV», un drama carcelario poderoso, Martín Desalvo regresa con «El Silencio del Cazador», un thriller interesante que mantendrá atrapado y tenso al espectador a pesar de que ciertos momentos se vuelvan predecibles. Guzmán es un cuidador de un parque nacional en Misiones, donde antiguamente iban los cazadores a buscar a sus presas, pero ahora se convirtió en una reserva natural. Es así como pasará sus días ahuyentando a quienes se acercan allí con malas intenciones, mientras que estará atento al rumor de que un tigre anda merodeando en la selva. Pero además deberá lidiar con su vida privada, el deseo de ser padre y una disputa con un antiguo novio de su mujer que sigue formando parte de su vida. «El Silencio del Cazador» es un thriller argentino que se sostiene por el clima que se crea a lo largo de todo el film. Durante todo momento el público vivirá en una atmósfera tensa que cada vez crece más y donde sabe que en cualquier momento todo explotará en violencia. Con todas las aristas que se abren en la primera parte de la película se pueden prever algunos cierres de cada historia o al menos cómo se irán desarrollando. Si bien sigue una lógica, la trama se vuelve algo predecible. El clima deseado se logra también gracias a la utilización de la selva como una de las grandes y principales locaciones. No sé sabe qué puede suceder allí, convirtiéndose en una especie de personaje más. En este sentido, debemos destacar también el trabajo de fotografía y ambientación. El elenco está compuesto por importantes figuras del cine nacional, como Pablo Echarri, Alberto Amman, Mora Recalde, César Bordón, entre otros. Al tratarse de una historia filmada en Misiones, interpretan a personajes locales, realizando un correcto acento. Sin embargo, a quien se lo siente más cómodo en su rol es a Cristian Salguero, oriundo de Posadas. Igualmente, todos consiguen involucrarse en el drama con sus gestos y actitudes. Y si bien existe una gran cantidad de personajes, cada uno de ellos tiene su importancia en la historia y el tiempo necesario en pantalla para poder desarrollarse. En síntesis, «El Silencio del Cazador» es un thriller atrapante e interesante, que si bien por momentos se vuelve predecible, sale airoso por la atmósfera opresiva y tensa creada como también por el comportamiento de sus personajes.
«La Fábrica de Sueños» nos presenta a Emil, un joven soldado que en 1961 comienza a trabajar como extra en los estudios de cine estatales de la República Democrática Alemana en Babelsberg. Durante un rodaje, se enamora perdidamente de una bailarina francesa llamada Milou. Sin embargo, este romance durará poco, ya que pronto levantarán el Muro de Berlín, dividiendo a la ciudad en dos y ella deberá volver a su país. Sin embargo, él no se dará por vencido y tratará de buscar la forma para hacerla regresar. El director Martin Schreier nos ofrece una comedia romántica ideal para los amantes de este género, donde desde el primer momento nos damos cuenta que estamos ante una de esas grandes historias de amor que marcarán la vida de los protagonistas. El hecho de centrar la película dentro de un contexto político complejo en el país hace que la trama se vuelva más interesante y atrapante, funcionando como un gran obstáculo externo para Emil y Milou. Por otro lado, siempre es atractivo ver lo que ocurre en la industria tras bambalinas y cómo era el cine en una época determinada, en este caso en los años 60 en Alemania y, especialmente, en la parte dominada por los rusos en Berlín, donde el partido tenía un rol particular a la hora de controlar todo tipo de medio de comunicación. La película transita por distintos tonos, tenemos desde momentos cómicos hasta emotivos o más tristes, haciendo viajar al espectador por diferentes emociones. Uno de los puntos más altos del film es la química que presentan sus protagonistas Dennis Mojen y Emilia Schüle, quienes desde el comienzo desbordan ternura, simpatía y conexión. Uno puede empatizar completamente con sus personajes y desea, durante todo momento, que puedan concretar sus objetivos y su unión. Existe un grupo variopinto de secundarios, muchos de ellos que ayudan a que Emil pueda llevar adelante su proyecto, como también algunos antagonistas que querrán verlo fracasar o que se interpondrán en la relación amorosa. En cuanto a los aspectos técnicos, nos encontramos con una buena recreación de época, tanto en la ambientación como en el vestuario. Además, debemos destacar el gran despliegue visual que presenta, sobre todo a la hora de plasmar en la pantalla la filmación de una película en el set, donde su director intenta hacerlo con bombos y platillos. En síntesis, «La Fábrica de Sueños» es una de esas historias de amor que desborda ternura y felicidad. Si bien puede ser un poco edulcorada, seguro será del agrado de los amantes de este género y de aquellas relaciones que dejan huellas. Con una idea interesante, que se ve acrecentada por el contexto en el cual se sitúa, una gran química entre sus actores protagónicos y buen despliegue visual, la cinta nos hará sentir muy bien incluso una vez finalizada.
