Parecía demasiado bueno para ser verdad. Críticas excelentes por doquier, una trama sencilla, pero un gran desafío en aspectos técnicos. Este era una de esos casos donde el cine se pone a prueba. Digo, es muy fácil escribir un cuento que transcurra en un espacio chico, ahora bien, en cine esto es completamente distinto, las películas son esclavas de dos reyes tiranos, el espacio y el tiempo, y Enterrado se metió con ambos. No voy a mentir, técnicamente hablando, la película es un hallazgo, el montaje es genial, y tanto el trabajo de dirección como de fotografía son muy buenos. Al menos muy buenos para las limitaciones que tenían. Pero hasta ahí llega el asunto. No hay nada más, no pidan nada más, porque lo que van a obtener es triste y opaco. La película de Rodrigo Cortés tiene un serio problema, el guión. A no confundirse, que 90 minutos en un ataúd sean llevaderos tiene mucho que ver con lo que había en el papel, no es solo el trabajo de Cortés y Reynolds lo que saca la película adelante –aunque eso parezca- pero aún así el guión tiene demasiados huecos. Parece que la realidad indica que en las películas darle un celular a un personaje implica que este personaje sea un idiota. Pido disculpas por lo agresivo de mi comentario, pero a la realidad me remito, Paul Conroy es un idiota y todos los que hablan con el también lo son. El teléfono móvil es un karma del séptimo arte, nunca encontró su lugar, falla en Control Total, falla en Celular, falla en Una Llamada Perdida, falla siempre. Cual es el problema “el verosímil”, lisa y llanamente, el celular es una herramienta superpoderosa, nos conecta al instante con todo el mundo y nos permite desenvolvernos en el mundo de una forma mucho más cómoda, tal vez demasiado para las trabas que requiere un buen guión. ¿Cómo se compensa esto? Sencillo, dale un celular, pero hacelo un estúpido al protagonista. Paul Conroy hace los llamados equivocados, en los momentos equivocados. No usa el celular como podría. Los que lo atienden del otro lado parece que nunca hablar por teléfono en su vida, desconocen la tecnología que tienen en sus manos. Entiendo que en las películas rastrear una llamada requiera 90 segundos, en la vida real es instantáneo, pero es parte del lenguaje cinematográfico, pero que un agente de una organización multigubernamental con equipo militar no pueda rastrear una llamada en dos horas porque la línea esta clonada o fue desviada a Egipto es demasiado. Ahora bien, que el jefe de personal de la compañía para la que trabaja Conroy si lo pueda hacer hace surgir una nueva pregunta. ¿Son realmente estúpidos o es a propósito? Si, damas y caballeros, he aquí lo más importante de toda mi reseña. Es a propósito. Y esto es un problema, pero un problema en serio. Porque el planteo de guión no va de la mano con la historia que se quiere contar. Hay un trasfondo político que nunca se acopla a la narración y se entorpecen mutuamente. Siempre que pasa algo, siempre que hay algún cambio, siempre que hay alguna alteración de la narración, siempre que se presenta algún conflicto, algo hace ruido. Y es por su contenido político. No quiero ahondar demasiado en detalles, porque es una película fácilmente estropeable si adelanto detalles de la trama, pero basta con pensar lo siguiente: ¿Cuál es el rol de las corporaciones en la película? ¿Cuál es la respuesta del FBI y del 911? ¿Cuál es el rol del gobierno? ¿Son terroristas los que lo secuestran a Conroy? ¿Quién se mete al ataúd con Paul? ¿Qué es lo que pasa que se adelanta el final? ¿Quiénes lo causan? ¿Qué metáfora hay detrás de todo eso? Todas preguntas que nos llevan a un mismo lugar, a la ideología del film. Sobre la cual no tengo ninguna crítica, más allá de que no comparto algunas pequeñeces. Pero cuando la parte política de un film no va de la mano con el planteo narrativo, yo no disfruto mis 90 minutos en sala. Cuando me toman por estúpido vendiéndome una diégesis inverosímil, la película pierde valor. ¿Qué más puedo acotar? Prefiero United 93 de Paul Greengrass en ese sentido, ahí no había vueltas, la política y la narración iban de la mano, y la tensión del final es excelente. Se resuelve una situación muy compleja a nivel cinematográfico, a nivel político, con altura (perdón por la palabra, pero no se me ocurría una más precisa) y con un respeto profundo hacía el espectador. Y ese es un detalle clave. El juicio no sería el mismo si el espectador no estuviese el 100% del metraje dentro del ataúd con Paul. Si no se lo hiciera pasar por todo eso. 90 minutos de tensión, con un par de situaciones completamente innecesarias que juegan con la sensibilidad del espectador. Todo esto ¿En pos de qué? ¿Acaso el fin realmente justifica los medios? El cine es más que un buen montaje, un poco de tensión, y una buena idea. Pregúntenle a Hitchcock sino. Con todo esto, valga la pena aclararlo, no quiero decir que Enterrado no merezca ser vista. Tiene muchas cosas positivas, las cuales obvié en su mayoría porque fueron repetidas hasta el hartazgo por todos los medios. Es interesante. Ahora bien, es defectuosa en lugares peligrosos. De todos modos no puedo evitar pensar durante cuantos años les perdonamos estos defectos a películas que empujaban la balanza para el otro lado, que en el peor de los casos, la película solo iguala la ecuación. Sea como sea, el cine es cine, el espectador es sagrado y si sentí la obligación de decir lo que dije, por algo será.
