Dirigida por Graciela Taquini y escrita por Andrés Duprat (El ciudadano ilustre), llega a las salas de cine La obra secreta, película que recorre la Casa Curutchet, construida por Le Corbusier, el máximo exponente de la arquitectura moderna. Todo comienza con la “llegada” del arquitecto Charles-Édouard Jeanneret-Gris -más conocido como Le Corbusier- a la ciudad de La Plata. Allí recorrerá las calles de la capital de la provincia de Buenos Aires con un único objetivo: visitar la Casa Curutchet, la única obra que realizó en Latinoamérica y que nunca pudo conocer en vida. Mediante su voz en off, el suizo nos irá relatando su mirada sobre cómo concibe la arquitectura. Sus declaraciones, tomadas de sus escritos y entrevistas, no sólo nos harán conocer más a fondo a este urbanista, sino que además mostrarán el paralelismo entre sus pensamientos y las calles de la ciudad. Con una estética psicodélica, y entre múltiples efectos y colores predominantes -recurso que parece utilizado más por mero capricho que con una finalidad en sí-, EL arquitecto del siglo XX recorrerá el mundo tal como se lo conoce hoy en día. Por otra parte, la película nos presenta a Elio Montes (Daniel Hendler), un arquitecto fanático del trabajo realizado por Le Corbusier. Él es el encargado de realizar las visitas guiadas a aquella vivienda construida entre 1949 y 1953. Entre visitas, Montes contará cómo inició su amor por la arquitectura, pero sobre todo hablará de su fascinación por Le Corbusier, a quien concibe como una especie de Dios. Las escenas de las visitas guiadas permiten dar pie para desarrollar la base principal de la película: la Casa Curutchet, la cual fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el 2016. En los recorridos no sólo se mostrará hasta el mínimo detalle de cada habitación, sino que Montes aportará los datos duros y dará a conocer el significado de cada cosa allí presente. Además esto se complementará con las fotografías que Mario Chierico tomó de aquel lugar.
Basada en el libro El cuento de Ferdinando (Munro Leaf), llega a las salas de cine Olé, el viaje de Ferdinand. Dirigida por el brasilero Carlos Saldanha, quien estuvo a cargo de La era del hielo (2006 y 2009) y de Río (2011 y 2014), esta película animada es una propuesta para los más pequeños. En un comienzo la historia nos ubica en Casa del Toro, un corral, ubicado en Sevilla, que se dedica al entrenamiento de los toros para las corridas. Allí se encuentra Ferdinand, el becerro más débil de todos. Amante de la naturaleza y abolicionista de la violencia, nuestro protagonista sabe que su lugar no está en las arenas de Plaza Mayor. Luego de la muerte de su padre durante una lidia, Ferdinand logra escapar de aquel lugar. Finalmente es adoptado por Nina, una nena que vive en una granja junto a su padre y un simpático perro. Con el correr del tiempo, Ferdinand deja de ser un pequeño becerro para transformarse en un toro gigantesco. Un día decide escaparse de la granja para asistir al Festival Anual de las Flores. Luego de una serie de eventos desafortunados que ocurren en el lugar, es devuelto a Casa del Toro. Allí se reencuentra con sus viejos amigos quienes, cegados por el miedo de ser enviados a un matadero, hacen todo lo posible para ser el elegido para la próxima corrida. Ferdinand deberá demostrarle a sus compañeros que esa elección está lejos de ser lo que ellos creen. Tal como lo hizo Okja (Joon-ho Bong) a mediados del año pasado, Olé, el viaje de Ferdinand, levanta una bandera en pos de los derechos de los animales. Ambas películas dejan en evidencia cómo los animales son maltratados con un único fin: satisfacer al hombre. Pese a que las cifras indiquen que más de 3 mil toros mueren en la plaza de toros de España durante la temporada, esta actividad sigue siendo un evento que gran parte de la población considera entretenido. A pesar de que estemos en el siglo XXI, hay personas que todavía consideran al maltrato animal como un show de entretenimiento. La película dirigida por Carlos Saldanha no sólo funciona como crítica hacia el maltrato que sufren los animales -quienes a ojos de la Justicia son meros objetos-. Para los más pequeños tiene una clara lección a favor de los valores y la fidelidad a uno mismo. Ferdinand se niega a aceptar que su destino sea estar en las corridas -rol preestablecido por la sociedad-, lucha por romper con eso y poder conseguir lo que tanto anhela: una vida tranquila en la que pueda disfrutar de la naturaleza.