Anna es una maestra de violín en una escuela para jóvenes músicos. En contra del criterio de sus colegas, aprueba el ingreso de Alexander, un alumno con bastante que aprender pero que ella ve en él un gran talento. A medida que pasan los días previos a la audición, la protagonista se va obsesionando cada vez más con su alumno, e incluso termina ocupándose más que de su propio hijo. «La Audición» es ante todo una película de personajes, a quienes no busca juzgarlos sino mostrar su verdadera naturaleza. Es así como Anna es una mujer compleja en todos los aspectos de su vida, es obsesiva e insaciable, como madre presiona a su hijo más de lo debido, como esposa va en un mal camino en su matrimonio ya que engaña a su marido con un colega, como maestra exige más de lo tolerable y como violista termina autoboicoteándose ante un posible éxito. Existe cierta búsqueda de excelencia constante en todo lo que realiza pero esto termina volviéndose en su contra. Anna está interpretada por la talentosa y galardonada Nina Hoss, quien fue premiada por este papel en el Festival de San Sebastián. La actriz logra manejar este difícil registro en el cual se muestra la fortaleza y la fragilidad de una misma persona a través de una expresividad firme en su rostro y en la forma de comportarse, con algunos pocos momentos donde se la muestra sensible y más humana. No es de esos personajes con los que podemos sentir una empatía directa por sus ambigüedades, pero sin dudas es muy interesante de ver. Al resto de los personajes también se los delinea con la misma naturalidad, mostrando los celos de su hijo y las maldades que realiza para llamar la atención, el derrumbe de su matrimonio o la presión que sufre su alumno. La película transita por varias temáticas inherentes al ser humano, como la disciplina, la presión de lograr la perfección, la frustración, el miedo al fracaso, la culpa, los celos, la competencia, entre otras cuestiones. Muchas de ellas se plasman de manera perturbadora e inquietante en el film, agregándole tensión a las escenas. Por momentos nos recuerda un poco a «Whiplash», pero cambiando el punto de vista del alumno a la profesora. Los aspectos técnicos están muy cuidados, principalmente su cálida fotografía, pero sobre todo tenemos que destacar el uso de la música, que en su mayoría proviene de los distintos instrumentos que utilizan los personajes. Casi no tenemos otro sonido que acompañe a la historia, sino que se basa en los silencios y los acordes del violín. En síntesis, «La Audición» nos presenta una historia sobre la búsqueda de la perfección y el camino hacia la frustración o el desgaste que eso genera. Un relato perturbador e inquietante que está muy bien plasmado por su elenco, sobre todo por la maravillosa Nina Hoss que logra captar la esencia de su papel a la altura de las circunstancias.