Diggs, un perro policía retirado del servicio por ser demasiado arriesgado, es reclutado por una organización integrada por perros que protege a los humanos. Su misión será atrapar a Kitty Galore, una gata que planea conquistar al mundo. Pero para poder hacerlo, deberá aceptar trabajar en conjunto con el enemigo, los gatos. Siendo la segunda parte de Como Perros y Gatos una película de perfil bajo, y que ya tiene 9 años, y que sumado a eso, no era una gran maravilla, uno no esperaba, precisamente, una maravilla del séptimo arte. Este año ya había entregado Toy Story 3 (Eternamente gracias Pixar), y es casi imposible que algo siquiera se le acerque. Si bien detesto esta clase de acercamientos previos a la película, en esta ocasión, lo puse en práctica, no pensando que iba a presenciar un atentado cinematográfico, sino, mas bien, aceptando las condiciones del juego que la película propone y poniéndome en la piel del niño que va a ver la película esperando solo entretenimiento. Todo comienza con un corto de la Warner. Haciendo eco de los años dorados de la animación de la WB, el Correcaminos y Willie Coyote se hacen presentes. Primer y único momento que hace valer la pena el 3D. El corto es realmente muy bueno, muy fiel a las historias originales, y disfrutable tanto para grandes y chicos. Luego una secuencia inicial típica de películas de espionaje, que abre el código con el que va a trabajar la película. Y secuencia de títulos. He aquí el punto más alto de todo el film. Los títulos son un muy buen homenaje a las, ya clásicas, películas de James Bond musicalizado con un cover de “Get The Party Started”, canción popularizada por Pink a cargo de Shirley Bassey (quién cantó 3 canciones de aperturas de films del 007). De ahí en más, el recorrido es cuesta abajo. Valga la pena destacar, cuando se habla de los puntos flojos del film, no se debe tomar demasiado en serio. Sucede que si bien como película deja bastante que desear, no esta demasiado lejos del nivel de la mayoría de los productos televisivos que se ven a diario. Pero de alguna forma u otra, no hay excusa para la mediocridad, y la sala de cine, a través de los años, hay sido un refugio para los chicos, donde podían disfrutar de una buena y entretenida historia, pero cuya narración vaya más allá de los límites que marcan el grueso de las series y dibujitos infantiles que se ven en la T.V. Sacando de lado detalles como los FX, (dejan bastante que desear) y algunos detalles del argumento (ya estamos, tristemente, acostumbrados a que, por ser un producto para chicos, se descuiden ciertos elementos narrativos), el film tiene algunos pequeños momentos agradables, todos, homenajes a escenas y frases archiconocidas de obras del genero policial/espionaje. La mejor, la más fácil de ubicar, Mr. Tingles (el villano de la primera) siendo Hannibal Lecter, no una, sino, dos veces. Lo demás, pasa con pena y sin gloria. Sin estar a la altura de lo que dio este año en el género, Como Perros y Gatos 2 es la clásica película “Directo a Video”, inferior a la original, pero pasatista, y con algún que otro chiste o gag efectivo. No obstante, la precede un corto muy divertido, donde el padre y/o madre puede mostrarle a los chicos que “lo viejo” puede ser, y en este caso es, mejor que “lo nuevo”. Un 3D tal vez no desaprovechado, pero si, innecesario, hace que sea una alternativa para ver con los chicos, no tan chiquitos, ni tan grandes, cuando no hay nada más en la TV, ni en el Videoclub del barrio. Dos butaquitas, una por el corto, otra por los titulos iniciales.
