Bailarina: Bailando por un sueño. La animación franco-canadiense viene con algún engranaje repetitivo pero la pasión le dará vida a esta película de ballet. Ante el reciente estreno de Moana, una princesa feminista fallida, viene a la pantalla grande una obra llamada Bailarina (Ballerina) con otra protagonista mujer pero con mucho más luz que su par de Disney. Luego de su escape del orfanato rural, Felicia, decide ir a París a descubrir su sueño y ni bien llega lo encuentra. Entra a un teatro imperioso de la ciudad donde se deslumbra clandestinamente de una bailarina durante una de sus prácticas de rutina para la obra del Lago de los cines. La niña queda detenida en el tiempo, sus ojo delatan admiración y satisfacción ante ella. Lo consigue. Sabe lo que quiere. Pero… Ser danzarina no será tan fácil. Y es esa flama que dará inicio a esta corta odisea. Fines del siglo XIX, París era aposento de los soñadores. Esa es la imagen que le concede la animación todo el tiempo. La magia de la ciudad francesa conquista al cine casi siempre y como en ”Ratatouille” (2007) y “Medianoche en Paris” (2011), los paisajes dominan el escenario por completo y no por ser una animación en 3D perderá su esplendor, todo lo contrario. El uso de imágenes por computadora le dará un valor virgen a los lugares, edificios y a todo el panorama de la localidad. Lo veremos en su estado más purificado. Transformando, por momentos, a los paisajes en su protagonista. Pequeña huerfanita soñadora de París, esa es la heroína del relato quien sin saber bailar quiere dominar el escenario del teatro más famoso del momento. Pero el ballet es símil al deporte, entrenamiento severo, competencia voraz y constante autodisciplina que solo un puñado de luchadores logrará controlar. Todo se redondea a que la protagonista deba hacer “trampa” para conseguir una diminuta oportunidad que le nunca podría conseguir debido por su situación de clase social. Es por eso que lo hace. No tiene otra manera. Sin embargo, una vez llegada la ocasión (cuando se le abre una ventana honesta) para consagrar su sueño de lustrar el piso con pasos de Tchaikovski o Stravisnki en el aire, deja las manías y comienza a ser leal a sus creencias. La saltarina nunca se queja de su condición o del favoritismo del otro. Solo lucha, pelea, las chispas que motiva su pasión la hacen olvidar por completo todas de las injusticias que hay a su alrededor. Los personajes secundarios son casi incensarios que solo agregan comentarios que alargan la trama como relleno. Como su amigo Víctor quien se escapó con la chica del refugio y que vive declarando durante toda la aventura su ambición de ser inventor pero lo que realmente anhela es ganar el corazón de la imperativa niña. O como su entrenadora, a la que se construye muy bien en cuanto a personaje pero que no se consigue dar todo el potencial que podía dar. Y el villano solo aparece al final para hacer el juicio moral que tanto le gusta poner en las películas infantiles. La banda sonora entremezcla clásicos y temas pop para que los no nos despistamos en los sentimientos internos de la bailarina, quien siempre está con energía para dar su siguiente paso. Pero lejos está de ser un musical. La película peca con clichés pero es salvado gracias una excelente dirección a cargo de Éric Warin y Éric Summer, sumado a gran animación que genera un enorme abanico visual continuo, en especial en las fogosas escenas de ballet. La combinación descarada (pero por suerte encantadora también) de la “Cenicienta”, “Karate-Kid” y “Los juegos del hambre” hacen que el largometraje se mueva todo el tiempo, un ritma cautivador y atrapante.
