De la mano de Spike Lee (“La última noche”, “Malcom X”), llega a la pantalla grande una historia basada en hechos reales. La misma se centra en Ron Stallworth, un joven afroamericano que entra a trabajar como policía en Colorado Springs, una comunidad bastante racista en los años ’70. Uno de sus primeros casos será infiltrarse en el grupo del Klu Klux Klan de la ciudad para lograr desmantelarlo. Para ello contará con la ayuda de su compañero Flip Zimmermann, detective de religión judía, que servirá como la cara visible de la operación, mientras que Ron será la voz de sus pensamientos. Con el Premio del Jurado del Festival de Cannes en su haber, Spike Lee nos presenta en “El Infiltrado en el KKKlan” una película poderosa en todos sus aspectos. Por un lado, nos trae una historia basada en hechos reales sobre la lucha de los afroamericanos en los años ’70 en el marco de una sociedad discriminadora y segregadora, pero no se queda únicamente en el pasado reciente, sino que también evoca ciertos hechos violentos que ocurrieron el año pasado bajo el mandato de Donald Trump, donde la “supremacía blanca” volvió a las calles. Acá vemos una lucha desde afuera (organizaciones de afroamericanos que combaten por su cuenta) y desde adentro (en las instituciones policiales también hay discriminación). La cinta mezcla de una gran manera el género dramático con momentos cómicos e irónicos, muchas veces a través del humor negro o del ridículo para marcar una crítica más profunda, y el suspenso. El espectador tiene tiempo para relajarse frente a los instantes de mayor tensión narrativa, pero sobre todo consigue ponerse en el lugar de los distintos personajes y desarrollar una mayor conciencia en cuanto a la temática tratada. Por otro lado, no sería posible poder llevar adelante esta historia sin sus protagonistas, John David Washington (el hijo del actor Denzel), quien si bien no es su debut actoral y tiene un papel importante en la serie “Ballers” de HBO, seguramente este será el mayor rol de su carrera hasta el momento, y Adam Driver, un actor que en el último tiempo se fue asentando cada vez más en la industria. Ambos actores encarnan a figuras marginadas, con su propia lucha interna, y que ponen su vida en riesgo por un bien mayor. Su sólida química hace que muchas veces la película tenga también tintes de una buddy movie, donde dos personajes bastante desiguales se complementan de una buena manera y generan una complicidad especial. Por último, queda destacar el gran despliegue de producción que se observa en el film, debido a su óptima recreación de época, a la correcta utilización del vestuario de los ’70 y a su banda sonora orientada a sonidos del funk o del soul. Esto provoca que la película no solo sea atractiva desde su relato, sino que esté muy bien acompañada por sus aspectos técnicos y le dé una mayor credibilidad. En síntesis, “El Infiltrado en el KKKlan” vuelve a poner a Spike Lee en lo mejor de su carrera, ya que nos proporciona una historia poderosa en cuanto a su temática, el abordaje que se hace de la misma a través de los distintos géneros, sus protagonistas y los aspectos técnicos que la rodea.