Un grupo de cinco amigos, que en algún momento de su infancia fueron campeones locales de Básquet, se reúnen para hacerle honor a su viejo entrenador. Sin embargo, la convivencia entre ellos, y sus familias, resulta más divertida de lo esperado. Adam Sandler sentó cabeza, ya no es Billy Maddison, ni Happy Gilmore. Viene de hacer algunos dramas como Hazme Reir o La Esperanza Vive en Mi, y aún cuando hace comedia se mete con temas muchos más serios, matrimonio gay, conflicto Israel-Palestina, o bien, el envejecer, dependiendo el caso. Sin embargo, y sin tener en cuenta la profundidad o calidad con la que se trató estos temas en las películas que produjo, su mayor talento siempre ha sido la comedia. Si bien Son Como Niños dista de ser su mejor comedia – ni siquiera es una gran comedia – marca el regreso a las buenas épocas de Sandler. El film es eso, una comedia, hay risas, que llegan desde distintos lugares, hay un bagaje amplio de recursos para sacarle una carcajada al espectador, un bagaje donde, aunque haya cosas ya vistas, logra sorprender al espectador. Lo curioso es que para llegar a esto evitó recurrir al camino fácil, al ser el epicentro, la estrella de la película. Aquí el verdadero protagonista es el reparto. Una sumatoria de nombres reconocidos, donde ninguno se destaca por encima de los demás, pero donde todos tienen su pequeño momento de gloria. Tal vez uno le sienta gusto a poco a las participaciones de cada uno, pero está bastante bien regulado el tiempo en pantalla que reciben todos. Lo que sorprende aún más es que la participación de los personajes femeninos, normalmente las Salma Hayek o Maria Bello, quedarían eclipsadas por la figura de los nombres importantes de la comedia norteamericana, siendo meras sombras o acompañantes de las estrellas que el público va a ver. Gratamente, este no es el caso. Sin poder llegar a decir que son tan protagonistas como los Chris Rock, Kevin James, o David Spade, las damas de la película tienen sus momentos de brillo, pocos, pero efectivos, y definitivamente más de los que se le otorgan. Tal vez el único defecto importante de la película caiga en la lección moral que pretende dar. No tanto porque uno no espere recibirla – lamentablemente siempre llega el tan mentado “mensaje” de la película – sino por el contexto donde se presenta, y el contenido de ese mensaje. Evitando caer en frases hechas o hacer evidente el final de la película, creo que la resolución entre “vencedores” y “vencidos” es un tanto irrespetuosa, a la sociedad estadounidense y en parte, al espectador. Este es un problema que el cine del que es parte Adam Sandler, acarrea desde hace rato. El mismo que se hizo presente en Click, y que fue protagonista en los dos dramas antes mencionados. Sin tener la necesidad de ahondar en muchas profundidades, la película podría haber sido mucho más que esto, esquivo con altura muchos clichés, pero solo para caer deliberadamente en muchos otros, y es una lastima. No obstante, el resultado final es un filme genuinamente gracioso, con un par de detalles interesantes que logran escaparle a las películas de este género de “reencontrase con la juventud”, un reparto sólido, cuyo único defecto es extender demasiado la lección sobre el espectador.
