Quique es lo que llamaríamos un buen cristiano, asiste a la Iglesia, cumple correctamente con su trabajo como mecánico y trata de darle todos los gustos a su mujer, dentro de las pequeñas posibilidades económicas que tiene. Pero su vida dará un giro de 180° cuando lo echen del empleo y su esposa lo abandone dejándolo sin siquiera un hogar. Cuestionando su creencia en Dios, el protagonista deberá rebuscárselas para sobrevivir. “Diez Menos” es una comedia protagonizada por Diego Pérez, que si bien tiene algunos aislados momentos de humor no son los suficientes como para solventar esta disparatada historia, que además nos deja esa sensación de que podría haber sido mucho más arriesgada. Desde un comienzo podemos ver la relación entre el personaje principal y la religión y cómo un quiebre en su vida lo lleva a cuestionar la voluntad de Dios y a no querer seguir el camino de los diez mandamientos. Y a pesar de que rompe algunos de ellos (porque se olvidan de la mayoría aunque este punto se haya planteado como el eje principal del relato), se podrían haber llevado las distintas situaciones a un extremo más hilarante para, al menos, ser efectiva en ese sentido, pero no se atreve a romper su estructura. Es así como nos encontramos con un sinfín de situaciones que se suceden unas a otras cual sketch televisivo con el objetivo de entretener al espectador, por momentos, y por otros hacerlo emocionar o generar empatía con el personaje principal, pero ninguno de los dos casos se terminan logrando. Por otro lado, también observamos bastantes problemas de guion, con algunas cuestiones de la trama que no terminan de cerrar. Por ejemplo, Quique conoce durante los primero minutos a una nueva catequista de la Iglesia, que recién hacia el final de la película vuelve a aparecer, adquiriendo una gran importancia (de la nada) para la historia. Pero entre medio no tenemos un desarrollo de este personaje o de la relación entre ambos, ni siquiera lo vemos o escuchamos hablar de él. Lo mismo ocurre con la institución religiosa o como dijimos antes con los diez mandamientos que supuestamente busca romper. Si cumple un rol central para el protagonista debería haber tenido una mayor intervención en el argumento. O con ciertas actitudes o motivaciones del protagonista que no parecerían ser las más acertadas. Las actuaciones son correctas, aunque no sobresalientes, como también los aspectos técnicos del film, donde podemos destacar la ambientación de las calles bonaerenses, que nos sitúan de una buena manera en la historia. En síntesis, “Diez Menos” es una película que busca hacer reír y emocionar al espectador, pero que no lo logra, ya que no es lo suficientemente atrevida e hilarante como para atrapar por el lado del humor absurdo y ridículo, sino que no provoca ningún tipo de sensación, y deja en evidencia los diferentes problemas de guion.
