“Cada Día” cuenta la historia de A, un ser que se despierta todos los días en un cuerpo diferente (mujer u hombre, de forma indistinta) y vive esas 24 hs como dicha persona. Pero su vida cambiará cuando se convierta en Justin y conozca a Rhiannon, la novia de este joven, con la que pasará una tarde muy especial y se terminará enamorando de ella. Es así como hará lo imposible por formar un vínculo que perdure en el tiempo. En estos momentos que corren, una película como “Cada Día” es más que bienvenida. Basada en la novela homónima de David Levithan (2012), el film propone un concepto muy interesante sobre el amor. Nos enseña que uno se enamora de personas más allá de los géneros preestablecidos, que lo importante no es cómo nos vemos sino cómo somos internamente y que no podemos conformarnos con alguien que no nos ama como nos merecemos. Pero no solo habla de dichos sentimientos, también aborda la cuestión de ponerse en el lugar de los demás, que el tiempo es una construcción relativa, que hay que tratar de vivir cada día como si fuera el último y dejar una marca en quienes están a nuestro alrededor. Esto es importante sobre todo porque es una historia que apunta al público adolescente y joven, dejándole un mensaje positivo y reflexivo. Sin embargo, a pesar de tener una propuesta relevante para nuestros días, su ejecución es un poco desprolija. En primer lugar, nos encontramos con un montaje sucio, sobre todo en sus inicios existen algunos pasajes de un momento a otro o de un día a otro que no se entienden del todo. Recién se logran comprender pasados algunos minutos, cuando la historia se termina acomodando. Más específicamente, A cambia de un cuerpo a otro, pero por la forma en la que están construidas las imágenes, nos hacen creer que todavía esto no sucedió y que sigue siendo la persona que era en la escena pasada; no existe ningún elemento o transición que nos indique que cambió de día. Asimismo, por momentos el argumento se siente un poco repetitivo durante el segundo acto. Una vez que comprendemos las reglas del juego y hasta que llega el giro dramático final, las situaciones son reiterativas sin aportar un avance en el relato. Lo mismo ocurre con algunas subtramas que están poco profundizadas y no terminan haciendo una diferencia al eje central de la historia. Por otro lado, la película no propone dar una explicación sobre la situación de origen que se plantea. No importa por qué A es de esta forma, ni cómo le sucedió esto, ni si existe un modo de solucionarlo. Este punto es bastante subjetivo e impactará en cada espectador de una manera distinta. Seguramente estén aquellos que quieran alguna respuesta a su interrogante, y otros que acepten que lo más importante de la historia es el viaje de los personajes. Se trata de un film de ciencia ficción/fantástico además de un drama romántico, así que no está mal no encontrarse con ningún cierre; dependerá del gusto personal de cada uno. En cuanto al elenco, la actriz protagónica Angourie Rice (“Dos buenos tipos”) realiza una muy buena labor. Su personaje está muy bien construido, presentando en un comienzo una negación ante la situación, pero que luego va abriendo su mente y empieza a comprender una realidad algo compleja pero que sucede de verdad. El resto del equipo está muy bien también, logrando crear el personaje unificado de A, a pesar de que cambia el actor o actriz que lo encarna. Es positivo que ninguno de los roles caigan en clichés ni en prejuicios sociales; son papeles que identifican a una nueva generación de jóvenes. En síntesis, “Cada Día” es una película para las nuevas generaciones y los tiempos de cambio que corren en estos momentos. Una historia que habla sobre el amor que traspasa géneros, la apertura de mente y la intensidad con la que vivimos nuestros días. A pesar de unas suciedades en su montaje y algunas repeticiones dentro de la trama, el elenco, la construcción de sus personajes y su mensaje reflexivo hacen que el film esté bien logrado.
