Antes del fin En 5-5-5 (2011) Gustavo Giannini (Plumíferos, Aventuras Voladoras, 2010) entrega un thriller sobrenatural sobre un tema nunca explorado en el cine: los dibujos proféticos del pintor y escultor argentino Benjamín Solari Parraviccini. Gabriel (Antonio Birabent) es un profesor de filosofía y lógica de la secundaria nocturna recientemente separado de su esposa. Después de conocer a una alumna (Belén Chavanne) que luego de ponerlo en contacto con los dibujos proféticos de Parrravicini desaparece sin previo aviso, se obsesionará con entender el significado de esos dibujos. Con la ayuda de su primo Tony (Gonzalo Suárez ) se cruzará con distintos personajes que lo guiarán hacia un final previsible. Con guión de Giannini, 5-5-5 es una película con un tema original que aporta mucha información pero que podría llegar a marear al espectador que nunca se acercó a la obra de Parraviccini. Por ejemplo, hace hincapié una y otra vez sobre un dibujo que el pintor realizara en el año 1939 en el que, según la interpretación de los especialistas, se vaticina la caída de las Torres Gemelas. Antonio Birabent le otorga un alto grado de realismo a su interpretación de este profesor que termina obsesionado y al borde de la locura. Asimismo, Gonzalo Suárez lo secunda muy bien y brinda algunos toques de humor necesarios para que la narración no se vuelva monótona. Por otro lado, las participaciones de Nancy Anka, Adrián Yospe, el periodista Rolando Graña, Ricardo Bauleo, Atilio Pozzobón, Daniel Fanego y Norman Briski están distribuidas de tal forma que hacen que la narración fluya sin alteraciones significativas. Giannini demuestra que tiene pulso para las escenas de suspenso. Con cámara en mano, la persecución que sufre el protagonista por parte de un misterioso personaje a través de los vagones de la línea B de subte hasta la calle está muy bien realizada. Asimismo, logra transmitir la obsesión del personaje principal por desenmarañar la clave de los dibujos proféticos. Es posible que la película, inspirada en las publicaciones de los especialistas Sigurd Von Wurmb, Pedro Romaniuk y Norberto Pakula, resulte confusa para los espectadores no iniciados en la obra del artista plástico. Pero una segunda visión podría llegar a esclarecer algunos detalles que a primera vista pueden pasar desapercibidos y permitirles disfrutar de este thriller sobre un tema apasionante.
El apocalipsis tampoco lo inspira Si una película está filmada predominantemente con dos tipos de planos, y con un montaje que dé a esos planos una duración similar o repetitiva, lo que se termina obteniendo es un ritmo cansino, monótono, que impide todo tipo de crescendo dramático. Si se filma al héroe principal de la película de la misma forma en que se filma al comic relief o a cualquier otro personaje secundario, se dificulta establecer un orden jerárquico entre los personajes. Y si a todo esto le sumamos errores gravísimos de guión, un trabajo de puesta en escena impasible, un uso sonoro y musical de relleno, estamos ante una película sin un mínimo de conciencia del género que aborda, o tal vez del correcto uso de las herramientas cinematográficas todas...
