Esta secuela es inferior a su antecesora, sobre todo porque no ofrece nada nuevo de aquellos personajes que ya se conocen. La única esperanza que tienen las madres rebeldes de poder hacer una nueva entrega, se la deben a sus mamás quienes se roban los únicos buenos momentos del film. En “La navidad de las madres rebeldes” (A Bad Moms Christmas), el trío de madres deberá sobrepasar una de las épocas mas difíciles de toda la cultura occidental, la navidad. Momentos estresantes si los hay, no sólo por las decoraciones, por definir dónde se cena, dónde se almuerza y los regalos, sino que también un pequeño pero no menos importante detalle, la visita de sus familiares. Estas tres mujeres independientes y orgullosas de ello, tendrán el enorme desafío de sobrevivir a la navidad lidiando con las personalidades de sus madres. Por supuesto, que para esto se necesitaba un elenco que pueda estar a la altura y por eso es que a esta entrega de poderosas damas se suman: Christine Baranski (The Good Wife), Cheryl Hines (Suburgatory) y Susan Sarandon (The Rocky Horror Picture Show). No es un deja vú ni nada parecido, pero el argumento es similar al de Guerra de papás 2, cuyo conflicto principal se basa en la llegada sorpresiva de los abuelos en la época de las fiestas. En esta oportunidad la “batalla” en la pantalla grande, la ganaron los abuelos. Esta secuela imita a la primer entrega en casi todo el argumento, la repetición de las bromas llega a tal punto del cansancio. Al contrario de su versión masculina, pareciera que no pueden encontrar nuevas formas de hacer reír al espectador. Repleta de chistes burdos y situaciones totalmente inexplicables, pareciera que los personajes no pueden avanzar y deben quedarse en su lugar respetando su papel. Las actuaciones de las tres protagonistas están bien, pero no salen nunca de su zona de confort, no conocemos nada más de lo que los directores entregaron en la primera entrega. Las que si se llevan todos los aplausos son las actrices veteranas. Con actuaciones sensacionales de parte de las tres nuevas partes del elenco, el aire fresco que necesitaba esta nueva ¿franquicia?, regala los momentos más divertidos del film. En cuanto al guión y a la dirección general, Lucas y Moore retoman el control del film y como ya se ha dicho, la película está basada en la repetición de buenos momentos de la película original. Los diálogos se hacen extensos en la búsqueda del chiste fácil y pareciera que el único propósito de los realizadores es hacer una comedia efímera, pudiendo aprovechar el éxito de la primera, podrían habérsela jugado un poco más.
Si bien Guerra de Papás 2 es una comedia que puede ser olvidada a la semana de haberla visto, funciona perfecto como la película de genero que es. Su principal función es entretener y lo logra desde el minuto uno. También deja un lindo mensaje sobre la crianza, demostrando que no existe un método perfecto de hacerlo y quizás la mejor forma sea una mix de los distintos modos. Y sí, siempre que sea con carcajadas, no caben dudas que será mejor. Luego del exitoso paso por la taquilla mundial de Guerra de Papás (Dady’s Home, 2015), la comedia protagonizada por Will Ferrell y Mark Walhberg no tardó casi nada en lograr tener su secuela garantizada. En tiempos donde las películas cómicas caen siempre en los mismos lugares comunes, este par de películas se sale del libreto de los chistes plagados de insultos, obscenidades y alcohol en exceso, logrando una clásica cinta de humor familiar. Para quienes no hayan visto la primer parte de esta nueva “franquicia” humorística, la película de 2015 cuenta la historia de Brad (Ferrell) un tipo común, simpático y siempre alegre que se casa con Sarah (Linda Cardellini), una mujer soltera que tiene dos hijos pequeños. Cuando Brad empieza a congeniar con los niños de su nueva esposa, el que aparece es el padre biológico de los chicos, el desafiante, rudo y desobediente Rusty (Wahlberg) transformando así a Brad a lo que llaman “el otro papá”. Brad y Rusty competirán para ver quien es mejor padre para sus hijos en situaciones hilarantes y demostrar quien es más apto para criar a los chicos. Por supuesto, llega el momento en que ellos liman sus diferencias y terminan siendo amigos e incluso van más allá y su relación da un salto incluso mas alto y llegan a denominarse “Co-papás”, un modo de crianza cooperativa entre dos padres para que los hijos no tengan repercusiones negativas en su niñez. En esta secuela dirigida por el mismo director que la original, Sean Anders, se puede seguir explorando las relaciones de los dos primeros protagonistas, pero ahora tendrán un obstáculo extra, sus padres. Guerra de Papás 2 incorpora calidad desde lo actoral con las incorporaciones de Mel Gibson (Mad Max) y John Lithgow (The Crown) como padres de Rusty y Brad respectivamente. De esta manera, la forma de cómo educar a sus hijos tendrá nuevas, o no tanto, perspectivas. Para darle un