El retorno de los oscurantistas. Está más que claro que Donde se Esconde el Diablo (Where the Devil Hides, 2014) no es una maravilla del séptimo arte ni mucho menos, pero también resulta indudable que forma parte de una clase B relativamente simpática que pocas veces llega a la cartelera argentina. Específicamente hablamos de un representante de esa vieja y querida tradición orientada a la superposición de subgéneros y/ o recursos estilísticos de la más variada índole, respetando las características de cada uno de los bastiones involucrados y creando en el trajín un mejunje mediocre aunque bastante ameno, en especial si lo comparamos con los ejemplos fundamentalistas e impresentables que suelen colmar las pantallas por estos lares. Combinando los adagios milenarios de “a veces más es mejor” y “tan mala que termina siendo buena”, la realización va abriendo un estrato narrativo tras otro y logra entretejer con cierta ingenuidad las premisas en cuestión: tenemos un andamiaje slasher en un contexto puritano (tanto porque todo transcurre en una comunidad amish como por lo conservador de la truculencia gore), inserts de profecías demoníacas símil videoclip (nunca pueden faltar las visiones con respecto al arribo del príncipe del averno), destellos de los retratos amargos de la vida en sectas (el oscurantismo y la hipocresía van de la mano), y hasta un melodrama del corazón promediando el metraje (para los adolescentes sensibles). La jocosidad y la idiosincrasia efusiva de la propuesta esquivan toda pretensión de seriedad y nos reconducen continuamente hacia el terreno del delirio exasperado, con una estética algo descuidada y sobrecargada de marcas formales prototípicas de esta clase de obras: planos cortos torpes, una edición tambaleante, tramas en paralelo inconexas, un tono que no se decide entre la furia o la placidez, un entusiasmo inconmensurable y actuaciones que se pasan de “intensas”. Tanto el director Christian E. Christiansen como el guionista Karl Mueller balancean los dardos contra el fanatismo religioso y la vorágine del poder con un desarrollo más o menos eficiente en el que nunca desaparece del todo el atractivo macabro. Por supuesto que mientras que Lucifer amenaza con poseer a una bella señorita y desatar la desolación del pecado en la colectividad amish, se produce una andanada de asesinatos vinculados a otras jóvenes gustosas de violar el ascetismo y los férreos mandatos de sobriedad que caracterizan al credo protestante. Aquí se destaca la labor de Colm Meaney como Elder Beacon, el líder del grupo y principal sospechoso de la masacre, un personaje repugnante que en su intolerancia lleva adelante abusos y humillaciones. El film no consigue abrirse camino hacia la excelencia y desaprovecha la oportunidad de presentarnos un regreso sutil de las camarillas incultas de antaño, no obstante tampoco pasa vergüenza…
El Anticristo vive en una aldea y usa pollera El terror se instala en una comunidad amish en la que cinco jovencitas a punto de cumplir dieciocho años arrastran una maldición entre los lugareños. Las vidas de todos corren peligro y las muertes se suceden sin suspenso ni impacto. Los habitantes de una aldea anclada en el tiempo y alejada de las costumbres de la vida moderna esconden secretos y una maldición que se arrastra desde hace dieciocho años. Donde se esconde el diablo es la película del danés de Christian E. Christiansen que muestra una posible posesión satánica en La Nueva Belén, la comunidad amish liderada por un oscuro y siniestro pastor -Colm Meaney-, el mismo escenario que alguna vez impactó con Testigo en peligro. La trama se centra en seis niñas que nacen al mismo tiempo e instalan una maldición que hace peligrar las vidas de los lugareños. A punto de cumplir dieciocho años, las cinco jovencitas -una muere en manos de su madre- van desapareciendo porque una figura diabólica comienza a cazarlas. El Mal se quiere instalar nuevamente en la Tierra pero sin el suspenso ni las muertes impactantes que tuvieron clásicos como La Profecía o El Exorcista. A pesar del interesante planteo, el film no esconde su intención sobre el choque de culturas -el chico lindo, hijo del sheriff, salva a la protagonista de morir ahogada- pero el tono deliberadamente ingenuo le quita credibilidad a muchas de las escenas, acercando a la atormentada Mary -Alycia Debnam Carey- y a su familia al estilo de vida de los recordados Ingalls -el padre encarnado por Rufus Sewell, la estricta madre adoptiva y una hija que pide permiso hasta para ir al baño-. El resto traerá a un sheriff que investiga las muertes y a chicas de vestidos largos perseguidas sin descanso por un asesino que viste de negro y lleva una daga en sus manos. El suspenso se mantiene a medias y para sumar maldad se cargan abusos sobre el pastor y la comunidad que castiga los pecados mientras va cavando sus propias tumbas. Las apariencas engañosas y los poderes desatados la acercan a productos ochentosos ya conocidos por el público pero sin llegar a inquietar al espectador.
