LAS MUCHACHAS NO LLORAN
CORRER PARA VIVIR Espectacular recreación de la rivalidad enfre Niki Lauda y James Hunt en el esplendor de la Fórmula 1 en la década del 70. Emocionante y poderosa, la película homenajea a ambos corredores. Rush tiene una historia perfecta. O al menos un punto de partida ideal para una película. El año, 1976; el ámbito, la Fórmula 1. La película arranca con una carrera en particular, una que iba a entrar en la historia más escalofriante de las competencias internacionales. Los personajes protagónicos son los famosos corredores Niki Lauda y James Hunt. La historia que les tocó protagonizar es tan extraordinaria que sin duda estaba destinada a ser una película fuera de serie. Pero no es cuestión simplemente de contar esa historia. La estructura del relato y un gran guión le dan sentido a la película. Y del director Ron Howard se pueden decir muchas cosas, pero nadie lo calificaría de autor personal. Pero su carrera es, de todas formas, una de las más importantes del cine contemporáneo. Ha hecho películas que ya son clásicos y ha hecho películas realmente muy malas. Rush es la prueba de que se pueden combinar los elementos adecuados en el cine industrial y llegar a resultados excelentes. Tal vez no sea muy tranquilizador para los cultores más duros de la teoría de autor, pero lo que realmente importa es el resultado. Rush tal vez se tome alguna o muchas licencias poéticas, no me interesa saberlo, pero sus dos personajes protagónicos son extraordinarios. El irresponsable y atorrante, pero igualmente talentoso James Hunt (Chris Hemsworth) y el ultra profesional, metódico y obsesivo de Niki Lauda (Daniel Brühl) son los complementos perfectos para una lucha a lo largo de un inolvidable año de competencia en la Fórmula 1 internacional. Aunque la película se rinde a la evidencia de que el enorme Lauda es mejor corredor, igual se encarga de generar un respeto por ambos personajes. La forma en que reivindica a Hunt es prueba de ello. Porque más allá de los hechos reales, la película busca retratar a dos gigantes. A dos deportistas que veían el mundo de forma distinta pero que amaban profundamente la competencia. Rush es una película apasionante y apasionada. Y un relato que cree en la nobleza de sus personajes. Contra todo cinismo o distancia irónica, pero también contra la chatura obsecuente de mucho biopic que da vueltas por ahí. Por todo esto, por un reconstrucción de época perfecta y funcional y porque es entretenimiento puro, Rush no es tan solo uno de los mejores films del 2013, sino que es, además, la mejor película de Ron Howard.
Dos gigantes contra el mundo Sylvester Stallone, Arnold Schwarzenegger supieron ser las máximas estrellas del cine de acción de los ochenta. Stallone tuvo prestigio en la década anterior, incluyendo el Oscar para Rocky. Se volvió héroe de acción ochentoso unos años después, y así se sumó Arnold. Luego, este último supo reinventarse con humor y su estrellato le duró intacto en la década del noventa. Sus carreras han tenido altibajos, pero claramente estaban saliendo del estrellato poco a poco (Schwarzenegger por su carrera política), además de que el pasar de los años afecta a los héroes de acción. Stallone realizó, aunque parezca mentira, dos atendibles secuelas de sus máximos personajes: Rocky Balboa y John Rambo. Estas dos películas le permitieron preparar el terreno para su verdadero regreso, Los indestructibles, realizada en el 2010. El título de indestructible es local, porque el original, The Expendables, era casi contrario, y mucho más a tono con aquel punto en su carrera. El film fue la excusa para que, aunque fuera con un pequeño cameo, reapareciera también Arnold. Los veteranos del cine de acción habían vuelto, y habían vuelto con todo. Su público no los había olvidado, como demostró ese éxito que se transformó en Los indestructibles 2 y va camino a la tercera parte, sumando en cada caso a otras estrellas del cine de acción. Pero Escape imposible trae una verdadera novedad y es que aquellos rivales de la taquilla ahora comparten cartel protagonizando de forma excluyente un film completo. El ámbito es una cárcel de máxima seguridad y ambos juegan con ligereza y humor sus papeles hechos a la medida. No es Escape imposible un film tan divertido y complejo como Los indestructibles, pero ofrece una vez más una idea del cine que es festiva. Se da el lujo de sumar a grandes actores como Jim Caviezel, Sam Neill, Vincent D'Onofrio, Amy Ryan, lo que también habla de un buen ojo para elegir el casting. Nobles y dignos, estos dos gigantes del cine nos regalan otro momento de alegría. Esa nobleza tiene, en más de un momento, ecos de Alexandre Dumas, autor citado en varias partes del film. Esto abre la sospecha de que estamos frente algo sencillo de disfrutar pero complejo de hacer. Con muchos proyectos en el futuro y con varios excelentes films realizados en esta década, los chicos están de vuelta.