“Stefan Zweig: adiós a Europa” (“Vor der Morgenröte”) cuenta la historia del escritor austríaco Stefan Zweig (1881-1942), quien, debido a su religión judía, tuvo que exiliarse ante el advenimiento del nazismo. El film está dividido en episodios, en los cuales se narran los últimos años de Zweig fuera de su tierra natal. Es una forma novedosa de contar una biopic, ya que no retrata de forma cronológica toda su vida, sino que se centra en algunos de los países por donde estuvo viajando. De todas maneras, esto impide terminar de profundizar algunos detalles o ciertas relaciones del protagonista, haciendo que la historia se sienta bastante fragmentada. Si bien no es incorrecto que el espectador no reciba toda la información servida y deba conectar él mismo los puntos faltantes, hay ciertos capítulos que nos dejan con ganas de ver algo más o con la sensación de que quedan escenas por contar. “Stefan Zweig: adiós a Europa” nos propone una mirada distinta sobre lo ocurrido en la época del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial. Existe una gran infinidad de películas sobre esta temática, pero la mayoría de las veces sus protagonistas son aquellos que viven o vivieron en carne propia estas atrocidades. En este caso, se relata una trama desde el punto de vista de un exiliado que, si bien se encuentra sano y salvo, fue expulsado de su país de origen y debe continuar a pesar de las vivencias de familiares y amigos que no corrieron con la misma suerte. ¿Cómo puede seguir? ¿Es factible reanudar su vida sabiendo los horrores que estaban aconteciendo en su país? Uno de los puntos a subrayar del film es la parte técnica. Se nota una gran mano de la directora Maria Schrader, quien cuenta de una forma particular esta historia. No solo a través de los ya mencionados capítulos, sino desde la puesta en escena y la manera de retratar ciertos planos. Esto se complementa con la destacable fotografía, que presenta colores muy vívidos que se contradicen con los sentimientos internos del escritor. A pesar de la belleza externa de países (sobre todo de Brasil donde finalmente vivió y murió) que lo recibieron con los brazos abiertos, el interior oscuro y desesperanzado del protagonista es mucho más fuerte. Por último, Josef Hader realizó una buena interpretación de Stefan Zweig, mostrando sus debilidades, debates morales internos, y la complejidad de un autor. En síntesis, “Stefan Zweig: adiós a Europa” es una biopic distinta (algo que le juega a favor y en contra), que se destaca por su narración y mirada de la directora, ya que busca retratar otro punto de vista de las consecuencias del advenimiento del nazismo en Alemania y países aledaños; cómo es posible seguir adelante cuando todo lo que conociste ya no existe.
“La Omisión” se centra en Paula, una joven recientemente trasladada a Ushuaia, que emprende una intensa búsqueda laboral con el objetivo de juntar dinero. Las duras condiciones de vida en el sur y algunos asuntos no resueltos harán que la protagonista comience también una indagación personal e introspectiva. Luego de realizar dos cortometrajes muy bien recibidos por la crítica, Sebastián Schjaer nos ofrece su ópera prima que pretende mostrar la realidad de una joven mujer sin juicios de por medio. La película plantea la problemática de los mandatos sociales, de las prioridades de las mujeres, de esta disputa entre la vida laboral y personal; cuestionando los patrones preestablecidos por la sociedad. Paula es una joven que se escapa de su realidad para cumplir un objetivo concreto, pero en el camino surgen distintos interrogantes que mostrarán los matices de la protagonista. Como la vida misma, tomará decisiones con las que estaremos más o menos de acuerdo, pero que al fin y al cabo la harán más humana, rompiendo con los moldes conocidos. La confección de su personaje está determinado también por el lugar en el cual se cuenta la historia. Ushuaia se presenta como un sitio de tránsito, de escape para cualquier persona, donde se mezclan los turistas con los locales. Pero también es un contexto crudo, frío, desolado (esto se puede ver muy bien cuando Paula es la única a la que vemos caminando por las calles y autopistas tapadas de nieve, mientras que el resto se moviliza en autos o camionetas). El clima generado por la locación provoca distintas reacciones en los personajes y repercute, especialmente, en la psicología interna de la protagonista. Un gran trabajo de fotografía por parte de Inés Duacastella. Sofía Brito compone de una buena manera a este personaje con el que no siempre podemos empatizar, por algunas decisiones cuestionables que toma. Pero el director no busca justificarla ni juzgarla, sino que se limita a ser un mero observador de la situación. Acompaña muy bien el resto del elenco, destacándose la actuación natural y fresca de la pequeña Malena Hernández Díaz. La utilización de la música es muy sutil, por momentos prevalece el sonido ambiente, y por otros casi no notamos su presencia; sumándose a la ambientación fría y blanca del lugar de desarrollo del relato y a los planos cortos para generar un clima propicio de intimidad y, a la vez, de lejanía (vamos conociendo poco a poco a la protagonista). “La Omisión” es una película que te sumerge en este microuniverso de Paula, haciéndote formar parte de la historia. A medida que pasa el film nos vamos enterando más acerca de este misterioso personaje, no siempre muy honesto, pero que se las rebusca para sobrevivir y encontrarse a sí misma. Una cinta intimista que sobresale por la complejidad emocional de sus personajes, la ruptura de las convenciones sociales y la contextualización de la historia en un clima hostil.