La cuota de terror de la semana. Una de diablo, leyendas, sociedades cerradas, equívocos, muertes y amenazas. En un momento parece que va a escapar de lo obvio, pero no. Asusta con moderación.
El loco de la hoz Pese a todos los lugares comunes y la pátina berreta, consigue entretener y, de a ratos, asustar. Seamos claros: Donde se esconde el diablo es una película clase B. Que no equivale a decir que es mala, pero sí que sus actuaciones son flojas tirando a pésimas, que tiene una pátina berreta, que el guión es un cóctel de lugares comunes, que perfectamente la podríamos ver en la trasnoche de algún canal de aire. Y así y todo, tiene un qué sé yo que la hace disfrutable. La acción transcurre en uno de esos pueblos religiosos al estilo de Testigo en peligro, que viven en pleno siglo XXI como si estuvieran en el medioevo: aislados, sin electricidad ni otras comodidades modernas. Sobre el pueblo pende una profecía: allí, en Bethlehem, un día 6 del mes 6, nacerán seis niñas. Con el tiempo, sólo una de ellas sobrevivirá, y al cumplir los 18 años será el instrumento del demonio sobre la Tierra. Ha llegado el momento y ahí están las chicas, cerca de llegar a la mayoría de edad. Pero un encapuchado loco, hoz en mano, empieza a liquidarlas. Esta cruza de Martes 13 con La profecía y La aldea cuenta con unos cuantos condimentos del género: sustos clásicos, por no decir trillados (ruidos en un granero oscuro, el placard que se entreabre en medio de la noche, el bosque ominoso, etcétera), sexo ultra soft, persecuciones a los gritos, giros sorpresivos. Y un fanático religioso, el mandamás del pueblo, que probablemente sea el que salva la película: Elder Beacon, interpretado por el gran that guy irlandés Colm Meaney, que ya se ganó el derecho a un protagónico, y en alguna producción de mejor calidad.
"Donde se esconde el diablo" llega para no aportar absolutamente nada a nuestra cartelera. Te preguntarás ¿tiene algo de "El exorcista"? No, nooo... En realidad no tiene nada atractivo que te vaya a hacer saltar de la butaca. ¿Suspenso? Sí, pero muy poco, porque se pincha cuando te das cuenta que todo lo que pensás que va a pasar empieza a suceder. El elenco no me conmovió para nada, al igual que el guión, que se muere (literal) a los cinco minutos cuando clavan una placa "18 años después". A los pocos minutos de esa información hay una escena en la que las chicas "de la maldición" están en un lago y una tiene un episodio en el que casi se ahoga, pero waittt, aparecen los chicos normales, los que no viven en la comunidad amish "La Nueva Belén", que la salvan (uh, perdón, te spoilié la escena...). Siendo sincero... es tan tan tan mala la escena de respiración que no lo vas a poder creer. La peli tiene sus momentos, y sí, hay que verla hasta el final... Reconozco que los últimos minutos, para toooooodo lo que tuve que ver, es de lo mejorcito. Como digo siempre, viví tu propia experiencia y andá a verla al cine.