Una biografía distinta Wong Kar-Wai tal vez no sea muy conocido por la mayoría del público, pero desde hace ya casi 30 años su estilo visual ha sido uno de los más influyentes en el cine mundial. Su obra siempre estuvo marcada por un excepcional gusto por la belleza, una capacidad fuera de lo común para componer imágenes de un placer visual arrebatador. Chungking Express, Fallen angels y Day of being wild fueron los primeros títulos que lo ubicaron en un lugar de privilegio en el panorama del cine mundial. Pero fue con su obra maestra Con ánimo de amar (2000) que impresionó verdaderamente, dejando para siempre su huella en la historia del cine. Su extraña secuela, 2046, fue, insolitamente, su film más taquillero y conocido en nuestro país. Luego de un gran paso –pero mal recibido– por el cine hablado en inglés con El sabor de la noche Wong Kar-Wai estrena un muy trabajado film biográfico centrado en la figura de Ip Man. Ip Man fue un maestro de las artes marciales que alcanzó fama mundial por haber sido el maestro de Bruce Lee en sus primeros años. El protagonista es el actor fetiche de WKW, el extraordinario Tony Leung. Actor y director brillan en esta película que no es tanto un relato de artes marciales, como una contemplación acerca de la belleza coreográfica de esa disciplina. Más visual que narrativa, El arte de la guerra es una verdadera fiesta para los ojos.
Una familia contra fuerzas oscuras Los elegidos (Dark Skies en el original) cuenta una de esas conocidas y repetidas historias del cine fantástico. Una familia feliz vive en los suburbios. Un matrimonio con dos hijos que empieza a percibir, poco a poco, que algo raro ocurre a su alrededor. ¿Qué tan rápido debería reaccionar una persona frente a hechos insólitos y sin explicación? La película avanza y la inquietud también. La amenaza parece centrarse en la figura del niño más pequeño. Este elemento sin duda angustia aun más al espectador, lo vuelve vulnerable, y eso permite que cuando se comience a saber qué pasa realmente, el espectador esté abrumado y listo para aceptar cualquier cosa. La clave de un film como este –del cual no develaremos nada de su trama- consiste en la manera en la cual la película posterga el mostrar su juego y a la vez mantiene al espectador interesado y atento. Y Los elegidos consigue que eso ocurra, sin duda. También la película se sirve de la combinación entre el terror y el drama, lo que aumenta el compromiso del espectador. Y lo que verdaderamente hace la diferencia es que la suma de todos los elementos mencionados produce un enorme caudal de escenas de terror. Muy buenos sustos y momentos escalofriantes demuestran que todo funciona. Los elegidos pertenece, además, a la escuela de las películas que optan por menos despliegue visual y más clima construido a través de una buena puesta en escena y un estilo visual que no busca el impacto fácil. Es difícil sorprender al espectador actual ya acostumbrado a los films de familia atacada por una fuerza desconocida, pero hay que decir que Los elegidos lo logra y justamente por eso que no hay que anticipar nada de la trama. Lo que sí hay que anticipar es que se trata de una película que hará saltar a los espectadores de su butaca, porque cuando tiene que asustar lo logra con creces. Están todos avisados.