toque renovador, la numerosa familia de Brad y Rusty deciden pasar las fiestas todos juntos en un cabaña en un centro vacacional en las montañas. De esta manera, los protagonistas deberán arreglárselas para educar a su hijos y hacer lo posible para mantener su amistad mientras sus propios problemas con sus respectivos papás, salen a la luz. A la hora de desmenuzar esta peli, se debe empezar resaltando lo importante que es tener comedias en el cine que sean aptas para toda la familia. En una época donde los chistes son todos iguales y las historias suelen ser bastante similares, Guerra de Papás 2 da en el clavo en lo que la gente busca al ver una comedia en el cine: reír hasta llorar. El humor esta súper bien llevado, en ningún momento cae en la repetitividad habitué de las antiguas comedia de Ferrell y la química entre los protagonistas y actores secundarios es excelente. En cuanto a la historia propiamente dicha, el director da una vuelta de tuerca con respecto a la primer entrega. Utilizando recursos ya vistos en la peli original, Anders intenta jugar con la memoria del espectador para provocar una sonrisa constante. El argumento si bien es bastante similar que el de la cinta original, se propone seguir explorando la crianza cooperativa en temas mucho más delicados, ya que los niños entran en edades donde la participación de los padres es fundamental. Las actuaciones son sensacionales. Desde el capocómico de Ferrell tomando la batuta para ser el líder carismático del film hasta un Mel Gibson que se luce completamente en este papel de abuelo maloso. Otro que tiene un trabajo destacable es John Lithgow, quien realmente parece el padre de Brad. Los puntos flojos aparecen en el lado femenino de la película, ni Cardellini ni Alessandra Ambrosio (Karen, nueva esposa de Rusty) están a la altura de sus compañeros. Son claros los momentos donde se nota que quieren hacerlas interactuar pero es complicado.
Jigsaw no será una obra de arte, pero cumple con lo que se propuso, enaltecer una franquicia que venia de capa caída luego de su última entrega. Seguramente habrá nuevas ediciones de juegos mortales en los años venideros y si siguen por el camino de sujetarse a las bases que tanto rédito le dieron en el pasado, habrá sangre y tripas desparramadas para rato, que empiece el juego. Hace 7 años se estrenaba SAW VII 3D (2010), la séptima película de una de las sagas de terror más rentables de la historia del cine, una serie de películas con muchos altibajos en cuanto a calidad cinematográfica, pero que siempre en la taquilla tuvo un gran impacto gracias a su primera entrega en 2004 SAW. El juego del miedo, cuenta la historia de un macabro ingeniero civil llamado John Kramer/Jigsaw, a quien todo se le es arrebatado de repente y luego de querer terminar con su vida, decide dedicarse a vengarse de quienes tienen la responsabilidad de que su vida haya cambiado tan drásticamente. ¿Como lo hace? A través de una serie de “juegos” donde reúne a un pequeño grupo de personas, que principalmente no se conocen pero que al hurgar en su pasado y sobre todo en sus pecados, notaran que no han sido elegidos al azar en estos pequeños eventos. Luego de una exitosa primera entrega, dirigida por James Wan (Aquaman, 2019), la saga fue mutando constantemente, añadiendo recursos literarios que han hecho de una premisa simple, una historia con agujeros en el relato por donde se mire, solo por querer mantener una misma linea temporal en las películas. Jigsaw: Legacy presenta una situación extraña al comienzo con una nueva serie de asesinatos que empiezan a salir a la luz, siendo los juegos de Kramer los principales sospechosos. John, quien ya lleva varios años muerto, ha dejado un legado de sangre y locura que muchos han querido imitar. Para desenmascarar a este presunto imitador, la historia presenta a los detectives Halloran y Keith Hunt interpretados por Callum Keith Rennie y Mandela Van Peebles, respectivamente. También tendrán una participación sumamente importante una pareja de forenses, Logan Nelson (Matt Passmore) y Eleanor Bonneville (Hannah Emily Anderson) quienes agotarán todos sus recursos para atrapar a este maníaco e intentar evitar que el juego cumpla su sangriento objetivo. La película dirigida por los hermanos Michael y Peter Spierig toma lo bueno de las primeras entregas y lo entrelaza. Los giros en el argumento, los flashbacks y las conspiraciones se notan frescos sin parecer forzados. Si bien todo tiene un aroma familiar en la saga, el intenso final no los dejará pestañear. Incluso, Jigsaw es un homenaje a las primeras dos pelis de la franquicia, que quizás sean las mejores. La velocidad del relato contado es perfecta. El film no se hace denso, ni pesado y sus 92 minutos de duración quedan justos. Las actuaciones son positivas, cada miembro del elenco cumple con su trabajo. Ninguno se destaca por sobre otro y esto produce una armonía justa en el casting de la película.