Apocalipsis y obsesión La mística, historias y anécdotas relacionadas a la figura del artista Benjamín Solari Parraviccini –no confundir con el comediante Florencio- es un enorme caudal de elementos para cualquier interesado que piense una ficción dado que cuenta con todos los aditamentos y atractivos de cualquier relato revestido de fe, teorías conspirativas, realidades paralelas y un personaje que encierra desde su hermetismo pero a la vez transparencia todas las características para convertirse en gran ordenador o imaginador. Al realizador Gustavo Glannini, quien debutara en la desafiante industria con la animación en 3d y confeccionada a partir de software libre, Plumíferos, el coqueteo con el mundo de Parraviccini y sobre todo con sus psicografías, dibujos que el pintor elaboraba en trance y donde además iban acompañados de frases proféticas, le despertó el interés por conocer con profundidad ese universo a partir de la inflexión del 2001 en la que Argentina parecía ser el escenario ideal en el que las profecías apocalípticas se cumplieran. Su investigación rigurosa lo conectó con textos pertenecientes a tres discípulos del propio pintor Sigurd Von Wurmb, Pedro Romaniuk y Norberto Pakula, todos ellos especialistas en la vida y obra del autor que en vida lograra reconocimiento del propio presidente Marcelo T de Alvear y que falleciera en 1974 cuando muchas de sus profecías o mensajes premonitorios correspondían a los años 40 o 30. A partir de los dibujos de Parraviccini y en especial de aquel que puede interpretarse junto al texto como la predicción del atentado de las torres gemelas, el director ideó un guión que se estructura a partir del derrotero y obsesión de un profesor de filosofía y lógica (Antonio Birabent) de una escuela nocturna que comienza a obsesionarse por una alumna misteriosa y muy atractiva, Amnis (Belén Chavanne), que lo conecta con el universo de las psicografías y luego desaparece sin dejar rastro o pista alguna para que Gabriel encare por un lado una búsqueda de ella y por otro comience a unir una serie de premoniciones para entender un orden y llegar a la conclusión de que el fin del mundo se avecina. El otro personaje que talla fuerte en esta historia, representa en cierto modo al propio espectador, está a cargo de Gonzalo Suárez (reconocible tanto por sus papeles televisivos como por la publicidad de la tarjeta de crédito), quien interpreta a Tony, primo del protagonista que descree absolutamente de sus interpretaciones y teorías conspirativas pero que no le quita el apoyo ni un segundo, aunque no puede ocultar una preocupación mayor por su fragilidad psíquica en un momento de crisis muy aguda del protagonista con su ex mujer. Gonzalo Suarez además aporta el escape humorístico necesario como contrapunto ante tanto cúmulo de información. Si bien la propuesta es atractiva desde el punto de vista de la historia per se y el avance paranoico que contagia la trama, al que se añade una interesante galería de personajes secundarios de corta pero efectiva aparición, entre quienes pueden destacarse Nancy Anka, en el rol de ex esposa, Adrián Yospe, el periodista Rolando Graña, Ricardo Bauleo, Atilio Pozzobón, Daniel Fanego y Norman Briski, la película presenta ciertos altibajos y desniveles narrativos que por momentos la vuelven demasiado predecible. Antonio Birabent carga a sus espaldas con un personaje difícil y a veces ese peso se nota en su sobreactuación y falta de ductilidad para resolver escenas que requieren un registro menos grandilocuente. No obstante, pese a estos obstáculos debe reconocerse que la apuesta al cine de género y más aquella que abraza un tópico como lo sobrenatural, sin descuidar los elementos constitutivos del thriller psicológico, insumen un trabajo mucho más cuidado y meticuloso en el orden formal y eso 5-5-5 lo logra en gran parte de su desarrollo, con buenos climas, buen manejo del ritmo y una narración prolija que se puede comprender prestando la debida atención y mucho más si se cuenta con algún conocimiento previo sobre Benjamín Solari Parraviccini.
Esta película estaba lista para estrenarse hacia fines de diciembre, en medio de la euforia desatada por las profesías mayas, y si bien pocos creían que realmente se venía el fin del mundo, el cine ha aprovechado y sacado a relucir incontable cantidad de películas apocalípticas, y el cine argentino no estuvo exento gracias a esta ambiciosa producción. Pocas películas nacionales de este género (el thriller pero podríamos incluir también al terror) llegan a nuestra cartelera por año. Por suerte, desde hace más de una década tenemos al Buenos Aires Rojo Sangre, festival donde 555 tuvo su proyección un par de meses antes de llegar a las salas comerciales. La película tiene como protagonista a Antonio Birabent (actor y músico que admiro y sigo desde hace tiempo) como Gabriel, un profesor recién separado, cuyo único amigo parece ser su primo Tony (Gonzalo Suárez) que lo banca en todas. Un día conoce a una joven estudiante (Belén Chavanne) que tras acercarlo al artista Benjamín Parravicini, desaparece de su vida misteriosamente. Pero las obras de este artista argentino, unos dibujos proféticos de quienes muchos creen que logró predecir el atentado a las Torres Gemelas ("La libertad de Norteamérica perderá su luz, su antorcha no alumbrará como ayer y el monumento será atacado dos veces" escribió allá por 1939), lo obsesionan e introducen en un laberinto de descubrimientos que lo llevan a la conclusión de que el fin del mundo podría estar muy cerca. Antonio Birabent se carga la película al hombro, pues aparece en cada escena. Como película de género, el film logra ser muy interesante dentro de la industria. El plano final es increíble (difícil de borrarlo de la cabeza), aunque trucado, lamento decepcionarlos, pero a cargo de Leandro Visconti (Lost) por lo que visualmente es deslumbrante. Lamentablemente la película decae un poco en el último tramo narrativo para llegar a una resolución alrededor de esta joven misteriosa, que resulta poco convincente. Escrita y dirigida por Gustavo Giannini, este thriller con ciertos tintes fantásticos, e incluso románticos es una opción novedosa dentro de este desborde de películas nacionales en la cartelera.