La siguiente línea ya es habitual pero vale la pena repetirla: Argentina goza de una gran costumbre de estrenar películas de terror y que les vaya bien a pesar de ser malísimas. Son solo un par de excepciones por año las que realmente valen la pena y Donde se esconde el diablo es una de ellas. Lo genial de esta película es que la gran mayoría de su metraje te va “vendiendo” una cosa y llegando al final es otra. Y uno no lo ve venir porque te despistan muy bien. Más allá de los sobresaltos que te pueda provocar o no, lo señalado en el párrafo anterior es para destacar porque no es algo fácil de lograr. Los personajes tenían todas las fichas para ser bien vacíos y cuadrados pero por suerte nada de eso ocurre. El elenco encabezado por ignotas actrices y Rufus Sewel laburó muy bien e incluso con matices dramáticos que aportaron profundidad. Sí, hay gritos que están exagerados y sí, también tenemos las típicas escenas de adolescentes hormonales propias de este género, pero el saldo es positivo. De la historia no se puede decir mucho más de lo que se lee en la sinopsis porque sería un gran spoiler, pero destaco que están muy bien manejados los climas y el suspenso. Sin llegar a ser una experiencia escalofriante como lo fue El Conjuro (2013), Donde se esconde el diablo levanta la vara de la mediocridad de películas de terror que llegan con frecuencia a la cartelera local, así que si son de consumir estas películas aquí hay una que no pueden perderse.
Una comunidad de amish vive pacíficamente, pero con el temor latente de que se cumpla una vieja profecía, que asegura que de un grupo de bebas nacidas hace dieciocho años, cuando una de ella cumpla la mayoría de edad, será la reencarnación del diablo. Y casualmente el grupo de ahora adolescentes está a días de que todas lleguen a esa edad. El cine de terror no atraviesa su mejor momento, y esto lo sabe cualquiera que mire regularmente cine, sin ser un experto en el tema. Por eso, hay que estar atento muchas veces a producciones pequeñas, que quizás al tener menos recursos económicos, ofrecen algo distinto desde la trama. Por desgracia, éste no es el caso. Sin ser una mala película, Donde Se Esconde El Diablo adolece de la falta de un mayor presupuesto que se nota que no tiene. En especial a la hora de haber contado con un mejor elenco o un director más diestro a la hora de filmar este género. Ahí tenemos al pobre Rufus Sewell, intentando cargarse la película a sus espaldas, pero lamentablemente es el único que sale bien parado del reparto. Alycia Debnam Carey, y el resto de las chicas del grupo protagónico, la verdad que son muy lindas pero actoralmente muy poco ofrecen, incluso para una película como esta. Si a eso le sumamos que Jennifer Carpenter está desperdiciada en un rol donde solo se limita a poner cara de enojada todo el film, poco se puede rescatar de este apartado, salvo el ya nombrado Sewell. También mencioné el hecho del director, que no aporta demasiado. El danés Christian Christiansen (juro que se llama así, no es chiste) ofrece una dirección genérica, plana y sin personalidad. Si bien la historia no es nada del otro mundo, en manos de alguien más competente como un James Wan, podría haber sacado mejor partido a lo que se tenía previamente a nivel guion. 2imagen Quizás lo más destacable sea eso mismo, una historia sencilla que en ningún momento disfraza sus falencias, o se pone más pretenciosa de lo que en realidad puede ofrecer. De hecho, con algunos retoques, y sin determinados giros forzados de guion (una mala costumbre en este género), se podría haber hecho algo mucho más destacable dentro del terror de corte más independiente. Donde se Esconde el Diablo es una película que a la legua se nota que fue pensada para el formato dvd/blue ray y no para su estreno en cine. De otra forma no se entiende cómo se contó un presupuesto tan reducido, que se queda en evidencia a la hora de no haber podido contar con gente mucho más competente, tanto delante como detrás de cámara. Mientras, el cine de terror en general sigue agonizando, y en lo que va del año muy pocas películas se destacaron. Una pena para un estilo de cine que dio grandes clásicos en su mejor momento.