El film logra su propuesta inicial que es la de entretener y también la de generar un suspenso y una intriga que dura de principio a fin. Basada en la obra literaria del noruego Jo Nesbø, El Muñeco de Nieve (The Snowman) llega como una transposición del bestseller homónimo, en esta oportunidad dirigida por el sueco Tomas Alfredson, donde una cadena de asesinatos aparentemente al azar suceden en la pacifica ciudad de Oslo. La única pista que une estos acontecimientos aislados es un pequeño, pero no menos tenebroso, muñeco de nieve al lado de cada cuerpo mutilado. El encargado de resolver este caso es Michael Fassbender, quien interpreta a Harry Hole, un detective que “sufre” por la falta de trabajo en la capital noruega. A su lado, tendrá a Katrine Bratt (Rebecca Ferguson), una brillante y perspicaz agente que es transferida a Oslo. El detective, encajará las piezas del rompecabezas a partir de antiguos casos sin resolver para conectarlos con el último y brutal acontecimiento. Esta película funciona de manera excelente en cuanto a lo que quiere adaptar de las paginas del libro a la pantalla. En este intenso thriller, el cineasta nos recuerda a las mejores películas de esta categoría. Por momentos incluso haciendo recordar a producciones referentes como por ejemplo Pecados Capitales (Seven, 1995). Al momento del relato, todo funciona de maravilla. En ningún momento el film sufre variaciones de velocidad y todo va a un tiempo correcto. Develando misterios de a poco y con mucho criterio. Las actuaciones están al nivel de las expectativas. Con un elenco que cuenta con algunas figuras de renombre y otras no tanto, todas encajan perfectamente. Obviamente, Fassbender se lleva todas las miradas al ser el protagonista pero la película también cuenta con actores como Val Kilmer y J.K. Simmons quienes cumplen de manera correcta. Junto a ellos, la “segunda linea ” de personajes se encargan de dar una armonía y un balance que en otras películas, no abundan. A la hora de la dirección, Tomas Alfredson hace todo de muy buena manera. Desde los planos, diálogos y guión, hasta la elección de los actores para sus interpretaciones. La fotografía es alucinante y las hermosas locaciones seleccionadas del país nórdico son muy bien utilizadas para provocar sensaciones de misterio y obviamente, frío.
Un disfrute de principio a fin. Para el que sólo quiera ir a disfrutar con la familia de la ultima película animada de LEGO, en estos momentos no va a encontrar mejor película que esta. Luego de romper con los esquemas tradicionales en cuanto a la animación en 2014 con La Gran Aventura LEGO y la taquilla mundial este mismo año con LEGO Batman: La Película, esta vez Warner Bros. y LEGO se animan a ir por más. En esta oportunidad y bajo la triple dirección de Charlie Bean, Bob Logan y Paul Fisher, presentan una nueva película netamente original y sin usar ninguna otra licencia de las interminables que la empresa de juguetes posee. NINJAGO es una ciudad atacada permanentemente por el malvado Garmadon y al mejor estilo de los Power Rangers, 6 adolescentes con la ayuda del gran maestro Wuu, quien los instruye en las arte de ser un ninja, deben vivir para tratar de salvar la ciudad. Estos héroes anónimos son aclamados con un inmenso cariño de toda la población en la ciudad y de igual manera, repudiados por el villano conquistador. El Ninja Verde, joven y con la responsabilidad de ser el “capitán” de este grupo de coloridos luchadores, Lloyd deberá aprender a dejar sus emociones de lado al momento de enfrentarse a su malévolo padre y a una criatura de la envergadura de Godzilla que acecha en la ciudad. En el aspecto visual, los desarrolladores se siguen superando película a película. Cada vez y con más naturalidad, las fichitas parecen seres humanos y hacen creer que eso verdaderamente está sucediendo. También las secuencias que mezclan a las personas de carne y hueso con nuestros amiguitos cuadrados quedan cada vez mejor. Si bien el uso de estos recursos puede llegar a quedar repetitivos, no deja de sorprender con la naturalidad en la que se unen estos dos elementos. En cuanto a la historia, no es nada demasiado compleja, es más podría encasillarse en el ABC de los argumentos cinematográficos. El padre y el hijo distanciados que deben cruzar sus caminos por el bien común o el mal menor. Una relación villano-héroe al que intenta llevar al lado oscuro para conquistar el mundo. ¿Les suena?. También se tratan temas sensibles como el bullying o la soledad, estos no se esconden en la trama y harán que padres e hijos tengan alguna conversación pendiente al salir de las salas. Un gran punto a favor de esto, es la velocidad con la que transcurre la historia. La película va a un ritmo enérgico y dinámico sin parecer vertiginoso y atropellado, lo que hace que en ningún momento se pierda el interés. Los personajes son amigables, se puede empatizar con cada uno y todos en algún momento te sacan una carcajada. Como todos tienen su momento, también lo tiene el villano de turno. Es imposible salir de la sala y no querer a este maloso retorcido, bizarro, gracioso y sumamente perturbado. Todos los personajes secundarios y hasta los de tercer orden están en perfecta sintonía con el relato y ninguno queda en “offside” en ningún momento.