En 1987 se presentó al Depredador (Predator) en la pantalla grande, una criatura alienígena que caza a sus presas humanas para convertirlas en sus trofeos, con un film violento, que oscilaba entre el terror y el suspenso. Posteriormente, tuvo varias continuaciones, “Depredador 2” (1990), “Alien vs Predator” (2004), “Alien vs Predator: Requiem” (2007) y “Depredadores” (2010). Sin embargo, en épocas de revivir franquicias, esta cinta de ciencia ficción no podía quedarse al margen. “El Depredador” vuelve al cine de la mano de Shane Black, conocido por sus películas “Kiss Kiss Bang Bang” (2005), “Dos Tipos Peligrosos” (2016) o “Iron Man 3” (2013), como también por haber protagonizado la cinta original de 1987. El resultado quedará a medio camino entre una buena película de acción y una comedia que no funciona en todo momento. Todo comienza durante una operación contra el narcotráfico, donde el francotirador Quinn McKenna se enfrentará cara a cara con una criatura proveniente del espacio. Para tener pruebas de ese encuentro, tomará algunas partes de su traje y lo enviará a casa con su ex mujer y su niño. Pero Rory, un pequeño inteligente que padece autismo, verá estos objetos como algo extraordinario y provocará que los cazadores quieran recuperarlos. Es así como se reunirá a un grupo de veteranos y a una científica para hacerle frente a los nuevos Depredadores. Al principio nos encontramos con varias líneas narrativas que, hasta que no pasa la presentación de cada una de ellas para unirse en una trama central, no toma vuelo. Una vez que lo hace levanta el ritmo del film para otorgarnos un sinfín de escenas de acción. De todas maneras, nos encontramos con algunas cuestiones de montaje que hacen que se pierda un poco la coherencia del relato. Pero a diferencia de la entrega original, en esta oportunidad nos alejamos un poco de la esencia terrorífica y aterradora de la historia, para acercarse más al humor de lo que uno podría esperar en una cinta de este estilo. No es que esté mal, porque consigue aliviar ciertas tensiones, y en muchos casos los gags son atinados y consiguen más de una risa, pero tal vez también le saca un poco de dramatismo al eje central del relato. Asimismo, nos encontramos con un abuso constante de chistes, que por momentos incomodan, no son efectivos (por una cuestión del subtítulo se le cambia un poco el sentido original) o se sienten fuera de tono. Nos termina generando esa sensación de las películas actuales, donde el humor rige la trama, independientemente del tono esperado o requerido. Lo que resulta mejor logrado es la explotación del gore, a través de una buena demostración de sangre, tripas o amputaciones. También tiene buenos efectos visuales y especiales, con grandes explosiones y fuego cruzado. De todas maneras, tal vez por una decisión estética de preservar el estilo original de 1987, no parecería haber avanzado tanto la tecnología en cuanto a la composición del Depredador de aquella época y sus artefactos de combate. Sí se agrega una evolución del Depredador con unos perros como acompañantes, un poco menos conseguidos (notándose que no es tan artesanal, sino que se hizo uso de la computadora) pero que igualmente se amalgaman bien. En cuanto al elenco, nos encontramos con caras conocidas, donde Boyd Holbrook (“Logan”) lidera el grupo como el soldado McKenna, Sterling K. Brown (“This is Us”) se presenta como el villano, Jacob Tremblay (“Room”), quien siempre se luce en sus papeles complejos, Olivia Munn (“The Newsroom”), como la representante femenina cuyo rol se hace notar, y Alfie Allen (“Game Of Thrones”), Keegan-Michael Key (“Friends from Collage”), Thomas Jane (“The Punisher”), Trevante Rhodes (“Moonlight”) y Augusto Aguilera (“Chasing Life”) como los veteranos que aportan la gran cuota de humor al film. Se encuentran muy correctos en sus papeles, pero no todos sobresalen por los mismos. Por otro lado, al final nos encontramos con un puntapié para que la saga continúe (con una especie de escena post-créditos dentro del mismo relato), pero a diferencia de otras películas que buscan reavivar una franquicia, esta historia no se muestra como una mera presentación de un personaje o una simple introducción para lo que vendrá, sino que se siente como una cinta completa, que tranquilamente podría haber finalizado en esta primera parte. En síntesis, “El Depredador” ofrece una entretenida película que mezcla la acción pura con una gran cantidad de humor, que no terminará de convencer a todo el mundo. Tal vez esta combinación no resulta del todo atinada, ya que los gags no funcionan en todo momento y se aleja un poco del clásico de 1987. Una cinta que se encuentra a mitad de camino, debido a que su elenco es atractivo y su utilización del gore es exquisita, pero no mantiene la coherencia constantemente.