En los años ’20 y ’30 llegaban a la Argentina un gran número de inmigrantes provenientes de Europa. Entre ellos se encontraba un grupo de rufianes judíos-polacos que consolidaron una red de trata de mujeres para introducirlas a diversos prostíbulos de Buenos Aires y Rosario bajo la fachada de la Asociación de Socorros Mutuos Varsovia, más conocida posteriormente como Zwig Migdal. “Impuros” es un documental que viene a desenmascarar estos hechos silenciados por más de 100 años ocurridos en nuestro país, donde la legalidad de la actividad y el amparo de la política y la policía hizo de estos actos algo difícil de juzgar, pero que la misma colectividad judía logró expulsar de su comunidad. A través de distintos testimonios y material de archivo, como fotos, diarios o videos de la época, vamos conociendo cómo llegaban los rufianes con las mujeres que traían desde Europa a la Argentina, cómo se agrupaban en sociedades, la cooperación del Estado y la policía que le otorgaban a esta actividad un marco legal y regulado, el control que tenían sobre las mujeres, sus condiciones de vida (enfermedades de transmisión sexual, cómo podían manejar su dinero, etc.) y las consecuencias; un abordaje completo sobre dicha temática. Muchas de las entrevistas son objetivas, donde los investigadores y autores de libros exponen sus conocimientos, y otras tantas son subjetivas y sentidas (se puede ver una lucha personal dentro de sus dichos o el deseo de no seguir ahondando sobre un tema complejo, minimizando la importancia de la divulgación y el conocimiento para no solo saber de un asunto sino para que no se continúe con estos patrones). El documental filmado en Argentina (Buenos Aires y Rosario) e Israel, toma a Sonia Sánchez, escritora y militante contra la trata de persona, como hilo conductor para ir uniendo los distintos momentos de esta historia. Incluso por instantes es la voz de las víctimas, leyendo las cartas de las mujeres con pedidos de auxilio o historias sobre sus desgarradoras experiencias, conservadas en archivos en Tel Aviv. La banda sonora utilizada, con una predominancia de canciones en hebreo o instrumentales pero rápidamente identificables con la cultura judía, ayudan a construir un clima triste y nostálgico. Su fotografía y el uso de la cámara también acompañan bien, sobre todo en los momentos en los cuales no tenemos entrevistas ni material de archivo, sino cuando se sigue a Sonia leyendo las cartas o caminando por los cementerios. Por otro lado, “Impuros” no se queda únicamente en el pasado y en el deseo de sacar a la luz un hecho poco tratado, sino que trae esta historia al presente, nuevamente a través de la figura de Sonia, para continuar abordando la lucha femenina en nuestro país. En síntesis, “Impuros” es un documental que busca visibilizar un suceso histórico de nuestro país poco conocido y que en su momento naturalizaba una práctica legal pero inmoral y terrible (sobre todo por el hecho de que las mujeres prostitutas no lo hacían por voluntad propia sino porque eran parte de una red de trata), a través de distintos materiales de archivo y testimonios que le otorgan su propia impronta (algunos hablando desde su propia investigación y otros brindándole sus sentimientos). Problemáticas del ayer y del hoy, una lucha del pasado que continúa vigente.
El 16 de abril de 1987, en el marco de Semana Santa, existió en Argentina un alzamiento militar, por el cual el Teniente Coronel Aldo Rico, acompañado por un grupo de las Fuerzas Armadas conocido como los Carapintadas, se amotinaron en Campo de Mayo. Sus demandas eran una solución política para los juicios a los represores de la dictadura militar y la destitución del jefe del ejército. Raúl Alfonsín, Presidente en ese entonces, tuvo que hacerse cargo de la situación junto a su equipo para evitar el tambaleo de la democracia y un enfrentamiento popular. Este acontecimiento fue tomado por Sergio Wolf para realizar su documental “Esto no es un golpe”, en alusión a la frase que decían desde las Fuerzas Armadas con respecto a su alzamiento. No lo tomaban como un intento de derrocar a la democracia, sino como una llamada de atención para conseguir sus objetivos. “Esto no es un golpe” mezcla material de archivo con una narración en off del propio director, imágenes de las locaciones de esos sucesos pero en la actualidad (metiéndose en lugares no tan conocidos y a veces combinándolas con sonidos de la época) y valiosas entrevistas a personajes muy relevantes de la historia argentina y protagonistas de este suceso. Sin embargo, y a pesar de que por la situación se puede saber quién está tomando la palabra, no existe una identificación muy directa de los testimonios. Incluso a veces resulta medio confuso entender quién está hablando porque se manifiesta únicamente su voz (con imágenes que acompañan), pero de todas maneras lo que más importa es su relato y no tanto quien lo aporta (salvo algunas excepciones a quienes reconocemos fácilmente). Además, algunos dichos también se pueden sacar por el contexto del diálogo. Si bien el documental tiene una línea marcada (sobre todo con su narración final) se presenta de una forma bastante objetiva en cuanto a que ofrece entrevistas tanto de un lado como del otro, es decir, de quienes formaron parte del gobierno en ese momento, como también de aquellos militares que provocaron el alzamiento. La entrevista más compleja de llevar a cabo se nota que fue con Aldo Rico, protagonista de los acontecimientos abordados y además un personaje complicado de tratar, con aires de superioridad, respuestas irónicas y confrontaciones, refutando todos los hechos ocurridos. Estos momentos generan indignación, porque existen también otros diálogos con militares, pero se realizan mediante el respeto, contando únicamente los sucesos desde su punto de vista, sin ningún agregado personal o actitud fuera de lugar. Sin dudas, Wolf ofrece un relato que generará distintas sensaciones en el espectador, que no se quedará ajeno ni indiferente ante los sucesos narrados y hacia los testimonios de las distintas personalidades. Algunos provocarán reflexiones mientras que otros sacarán la indignación y frustración del público. “Esto no es un golpe” es un documental necesario para conocer y/o recordar uno de los momentos más complejos por los que tuvo que pasar el pueblo argentino (uno de los tantos) que servirá para que no se olvide ni se repita una situación similar.