“Kiss Kiss Bang Bang” le dió por titulo, luego Pauline Kaen explicó; "Tal vez sea la oración más corta imaginable del atractivo básico de las películas”. Bueno, Encuentro Explosivo tiene ambas, y tiene dos de las estrellas que mayor público convocan. Sin embargo, aunque el reparto convence y la película tiene una buena dosis de besos y tiros, no siempre eso es todo lo que hace falta para hacer una buena película. La idea de hacer una comedia romántica con una importante cuota de acción no es nueva, pero no deja de ser interesante. Ya lo vimos varias veces, inclusive de la mano de varias estrellas importantes. El último blockbuster importante de este estilo, fue Sr y Sra Smith, una entretenida película de Doug Liman que tuvo más repercusiones en la parte de chismes de los matutinos que en la parte de reseñas cinematográficas. La fórmula se repite en este filme de James Mangold, pero con otros resultados. La película tiene un muy buen comienzo, fresco, con buenos gags, y una acción bien utilizadas. Los primeros encuentros entre la pareja son los que mejor le caen al film. Luego, a medida que la trama progresa, la chispa va caducando y por ende el film decae un poco. Lamentablemente no hay más que eso, un poco de explosiones y romance. Ninguna trama de espionaje bien trabajada, tampoco grandes giros, ni malos interesantes. Es como si todo fuera una gran excusa para verlos a ellos hacer lo suyo, como si nada más importara, lo cual es una pena teniéndolo a Peter Sarsgaard, como figura principal entre los actores secundarios. Otro detalle, es la música del ascendente John Powell, quién hasta ahora parecía superarse en cada trabajo, aquí no logra resaltar demasiado, ni hacerse presente con sus épicas melodías, aunque, no obstante, no desentona con la mezcla de géneros y logra el objetivo de acompañar la amplia variedad de escenas. El punto más alto es el reparto, si bien la química entre los dos protagonistas se cuestionaba por el antecedente (Vanilla Sky de Cameron Crowe) toda duda quedó despejada, hay una muy buena interacción entre ambos. Cruise vuelve a sus orígenes y logra una performance muy buena a nivel cómico. Como héroe de acción lo conocemos todos, así que es grato ver que le pudo encontrar una vuelta al personaje y alejarlo de Ethan Hunt. Por otro lado, Diaz se maneja dentro de su repertorio habitual, sin exagerar demasiado con sus morisquetas ni abusar de su ya famosa sonrisa. El detalle es la falta de presencia de unos secundarios con nombres importantes, Viola Davis no se luce y la gran promesa, ya convertida en realidad, Paul Dano, esta muy por debajo de sus trabajos habitual. Aún así, cumplen con lo que pretende el filme. En síntesis, la película se vuelve una alternativa interesante para ver en pareja, con buenos momentos de comedia, donde ellas van a poder ver al galán con su chica de turno, y ellos disfrutar de varios disparos y explosiones, y porque no, de Cameron Diaz en bikini, que si bien dejó hace rato de ser una veinteañera, todavía roba suspiros y algo más de la platea masculina. Más allá de esto, no hay mucho que mencionar.
Damas y caballeros, Pixar lo ha hecho de nuevo. Ante todo, he de aclarar que soy uno de los llamados "Fundamentalistas de Pixar"; esos que piensan que ese grupo de personas que hace cine de animación (nunca mejor usada esa palabra), representan lo mejor que se ha visto en las pantallas en los últimos 20 años. Ya explicado esto, voy a tratar de decir lo menos posible de un film mágico (lo último que quiero es adulterarle el viaje al lector). La película es sencillamente genial. Está a la altura de las dos entregas anteriores, y supera, al menos a mi humilde criterio la media de los filmes de Pixar, tal vez quedando solamente por detrás de esa obra maestra llamada Wall E. Como espectador, desde el anunció de la tercera emisión, hace ya un par de años, había una pregunta que me era inevitable ¿Es necesaria una tercera parte de Toy Story? No dudaba de los muchachos de la A113, es más estaba totalmente convencido de que la obra en cuestión me iba a explicar el porque. Y heme aquí escribiendo "Ahora entiendo". Había un espacio que llenar. Tal vez porque los personajes se merecían algo mejor que ese final Agridulce de Toy Story 2, tal vez porque los que conforman el Pixar son más optimistas de lo que pensamos, tal vez sea que ese final inevitable que tarde o temprano va a llegar, no sea tal, o al menos, valga la pena mostrar un poco más del trayecto que se recorre hacia eso. La cuestión es que Woody y Buzz tenían algo más que decir. Amistad, eso es lo primero que