Resulta interesante la carrera de la directora Annemarie Jacir, cuyo largometraje “Like Twenty Impossibles” fue el primero realizado por alguien de Palestina en llegar al Festival de Cannes y su ópera prima “Salt of This Sea” (2008) fue la primera película dirigida por una mujer palestina. En este contexto, y luego de su paso por el Festival de Cine de Mar del Plata en nuestro país, se estrena comercialmente su tercer largometraje “Wajib”. “Wajib” se centra en una reunión familiar entre un padre divorciado y profesor y su hijo Shadi, arquitecto, que volvió a su ciudad natal para el casamiento de su hermana, luego de vivir varios años en Italia. Así es como veremos la preparación de la boda a partir de la entrega de las invitaciones casa por casa a todos los invitados. En ese trayecto irán sucediendo conversaciones interesantes, críticas y hasta discusiones. La película aborda la diferencia generacional por un lado y, por el otro, las distintas visiones sobre diversas culturas dentro de una misma familia. El hijo vive en Italia y vuelve a su lugar de origen con una mirada crítica de su país y de sus costumbres. Si bien fue criado allí, ahora lo ve con otros ojos, como es el caso del rol de la mujer en su propia boda (por ejemplo el padre le elige la música y ella no tiene ni voz ni voto). De esta manera, tendremos la perspectiva tradicionalista del progenitor y la más moderna de su hijo, generando roces constantemente y una falta de adaptación por parte del papá, que no puede concebir esta “traición” a los valores establecidos. También es un viaje entre padre e hijo (quienes mantienen este mismo vínculo en la vida real, y esto se nota en la química que muestran en pantalla). Si bien no empieza la relación de una manera y termina de otra, sí se abordan varias cuestiones que quedaron en el tintero o que fueron difíciles de digerir, como que la madre se fue hace un tiempo y los dejó al padre y a dos hijos solos. Pero a pesar de tratar todas estas cuestiones, el film no es un drama propiamente dicho, sino que en varios pasajes nos encontramos con chistes, sobre todo en estas asperezas de choques generacionales, culturales y deseos propios de cada uno de sus personajes (el hijo quiere seguir viviendo afucra con su novia, mientras que el padre quiere que se quede). En síntesis, “Wajib” es una película que nos muestra la cultura Palestina a través de las diferencias entre dos generaciones que tienen visiones distintas del mundo y de las tradiciones que se deben llevar adelante, a través de una narración amena, descontracturada y divertida.