Carlos Gustavo Cortiñas, militante del Partido peronista en la Villa 31, fue detenido y desaparecido el 15 de abril de 1977 por parte de los miembros de las fuerzas armadas del Estado. Desde entonces, su madre Nora forma parte de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, reclamando el castigo a los culpables. “Pañuelos para la historia” es un documental de Alejandro Haddad (fallecido en 2014) y Nicolás Valentini, donde se toma la figura de Nora Cortiñas como protagonista del film tanto para mostrar su ejemplo de lucha en Argentina, como también para seguirla en su viaje hacia Turquía, Siria, Irak e Irán con el fin de acompañar a las madres kurdas, quienes perdieron a sus hijos en la disputa por la autonomía de Kurdistán en dichos países. De esta manera, nos encontramos con sentimientos compartidos a pesar de la distancia, las diferencias culturales y de idioma. Ambas agrupaciones conllevan una misma lucha a partir del dolor. Nos encontramos con un formato clásico de documental, donde se mezcla lo expositivo y lo observacional, para mostrar tanto la interacción de Nora con los directores como también las actividades que lleva a cabo en el viaje y las conversaciones con las otras madres, sin una intervención por parte de los realizadores. Allí tiene la ayuda de traductores, quienes a veces sirven como interlocutores y otras tantas conversaciones se plasman en su idioma original con subtítulos, para no invertir tanto tiempo en la traducción. Nora Cortiña es muy carismática y logra llevar adelante su protagonismo de una buena manera, exteriorizando sus ganas de luchar, su dolor, su esperanza, su deseo de justicia, su indignación. En cuanto a las madres kurdas, podemos ver que no solo se exponen a una lucha política y social, sino también a una cuestión de género por el lugar en el que viven. Cómo luchan las mujeres kurdas por sus derechos y por conseguir una mayor libertad en un mundo liderado por los hombres. Si bien la película es bastante simple en cuanto a sus aspectos técnicos, debemos destacar el gran despliegue de producción, debido a que tuvieron que afrontar un viaje al extranjero, para mostrar esta lucha compartida. No solo a nivel económico, sino también de acercamiento a organizaciones y autoridades y conseguir que las madres kurdas muestren su situación frente a la cámara. En síntesis, “Pañuelos para la historia” es un correcto y valioso documental que logra universalizar una lucha que solo conocíamos desde nuestro país (y que fue abordada profundamente en la industria cinematográfica). Nos acerca a otra realidad, nos pone en su lugar, nos enseña sobre el dolor, la constante búsqueda y la esperanza de que la justicia llegará en algún momento.