Bajo una terrorífica profecía satánica es que nacen 6 riñas el sexto día de un sexto mes. ¿Suena familiar? Mucho. Y es que la trama de Where The Devil Hides comienza con un cliché enorme y no levanta mucho vuelo a partir de ese momento. El icónico Wes Craven hizo algo parecido hace unos años con My Soul to Take y le salió un pastiche que por momentos se dejaba ver y por otros era infumable. Y eso que era Wes, un gran nombre dentro del género de terror, y acá tenemos a Christian E. Christiansen, que en 2011 nos entregó la anodina The Roommate, copia insufrible de Single White Female, película de culto si las hay. Tampoco mucho se puede esperar de una película que desde su génesis fue cambiando de nombre cada mes y medio, y finalmente vio la luz en su territorio de origen directo a video. Y eso que material había para sacar un producto decente. Que dicha profecía tenga lugar en la actualidad, en las mediaciones de una comunidad Amish, deja un terreno de juego en el cual moverse, donde la religión y el conservadurismo casi fanático hace mella en este grupo de niñas ahora devenidas en jóvenes de 17 años, a punto de cumplir 18 y desatar la ira del Diablo. Entre el Bien y el Mal, también está el descubrimiento de su propia femineidad, del sexo opuesto y del mundo exterior, pero la trama y el guión prefieren ocupar su tiempo en una fallida investigación policial y en muertes poco inspiradas, poco y nada ayudadas por una edición espantosa. El grupo de chicas es bastante servicial a la trama y actúan como si su vida dependiese de dar una actuación decente, así que no se las puede culpar. Y aunque haya un elenco de adultos decentes de por medio -Rufus Sewell, Jennifer Carpenter y hasta el lascivo padre que interpreta Colm Meaney- nada parece ayudar a que se genere un mínimo de tensión que haga partícipe al espectador de lo que sucede en pantalla. Aburrida, carente de sustos y simplona a más no poder, era mejor que Where The Devil Hides se quede escondida y nunca haya salido a jugar.
Según el libro de las profecías, la drommelkind (hija del diablo) llegará el día que nazcan seis mujeres el día seis del sexto mes. Cuando en una pequeña comunidad amish de New Bethlehem en Pensilvania se producen dichos nacimientos, la colectividad se altera esperando que se cumpla aquella profecía el día que las nacidas lleguen a los 18 años. Porque en esa fecha, es cuando llegará el diablo para habitar entre nosotros. Por culpa del mismo diablo donde-se-esconde-el-diabloSeamos sinceros, cuando vemos que llega una nueva producción de “terror” –pongo terror entre comillas porque la mayoría no llega ni a siquiera ponernos algo nerviosos– de Hollywood, no hay muchas expectativas, porque, salvo contadas ocasiones de las cientos de producciones que llegan a nuestras salas, casi todas apestan. Y si encima la película trata sobre un tema recontra re explotado como es el diablo, posesiones, espíritus y demás, las expectativas bajan, y peor aún si la cinta se llama Donde se Esconde el Diablo, un nombre más genérico que cargador de celular trucho. No vamos a mentir, Donde se Esconde el Diablo intenta asustar y no lo logra en lo más mínimo, ni por casualidad. Para colmo de males, la cinta recurre a todo tipo de clichés, incluso los que están más gastados que suela de zapatilla vieja: susurros y voces semi-desvanecidas que intentan emular una presencia sobrenatural, sobresaltos en momentos de silencio esperando que ocurra lo que sabemos que va a ocurrir aunque nos quieran sorprender y un largo etcétera. Y a pesar de todas las falencias nombradas, si uno visiona la película como una cinta de suspenso, y no del género de terror, la experiencia será bastante satisfactoria. La historia de la propuesta es al menos interesante, y cuenta con varios giros de tuerca inesperados, principalmente el del final. Pequeños caminos que toma la trama sobre la marcha que dan buenos resultados, y aunque con eso no descubre la pólvora, ni mucho menos, la usa de buena manera. Las buenas interpretaciones de los actores que dan vida al líder de la comunidad, y al padre de la protagonista dotan de cierta altura a la película, la cual ya cuenta con algunos elementos valederos de por sí mismos: buen diseño de vestuario, una comunidad hermosa en la que conviven la congregación con la demás gente del pueblo, y una música que acompaña de buena manera. El resto del casting acompaña en la historia pero nadie destaca, ni siquiera Jennifer Carpenter quien poco aparece en pantalla. La trama al girar en una comunidad que se niega a usar los avances tecnológicos, recuerda bastante a La Aldea del gran M. Night Shyamalan, aunque sin el estilo propio del director hindú obviamente. Y a pesar de que tiene sus momentos bastantes bizarros, en los que uno piensa que no puede tomarse en serio lo que está viendo, la cinta logra salir airosa de la parada. Conclusión Donde se Esconde el Diablo es una propuesta que lleva la etiqueta del género de terror, pero no debe ser visionada como tal. El que busque terror en esta cinta solo encontrará más de lo mismo de los últimos veinte años, pero el que busca suspenso encontrará una buena historia, con giros inesperados, algo de sangre, comedia, una buena música y sobre todo: entretenida. Recomendada para aquellos que no son demasiado exigentes, sino, esperen para verla en casa un domingo de lluvia nocturna.