Sólo para seguidores Cuando en el año 2010 llegó a los cines Kick Ass la película marcaba una evolución o una novedad con respecto al género de super héroes. Entre otras cosas porque su protagonista no era un súperhéroe. Su estética de film noir, la crudeza de las imágenes y la autoconciencia del relato eran algo no del todo nuevo, pero sí un paso más en los cambios que el género venía mostrando. La película cerraba con sus protagonistas (Kick-Ass y HitGirl) retomando en teoría la vida normal. Lo curioso es que si bien las constantes estéticas del film anterior se conservan intactas, esta segunda parte hace un esfuerzo nulo por interesar a cualquier espectador que no haya visto el primer film. Es prácticamente imposible que alguien que recién llegue ahora entienda realmente lo que pasa o de donde viene, aun cuando los diálogos den pistas. Intencionalmente la película renuncia a rescatar a esos nuevos espectadores, lo que no necesariamente está mal, pero es bueno aclararlo. Es mejor ir con la película anterior vista. Hecha esta salvedad, el relato sigue funcionando, casi todo el humor es efectivo y la película mantiene una dosis de violencia alta que le impide convertirse en un film de consumo infantil, aun cuando un desprevenido pueda creer que lo es. El mayor defecto del film es la manera en que se desvía para tener escenas de comedia adolescente de colegio secundario, algo que no sólo no funciona sino que además le agrega una escatología que aquí no valía la pena incluir. Atención: hay una escena más al final de los títulos.
Locuras de chicos ricos Sofía Coppola logró un film lleno de ideas y hecho con una madurez que pocos directores tan jóvenes logran. Protagonizada por la actriz Emma Watson, recrea una historia real. Sofía Coppola, ganadora del Oscar a mejor guión por Perdidos en Tokio, entre muchos otros premios, ha dejado de ser la hija de Francis Ford Coppola a la hora de las presentaciones y sólo se menciona a su padre porque aquí, una vez más, oficia de productor con su mítica compañía Zoetrope. Pero no hay dos cineastas más distintos y Sofía poco hereda de los temas o el estilo del padre. Cineasta que representa bien los tiempos que corren, Coppola se ha obsesionado con el malestar de una adolescencia que lo tiene todo pero a nivel emocional parece no tener nada. Sus personajes femeninos desde Las vírgenes suicidas a Adoro la fama, pasando por María Antonieta, tienen en común una angustia y una conducta inesperada a pesar de que nada parece faltarles. Incluso la protagonista de su mejor película, Perdidos en Tokio, era una joven aburrida en un mundo sin carencias económicas. En Adoro la fama toma una historia real para llegar más lejos. Ya no es melancolía convertida en tristeza, es melancolía convertida en delito. Jóvenes que salen a robar casas de ricos y famosos que representan en muchos casos la banalidad misma. Para muchos, Sofía Coppola podría ser considerada una cineasta con poca perspectiva social, pero dicen que si uno pinta su aldea pintará el mundo, y ella habla del mundo que conoce. Y por extensión del mundo en general. Sus personajes muchas veces autodestructivos, lo tienen todo y podrían ser felices al tener muchas cosas solucionadas, pero la directora nos demuestra que esto no es así, y en que en el mundo de desigualdades, los hijos de ricos, los que heredan un privilegio, no consiguen tampoco ser felices. También hay una idea sobre la amistad, el dinero, y sobre todo el poder. Sin ser la más lograda de las películas de la directora, sí hay que decir que es un film lleno de ideas y hecho con una madurez que pocos directores tan jóvenes logran. Por supuesto, también incluye, como siempre en Coppola, una enorme carga de melancolía. Si hay mucho de autobiográfico en la clase social y los conflictos que la directora plasma es difícil de precisar, pero su obra respira autenticidad. La protagonista es Emma Watson, que dicho sea de paso demuestra una vez más que la fama lograda en la saga de Harry Potter no logró encasillarla en su rol y tiene aun mucho más para dar.