Generaciones y generaciones han creído en Papá Noel y han celebrado su llegada cada Navidad. Pero esta magia es alimentada no solo por una creencia o cuentos populares narrados por los padres, sino también por aquellas personas que encarnan a dicho personaje. Esos Papá Noel que cada año se disfrazan para darle vida a una figura mística y hacer crecer dicha fantasía, posándose en Shoppings, plazas o cualquier sitio dispuesto a recibir a los niños y a sus cartas con pedidos de regalos. Néstor Frenkel toma este particular hecho como puntapié inicial para abordar en “Todo el año es Navidad” el trabajo que realizan estas personas durante un mes cada año. Cómo llegan a tomar la decisión de convertirse en Papá Noel, cómo se transforman, qué cuidados toman, cómo son sus experiencias con los niños, qué es lo que les termina dejando este empleo tan peculiar. En forma de documental, con algunas entrevistas, imágenes de seguimiento en la preparación y el trabajo en sí de Papá Noel, y algunas escenas de una película en blanco y negro que sirve como hilo conductor, Frenkel nos muestra las distintas experiencias de este oficio. Hay quienes se toman más en serio el empleo, otros que consideran que están destinados para encarnar a este ser místico por una orden más divina (los momentos más bizarros e hilarantes del film, que generan comicidad en el espectador). Si bien tenemos una infinidad de películas de Navidad, que suelen ser explotadas en dicha época del año, este film es algo totalmente distinto. Porque no nos cuenta una historia ficcional sobre los milagros navideños, sino que vemos, en su corta duración, el detrás de escena de la magia. Y no solo nos da un pantallazo de aquellas personas que se convierten en Papá Noel, sino que también nos ofrece una profundización sobre la industria publicitaria y comercial que rodea a este personaje, que ha sabido sostenerse de una buena manera. Con respecto a los aspectos técnicos, debemos resaltar el trabajo realizado en montaje. Tiene un buen ritmo narrativo, como también una buena elección de las imágenes. Cada una de las entrevistas y del seguimiento cotidiano de los Papá Noel, están atravesadas, como mencionamos anteriormente, por un hilo conductor con el contexto en blanco y negro y la figura navideña a color. La banda sonora también acompaña muy bien al desarrollo de la historia. En síntesis, Néstor Frenkel nos ofrece una película navideña distinta, donde podemos ver esta fiesta desde una perspectiva diferente; el lado b del que todos somos partícipes pero que no conocíamos. El documental nos permite abordar sobre el detrás de escena de aquellos hombres que toman como tarea disfrazarse de Papá Noel para alegrar a los niños durante el mes de diciembre, adaptando esta tradición norteamericana a nuestro clima y país. Asimismo, podemos ver el tratamiento publicitario y comercial que rodea a la Navidad. Un agradable film con unos cuantos momentos de comedia.
Todo comienza con una discusión entre Marco y el primer entrenador de un reconocido equipo de básquet, con el cual trabaja, por diferencias de perspectiva en cuanto a la resolución del juego. Es así como el protagonista tomará unas copas de más para calmar las penas y el enojo y terminará chocando (dos veces) con un vehículo policial. Para no ir a la cárcel, la jueza le propone cumplir con horas comunitarias entrenando a un equipo de básquet compuesto por personas con discapacidad intelectual. Un desafío para ambos bandos. “Somos Campeones” es de esas películas que desde el comienzo uno ya sabe cómo se va a desarrollar, porque si bien la trama es algo original, sigue una fórmula preestablecida que vimos en infinidad de películas. Es de aquellas cintas que empiezan con un protagonista que no quiere hacer una tarea en particular ni relacionarse con ciertas personas y que poco a poco ese vínculo va creciendo y cada uno va aprendiendo del otro. Es de esos largometrajes deportivos de superación personal y colectiva. Pero particularmente en este film no influye tanto que uno sepa de antemano cómo se va a desenvolver la trama, porque acá lo más rico son los personajes y el guión que se eleva de esa fórmula para presentar gags efectivos que harán reír al espectador en varios pasajes de la historia. En primera instancia, tenemos personajes con reales discapacidades intelectuales, generando esa misma inclusión propuesta en la cinta. La película está hecha para divertir al público y lo logra con creces, porque nunca se sabe con qué va a salir cada uno de los personajes. Se ríen de los demás, pero por sobre todo de ellos mismos. Pero además del