se me viene a la cabeza cuando pienso en la saga de los juguetes, y luego hay una pausa. Una pausa porque hay tantos temas secundarios que se han abarcado en películas que se etiquetan como infantiles, y lo son, pero también son mucho más. Creo que la primer entrega es sobre la identidad, la segunda es sobre el destino -en su significado más literal-, y la tercera sobre la libertad. Y es un tema hermoso a ser tratado, y así lo hace. Con altura, con grandeza, de una forma que respira y exhala cine en cada fotograma. No puedo huir de algo, soy un uno de los chicos que crecieron con la saga. Fui al cine con mi mamá a ver la primera, la segunda fue la primer película que fui a ver solo al cine. Es parte de mi vida, y por lo tanto, si bien hay una veta emocional de la cual no puedo escapar, también creo ser el ojo más crítico, aquel que reclama respeto por los films que precedieron a esta tercera emisión, aquel que pide que se honre el legado. Y así es, se honra ese legado, se lo enaltece, y se hace presente más vivo que nunca. Y eso es algo que los grandes van a disfrutar, y por suerte, una nueva generación de chicos crecerá de la mano de esta reluciente, pero maravillosa trilogía. Creo que una de las cosas que más se destaca de cada film de Toy Story (¿Y por qué no? De cada película con el sello de la lamparita) es que detrás de cada una hay una referencia cinematográfica, es cine que mira cine, y le dice algo a la industria. Para dar un ejemplo, la primera era Buzz llegando como lo nuevo, la animación 3D que viene a sacudir el mundo. Es el "chiche nuevo". Y Woody (¿Acaso hay una imagen más cinematográfica que la de un vaquero?) es la animación en 2D, el cine más clásico. Personaje que desesperadamente le dice al otro que se baje de su ilusión de Héroe Espacial, y que se de cuenta que es "un juguete". Por que el cine es eso, vive de la imaginación del espectador, de sus ilusiones. Tiene vida por y para el que lo ve. Sin nadie que "juegue" con la película esta, sencillamente, no existe. La película que se estrena este jueves reafirma esto, y lo hace con orgullo. Homenajeando cientos de películas que la precedieron, resucitando su magia, volviéndole a dar vida, para contar una historia sencilla, pero excelentemente escrita y narrada. Pero a su vez, demostrar que mientras haya historias por ser contadas, seguirá existiendo la fantasía. Mientras haya una persona que quiera creer, el cine estará ahí presente para acompañar la ilusión, tomar vida y ser parte de ella. Y yo, brindo por eso. Eternamente gracias Pixar. Solo eso. Además, cuando todo termine, tendré a la vieja trilogía para que me haga compañía, en el infinito y más allá.
Terra es un planeta habitado por unas civilizadas y pacíficas criaturas. Todo cambia cuando los humanos, buscando un nuevo hogar luego de que la Tierra fue destruida, llegan para hacer de este planeta, su nuevo hogar. Para evitar una guerra, un soldado humano llamado Jim (Wilson) y una Terrana llamada Mala (Wood) deciden unir fuerzas. Una vez más nos encontramos con un cortometraje que a llegó a manos de algún productor y decidieron hacer una película sobre la misma historia. El antecesor de Batalla por Terra es un corto del 2003, del mismo directo, de tan solo siete minutos que se llama, al igual que el título original del film, Terra. Con virtudes y defectos similares al estreno de hace unos meses, Número 9, el debut cinematográfico de Tsirbas trata de hacerse un lugar en el plano de la animación por computadora. Sin embargo, no es lo mismo desarrollar una historia para un corto que para un largometraje. Primero lo primero, la animación no está a la altura de lo que se puede encontrar últimamente en las salas de cine. Si bien es un film que tiene ya 3 años de antigüedad, desde hace largo rato los muchachos de Pixar han sabido deleitarnos con lo mejor en animación, y en los últimos años DreamWorks se le ha acercado bastante, hubo algunos films de otros estudios que han ofrecido algunas alternativas interesantes, al menos hablando en la calidad de la animación. Lamentablemente, este no es el caso. De todos modos, esta un par de escalones arriba de la película que viene a reemplazar en la cartelera 3D Garfield y el Escuadrón de Mascotas. Por otro lado, una de las cosas más atractivas de los filmes de este tipo es el diseño de los personajes y paisajes, y no es algo que uno pueda resaltar realmente. Pero permítanme decir que eso es algo por lo cual, realmente no se puede culpar a la película. Repasemos "Película 3D, humanos buscando un nuevo planeta, choque de civilizaciones, un