En su opera prima, la periodista y productora Silvia Majul presenta Un pueblo hecho canción, un documental basado en la vida y obra del cantautor riojano Ramón Navarro, gran exponente del folclore. A 81 kilómetros de La Rioja Capital se ubica Chuquis, un pueblo que se encuentra sobre la falda oriental de la sierra de Velasco. Entre sus 236 habitantes -según el resultado que arrojó el último censo en 2010-, está Ramón Navarro, un cantautor de folclore que supo conquistar el corazón de todos en aquel lugar. En el año 2014, como regalo por sus 80 años de vida, decidieron darle una sorpresa muy particular: bautizaron cada calle del pueblo con el nombre de sus canciones. Un pueblo hecho canción no sólo transita las calles que ahora llevan el nombre de aquel artista, sino que también realiza un recorrido por su vida y obra. El film nos adentra en la historia detrás de sus canciones más exitosas, de los recuerdos de su infancia, de las anécdotas en aquel lugar y de su paso por los Quilla Huasi, uno de los más importantes grupos de la historia de la música folclórica de Argentina. A pesar de que diferentes personas cercanas al músico hacen presencia para aportar datos y acontecimientos vividos con el protagonista, la voz principal en la que se apoya el relato es la del mismísimo Navarro. El hecho de que sea el protagonista quien cuente su vida en primera persona, hace que la historia se vuelva más enriquecedora. La voz de él es la que permite generar una cercanía con aquellas anécdotas que tan lejanas parecen. Navarro deja de ser un simple mito para convertirse en alguien con voz propia. Si bien contar con la voz de Navarro hace a la historia más enriquecedora, por momentos la película parece ser sólo una entrevista mano a mano con el músico. Las diferentes personas que hacen presencia -que ni siquiera se especifica quiénes son- aportan poco y nada. Hacer más hincapié en el relato de aquellos cercanos al protagonista, y no sólo en éste, habría logrado generar un contraste. Además, habría agregado más color y más datos a una historia que se vuelve monótona con el correr de los minutos.
De los creadores de Pequeña Miss Sunshine, Jonathan Dayton y Valerie Faris, llega a las salas de cine La batalla de los sexos, una película focalizada en la lucha feminista que impulsó la tenista Billie Jean King. En la década de los ’70, la estadounidense Billie Jean King se consagró como la mejor tenista femenina. A lo largo de su carrera obtuvo un total de 39 Grand Slam. Aun así, sus logros no se basan sólo en lo deportivo. Cansada del machismo que había en el mundo deportivo, decidió crear junto a otras tenistas el Virginia Slims Circuit, campeonato que dio lugar a la Asociación de Tenis de Mujeres, la principal institución organizadora del tenis profesional femenino. Cabe mencionar que la deportista no sólo luchó por los derechos de la mujer, sino que también lo hizo por la libertad en la elección sexual. La película en sí se centra en un partido que se disputó entre Billie Jean (Emma Stone), quien en ese entonces tenía sólo 29 años, y Bobby Riggs (Steve Carell), un ex tenista de 55 años que en su apogeo se había consagrado campeón de Roland Garros, Wimbledon y el US Open. La batalla de los sexos, nombre que recibió aquel encuentro, fue uno de los eventos deportivos más vistos de todos los tiempos: alcanzó los 90 mil espectadores a nivel mundial. La batalla de los sexos no sólo hace foco en el partido, el cual marcó un antes y un después en el trato hacia las mujeres en materia económica -ya que antes ellas cobraban 8 veces menos que los hombres a pesar de que convocaban a la misma cantidad de gente-, sino que también ahonda en otras cuestiones tales como la adicción al juego y el lesbianismo. Aunque estas cuestiones las sobrevuela y parecen estar sólo para rellenar un poco la historia. Si bien el mensaje de la película está puesto, casi en su totalidad, en la lucha feminista, el guion hace demasiado hincapié sólo en el mísero pago hacia las mujeres. Otros temas como el machismo dentro del mundo deportivo o simplemente el machismo por sí solo, son tocados de una forma más bien superficial. Aunque se hacen referencias a cómo las personas creían en la supremacía del hombre hacia la mujer, éstas suenan más bien a simples comentarios al pasar. A pesar de no estar desarrollado de una forma muy eficaz, no hay que pasar por alto el eje de la película. Si bien todo lo que se cuenta ocurrió en la década de los ’70, es notorio cómo aún en la actualidad continúa vigente la creencia de que los hombres deben ganar más dinero simplemente por su sexo. Sin ir muy lejos, Emma Stone -de quien cabe destacar su interpretación a la hora de ponerse en la piel de Billie Jean King- fue una de las voces que se levantó en pos de un mejor pago para las actrices en la industria hollywoodense.