entretenimiento, “Somos Campeones” también consigue conmover, porque nos encontramos con historias de superación, donde queda demostrado que no hay límites o que muchas veces nosotros mismos nos imponemos ciertos obstáculos. Asimismo, los protagonistas nos enseñan sobre la amistad, lo verdaderamente importante en la vida y a quitarle peso a ciertas frustraciones o pérdidas que podemos ver como tales si no miramos el vaso medio lleno, para aprender a disfrutar. Tal vez algunas subtramas más personales no están tan abordadas o se las trata de una forma un poco forzada, pero igualmente el resultado final es muy fructífero. En cuanto a los aspectos técnicos, no tenemos mucho despliegue visual, pero sí una predominancia de colores vívidos que van en consonancia con la historia que se quiere contar de optimismo y superación. La música tiene una presencia constante y algo monótona, pero logra marcar el ritmo de la comedia y a subrayar los momentos o diálogos más bizarros e hilarantes. Con respecto a las interpretaciones, nos encontramos frente a un elenco coral protagonizado por diez actores debutantes sin experiencia. Esto permite que la película obtenga una mayor pureza, realismo y frescura por parte de los actores, acompañados por quien toma el rol principal, Javier Gutiérrez, que ha trabajado en series y films no solo de España sino también de Estados Unidos (como “Assassin’s Creed”). No solo hacen una buena labor individual con cada línea que les toca decir, sino también se amalgaman de gran manera como equipo. Ofrecen diversión y ternura. No por nada “Somos Campeones” es la película elegida para representar a España en los Premios Oscar. Es un film que, si bien puede ser predecible y seguir al pie de la letra una fórmula establecida por cintas del mismo estilo, nos ofrece una historia tan divertida como emotiva (sin caer en lugares comunes ni lacrimógenos o condescendientes), con unos personajes excepcionales que dejarán un mensaje optimista y de superación para todos aquellos que tengan la oportunidad de encontrarse con esta pequeña gran trama.
Basada en la novela homónima de Kevin Kwan, “Locamente Millonarios” comienza cuando Nick Young invita a su novia Rachel Chu, profesora de economía en Nueva York, a que lo acompañe a Singapur a la boda de su mejor amigo. Pero lo que ella no sabe es lo codiciado que es su novio y que su familia es multimillonaria. Conocer a los familiares de Nick será todo un reto. “Locamente Millonarios” es una película bastante convencional en lo que respecta a las comedias románticas, en las cuales la pareja del protagonista conoce a la familia del novio o novia. Siempre hay algún miembro al cual no van a lograr satisfacer hasta que prueben que están a la altura de la situación. En este sentido, la cinta sigue al pie de la letra la estructura preestablecida en este estilo de historias, volviéndola un tanto predecible a tal punto de que no hay mucha sorpresa para los espectadores. De todas formas, la película de Jon M. Chu le imprime su estilo asiático a la trama, ahondando en su idiosincrasia y sus tradiciones. Es decir, que de alguna manera adapta la convencionalidad de las comedias románticas estadounidenses a su propia cultura, impregnando a la historia de frescura y entretenimiento. En este sentido, cabe recalcar la elección de un elenco integrado solamente por actores asiáticos, donde se destacan sus protagonistas Henry Goldin y Constance Wu, quienes logran establecer una buena química para desarrollar sus papeles. Asimismo, los personajes secundarios de Peik Lin (Awkwafina) y Oliver (Nico Santos), sobresalen por ser lo más extravagantes y graciosos de la película, como también el rol de Michelle Yeoh como la severa y celosa madre de Nick. En contra nos topamos con el hecho de que la mayoría del film está hablado en inglés. Si bien una de las tramas es la americanización de los protagonistas, que dejan de lado las costumbres, quienes viven en Singapur también se manejan en inglés sin ninguna justificación aparente. Hubiera sido mejor si se mantenía el idioma original. No ocurre lo mismo con la música, que sí logra preservar el idioma, e incluso tenemos canciones pop conocidas de Madonna o Coldplay en chino. También se debe subrayar la ambientación, ya que nos mete de lleno en ese clima excéntrico, voluptuoso y ostentoso. En síntesis, con “Locamente Millonarios” nos encontramos ante una historia ya conocida en varias oportunidades, pero que logra entretener al público a partir del abordaje de la idiosincrasia asiática, la frescura de sus personajes y la banda sonora que acompaña muy bien cada momento.
