Decir que Giralt se inspiró en Opening Night de John Cassavetes para crear Antes del Estreno es prácticamente redundante. Justamente todo lo que une al film con el original de 1978 con Gena Rowlads es lo mejor de la obra. Nuevamente acá tenemos a una actriz en crisis. Está por estrenar una obra de teatro, pero sueña con ser dirigida por el marido, un introvertido director de cine, halagado por los críticos, pero cuyo egoísmo lo llevó a convertirse en una persona ermitaña. Ambos tienen una hija que también tiene dotes actorales. El problema es que también (y como sucedía en la película original) los dos son alcóholicos...
Mientras uno esta viendo Antes del Estreno, el sentimiento de estar observando algo inspirado en el cine que realizaba John Cassavetes va tomando cada vez más fuerza, aun con más certeza a su famosa Opening Night. Pero también siente que dicha inspiración es excesiva, que desborda hasta el límite de sobrepasar la inspiración...
Nada puede salir mal En Antes del estreno (2010), Santiago Giralt (experimentado guionista y realizador de Toda la gente sola, 2009) expone las incertidumbres de una actriz que está a punto de estrenar Casa de muñecas, de Henrik Ibsen, en el papel de Nora. En el cine, bien sabemos, el movimiento resulta esencial. Es aquello que le otorga autonomía por sobre la fotografía, y lo que –además- permite poner en juego nuevas formas de expresión. En Antes del estreno pone a Juana (Erica Rivas) como eje de todo desplazamiento, pero a medida que el relato avanza sabremos que también importan mucho sus movimientos “interiores”, su drama interno. Tal vez por ello el director eligió a la obra del noruego Henrik Ibsen como la que Juana estrenará. Un clásico en donde una mujer, Nora, teje en su interior una compleja red de sentidos que eclosionan en el célebre portazo final. Movimiento externo e interno, entonces, como principal soporte dramático. Por otra parte, la película también se valida en el trabajo que emprendió Giralt (como director, pero también como guionista) reelaborando la estética del gran John Cassavettes, particularmente el de Opening Night (1977). Vemos, entonces, un movimiento abrupto en el devenir del relato, como si los personajes fueran “llevados” por la acción y no viceversa. Y algo de ello ocurre en Juana (una suerte de Gena Rowlands vernácula), tan ególatra como frágil, siempre al borde del estallido con un inseparable cigarrillo y todo el alcohol que sea necesario para apagar la ansiedad. Abriendo el panorama detrás del personaje, Antes del estreno, además de ser un ejercicio de estilo, es una película que recorta sus conflictos en un grupo generacional (los de “treinta y pico) específicamente ligado al arte. Circulan algunos amigos (entre ellos, uno interpretado por Rodrigo de la Serna), y una periodista a la que Mónica Vila le da un toque bizarro. Y como centro gravitacional, además de Juana, está su marido, Román (Nahuel Mutti). Un director de cine con el que su mujer quiere trabajar, aunque los hilos de la pareja –se verá- no parecieran ser demasiado sólidos. Resulta paradójico que con tamaño referente cinematográfico la película de Giralt se condense en 21 planos y 18 escenas, en un único espacio: una casa quinta. Pero es precisamente a través de esa economía en donde Antes del estreno deviene en un relato fluido, con consistencia dramática y coherencia estilística, por momentos hilarante y de un magnetismo embriagador (¿de qué otro modo podría ser?). La mayor prueba de este sostenido interés radica en las variaciones de la percepción que tenemos sobre Juana, personaje que por momentos roza una antipatía pura y dura, pero que deja entrever una zona frágil. Sólo una actriz extraordinaria como Erica Rivas podía dejar una profunda verdad en medio de tanto homenaje. También es elogiosa la química (lógica) que tiene con Miranda de la Serna, hija en la vida real y la ficción. Pero el verdadero hallazgo es Nahuel Mutti. Con su mirada pone en evidencia toda la melancolía y desazón que su criatura carga.
Actriz y director en crisis Inspirada libremente en Opening Night, de John Cassavetes, la nueva película del director Santiago Giralt explora la conflictiva relación entre una pareja con una hija durante un fin de semana en una casa de campo. Este es el comienzo de Antes del estreno, el film del creador de UPA! Una Película Argentina, Las Hermanas L y Toda la gente sola. Con una cámara que persigue sin descanso y desde atrás a sus personajes, la historia muestra a Juana Garner (Erica Rivas, una buena intérprete) y los días previos a su estreno como protagonista de una obra de teatro en el San Martín. Ella es alcohólica, confunde realidad y ficción y pasa letra todo el día. Su marido (Nahuel Mutti) es un director de cine en pleno bloqueo creativo. Y en el medio aparece una pequeña hija (Miranda de la Serna en una destacada labor) que es rehén de las inseguridades y tambaleo afectivo de sus padres. La película se limita a mostrar esos días turbulentos sin la existencia de un conflicto mayor que estalle. El director no cuenta mucho más que eso y al caos de la pareja se suma un matrimonio (el encarnado por Rodrigo de la Serna) con aires swinger, una periodista (Mónica Villa) y dos amigos, entre dosis de alcohol y drogas. Los anteriores trabajos de Giralt evidenciaban una búsqueda más interesante y atractiva de lo que plantea este film que lleva unos años en el arcón de los recuerdos. Se exhibirá en 4 salas: Espacio INCAA KM 0-Cine Gaumont, El Camarín de las Musas, Cine Soho (Honduras 4761) y Elefante (Soler 3964).