Desde hace un tiempo Disney decidió tomar un rumbo más alineado a los tiempos que corren, dejando de lado sus historias más clásicas de princesas en peligro y príncipes que van a su rescate. Incluso el interés romántico pasó a un segundo plano o en algunas tramas directamente no existe, abordando más temas como las relaciones familiares, la naturaleza o valores como el trabajo en equipo, la confianza o la libertad. En esta línea se inscribe también «Raya y el último dragón», película que llegó directamente a Disney+ (por ahora con un precio adicional) y se está proyectando en varios cines de nuestro país, convirtiéndose en uno de los primeros estrenos luego de la reapertura de las salas. «Raya y el último dragón» se centra en el reino de Kumandra, donde los seres humanos y los dragones convivían en armonía. Pero cuando unas misteriosas y siniestras criaturas conocidas como Druun amenazaron el territorio, los dragones se sacrificaron para salvar la humanidad, naciendo así cuatro tribus diferentes. 500 años después de este hecho, los monstruos han regresado y Raya, la hija del líder de la tribu Corazón, tendrá que encontrar al último dragón para terminar para siempre con los Drunn. La película nos ofrece una historia sensible y emotiva sobre la aceptación del otro y de uno mismo, la unidad, el poder de creer, la familia, las diferencias y la esperanza entre otras cosas. Por momentos puede traernos reminiscencias a algunas películas de la compañía como Mulán o Moana, ya que nos presentan a esta heroína valiente y guerrera, que hará lo posible para salvar a su gente. Sin embargo, la cinta nos presenta a una antagonista que no es vista como una villana en sí misma, sino como un personaje complejo con muchos matices que por sus creencias y vivencias se encuentra del lado contrario al de Raya y que va creciendo con el correr del tiempo. Su relación nos dejará varios mensajes sobre la confianza y el trabajo en equipo. En cuanto a los aspectos técnicos, la animación está muy bien realizada, con una buena construcción de los personajes y sus movimientos, sobre todo durante las escenas de acción y de pelea. A pesar de no tener números musicales, algo que se agradece en esta oportunidad, para hacer de la historia una mucho más adulta y realista, la banda sonora realza cada una de las secuencias. Dentro del elenco de voces se distinguen Kelly Marie Tran («Star Wars», «Sorry for your loss») como Raya y Awkwafina («Crazy Rich Asians», «The Farewell») como la dragona Sisu, con una performance que le aporta mucho a este personaje, con un toque de inocencia, esperanza y ternura. Sisu, junto a otros personajes secundarios que se va encontrando Raya en su aventura, se convierten en algunos de los roles más divertidos, proporcionándonos varias escenas de risa. Como suele ocurrir en las producciones de Disney, podemos pasar del entretenimiento al llanto sin escalas de una manera bien amalgamada. En síntesis, «Raya y el último dragón» continúa con el camino que viene marcando Disney desde hace varios años, trayéndonos una historia inclusiva, emotiva y de enseñanza constante sobre la familia, la unidad y el confiar y el creer en los demás. Con una animación realista con colores vívidos, un elenco de voces que realiza muy bien su trabajo y personajes interesantes, mucho más profundos de los que vimos en otras ocasiones, podemos afirmar que estamos ante otro paso firme de la compañía.
En 2016 se estrenó «Train to Busan», también conocida en nuestro país como «Invasión Zombie», una película que renovó los aires del género de zombies e hizo que mucha gente se empezara a interesar por la cinematografía coreana, mucho más sensible y profunda que la de otras latitudes. «Train to Busan» se centraba en un hombre adicto a su trabajo, que no le prestaba demasiada atención a su pequeña hija. Es por eso que en el día de su cumpleaños decide llevarla con su madre a Busan. Sin embargo, en el trayecto aparecerá un brote de infectados, sin causa aparente, que provocará que todos los pasajeros del tren tengan que luchar por sobrevivir. Tal fue el éxito del film que no quedaba duda de que habría una continuación. De la mano del mismo director, llegó hace unos días «Península». La historia se centra cuatro años después del brote. Muchos dejaron Corea del Sur y se radicaron en Hong Kong, como Jeong-Seok, un ex soldado, que ahora trabaja para un grupo de gángsters. Sin embargo, le llegará una propuesta bastante irresistible: volver a la Península para recuperar un camión lleno de dinero. Es así, como junto a su cuñado y otros dos personajes se embarcará en una aventura de vida o muerte. Es muy difícil concebir a «Península» como una película individual, ya que deriva de una cinta que no solo nos brindó una historia frenética, atrapante, llena de suspenso y terror, sino que además lo hizo a base de personajes profundos, que se van transformando con el correr del metraje, y que nos mostraron