El castigo del horror ATP El porqué de la inclusión de una película como Donde Se Esconde el Diablo en la cartelera porteña es un misterio. Sin embargo, no es raro que las distribuidoras tomen estas extrañas decisiones cuando se trata de cine de horror. Durante el 2014 se estrenaron pésimas producciones como Extrañas Apariciones 2 –horrible hasta para un estreno directo a DVD- en detrimento de otras con cojones como, por ejemplo, las australianas Wirmwood y The Babadook.
Temor en la comunidad El diablo es el villano de cine de terror que más vigencia tiene y el que provoca mayor temor. Esto es porque puede cobrar cualquier forma o ninguna, y su poder parece ilimitado, además de no ser un invento del cine. Donde se esconde el diablo es una historia de terror que transcurre en una comunidad amish. Cualquier amish que aparezca en el cine nos remitirá siempre y para siempre a Testigo en peligro, la obra maestra de Peter Weir con Harrison Ford. El cine no necesita explicar cómo son esas comunidades en gran parte gracias a esa película. Acá el conflicto son seis niñas que nacen la misma noche de un seis de junio. 666, se sabe, es el número de la bestia. Otro conocimiento adquirido de forma masiva gracias otro film, La profecía. El temor de los jefes de la comunidad es lo que ocurrirá cuando esas jóvenes (de las que han quedado cinco) alcancen la mayoría de edad, ya que a los dieciocho años la profecía dice que una de ellas será la hija del demonio. Pero el tema del diablo es la excusa que el film tiene para mostrar los manejos dentro de la comunidad, los peligros de la endogamia y la perversión de los líderes puritanos. Todo esto sumado suena prometedor, pero las escenas claves de la película están ejecutadas sin ninguna gracia y el guión atraviesa demasiados espacios conocidos, y la rutina se apodera del relato. El cine no son solo buenos puntos de partida, sino la habilidad de convertir esto en grandes películas.
Amenaza diabólica que no asusta Una comunidad religiosa, ultrarreligiosa, vive aislada con sus reglas, sus fanatismos y sus profecías. Una de ellas parece que se va a cumplir, porque las cinco sobrevivientes de las seis niñas que nacieron un 6 de junio van a cumplir 18 años. Hay asesinatos un poco al modo Scream, pero sin humor; un líder religioso severo y torvo; una chica de casi 18 que cree sinceramente -interpretada por una actriz, Leah Pipes, que tiene veintipico y los parece-; otras que menos; disputas familiares; suicidios; una vuelta de tuerca, y la amenaza diabólica. Entre una muerte y otra se cuela algún agradable destello de despertar sexual y social de las adolescentes, pero mayormente hay que soportar música al tuntún, alarmantes indecisiones narrativas y de tono y planos de trance-oníricos en modo pegoteo. Una adocenada irrelevancia de terror en la que actores de cartel medio como Colm Meaney y Rufus Sewell tratan de mantener, en vano, cierto decoro.
Publicada en edición impresa.