Santiago Giralt nos regala una nueva mirada del detrás de escena del mundo actoral y cinematográfico: la formula funcionó a la perfección con UPA , Una Pelicula Argentina (2006) de mismo director y aquí utiliza los mismos ingredientes pero acotándolos a una pareja de artistas en un fin de semana explosivo: ella, actriz full time a punto de estrenar Casa de Muñecas en el Teatro San Martin, con el papel principal, por supuesto...
Santiago Giralt, en su segunda película como único realizador (en UPA! Una película Argentina y, Las Hermanas L fue parte de sendos grupos de directores), acierta y atrae con su mirada acerca de una actriz de importante popularidad y su entorno en vísperas de un intimidante estreno teatral. Levemente vinculada con la reciente Vaquero de Juan Minujín, e inspirada en un film del gran John Cassavettes, Giralt se introduce en la más profunda intimidad de su sexy, irritable, carismática, voluble y adictiva –tabaco, alcohol, inestabilidad emocional- vida; propia de una diva que se precie. En un privado marco suburbano ella ensaya y espera su gran momento, en medio de una conflictiva relación con su marido guionista y cineasta (Nahuel Mutti), y rodeada de dispares visitantes. Mientras tanto su niña (la prometedora Miranda de la Serna) parece ser la que más la sostiene y protege. Luego de un paso fallido en la costumbrista Toda la gente sola, Giralt vuelve a la temática que mejor lo representa, la trastienda del arte audiovisual (como la brillante UPA), redondeando una pieza que pudo haber dado para más pero que propone un singular momento fílmico y expresivo. Entre la cautivante labor de Erica Rivas, los travellings y planos secuencia, aparecen sustanciosos personajes a cargo de María Marull, Emmanuel Miño, Mónica Villa y Rodrigo de la Serna.
Demasiado maquillaje Un dato fundamental y bastante evidente para quien conoce la película: Antes del estreno es algo así como una remake de Opening night de John Cassavetes. Tenemos una actriz a punto de estrenar una nueva obra. Tenemos a su marido director (en la versión de Cassavetes es director de teatro y va a estrenar la obra con ella, en la de Giralt es director de cine y nunca ha trabajado con su esposa). Los días previos a la función. El trabajo de una actriz, la inseguridad, las relaciones afectivas. Giralt agrega una hija, un entorno más rural, mayor rigor en la puesta en escena. Pero los proyectos se parecen demasiado. ¿Por qué resulta fundamental este dato? Porque la comparación es inevitable. Y de una comparación con Cassavetes no se suele salir indemne. La película está filmada con largo planos secuencia que se pasean por los espacios, por los personajes. Ya sea dentro de un auto, con un trayecto en el que se va sumando gente; dentro de la casa; por los jardines; desde adentro hacia afuera o de afuera hacia adentro. La cámara es casi un personaje más: mira a uno, después pasa al otro, sigue al siguiente, se pierde, se cruza. La puesta en escena es fundamental en Antes del estreno y es muy rigurosa. También es rigurosa la idea de seguir a estos personajes sin pausa a lo largo del fin de semana que precede al estreno de Casa de muñecas en el teatro San Martín. No se puede decir que Giralt no sea fiel al juego que se propuso crear en esta película ni que sea infiel a sus personajes, centro fundamental de una película sin argumento. El problema radica en una paradoja esencial que está en la base de la concepción de Antes del estreno: la de la imposibilidad de poder combinar el artificio minimalista y refinado de la puesta en escena con la intensidad que se necesitaría en las actuaciones. Erica Rivas ha mostrado ya sus enormes capacidades como actriz y fue capaz de sostener una película muy intensa en la que aparecía prácticamente en todos los planos (estamos hablando de Por tu culpa), pero en Antes del estreno queda deslucida. ¿Actúa ella peor en una que en otra película? Para nada. El problema es lo que se quiere hacer con su personaje: jugado entre la diva caricaturesca y la mujer insegura, el personaje de Juana Garner no termina de constituirse porque en realidad nunca terminar de tener un momento para sí misma. O está rodeada por su familia o está rodeada por sus amigos o está ensayando la obra de teatro. Los pequeños momentos de angustia, que se perfilan al pasar, ocurren tan al pasar pero a la vez señalados de forma tan obvia que más que permitirnos vislumbrar una intimidad inaccesible manchan la película como signos semánticos no digeridos. La idea de mezclar realidad y ficción, vida con teatro, conversación con líneas de diálogo (idea que, de nuevo, Cassavetes había desarrollado a la perfección) no funciona nunca por un detalle muy simple: cuando Juana está ensayando sus parlamentos para Casa de muñecas, habla siempre de modo artificioso, habla en español traducido, usa siempre tiempos compuestos. Si el espectador elige entender que Juana está hablando también de la relación con su marido, tendrá que hacerlo a puro esfuerzo interpretativo. Otro recurso para sugerir intimidad está dado por los ralenti que cada tanto puntúan la película. Un detalle: estos ralenti ocurren en medio de largos planos secuencia y se aplican sobre un metraje que evidentemente no fue filmado para generar luego ese efecto. ¿Esto qué quiere decir? Que los ralenti son feos, están mal hechos, cortan la película más que hacerla fluir. A diferencia de lo que había hecho Cassavetes, Antes del estreno no se centra exclusivamente en la actriz protagónica, sino que suele dejarla de lado para seguir a su marido e incluso a su hija y amigos. Esta probablemente sea una de las mejores decisiones de Giralt, porque permite que circule cierto aire por la película, le permite variedad, le permite construir un mundo que así adquiere densidad. El problema con estas escapadas de la protagonista es que funcionan de la misma forma que lo que veíamos con ella: movimientos de cámara fluidos, buenas actuaciones, diálogos aceptables, pero todo lo que pasa lleva la marca de una intensidad que deberían generar los actores pero que la película no se detiene para generar.