El director de publicidad WHO incursiona en el mundo del cine con Soy tu karma, una comedia protagonizada por el español Willy Toledo, la colombiana Ana María Orozco y la argentina Florencia Peña. La historia se centra en Darío, un hombre de casi 50 años que un día despierta junto a Renata, una completa desconocida para él. Sin entender muy bien qué es lo que acaba de ocurrir -y mostrándose escéptico ante las explicaciones de esa extraña-, diferentes hipótesis (como la posibilidad de que todo sea una trampa realizada por su ex mujer o por su actual suegro o, simplemente, una broma pesada por parte de su grupo de amigos) comienzan a surgir dentro de su cabeza. Al final la realidad dista mucho de esas versiones. Renata le asegura que él es una existencia anterior a ella misma. Es que la mujer se encuentra en una sesión espiritista, en el año 2068, revisando sus vidas pasadas para entender los motivos por los que no puede quedar embarazada. Como si eso fuera poco, las otras existencias previas comienzan a aparecer como por arte de magia y cada una es más bizarra que la anterior: por un lado aparece Margarita, una actriz-monja ninfómana, por otro lado se presenta Vaccaro, un pirómano algo complicado de entender. También se hace presente Nuria, la médium que se encuentra dirigiendo la sesión de Renata en el futuro. Uno de los principales problemas de Soy tu karma se da en los personajes secundarios, no se termina de presentar a uno que ya, de una manera forzada, se está incluyendo a otro. Durante todo el metraje van apareciendo nuevos y nuevos personajes pero, al fin y al cabo, ninguno realmente termina siendo relevante o aportando un mínimo a la película. El desarrollo de ellos se da superficialmente, de una manera vaga. Parece que existen sólo como excusa para explicar qué es lo que está ocurriendo. Ahí es donde entra otra de las cuestiones fallidas: explicar todo a través del diálogo. El personaje interpretado por Florencia Peña (Nuria) parece creado sólo con la finalidad de explicar, mediante las conversaciones con los demás, cada cosa que ocurre en la escena. El guion, a cargo de Gustavo Cornillón, va perdiendo el sentido y volviéndose cada vez menos eficiente. En su intento por ser mucho termina convirtiéndose en algo rebuscado y poco carente de sentido. Soy tu karma tampoco logra acertar en su objetivo principal: la comedia. Las situaciones cómicas se dan de una manera tan forzada, por no decir imposible, que difícilmente logran sacar alguna que otra risa. El hecho de tener que explicar a cada momento qué es lo que está ocurriendo repercute en las escenas que buscan ser graciosas. Estas terminan perdiendo todo sentido cómico y, finalmente, se ven atrapadas y desaprovechadas por un guion que hace agua constantemente.
