Revisionismos El revisionismo en el cine alemán es a esta altura tan agotador como el del cine argentino, pero si un país necesita revisar su pasado, sin duda no hay motivo alguno para cuestionarlo. Eso sí, tampoco existe la obligación de disfrutarlo cuando los films no son buenos. Ave Fénix aprovecha el espacio comercial que el revisionismo posee e intenta realizar, con su solemnidad por momentos casi cómica, una historia tensa las cuerdas del melodrama y el policial negro, aunque carente durante sus dos largas horas de cualquier encanto o fascinación. Los géneros solo sirven si se subrayan las cosas, dice el director en cada plano, en cada escena, en su inverosímil -pero a la vez anclado en la realidad- guión. Porque la historia está presente, así ningún espectador siente la culpa del cine de género. La protagonista, una cantante sobreviviente de los campos de extermino nazis, vuelve a buscar a su marido pianista luego de la guerra. Su rostro ha sido desfigurado pero ella se ha sometido a varias operaciones de cirugía estética para recuperar algo de su viejo rostro. En su regreso encuentra que las cosas no fueron como ella pensaba. El elemento alegórico se percibe en cada una de las escenas y aplasta todo lo demás. La gravedad de cada momento, con el condimento adecuado de sordidez y un final tan prefabricado y obvio que la vergüenza ajena ataca nuestra sensibilidad de espectadores. Pero todo, desde el nombre de la película, respira obviedad. Pero no todo esto es malo, claro, su espíritu de telenovela podría haber funcionado si el director no se hubiera tomado tan en serio todo. Compungido por los temas políticos, no se atreve a jugar a la locura realmente atrevida de un, por ejemplo, Paul Verhoeven, el único director actual que pateó el tablero del revisionismo políticamente correcto. Si acaso el realizador busca sostenerse en los clásicos de Hollywood, de estos no heredó ni la belleza, ni el ritmo cinematográfico, ni el carisma de sus intérpretes. Los protagonistas de Ave Fénix son el reflejo de las falencias de la película, en todos sus aspectos. La comparación entre esta película y algunos grandes clásicos del cine es de una exageración que suena alarmante.
Más encuentros del tercer tipo La nueva propuesta animada de Dreamworks, que tiene bastante poco de original, presenta a Oh un alienígena que no encaja en su mundo y decide probar suerte en la Tierra donde conocerá a una inseparable amiga. El cine de animación sigue siendo una apuesta poderosa para la industria. En Argentina, particularmente, suelen dominar la taquilla anual. Y, salvo que aparezca un Relatos salvajes, casi cualquier exponente del género termina en el puesto más alto de las recaudaciones. Por eso no es raro que en todo el mundo estas películas se conviertan en los tanques más esperados por el negocio cinematográfico. Home es la nueva apuesta de Dreamworks, el estudio de Shreck, Madagascar y Cómo entrenar a tu dragón. Aunque los críticos solemos tentarnos con lecturas ideológicas sofisticadas frente a esta clase de películas, la realidad es que no hay que investigar demasiado en este film más bien inocuo e irrelevante. También es cierto que la ciencia ficción es un género al que las interpretaciones políticas le sientan muy bien. Home es un film de ciencia ficción animada. El alienígena Oh –el nombre es de lo más gracioso del personaje– no ha podido encajar en su mundo y prueba suerte en la Tierra. Nota: la voz original del personaje de Oh la hace Jim Parsons, nada menos que Sheldon Cooper en la serie The Big Bang Theory. Como de costumbre, Dreamworks apuesta mucho al humor y al disparate, dos armas con las que ha logrado sus mejores éxitos. Sin embargo, el problema que enfrenta esta nueva película es que todo lo que se ve en la pantalla parece usado, gastado, muchas veces visto y todavía no olvidado como para generar simpatía o interés extra. Home da más la sensación de estar viendo una película que vimos demasiado que de estar frente a una obra nueva. Esa película "repetida" que tenemos delante tampoco es lo más brillante del mundo, que quede claro. Ser predecible no es algo siempre malo, pero acá le quita fuerza. Oh, claro, tendrá en la Tierra a una amiga, Tip (la voz original es la de Rihanna) y juntos recorrerán las aventuras que para ambos serán también un viaje personal de autodescubrimiento. Suena muy sofisticado y lo es, pero la forma en que esta clase de films lo plantea no es nada más que una serie de frases y situaciones elementales. A años luz de los grandes clásicos del cine de animación actual, Home puede servir más que nada para variar un poco la repetición de otros films favoritos de los niños, pero es probable que aun, viéndola por primera vez, surja la sensación en los espectadores de que esta película la vieron antes. De alguna forma, así es. Canciones no le faltan, eso sí, y algo de baile también tiene.