Mujer al borde Erica Rivas se luce en el papel de una actriz inestable, ante el protagónico en una obra. Ya lo explicó el realizador Santiago Giralt: Antes del estreno se basa en Opening Night , de John Cassavetes. Habría que agregar: tamizada por el estilo “Giralt”, en el que puede rastrearse al primer Almodóvar: cierta forma naif, leve y desbordada, vertiginosa, algo chillona, de transmitir lo agridulce; el barniz de un humor que deja entrever la angustia de los personajes. Erica Rivas, en un papel a lo Gena Rowlands -frágil y poderoso; inestable y explosivo-, es un gran acierto de esta película. No el único. Antes del estreno está construida con largos, jamás tediosos, planos secuencia, que nos permiten seguir a cada personaje como si pudiéramos fluir con ellos, montados -por momentos- en sus nucas. A través de ese devenir, percibimos, por la mera forma en que se mueven, sus temores, flaquezas, resentimientos y frustraciones. También, su euforia y su amor, tan lábil. Hay, en este filme, mucho devenir y mucha verdad, entendida como la transmisión de sensaciones tan complejas, contradictorias y reales como las oníricas. “Cuando el cine no es documento, es sueño”, es la frase de Bergman con la que Giralt abre la película. Entre estos seres de pasos vacilantes, encontramos a Juana (formidable Rivas): una actriz famosa, alcohólica, excitada y aterrada por el estreno de una obra en el San Martín, su primer protagónico en ese teatro. La acompaña -a veces la acompaña, a veces parece alejarse- Román (Nahuel Mutti), un cineasta no muy conocido, bastante estancado, hipocondríaco, en parte egoísta, también hundido en más de un exceso. Tan egocéntrico y débil como ella. El límite a esos narcisismos, el cable a tierra, parece ser la hijita de ambos, Lili: una notable, naturalísima, creíble y querible Miranda de la Serna. La historia, el fragmento de historia -ya que Giralt, fiel a Cassavetes, prescinde de la narración a través de los tres actos convencionales-, transcurre en una casa en las afueras de Buenos Aires, en medio de la naturaleza, donde la otra naturaleza, la humana, se pone cada vez más densa a medida de que se acerca el estreno. Como en Upa! , pero de un modo más maduro y reposado, Giralt muestra su agudeza para captar y transmitir los sueños y miserias de ciertos artistas independientes. Acá, con menos cinismo y con el énfasis más puesto en los vínculos familiares, pero con similares momentos de intensidad dramática. Aunque su intención -si el arte permitiera hablar de intencionalidad- ya no parece ser la provocación -desde adentro- ni la broma a las cofradías artístico/intelectuales, sino la búsqueda de los inasibles, mutantes sentimientos. Tras Toda la gente sola y Las hermanas L , en las que no había logrado el nivel de Upa! , aunque había probado dignamente nuevos registros, Giralt revalida su capacidad de observación y su talento para dirigir actores, como queda claro en una secuencia de Antes..., cercana al final, en la que logra, sin sentimentalismo, transmitir la esencia de una relación de pareja: el oscuro mar de fondo y la inesperada luminosidad. Lo intenso y lo frágil: lo intraducible a palabras.