militar humano y una extraterrestre", si señores, ya lo vimos, se llama Avatar. Aunque no todo es tan sencillo, el corto es de 2003, y el largo tiene como fecha de producción 2007, hablamos de que ambas producciones anteceden al film de James Cameron, sin embargo, ha llegado a nuestros ojos más tarde que este, y eso hace que uno se vuelva más exigente, es inevitable. Y es muy difícil, por no decir imposible, hoy por hoy, competir contra eso. Hay años de producción y un par de cientos de millones de dólares en presupuesto de diferencia. Todo esto sin mencionar el equipo creativo que se necesita. Volviendo al planeta Terra, como puntos a favor podemos resaltar que la historia esta bien. Si bien podamos pensar en Titan A.E. o la ya mencionada película con los Na'vi, la obra de Tsirbas, encuentra identidad propia, y logra entretener a lo largo de sus poco más de ochenta minutos. Hay emoción, hay un planteo moral un poco más interesante que en las películas de este tipo. No hay malos tan malos, ni buenos tan buenos, hay grises, y si bien termina como se espera, le suma un poco de tensión a la narración. Esto mismo la lleva a no ser, tal vez, ideal para ver con los más chiquititos. Hay guerra, hay drama. Pero también da la posibilidad de mostrarle a los no tan chiquitos otra forma de resolver los conflictos donde no siempre alguien tiene que perder para que el otro gane. Para resumir, Batalla por Terra si bien tiene sus aspectos positivos, no aporta nada nuevo a una trama ya vista este año en cines. Es una alternativa más disfrutable en 3D que su antecesora, pero tampoco es algo que la haga muy atractiva. Y no es lo más recomendable para ver con los más chicos. Entretiene, pero se queda a mitad de camino en más de un sentido.
Eddie Dugan (Richard Gere), Sal Procida (Ethan Hawke) y Clarence ‘Tango’ Butler (Don Cheadle) son policías del Precinto 65, Brooklyn. Dugan esta apunto de retirarse, Sal tiene problemas financieros, y Clarence está infiltrado en una pandilla que trafica droga. Los tres comienzan a dudar de su trabajo, y a notar que muchas veces, las líneas que separan el bien y el mal, son más finas de lo que parecen. Antoine Fuqua (Tirador, Rey Arturo) ya se había metido con éxito en el mundo policial, con una mirada distinta que la del cine más clásico, ese cine donde los héroes combaten el crimen con clase, donde los buenos son muy buenos y los malos son muy malos. Acá la mirada es más pesimista, Brooklyn no tiene héroes, los policías son tan defectuosos como los criminales, e incluso la pasan peor que algunos de ellos. Ganan poco, no son respetados, la comunidad los odia, y el gobierno los usa para intereses personales del señor que este en ese turno en el poder. El principal defecto del film es que ya lo vimos. Es una extraña y fallida mezcla entre Los Infiltrados de Scorsese y Día de Entrenamiento del propio Fuqua. Si bien muchas veces, los directores vuelven a retomar ciertos temas, y reformular ciertas ideas. Es lógico que luego de 8 años y 5 largometrajes, tenga nuevas perspectivas, y era atractivo que retome a Ethan Hawke, sume a un muy buen actor como Don Cheadle, y a un viejo ‘héroe’ como Richard Gere. Sin embargo, no hubo una nueva reformulación, tal vez una mirada más pesimista y aleccionadora, pero no renovó el planteo, por ende, no hay nada genuinamente nuevo. Con ese reparto, inevitablemente, las actuaciones son el punto alto. Hawke y Cheadle logran algo bastante interesante. Gere está por encima de su media, sale de su rol de galán y logra sacar adelante escenas sostenidas solamente en su actuación. La sorpresa es Wesley Snipes, muy lejos de sus roles anteriores, es de lo mejor del filme, pese a sus pocas participaciones. Todo esto, no es poco, al contrario, es un logro muy grande por parte de Fuqua y el reparto, puesto que el guión es bastante fallido, tal vez sea ese el mayor defecto del film. No logra adquirir una identidad propia, se vuelve una repetición de obras ya conocidas, y si bien se sostiene durante buena porción del film, al final se desbarranca. Apelando directamente a la lección moral, y a escenas sumamente inverosímiles. El último plano habla por si solo. En síntesis, Brooklyn’s Finest es un reciclado de películas anteriores, sin llegarle a los talones a esta. Tienen ganas de verla, alquilen la anterior colaboración entre Fuqua y Hawke, más entretenida, más jugada y mejor lograda. O mejor aún, recurran a Scorsese y sus infiltrados. No dudo de la buena fe del reparto y del director, no dudo de que podría haber sido un buen film. Pero mentiría si digo que lo lograron.