Cómo desperdiciar una idea original El lado oscuro de los Amish y otras comunidades religiosas similares casi nunca fue explorado en el cine, Dentro del cine negro, apenas Richard Fleischer consiguió que el pacífico Ernest Borgnine muestre el límite de su paciencia en "Sábado violento", gema de la era del CinemaScope que inspiró la mucho más conocida pero menos interesante "Witness" (Testigo en peligro) de Peter Weir. Pero, dado que no hay muchos más títulos que mencionar, la idea de un film de terror que se anime a explorar a fondo la cara oculta de estas comunidades tendría a su favor la originalidad. Lástima que sea un producto tan poco logrado como esta película, que por algún motivo tiene dos títulos originales. La cosa empieza con una obtusa profecía acerca del nacimiento de seis niñas el sexto día del sexto mes y todo lo que lleve al temible número de la bestia tan bien explotado en la saga de "La profecía" de Richard Donner. En este caso la profecía no sólo es apenas entendible, sino que además requiere esperar a la mayoría de edad de las recién nacidas. El detalle de tener que esperar hasta los 18 años de las hipotéticas niñas malísimas ilustra el respeto de los cineastas por este tipo de comunidad, detalle que no ayuda a volver más intensa o interesante esta película que desaprovecha casi toda ocasión de brindar, no ya un par de ideas a la altura del potencial sobrenatural del planteo, sino por lo menos alguna dosis razonable de sexo y violencia estilo amish. A favor de este proyecto de film de terror se puede mencionar que por momentos está muy bien filmado, y que casi todo el elenco da lo mejor de sí en un esfuerzo sobrehumano (casi diabólico) por darle credibilidad a cualquier disparate que les pongan a mano. Y, por cierto, la originalidad del tema, ayuda un poco.
Un excelente film para los amantes del género Un día 6 del mes 6 nacen 6 niñas en una comunidad amish de los EE.UU. Según las profecías, cuando esto ocurre, una de ellas será la mujer donde habite el diablo al cumplir los 18 años. Una de esas niñas morirá de bebe, mientras que las otras 5 se vuelven amigas inseparables. Dejaremos a la espera del espectador lo que ocurre con este grupo el día en que llegan a su decimooctavo cumpleaños. “Donde se esconde el diablo” es un film que aprovecha de todos los clichés de las películas del terror demoniaco para cumplir su cometido pero que sobre el final pega un par de giros realmente interesantes. Las actuaciones son muy buenas, lo mismo que la fotografía y que el ritmo impuesto al film. Un muy buen film para los amantes del género de terror, siempre a la espera de nuevos exponentes.
El danés Christian E. Christiansen dirige Donde se esconde el diablo, una película de terror enmarcada en una comunidad amish. El sexto día del sexto mes nacerán seis niñas. De ese grupo, saldrá quien acompañe al Diablo a regresar al mundo. Cuando nacen las seis niñas, el pastor ordena asesinarlas pero el padre de una de ellas (Rufus Sewell) logra convencerlo para que no sea así, al fin y al cabo, esta profecía parece ser más leyenda que otra cosa, o eso quieren creer. Pero los años pasan y ellas están por cumplir 18 años, el deadline se acerca a su final y poco a poco se van sucediendo cosas extrañas que pondrían en evidencia que efectivamente hay una fuerza maligna rondando. Como si fuera poco, lo que al principio parece ser una película de época rápidamente pone en foco a una comunidad amish que, claro, vive apartada del resto de la sociedad, y la modernidad que la rodea. Uno (quizás el único) de los puntos interesantes del film, es que da pie a interrogantes al respecto. ¿Realmente se está más a salvo alejado de todo eso? ¿Estar alejados, que nos prohíban ciertos placeres culposos convierte a la persona, que a la larga no tiene poder de elección, en una mejor? ¿Por qué se le da tanto poder al pastor? Y es que acá, el pastor juega un papel primordial, porque mientras algunos lo siguen ciegamente, algunas de las chicas comienzan a cuestionarse sus actitudes y sus acciones para con ellas, haciéndolas dudar de si la profecía realmente existe. Sin embargo, Donde se esconde el diablo, no termina de explotar esta arista que cuestionaría si la maldad a veces no es algo humano, apela a este tema en un tono más bien dramático onda telefilm (incluso hay una idea de retratar la etapa de la adolescencia de una manera naif, sí, porque estas chicas viven encerradas, y un primer amor que es prohibido porque proviene del afuera), y por momentos le agrega algo de terror. Algo, porque en realidad, en esta película de género, hay muy poco terror. Hay escenas de asesinatos, pero todos se suceden de manera poco original, poco creíble y, lo peor, tan rápido que los fanáticos del género no las podemos apreciar. Las muertes son predecibles y culpa de personajes vacíos que siempre toman la peor decisión a la hora de escapar de este asesino, producto de un guión sin imaginación alguna. Falta sangre, falta terror, incluso no hay un buen clima creado alrededor de todo lo diabólico que se supone que es lo principal del film. A la larga, Donde se esconde el diablo no sólo no aporta nada al género, sino que ni siquiera le hace justicia, no aprovecha ni los recursos básicos que el terror ofrece. En cambio, quiere ser profunda y seria y termina siendo aún más ridícula y vacía de contenido.