A finales de la Segunda Guerra Mundial, un pueblo de Hungría se prepara para celebrar la boda del hijo del secretario municipal. Sin embargo este festejo se verá teñido de preocupación por la llegada de dos hombres judíos. ¿Qué vienen a hacer? ¿Vendrán más como ellos? ¿Los mandó alguno miembro de las familias que vivían antiguamente allí?, son las principales inquietudes de los habitantes que tratará el film. “1945” se suma a la larga lista de películas ambientadas en la época de la Segunda Guerra Mundial, pero con la particularidad de que no se centra en la guerra en sí, no muestra actos de violencia ni ocupaciones territoriales, sino que aborda de una manera dramática el comportamiento humano de una sociedad que se quedó con las pertenencias de aquellas familias judías que fueron llevadas finalmente a distintos campos de concentración y el mayor o menor grado de implicación en dicho acto. El retorno de dos personas despertará en los vecinos diversos sentimientos y reacciones (culpa, negación, acción, miedo, vergüenza, auto justificación, etc.), los cuales serán el foco principal del film. No tenemos un mayor desarrollo del conflicto principal, sino que el centro es una historia sobre un hecho en sí. El hecho de darle mayor presencia al comportamiento humano se ve plasmado también por la poca utilización de diálogos, que sirven únicamente para hacer tangible estos sentimientos latentes de los distintos habitantes. Son más importantes los silencios, los gestos, las miradas, que insinúan más que lo que muestran. No se nos proporciona mucha información de los personajes y su contexto, pero tampoco importa la individualidad, sino más bien el rol que representan y cómo la aparición de dos personas influye en su accionar. A medida que transcurre el film veremos las distintas reacciones, algunas más profundas que otras, pero no tenemos una completa transformación de los habitantes o un mayor abordaje psicológico. Las actuaciones están bien llevadas a cabo por este elenco coral, donde la mayoría tiene el mismo peso narrativo, no nos encontramos con un protagonista, ni con alguien que destaque más que otro. Una de las particularidades de la cinta es que está filmada íntegramente en blanco y negro, para darle un mayor realismo de época, pero sobre todo para contribuir con el clima buscado, uno opresivo, tenso y lleno de secretos. La banda sonora también permite que esto se pueda llevar a cabo. En síntesis, “1945” es una película distinta sobre la Segunda Guerra Mundial, donde se busca abordar el hecho particular de la apropiación de bienes de las familias judías para mostrar la reacción y el comportamiento de un pueblo al respecto. No tenemos un mayor desarrollo del conflicto ni de los personajes, sino que se plasma una visión sobre este suceso a partir de un buen uso de la fotografía en blanco y negro, las actuaciones y la composición de un clima opresivo y tenso.
Eli Roth, conocido por su filmografía de terror, destacándose “Hostel”, se embarca por primera vez en la realización de una película infantil, basada en la novela homónima de John Bellairs (1973). “La Casa con un Reloj en sus Paredes” cuenta la historia de Lewis, un niño que acabó de perder a sus padres en un accidente y que debe mudarse con su tío Jonathan a una casa bastante particular. Al poco tiempo descubrirá allí un mundo oculto de magia y hechicería, donde la bondad y la maldad se pondrán en juego. Como dijimos anteriormente, Eli Roth está acostumbrado a realizar historias de terror con violencia explícita y, si bien ésta es una cinta infantil, no quedará ajena a los sustos y a un clima lúgubre y escalofriante, algo que puede llegar a aterrar a los niños. Nos recuerda un poco a la película “Un Monstruo Viene a Verme”, donde el director español J.A. Bayona, que también proviene del terror (“El Orfanato”), nos ofrece un drama de fantasía. Igualmente, en este caso es un film más naif que aquél ejemplo que profundiza una trama más compleja y oscura. De todas maneras, este tinte terrorífico se mezcla con el humor y la fantasía, generando un equilibrio entre cada uno de estos estilos. El humor viene sobre todo a partir del personaje del tío Jonathan, interpretado por Jack Black, quien trae consigo una vasta experiencia en este ámbito. Es el comic relief necesario para contrarrestar la tensión provocada por la historia. También esta comicidad la podemos observar en la relación de amistad que mantiene con el rol de Cate Blanchett, una gran bruja, con la que se llevan como perro y gato, aunque en el fondo sean unidos. El trío protagónico lo completa Lewis, encarnado por Owen Vaccaro, quien compone a un niño con mucha luz y valentía, que aunque lleve a cabo acciones negativas con objetivos individualistas, hará lo posible por remediar la situación. Uno de los puntos altos es sin duda la utilización de los efectos especiales, ya que es el recurso que permite que la historia se pueda llevar a cabo y crear el mundo mágico propuesto. Entre los aspectos técnicos también se destacan la fotografía y una banda sonora que acompaña correctamente. En síntesis, “La Casa con un Reloj en sus Paredes” es un buen ingreso de Eli Roth al género infantil, aunque probablemente no sea para todos los chicos, ya que además de la fantasía y el humor existen varios pasajes con sustos y sobresaltos. Con un buen elenco a la cabeza y destacables efectos especiales, será una buena aventura para ver en los cines.
