Dirigida por John R. Leonetti (Annabelle) este jueves llega a las salas de cine la cinta de terror 7 deseos. Otro gran fracaso dentro del género. Ni siquiera la premisa suena lo bastante interesante como para verla. La historia gira en torno a Claire (Joey King), una adolescente que debe vivir con el tormento de que su madre se suicidó cuando ella era pequeña. La joven convive junto a su padre Jonathan (Ryan Phillippe), un recolector de basura. Un día el hombre decide regalarle a su hija una caja china que encontró entre un montón de desperdicios. Ahí es cuando comienzan los problemas: la caja musical tiene el poder de cumplir todo tipo de deseos. Claire, a modo de juego en un principio, comienza a pedir un par de deseos un poco absurdos: que su padre deje de avergonzarla, que la “chica mala del Instituto se pudra”, que el joven más guapo se enamore perdidamente de ella y, como era de esperar, pasar de ser una chica “invisible” a ser la más popular del colegio. En lo que no repara la protagonista es en que cada vez que la caja le cumple un deseo algo malo ocurre a su alrededor. El cine de terror nos tiene acostumbrados a sacar películas malas y ésta, claro está, no es la excepción. Si bien no cuenta con las típicas premisas de casas embrujadas con espíritus malignos o asesinos seriales que persiguen a un grupo de adolescentes, la película constantemente bordea lo absurdo. Las muertes que suceden a lo largo del metraje tienen un estilo similar a las de Destino final, pero sin llegarle siquiera a los talones a las del filme dirigido por James Wong. En plan de rescatar algo de 7 deseos no se halla nada. Ni siquiera las actuaciones son destacables, al menos no en el buen sentido. Entre actores que lloran y lloran pero no derraman ni una sola lágrima, la mejor (peor) actuación se la lleva la joven protagonista al interpretar una especie de Gollum de forma, completamente, sobreactuada.
Luego de pasar por la 18 edición del BAFICI, participando en la Competencia Argentina, se estrena comercialmente El invierno llega después del otoño, una película dirigida por Nicolás Zukerfeld y Malena Solarz. El filme se divide en dos partes: otoño e invierno. La primera mitad gira en torno a Pablo (Guillermo Masse), un joven que trabaja corrigiendo textos. La segunda parte hace foco en Mariana (Marina Califano), una estudiante de Letras. Ambos fueron pareja en el pasado. Ahora él pasa su época del año entre libros viejos y situaciones algo confusas con algunas mujeres. Mientras tanto ella disfruta del invierno preparando exámenes para la facultad y pasando el rato con su nuevo novio. Si bien parecería haber un gran paralelismo entre ambos personajes, la realidad es que la película mantiene un tópico entre sus protagonistas: la literatura. Constantemente se presentan situaciones relacionadas con la escritura de textos, la lectura de un poema, la presentación de un libro o conversaciones sobre notas de diarios o simplemente del mundo literario. De hecho, la escritura podría considerarse un tercer protagonista en la historia. La narración se da de una forma simple y sencilla. El desarrollo de los personajes, también. A pesar de sus diferencias, ambos se comportan como la gran mayoría de los jóvenes-adultos: asisten a fiestas, a nivel amoroso se relacionan con otras personas y forman nuevas amistades. Cada uno por su lado, claro está. El invierno llega después del otoño se construye bajo los dos puntos de vista. A pesar de esto y de las diferencias entre los protagonistas, el clima de la película siempre se mantiene en un tono estable: ni comedia, ni drama, un punto intermedio entre ambos
Especialista en la comedia (Cara de Queso, Mi primera boda, Vino para robar, Sin hijos y Permitidos), Ariel Winograd presenta su nueva incursión en el género con Mamá se fue de viaje. La historia gira en torno a Víctor Garbo (Diego Peretti), un hombre que está casado con Vera (Carla Peterson) con quien tiene cuatro hijos: Bruno, Lara, Tato y Lolo. El protagonista, responsable de recursos humanos de una gran empresa, es adicto a su trabajo por lo que siempre pone a su familia en un segundo lugar. Su mujer, agobiada por su día a día y por el poco reconocimiento que recibe por sus quehaceres, decide tomarse unas pequeñas vacaciones y dejar a su marido a cargo de la casa y de los chicos. Si bien la fórmula del padre que no está presente en la vida de sus hijos a causa del trabajo ya fue utilizada múltiples veces en la historia del cine, Winograd logra una historia fresca poniendo su sello personal. Pese a que el guion no ofrece originalidad en cuanto a su premisa, la historia transcurre de una forma tan natural que las risas se harán presentes de forma constante. La película también funciona como una crítica social al machismo que sigue latente hoy en día, ya que muchos siguen sin considerar como trabajo el rol de ama de casa. “Tu única obligación es llevar a los chicos al colegio”, le dice Garbo a su mujer. Ahora, Vera se fue de viaje y él se ve obligado a pedir licencia para hacerse cargo de sus hijos. Es ahí donde Garbo, entre varias situaciones inoportunas y graciosas, claro está, logrará comprender el gran esfuerzo que tiene que hacer su mujer días tras días, dejando de lado el prejuicio existente sobre que el ama de casa se la pasa todo el día viendo telenovelas.