El tercer largometraje del director y guionista Francesco Bruni parte de ciertas experiencias que transitó a lo largo de su vida para confeccionar la historia de Alessandro, un veinteañero de Roma, que no estudia ni trabaja y pasa sus días con sus amigos que están en su misma situación. Es por eso, que su padre lo obliga a tomar un empleo cuidando a Giorgio, un poeta de 85 años que está en la primera etapa del Alzheimer. Con el correr de los días, esta relación entre personalidades y generaciones disímiles va evolucionando hasta dejar una marca en cada uno de ellos y aventurarse hacia ciertas cuentas pendientes. La comedia italiana “Amigos por la vida” mezcla algunas tramas vistas anteriormente en una gran cantidad de películas. Una amistad entre generaciones opuestas, donde cada uno de ellos le enseña su forma de vida e influye para que sus días sean más amenos, como también este viaje final del protagonista más anciano, el cual busca redimirse o lograr concretar alguna cuenta pendiente antes de partir. De todas maneras, existen ciertas subtramas que le agregan una cuota de originalidad a la historia, como la del grupo de amigos que no tienen un propósito en la vida y que a lo largo del film van a ir encontrándolo; una relación de amor y atracción entre Alessandro y la madre de uno de los jóvenes; el vínculo entre Alessandro y su padre; la propia historia de Giorgio que lucha contra su pasado y su memoria, al igual que con el olvido de su obra a su alrededor, entre otras. Asimismo, hay que destacar la dinámica que se da entre los actores principales, quienes logran conformar una amistad que traspasa las edades y los tiempos. A pesar de que en la mayor cantidad del tiempo que dura la película nos ofrecen un tono de comedia, existen ciertos pasajes donde apelan a la emoción. Sin embargo, en ningún momento dejan que este sentimiento ocupe completamente la historia, sino que luego de algún instante conmovedor, rápidamente se pasa a otra situación. No buscan la lágrima fácil del espectador a partir de golpes bajos, sino que intentan priorizar el estilo ligero y ameno. Las locaciones también son interesantes, sobre todo cuando en el último tercio el film se convierte en una especie de road movie, donde la pareja protagónica y el resto de los jóvenes que conforman el grupo de amigos se embarcan hacia una aventura para encontrar lo que suponen que es un tesoro. Allí dejamos los escenarios bastante concurridos por el elenco para conocer más el exterior de algunos sitios de Italia. En síntesis, si bien “Amigos por la vida” es una historia que repite la fórmula de una infinidad de películas, incluso con una resolución bastante predecible, es interesante ver cómo se forma y va mutando la relación entre los protagonistas disímiles que logran generar una química particular.
Una pareja de treintañeros se instaló hace pocos años en Tolhuin, un pequeño pueblo de Tierra del Fuego. Incapaces de poder tener sus propios hijos, Cecilia (Vicky Almeida) y Diego (Diego Gentile) se inscriben en el sistema de adopción para poder formar una familia. La llegada repentina de Joel, un chico de nueve años con una historia muy complicada de fondo, cambiará sus vidas para siempre. “Joel”, la nueva película de Carlos Sorín (“Historias Mínimas”), es uno de esos relatos intimistas que abordan problemáticas sociales complejas, como es el caso de la adopción tardía, la discriminación, la adaptación a un nuevo entorno y la situación de vulnerabilidad de los niños que no tienen una contención. El film logra visibilizar este contexto del cual no se suele hablar ni en el cine ni en la sociedad en general, provocando una reflexión en el espectador. Si bien la adopción es una temática complicada, la tardía lo es aún más, porque muchas veces los nuevos padres fantasían con criar a un bebé o niño pequeño desde cero y no a un chico que ya trae consigo una personalidad definida. Asimismo, la discriminación escolar no está tratada comúnmente, como el típico bullying que se aborda en el cine, sino que se incluye también a los docentes y padres como parte de este aislamiento y falta de tacto. Es decir, que la película no solo logra mostrar lo que sucede, sino la forma de hacerlo resulta muy efectiva y original. Al tener un más conflicto interno que tangible, la cinta se sostiene sobre todo por la construcción de sus personajes. Joel Noguera (Joel) es quien más se destaca en su interpretación, sobre todo porque carece de experiencia anterior. Aún así logra captar la esencia de aquel niño que viene de una familia disfuncional y que de un día para el otro su vida cambia para siempre: se muda de lugar, conoce a sus nuevos padres, empieza una nueva escuela (con un retraso en la currícula), y tiene un nuevo hogar. Con pocas palabras, el pequeño centra su actuación en las miradas y los gestos para cautivar al público. Almeida y Gentile acompañan muy bien a Noguera, encarnando a padres con distintas perspectivas y miedos. Uno se adapta mejor que el otro, uno se siente más frustrado que el otro. Consiguen mostrar de una buena manera las expectativas previas y la realidad concreta, a partir de situaciones inesperadas. También se destaca la participación de Ana Katz en el rol de una mamá del colegio. Por otro lado, el contexto en el cual se sitúa la historia también es muy importante. No ocurre en ningún centro urbano, sino en un pequeño pueblo de la Patagonia. Su clima crudo y desolado influye en el comportamiento de los personajes y genera un lugar propicio para el desarrollo de la narración. En síntesis, “Joel” es una película que consigue visibilizar problemáticas poco tratadas tanto en el cine como en la sociedad, a partir de una forma cuidada, sutil, con pasajes dramáticos y otros un poco más cómicos. El elenco logra ensamblarse muy bien para transmitir el lugar que ocupa cada uno de ellos en la historia.