En un pueblo llamado Resignación vive un grupo de adolescentes que, como todos los de su edad, piensan en ponerse de novios y tener sus primeras experiencias en el amor. Pedro es un chico tímido que no logra acercarse a sus compañeras ni entablar una conversación relevante. Pero todo va a cambiar con la llegada de Agustina, la nueva joven del lugar, que no solo deberá adaptarse a su entorno, sino también a la idea de tener una aproximación a un noviazgo y a las relaciones sexuales, asuntos sobre los cuales prefiere mantenerse ajena. “Amor Urgente” es el tercer largometraje de Diego Lublinsky (“Tres Minutos”, “Hortensia”), el cual funciona como una especie de coming of age argentino, donde dos chicos experimentan los primeros pasos en el amor y la sexualidad. La película utiliza ciertos estereotipos, como las chicas populares, los malos y cancheros de la escuela y el protagonista nerd al que le cuesta relacionarse, para mostrar la superficialidad y artificialidad de este pequeño pueblo. Asimismo, se aborda la presión social que lleva a los jóvenes a decir o a hacer cosas que no son ciertamente verdad y que ni ellos comprenden en su totalidad. No sabemos en qué época está situada la historia, y esta decisión narrativa se justifica para universalizar una trama que podría llevarse a cabo en cualquier momento y lugar. Esto lo notamos por la falta de artefactos tecnológicos (es raro que una película actual no muestre celulares o computadoras), la vestimenta que usan los protagonistas (no son ni anticuadas ni modernas) y también por la utilización de retroproyecciones, es decir, imágenes que se suceden detrás de los personajes, dividiendo en dos el contexto y a sus protagonistas. Este recurso visual es interesante y se suma a la necesidad de mostrar la artificialidad del pueblo tanto desde la temática como desde el aspecto técnico, pero por momentos se siente bastante falso o como si fuera una obra teatral con una escenografía de fondo y no como algo armónico dentro del film. Los protagonistas están interpretados por Martín Covini (un actor debutante) y Paula Hertzog, quien realizó previamente dos películas, “El Premio” (2011) y “Ciencias Naturales” (2014). Asimismo los acompañan dos actores de renombre como Paola Barrientos y Fabián Arenillas, que aportan su experiencia a un elenco de personalidades que recién comienzan en este camino. Los personajes están bien delineados, cada uno con su motivación personal. Los diálogos que recitan son naturales y casuales, pero se los nota algo toscos o secos en su ejecución. El ritmo que presenta el film es ágil y se acerca más al género de la comedia, donde los protagonistas buscarán la manera de cumplir con su objetivo, aunque en el camino se encuentren con situaciones ridículas y absurdas. No dejan de ser chicos de 15 años entrando a un mundo adulto que todavía les es ajeno y no comprenden. Con altibajos y decisiones justificadas en mayor o menor medida, “Amor Urgente” nos presenta un coming of age argentino correcto, cuya temática fue abordada unas cuantas veces en la pantalla grande, pero que se lo hace desde una manera más original (con juegos visuales) y local.