Participante en La Semana de la Crítica y ganadora del Premio Gan Foundation (a la distribución) en el Festival de Cannes 2016, se estrena Una semana y un día. En su opera prima, Asaph Polonsky, mezcla el drama con la comedia. La película cuenta la historia de Eyal (Shai Avivi), un hombre de unos cincuenta años que se encuentra atravesando la muerte de su único hijo a causa de un cáncer. El film acompañará al protagonista quien, de visita al hospital para recuperar la manta de su difunto hijo, termina robando un paquete de marihuana medicinal. Al no saber cómo armar los cigarrillos, terminará entablando una relación con Zooler (Tomer Kapon), el hijo del matrimonio vecino. Una semana y un día se enfocará en los comportamientos que tendrá el protagonista luego de la pérdida de su hijo: como el hecho de no asistir al funeral o de comportarse de forma grosera con sus vecinos. Además se puede ver el dualismo que hay entre él y su esposa, Vicky (Evgenia Dodina), a la hora de enfrentar una situación de tal magnitud: mientras que ella decide volcarse por completo a la rutina, él muestra pánico a la hora de realizar las mismas actividades. La tristeza está latente de forma permanente en el film pero es acompañada por las constantes situaciones cómicas entre Eyal y Zooler. El director israelí logra un humor casual, las vivencias y los diálogos no parecen forzados sino que muestran cómo, en el fondo, el protagonista intenta ocultar su dolor, logrando una armonía perfecta entre el drama y la comedia. A pesar de la situación dramática que plantea la trama, el guion de Polonsky en ningún momento cae en golpes bajos para buscar la lágrima fácil. Si bien siempre sobrevuela un tono doloroso y de duelo, éste queda contrarrestado por la idea de que la vida continúa y, pase lo que pase, hay que seguir adelante.
James Ponsoldt, director de Aquí y ahora (2013) y El último tour (2015), presenta El círculo: una película basada en el libro homónimo de Dave Eggers. Ambientada en un futuro no tan lejano, la película cuenta la historia de Mae Holland (Emma Watson), una joven que, luego de un largo período en un call center, es contratada para trabajar en El Círculo, la empresa más influyente en redes sociales a nivel mundial. Dicha compañía funciona como una especie de Gran Hermano: a través de diminutas cámaras colocadas en todo el mundo, y de un extenso perfil de cada persona, pretenden ver y saber todo. Las cosas dan un giro cuando Mae es incentivada por Eamon Bailey (Tom Hanks), fundador de El Círculo, a participar de un experimento un tanto cuestionable: tendrá que transmitir las 24 horas de su día a día a través de internet. Dicho experimento no sólo rompe con los límites de la privacidad sino que además, como era de esperar, comienza a afectar la vida privada de sus seres queridos. El Círculo se podría resumir en muy pocas palabras: un mal capítulo de Black Mirror. Si bien la película intentar hacer reflexionar en los aspectos negativos que trae el avance de la tecnología y el mal uso que se le da a las redes sociales, lejos se encuentra de alcanzar las complejas y oscuras tramas que hay en la serie creada por Charlie Brooker. Otro aspecto en el que falla la película es en el desarrollo de los personajes, estos aparecen y desaparecen constantemente sin justificación alguna. Hasta el papel interpretado por la carismática Emma Watson genera poca empatía y, ¿para qué mentir?, resulta molesto el noventa por ciento del tiempo. A pesar de que por momentos la película resulta entretenida, no se destaca en ningún aspecto. Ni la actuación de un actor consagrado como Tom Hanks resulta convincente.