Un mercenario con culpa Sean Penn desembarca en el cine de acción con este film dirigido por Pierre Morel (Búsqueda implacable) donde interpreta a un criminal que apuesta a cambiar su vida. Sean Penn, ganador de dos premios Oscar, entre muchos otros reconocimientos, se suma a la lista de actores prestigiosos que buscan una nueva línea acercándose al cine de acción. Como Sean Penn tiene también un conocido interés político, su vuelco hacia la acción incluye algunos detalles sociales que no son menores. Jim Terrier (Penn) es un mercenario, un asesino pagado que años después de haber terminado un trabajo en África y haber dejado atrás a su gran amor, sigue sufriendo del estrés post traumático producto de su pasado siniestro. Arrepentido y retirado de la vida criminal, se dedica a realizar ayuda humanitaria en el continente. Pero sus viejos jefes han salido a eliminar los cabos sueltos de aquella misión y ahora Jim sabe que lo único que le queda es enfrentarlos. El director de este film de acción con aires de compromiso es Pierre Morel, el mismo que hace unos años cambió para siempre la carrera de Liam Neeson cuando lo dirigió en Búsqueda implacable (Taken, 2008). Sin embargo, el deseo de darle más drama y seriedad que hay en The Gunman la deja un poco atrás como film de acción con respecto a aquella película. El estilo pretende ser un poco más realista, darle una supuesta mayor profundidad, pero en definitiva lo único que realmente tiene valor son las escenas de acción. Por otro lado, al querer que haya un toque de realidad, The Gunman nos obliga a tomarnos de otra manera la historia, y el hecho de que el protagonista sea un asesino arrepentido no termina de generar empatía con los espectadores en lo que respecta al drama político. La película, una producción entre Reino Unido, España y Francia, está filmada en Europa y África y tiene un despliegue propio de esta clase de films. Pero si no está a la altura de Búsqueda implacable, tampoco lo está de los films de Jason Bourne o de otras series de películas. Los actores –incluyendo a Javier Bardem– tienden a ser más actores de drama que de acción, lo que lleva a algunos momentos de sobreactuación, pero en general cumplen bien sus roles. Sean Penn se adapta al papel y en su doble rol de actor productor debe haber tenido bastante poder de decisión. Lamentablemente, y sin anticipar nada de la trama, no hay mucha coherencia moral en el film, lo que también debilita su lado serio. La acción, entonces, las variadas locaciones, los cambios de país y paisaje, son lo que le dan un marco aceptable a este film menor, con mayor pretensión que resultado.