la verdadera cara del ser humano en circunstancias límite. Es decir, «Train to Busan» dejó la vara muy alta para lo que vendría. Y si bien «Península» no está mal, porque consigue entretener al espectador en todo momento, cambia en muchos aspectos lo que había logrado su antecesora. En primer lugar tenemos otro tono, se deja atrás el género de terror para pasar a la acción pura, en la cual los protagonistas deberán sobrevivir no solo a los zombies, sino a otras personas que quedaron varadas en Corea y que, en muchos casos, su salud mental está bastante deteriorada, haciéndola incluso más peligrosa que los propios mutantes. Esto se había planteado previamente, pero en este caso tenemos enfrente un enemigo bastante desquiciado y caricaturesco. Se nota que el aumento del presupuesto fue para crear una puesta en escena mucho más ambiciosa y grandilocuente, con más zombies, una fotografía más lúgubre y oscura, y persecuciones al estilo «Mad Max», que son divertidas pero un poco largas, y que hasta por momentos se sienten algo artificiales o salidas de un videojuego. La historia es bastante sencilla, sin muchos giros, para que toda la atención se ponga en este tipo de situaciones. Por otro lado, se buscó expandir mucho más el universo visto en «Train to Busan». En este caso, tenemos nuevos personajes, y si bien tenemos algunos momentos más sensibles en donde se plantean los errores humanos o la falta de acción en instantes clave, no se consigue esa profundidad que tuvieron los protagonistas del film anterior. De todas maneras, podemos destacar la caracterización de las niñas, Joon-in y Dong-hwan, quienes le agregan una cuota de diversión y frescura, muestran su valentía y poder a pesar de las circunstancias, y que, junto a su madre y abuelo, se la rebuscan para sobrevivir. A pesar de tener un final bastante emotivo y sentido, no logra la misma empatía que tuvimos con el personaje del padre o su hija en «Train to Busan». Si bien «Península» no consigue estar a la altura de «Train to Busan» porque optó por algo más ambicioso y espectacular, que deja un poco de lado esos personajes llenos de matices y una locación claustrofóbica, nos ofrece un entretenimiento a base de un ritmo dinámico lleno de acción y la expansión de un universo previamente conocido.
Marianne y Cristian son una pareja proveniente de dos familias adineradas de México, quienes están celebrando su boda, junto a otras personas ricas y poderosas del país. Sin embargo, con la llegada de Rolando, un ex empleado para pedirle dinero para la operación de su esposa, empezaremos a notar algunas malas actitudes de la familia. El hombre se retira luego de que la madre le dé un poco de plata que no ayuda ni a cubrir los gastos y será Marianne quien decida ir a su casa para llevarle lo que falta. En el camino se cruzará con un caos social, al mismo tiempo que su hogar será invadido por manifestantes. «Nuevo Orden», del director mexicano Michel Franco, es una película que nos invita a reflexionar sobre la desigualdad social, el abuso de poder, el manejo del gobierno, la violencia, el rol de las fuerzas armadas y el caos social, a través de una historia distópica ubicada en un mundo ficticio pero que mucho tiene que ver con la realidad, no solo mexicana, sino de cualquier parte del mundo. Al principio la cinta comienza de una manera confusa, donde el espectador no sabe bien qué está observando, pero a medida que avanza el relato se va acomodando y explorando la situación con mayor claridad. La misma no explica los motivos de los hechos que desata tal salvajismo, sino que intenta llevar al extremo el comportamiento de ambos sectores de la sociedad para mostrar las miserias humanas. Y aquellos personajes que quieren ser solidarios o empáticos con los demás, terminan de una forma peor. Es una historia que no deja escapatoria y nos ofrece una mirada negativa y cruda de la realidad. En esta búsqueda se cae en ciertos estereotipos y hasta simplificaciones de los protagonistas, donde no todos están muy delineados. Las actuaciones de todo el elenco son correctas, principalmente de Naian González Norvind (Marianne) y Diego Boneta (quien hace de su hermano), quienes consiguen transmitir el dolor y la desesperación de la situación. «Nuevo Orden» tiene algunos giros inesperados que impactarán al espectador, como también propone un clima de tensión constante, más alineado al género de suspenso o terror, y se emplea una cámara en mano para otorgarle mayor dinamismo, realidad y frenetismo a la trama. Cada recurso técnico está puesto al servicio del relato para intensificar su violencia desmedida. En síntesis, «Nuevo Orden» es una película que dividirá las aguas pero que logra hacer una crítica social interesante ideando un mundo ficticio lleno de violencia y desigualdad, que no está muy lejos de nuestra realidad. Con buenos aspectos técnicos y correctas actuaciones, la cinta no dejará indiferente a ningún espectador.