Es curioso que pese a un cast con grandes nombres provenientes del cine y la tv como Jennifer Carpenter, Rufus Sewell y Colm Meaney, o el relevo de jóvenes actrices y actores en papeles protagónicos nada logre levantar el interés de una cinta como “Donde se esconde el diablo” (USA, 2014). Hay algo de ya visto, ya temido, ya pensado, ya expuesto, que pese a que claro está que “todo ya fue dicho, filmado, escrito” bien se podría haber pensado en alguna vuelta de tuerca para generar el interés en un producto, que pese a las intenciones de su director Christian E. Christiansen (con el antecedente de haber sido nominado al Oscar en el rubro mejor corto de acción, y una larga trayectoria en diferentes posiciones en la realización y producción) nunca se puede construir un verosímil que pueda sostener la propuesta. devil_2_ew Claro que se puede decir que nada más inverosímil que un filme de terror, pero cuando las premisas de la historia son claras, y luego la narración acompaña la idea, nada sería tan difícil como contar el “cuento” que se decidió desde un inicio. En “Donde se esconde el diablo” la historia comienza con un flashback en el que seis niñas nacen el sexto día del sexto mes de diferentes madres en una pequeña y devota aldea Amish. Aparentemente en la anécdota del múltiple y simultáneo nacimiento hay una vieja profecía que indica que en su cumpleaños número 18 una de las niñas se convertirá en la ayudante del demonio y arrasará con quien se acerque a ella. En el presente las jóvenes se muestran con ganas de superar la barrera que les impone la religión y tradición menonita, pero nadie igualmente, excepto Mary (Alycia Debnam-Carey) seguirá creyendo en la maldición que supuestamente pende sobre ella y sus amigas, a pesar que es la única del grupo que constantemente posee alucinaciones que no hacen otra cosa más que indicarla como la “elegida” por el diablo. devil_3_ew Su padre (Sewell) es condescendiente con ella, pero su madrastra (Carpenter) intenta a pesar de todo seguir controlándola y mantenerla dentro de las tradiciones y cultura amish. El reverendo del pueblo (Meaney) hostigará a las jóvenes, y se convertirá, para el espectador, en el principal sospechoso de las muertes de cada una de las jóvenes que se sucederán en los días previos a que cumplan 18. Todos es predecible, todo es filmado de manual, hay un aire a telefilme clase B de los años ochenta del siglo pasado que atraviesa y trasciende la propuesta, y que nunca puede separarse del producto barato en el que termina convirtiéndose. “Donde se esconde el diablo” es una película mala, olvidable, una de esas que ni aún no habiendo nada para ver merece un minuto de atención, y eso que con el elenco, premisa y lugar en el que se eligió desarrollar la acción podría haber terminado en algo mucho mejor que lo que finalmente se muestra
Estoy hecho un demonio (nadie me para esta vez) Desde la escena de la masturbación con el crucifijo de El exorcista sabemos que el camino preferido que toma Lucifer para la posesión de las almas es el sexual. El Diablo representa el mal absoluto con un toque pícaro de perversión, ya que como nos enseñan las innumerables referencias literarias y cinematográficas que lo mencionan, es un molesto que pierde el tiempo tentando a muchachas y muchachos puros, inocentes e intrascendentes. Pero cuando el Diablo se pone serio es una clara alegoría de uno de los actos más perversos y malvados de los que es capaz el ser humano, el abuso sexual de menores. Donde se esconde el Diablo pretende abarcar estas y otras facetas de la presencia demoníaca, además de un par de subgéneros y lugares comunes del cine de terror. La confusión que rodea esta película es grande. TOPICOS El querido Satanás se engolosina con las comunidades religiosas como menonitas y amish, o como los candorosos de La aldea, o lo que sea que represente la comunidad de Donde se esconde el Diablo. En serio aquí está todo: una profecía, un asesino de cara cubierta al mejor estilo Mike Myers, y un alma noble y pura que cuesta mucho poseer, y un alma insidiosa que es poseída de inmediato. Un cura pedófilo (Colm Meaney) y el personaje de Rufus Sewell que quiere quedar bien con todos y cuya inacción es la culpable de todo lo horrible que le pasa a su hija interpretada por una correcta Alycia Debnam-Carey. Donde se esconde el Diablo es ese tipo de proyectos que pretenden servirse de unas cuantas fuentes y vertientes cinematográficas y literarias pero que sólo se queda en la superficie de esa exploración, por lo cual se nota de inmediato que es un pastiche medio bobo. El caótico guion de Karl Mueller nos regala una serie de personajes unidimensionales como Rebekah interpretada por Jennifer Carpenter (la intensa de El exorcismo de Emily Rose), cuya función es estar enojada con la protagonista hasta que la sorprende la muerte, o Abby (Katie Garfield), amiga sexualmente excitada de la protagonista, un clásico del cine de terror, que por supuesto muere miserablemente. FINAL CANCHERO El final de Donde se esconde el Diablo es esencialmente el mismo que el El último exorcismo parte 2, es decir la protagonista deja de luchar contra su destino y se convierte finalmente en una posesa autoconsciente y chistosa que desata rápidamente una ola de maldades y atrocidades. El problema es que en la película que nos compete el final está pegado con plasticola y es un obvio intento de acomodar los desacoples de su guión lagunero. Termina dejando una sensación de menor tedio pero no alcanza para salvar una película que nos hace sufrir de falta de cohesión y convencionalidad durante sus 86 minutos.
The Devil’s Hand mixes slasher vibes, satanic notions, fundamentalism in recipe for failure Not knowing what genre the film you’re making belongs to cannot be any good — except if you’re a gifted auteur defying conventions and deliberately fusing genres. But if you are a regular film director making a mainstream PG-13 horror film that soon turns into a run-of-the-mill thriller, which eventually aims to be a serious drama only to later on become a shy horror film with a sort of a sinister ending, then you’re in trouble. You just can’t have those many films in one — especially when none of the genres has been tackled skilfully, to say the least. Such is the case of Christian E. Christiansen’s The Devil’s Hand (also known as Where the Devil Hides), which mixes a slasher plot (with little, if any, gore, and unimpressive kills), some satanic notions that are never firmly rooted, a drama about religious fundamentalism in a small Amish town and how much it affects families in general, and young women in particular. Exactly 18 years ago, six baby girls were born on a fatidic date: the sixth day of the sixth month. The town’s fearful religious leader wants to kill the girls to fend off or avert a prophecy that says one of them will be the Drommelkind, a satanic demon (or something like that) when she is 18. But the father of one of the girls confronts him and saves the girls — except for one who’s killed by her own mother who then kills herself as well. Now 18 years have gone by and a mysterious unknown killer — thriller alert — is keen on slaying the 5 remaining girls. Apart from the genre confusion, most of the performances bring to mind those of low-budget, formulaic horror movies from the 1970s and the 1980s — which were likable at the time, but are pitiful in a different context — beginning with the cartoonish Colm Meaney as the town’s leader. Some tension is achieved from time to time, but overall The Devil’s Hand is pretty dull. And while the cinematography is technically well executed, it fails to create a menacing atmosphere. The ending, however, while trite, reveals there was a potentially effective (albeit standard) horror feature to be made provided director and screenwriter had stuck to the genre and fully exploited it. When and where The Devil’s Hand (US, 2014). Directed by Christian E. Christiansen. Written by Karl Mueller. With Rufus Sewell, Alycia Debnam-Carey, Thomas McDonell, Adelaide Kane, Leah Pipes, Jennifer Carpenter, Jim McKeny, Katie Garfield. Cinematography: Frank Godwin. Running time: 86 minutes
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