El encantador Danny Collins de Pacino El film de Dan Fogelman sobre este músico de los '70 que debió dedicarse a la interpretación por el escaso éxito que tuvo como compositor, es una pequeña pieza artesanal y querible a la medida del carismático y gran actor. No se puede pasar por alto lo absurdo que significa que un film llamado Danny Collins reciba en su estreno local el nombre de Directo al corazón. Dicho esto, pasemos a la película. Danny Collins fue un joven compositor inspirado, lleno de sueños a comienzos de la década del '70. Pero su fracaso lo llevó a hacer una música más comercial, menos personal y a cantar temas de otros. Ya viejo y frustrado a pesar de su gigantesco éxito, Danny Collins (Al Pacino, obviamente) se entera en su cumpleaños 70 que John Lennon le había escrito una carta que jamás le llegó. Esa carta será lo que finalmente lleve al límite la crisis del cantante y busque empezar de nuevo con su vida artística y personal. Danny Collins es una película pequeña, de perfil muy bajo, casi destinada a pasar inadvertida, a pesar de tener cuatro estrellas de cine en su elenco (Al Pacino, Christopher Plummer, Annette Bening, Jennifer Garner). Sin duda es una película independiente, de esas que buscan hacer sentir bien al espectador, no aquellas que buscan plantear una estética moderna o transgresora. El director aprovecha la muy carismática figura de Pacino y también algo de su vejez y decadencia para que el personaje le ajuste como un guante. Pacino se ríe de sí mismo y de sus propias frustraciones, lo que le otorga al personaje una gran profundidad y calidez. Está claro que no hay más pretensión en esta película que contar una pequeña y sencilla historia de alguien que intenta redimirse. No hay muchas novedades y la película atraviesa varios lugares comunes acerca de las relaciones familiares, las segundas oportunidades y la búsqueda de la felicidad. Se agradece, eso sí, que ninguno de los actores intente hacer un show o busque en la sobreactuación la manera de conseguir el cariño de los espectadores. Esa sobriedad y la humildad de la película la convierten en un film querible, aun cuando su vuelo sea limitado y de efecto corto. El prestigioso guionista Dan Fogelman acá debuta como director y es posible que por los actores que eligió su película llame la atención, pero sin duda se trata una pequeña pieza artesanal querible y simple, alejada de la búsqueda de premios o las palmas de oro de los festivales. El espectador que se sienta cómodo con esta propuesta y sea benigno con un film limitado, sin duda pasará un agradable momento. Al Pacino, como Danny Collins, es un poco chanta, es un poco decadente, pero es definitivamente encantador. El es la medida exacta de la película.
Ser valiente y bondadoso Una nueva versión del cuento La cenicienta. No es ni la primera y seguramente no será la última. Pero sí hay que decir que es la que mejor representa la famosa y universal historia que todos conocemos. No hay cuento de hadas más famoso que el de Cenicienta. No solo porque atravesó la historia de la humanidad en los más variados formatos, sino que también fue contado a través de los siglos por Perrault, los hermanos Grimm y llegó al cine y la televisión de infinitas formas. La versión de cine más recordada es la de dibujos animados de la década del cincuenta. Hay que decir que es raro cuando uno se prepara para ver algo que conoce de principio a fin, cuando no le quedan dudas acerca de todo lo que va a ocurrir en la pantalla. Es más raro aun cuando descubre que eso no es un defecto ni un impedimento para que la película deslumbre y emocione. Como los niños frente a los cuentos de hadas, los espectadores podrán disfrutar de cada momento conocido, atravesar cada instante con inquietud y alegría, sabiendo cual es el destino de sus personajes y deseando que ese destino se cumpla. Por algo, después de todo, este es el cuento más famoso. En el fondo de cada persona está la historia de Cenicienta, el deseo de ser reconocidos y luego de enormes sacrificios descubrir que uno es especial. No es solo cuento para niñas o niños, es para cualquiera. Esta nueva versión del cuento clásico, bastante inspirada también en la película de Walt Disney de 1950, es la conjunción perfecta entre la inocencia y el drama, capaz de alcanzar niveles de belleza arrebatadores sin ser tampoco anodina o carente de profundidad. En esta época en la cual está muy de moda revisar los cuentos de hadas y transformarlos en cosas absurdas, incluso con escenas de batalla, La cenicienta de Kenneth Branagh conserva la forma simple y directa de un cuento, consiguiendo de una manera poco común que el relato vaya tomando vuelo poco a poco, confiando más en el espectador que en las necesidades del mercado actual. Al comienzo no se sabe muy bien si la película logrará diferenciarse de la media contemporánea, pero cuando llegan las escenas previas al baile y el baile en sí mismo, hay que rendirse frente al talento de Branagh que consigue poner en imágenes todo lo que uno imagina que es el clímax de la historia de Cenicienta. Es un gran mérito que el realizador no le haya tenido miedo a la fantasía y la magia, mérito extra porque el drama está intacto y no se ve afectado por el elemento propio de los films de Disney. De hecho, y para ser justos, la película carece de cualquier cinismo o ironía modernas, y se asemeja muchísimo a los films clásicos del estudio. Esto, claro está, debe tomarse como un gran elogio. El casting de la película es perfecto de punta a punta, Lily James como Cenicienta, Richard Madden como el príncipe, Cate Blanchett -sin robarse el show- como la madrastra, Derek Jacobi (actor fetiche de Branagh) como el rey, y así todos. Y, porque merece destacarse aparte, el vestuario es posiblemente uno de los más bellos que se hayan visto en la pantalla grande. Todo al servicio de la película y de esta que, repetimos, es la mejor versión de La cenicienta que se haya hecho jamás.