Vicenta se dedica a limpiar casas ajenas además de la suya. Vive con su hija Laura de 19 años, quien sufre de un retraso madurativo, en una casa de chapa y madera en el Conurbano. Durante una visita al médico, se enteran de que Laura está embarazada, producto de una violación por parte de su tío. Si bien la ley le permite abortar, el sistema se encargará de ponerle todo tipo de trabas para que esto no suceda. Es así como Vicenta, con la ayuda de su hija mayor Valeria, deberá hacerle frente a distintas instituciones. Basada en un hecho real ocurrido en 2006, «Vicenta» resulta una obra documental interesante y atractiva que no recurre a los lugares comunes del género, como las entrevistas, para retratar temáticas fuertes y controversiales como el abuso sexual o el aborto sin caer en golpes bajos. El director Darío Doria, junto a la directora de arte Mariana Ardanaz, reconstruyen el universo de Vicenta y de su familia a través de la utilización de muñecos de plastilina y escenarios de miniatura, que si los comparamos con las personas reales podemos descubrir cierta similitud. Para darle vida a este mundo, recurren a la voz en off de Liliana Herrero, quien va narrando los sucesos mediante los pensamientos de la protagonista. El trabajo está tan bien realizado que consigue transmitir los sentimientos de Vicenta con gran calidez, uno puede percibir su frustración, sorpresa, cansancio o entusiasmo. Si bien el silencio se prioriza en varias oportunidades, la banda sonora sirve para otorgarle cierto realismo a las imágenes, como el sonido de la lluvia, los teléfonos sonando o el teclado de la computadora; como también se utiliza material de archivo de noticieros de la época, de una manera creativa, para darnos un contexto mayor. Ocurre lo mismo con la cámara, que le brinda el movimiento que le falta a los personajes, para mostrar el paso del tiempo o el avance de la causa. Gracias a esta belleza y precisión visual, el documental puede realizar una crítica a la burocracia, el rol y la ausencia del Estado, el manejo de las instituciones, y hablar sobre temas tan complejos, delicados y necesarios como el abuso sexual, el aborto y la violación de los derechos. Es una película que te interpela, te moviliza y te indigna por igual. Pero además de ser una historia de denuncia, es un homenaje a una persona que transmite los valores de la lucha, la fuerza, el coraje, la superación frente a las adversidades y la perseverancia. Nos deja una buena sensación una vez que finaliza, porque transita por lugares desgarradores pero nos brinda esperanza. En síntesis, «Vicenta» es una de esas películas que trae tanta tristeza como belleza, que trata temas necesarios que debemos debatir para crecer como sociedad y garantizar que se cumplan las leyes y los derechos de todos los ciudadanos. Es un documental inusual, que no sigue las fórmulas establecidas, sino que se basa en el ingenio de su director para retratar una historia fuerte de superación priorizando lo visual y los sentimientos, y dejando de lado los golpes bajos.