Retiro Voluntario demuestra muy poca emoción en momentos claves y en muchos momentos pareciera que le da igual todo lo que suceda. Una comedia desvergonzada que se mete de lleno en el tema de la crisis laboral y juega como pocas veces, con los oscuros métodos que se utilizan para poder escalar posiciones dentro de una empresa internacional. A su vez, incluye una amplia variedad de nacionalidades, locaciones y juega permanentemente con el concepto de “tener calle”. A nivel inicial, es una apuesta de alto riesgo pero termina decayendo a medida que avanza su historia. Ni siquiera su elenco de gran renombre puede corregir estos desperfectos y termina siendo un film, en muchos aspectos, trillado. La historia empieza con Javier Fernández (Imanol Arias), un español a punto de ser promovido para integrar la mesa chica de una empresa internacional de telecomunicaciones. Javier es un hombre de una avanzada edad que tiene todo, desde un puesto de mando en la empresa, pasando por una joven y bella mujer, hasta una nueva casa en un barrio privado. Pero todo esto comienza a derrumbarse tras un error de lo mas común e inofensivo. Por no conocer bien la ciudad, este hombre trabajador y humilde que resulta ser Dario Grandinetti, termina perdiendo una oportunidad única de trabajo. Este trabajador acechará a Javier para que le pague el mismo dinero que el iba a ganar en su nuevo fallido trabajo y ahí es donde empieza la cadena de eventos que sufrirá Javier a lo largo de la historia. El punto de partida es llamativo e interesante, pero también a primera vista se puede notar una sobre-actuación de los protagonistas. Con un humor que muere siempre en la puteada, llega al punto de parecer grotesca y desubicada. El director tuvo la chance dorada de poder burlarse de manera inteligente de todo lo que incluye la burocracia en Argentina y específicamente sobre las diferencias sociales que la ciudad de Buenos Aires conlleva. Las actuaciones de todos los personajes parecen forzosas, salvo el papel de Grandinetti que es el que se destaca con empatía y buenos momentos en la película. El que termina perdiendo en este caso es Arias, ya que su papel no parece creíble en ningún momento, quizás debido a la edad del actor. Demuestra muy poca emoción en momentos claves y en muchos momentos pareciera que le da igual todo lo que suceda. Luego, los personajes secundarios si bien derraman un poco de simpatía y generan una que otra risa tímida, terminan cayendo en lo peor del film.