El director alemán Christian Petzold, que viene de realizar films como “Bárbara” (2012) o “Ave Fénix” (2014), vuelve a la pantalla grande para tomar un desafío aún mayor. “Transit” comienza con el pedido de un amigo a otro de entregar unas cartas a un escritor alemán que está pronto a emigrar hacia México. Esto es porque los nazis están invadiendo Francia y no son muchos los lugares seguros de aquél país. El protagonista tomará esta misión pero será mucho más compleja de lo esperado. Se verá obligado a ir a Marsella y suplantar la identidad del autor que cometió un suicidio. A pesar de que existen un centenar de películas contextualizadas en el nazismo y la Segunda Guerra Mundial, “Transit” nos propone un extraño pero efectivo juego: traer la persecución de 1942 hacia la modernidad. Esto lo podemos observar ya que no aparecen ciertos elementos característicos de la época, como la Gestapo, sino que simplemente está la policía común y corriente. También lo podemos notar en las locaciones que no presentan una reconstrucción antigua sino que son como se ven actualmente y en la vestimenta que es bastante atemporal. A partir de la adaptación de la novela homónima de Anne Seghers, una escritora judeo-alemana, que publicó dicho libro durante su exilio en 1944, el director decidió abordar esta temática desde una mirada universal y atemporal, sobre todo teniendo en cuenta el momento político y social en el que se encuentra el mundo. Los judíos y/o alemanes que se encontraban en Francia para ese entonces pueden ser extrapolados a los refugiados que llegaron a los distintos puntos de Europa en estos últimos años. Y ambos grupos son tratados de la misma manera: no reciben mucha ayuda, las personas les son indiferentes, son considerados parias de la sociedad. Uno de los puntos fuertes de la película es en la construcción de sus personajes. Al principio el protagonista puede parecernos algo tosco y egoísta, pero con el correr del relato vamos interiorizandonos aún más en su triste realidad y en sus sentimientos (que traen aparejados una puja interior intensa). Los papeles secundarios también acompañan de buena manera, terminando de definir este complejo contexto, con las miserias que deben afrontar, las ganas de sobrevivir, pero los grandes obstáculos que tienen por delante. Por otro lado, a pocos minutos de comenzado el relato nos encontramos con una narración en voz en off omnisciente que nos cuenta los pensamientos y sentimientos de todos los personajes. Al principio puede costar acostumbrarse a ella, pero después ya forma parte del film de una manera armónica. En cuanto a los aspectos técnicos, la cinta se destaca por su fotografía y la utilización de los colores más oscuros y fríos, como la historia que se aborda. La banda sonora sutil también ayuda a construir este contexto. “Transit” es un film que se vale de un drama romántico, si se quiere, para hacer reflexionar acerca de estas cuestiones históricas del ayer y del hoy. Una cinta que atrapará por la forma en la que se cuenta la trama, la emotividad de sus personajes y un final abierto que dejará pensando a más de uno.
“Atrevidas” cuenta la historia de Ana, una acompañante terapéutica, que comenzó una relación esporádica con el marido de su mejor amiga, Dolo, sin su conocimiento. Pero tras una fuerte discusión, Dolo y Leo se separarán y ella buscará refugio en la casa de su amiga. La primera noche Dolo invita al vecino de Ana a comer, un metalero entrado en años bastante desagradable, pero la velada terminará mal y el dúo femenino deberá rebuscárselas para solucionar una gran problemática antes de ser descubiertas. Esta comedia de enredos disparatada tiene algunos ciertos y otras fallas. En primer lugar nos encontramos con un trío protagónico femenino que funciona; además de Ana y Dolo se va a sumar una paciente de la acompañante terapéutica llamada Roxy, a la que utilizarán para llevar a cabo su plan, debido a su rebeldía, locura y atrevimiento. En este sentido se les otorga un lugar especial a estas mujeres determinadas que tratarán de arreglárselas solas, sin la ayuda de nadie más. De todas maneras, sus personajes son un poco estereotipados y definidos (la mosquita muerta que se acuesta con el novio de su mejor amiga, la mujer despechada, y la adolescente en fase rebelde). El elenco está bien seleccionado, las mujeres (Sofía Bertolotto, Coral Cabaglio y Ana