Los países franco parlantes dan batalla en el ajustado mundo de la animación con Bailarina; una película cuya mayor riqueza se encuentra en tener un target bien definido. Los operaprimistas Éric Summer y Éric Warin son los encargados de llevar a la pantalla grande esta producción Franco-Canadiense de la casa Gaumont, una de las más importantes de la filmografía francesa. Si bien no se trata de un film de princesas, típico estandarte del estudio del Ratón Mickey como lo es la reciente Moana, el guión escrito por Summer; Carol Noble, y Laurent Zeitoun no parece querer apartarse mucho de las fórmulas prestablecidas para este tipo de films. Es la historia de Félicie (en el original, voz de Elle Faning) una niña huérfana que vive en un hogar mixto regido por monjas de un convento. En los pocos tiempos libres que le quedan entre las tareas de aseo asignadas, y aun durante ellas, Félicie sueña con ser una bailarina de ballet profesional. Por supuesto, ante los malos ojos de los guardias y religiosas encargadas. Félicie cuenta con la ayuda de Victor (voz original de Dane DeHaan), un compañero del orfanato con sueños de convertirse en un gran inventor; que la ayudará a emprender un gran escape. Bailando por un soundtrack: Instalada ya en las calles del París de 1880, una serie de coincidencias y malentendidos la llevarán a formar parte como estudiante de la academia de Ballet, tomando la identidad de una niña malcriada Camille (voz original de Maddie Ziegler); y quedando bajo la tutela de Odette (voz original de Carly Rae Jepsen), empleada doméstica de la pérfida madre de Camille y ex estrella del ballet. Bailarina es un clásico film apuntado para las nenas. Su estructura de cuasi melodrama que nos hace recordar a los ejemplos locales de las tiras de Cris Morena, demuestra una clara intención de captar la atención de las niñas que sueñan lo mismo que Félicie, o casi. Será la participación de Víctor y la historia paralela que lo envuelve (que nos traslada a la construcción de monumentos históricos tradicionales), lo que nos relaje de esa veta más sobrecargada “de rosa”, con tintes de humor disparatado y algo de vuelo creativo. Por lo demás, lo que va quedando es un impulso por vender una banda sonora, que, como el film, se inclina por voces en inglés. Cualquier ocasión servirá para iniciar un fondo musical (los personajes no cantan) de ritmos actuales y muy vendibles, pero pocos gancheros o memorables, similar al tono que elige la película, que se ambienta en el Siglo XIX pero adopta un estilo más bien moderno. Félicie es un personaje con el que ese público podrá identificarse, y aunque todo lo que la rodee suene demasiado azaroso, en definitiva, los sueños están rodeados de ese halo de mística. La animación es fluida y ya no se puede hablar de un abismo de diferencia de técnicas entre estas producciones de corte (semi) independiente y las propuestas de grandes estudios (hasta que viene la nueva de Disney/Pixar y nos deja con la boca abierta desterrando este postulado). Todo apunta a esa paleta amable pero que también demuestra la tristeza del melodrama con colores algo opacos, y el clasicismo de la época en que se ubica y el arte que “homenajea”. Vale mencionar que para las escenas de ballet se tomaron las capturas e movimiento de dos bailarines clásicos de Francia como Aurélie Dupont y Jérémie Bélingard. Conclusión: Bailarina no está destinada a ser un clásico como el estilo de baile que expone; pero ante tanta oferta actual de cine de animación en cartelera, hay que decir que no subestima a los espectadores con algo de menor calidad ni realizado sin el más mínimo criterio. Acá hay intenciones de hacer las cosas bien. Adultos y niñas pueden abandonar la sala con la idea de que se pudo dar más, pero satisfechos.
Dirigida por Eric Summer y Eric Warin, es una historia de cenicienta pero ambientada en Paris, en la época de la construcción de la torre Eiffel y cuando la estatua de la Libertad esta embalada lista para ser enviada a los EEUU. A esa Paris llegan dos huérfanos, especialista en fugas, con sueños muy concretos: para ella pertenecer al cuerpo de la Opera de Paris. Para el ampliar sus conocimientos científicos. La bailarina de la historia tendría una instructora excepcional y como enemigo a una feroz empleadora que solo desea que su hija caprichosa llegue a la cima del ballet. Equívocos, sueños, el precio de cumplir con los anhelos, lo convencional en la materia, pero con una animación encantadora y mucha acción, con toques crueles y románticos. Entretenimiento para toda la familia.
Bailarina: danza animada en la vieja París No es Disney, ni Pixar ni Dreamworks, pero eso no supone que esta modesta producción animada franco-canadiense dedicada a la danza carezca de interés. La protagonista es bretona, huérfana y con un objetivo en la vida: dedicarse a la danza. Por eso, con la complicidad de su amigo Víctor, se escapa del orfanato que compartían para llegar a un París que aún tiene su famosa torre en construcción y probar suerte en el Ballet de la Opera. Lejanamente inspirada en Loie Fuller, inventiva pionera de la danza en el cine de esa época, la película, aunque colmada de lugares comunes, tiene su mayor interés en la recreación de aquel París y en algunas coreografías que solo el dibujo hace posibles.