Michael Keaton en su papel de mentor y consejero es de lo mejor de toda la película. Dylan O'Brien cumple a la perfección su rol con una actuación para el aplauso. De un tiempo a esta parte, las películas con enfoques “anti-terroristas” se han vuelto moneda corriente. Uno de los detonantes de esto fue el atentado del 9/11 cuando las Torres Gemelas se vinieron abajo. A partir de este suceso, la industria cinematográfica norteamericana, que sabe como aprovechar hasta las mas dolorosas desgracias, ha transmitido incontables films que hablan de terrorismo, patriotismo y de como ellos se ven perjudicados por las creencias religiosas de los de oriente. En esta ocasión, Asesino: Misión Venganza (American Assasin 2017), cuenta la historia de un joven llamado Mitch Rapp (Dylan O’Brien) cuyo mundo se le es arrebatado de las manos gracias al ISIS. En diferentes ocasiones y momentos de su vida, ciertos hechos vinculados al terrorismo han forjado la personalidad de Mitch, haciéndolo un tipo irascible, irreverente, indomable y con una sed de venganza impresionante. Por esto, el personaje en un arrebato de locura y de justicia por mano propia, decide ponerle fin a la entera organización terrorista, sin tomar conciencia de las consecuencias. Pero claro está que el no podrá hacerlo sólo y ahí es donde aparece la sabiduría, experiencia y sobre todo, la voz de mando de Stan Hurley (Michael Keaton), un ex combatiente de SEAL que tuvo que luchar en la guerra fría y ahora trabaja como entrenador de equipos especiales de la CIA. Dicha agencia, comandada por Irene Kenedy (Sanna Lathan) posan sus ojos sobre Mitch y son ellos quienes depositan en el campo de entrenamiento anti-terrorista de Hurley. Entre agentes, dobles agentes, pactos secretos y demás chanchullos, los protagonistas se encontrarán con más de un obstáculo y hasta descubrirán que antiguos fantasmas del pasado están involucrados. Desde el punto de partida parece una historia ya contada, pero tiene un aire fresco, novedoso e ingenioso para empezar el relato. En esta oportunidad los protagonistas tienen algo que los motiva a actuar como lo hacen a lo largo de toda la película, sin caer en los lugares comunes en los que suelen terminar estas historias, esta producción se la juega por una vuelta de tuerca más para transmitir desde el mismo lugar, otra cosa. Aún así, el desarrollo del film hace que se pierda de vista el punto inicial y ese primer espíritu se va diluyendo y es ahí es cuando todo se vuelve más predecible. Michael Keaton en su papel de mentor y consejero es de lo mejor de toda la película, porque no solo debió ser un “segundo padre” para Mitch sino que también debió corregirlo y moldearlo para que este pudiese quedarse en la CIA. Dylan O’Brien cumple a la perfección su rol con una actuación para el aplauso. Gracias a su interpretación, se puede sentir todo lo que pasa por la cabeza de Mitch y así poder entender porque actúa como lo hace. La parte más floja de la película es su desarrollo confuso (aunque entretenido) en donde el punto de partida inicial se va perdiendo por completo y brinda la sensación de que el film termina abriendo dos historias en una misma película. Si bien Asesino: Misión Venganza no termina siendo más que una peli de acción para pasar el rato, el realizador podría haber aprovechado de mejor manera la buena primera impresión de su obra.
Una película que cumple a duras penas su función de entretener pero se queda sólo en eso. Hollywood sigue atentando contra la infancia de los consumidores mundiales de cine y esta vez llega a la gran pantalla Baywatch: Guardianes de la Bahía (Baywatch, 2017), la serie que catapultó a la fama a Pamela Anderson y David Hasselhoff, más por sus atributos físicos que actorales, llega ahora en una versión renovada con ánimos de pelear la taquilla mundial a los gigantes proyectos que están en la cartelera. Para los desmemoriados, la serie original de Baywatch (1987-2001) consistía en un grupo de guardavidas de la costa de California que además de dedicarse a broncearse, coquetear con la gente de la playa y cambiar la bandera de la marea, se dedicaban a salvar vidas tanto dentro, como fuera del agua. Baywatch fue una de las series precursoras a la hora de mezclar el género policial con el de la comedia. Semana tras semana y por casi 20 años, los bañeros más sexys se dedicaban a salvar a aquellos que sufrían accidentes en el mar pero también resolvían crímenes fueras de las costas. Asesinatos, tráfico de drogas y corrupción eran los temas recurrentes para esta ficción que estuvo 11 temporadas al aire y que trajo consigo 2 secuelas: Baywatch Nights y hasta una película: Baywatch Hawaiian Wedding. Ahora con un espíritu joven y renovado, los socorristas de la costa de California intentarán copar la parada de