Luego de un par de auspiciosas experiencias de creación grupal (UPA! Una película argentina y Las hermanas L.) y de un no del todo convincente debut individual (Toda la gente sola), Santiago Giralt consigue su mejor film con esta tragicomedia inspirada en Opening Night (1977), el clásico de John Cassavetes. Como guionista, escritor, director y/o productor, el prolífico y multifacético Giralt parece obsesionado por la trastienda y las miserias de la creación artística (y de los artistas). Aquí se basa en el trabajo de la gran Erica Rivas ("su" Gena Rowlands), bien acompañada por Nahuel Muti y la niña Miranda de la Serna (hija en la vida real de Rivas y Rodrigo de la Serna, quien también tiene una participación especial en el film), para describir los cuatro días previos al estreno de una obra en el Teatro San Martín que constituirá el primer protagónico de ella. Juana Garner (Rivas), una joven intensa, neurótica y alcohólica, y Román Costa (Muti), un director de cine en pleno bloqueo creativo, comparten un tortuoso fin de semana en una bella casa de campo, pero cada uno parece vivir en su propio mundo, casi incomunicados. Con unos largos, impecables y fluidos planos-secuencia (gentileza de los directores de fotografía Facundo Pires y Galel Maidana, y de la destreza del camarógrafo Pablo González Galetto), que permiten el despliegue histriónico y la interacción entre los intérpretes, un ya maduro Giralt expone en toda su dimensión y facetas la neurosis, la angustia, la histeria, los celos, la alienación, la esquizofrenia, los excesos y la fragilidad de sus criaturas, que viven entre sus inmensos egos, reproches mutuos y una falta absoluta de contención. Si bien el film se va agotando un poco durante su segunda mitad, Antes del estreno resulta un triunfo cinematográfico porque combina la capacidad narrativa de Giralt y la ductilidad de Rivas (mejor actriz de la Competencia Argentina del Festival de Mar del Plata 2010 por este trabajo) para un relato simpático, impiadoso y disfrutable a la vez.
Cuando una actriz se prepara Notable la actuación de Erica Rivas como la protagonista. Es capaz de dar toda la locura de un personaje ambiguo, al borde del histerismo, donde la megalomanía y el egoísmo en choque con la inseguridad se manifiestan en una cadena constante. Tomando como inspiración la película "Opening Nights" de John Cassavetes, el director Santiago Giralt cuenta la historia de una pareja en crisis integrada por una actriz y un escritor joven. Juana Garner es una actriz conocida, de más de treinta años, fascinada por su próximo debut en un prestigioso teatro. Su vida se desenvuelve entre la ficción y la realidad y parece estar al borde de la disociación. Llamativamente, cualquier obstáculo que le presenta la cotidianeidad, la ingresa a la irrealidad, como necesario refugio a situaciones hostiles. Su esposo, un escritor reconocido por la crítica, está en el crucial momento de la "página en blanco" y las relaciones entre ambos parecen pender de un hilo. DERRUMBE PROBABLE No sabemos cómo funcionó antes la pareja y la deducción momentánea es que son dos personalidades inseguras, inmaduras. Sus capacidades especiales parecen salvarlos de un derrumbe probable. Su pequeña hija reproduce las actitudes de los mayores, y parece inclinarse a la actuación como refugio al desapego familiar. La celebración del próximo debut teatral en la quinta con amigos, pone al descubierto las situaciones personales que ya parecen no tener necesidad de ocultarse. Tal maraña existencial se desarrolla en una quinta del Gran Buenos Aires, en compañía de amigos en los que se balancea el deseo de integrar proyectos artísticos, sea como sea (la amiga embarazada, ansiosa de filmar el próximo guión de Roman), olvidar una situación familiar complicada (relación de Juana y el esposo de la amiga embarazada) y el ambiente de droga y alcohol del que también forman parte una pareja de amigos gays. CLIMA ONIRICO El director logra impregnar el ambiente de una atmósfera casi onírica y de por sí laberíntica, con nerviosa cámara en mano, tomas desde atrás de los personajes y contrastes lumínicos. Es interesante temáticamente la observación de personajes que trabajan con la representación y que recurren a su especialidad como refugio y salida. No es una casualidad que Juana Garner tenga que representar "Casa de muñecas" de Ibsen, contagiada de las presiones de decisiones finales y de corte de formas de vida difíciles de superar. Notable la actuación de Erica Rivas como la protagonista. Es capaz de dar toda la locura de un personaje ambiguo, al borde del histerismo, donde la megalomanía y el egoísmo en choque con la inseguridad se manifiestan en una cadena constante. A su lado una pequeña actriz de interesantes condiciones escénicas, Miranda de la Serna. Con ellos profesionales correctos en sus papeles como Nahuel Mutti, Mónica Villa y Rodrigo de la Serna.