“El Enemigo Interior” se centra en una familia israelí, cuyos secretos son más fuertes que su vínculo. Por un lado se encuentra el padre, quien después de 27 años de servicio en el ejército se retira e intenta buscarle un nuevo sentido a su vida. Es así como pretende incursionar en el mundo de las ventas, sin mucho éxito, y su frustración lo lleva a un descargo letal. Su mujer es una maestra de escuela, que comienza a coquetear con uno de sus alumnos, mientras que su hija se rebela contra todos los principios, asiste a protestas y pasa sus días con un joven árabe, y su hijo tiene un mal comportamiento. Todos presentan una aparente bondad que se derriba cuando se empieza a escarbar más profundamente. La película comienza de una forma lenta, con planos largos y enfocados en distintas personas que todavía no conocemos ni sabemos su importancia en la historia, pero a medida que avanza su relato consigue tomar un ritmo mayor. Es interesante la utilización de ciertos recursos, como la ruptura de la cuarta pared con una simple mirada o de otros principios del cine, o la orientación de sus planos, que pueden descolocar un poco al espectador pero que proponen un riesgo atractivo. De todas maneras, al presentar una corta duración (90 minutos) e intentar indagar sobre la vida oculta de cuatro personajes, el film nos deja la extraña sensación de que se le otorgó poco tiempo a cada una de las historias, o que algunas de ellas se encuentran desdibujadas en su comparación con las demás (sobre todo la del hijo). Nos muestran situaciones superficiales de las problemáticas sin proponer alguna resolución o consecuencia. Incluso existe una elipsis de algunos acontecimientos, es decir, que el público no consigue verlos. Por un lado está bueno que la gente pueda imaginar lo que sucede, porque sigue una continuidad lógica, pero por el otro sería interesante profundizar más en su visualización; ver la explosión de los conflictos. Por otro lado, el film también cae en lugares comunes y estereotipos. Si bien muestra cómo estos protagonistas ocultan una oscuridad en su interior, es decir, no son totalmente inocentes e impolutos, los personajes de los árabes siempre son los malos, los terroristas o posibles acosadores. Ellos son los únicos que sufren consecuencias por sus actos, mientras que los papeles principales, aunque realicen acciones igual de incorrectas, no tienen ningún castigo. Uno de los puntos más interesantes de la cinta es la utilización de la música. Por momentos sirve como un mero acompañamiento de una situación particular, y por otros logra ironizar ciertos acontecimientos. Las letras y las melodías no se condicen con lo que vemos, sino que muestran todo lo contrario. También las locaciones están muy bien presentadas, ayudando a construir el clima adecuado para la historia. En síntesis, “El Enemigo Interior” logra indagar en la vida de una familia aparentemente común y corriente, pero que presenta demonios internos que son muy difíciles de pasar por alto. Si bien este concepto es interesante para profundizar, el film se queda en la superficie debido a la corta duración del mismo y al querer ahondar en los cuatro protagonistas, con un resultado disparejo. Sin consecuencias frente a estos terribles actos y cayendo en estereotipos y lugares comunes, la película sobresale por las cuestiones técnicas, como los planos, la música o su ambientación.