Luego de dirigir 500 días con ella y El sorprendente hombre araña, Marc Webb presenta Un don excepcional: un drama familiar protagonizado por Chris Evans. En esta ocasión el actor que interpreta a Capitán América se pone en el papel de Frank Adler: un hombre que debió hacerse cargo de su sobrina, Mery Adler (McKenna Grace), luego de que la madre de ella se quitara la vida. Todo cambia cuando Evelyn (Lindsay Duncan), abuela de la niña, reaparece en sus vidas para tratar de quitarle la custodia a Frank y así enviar a Mery a un colegio para chicos superdotados, ya que la pequeña tiene un don especial para las matemáticas. Por un lado Frank quiere que Mery lleve una vida común: asista a un colegio normal, tenga amigos con los que jugar y las típicas cosas de una chica de 7 años. Por otro lado, Evelyn quiere que su nieta reciba la mejor educación posible y su talento sea aprovechado al máximo. Si bien Evelyn parecería ser la antagonista de la trama, la realidad es que, al igual que Frank, sólo busca, a su parecer, lo mejor para la pequeña. La actuación de McKenna Grace es algo para destacar. Con tan solo 10 años la pequeña logra destacarse en cada escena en que aparece. Además la química que se ve en pantalla entre ella y Chris Evans es encantadora. Ambos actores se muestran naturales y la relación entre ellos se ve completamente natural. La película no sólo hace eje en el juicio que hay de por medio, sino que su foco está puesto en la parte humana de los personajes. A pesar de esto, muchos temas que podrían haber realzado el film son pasados por alto o dejados en un segundo plano, como por ejemplo el hecho de que un chico superdotado no pueda tener una infancia normal al resto y tenga que crecer de forma abrupta. Si bien Un don excepcional cae en algún que otro momento en golpes bajos, es una película con una historia humana y sencilla. El film mostrará que no siempre hay buenos y malos, sino sólo personas que toman decisiones, correctas o incorrectas, que creen mejores para sus seres amados.
Basada en el libro homónimo y autobiográfico de Massimo Gramellini llega a los cines, Dulces sueños, la nueva película de Marco Bellocchio. El joven Massimo (Dario Dal Pero) gozaba de una infancia feliz junto a su madre: jugaban a las escondidas, cantaban y bailaban, miraban películas y, sobre todo, disfrutaban del tiempo juntos. Hasta que su madre falleció cuando él sólo contaba con nueve años. Treinta años después de dicho acontecimiento, Massimo (ahora interpretado por Valerio Mastandrea) no logra superar el dolor que le dejó aquella pérdida. A través de múltiples flashbacks y flashfowards la película irá del pasado al presente contantemente para profundizar en la historia del protagonista. Es que para poder comprender al triste y solitario Massimo actual es necesario mostrar cómo siguió la vida de aquel niño que sufrió una pérdida tan grande. Este recurso narrativo es lo único que le da un poco de vida a una película que se sumerge en la monotonía. Si bien Dulces sueños se centra en un tema interesante como lo es la muerte de un ser querido (en este caso de una madre), peca a la hora de buscar la lágrima fácil del espectador en algunas ocasiones: como en el momento en el que se lee un texto que parece ser sacado de esas páginas motivacionales de Facebook. La película podría haber sido más interesante si lograba profundizar en asuntos tales como las mentiras que se esconden detrás de las historias familiares, muchas veces con el pretexto de cuidar a los más pequeños. En cambio, las cuestiones que rodean la muerte de un ser querido son eclipsadas por el único foco que hace la película: la depresión que sigue vigente en Massimo después de treinta años.
Con varias escenas que podrían estar salidas de una película de Quentin Tarantino el director Hernán Aguilar presenta Madraza, su opera prima. La vida de Matilde (Loren Acuña), una mujer de clase baja, da un giro inesperado luego de que en un asalto asesinen a su marido. Después de estar un tiempo en un cuadro depresivo, la protagonista encuentra una razón para seguir viviendo: asesinar personas. Tras partirle una garrafa en la cabeza al asesino de su marido, Matilde se adentra en el mundo de los sicarios. Además, paralelamente, comienza un juego de seducción con el detective (Gustavo Garzón) encargado de investigar los crímenes que se están cometiendo. El director no sólo realiza una película entretenida y muy bien lograda a nivel técnico (en especial en las secuencias de acción), sino que además hace foco en la corrupción que se esconde detrás del poder de la policía. El guion presenta una mezcla entre el policial, la acción, la comedia y el drama. Esto hace de Madraza un film llevadero y atrapante. Las escenas de acción parecen dignas de una película de Quentin Tarantino: sangre por doquier, violencia extrema y una música que va de la mano con cada disparo que realiza la protagonista. Además de una cámara lenta que realza cada acto violento. Junto con unas grandes actuaciones, un arte completamente cuidado y una fotografía destacable, Madraza logra una armonía perfecta en todas sus partes. Las diferentes historias se complementan entre sí y todo consigue un cierre verosímil y entretenido.