Buen relato de armonía afectiva en riesgo Luego de «UPA!, una película argentina» y «Las hermanas L.», dos comedias alegres hechas en forma colectiva, Santiago Giralt se cortó solito con «Toda la gente sola», una comedia agridulce de aire provinciano y abundante elenco filmada en distintos lugares de Venado Tuerto, su ciudad natal. Ahora, para hablar de la soledad en compañía, redujo lo más posible elenco y locaciones: apenas tres intérpretes componiendo un matrimonio y su hija, breves y brevísimas apariciones de algunos otros, una ruta, dos caminos vecinales y su propia casa quinta en Escobar. Otra cosa, la obra dura apenas 75 minutos contando hasta los créditos finales. El resultado: la concentración le hace bien. El tema es el mismo, la búsqueda de armonía afectiva en medio de encuentros y desencuentros cotidianos, asunto que se potencia y arriesga estallar cuando, por ejemplo, la mujer se pone ansiosa frente a un desafío y requiere contención, y el hombre tiene sus tiempos, sus límites, y también otros intereses. Para el caso, la mujer es una actriz con ínfulas en vísperas de estrenar su primer protagónico en el Teatro San Martín, y el hombre escribe guiones y algo dirige, es decir que cada uno vive en su mundo y conviven por rachas, como mucha otra gente pero con mayor capacidad para largarse a histeriquear en cualquier momento. El extenso fondo de la casa quinta, todo verde, debería proveerles calma, y algo hace. Al menos, el espectador lo disfruta, como disfruta también el excelente despliegue de Erica Rivas, que le valió el premio a la mejor actriz en la sección nacional de Mar del Plata 2010, y la destacable composición de Nahuel Mutti. Se agradece además la presencia de Miranda de la Serna, la hija de Erica Rivas y Rodrigo de la Serna, de nueve años al momento del rodaje y mucha naturalidad, con réplicas también naturales, bien puestas, con la lógica y la fantasía de los niños. No se roba la película, porque la sacan en el segundo tercio y recién vuelve casi para el final. Un detalle interesante: la obra entera tiene apenas 18 escenas y 21 planos, esto es, se filmó en planos secuencia siguiendo a los personajes por el extenso fondo de la quinta y aledaños, pero sin hacer ostentaciones técnicas. La cámara no nos distrae, como suele ocurrir en otros casos, y en cambio nos propicia adecuadamente la sensación de estar como invitados a uno de esos hogares donde los dueños de casa discuten sus asuntos y se calman delante de las visitas. Otro detalle: el propio director se confesó inspirado en «Noche de estreno», de John Cassavetes. Hay algo de eso, incluso hay algunos guiños para conocedores (el pedido de autógrafo, ciertos detalles de caracterización, etc.) pero no pasa de ahí. Decir que esta película se asimila a «Noche de estreno» es como decir que «Tres hombres de río» anticipa a «Titanic». Cada una tiene su estilo, su intención y su argumento, y se da maña sola.
Largo viaje del día hacia la noche Filmada con un equipo mínimo y confiando no sólo en la solidez de su puesta en escena, sino también en el talento de su trío protagónico, la nueva película de Giralt es de una madurez dramática y una fluidez cinematográfica infrecuentes. El prolongado, virtuoso plano-secuencia inicial de Antes del estreno sienta las bases de todo el film, como si ya desde la primera toma el director Santiago Giralt quisiera dejar establecido no sólo el tono sino también los conflictos que van a atravesar sus personajes. Allí hay una actriz al borde de un ataque de nervios: Juana Garner (Erica Rivas) maneja, y mientras maneja fuma, y atiende el celular, y despotrica contra la peluca que le tocó en suerte en el Teatro San Martín. Es viernes, viene de un ensayo y el lunes está por estrenar una versión de Casa de muñecas de Ibsen adaptada a la Argentina de los años ’50. Y hace todo eso sin soltar el volante y atendiendo también a su pequeña hija (Miranda de la Serna), que viaja a su lado y tiene que estudiar para el colegio un texto de Lorca. “Yo hice Yerma cuando empecé a hacer teatro”, recuerda Juana muy orgullosa mientras recita un pasaje de memoria. “¡Qué grasa!”, dice Román (Nahuel Mutti), su marido, cineasta en ciernes, que acaba de subir al auto. “¡Es Lorca!”, replica furiosa Juana, después de firmar un autógrafo desde la ventanilla y antes de tomarse un trago de apuro desde su petaca, que parece su mejor amiga. Hay humor en Antes del estreno, pero es un humor ácido, vitriólico. Y hay también tensión, y angustia, y dolor. Santiago Giralt ya había participado como director en los films colectivos Upa! Una película argentina (2006) y Las hermanas L. (2008), antes de animarse con su primer largo en solitario, Toda la gente sola (2009). Pero ninguna de estas tres películas permitían sospechar la madurez dramática y la fluidez cinematográfica que ahora asoma en Antes del estreno. Filmada en su propia casa en las afueras de la ciudad, con un equipo mínimo y confiando no sólo en la solidez de su puesta en escena sino también en el talento de su trío protagónico, la nueva película de Giralt está inspirada, como el mismo director lo ha reconocido, en Opening Night (1977), de John Cassavetes. Y el fantasma de Bergman también anda por ahí, no sólo por la cita inicial (“Cuando el cine no es documento, es sueño”), sino también por esa fragilidad que el director sueco sabía desnudar en sus personajes-artistas, ya fueran actrices o payasos de circo. Pero esos ilustres antecedentes no asfixian la película, como si Giralt se hubiera permitido convocar sus espíritus sin necesidad de rendirles culto y pleitesía. No hay nada reverencial ni solemne en Antes del estreno. Por el contrario, se trata de una película en cierto modo juguetona, capaz de cambiar de registro en un mismo plano sin cortes, de pasar de una paleta colorida y luminosa a una súbitamente oscura, con apenas un golpe de timón en la cámara o con el sorpresivo giro de humor de un personaje. Estructurada en tres días corridos que funcionan como capítulos y resuelta con apenas 20 planos secuencia, siempre en esa casa-refugio en medio de la naturaleza, la unidad de tiempo y espacio de Antes del estreno redunda en una concentración dramática que saca a la luz la frivolidad, el vacío y la vanidad de sus personajes. Pero también su inseguridad patológica, su indefensión y su necesidad de afecto. Por la quinta de ese matrimonio que no pareciera poder vivir un solo día sin atravesar una crisis pasan también una periodista cholula (Mónica Villa), una actriz ansiosa por hacer cine (Mariana Marull) y un amigo que se toma demasiada confianza con la dueña de casa (Rodrigo de la Serna). Pero además de la naturalidad de Milagros de la Serna y del excelente trabajo de Nahuel Mutti como ese cineasta colgado y fumón, la estrella de la película es, sin duda, Erica Rivas. Peinada y arreglada a la manera de Gena Rowlands, siempre con una copa en una mano y un cigarrillo en la otra, Rivas carga sobre sus hombros con la película toda. Basta con ver cómo se le desmorona la mirada cuando su hermana le dice, con una excusa cualquiera, que no va a poder asistir al estreno, para comprobar hasta qué punto Rivas es capaz de comprender (y transmitir) las debilidades de su personaje.