En 1982 se desarrolló la Guerra de Malvinas, donde soldados argentinos y británicos pelearon con el objetivo de obtener la soberanía sobre dicho territorio. Con un saldo de alrededor de mil vidas humanas que se perdieron de ambos lados y más de 35 años que nos separan de aquel hecho, todavía existe una disputa territorial entre ambos países. En este contexto, la directora Lola Arias propone reunir a tres veteranos de guerra argentinos y tres británicos (uno proveniente de Nepal pero que luchó en el bando inglés) para reconstruir sus memorias de manera conjunta. Una mezcla de documental y ficción que no aborda los hechos de manera clásica, sino que construye el relato de una forma más atractiva e interesante. Lejos de encontrarnos con entrevistas o imágenes de archivo, “Teatro de Guerra” busca mezclar a ex combatientes argentinos y británicos que lucharon en la Guerra de Malvinas en un contexto más relajado y experimental, pero igual de intenso y conmovedor que si tuviera una estructura convencional. A partir de conversaciones entre ambos bandos, reconstrucciones de hechos a partir de actuaciones, maquetas, mapas, los veteranos van recordando los sucesos y sus sentimientos y experiencias en dicho momento y las consecuencias de la guerra en su vida posterior. Además, existen algunos pasajes donde involucran a otras figuras como especialistas, alumnos de colegio y actores que representan a cada uno de los protagonistas para seguir abordando estas cuestiones. Las situaciones que se muestran no tienen un hilo narrativo aparente o una progresión palpable, sino que son momentos que se suceden unos a otros como si se tratarán de propuestas de actividades de la directora, como la muestra de las consecuencias físicas sobre su cuerpo, el canto de un tema sobre la guerra o la discusión de la disputa territorial frente a un mapa de las Malvinas. Algunas situaciones se sienten más aggiornadas que otras, o con una mayor puesta en escena, pero no por eso son menos meritorias o impactantes. Los protagonistas conforman un elenco coral, donde algunos tienen más peso que otros, no sabemos si porque tuvieron experiencias más difíciles o si fueron los que más se animaron a hablar, pero de todas maneras todos logran tener sus momentos. Es interesante que cada uno pudiera conservar su idioma materno a la hora de contar sus historias, aunque a veces también tratan de usar el otro idioma para hacerse entender frente a su “opositor”. Podemos observar en algunos instantes lazos fraternales, de compresión, de entendimiento para con el otro y la idea de que ambos eran jóvenes y no tenían las intenciones bélicas en su ser, y por otros cierta tensión y enfrentamiento por sus ideales. Por otro lado, se nota que el documental busca ser imparcial, sin llegar a ser tendencioso o demonizar o victimizar a alguno de los dos grupos. Si bien en un momento los ingleses comparten su sentimiento acerca de estar en un film argentino, se puede observar un equilibrio entre lo que sería la mirada inglesa y la argentina. Cabe aclarar, también, que los protagonistas, junto a la directora, llevaron a cabo otro proyecto similar, pero en forma de obra teatral, titulada “Campo Minado”. La misma se podrá ver del 8 al 30 de septiembre en el Teatro San Martín de miércoles a domingos a las 20.30 hs. En síntesis, “Teatro de Guerra” es un documental provocador que dista de lo convencional, otorgándonos no solo una propuesta original, sino también nos permite conocer una realidad de forma imparcial, con el testimonio de ambos bandos, viendo los sentimientos y secuelas de un suceso que cambió las vidas de estos veteranos.