Obsesionado por las profecías Las profecías psicográficas de Benjamín Solari Parravicini son, desde el vamos, una interesante propuesta cinematográfica. El argumento gira alrededor de Gabriel (Antonio Birabent), un profesor de filosofía y lógica que conoce a Amnis (Belén Chavanne), una enigmática alumna quien luce una remera con uno de los dibujos del pintor y escultor argentino nacido en 1898. Empieza el surrealismo: ¿qué veinteañera de hoy portaría una prenda profética y hablaría como si fuese una autómata enviada desde el más allá? No existe, recurso forzado. El profe cae bajo su encanto y se mimetiza con su hablar: cada línea del guión parece ser leída por Birabent, su robótico e impostado fraseo le quita suspenso y fuerza al filme. El primo del protagonista (Tony, por Gonzalo Suárez) le da algo de frescura al almidonado Gabriel, quien empieza a devorar vida y obra de Parravicini luego de que Amnis desaparece sin dejar rastro. La cámara inquieta de Giannini registra desde varios planos, es veloz, curiosa. La misión es deconstruir un derruido departamento céntrico, el bunker donde Gabriel intenta descifrar los mensajes codificados de Parravicini, envuelto en su neurosis. La numerología abruma en medio de una ambientación ocre que parece transportar al protagonista a los lejanos tiempos del profeta y sus psicografías. Otra falla es que el director parece atropellarse en mostrar todos los detalles proféticos de este Nostradamus argentino. Giannini se deslumbró -y documentó- con Parravicini al igual que lo hace Gabriel, quien frenéticamente conecta fechas, lugares (ver número de la calle Avalos, telefóno de Amnis) lo que lo sumerge en una voraz confusión, paranoia (bien la persecución MIB) y un apocalíptico final con mega ola incluida del cual Hollywood nos tiene muy mal acostumbrados.
Profesor de filosofía y de lógica de una escuela secundaria nocturna, Gabriel está atravesando un serio problema conyugal y decide, con la ayuda de su primo Tony, mudarse a un pequeño y destartalado departamento donde sólo un colchón y desvencijadas sillas componen todo el mobiliario. Al finalizar una de sus clases se le acerca una nueva alumna que desaparecerá súbitamente luego de dejarle unos dibujos de Benjamín Solari Parravicini, un artista plástico nacido en Buenos Aires en 1898, quien en vida obsequió cientos de dibujos proféticos que los estudiosos del tema sostienen que predijeron entre otros hechos, el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York. Gabriel intentará interpretar el significado de esos dibujos y se verá envuelto en un marasmo de preguntas sin respuesta, al tiempo que se empeñará en volver a hallar a esa alumna. El director Gustavo Giannini procuró armar un thriller con elementos apocalípticos, pero su guión se va enredando cada ve más en una madeja que, por momentos, hace de la acción una monótona sucesión de significados bastante difíciles de comprender. Esos personajes que pasan por la cotidianeidad de Gabriel lo guiarán hacia un destino inevitable e inesperado y así la historia va perdiendo poco a poco el interés que prometía. El realizador procuró ser original en su propuesta, aunque el resultado final es apenas aceptable y se deja tentar por ese clima entre siniestro y misterioso que recorre el largo (demasiado largo) camino del protagonista. El elenco apenas pudo dar cierta credibilidad a sus papeles, y así tanto Antonio Birabent como Gonzalo Suárez y Belén Chavanne se esmeraron en apoyar una historia que, sin duda, necesitaba de una mirada más comprensiva para con el espectador. Con muy poco apoyo aparecen en pequeñas partes Norman Briski, Daniel Fanego, Ricardo Bauleo, Adrián Yospe y Atilio Pozobón, en tanto que los rubros técnicos no escaparon de la mediocridad de este entramado.