nuevo y convertirse en quizás los héroes más comunes del mundo. Ahora bajo el liderato de Dwayne “The Rock” Johnson en el papel del Teniente Mitch Buchannon y el de Seth Gordon (Horrible Bosses, 2011) detrás de las cámaras, un nuevo peligro acecha su playa cuando encuentran en recurrentes ocasiones, paquetes de drogas desparramados por toda la costa. Para detener esto, Mitch necesitara de sus compañeros de turno y de nuevos integrantes en su escuadra de modelos en traje de spándex. Uno de estos nuevos reclutas es Matt Brody (Zac Efron) un ex medallista olímpico orgulloso, egoísta y fanfarrón que no sabe trabajar en equipo y que deberá acoplarse al grupo para poder limpiar las costas del mal que estas sufren. La peli juega a dos puntas durante todo su relato pero sin jugársela, no se puede catalogar como película de acción, porque sus escenas más peligrosas tienen bastantes defectos a la hora de la ejecución. Previsible y con más entusiasmo que otra cosa, la trama policial del film se termina resolviendo hasta por casualidad sin tener demasiado que ver con el transcurso de lo que se ve. Algunos tramos parecen sacado de Los Bañeros Más Locos del Mundo (1987). Tampoco se la puede encasillar como si quisiera pertenecer estrictamente a una comedia, ya que esa no es su premisa inicial. Lo más destacado de la película es sin dudas Dwayne Johnson. Imposible no reírse en las situaciones con él y Efron, pero solo por el carisma del bueno de Dwayne. Chistes fáciles y ya clásicos en el cine que supieron ser precursores están todo el tiempo dando vueltas y no siempre queda bien que todas las situaciones “dramáticas” tengan en el medio una broma de penes y sexo . A pesar del discurso siempre optimista de Mitch, sobre el trabajo en equipo y metáforas del cuerpo, el alma y el mar este cuasi eslogan es siempre el mismo. Sobre su fornida espalda cae el único sustento del film, pero todo no lo puede. Los personajes secundarios cumplen solo su papel y no destacan, incluso al ver a Efron en la pantalla se puede inferir que está ahí sólo por su físico y no por su faceta de actor. Lo mismo con la participación femenina, que si bien en su momento con Pamela Anderson pasaba algo similar y nadie se oponía a que siempre haga el mismo papel, otros son los tiempos que corren y las mujeres de este grupo podrían haber tenido otra importancia en la película. Los papeles de Alexandra Dadario (Summer Quinn), Kelly Rohrbach (CJ Parker) e Ilfenesh Hadera (Stephanie Holden) tenían que tener alguna participación un poco más preponderante en el film, solo parecería que están ahí para rellenar la pantalla con su femineidad. Luego esta el gordito del grupo, Ronnie (Jon Bass) que no se sabe bien qué hace ahí, solo que por su perseverancia y amor propio logra conseguir el trabajo que siempre quiso, el sueño americano. La villana Victoria Leeds (Priyanka Chopra), deja mucho que desear también y nunca termina siendo la antagonista que, por momentos, promete. Claro está que este tipo de películas no pueden representar en el espectador la típica historia que transmite un mensaje, es más una producción para distenderse un rato, comerse unos pochoclos, reírse y al poco tiempo olvidarse de su existencia. El director juega con el homenaje permanentemente, la música, las locaciones, las vistas y las tomas, todo hace que se recuerde a la serie original de principios de los años ’90. Siendo esta, un tipo de película que depende mucho de cuántos billetes recauda y no tanto así de lo que diga la critica, si la película se ve respaldada por los fans en las salas de todo el mundo, muy probablemente tengamos una segunda parte de esta película que en un balance general, se ahoga sola.
Una película que no convence ni a los amantes de la acción ni a los que le gustan la comedia pura. Siempre se ha pedido que las productoras y directores del país se animen un poco más a entrarle a los géneros menos utilizados por estas latitudes pero que a la vez son súper disfrutadas cuando vienen del exterior. Películas de acción, superhéroes, terror y ciencia ficción, son el ejemplo del tipo de películas que no abundan por aquí, a pesar de tener algunos exponentes que han demostrado que sí se puede. En los últimos años el cine argentino ha empezado a “abrir el juego” con producciones como Kryptonita (2015) y La Resurrección (2016), películas que han sido veneradas por unos y destruidas por otros, pero eso habla un poco de cómo se vive todo por estos lares. Quizás, el cinéfilo argentino promedio espera siempre un poco más de lo que el mercado local puede ofrecer. Este año le tocó a Federico Cueva debutar detrás de las cámaras con Solo Se Vive Una Vez, un ex doble de riesgo que ha dedicado largos años de su carrera a la hora de programar escenas de acción. Este será su primer