En plena época de vacaciones en donde no sabemos a dónde llevar a los integrantes más jóvenes de la familia llega Bailarina, una propuesta entretenida, sencilla y agradable. Felicia es una niña que vive en un orfanato, junto con su amigo Víctor, ambos deciden escapar de ese hogar transitorio en busca de nuevas aventuras y porque no, también en busca de una mejor vida. Ella sueña en convertirse en una bailarina profesional de Ballet, encuentra la oportunidad perfecta de ingresar en una prestigiosa academia de danza al pasarse por otra alumna, allí tendrá que demostrar empeñó y muchas ganas para lograr protagonizar al famosa obra El Cascanueces. Bailarina puede repetir varios chiches que ya se han visto con anterioridad, pero aun así logra salir bien parada, al ser un producto fuera de lo que es Disney o Pixar, es bueno darle una oportunidad y juzgarla, la calidad de la animación es satisfactoria, más en el año que se narra la historia, Paris en el año 1879, en donde la Torre Eiffel estaba siendo construida. Los personajes por suerte también están bien construidos, cada uno se da la libertad de tener su momento en la historia. Los actores que prestaron sus voces son: Elle Fanning, Dane DeHaan y la cantante Carly Rae Jepsen. Lo bueno: Una propuesta entretenida que pueden disfrutar tanto grandes como chicos. Lo malo: Cae en la musica sobretodo, en donde debe aparecer el Ballet pasa lo contrario, se escucha música pop, eso hace restar importancia a las coreografías, aun así es entretenida.
Animación con ballet y peleas Las niñas en primer lugar, y luego madres, padres, tías, etc. pueden disfrutar con este dibujo franco-canadiense de la dupla Warin-Summer, sobre una huerfanita decidida a bailar en la Opera de París. No la tendrá fácil. Primero deberá escaparse a la gran ciudad, lograr mantenimiento, aprender ballet, y soportar gente muy mala, desde el portero del orfanato hasta una señorona desagradable y una nena insoportable que quiere ser estrella absoluta. Por suerte también hay gente buena. Y paisajes preciosos, con un atractivo especial, porque esto se ambienta en 1879, cuando la Torre Eiffel y la Estatua de la Libertad estaban en obras. Llegado el momento, y tras marcado sacrificio, nuestra protagonista estará en condiciones de enfrentar a la presumida. Sólo que (tiembla Chaikovsky) la coreografía del enfrentamiento no parece de ballet, sino más bien de una película de artes marciales y fantasía oriental. Como esa, hay otras cuantas licencias de diversa clase, que el público infantil celebra jubiloso. Ningún problema, mientras no se les ocurra hacer lo mismo a la salida del cine.
Bailarina es una entretenida propuesta de animación para chicos que podría haber sido una gran película si los realizadores no hubieran subestimado al público infantil. La trama presenta un relato familiar sobre la importancia de jugarse en la vida por los sueños personales y la vocación artística. Un tema que en la animación ya se trabajó centenares de veces, pero en este caso se desarrolló con un lindo cuento que tiene personajes atractivos. Felicia la protagonista de la historia es muy carismática y junto con su sideckick, Victor, que sueña con ser inventor, se gana desde las primeras escenas las simpatía del público. La trama se desarrolla a fines del siglo 18 y se centra en el mundo de la danza de París, ciudad a la que esta niña viaja para cumplir su sueño de ser bailarina. Este film presenta una gran trabajo en la animación para tratarse de una producción independiente y sobresale especialmente el trabajo que hicieron los realizadores con la ambientación de París y las secuencias de danza. Bailarina cuenta con un gran trabajo del compositor Klaus Badelt, cuyas melodías originales fueron arruinadas por la inclusión de canciones pop berretas, típicas de la series de televisión del Disney Chanell, que destruyen el tono emocional de varias escenas. Probablemente los realizadores entendieron (y de esa manera subestimaron también a los chicos) que la música clásica podía ser demasiado aburrida y en varias secuencias incluyeron canciones pop modernas que están completamente fuera de contextos. Si en las mismas escenas de baile se hubieran utilizado piezas de música clásicas esos momentos de la historia hubieran sido espectaculares. Recuerdo que en 1990 se hizo El Príncipe encantado, inspirada en el ballet de Tchaikovski, El cascanueces, que utilizaba íntegramente las melodías de esa obra y la película fue perfectamente recibida por el público infantil. De hecho, hoy es un clásico del género. Al margen de este detalle que se podría haber mejorado, Bailarina es una buena propuesta de animación para disfrutar en familia.