Predicciones de un visionario Es un filme extraño, misterioso, que como un laberinto "borgeano" parece esconder una serie de significados que pueden ser tan fascinantes como indescifrables para el espectador. En su "opera prima" Gustavo Giannini, en su doble papel de director y guionista, elige como protagonista a un profesor de filosofía de una escuela secundaria, para contar, a través de él el enigmático universo que rodeó al dibujante y pintor argentino Benjamín Solari Parravicini (1898-1974). Gabriel es un hombre introvertido, al que su mujer echó de la casa que compartían con la hija de ambos, porque según ella es un inútil, que nunca pudo conseguir nada en la vida y vive inmerso en su propio mundo de cavilaciones, además de disponer de un magro sueldo por sus clases en una escuela. Con la ayuda de un primo, el profesor de filosofía se muda a un departamento de paredes descascaradas y poco después al finalizar una de sus clases conoce a una alumna, Amnis (Belén Chavanne), en cuya remera se encuentra estampado un dibujo de Parravicini. UN GRAN OJO El dibujo de un gran ojo en la tela, llama la atención del profesor que le pregunta a la alumna quién los hizo. La chica le cuenta que pertenece a un artista al que ella admira: Benjamín Solari Parravicini. Cuando se despide Amnis le entrega a Gabriel una tarjeta, que es una invitación a una muestra de pintura, en la que ella recrea algunos dibujos de Parravicini. Gabriel va a la exposición y a partir de ese momento se comienza a despertar en él una profunda obsesión, por intentar averiguar quién fue ese dibujante, cuya madre era prima del famoso actor Florencio Parravicini. Autor de dibujos de los que se decía eran proféticos, como el que pintó en 1939 y se presume que alude al atentado a las Torres Gemelas, ocurrido el 11 de septiembre de 2001, en Nueva York, la obra de Parravicini provoca en Gabriel una profunda inquietud. Simultáneamente a la investigación que realiza sobre los curiosos dibujos proféticos, Gabriel también intenta dar con el paradero de Amnis, la que como por arte de magia resulta imposible de ubicar. Es como si la chica hubiera sido una aparición en su vida. LA BUSQUEDA A partir de ese momento, en que la búsqueda del protagonista se hace más intensa, el director Gustavo Gianni sumerge al espectador en el campo de la ciencia ficción, en el que Gabriel, como si fuera, la "voz de Parravicini", va desmenuzando hipótesis, entre las que aparece la posible desaparición de la Argentina bajo un tsunami de gigantescas olas, que aparecerían primero en la ciudad de Buenos Aires para extenderse al resto del país. "555" es un filme extraño, misterioso, que como un laberinto "borgeano" parece esconder una serie de significados que pueden ser tan fascinantes como indescifrables para el espectador. La película consigue cierta tensión dramática, a partir de la magnífica actuación de Antonio Birabent, quien con sutiles matices logra transmitir el desosiego que sufre el profesor que intenta desentrañar la vida de Parravicini, a la vez que parece cuestionarse su propia existencia.
No es comun que en el cine argentino se aborde la ciencia ficcion. Y menos basarse en escritos que interpretan los dibujos proféticos de Benjamín Solari Parravicini, que supuestamente predijo en l939 el atentando de las torres en Nueva York. Es un buen intento Gustavo Giannini que se inspira en películas del genero y arma una intriga en torno a lo apocaliptico. El tema es la extensión, las reiteraciones.