Fernández) son muy frescas y naturales, mientras que Chucho Fernández consigue generar desagrado en el espectador con su personaje (algunas escenas son tal vez demasiado, cuando el público ya entendió el punto que se quería mostrar) y Mirta Wons acompaña de buena manera con su papel de vecina intolerante y religiosa. Por otro lado, la música está bastante bien ejecutada, acompañando el clima de la narración. Incluso si se le presta determinada atención, se puede ver cómo cambia la banda sonora en ciertos momentos decisivos para las protagonistas. Cuando un personaje propone algo suena un ritmo, mientras que cuando el otro responde cambia rápidamente el sonido. En cuanto a las fallas, en primer lugar debemos decir que si bien la historia es disparatada y llevadera, no por eso debería ser inverosímil. Tenemos algunos momentos que no son del todo creíbles ni para una trama de este estilo. No solo sucede con el argumento central, sino con algunas subtramas, como los vecinos creyendo que alguien puede suicidarse desde un segundo piso, la resolución de la disputa entre Ana y Dolo luego de enterada la infidelidad de su marido con su mejor amiga, o un sentimiento amoroso que surge de la nada entre dos personajes femeninos; algo que no se vino tratando con anterioridad, sino que de un momento para otro se tomó esa decisión. Lo mismo ocurre con el humor, que es bastante particular y personal, ya que no consigue generar risas en el espectador; son contadas las veces en las cuales los gags funcionan, sino que aborda más el lado de la comedia negra. En síntesis, “Atrevidas” es una comedia de enredos que se beneficia del trío protagónico y una historia disparatada que atrapará al espectador por su novedad, pero que falla a la hora de mantener cierta verosimilitud en las relaciones creadas y algunas resoluciones, como también al querer cumplir con el objetivo fundamental del género: hacer reír al espectador.
El director santafesino Walter Becker llega a la pantalla grande con una película que mezcla el cine de género con el romance para ofrecernos un relato original y atrapante. “Eterno Paraíso” comienza cuando Pablo es un niño y empieza a transitar el amor. Su padre es bastante distante y vive encerrado en su biblioteca realizando un proyecto que no logra comprender del todo. Años después, con la ausencia de su progenitor, la relación amorosa que había iniciado en ese entonces con Esperanza sigue vigente. Pero todo cambiará cuando ella sea atacada en la vía pública y Pablo pase sus días y noches en el hospital, mientras que busca en los escritos de su papá, recientemente encontrados, alguna respuesta. La película mezcla una historia de amor con un cine más de género, donde se abordan cuestiones metafísicas como la idea de un mundo paralelo, los sueños lúcidos y la ensoñación, para tratar de entender sucesos como la muerte o la pérdida; buscar algo mejor para poder sobrellevar las problemáticas del mundo real. Con respecto al apartado técnico, desde el comienzo del film la banda sonora crea el clima propicio para que se desarrolle la trama, generando suspenso y misticismo a su alrededor. Lo mismo ocurre con la fotografía, que resalta la atmósfera más metafísica. Asimismo, hay que destacar la labor de Matías Mayer, que a partir del crecimiento del protagonista se lo ve en casi todo momento en pantalla. No existen tantos diálogos en el guion (hay mucha presencia de la voz en off del padre, interpretado por Guillermo Pfenning) y es por eso que se pueden apreciar sus gestos y miradas. También se encuentran correctas las actuaciones del resto del elenco, como María Abadi, y la participación de Pfenning, que si bien es breve, será de vital importancia para el desencadenamiento de los hechos. En su contrapunto, si tuviéramos que mencionar lo menos logrado del film, nos encontramos con un desenlace un poco confuso para el espectador (que probablemente pueda elaborar distintas interpretaciones sobre el mismo) o un tanto abrupto, pero que de todas maneras no empaña el clima generado a lo largo de toda la cinta. En síntesis, en “Eterno Paraíso” nos encontramos con una película que oscila entre el drama romántico y el cine de género, que gracias a su desarrollo, donde se abordan temáticas como la muerte o la pérdida de un ser querido mediante el plano metafísico, y el clima que consigue conformar, nos otorga una historia atrapante.