Adolf Eichmann fue teniente coronel de la SS y responsable directo de la solución final, principalmente en Polonia, como también de los transportes de deportados en los campos de concentración de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. El 15 de julio de 1950, Eichmann llegó a la Argentina bajo el nombre de Ricardo Klement y estuvo escondido en nuestro país hasta el 20 de mayo de 1960 cuando fue secuestrado por el Mossad y trasladado a Israel para juzgarlo y ejecutarlo. “El vecino alemán”, documental argentino dirigido por Rosario Cervio y Martín Liji, cuenta la historia de la estadía de Eichmann en Argentina a través de diversos testimonios, intercalando imágenes de archivo del juicio llevado a cabo en Israel. La forma de contar el argumento está muy bien llevada a cabo, interiorizándonos acerca del juicio de Eichmann, junto a testimonios muy valiosos de distintas personas que lo conocieron, sobrevivientes del Holocausto, especialistas en el tema. Los testimonios aportan una mirada distinta sobre la temática, de una forma interesante y conmovedora. Sin embargo, faltaría una identificación de cada uno de ellos. Si bien podemos deducir si se trata de un sobreviviente, especialista o un conocido de Eichmann, no sabemos concretamente quién es la persona que está hablando. Lo mismo ocurre por ciertos momentos con los lugares que visita la protagonista. No sabemos si se trata del Gran Buenos Aires o de alguna provincia donde Eichmann vivió, como Tucumán. Si no se conoce íntegramente la historia del coronel de la SS, se pueden llegar a perder algunos de estos detalles. De todas maneras, “El vecino alemán” nos propone la profundización de la historia de Adolf Eichmann luego de la Segunda Guerra Mundial. En mayor o menor medida todos sabemos lo que fue el nazismo y lo que ocurrió durante la guerra, pero el film se pregunta ¿qué pasó con los nazis que lograron salir de Alemania? Y peor aún, ¿cómo se ocultaron en nuestro país? “El vecino alemán” es un documental fuerte y conmovedor, con testimonios valiosos, que ahonda en el último tiempo de Adolf Eichmann hasta su secuestro y ejecución en Israel.
“Dios los cría y ellos…” es una película francesa que se centra en un productor musical que no está pasando por un buen momento ni personal ni profesional. Bajo la presión de su nueva jefa para aumentar sus ganancias, decidirá iniciar una banda conformada por un rabino, un sacerdote y un imán. En el contexto en el cual estamos viviendo donde no confluyen en armonía todas las religiones, la sociedad está descreída o existe cierto prejuicio para con algunas de estas instituciones (por rumores o hechos concretos), una película que ahonde sobre estos conflictos es muy bienvenida. El film busca hacer hincapié en las diferencias para fomentar la unión entre estos tres grupos disímiles pero iguales en muchos sentidos. Sin embargo, si bien se abordan las desigualdades desde un costado cómico, no se lo hace con mucha profundidad. Se quedan en la superficie y en la liviandad de los actos, donde toman los estereotipos más comunes de cada creencia para hacer una crítica a las mismas. “Dios los cría y ellos…” es una cinta que divierte, pero tampoco provoca risas en todo momento. Los chistes hacen que el argumento se vuelva más irreverente y atrevido que gracioso. Probablemente el guion impacta más en un sentido burlón de lo que genera comicidad. Asimismo, nos encontramos con una comedia que sigue la fórmula establecida por el género. Un grupo de personas con diferencias, que tendrán que buscar superarlas para que cada uno pueda lograr su cometido. Además, se mezcla con una especie de road movie cuando comienzan la gira, donde también se enfrentarán a problemáticas con finales previstos. Todas estas cuestiones provocan que el espectador sepa de antemano lo que sucederá a lo largo de la cinta. No tenemos giros sorpresivos ni pronunciados. Por otro lado, cada personaje tiene su conflicto personal, pero se nota que se resuelve de manera sencilla en cada caso, haciendo que las problemáticas pierdan su peso inicial. Sin entrar en detalles, cada uno se ve comprometido de alguna manera particular (incluso por error de un tercero), pero en ninguna oportunidad tienen una reacción lógica para con los culpables. Las situaciones se siguen sucediendo como si nada grave hubiera pasado. Los actores se encuentran muy bien en sus papeles y conforman un buen quinteto. Si bien los protagonistas con más peso son el trío musical, el productor y su ayudante también tienen una gran importancia dentro del film (con estos conflictos personales que mencionábamos anteriormente). En síntesis, “Dios los cría y ellos…” nos ofrece una comedia francesa irreverente, que osa involucrarse con la religión para divertir al público. Si bien lo logra en mayor o menor medida, utiliza ciertos estereotipos y fórmulas por las cuales se torna predecible. Además, se queda en la superficialidad de los conflictos, tanto personales como de la historia en general.