Especie de remake de Opening Night, la obra maestra de John Cassavetes, aquí se habla de una pareja en crisis, de actores, de una obra a punto de estrenarse, de una niña. El resultado, narrado con absoluta sinceridad y concentración por Santiago Giralt, es notable gracias al trabajo de Nahuel Mutti y Erica Rivas, dos personas que parecen reales en la pantalla. El realizador se concentra en sus personajes y se despreocupa en que se “note” su mano. Y con esa estrategia precisa, acierta. Un pequeño gran film.
Santiago Giralt declara que está película tiene una libre inspiración en el filme “Opening Night” que realizara John Casavettes en el año 1977, y esa inspiración fue tan libre que sólo puede encontrase dos semejanzas de esa realización. Una de ellas es que se trata de una historia centrada en una actriz, la otra en que como guionista dejó algunas situaciones sin cerrar, al mejor estilo que utilizara Casavettes inspirado a su vez en realizadores europeos surgidos en los años ´70, que filmaban guiones con situaciones exageradas a las que no cerraban por completo para obligar al espectador a meditar sobre las mismas. Sinopsis Juana Garner es una actriz muy famosa que está a punto de estrenar una obra en el Teatro San Martín de Buenos Aires. Junto a su marido y su pequeña hija se ha instaló hace poco tiempo en una casa ubicada en las afueras de la ciudad. Román, el marido de la actriz, es un director de cine que escribe el guión de su próxima película y atraviesa una etapa en la que su capacidad creativa se encuentra bloqueada. Ambos están “en carne viva” como se dice en la jerga artística, por diferentes motivos, pero el conflicto interior de cada uno afecta al del otro. Pasan por momentos de histeria, de ansiedad, de inseguridad, de enojo, de autismo, de incomunicación, hasta de exceso de comunicación. Lili, la hija del matrimonio, no conoce otra forma de vida que la de ser “hija de artistas”. Todo sucede en el fin de semana anterior al día del estreno de la obra de Juana. Análisis comentario Al espectador se le ofrece una historia con un punto de conflicto muy pequeño, todo pasa por el estado de ánimo de los artistas “antes del estreno”, etapa no tan glamorosa en la que, sin embargo, deben seguir viviendo hasta que llegue el día de estrenar la obra y de continuar escribiendo una película. Un matrimonio como todos, aunque con exposición pública. Podría pensarse que Giralt filmó una película para él mismo y para los cinéfilos si no fuera porque la historia que se cuenta puede resultar atractiva para el espectador común, y además en todos los personajes (incluidos los secundarios) se encontrará “un aire almodorviano”, que también puede resultarle interesante. Resulta llamativo que en “Todo sobre mi madre” (1999) Pedro Almodóvar se inspirara para el punto de partida de conflicto en una escena de “Opening Night”. Influyen en el perfil de los personajes las acertadas caracterizaciones de Enmanuel Miño con un maquillaje tan exagerado como también lo es en detalles el muy logrado diseño del vestuario realizado por Diego Schipani y Marcos Odaso. Érica Rivas es una actriz con gran solvencia profesional y como Juana, la protagonista, vuelve a demostrar su talento y su capacidad para afrontar un personaje con el que corrió el riesgo de “autocomponerse”. Nahuel Mutti, a quien se lo ha visto poco en cine, logra darle a su personaje de Román los matices adecuados, mientras que Miranda de La Serna, en su debut cinematográfico demuestra poseer los genes de sus talentosos padres (Érica Rivas y Rodrigo de la Serna) con un desempeño actoral fresco y desenvuelto para interpretar a Lili, la hija de los protagonistas.