Escrita, dirigida y protagonizada por él mismo, el conductor televisivo Pierfrancesco Diliberto, más conocido como Pif, presenta A la guerra por amor: una película que mezcla el drama, la comedia y el romanticismo. La trama nos sitúa en la Nueva York de 1943, en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Allí se encuentra Arturo (Pierfrancesco Diliberto), un joven inmigrante italiano que trabaja en un restaurante. El protagonista está enamorado de Flora, la sobrina del dueño del lugar al que presta sus servicios. El problema es que la joven está comprometida, por exigencia de su tío, con Carmelo. Flora, también enamorada del protagonista, le propone a Arturo que viaje a Sicilia para pedirle su mano a su padre -y de esta forma anular el pedido de su tío-, quien quiere que se case con el hijo de un allegado a Lucky Luciano, capo de la mafia. Como él no cuenta con los recursos necesarios para realizar el viaje, decide enlistarse en el ejército estadounidense en el marco del inicio de la Operación Husky. Una vez en la región italiana, Arturo comienza a buscar al padre de Flora. Con lo que el protagonista no contaba era con el hecho de que el tío de su amada le solicitó a Lucky Luciano que le ordene a Don Caló, el capo de la mafia de Crisafullo, que mate a Arturo. Aun así, no todas son tragedias para el aventurero ya que allí conoce a Philip Catelli, un teniente estadounidense con quien entabla una amistad. A pesar de que a primera vista A la guerra por amor parece ser, simple y llanamente, una película romántica, la realidad es que Pierfrancesco Diliberto decide ir más allá. El film mezcla constantemente el drama con la comedia. Estos dos puntos se ven principalmente resaltados en los personajes secundarios. Por el lado más dramático se encuentran una mujer y su hijo quienes no sólo esperan la llegada de su marido/padre, sino que además deben esconderse constantemente en un refugio antibombas. En cambio, el lado más cómico se manifiesta mediante el ciego Saro y el rengo Mimmo, y el ir y venir de este dúo. El guion -escrito también por Michele Astori y por Marco Martani-, se mantiene firme a lo largo del metraje. Logra pasar de la comedia al drama de un momento al otro sin perder nunca su eficacia. Esto en gran parte se debe al buen desarrollo de los personajes secundarios. Flora y Arturo no son los únicos importantes de la trama, cada personaje, con una historia propia por detrás, resalta por sí mismo. Más allá de los diferentes géneros por los que incursiona el film, el director de La mafia sólo mata en verano realiza, a través de una especie de sátira política, una fuerte crítica a cómo la mafia italiana logró llegar al poder. De esta forma, Pif deja en evidencia que el pueblo volvió a recuperar la democracia por los vínculos que los mafiosos mantenían con el ejército estadounidense.
Este jueves llega a las salas de cine Liebig, un documental dirigido por Christian Ercolano. La ópera prima del cineasta participó de la sección Panorama Argentino del 31° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. En 1903 un grupo de europeos desembarcó a orillas del Río Uruguay. Allí fundaron Liebig’s Extract of Meat Company Limited, una de las fábricas de carne en conserva con mayor reconocimiento a nivel mundial. Luego de los años de gloria cerró sus puertas a fines de los años ’70. Lo único que quedó de aquel frigorífico fue Liebig, un pueblo que debe su nombre a Justus von Liebig, químico alemán descubridor del extracto de carne. Construido en las inmediaciones de la fábrica, el mismo que en su momento supo albergar a los empleados y a los familiares de ellos, en la actualidad cuenta con poco más de 700 habitantes. “Lo que queda de la fábrica en el pueblo Liebig son sólo memorias de un mejor tiempo”, expresa uno de los habitantes de aquel lugar. Es que para explicar la historia de aquella fábrica, que en su momento supo emplear a más de 3 mil personas, Ercolano no agrega una voz en off -recurso frecuentemente utilizado en documentales-, sino que le da protagonismo a los testimonios de aquellos que vivieron en carne propia el denominado tiempo de oro de aquella empresa. A pesar de esto, el documental no tiene como foco principal contar los datos duros de esta fábrica inglesa sino que su núcleo está puesto en mostrar la parte más humana del lugar. Construye el documental mediante las voces de aquellos que en su momento prestaron su tiempo y su servicio a la fábrica y que, en la actualidad, continúan viviendo en aquel sitio hoy en día denominado pueblo fantasma. A pesar de la carga emocional que hay en cada testimonio y de la nostalgia siempre presente en sus palabras, el documental nunca cae en golpes bajos. Si bien nos transporta a un pasado que parecía ser glorioso -por lo menos desde un lado administrativo-, la película no busca caer en dramatismos a la hora de mostrar la actualidad. Con un guion sólido, la historia muestra como cada habitante y ex-empleado siguió con su vida.