Benjamín Solari Parraviccini fue un artista plástico, fallecido en 1974, que se hizo conocido por una serie de psicografías que anunciaron varios hechos históricos, como la caída de la Torres Gemelas, entre otras cosas. La obra de este hombre es muy interesante y compleja porque en muchas de sus afirmaciones presentó conceptos totalmente adelantados a su tiempo que en varios casos se terminaron concretando. Un ejemplo de ello es la revolución social que se produjo en el mundo durante los años ´60 sobre la que Parraviccini ya se había manifestado décadas atrás. 5-5-5 es la primera producción nacional que lidia con este tema y ya de por sí eso es un elemento que hacía atractivo a este estreno, donde la producción argentina tiende a ser redundante en sus historias. En este caso el director Gustavo Giannini (Plumíferos) presenta una película con una propuesta distinta que tiene un comienzo interesante hasta que se vuelve en un thriller trillado con el clásico protagonista paranoico que empapela su casa con el tema que investiga. No es fácil crear un film de suspenso con la compleja información que brinda la obra de Parraviccini y la idea del argumento no es mala, pero su ejecución resultó fallida. 5-5-5 es un film monótono que nunca logra conectarte con el misterio en que se ve envuelto el protagonista. No ayudó que el rol principal estuviera a cargo de Antonio Birabent, quien siempre encara todos los personajes de la misma manera, ya sea asesino serial, sacerdote o profesor universitario, como en este caso. Birabent suele volver densos a los personajes que trabaja y esta no es la excepción. Su investigación en el conflicto es aburrida y debido a esto el interés que había generado la trama en un comienzo se termina por diluir en unos pocos minutos. Si a esto se le suma una banda sonora insulsa que tampoco colabora a la hora de generar climas de tensión, la verdad que es complicado engancharse con este film. Gonzalo Suárez quien hoy es popular por su personaje de Marcos en la saga de publicidades de la tarjeta de crédito, dentro de todo hace más llevadera la historia y aporta una dosis de humor. Probablemente uno de los actores más espontáneos de este reparto que cuenta además con participaciones de Norman Briski, Rolando Graña (bizarro), Nancy Anka, Adrián Yospe, Ricardo Bauleo y Daniel Fanego, entre los más conocidos. Me quedó la sensación que el tema de Parraviccini fue totalmente desperdiciado con este conflicto que no es otra cosa que un film predecible que por la temática que tenía daba para mucho más.
Obsesiones antes del apocalipsis El director Gustavo Giannini eligió para su primera película una historia centrada en los dibujos proféticos del pintor y escultor Benjamín Solari Parravicini. En el elenco aparecen al frente Antonio Birabent y Belén Chavanne. Como punto de partida, la ópera prima de Gustavo Giannini seduce por la originalidad del tema. Es que los dibujos proféticos del pintor y escultor argentino Benjamín Solari Parravicini, quien predijo la destrucción de las Torres Gemelas, representan de por sí un material atractivo para el cine. Y allí se presenta Gabriel (Birabent), profesor de filosofía y lógica, una alumna (Chavanne), que parece salida de una remake de un film de la Hammer para adolescentes, y Tony (Suárez), el primo del docente, sostén simpático de la trama en medio de tanta seriedad y rostro adusto que manifiesta el principal protagonista. La historia está concebida a través de un thriller de investigación en el que Gabriel, nombre de arcángel solitario y recién separado, se sumergirá en averiguaciones, entrevistas y encuentros con otros personajes secundarios que ayudarán (o no) para la futura revelación de un caos apocalíptico, cuestión que preocupa al profesor, instigado por el fortuito y efímero encuentro con la atractiva alumna, que desaparece de un día para el otro. 5-5-5 tiene un guión invadido por la solemnidad que transmite su tema, y no está mal que así sea; sin embargo, es también allí donde la película se convierte en un monumento a la monotonía y a la rutina detectivesca. En esos pasajes donde Gabriel investiga, la película de Giannini se ve impedida por la previsibilidad del conflicto y el lugar común, sin virar hacia otras zonas, acaso más cinematográficas y menos elementales en su exposición narrativa. De esta manera, los encuentros episódicos de Gabriel con los personajes encarnados por Norman Briski, Daniel Fanego, Atilio Pozzobón, Adrián Yospe, Ricardo Bauleo, Nancy Anka y ¡Rolando Graña!, convierten a 5-5-5 en una película para escuchar textos, bien escritos, pero solamente eso. En contraposición, Giannini expone un excelente pulso narrativo y visual en un par de escenas, en especial, cuando Gabriel (quien jamás modifica su excesivo rostro de duda y perplejidad) es perseguido por un extraño sujeto que parece extraído de una película de terror de los años '70. En esos segmentos, la película encuentra un beneficio cinematográfico que se contrapone al montón de diálogos que acumula la necesaria información debido la complejidad de la trama, que en varios momentos termina asfixiando la (im)paciencia del espectador. Estrenada con un importante retraso, este film inspirado en las publicaciones de los especialistas Von Wurmb, Romaniuk y Pakula, presenta un misterio a resolver invadido por la teoría explicativa en perjuicio de la practicidad cinematográfica. Un misterio charlado, eso es 5-5-5.