El director y guionista Giralt en ningún momento oculta que para realizar esta historia se basó en Opening Night en 1977 (Noche de estreno), de John Cassavetes, protagonizada por Gena Rowlands y Ben Gazzara, donde habla de una estrella del teatro adicta a la bebida y con una vida personal desordenada. Todo comienza con una frase de Ingmar Bergman, también lo cita en otros momentos, luego muestra el personaje principal en medio de la naturaleza, se la muestra en distintos planos cinematográficos, después vemos a Juana (Rivas) manejando en la ruta, acompañada por su hija de 9 años Lili (Miranda de la Serna-hija en la vida real de Rivas y De la Serna), esta lee un fragmento de “Yerma” de Lorca que estudiar para el colegio, donde su madre responde –“Yo hice Yerma…”. Mientras maneja no le da el ejemplo en nada a su hija, bebe, fuma y habla por celular y luego las acompaña su marido Román (Nahuel Mutti), un cineasta poco conocido, ellos se dirigen a su casa en las afueras de Buenos Aires. La idea es pasar aislados desde el viernes hasta el lunes (esta sería la fecha del estreno de la obra en el teatro); Ella durante esos cuatro días vive intensamente pensando en su trabajo, y no es para menos este significa mucho para una actriz, y se siente aterrada por este su primer protagónico en el Teatro General San Martin, estrena “Casa de Muñecas” De Henrik Ibsen. En esos días Juana se pasa ensayando, en todo momento pasa letra; organiza una sección de fotos y un reportaje (Mónica Villa), y para la noche una reunión con amigos : Hernán (Rodrigo de la Serna), Cynthia (María Marull), Ismael (Emmanuel Miño) y Gus (Santiago Giralt); donde entre ellos se entrelazan las parejas, mediante traiciones y engaños. Si bien su marido está con ella, también por momentos parece alejarse, él es melancólico, en parte egoísta, algo egocéntrico y débil como ella; parece que su hija Lili es quien le marca ciertos límites, personaje que interpreta Miranda de la Serna, realizando un personaje bastante creíble. Gran parte de la película se desarrolla en exteriores, construida con largos planos secuencia, con bastante luz natural, dándole mayor fuerza a las escenas, con muchas caminatas esto va generando reflexiones e ideas, se va siguiendo a varios personajes, notamos que Giralt es un apasionado del cine de Gus Van Sant, Ingmar Bergman, Cassavetes y de actrices como: Ava Gardner, Elizabeth Taylor y Meryl Streep. Se encuentra muy bien narrada, con buenos desempeños actorales y una excelente actuación de Rivas, (alguna recordarán también en “Por su culpa”) que se encuentra a la altura de las actrices más arriba mencionadas, su trabajo es muy creíble, te va metiendo en cada situación, contiene un humor ácido, hay también tensión, ansiedad, y dolor; pero para ver esta historia hay que tener cierta sensibilidad y un gran interés por el teatro y el cine.
Publicada en la edición impresa de la revista.
Cine y teatro se potencian La primera escena de Antes del estreno condensa el juego, la situación y la estética de la película de Santiago Giralt. Van en el auto, Juana (Érica Rivas) al volante y su hija Lili (Miranda De la Serna). La cámara ubicada en el asiento de atrás registra la conversación, la nuca de Juana, su nerviosismo y el poema de Federico García Lorca que Lili tiene que aprender para el colegio. Es viernes, comienzo de un fin de semana difícil para la actriz popular, excéntrica e inestable que estrena obra el lunes. En la casa de las afueras, rodeada de árboles, las espera Román, el esposo de Juana, cineasta en stand by. La ironía de Juana marca el tono de cada diálogo. La actriz se pasea por la casa ensayando parlamentos, bebiendo, fumando, mientras Román se ocupa de lo cotidiano con una dosis de masoquismo y un mar de fondo que se percibe. Lili es niña, hija y espectadora. Miranda De la Serna (hija de Rivas en la vida real) logra una presencia deliciosa, actuando sin actuar. El trío familiar lleva adelante las tareas bajo el peso de la inseguridad y la angustia de Juana, pero, también, revela las dificultades de la convivencia entre artistas, con sus egos deambulando frente a los espejos. Santiago Giralt se basó en John Cassavetes ( Opening Night ), pero más allá de la referencia explícita, logra una película propia, con la cámara en la casa que va sumando ambientes a medida que se puede, el jardín, los perros y las visitas. Érica Rivas demuestra una vez más su capacidad como intérprete en el permanente desdoblamiento entre Juana y el personaje de la obra que también sufre una crisis matrimonial. En tanto, Lili interpela a sus padres como puede. Giralt logra un trabajo sensible en el que cine y teatro dialogan delante de una cámara que agrega luz al mediodía, mientras cada uno le pone el cuerpo a su arte.