Cuento de verano La comedia es un género muy delicado. Hacer comedia requiere de mucho pulso y una gran habilidad. La comedia en cine exige que ese pulso sea no solo para el guión y los actores, sino también –y principalmente- para el director, de quien dependerá que la película funcione o no un nivel milimétrico. Argentina es un país con una larga lista de excelentes comedias, las cuales no necesariamente responden al mismo tipo de comedia. El costumbrismo y el grotesco han sido las dos líneas más fuertes de la comedia luego del final de la Edad de oro del cine nacional. Pero Voley tiene otro árbol genealógico, sea consciente de esto su realizador o no. Nicolás (Martín Piroyansky) planifica pasar el fin de año en una casa en el Tigre. Es una casa vieja, nada fastuosa, que él y cuatro amigos más -tres chicas y un chico- van a compartir unos días. Se sumará una chica más para completar el grupo y estos son los seis personajes protagónicos de esta gran comedia. Comedia que se diferencia de otras de producción nacional no sólo por sus muchos méritos, sino también por el estilo. Voley tiene un timing extraordinario. Los diálogos, brillantes, son interpretados de forma adecuada, sin falsas pretensiones de realismo pero sin caer tampoco en el artificio. Los diálogos son precisos y afilados, los actores los interpretan de manera impecable y el director, con la ayuda del montaje, la cámara y el sonido, les da el marco para que se luzcan en su sobria efectividad. Si la forma es impecable, las ideas también lo son. Voley no es un film pacato, ni temeroso a la hora de exponer la sexualidad. Sus protagonistas son jóvenes, su mirada del mundo y sus acciones responden a esa misma juventud. Los afectos se mueven, como en las comedias de Shakespeare, los sentimientos varían, el deseo los impulsa, como en las películas de Ernst Lubitsch. Accidentalmente o no, el título Voley podría referirse a la rotación, algo que aparece en los personajes de la película. Hablamos de un árbol genealógico y también uno piensa en Comedia sexual de una noche de verano de Woody Allen, también conectada con Shakespeare, y muchos personajes y películas con las cuales el film de Piroyansky comparte varias cosas. También es sencillo evocar a François Truffaut y películas como Besos robados o cualquier andanza de Antoine Doinel adulto, o el Peter Bogdanovich de Todos rieron. Algo de Eric Rohmer podría evocarse sin que sea considerado absurdo. Más aun cuando el tono de esta maravillosa comedia no esconde un cierto tono agridulce. Porque Voley se disfruta en su movimiento impecable, en su entretenida y graciosa ejecución, pero esto no significa que la película sea superficial o banal. Hay en la película una mirada muy interesante sobre la fragilidad de los sentimientos y las contradictorias conductas de las personas. Por eso la mención a todos los nombres citados arriba. Si los actores son fundamentales en una película, en una comedia no pueden fallar jamás. Y el elenco es increíble. No hay duda de que se trata de dirección de actores, porque a los mismos actores se los ha visto hacer interpretaciones inferiores a las que aquí realizan. Todos están increíbles, no se trata de desmerecer sus trabajos previos, sino marcar lo mucho mejor que están acá. Todos merecen elogios, aunque para elegir a una persona –y un personaje, Pilar- hay que decir que Inés Efrón alcanza su punto más alto como comediante. Es verdaderamente graciosa, entiende a su personaje y le saca el máximo de provecho. Es verdad que ella y Cata (Vera Spinetta) tienen servidos los mejores remates, pero es un arte saber rematar. Ambas lo consiguen. El artífice principal, Martín Piroyansky merece el reconocimiento por una película como esta. La comedia clásica –americana, francesa, argentina- parece haber vuelto en Voley. Corrijo, no parece, realmente ha vuelto.