Silvia se jubiló recientemente, por lo que pasa mucho tiempo en su hogar, mientras que Mario es un veterinario que comete un error durante una operación. Esta distracción, mala praxis o mala suerte será la primera de una serie de tragedias que empezarán a rodear a la pareja. La ópera prima de Matías Ganz es una coproducción entre Uruguay, Argentina y Francia, que sabe moverse muy bien en el terreno del suspenso, generando un clima cada vez más tenso e inquietante a partir del uso de la música, la ambientación, la puesta de cámara y los gestos del dúo protagonista, quienes luego de una serie de hechos empiezan a transitar un estado de paranoia e inseguridad. En este sentido, debemos destacar sobre todo las interpretaciones de Guillermo Arengo y Pelusa Vidal, que manejan muy bien los silencios y las miradas, priorizándolos por sobre los diálogos, que no abundan mucho en el guion. Completan el elenco de una buena manera Soledad Gilmet como la hija de la pareja que los hospeda en su casa, su marido Lalo Rotaveria, que intenta ayudar con la acusación por mala praxis, la mujer que limpia en ambos hogares, Ruth Sandoval, que comienza a ser el blanco de sospecha para Silvia, y la participación de Ana Katz como la dueña del perro del título, que forma parte de uno de los detonantes de la historia. A lo largo del film se tratan varias temáticas, como la falta de seguridad, la paranoia, el karma, los prejuicios, la mala praxis profesional, la jubilación, la violencia, la justicia por mano propia, entre otras, como parte de una crítica social que se relaciona con la creciente sensación de inseguridad que existe en Uruguay. Pero la película también tiene su cuota de comedia, ahondando por momentos en el humor negro y las escenas absurdas, para descomprimir las distintas situaciones que atraviesa la pareja protagonista y aportarle mayor credibilidad al relato sobre lo que puede ocurrir en el camino hacia la perdición y cuando se actúa bajo miedo y presión. En síntesis, «La muerte de un perro» es un sólido debut para Matías Ganz quien a partir de una historia que mezcla el suspenso con la comedia negra logra plasmar en pantalla una crítica social interesante. Una trama entretenida que va creciendo en intensidad, gracias a sus aspectos técnicos y a la buena interpretación de su dúo protagonista.
«Planta Permanente», la nueva obra de Ezequiel Radusky («Los dueños»), cuenta la historia de Lila, una mujer que lleva años trabajando como empleada de limpieza en el Ministerio de Obras Públicas de la Provincia, mientras que atiende allí también un comedor. Su estabilidad laboral y la de sus compañeros se pondrá en juego cuando llegue una nueva directora al establecimiento. En «Planta Permanente» se realiza una crítica al sistema laboral e institucional del Estado, en el cual muchos de los empleados están contratados por un período determinado, algunos entran acomodados y los cambios entre una gestión y otra crean un clima de inestabilidad para la mayoría de ellos. Estos temas tan preocupantes como actuales, y con los cuales muchos podrán sentirse identificados si se encuentran en una situación similar, son abordados a partir de una comedia dramática. En este sentido, el guion escrito por el propio director junto a Diego Lerman es un gran acierto, ya que combina de manera perfecta los momentos serios con el humor. Por otro lado, se apela al conocimiento popular de ciertas frases hechas utilizadas por funcionarios y prácticas políticas y sociales, haciendo que el espectador las reconozca y pueda disfrutar más de la experiencia cinematográfica, porque forma parte de una cultura compartida; nos reímos de nosotros mismos. Si bien podemos suponer que ocurrirá todo lo contrario a lo que se diga, la película no se torna predecible. Por otro lado, debemos destacar la labor del elenco, sobre todo el trabajo realizado por Liliana Juárez («El Motoarrebatador»), quien logra componer de una manera magnífica a una mujer acostumbrada a la rutina pero con sueños propios, que luchará, de una manera silenciosa y tranquila, por cumplirlos a cualquier precio. Pero sobre todo la actriz tiene un carisma especial que hace que a pesar de su seriedad sus líneas salgan con una gracia particular y haga de su actuación uno de los elementos más disfrutables del film. Juárez está bien secundada por Rosario Bléfari, no solo su compañera de trabajo sino una amiga de años con la que tendrá ciertos roces por la nueva situación que ambas tienen que vivir, brindándonos momentos hilarantes. En síntesis, «Planta Permanente» resulta un interesante y efectivo film que aborda la problemática de la burocracia y el sistema laboral dentro del Estado, a partir de buenas actuaciones de sus protagonistas y un guion ingenioso que logra construir un clima de humor en un ámbito totalmente serio.