Si uno se pone a pensar en la danza clásica, inmediatamente se lo relaciona con el lugar más prestigioso, óptimo y recomendable para estudiar de nuestro país: El Teatro Colón. De todas maneras, se sabe popularmente lo difícil que es ingresar a esta academia y la exigencia y sacrificio que significa para los chicos y sus padres. En este contexto, se lleva a cabo “Un Año de Danza”, el documental de Cecilia Miljiker, que muestra por primera vez los entretelones del proceso de selección de la Escuela de Danza del Teatro Colón. Todos los años alrededor de 200 chicos de entre 8 y 12 años se postulan para ingresar a la Escuela de Danza del Teatro Colón, con el objetivo de perfeccionarse en este área y hacer lo que les gusta. Sin embargo, suelen entrar 20 seleccionados, a quienes les espera un año duro donde tendrán que acostumbrarse a una nueva forma de vida más sacrificada. El documental sigue a un grupo de chicos desde que rinden el examen de ingreso, pasando por sus clases en el Colón hasta su presentación de fin de curso. “Un Año de Danza” toma por un lado imágenes de los chicos durante las pruebas, las distintas clases (técnica, preparación física, música y francés), y ensayos para lo que finalmente terminará siendo la muestra de fin de año en el Teatro Colón. Las mismas se intercalan con entrevistas a padres y niños para conocer más sobre sus comienzos en la danza, la decisión de inscribirse en el Colón, las rutinas de los chicos y la forma en la que cada uno estudia (colegios de jornada simple, exámenes libres o enseñanza a través de internet). La directora logra generar un equilibrio justo entre los diálogos y la práctica para poder tener un pantallazo general sobre el tema y la situación particular de los niños. Cabe aclarar que se tomaron tanto a chicas como a chicos a la hora de realizar las entrevistas, algo positivo para romper con ciertos estereotipos de género y para plasmar la realidad de una forma más fiel. También es importante resaltar el rol de los padres dentro de la película, ya que muchas veces se asocia a este tipo de actividades con la presión parental para que el niño siga un camino particular, pero en la mayoría de los testimonios se puede ver un mero acompañamiento de los padres hacia sus hijos, como también se hizo hincapié en la exigencia pero no como un sacrificio sino como un gusto compartido por la familia. Tal vez hubiera estado bueno conocer un poco más los pensamientos de los directivos y profesores del Colón, más allá de verlos activos en las clases, para tener una mirada todavía más de adentro, pero de todas maneras se siente que la temática fue explotada y transmitida en su totalidad. Otro de los puntos fuertes del film es sin duda la música, ya que es un recurso relacionado íntegramente con la temática del documental. De esta manera, suenan canciones clásicas continuamente, generando un ambiente perfecto para el desarrollo de las imágenes y las entrevistas. En síntesis, “Un Año de Danza” es un buen documental que logra mostrar más profundamente el mundo de la danza y los pasos que tienen que seguir los niños para llegar a estudiar en el Colón. Con un buen equilibrio de imágenes y entrevistas, la directora nos acerca a un mundo desconocido.