De la profecía al duelo Una rareza de la película argentina, por su contenido: una historia basada en personas y hechos reales, pero que acerca al espectador a un género con el que la industria nacional ha trabajado muy poco, pese a que contiene buenas fuentes y talentos. En realidad, decir que 555 encaja dentro de un solo género es etiquetarla y reducirla. El filme de Gustavo Giannini es un drama naturalista, es decir, con una mirada objetiva de la realidad, en tanto el protagonista es un hombre que acaba de separarse de su esposa y pierde cierto contacto con su hija. También es una historia romántica, por el único pero decisivo encuentro que ese mismo personaje tiene con una de sus alumnas de filosofía. A partir de entonces ese muchacho, Gabriel (interpretado por Antonio Birabent), entrará en el universo de Benjamín Solari Parravicini, y su vida, su confusión y su duelo virarán hacia la órbita de lo fantástico, la ficción científica, o tal vez nuevamente el drama, porque simplemente todo lo que comienza a visionar el profesor separado, puede ser pura paranoia. Benjamín Solari Parravicini, el hombre con el que se obsesiona Gabriel, es un pintor y escultor que existió entre 1898 y 1974, que se hizo famoso por realizar una serie de dibujos proféticos, algunos de los cuales lograron anticipar hechos históricos importantes, como la Primera Guerra Mundial o el suicidio de Alfonsina Storni. Gabriel descubre con gran asombro la obra de este sujeto, y empieza a descifrar lo que para él es el anuncio del inminente fin del mundo (la cifra 555 es una clave). Encerrado en un derruido departamento prestado, Gabriel comienza a tapizar las paredes con papeles, duerme y come muy poco, recibiendo sólo la visita de su primo Tony, otro joven mucho más preocupado con humor por los problemas terrenales, que se toma a broma sus excentricidades, y lo insta a cambiar ese modo de vida por otro más sociable, en una representación sobresaliente del actor Gonzalo Suárez. Dejando de lado que es una película un poco larga, 555 merece una seria recomendación. Va de menor a mayor, con pasos sencillos y ordenados, y consigue llegar lejos, urdir una trama bien rica, en la que incluso se mezclan recuerdos de películas como Una mente brillante o Matrix. Pero cuidado. 555 no es ni lejanamente una copia de nada. Tiene una originalidad propia y el director sabe encaminarla, pasando incluso por el terreno del thriller y el suspenso, hacia un final imprevisible y abierto.
Los dibujos proféticos y las psicografías de Benjamín Solari Parravicini (pintor y escultor argentino 1898-1974) sirven como disparador para esta obra de ficción. Dirigida por Leandro Visconti y Gustavo Giannini, la producción “5.5.5” narra la historia de Gabriel (Antonio Birabent), un profesor de filosofía que, obligado por problemas con su (ahora) ex mujer, se muda a un departamento con ayuda de su primo Tony (Gonzalo Suárez), personaje por donde transitan las pequeñas dosis de humor. En el ínterin de esta transición hacia la nueva circunstancia de soltero Gabriel conoce a Amnis (Belén Chavanne), una muchacha que se le presenta al finalizar una de sus clases. Parece que anda en algo raro, y no necesariamente por la remera con dibujos del profeta. Luego de intimar ella desaparece, y tanto las profecías de Parravicini como intentar encontrarla siguiendo unas pocas pistas que ella le dejó, se convierten en una suerte de obsesión y gesta para tratar de que las respuestas aparezcan. Ambos directores tienen bastante claro el qué y no necesariamente el cómo. Evidentemente los ángulos, encuadres y puesta en escena no son elementos menores, o sea, no les da lo mismo cualquier cosa. Incluso hay hasta una sensación de búsqueda simétrica en la composición de algunos interiores. La parte técnica también acompaña armónicamente a la propuesta. Tal vez lo que hace que el camino sea un poco cuesta arriba sea el ritmo narrativo a partir de establecer la situación. Como si el desarrollo pidiera o bien menos texto o una manera más vertiginosa que ayude a generar la tensión que ellos proponen a través del personaje protagónico. Así como es destacable la composición de todos los elementos de “5.5.5”, es importante mencionar cierta falencia en la dirección de actores. El cine de ciencia ficción requiere de otro tipo de trabajo actoral, y en este caso a todo el elenco le sobra talento, pero le falta riesgo por parte de quienes los dirigen, lo cual parte del verosímil de los diálogos se cae por su propio peso. Es otro de los varios intentos de nuestro cine por abordar géneros fuera del drama o la comedia, lo que de por sí es digno de celebrar. Es de esperar que con el tiempo nuestros realizadores puedan encontrar el camino para darle identidad propia.