Uno de los directores más destacados de la actualidad fue elegido para cerrar la última edición del BAFICI con su obra “Isla de Perros”, y ahora llega a las salas comerciales con esta película animada donde se utiliza la técnica stop motion para retratar una historia emotiva, divertida y con un gran despliegue visual. “Isla de Perros” de Wes Anderson se centra en un mundo distópico en Japón, el cual se ve afectado por el crecimiento de la gripe canina. Es así como el alcalde tomó la decisión de mandar a todas las mascotas a la Isla de la Basura. Pero no todos estarán conformes con esta medida. Un niño de 12 años viajará hasta el lugar para encontrar a su mejor amigo Spots. Para hacerlo, tendrá la ayuda de cinco perros, quienes arriesgarán su vida para conseguir esta meta. Lo que se puede destacar del film a simple vista es la belleza visual que siempre abunda en las películas de Wes Anderson. La estética elegida mezcla rasgos del futuro con elementos del pasado, generando un híbrido atractivo. El director confió nuevamente en Tristan Oliver para realizar la fotografía de la cinta, luego de colaborar juntos en “Fantastic Mr. Fox” (2009). Oliver, además, presenta una gran experiencia en cuanto al trabajo con largometrajes animados en stop motion. Asimismo, tanto el diseño de los personajes como del contexto son sobresalientes. Siguiendo con los aspectos técnicos, hay que resaltar la banda sonora, que sirve de gran acompañamiento. El encargado de esta labor fue nada más y nada menos que el último ganador del Oscar Alexandre Desplat (“La forma del agua”), quien también había trabajado anteriormente con Anderson, no sólo en su película animada sino también en “Moonrise Kingdom” (2012) y “El Gran Hotel Budapest” (2014). Las voces están realizadas por personalidades de renombre como Bryan Cranston, Edward Norton, Bill Murray, Jeff Goldblum, quienes le aportan cierta adultez y experiencia a los animales. La particularidad que tiene el film es que los ladridos perrunos fueron “traducidos” al inglés para que podamos enterarnos de sus conversaciones, como también se respetó el idioma japonés para los humanos. Muchas veces no sabemos qué están diciendo y otras tantas son comentadas por otra persona o incluso algún perro para entender los diálogos. Por otro lado, tenemos una constante narración en off de una de las mascotas que va llevando el relato. Con respecto a la historia en sí, nos encontramos con una trama emotiva y fuerte por momentos (deshacerse del mejor amigo del hombre únicamente por una enfermedad) y divertida y graciosa por otros. Este equilibro entre ambas sensaciones se da gracias a un guión preciso e inteligente que sabe manejar la dosis justa de cada uno de estos instantes. Incluso existen situaciones graciosas que en realidad sirven como crítica a la forma en la que se tratan a los animales. En síntesis, Wes Anderson nos ofrece una de sus mejores obras, donde a través de la animación con stop motion logra brindarnos una historia emotiva y graciosa, con un gran despliegue visual, una hermosa banda sonora y un elenco de voces conformados por reconocidos y talentosos actores.