Luego de pasar por la Competencia Oficial Argentina del BAFICI en el 2015, llega a las salas de cine Al centro de la Tierra: una docuficción dirigida por Daniel Rosenfeld. A una distancia aproximada de 163 kilómetros de Salta capital se ubica Cachi, una localidad ubicada dentro de los Valles Calchaquíes. Entre los casi 3 mil habitantes se encuentra Antonio Zuleta, un hombre que asegura que en 1995 lo siguió una extraña nave gigantesca. Convencido de la presencia de Objetos Voladores no Identificados que visitan regularmente la zona, se dirige a todos lados con su cámara Súper 8, con la cual además realiza entrevistas a vecinos, quienes cuentan historias similares a la suya: presencia de luces raras en el cielo que no tienen explicación aparente. Sin importarle los comentarios en su contra, y con una fe inquebrantable, Zuleta viaja a Buenos Aires para encontrarse con Fabio Zerpa, un parapsicólogo y ufólogo uruguayo residente en Argentina, quien reportó más de 3 mil avistamientos y contactos con OVNIS. El especialista cuenta con un arsenal de artefactos que permiten detectar señales infrarrojas y también campos magnéticos y que tienen como fin detectar la presencia de estos extraños objetos. A pesar de todo ese equipo el protagonista de esta historia asegura no confiar en esos aparatos. El objetivo de Rosenfeld no fue realizar una película sobre la existencia de los OVNIS, sino que su verdadero punto está puesto en otro eje: la fe. Es por eso que a lo largo del metraje se muestran constantemente imágenes religiosas. No importan las cuestiones científicas o los datos duros sobre un hecho, sino que lo principal es la fe que uno deposita sobre aquello en lo que cree. La película se encuentra construida a través de los ojos del protagonista. Es que nada importa más que la convicción de Zuleta. La fotografía -a cargo de Ramiro Civita-, se encarga en dejar este punto en claro. Los planos generales que muestran la inmensidad de Cachi y Tolar Grande, lugares donde se desarrolla gran parte del film, funcionan como paralelismo de lo imponente que es el tema al que se enfrenta el protagonista. Al centro de la Tierra también tiene como foco la cuestión del legado. A sus 70 años, viudo y con dos hijos, Antonio está convencido de que alguien deberá seguir con su investigación el día que él ya no esté. Es por eso que decide llevar a su hijo al campo, para así enseñarle a utilizar una videocámara. De esta manera, Zuleta intentará transmitirle la pasión por los OVNIS a su hijo y asegurar la continuidad de la labor.