Después de “El Enroque” (2015), primer cortometraje presentado en distintos festivales europeos y latinoamericanos, Mercedes Laborde debuta con su ópera prima. “El Año del León” cuenta la historia de Flavia, quien recientemente perdió a su pareja de hace ocho años, León. Pero en medio del duelo deberá lidiar con Lucía, la hija de León de su matrimonio anterior, quien buscará en ella la imagen paternal que acabó de perder como también un lugar de contención y respuestas. La película busca indagar acerca de cómo llevan a cabo el duelo por la pérdida de un ser querido un adulto y un niño, quienes por las diversas experiencias de la vida transitan este camino de una manera diferente. Flavia intenta seguir adelante con su vida, aunque tiene que lidiar con cuestiones burocráticas y sentimentales propias de un deceso, plantearse la posibilidad de ser madre, mientras que Lucía se siente más cómoda indagando en los sitios que compartía con su padre aunque éste ya no esté. Asimismo, podemos observar la relación que mantienen ambos personajes, con un acercamiento pero sin involucrarse tanto emocionalmente. Es interesante cómo se planteó la historia desde el comienzo, donde no conocemos mucho sobre la vida del fallecido ni se confirma concretamente qué sucedió con él. De todas formas, el largometraje tampoco busca indagar sobre esta figura, sino presentarlo como un puntapié inicial para centrarse en lo verdaderamente importante: Ver la reacción de su alrededor y cómo pueden o no seguir adelante sus allegados. Tenemos un dúo protagónico femenino que plasma muy bien la idea que se quiso mostrar del film, encarnando a estos personajes que transitan por las mismas emociones pero de una manera distinta por su vínculo y su edad. También se le suma el personaje de la madre de Lucía y ex mujer de León, que busca que las cosas sigan como antes para poder continuar teniendo sus momentos personales. Buena interpretación de este elenco femenino conformado por Lorena Vega, Malena Moirón y Julieta Vallina. La fotografía, ambientación y banda sonora acompañan de una buena manera a la trama, generando un clima apropiado y que va mutando junto con el ánimo de sus personajes. En síntesis, “El Año del León” es una buena película que aborda el duelo desde el mundo adulto y de los niños y cómo se puede salir adelante luego de una pérdida de un ser querido.
Parecería haber quedado atrás la época dorada de las adaptaciones a la pantalla grande de sagas adolescentes como, en primer lugar, “Harry Potter” y, posteriormente, “Los Juegos del Hambre”, “Maze Runner” o lo que intentó hacer “Divergente”. Con estas historias finalizadas, el público juvenil está en la búsqueda de una nueva trama que lo atrape. “Mentes Poderosas” es la primera película basada en la trilogía homónima de Alexandra Bracken (2012), que se centra en un futuro distópico en el cual la mayoría de los niños/adolescentes no sobreviven a un virus letal. Pero aquellos que sí lo hacen es debido a un superpoder especial que tienen. Es así como son llevados a un campo de internación por considerarlos una amenaza para el resto de la sociedad. Ruby, una joven de 16 años, consigue escapar del campamento, uniéndose a un grupo de jóvenes que huyen de las fuerzas del gobierno. Uno de los mayores problemas que presenta el film es que la historia se siente como si la hubiéramos visto una infinidad de veces. No por la trama en sí, sino por los componentes distópicos que plantea el universo (incluso introduciendo algunas cuestiones del cine de superhéroes como las cualidades de los mutantes en "X-Men"). Ya tuvimos la división de castas (no en colores, pero sí en distritos, casas o grupos según su personalidad y habilidades), como también a una protagonista que es diferente a los demás y sobresale por sus destrezas, un poder que deberá aprender a controlar. Es así como comenzará a rebelarse frente al opresivo sistema que la ve como una amenaza. De esta manera, nos encontramos ante una cinta genérica, donde el desarrollo del argumento se vuelve predecible. Sin interiorizarnos en la trama propiamente dicha, el espectador sabe lo que va a suceder: traiciones, lugares donde estarán aparentemente a salvo pero no, idas y vueltas románticas, entre otras cuestiones. Asimismo, al ser el comienzo de una trilogía literaria, no se le da una conclusión tangible a la trama, sino que se siente justamente como el inicio de algo que está por venir. No es algo que esté mal, porque deja la puerta abierta a una posible secuela (cuya historia incluso ya está escrita), pero no termina de una manera tan poderosa