Por un sueño La historia animada de una huérfana que sueña con entrar al ballet en la París del siglo XIX. Una huérfana sueña con ser bailarina y, para conseguirlo, huye del orfanato en el que está recluida, en Bretaña, rumbo a la París de fines del siglo XIX. Ahí se encontrará con una pérfida ricachona y su hija malcriada, que harán todo lo posible para impedirle concretar su deseo. Pero también tendrá la ayuda de su mejor amigo, un aspirante a inventor, y de una sirvienta que le dará lecciones tan poco convencionales como las del Señor Miyagi en Karate Kid. Bailarina cuenta una historia tradicional, sencilla, con la nobleza de los cuentos de hadas. Los ricos son los malvados y los pobres, gente de buen corazón. Hay mucho de Cenicienta en la protagonista y su mentora, que friegan pisos estoicamente. La nena rica actúa como aquellas horribles hermanastras y su madre, la villana mayor, no tiene nada que envidiarles a las brujas y madrastras de tantos clásicos infantiles. Tampoco falta una especie de príncipe. Sin ser una maravilla, los dibujos son aceptables. Es un acierto, sobre todo, el contexto: la París donde Gustave Eiffel está construyendo tanto su famosa Torre como la Estatua de la Libertad. El gran defecto es la música: en lugar de apelar a las partituras de los grandes ballets –hay apenas un fragmento de El lago de los cisnes-, suena un anticlimático pop radial de la peor calidad. Una lástima.
Loop coreográfico La coproducción franco/canadiense Bailarina (Ballerina, 2016), trae una vez más a la pantalla el clásico cuento de la joven que desea algo con todas sus fuerzas pero la realidad en la que vive le impide poder cumplir sus sueños. Felicia es una niña huérfana que pasa las horas del día limpiando la vajilla mientras practica coreografías complicadas. Su anhelo más profundo es poder escapar del orfanato, alejado de la ciudad y llegar a París para conocer la Ópera y poder ahí concretar su sueño con una formación que la ayude a perfeccionarse. Felicia verá como su suerte cambia al conocer a Odette, una ex-bailarina que se dedica a limpiar el lugar, y también la casa de una aristócrata déspota que tiene una hija aspirante a ingresar a la escuela de baile. La oportunidad, al llegar una carta de aceptación para Camila (la hija de esta mujer desagradable), de reemplazarla y bailar profesionalmente. Bailarina toma de grandes clásicos como Príncipe y Mendigo, La Cenicienta, Oliver Twist, y los reversiona, (hasta afirma “no somos personajes de una novela de autor”), tratando, además, de acercarlos al espíritu de época reinante en el que desarrolla la trama, un París de comienzos de l Siglo XX. El film no logra superar su clásica narración aunque puede plantearse como una puesta al día de aquellos relatos en los que el protagonista, en este caso Felicia, construye una oda al progreso y a la autorrealización como ideal para subsistir.
Esta es una nueva propuesta infantil para llevar al cine a los más pequeños de la casa. Contiene mensajes similares a la reciente película estrenada “Sing, Ven y canta”, o “Ratatouille”, así como tantas otras del género, diciendo que con el esfuerzo, el trabajo, el amor y la valentía, todos tus sueños se hacen realidad y nunca debes renunciar a ellos. Va mezclando muy bien la aventura, la comedia, el drama y el romance. Buena ambientación realizada en un París de finales del siglo XIX. Acierta con la música elegida y las coreografías del ballet.