Espacios compartidos Como UPA, una película argentina, Antes del estreno también narra los entretelones de un proceso creativo. Pero a diferencia de la película codirigida junto a Camila Toker y Tamae Garateguy, en el segundo largo en solitario de Giralt la preparación de una actriz para el estreno de una obra y los pormenores de la escritura de un guión de su marido son mostrados sin cinismo, sin búsqueda de sordidez. Antes del estreno se coloca bien cerca de sus personajes y los sigue durante largos planos secuencia que acentúan la extrañeza de las escenas; Giralt no utiliza a sus protagonistas para exponer un estado de cosas patético (como en UPA…) sino que ellos, en tanto criaturas complejas y misteriosas, constituyen el centro de la película. El trío familiar compuesto por Juana, Román y Lili son observados en busca de imágenes nuevas, frescas pero también desconcertantes. El aire enrarecido de la casa y sus habitantes se potencia por la increíble duración de las planos, y también porque Giralt realiza breves intervenciones con ralentis que señalan gestos y movimientos en apariencia sin mucha importancia narrativa pero que magnifican a los personajes y sus detalles más mínimos. Prender un cigarrillo, agitar un vaso, preparar la comida; conocemos a los protagonistas a través de sus gestos recurrentes y no por informaciones acerca de su pasado. El clima extraño se establece desde el vamos al entrar en la casa, una construcción pequeñísima rodeada de un enorme jardín que conecta sus espacios principales (el living-cocina y el dormitorio) mediante el baño: para ir de un lugar a otro hay que atravesarlo o pasar por afuera. No es raro que al principio se hable de la necesidad de Lili (la hija) de tener su propia habitación: Antes del estreno es sobre personajes que buscan espacios personales sin hallarlos, y se frustran, se irritan porque están todo el tiempo juntos, como pegoteados. Esa asfixia que rige en la casa se compensa con la apertura del jardín y las tomas largas y ágiles que hace Giralt saltando de un personaje a otro o cuando se demora en el caminar de uno de ellos. En esas escenas el universo de la película se expande; el fuera de campo se vuelve el gran protagonista que, desde el off y mediante sonidos y diálogos, da cuenta de las distancias que existen entre los personajes, incluso en el interior reducido de la casa. Por eso es que, a pesar de estar ubicado a menos de dos metros de ellos, Román no puede hacer nada cuando ve que Juana es tocada por Hernán; no importa la cercanía física real, la infidelidad flagrante de Juana parece suceder a kilómetros de allí y su marido se demuestra incapaz de detenerla. Claro, tampoco ayuda el hecho de que Román haya intentado hace pocos minutos besar a Cynthia, la mujer de Hernán. Por los motivos que sean, en los pocos y apretados ambientes de la casa, las distancias no hacen más que ensancharse. En medio de la pareja siempre está Lili fundando el apelotonamiento: ella es la que los junta y acerca, las que los pega con sus diálogos y movimientos (como la caída –¿accidental, calculada?– del árbol, con la que reúne momentáneamente a sus padres alrededor suyo). También Giralt la utiliza para suturar los abismos que se abren al interior de la pareja; el director sigue a la nena durante planos que conectan los mundos separados de Román y Juana, que en la práctica no pueden juntarse ni siquiera con un objetivo laboral en común (Juana, a pesar de ser una actriz reconocida, nunca fue convocada para ser dirigida por su marido). El gran acierto de la película es la capacidad de maniobrar esos conflictos sin regodearse en ellos, no buscar en las peleas del matrimonio quién sabe qué miseria propia de la creación artística. Al contrario, Giralt no solo apuesta por un universo extrañado y resistente a cualquier lectura condescendiente, también confía en el humor para pintar el cuadro de las calamidades cotidianas de la pareja. La comedia a veces negra e incómoda del director alcanza picos de maestría en el plano secuencia de la fiesta del sábado; la cámara sigue alternativamente a las tres parejas de amigos (es la noche de las infidelidades cruzadas) y encuentra sus mejores momentos en dos vómitos: cuando Román se entera de que Cynthia está embarazada, y cuando trata de llevársela lejos para que no vea a Hernán (su marido) calenturiento con Juana. Los vómitos de Román no solo marcan el tempo cómico de la escena, también funcionan por lo revulsivo de su irrupción (¿en cuántas películas se vio que un personaje vomite ante la noticia de un embarazo?). El humor despoja a la historia de cualquier posible gravedad. Como Lili, que recorre ligera los recovecos de la casa y la inmensidad del patio, Antes del estreno toca a los protagonistas y sus penurias con suavidad y respeto, haciendo de los momentos más dramáticos lugares de paso sobre los que levantar una poética alucinada de la cotidianidad. En este sentido, y a pesar de tratarse de un homenaje explícito a Cassavets, Giralt no podría ubicarse más lejos suyo: si en el cine del director de Opening Night lo extraño muchas veces surgía de un exceso de realidad, de un hiperrealismo que colmaba a los personajes y la puesta en escena, el realizador de Toda la gente sola parte de una mirada liberada de cualquier imposición realista que, por lo bajo, pareciera estar postulando que la realidad y el verosímil pueden compartir el mismo espacio que lo extraño y lo incomprensible. En ese cruce atípico e improbable es que surge la belleza inquietante de Antes del estreno.