Marcos Roldán (Carlos Portaluppi) es un enfermero que trabaja hace 20 años en la sala de cuidados intensivos de un hospital durante el turno noche. Su apacible rutina cambiará con la llegada de un compañero más joven y sociable, Gabriel (Ignacio Rogers), que a pesar de demostrar una admiración profunda por Marcos, su presencia se va tornando cada vez más incómoda. Ambos enfermeros esconden un oscuro secreto que se relaciona con prácticas poco éticas en aquel lugar y solo exponiéndose a sí mismo el protagonista logrará desenmascarar a su par. «La dosis» nos plantea un thriller psicológico, enmarcado dentro de un drama médico, que va creciendo en suspenso con el correr del metraje, a medida que la relación entre estos colegas se va intensificando. Existe un duelo de personalidades, de roles y de posturas que pondrán en peligro a todos los que los rodean y hasta a sus propias vidas. El clima que construye el film desde el primer momento hasta su final es clave a la hora de desarrollar esta historia. Mucho tiene que ver con el contexto del hospital, donde el minuto a minuto cambia las reglas del juego, con un sonido ambiente que amplifica esa sensación de malestar y desesperación que se vive dentro de una terapia intensiva, como también con los giros dramáticos que son bastante impactantes y sorprendentes. Aunque creamos que podemos anticipar algunas resoluciones, la película termina dándole una vuelta de tuerca a la trama que nos dejará más que satisfechos. A esto se le agrega la impecable labor de su protagonista Carlos Portaluppi, quien compone a este enfermero dedicado, piadoso, que cuida a sus pacientes como si fueran su propia familia. Es callado, sigue una rutina, y su vida pasa por su trabajo, el resto de sus aspectos están bastante descuidados. Su contracara es Ignacio Rogers, que aunque comparte la visión de su mundo lo hace con un argumento mucho más perverso. Pero al ser sociable, comprador y servicial, solo el protagonista notará sus intenciones. El trabajo que realizan sobre la personalidad de cada personaje está muy bien elaborado, como también la relación tóxica que van construyendo poco a poco. Sus miradas, sus diálogos y sus gestos denotan una tensión latente y constante. Ambos actores hacen un gran trabajo para componer sus papeles, logrando perturbarnos e inquietarnos. Lorena Vega termina de conformar este trío de enfermeros, con una actuación sólida y comprometida. Su personaje mantiene una buena relación con ambas partes y descreerá de los rumores que corren. El resto del elenco está compuesto por Germán De Silva, Alberto Suárez y Arturo Bonin, en papeles más pequeños pero relevantes para que distintos hechos se desarrollen. Por otro lado, la película no solo cumple a la hora de entretener al espectador y tenerlo pegado a la pantalla durante la hora y media de duración, sino que también pone en el tapete temáticas interesantes y no tan tratadas en el cine nacional, como la eutanasia, la etica profesional, el trato hacia los pacientes internados, la responsabilidad que tienen los enfermeros en sus manos, la perspectiva de una persona que convive entre la vida y la muerte todos los días, entre otras cuestiones. Esto generará una reflexión en el público entre lo que está bien y lo que está mal y aquellos límites difusos que serán un punto atractivo para debatir. En síntesis, la ópera prima de Martín Kraut resulta una grata sorpresa dentro de los estrenos nacionales, brindándonos un thriller psicológico sólido, perturbador e intenso que se sustenta por un dúo protagónico interesante y que realiza una gran trabajo de composición, un clima que va creciendo en tensión y giros inesperados. Un director que vamos a tener que tener presente de ahora en más.