En otra dimensión la malvada Vetvix se roba la “Pistola MezclaMole” y planea utilizarla para dominar el universo. El Escuadrón de las Mascotas no logra detenerla y se ven derrotados, sin embargo su líder Garzooka escapa y planea crear un nuevo escuadrón. Para eso, viaja hacia otra dimensión donde Nermal, Odie y Arlene se convierten en el nuevo Escuadrón. Si bien Jim Davis, el creador de Garfield es quién está detrás del proyecto y escribió el guión del mismo, no se puede decir que estemos frente a una película de Garfield, al menos para los seguidores del comic y la serie de televisión Garfield y sus Amigos. Primero y principal porque la participación de Garfield no lo es todo en la película, sus amigos tienen mucha importancia, lo mismo que su doble de otra dimensión, Garzooka. Por otro lado, la personalidad de los personajes varia levemente, esto quiere decir que Arlene no es como la conocemos, y Nermal tampoco. Como si fuera poco, no poder disfrutar del trío Jon, Odie y Garfield en ningún momento cierra por completo la idea, tendrá el nombre en el título, pero no es una película del gato naranja. Por otro lado, los antecedentes cinematográficos del querido gato no son muy buenos. Si bien contaban con la participación del genio de la comedia Bill Murray, Garfield y Garfield 2, fueron bastante decepcionantes. Lejos estaban de mostrar las cómicas situaciones a las que estamos acostumbrados, ni el protagonista lograba mostrar todo el carisma y simpatía que realmente tiene. Aún así la idea de una película en animación escrita por Davis entusiasmaba, olvidarse del gato en CGI y de los actores en carne y hueso (aunque Jennifer Love Hewitt es algo de lo que el autor de esta reseña no querría olvidarse). Una vez más, el resultado fue igual de bochornoso. La película es tonta. No confundamos con la sencillez original de la tira, sencillo es divertido y fácil de entender para los chicos, y está película no lo es. Pistolas que mezclan moléculas, animales con el mismo ADN, saltos de dimensión en dimensión, no son precisamente sinónimo de sencillez. Así que para compensar lo llevaron a un nivel de estupidez elevado, y para mantenerlo parejo, dejaron todo a la misma altura. Con esto me refiero a que no hay una sola chispa de originalidad, que cometen errores burdos (“Los declaro emperador y reina” dice un personaje). Todo esto sumado a que no hay ningún gag o chiste más allá de lo que se ve en el trailer. No se escucharon risas en ningún momento en una sala repleta de chicos. Ahora, como si todo esto fuera poco, el 3D no tiene nada especial. La calidad de la animación es paupérrima por lo que la profundidad del 3D se pierde en una falta de detalle que hace retroceder a la animación por computadora a una era pre-Toy Story, o sea, antes del primer largometraje hecho con esa tecnología. En síntesis, aburrido intento de comedia a costa de una de los personajes más queridos del mundo del comic y los dibujitos.
James Reece (Jonathan Rhys Meyers) es un empleado de la embajada de los Estados Unidos en Paris que lleva una vida perfecta, se va a casar con su novia (Smutniak) y recibe un ascenso. Pero trabajar con Charlie Wax (Travolta) en una misión, no es precisamente lo que el esperaba. Pierre Morel, un reconocido director de fotografía que ahora dirige (Búsqueda Implacable) se asocia con Luc Besson, ese genio detrás de las películas de acción francesas que se retiro de la silla de director y ahora se dedica a producir. El resultado de esta asociación es un filme que mezcla comedia y acción, con personajes extravagantes (al estilo Besson) en una Paris con una identidad distinta a la habitual. Primero lo primero, Sangre y Amor en Paris es Charlie Wax. John Travolta saca a relucir lo mejor de su repertorio -inclusive reciclando frases propias de filmes anteriores- para crear un personaje único. Si bien Wax responde a las necesidades de este género en cuanto a habilidades con las armas, y disparando comentarios sarcásticos entre balacera y balacera, la construcción que hace Travolta difiere en su totalidad con las características del héroe de acción de los últimos años; Charlie se divierte con lo que hace, y se toma todo con humor. Por otro lado esta Reece, que es básicamente lo opuesto, conservador, analítico, serio. Y en la unión se da esta pareja despareja, y una relación maestro-aprendiz. Una vez más, todos diremos “Eso ya lo