Imprecisos golpes de efecto. El problema no pasa por la falta de ideas, el problema, en el cine, consiste en qué se hace con esas ideas una vez puestas como centro para una película. Ese es sin duda el caso de Resucitados (cuyo título original, The Lazarus Effect, es mucho más bello y efectivo). Un grupo de estudiantes de medicina descubre la manera de dar vida a seres que han muerto. El proyecto iniciado por ellos crea polémica y es cancelado, pero la verdadera película empieza cuando a pesar de todo esto, se toma una decisión límite: traer a la vida a un ser humano que ha muerto. No son pocos los ecos de Línea mortal (1990), aquel clásico juvenil con Julia Roberts y Kiefer Shuterland. Tampoco hay manera de olvidarse de Cementerio de animales (1989) el clásico de terror basado en Stephen King. La idea es atrapante y desde mucho antes de los tiempos de Frankenstein de Mary Shelley que la cultura ha reflejado esta inquietud. La idea es una cosa, la ejecución es algo muy distinto. Acá en Resucitados la narración no brilla por su calidad y la película avanza a golpes de efecto pero sin demasiada precisión o rigor. No es menor el carisma de Olivia Wilde (Cowboys & Aliens, Rush), quien logra que algo de interés se mantenga a lo largo de los minutos. No hay que subestimar ese poder que tienen las verdaderas estrellas. Pero tampoco hay que creer que idea y estrella harán todo. Los espectadores más solidarios pasarán por alto los baches en el guión y perdonarán las obviedades con las cuales esta película toca temas tan interesantes. Combinación de ciencia ficción, terror y policial, Resucitados no alcanza tampoco a ser un entretenimiento liviano y pasajero.
Nada nuevo bajo el sol. Cuando Jorge Bergoglio fue nombrado Papa y pasó a llamarse Francisco, algo cambió en la imagen del papado que todos tenían. Su figura llamó la atención y sus ideas han sido recibidas por muchos como una verdadera revolución en el Vaticano. El documental de Miguel Rodríguez Arias –el mismo de Las patas de la mentira– sin duda es oportunista, pero que lo sea no es en sí mismo un defecto. No es raro que alguien quiera hacer un documental sobre Francisco, y si alguien tiene algo para decir sobre el mundo, se puede elegir un tema o un personaje importante para retratarlo. El punto es qué hacer para que el documental tenga algún valor, para que posea encanto, para que resulte apasionante o produzca interés. Nada de esto aparece en Francisco de Buenos Aires. Todo lo que se ve en la película es la repetición de los máximos elogios que ha recibido Francisco desde el comienzo de su papado. No hay una mirada crítica, no hay tampoco una mirada crítica sobre aquellos que lo criticaron. No hay matices ni elementos reveladores. Tampoco aparece la profundidad en los elementos de defensa. Lo único que tiene algo de interés es todo el sector sobre fútbol, donde se bordea el ridículo y el absurdo, así como el énfasis en el pensamiento mágico de aquellos que aventuran un vínculo entre el Papa y los logros de San Lorenzo. Pero no se anima –tampoco quiere, en realidad– a explorar esas cosas. Muy limitada, preocupada por armar un relato claramente favorable, Francisco de Buenos Aires pierde la oportunidad de explicar la figura de una de las personas más importantes del siglo XXI.