Aventuras en el mar, como las de antes Protagonizada por Tom Hanks, esta película basada en hechos reales narra la historia de un hombre que en 2009 fue tomado de rehén por piratas somalíes. Buenos ingredientes para un resultado a la altura de la historia. El capitán Phillips del título es el protagonista de esta historia basada en hechos reales ocurridos en el año 2009, cuando cuatro piratas somalíes tomaron su nave y lo retuvieron como rehén. El gran problema de las películas basadas en hechos reales es que desde que arranca la película uno tiene bastante información –o, al menos, adivina– acerca de la historia y su final. Tal vez porque el final no sea lo más importante, sino la reflexión que uno pueda hacer a partir de la historia narrada. Paul Greengrass, el director, tiene un demostrado talento para narrar historias que aquí confirma. A pesar de una enorme capacidad para utilizar recursos visuales impactantes, Greengrass no abandona nunca la narración clásica. Tal vez Capitán Phillips sea, de hecho, la más clásica de sus películas. Greengrass tiene por lo menos cuatro películas impactantes antes de esta: Vuelo 93, La supremacía de Bourne, Bourne: el ultimátum, La ciudad de las tormentas. En todas mostró un gran pulso para la acción y aquí, aunque se trate de otra clase de film, vuelve a hacerlo. Para que el clasicismo sea aún más claro, el capitán Phillips está interpretado nada menos que por Tom Hanks, uno de los más grandes y más clásicos y sobrios actores del cine actual. Su protagonismo es absoluto y por lo tanto gran parte de la película recae sobre sus hombros. Las ideas del mundo que tiene Phillips y su comportamiento a lo largo de la película encuentran en Hanks al rostro ideal para darle credibilidad. Y su sufrimiento se convierte en el nuestro. Actor de gran talento, Hanks ofrece acá una actuación obligadamente contenida y sobria que poco a poco va creciendo junto con el drama. Sin duda, figura entre lo mejor del actor. Las vueltas que va ofreciendo la trama, la tensión de los grandes momentos de suspenso, funcionan de punta a punta del relato. Aun conociendo la historia, aun sabiendo quién la ha contado, igual cada escena es vivida, una vez más gracias al director, con una enorme angustia, sin saber cuál será el siguiente paso que dará el protagonista y sus captores. Un buen director, un buen actor, una buena historia. Los tres pilares que sostienen Capitán Phillips a lo largo de más de dos horas. Verdaderas aventuras en el mar, como en los viejos tiempos, aun cuando la historia transcurra en el presente
UN VIAJE EXTRAORDINARIO Noventa minutos de cine puro. O mejor dicho, noventa minutos en los cuales no es posible dejar de mirar, en los cuales toda nuestra atención y todo nuestro interés se concentra en la pantalla como pocas veces. Como la primera vez. Como cuando uno ve una película realmente buena, realmente cinematográfica y el mundo es ese rectángulo al cual no podemos dejar de mirar. Gravedad es una obra maestra del lenguaje cinematográfico. No una, no dos, sino muchas veces conmueve, apasiona, abruma. Desde el minuto uno hasta el minuto final, el espectador queda atrapado, comprometido con lo que ve. Todo nos importa, todo lo que pasa en la película es vital para nosotros. Esto no es un accidente, esto no pasa cada vez que entramos al cine. Sin duda acá hay un trabajo del director que, ayudado por la tecnología (el cine es tecnología desde que nació, después de todo) es capaz de crear universo que nos sorprenda, que nos haga vivir como real una experiencia que sólo como espectadores podríamos vivir. El mexicano Alfonso Cuarón siempre fue un cineasta fuera de serie, pero construyó su filmografía poco a poco. Desde la comedia Solo con tu pareja (1991) demostró interés por los géneros y el cine masivo. Aunque aquel film no es más que un primer paso, si se lo compara con todo lo que vino después. En lo personal yo consideré su siguiente película, La princesita (1995), como una obra maestra. Ya en Hollywood, Cuarón demostraba que con el presupuesto y las herramientas adecuadas estaba listo para hacer historia. El espíritu dickensiano de aquel film tal vez lo llevó a encontrarse con una adaptación moderna de Grandes esperanzas (1998). El film comenzaba bien pero se iba deshaciendo con el correr de los minutos. Sí se podía destacar una delicada paleta de colores y el gran trabajo de su fotógrafo Emmanuel Lubezki. Tal vez abrumado por esa experiencia, Cuarón volvió a México y realizó Y tu mamá también (2001), una de esas películas que –para bien o para mal- no se pueden hacer el Hollywood. Con energía renovada aceptó hacer la que muchos considera la mejor de las películas de Harry Potter: Harry Potter y el prisionero