vi”, y si, es cierto. Pero en conflicto no esta en lo desparejo de la pareja, ni hay un conflicto interno en Wax. Acá la acción pasa por ellos, pero la tensión esta en la vida personal de Reece, y eso no lo vimos. El film emprende búsqueda de sumarle algo distinto a un género desgastado que vive resucitando viejas glorias, que debe conformarse con el Frank Martin de El Transportador (también producida por Besson) como lo mejor de lo “nuevo” que se encuentra en la pantalla grande, y hace que nos replanteamos seriamente el título de la película de John McTiernan El Último Gran Héroe. Los resultados de ese emprendimiento puede que no sean los mejores -nadie va a decir que se trata de un clásico instantáneo del cine de acción- pero sin embargo entretiene, logra sacar alguna carcajada, y hay acción de la vieja escuela, con tiros y golpes, filmado por alguien que entiende a la vieja escuela. No hay cámara en mano que trata de imitar (sin éxito) a Greengrass, no hay movimientos rápidos que hacen que el espectador se pierda la mitad de la acción, no hay fx innecesarios. Vuelven los diálogos, vuelven los comentarios sarcásticos, vuelve el fuera de campo a las secuencias de acción, vuelve la femme fatale, vuelve el rol de la ciudad como personaje. Ahí radica el éxito y lo “fresco” que uno encuentra en la película. Por otro lado, no se animaron a más con la historia. Los fundamentalistas islámicos son los “rusos” de mitad de los 90s para acá, y es una lástima que el plano “ideológico” y la misma historia de “los buenos vs. los malos” se haga presente de una forma tan burda e innecesaria. Es una lástima que Caroline no haya tenido más tiempo en pantalla para desarrollar su personaje. Detalles que hacen ruido en la trama y no permiten disfrutar al 100% de una película que por momentos sorprende gratamente, y por momentos deja que desear.
Esta es una comedia que narra la historia de Bob Wilton (McGregor) un periodista que se encuentra con la historia del Ejército de la Nueva Tierra, un escuadrón del ejército de los Estados Unidos que se entrenaba en habilidades paranormales. Tiempo más tarde, en medio de una crisis existencial, se dirige a Irak para ser corresponsal de guerra, pero allí se topa con Lyn Cassady (Clooney) miembro del Ejército de la Nueva Tierra y su misión cambia cuando decide investigar más sobre ese escuadrón y sus habilidades. Antes de sentarse a ver Hombres de Mentes hay que entender que uno no va a ver una comedia tradicional, por más que en cierto modo el reparto y el trailer hagan comprender lo contrario. Para poder realmente apreciar el film, uno tiene que entender la constante tensión que hay entre las investigaciones reales que hacen y han hecho las distintas ramas militares de los Estados Unidos y lo que muestra la película. Hay es donde está la sátira, el gancho de la película, en ese juego con el verosímil. Si bien se ha comparado la película con varios trabajos de los Hermanos Coen (y bueno, con Clooney y Bridges en pantalla, no los culpo) la película apunta hacía otro lugar, es una suerte de viaje de búsqueda personal, mezclada con un contenido antibélico, termina estando más cerca de los trabajos de David O. Russell, como si Yo Amo Huckabees se fusionara con Tres Reyes, y a su vez incorporaran algunas cosas de Fail Safe. Esto, siendo posible, no solo por un buen trabajo de guión y dirección, sino gracias a las interpretaciones de los actores. No es noticia que Ewan McGregor, George Clooney, Jeff Bridges y Kevin Spacey saben actuar y lo hacen bien, pero sostener una comedia en un tono crítico, con un trasfondo antibélico, no es algo fácil, de hecho si bien hubo varios intentos de películas similares, solo dos películas resaltan, Peter Sellers logró hacer algo realmente memorable en Dr. Insólito y Chaplin en El Gran Dictador, y estamos hablando de palabras mayores. Estos muchachos que miran fijo a las cabras no juegan en esa liga, pero si logran meterse en el género y salir airosos. En un año con algunas películas de renombre tocaron el tema Irak (Vivir al Límite y la pronta a ser estrenada El mensajero), el film de Grant Heslov logra encontrar identidad propia y aportar algo a un tema que sigue dando de que hablar, no solo por el conflicto en cuestión, sino por lo que significa la guerra en la actualidad, y lo que debería ser la verdadera búsqueda del crecimiento del ser humano y la civilización.