trabajo como director en una película de acción mezclada con comedia que a nivel de nombres tiene un elenco bárbaro, con estrellas internacionales de primer nivel, pero que da la sensación que no termina de arrancar en ningún momento y entre los personajes nada cuaja del todo. Con Peter Lanzani (Casi Ángeles, 2007-2010) en la piel de Leonardo Andrade, en el papel principal, esta nueva coproducción argentina-española presenta a un joven estafador que trabaja junto con su pareja. Sus trabajos consisten en chantajear a gente con billetera abultada gracias a fotos y videos donde la compañera de Leo (Eugenia Suárez) los seduce y deja que se propasen con ella. Todo se encaminaba a otro trabajo exitoso por parte de estos vándalos hasta que unos mafiosos con armamento digno del mejor GTA y un temperamento bastante irascible, aparecen antes de que la joven termine con su trabajo. Los mafiosos, liderados por López (Santiago Segura) exigen al acompañante de la “China” que les entregase un contrato firmado por su puño y letra donde constatara que su empresa, una compañía que se encontraba desarrollando conservantes para comida sin uso de frío pero con un efecto secundario nada bueno, se uniría a la del jefe de López. Al negarse, el jefe del español decide aparecer y no es otro que el maloso Duges (Gerard Depardieu), un francés adicto al mate y a la violencia a quien este cambio de planes no le gustó nada. La situación se vuelve muy turbia y todo termina con un asesinato. Acto que queda grabado en la pantalla del celular de Leo, quien se encontraba detrás de un espejo sin fondo en esa misma habitación. Leo deberá cambiar su personalidad para huir de estos mafiosos y lo llevará por situaciones que nunca hubiera esperado. Desarrollado el argumento principal del film, se puede decir que la película tiene fallas por todos lados y nunca termina de cerrar un círculo narrativo que podría haber sido mejor que el que se deseó abrir. Si bien las escenas de acción están bien logradas y asombra desde su aspecto técnico, ya que en Argentina no abundan, son muy pocos los pasajes donde la película demuestra que es de acción. Claro está que aquí no se cuenta con presupuestos de los blockbusters hollywoodenses pero en ese caso no debiese considerarse una película de acción. Por otro lado, en todas las persecuciones, secuencias de disparos, peleas y enfrentamientos, todo parece muy surrealista. Los mafiosos que persiguen al protagonista parecen sacados de una academia de Stormtroopers, ningún disparo da en el blanco y a la hora de responder el fuego todos los disparos son precisos. Escenas de persecuciones en automóviles en el cine abundan y sino, pregúntenle a Michael Bay (Transformers) pero algo que siempre pasa en ellas son los choques, gracias al gran caudal de automóviles que circulan por las calles o autopistas. Aquí, solo van dos autos. El que escapa y el que persigue. Solo ellos dos en calles que se sabe que no son nada tranquilas. En cuanto a los personajes, los que se llevan las mejores actuaciones son los secundarios, dejando al protagonista de lado. Mal. Un personaje secundario puede gustar o no, pero siempre acompañando a los principales, en esta caso parecería ser al contrario. El personaje principal deambula por toda la hora y media que la película dura haciendo lo que los demás le dicen y nunca tiene un plan claro, quizás solo al final. Aún así, Lanzani no hace un mal trabajo personal, se lo nota entusiasta y con ganas pero con solo eso no se puede. Grandes estrellas del cine mundial como lo son Santiago Segura y Gerard Depardieu y del ámbito local como Luis Brandoni, son de lo mejor que tiene la historia y sus momentos no abundan en pantalla. Tampoco se aprovechó de la mejor manera todo lo que un personaje como el de Eugenia Suarez podría haber dado, hubiese estado bien un desarrollo más profundo del personaje. En cambio, sí se trabajó bien en los papeles de Pablo Rago y Darío Lopilato ya que son los que le dan ese toque humorístico característico de los dos, sin exagerar podría decirse que son ellos quienes le dan el toque de “comedia” a esta historia. Redondeando, Solo Se Vive Una Vez es una película que no convence ni a los amantes de la acción ni a los que le gustan la comedia pura. Las partes cómicas se basan en comentarios sin sentido, insultos en demasía y situaciones que si se quisiera se podrían tomar a mal, dejando muy mal parada a toda la producción. Eso deja mucho que desear de este nuevo proyecto, que a pesar de querer ser innovador y renovador para el cine local, no da la talla. Ojalá los cineastas, actores y productores se sigan animando a querer innovar en los diferente géneros cinematográficos aquí en el cine argentino, no hay que bajar los brazos, pero tampoco tomar al público de conformistas.