de Azkaban (2004) y luego se lanzó a la ambiciosa y notable Niños del hombre (2006) que le sirvió, entre otras cosas, para realizar algunos de los planos secuencias más impactantes de la historia del cine. Varios años pasaron luego hasta llegar a esta nueva película que sin duda lo deja no sólo a las puertas del Oscar, sino dentro de la historia del cine. Contar el argumento de esta película sería una tontería, debo ser sincero. Transcurre en el espacio, sí, eso queda claro desde el afiche. Hay problemas, sí, eso es lo que le da drama a la historia. Pero anticipar dichos problemas, contarlos, es secundario. Sí es interesante comprobar que el cine tiene todas las herramientas para fascinar y que no se necesita más que un gran talento para poder utilizarlas. ¿Pero cuánta gente tiene ese talento? Hace poco volví a ver Jurassic Park de Steven Spielberg, y ahí hay, obviamente, talento. Uno puede ver un film de James Cameron y encontrar ahí también esa magia que tienen los genios. Hay miles y miles de películas que intentan por todos los medios engancharnos, impresionarnos. Hay explosiones, efectos, luces, imágenes grandilocuentes jamás vistas, pero no es una cuestión solo de hacer cosas grandes y efectistas, sino de construir un relato que nos importe. Como cuando el héroe cuelga del precipicio y lo único que queremos es que se salve. Cuando la heroína se juega todo en cada escena y por la forma en la narración se construye su destino es el nuestro. Y este viaje extraordinario por supuesto incluye subtramas y temas que con sutileza y sin subrayados forman parte del film. El cine norteamericano es el que ha entendido esto mejor que nadie. Aun cuando muchos de sus maestros no hayan nacido ahí, han filmado con ese espíritu y más tarde o más temprano se han sumado a esa industria. Gravedad es una película en muchos sentidos arriesgada, a contracorriente, y a la vez es una película que utiliza la tecnología de punta al servicio del entretenimiento de una manera brillante. No podemos hablar de una crisis del cine ni que la televisión lo ha superado cuando aparecen películas como Gravedad. Es el mismo viejo oficio de contar historias. Con algunas herramientas nuevas, pero con las mismas reglas básicas. Nada a cambiado y quienes han querido romper el lenguaje del cine a lo largo de más de un siglo, solo han sido estrellas (falsas y) fugaces. Como cierre hay que decir que George Clooney está magnífico, como siempre, pero que sin duda el personaje de Ryan Stone que interpreta Sandra Bullock ya está en la lista de las más grandes heroínas de la pantalla grande. Ella es la pieza clave para que todo el trabajo del director, productor, montajista y guionista Alfonso Cuarón tenga esa gracia extra que solo tienen los clásicos de todos los tiempos.
El mundo del terror, por Wan Quienes amamos el cine de terror y creemos que es un género capaz de reflexionar sobre temas interesantes y a la vez proporcionar un entretenimiento intenso, vemos en James Wan a uno de esos directores que ha sido capaz de revitalizar el género. James Wan dirigió nada menos que El juego del miedo (Saw, 2004) una gran película que luego derivó en secuelas sin tanto mérito. Pero este año sorprendió a todos con el estreno de El conjuro (2013), una de las mejores películas de terror de los últimos años. Wan sabe varias cosas acerca del género y también conoce como son las cosas en los tiempos que corren. No le es ajeno el aumento del gore ni la utilización de los efectos digitales y, con total intencionalidad, evita al máximo ambas cosas. Claro que hay sangre en el cine de Wan, pero comparado con lo que hoy se ve, El conjuro y La noche del demonio 2 marcan la diferencia. Y otra elección que hace Wan en sus películas es la de tener buenos actores. Patrick Wilson y Rose Byrne repiten sus roles, al igual que Barbara Hershey y Lin Shaye. La noche del demonio 2 retoma la historia allí donde la dejó La noche del demonio (2010) también dirigida por James Wan. A su vez, la historia vuelve al pasado para descubrir el origen del mal que persigue a la familia. Aquí, Wan construye con precisión y tranquilidad la historia, y a medida que el espectador va recibiendo más información la historia asusta cada vez más. Arma una historia compleja y como siempre brilla en la puesta en escena. Sabe que los objetos más inocentes pueden convertirse al moverse por sí mismos en un objeto de terror. Y también entiende que en el sufrimiento de los inocentes se encuentra la clave más perturbadora del género. Comparada con El juego del miedo y con El conjuro, esta película está un paso atrás. Pero los que disfrutan del viejo estilo para hacer terror, siempre encontrarán en James Wan a un director digno de seguir.