La animación franco-canadiense tiene a una niña huérfana de protagonista y es una deliciosa versión de un cuento de superación. Una historia de sueños y superación es la que propone Bailarina, la nueva animación franco-canadiense que, con un planteo clásico y lineal, ventila sin embargo con una ráfaga de aire fresco varias estanterías de libros “ñoños” y algunos esquemas de los clásicos cuentos infantiles. Félicie es una nena alegre y vital que tiene la energía de una ardilla aunque vive encerrada en un orfanato con severas reglas de seguridad. Su sueño es ser bailarina y para cumplirlo no le quedará otra que salir de allí. Con Victor, su encantador amigo, emprenderán entonces la aventura de llegar a la Ópera de Paris. De una factura delicada y detallista, la fuga (y la persecución) abusa quizá de los golpes pero regala pasajes de adrenalina pura. Dinámica y divertida, Bailarina transcurre a fines del siglo 19 en la Paris de Gustave Eiffel (es un deleite la recreación de la ciudad), pero los personajes protagónicos tienen la frescura de los chicos de hoy, que podrán reconocerse sus peleas, los juegos de igual a igual y la picardía para saber mentir un poco si el objetivo vale la pena. Para esta nena pobre que delira por interpretar en puntas de pies el Cascanueces pero solamente cuenta con altas dosis de entusiasmo, gracia y simpatía, convertirse en una bailarina le significará mucho esfuerzo y, sobre todo, mucho ingenio. Las prácticas serán la versión femenina y animada de aquellos pasajes memorables de Karate Kid. Y ahí los que disfrutan son los adultos que llevan a las chicas y los chicos.
Crítica emitida en Cartelera 1030 –Radio Del Plata AM 1030, sábados de 20-22hs.
Recreada a través de la animación, la ciudad de París es una protagonista indiscutida en la película dirigida por Eric Summer y Eric Warin. Felicia (voz de Elle Fanning) es una joven que vive en un orfanato y tiene un sueño: ser bailarina. Para hacerlo realidad decide escaparse a París, junto a su mejor amigo Víctor (voz de Dane DeHaan). Algunos sucesos imprevistos le permiten ingresar y tomar clases de ballet clásico en la Ópera, pero para ser aceptada por el entorno, primero deberá confiar en ella misma. Bailarina (Ballerina, 2016) es un film especial para los chicos, dado que muestra la importancia del esfuerzo y la dedicación en todo lo que se emprende. Pero los adultos también pasarán un rato entretenido junto a los más pequeños. Además las temáticas que indaga podrán servir de disparador para reflexionar sobre distintos aspectos. Lo más significativo de la película es la animación: tanto las calles de París como los detalles del interior de la Ópera están muy bien logrados. Y ese escenario verosímil es un excelente despliegue visual que complementa el trabajo de las figuras humanas (un poco más ficticias que los escenarios, pero sobresalientes en cuánto a los movimientos, en especial en las partes de danza). Summer y Warin llevan a la pantalla grande una historia de superación personal. Ideal para creer en los sueños. Y por qué no, en que pueden hacerse realidad.
ARDOR ESENCIAL “Jamás debemos renunciar a nuestros sueños”. La frase resulta bastante trillada, sobre todo, cuando se trata de películas animadas y en el caso de Bailarina, como en tantas otras, funciona como el leitmotiv para que los amigos se liberen por completo de aquello que los retiene, el orfanato, para lanzarse de lleno cumplir sus deseos más profundos: convertirse en la primera bailarina del Ópera House de París para Felicia y ser un inventor para Víctor. En el trayecto, el filme de Eric Summer y Éric Warin mantiene ciertas semejanzas con el cuento de La Cenicienta a partir de los personajes de Camille, una niña egoísta y malcriada; su madre, quien posee un parentesco físico y estético con la madrastra del cuento y Odette, la sirvienta que acoge a Felicia y se transforma en su mentora. Este último personaje resulta curioso porque combina matices de La Cenicienta con otros del personaje principal del cuento- ballet El lago de los cisnes. El trabajo más interesante de la película se encuentra en el despliegue visual y narrativo del contexto: por un lado, la ambientación de la París de fines del siglo XIX enmarcada en la construcción de la torre Eiffel y del futuro envío de la Estatua de la Libertad a Estados Unidos. Por otro, en el período de transición del ballet romántico, más específicamente el ballet blanco, hacia la escuela rusa. Dicho pasaje se evidencia en la conformación de las personalidades de ambas niñas y en su forma de bailar. Felicia da cuenta del primero por su pasión y la idea de un desplazamiento etéreo; mientras que Camille se centra en la técnica y en cierta elegancia. El cumplimiento de los sueños encuentra su par en la pregunta “¿por qué bailas?”. Allí radica el mayor anhelo de todos: exteriorizar la propia esencia. Por Brenda Caletti @117Brenn