A la medida de Costner. Un actor que se vincula fácilmente con las historias deportivas y que carece de su cinismo en su actuación y en su personalidad, se carga esta trama llena de humanidad y emoción. Jim White (Kevin Costner) es un entrenador de fútbol americano juvenil que se ha quedado sin trabajo. Ha tenido un problema con sus entrenados, jóvenes norteamericanos irrespetuosos, poco comprometidos con el deporte. En ese incidente inicial están las primeras ideas de la película. Los jóvenes norteamericanos no valoran lo que tienen, no pelean para obtener mejores resultados. Pero White y su familia van a redescubrir el sueño americano cuando él consigue un trabajo en McFarland, California. Al llegar al pueblo descubre que no hay WASP (blanco anglosajones protestantes) sino una población íntegramente conformada por inmigrantes mexicanos y sus hijos. Allí White será profesor en un colegio secundario y con algo de desgano les dará clases de educación física a los adolescentes del lugar, también muy escépticos acerca del nuevo profesor "Blanco". Estos jóvenes estudian pero también trabajan a destajo en los campos como agricultores, nada les es gratuito, nada les resulta fácil. Cuando White descubra que tienen un gran talento para correr, se le ocurrirá la absurda idea de formar un equipo de cross country con los jóvenes de la escuela. Tampoco White sabe nada de entrenar corredores. Todos deberán aprender. Con esa consigna sencilla, tradicional, con la clásica historia del equipo de “tapados” que debe luchar por encontrar su lugar, la directora Niki Caro arma una historia muy emocionante, llena de humanidad, construida alrededor de personajes nobles. Claro que Kevin Costner es el actor para esta clase de películas. Tanto por la facilidad con la que él se vincula con las historias deportivas, como por la carencia de cinismo en su actuación y su personalidad. Porque una de las cosas que caracteriza a McFarland es su falta de cinismo. No hay película menos cínica este año que la que aquí comentamos. Es difícil que una película de deportes lo sea, más cuando se trata de esta clase de equipos, pero igual llama la atención en los tiempos cínicos que corren, que una película tenga esa nobleza directa chapada a la antigua. Y una bajada de línea extra: la película es la más contundente y clara defensa de los mexicanos inmigrantes en Estados Unidos. De hecho el título original es McFarland USA aludiendo a la idea de que es este pueblo mexicano el que mejor entiende la idea del sueño americano. El esfuerzo, la ética, la confraternidad, todos valores que la película defiende. La película es una agradable sorpresa con una postura política y humana transparente y con uno de los más americanos actores que tiene el Hollywood contemporáneo.
Un animal de la cinematografía. El documental de James encara la vida Rogert Ebert, el primer crítico de cine en ganar el premio Pulitzer. Se trata de un trabajo que impone la energía y el optimismo de su protagonista rescatando la pasión por el séptimo arte. Al cine con amor no es un film cualquiera. Si un documental llega a tener la difusión que tiene esta película se debe al personaje que decide retratar. Rogert Ebert no era un crítico de cine cualquiera, nunca lo fue. Ebert fue el primer crítico de cine en ganar el Premio Pulitzer. Trabajó desde la década del '60 en el Chicago Sun-Times. En 1976 se unió a otro crítico, Gene Siskel, y juntos hicieron el segmento televisivo Siskel & Ebert donde discutían sobre cine y donde evaluaban finalmente con un pulgar hacia arriba o un pulgar hacia abajo. Fueron los más populares críticos de cine y hasta la muerte de Siskel, en 1999, mantuvieron su popularidad. Ebert fue polémico, incluyente, y hasta los últimos días de su vida, un apasionado del cine. En diarios o en televisión, y finalmente con su blog y en las redes sociales, Ebert fue una figura clave. En la película aparecen directores como Scorsese o Herzog hablando maravillas de él y cuánto hizo él por ellos. También hay que decir que el realizador de la película no es cualquier director. Steve James es un documentalista que ocupa un lugar grande en la historia del cine por haber realizado el gran film Hoop Dreams en 1994. James también probó la ficción cuando en 1997 hizo una biopic sobre el legendario corredor Steve Prefontaine. Hoop Dreams fue una de las películas favoritas de Ebert en los noventa. Al cine con amor no habla sólo del aspecto de crítico de Ebert, incluso gran cantidad de escenas transcurren en el hospital donde él estaba internado en los últimos días de su vida. La lucha de Ebert contra el cáncer fue durísima. En la película él está en los últimos años, cuando ya no podía ni hablar ni comer. Hablaba con una computadora y comía con ayuda. Pero a diferencia de otros documentales de cine con un moribundo como protagonista como fue Lighting Over Water de Win Wenders sobre Nicholas Ray, acá se impone la energía y el optimismo de Ebert. Esa mueca siniestra e insólitamente feliz que le dejaron las operaciones le da a Ebert un rostro raro, por momentos de caricatura, pero a la vez es el rostro de alguien luchando a brazo partido por sobrevivir. La película juega siempre al borde en ese aspecto, pero es cálida y amable con sus personajes también. El personaje está captado, la idea acerca de quien era Ebert se entiende perfectamente. Y su enorme pasión y amor por las películas también se adivina y se expresa en prácticamente todo lo que dura la película. No hay crítica que se prive de rematar con una obviedad y esta no será la excepción: Al cine con amor, ¡dos pulgares arriba!