El Nostradamus argentino La temática que aborda 5.5.5 es sin dudas muy original: los dibujos proféticos realizados por el artista argentino Benjamín Solari Parravicini obsesionan a un profesor de filosofía cuando descubre la cantidad de hechos históricos que fueron predichos por este autor. Desde el vamos, el filme nos sugiere un interesante acercamiento a la obra de este pintor y escultor nacido en Buenos Aires cuyas psicografías –dibujos realizados durante un estado de hipnosis o trance- aparentemente profetizaron sobre el atentado a las torres gemelas, la crisis económica mundial y muchos otros sucesos importantes acaecidos en los últimos tiempos...
El secreto detrás del aburrimiento Partiendo de los dibujos proféticos del artista Benjamín Solari Parravicini se construye esta historia en donde un profesor de filosofía se obsesiona e intenta descubrir alguna nueva profecía detrás de los dibujos. Una trama que podía prometer mucho, que sin embargo se diluye en situaciones absurdas, personajes muy estereotipados y escenas muy mal ejecutadas. Una película monótona, carente de emoción, muy tediosa y totalmente plagada de lugares comunes que no hacen otra cosa más que aburrir. "5-5-5" intenta ser una película paranoica sobre el apocalípsis, pero en ningún momento logra ser algo más que una historia sobre un personaje histérico, bien idiota y muy molesto. Se hace muy difícil tomar en serio al protagonista Gabriel cuando continuamente busca a una persona la cual claramente le mintió en todo lo que le dijo y él sigue llamando a los números que le dio o incluso se dirige a su domicilio. Sin embargo, el colmo se encuentra en su forma de investigar, su rechazo al Internet y sus continuas consultas argumentando que es para un trabajo que realiza. Igualmente el protagonista no es ni por asomo el peor personaje de la película, la cual incluye a un primo insoportable cuya personalidad ni él se la cree, una adolescente que aparece y desaparece sin razón alguna y un desfile de expertos en diferentes materias cuya construcción no podría ser más estereotipada. No obstante, la total ausencia de una trama verdaderamente detectivesca es la principal fuente de aburrimiento. El hecho de que se observen escenas tan irrelevantes como ver al protagonista ir a un local para sacar fotocopias es el ejemplo máximo de como la película no sabe como narrar lo que tiene entre manos. Incluso es totalmente anti-dramático establecer de entrada que el protagonista esta completamente quebrado, ya que de esta manera Gabriel no tendría nada que perder persiguiendo su obsesión, en cambio de si tuviera un familia o algo similar. Sin embargo, el guión no es solamente malo, a nivel técnico la película es deplorable. Cada plano, locación o vestuario remiten inmediatamente a la época de estudiante cuando los diversos inconvenientes se arreglaban como se podía, pero en su inconsciencia se forzaban situaciones que eran insolucionables. Es meritorio en "5-5-5" tratar un tema para nada común en el cine argentino y llevarlo a través del tan poco transitado género del suspenso. La profecía detrás de los dibujos es también muy interesante y, en esencia, la idea de llevarlo a través de la paranoia y la investigación parecería ser el camino más correcto. Sin embargo, "5-5-5" es al final un producto completamente fallido donde la impericia se mezcla con lo absurdo para terminar generando unas extensas dos horas bien aburridas.