Universal ya ha hecho públicos los nombres de varias figuras para las próximas entregas de este nuevo universo monstruoso, se verá como repercute el estreno de La Momia en la taquilla mundial y si seguirán con sus planes. Por el momento y con La Momia a horas de su estreno su futuro, da miedo. En una época de universos cinematográficos compartidos, sagas, revivals, reboots y hasta en ocasiones todos estos ítems juntos, la gente de Universal decidió poner sus ojos sobre un par de historias que quedaron en el tiempo, los monstruos. Devaluados por la sociedad cinéfila actual, estos seres aterradores han quedado de lado y salvo en algunas excepciones recientes como en Victor Frankenstein (2015) o Drácula: La Leyenda Jamás Contada (2014) no se ven en demasía. Claro está que en su momento de esplendor todos tuvieron su protagonismo, al decir todos se hacen referencia a : El Hombre Lobo, Drácula, Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Frankenstein, El Hombre Invisible y los recientemente agregados como El Fantasma de la Opera y El Jorobado de Notre Dame y La Momia. Todos estos personajes han tenido participación en la gran pantalla, unos por supuesto con mas preponderancia que otros pero el plan de los estudios Universal es el de juntarlos a todos con un propósito explícito, llenar las salas de cine con un terror autentico como en su época de esplendor. Ahora bien, todo universo compartido debe sentar las bases con una primer película solida, que sirva de base para lo que se esta construyendo (¿muy rápido?)y que desarrolle un buen primer personaje para dejar al público expectante de las próximas entregas, un claro ejemplo de esto es Iron Man (2008). En este caso La Momia (The Mummy) dirigida por Alex Kurtzman, viene a ser este primer eslabón de lo que puede ser una cadena bastante larga. Lejos en el tiempo ha quedado la última representación de la historia de aquel sacerdote que vuelve a la vida envuelto en papel para hacer sufrir a quienes lo traicionaron y a los que no, también. En esta oportunidad “La Momia” es un antigua princesa egipcia llamada Ahmanet (Sofía Boutella) a la que el trono de Egipto le fue arrebatado momentos antes de su asunción. Furiosa por este cambio repentino, no tuvo mejor idea que invocar a Seth, el dios egipcio de la muerte, para ayudarla a recuperar lo que le quitaron. Debido a estos actos prohibidos, Ahmanet fue momificada viva en una prisión oculta en la Mesopotamia antigua. Aquí es donde el protagonista Nick Morton (Tom Cruise) entra en acción, un ladronzuelo que trabaja junto con un grupo de exploración del ejercito de los Estados Unidos en misiones de reconocimiento. Nick deberá afrontar y enmendar errores propios y ajenos junto con la Dra. Jenny Halsey (Anabella Wallis) una colaboradora de su mismo grupo de investigación quien lo ayudará a mantener el orden en el mundo entero. Ahora bien, no podrán hacerlo solos y necesitaran la ayuda de una corporación que se encarga de estudiar, analizar, detectar y destruir anomalías monstruosas, una especie de S.H.I.E.L.D. (Avengers 2012) pero dedicada a los monstruos. Por supuesto que cada organización necesita una cabeza y este caso no será ajeno. Es más, podría decirse que esta tiene doble comando, porque su director no es otro que el Dr. Henry Jekyll (Russell Crowe). A priori, con todos estos elementos puestos sobre el papel se podría llegar a afirmar que ese nuevo UMU (Universal Monster Universe) tiene con qué pelearle a otras franquicias, pero esta primera entrega no es ese firme piso en el que suelen basarse estos universos. The Mummy no termina de cerrar en ningún momento. Tiene muchas y severas fallas de guion haciendo algunas situaciones muy predecibles, combinando muy mal el sentido del humor con el contexto y hasta llevando esos momentos al ridículo total. Al momento de las actuaciones, a Tom Cruise le quedó grande el traje de héroe, aquél que tan bien pudo ponerse Brendan Fraser anteriormente (La Momia, 1999). En ningún momento le aporta la seriedad que un protagonista de esta magnitud debe tener. El trabajo de Sofía Boutella no puede terminar de lucirse por demasiadas escenas clichés y mucho CGI, con un poco menos de tecnología podría haberse destacado un poco más. De la vereda de enfrente y pese a su poca participación, Russell Crowe hace un papel digno como el bipolar Dr. Jekyll y Mr.Hyde. Todo el tiempo hace sentir que puede salir lo peor del doctor londinense y al mismo tiempo sentimos la empatía de su mejor cara, después de todo, Henry vendría a ser lo que Nick Fury (Samuel L. Jackson) para los Avengers. La historia deja grietas por todos lados y da por hecho muchas cosas que no se tienen por que saber de antemano. Todos parecen actuar lo más tranquilo y con total normalidad frente a situaciones que, vamos, no son nada normales. Al mismo tiempo, deja abierta de buena manera esta continuación de películas que vienen en camino. Con cameos que si bien tal vez no son necesarios, quedan correctos y producen una sonrisa picarona.