En su segundo largometraje, el realizador belga Bavo Defurne presenta Volver a empezar: una película protagonizada por Isabelle Huppert. En esta ocasión, la actriz que este año recibió una nominación al Óscar por su papel en Elle: abuso y seducción se pone en la piel de Liliane, una mujer que trabaja en una fábrica de paté. Allí es donde conocerá a Jean (Kévin Azaïs), un joven de 21 años que aspira a ganar el título de boxeador profesional, y quien deja al descubierto el pasado oculto de la protagonista. Es que Liliane, en un tiempo remoto, fue Laura: una cantante de Eurovisión que estuvo a punto de ganarles en ese concurso a los mismísimos ABBA. A medida que avanza la trama, y haciéndole juego al nombre de la película -al menos al español, ya que su título original es Souvenir– dos cuestiones volverán a resurgir en la protagonista: por un lado, una nueva oportunidad al amor y por otro lado, su pasión por la música. Con la ayuda de Jean, quien cumplirá el rol de interés romántico, Liliane buscará hacer resurgir su carrera, la cual se disolvió de un día al otro tras una pelea con su manager. A pesar de que la relación entre ambos personajes sea uno de los focos principales del film, la realidad es que nunca se siente una verdadera química. Si bien el vínculo no se desarrolla de una manera forzada a pesar de sus diferencias -ella, mujer adulta e independiente; él, joven que aún vive con sus padres-, la atracción entre ellos resulta inexistente: no resulta ni a nivel sentimental ni a nivel sexual. Volver a empezar se pierde en el propio esfuerzo por tratar de ser un drama romántico cómico. Si bien esa combinación es posible -y se ha visto innumerables veces en la historia del cine-, en esta oportunidad, se presenta un guion que, en su intento por querer profundizar en cada punto, termina perdiéndose en el camino. Finalmente, se tiene como resultado un film que no logra ninguno de sus objetivos: no es divertido ni tampoco emociona. El poco desarrollo de los personajes secundarios, es otro de los motivos en donde falla el guion. Esto se deja ver sobre todo en el personaje interpretado por Kévin Azaïs. Sus motivaciones son puestas en un plano completamente secundario. Su existencia parece estar sólo para impulsar a la protagonista a dar el paso hacia los escenarios y, en algún que otro momento, para ser su interés amoroso. Dejando de lado los puntos en los que el segundo film de Bavo Defurne no cumple, cabe destacar de manera positiva la actuación de Isabelle Huppert, quien una vez más demuestra su talento en pantalla. A pesar de las múltiples fallas en el guion, la actriz francesa interpreta, una vez más, a su personaje de una manera sólida y convincente.
Basada en la vida de Vincent Van Gogh, llega a las salas de cine Loving Vincent. Una película realizada con más de 65 mil fotogramas que fueron pintados al óleo por 125 artistas. La trama se sitúa en el verano de 1891, un año después de la muerte del pintor. El joven Armand Roulin (personaje inspirado en una pintura de Van Gogh) tiene como encargo, por parte de su padre (el cartero habitual de Vincent), entregar la última carta que el artista le escribió a su hermano, Theodore Van Gogh, quien supo ser su principal soporte durante sus años más oscuros. Al comienzo de su aventura, Armand descubrirá que Theo falleció meses atrás, por lo que decidirá quedarse en Arlés para encontrar una persona de confianza a quien dejarle aquella misiva o, en lo posible, que llegue a manos de la esposa del difunto. Durante el recorrido, irá descubriendo quién fue realmente Vincent Van Gogh, el representante clave del postimpresionismo. El film está construido en su totalidad por cuadros realizados por más de cien artistas, quienes se encargaron de imitar la estética de Van Gogh para cada imagen. La película se grabó en un principio con actores y luego fue pintada al óleo fotograma por fotograma. Asimismo, las escenas en las que se retorna al pasado, están pintadas en blanco y negro y dibujadas de una forma más realista. Escrita y dirigida por Dorota Kobiela y Hugh Welchman, Loving Vincent no sólo busca enseñar quién fue este reconocido pintor neerlandés, sino que además indaga sobre su misteriosa muerte. Si bien la versión oficial indica que el artista se quitó la vida al dispararse un tiro en el abdomen, muchas hipótesis buscaron, a lo largo del tiempo, desmentir este rumor. Algunas teorías se apoyan en el hecho de que nunca se encontró el arma utilizada. A través de los diálogos que Armand mantiene con los diferentes personajes -con la excusa de buscar al receptor más apto para entregar aquella correspondencia-, la película dejará de ser sólo una simple autobiografía para convertirse en algo más: una especie de policial. El protagonista hará todo lo posible para descubrir qué fue lo que realmente ocurrió aquel día en el que, supuestamente, Vincent Van Gogh intentó quitarse la vida. De esta forma, se alcanza un equilibrio perfecto entre los datos biográficos y el misterio en torno a su figura. El filme no sólo lo disfrutarán aquellos que sepan apreciar o entender las pinturas de Van Gogh, sino que será un camino de descubrimiento para aquellos con poca noción sobre este artista. Los datos se van enseñando de a poco, a través de la aventura de Armand. De esta manera no parece sobrecargado de información, sino que todo se desarrolla de una manera natural.