como si se hubieran concentrado únicamente en este film. De todas maneras, la película presenta y sostiene el ritmo ágil y dinámico necesario para este tipo de largometrajes. Desde el comienzo, incluso antes de la introducción de los personajes tenemos acción y tensión, que va a ser una constante dentro del film. Tal vez podemos considerar a este inicio como algo brusco, pero va directo al punto y mantiene atento al espectador en este sentido, haciendo que tenga más importancia el compás temporal que la construcción de sus protagonistas y sus líneas argumentales. Uno de los puntos relevantes de las películas distópicas son los efectos especiales, sobre todo aquellas en las cuales sus protagonistas presentan superpoderes. En este sentido, “Mentes Poderosas” cumple con creces a la hora de darle visualización a las habilidades distintivas de cada personaje: control mental, telekinesia, o el manejo de la electricidad. Lo mismo ocurre con la composición del universo y su fotografía. Los roles principales se embarcarán en una aventura por la cual deberán transitar distintos paisajes, otorgando una buena ambientación de los escenarios exteriores. Con respecto al elenco, tenemos un grupo protagónico de jóvenes no tan vistos anteriormente en películas o series, a excepción del rol líder de Amanda Stenberg, a quien conocimos como Rue en “Los Juegos del Hambre” (considerando entonces su experiencia en films de este estilo) y que volvió a protagonizar “Todo, Todo”, un drama juvenil no muy original. Con los adultos tenemos algunos nombres reconocidos, como Mandy Moore (“This is Us”) o Gwendoline Christie (“Game of Thrones”), que se encuentran bien en sus papeles, aunque no sobresalen. En síntesis, “Mentes Poderosas” es la nueva apuesta de adaptaciones de sagas distópicas para el público adolescente que, a pesar de cumplir con los aspectos técnicos y rítmicos, falla a la hora de presentar originalidad en su historia, haciendo que se convierta en una película más de este estilo de propuestas. Una cinta genérica que muestra componentes ya vistos anteriormente.
Alejandro tiene casi 40 años, vive en Córdoba y es profesor de literatura en una escuela. Está de novio con una mujer que tiene un hijo, pero su estabilidad pende de un hilo. Vive con su madre, quien fue diagnosticada con cáncer de pulmón, y mientras tanto busca un pequeño departamento para alquilar. Con su hermana tampoco tiene una muy buena relación, con la cual se disputa todo el tiempo quién puede cuidar a su mamá. Un hombre común con una vida compleja como la de cualquier otro mortal. “Casa Propia”, del director sanjuanino Rosendo Ruiz (“De Caravana”, “Tres D”), pero cuya filmografía aborda historias cordobesas, nos muestra a un personaje ordinario con una conflictiva vida. Una trama sencilla que funciona gracias a la confección de su protagonista. El film no busca ponernos de su lado o en su contra, sino que a medida que avanza el relato podemos observar los matices que presenta. Como cualquier persona, Alejandro tiene buenas acciones y momentos en los que pierde los estribos con peleas, malas actitudes y hasta violencia. Es un hombre que vive en constante presión, con demandas de todas partes (madre, mujer, hermana, jefes), y que a veces esa intensidad explota hacia el exterior. Debemos destacar el trabajo que realiza Gustavo Almada, quien también es el coguionista de la cinta, ya que le aporta una gran naturalidad a su personaje. El resto del elenco acompaña de buena manera y agrega su cuota combativa para hacer reaccionar al protagonista. En cuanto a las temáticas que trata, cualquier espectador se podrá ver reflejado en algunos de los conflictos por los que atraviesa Alejandro. Tal vez no se pueda empatizar en todo momento con las reacciones del personaje principal, pero seguro nos hace poner en su lugar para pensar qué haríamos si fuéramos él. Nos encontramos con el abordaje de la enfermedad de un ser querido, hacerse cargo de los padres, una relación inestable, conflictos entre hermanos, separaciones, entre otras cuestiones. Los aspectos técnicos acompañan a la historia sencilla, mostrando una simpleza en sus locaciones y ambientación, pero con algunos planos interesantes (como la secuencia inicial del film). En síntesis, “Casa Propia” se nutre de su protagonista y su elenco en general para otorgarnos una trama intimista con matices, donde podemos observar personas comunes viviendo sus vidas rutinarias llenas de inconvenientes. Una historia que aborda lo que podrían ser los días de cualquier ser humano, haciendo que el público pueda sentirse relacionado.