Luego de dirigir Jevel Katz y sus paisanos, Alejandro Vagnenkos presenta Escuela Trashumante, un documental que muestra un modelo de enseñanza diferente al habitual. El documental se sitúa en una escuela ubicada en Huncal, un paraje en la provincia de Neuquén, donde habitan personas pertenecientes a la comunidad mapuche Millain Curricial. En 1986, luego de más de 70 años sin tener ningún egresado, lo hizo, finalmente, la primera promoción a raíz de un proyecto que acompaña a la comunidad en el desplazamiento que realizan en busca de pasturas para sus ovejas y chivas. Dentro del film se puntualiza la historia de Orlando “Nano” Balbo, quien viajó a Huncal para concretar un proyecto de alfabetización de adultos mapuches. Junto a él también lo hicieron, -y sobre ellos también se hace foco-, Pedro Vanrell y Alejandra Martínez, quienes se sucedieron en el cargo directivo del centro educacional. Escuela Trashumante muestra lo diferente que es el modelo educativo que se utiliza allí en comparación con el habitual, ni siquiera la jornada anual es similar: mientras que las clases en Buenos Aires se dictan de marzo a diciembre, allá los chicos van a la escuela durante la invernada y la veranada, finalizando las clases en abril. Además, durante la veranada asisten a otro colegio que se encuentra ubicado en Cajón Chico. El documental se destaca por su fotografía: los constantes y múltiples paisajes embellecen las escenas, la escuela se va mostrando de a poco y en diferentes momentos del día. Asimismo la cámara acompaña en los recorridos que realizan los personajes de un lugar al otro, sigue su día a día. Al mostrar un modelo educativo acorde a la situación de sus habitantes, Escuela Trashumante hace reflexionar sobre qué tan viejo y útil es el sistema educativo que prevalece hoy en día en las escuelas argentinas dónde sólo se piensa en la calificación de notas y no importa la situación personal de cada alumno.
El director irlandés Paddy Breathnach (Niebla roja) presenta Viva, una película que muestra que, pase lo que pase, no hay nada más fuerte que el amor entre un padre y un hijo. El film se centra en Jesús (Héctor Medina), un joven cubano de 18 años, que se gana la vida trabajando como peluquero en su barrio y, además, arregla pelucas en un club de drag queens. Jesús comienza un trayecto por el que, a través del arte del transformismo, intenta encontrar su verdadera identidad y aceptarse tal cual es. Todo cambia cuando reaparece su padre. Ángel (Jorge Perugorría), padre de Jesús, había sido un exitoso boxeador que, luego de matar a una persona en una pelea callejera, estuvo preso por un largo tiempo. Luego de 15 años, y con una fuerte adicción al alcohol, reaparece en la vida de su hijo e intenta recuperar ese vínculo que parece completamente perdido. Viva es un recorrido hacia la identidad, hacia el descubrimiento y la aceptación, hacia las segundas oportunidades pero, sobre todo, es un viaje hacia la redención: un hijo que deberá superar el rencor (y el dolor) para finalmente poder perdonar; un padre que tendrá que luchar para recuperar el amor de su hijo y, asimismo, pelear contra sus demonios internos. La música es uno de los aspectos más importantes del film ya que crece a medida que lo hace el relato. Cada canción se acopla con las diferentes escenas y adquiere las tonalidades que éstas van tomando. La banda sonora, que cuenta con canciones de Rosita Fornés, de Massiel y de Blanca Rosa Gil, realza los sentimientos y los miedos más profundos de los distintos personajes. Si bien Viva cae en algún que otro lugar común (como el típico protagonista que se encuentra perdido pero que descubre su identidad), destaca por sus actuaciones y, sobre todo, por la manera en la que logra mostrar lo conflictivo pero, finalmente, incondicional que puede llegar a ser el amor entre un padre y un hijo.