Pese a todo el sol siempre sale Detrás de la palabra “progreso”, hay miles de sueños derrumbados, cientos de mitos sepultados y un tendal de historias de exclusión social producto de cambios de matriz de producción, o abruptos reemplazos de actividades en beneficio de intereses económicos para pocos. Ingeniero White, en Bahía Blanca, es un fiel exponente de las contradicciones que siempre atravesaron este bendito país, la huella donde la serpiente repta y saca sus colmillos con discursos hipnóticos ante la población y ofrecimientos de futuro que nunca llegan. Primero con los ferrocarriles, hasta el slogan de la California Argentina como se creía allá por los ’50, punto clave de un puerto comercial cuya actividad primaria era la pesca y luego con la instalación del polo petroquímico, conglomerado de multinacionales generadoras de catástrofes ambientales y enfermedades en la población por falta de mantenimiento y avaricia. En el medio de esa dinámica perversa, la voz de los damnificados, desempleados muchos de las fábricas o sencillamente familiares acentados en el territorio por décadas, que de un día para el otro vieron truncadas sus ansias de progresar, destruída la fisonomía y geografía de pueblo en expansión. El documental del grupo Cine Insurgente indaga sobre las aristas invisibles detrás de los slogans, desmenuza esa mal llamada redistribución de la riqueza, pero a la vez encuentra en la resistencia del pueblo de Ingeniero White, en su necesidad de contar otra historia, el puente multiplicador para lanzarse como colectivo que se opone al mal llamado progreso. Al dar voz a quienes no la tienen, al dar aire a aquellos que viven bajo la atmósfera viciada del mercurio -y vaya a saber qué más- al dar una cuota de esperanza cuando llegan con sus cámaras y documentan una lucha silenciosa, persistente, tenaz como esa nube de contaminación y desidia, que surca los cielos de Bahía Blanca. Para aquellos que quieran saber algo más de una realidad que llega a cuenta gotas a los medios nacionales aunque ya no se puede ocultar, y que ya no se puede tapar como ese sol que pese a todo sigue saliendo.
Es un documental dirigido por Fernando Krichmar, perteneciente al “Grupo de Cine Insurgente”. Y realiza en el recuerdo, como se fundo Ingeniero White, el puerto comercial de Bahía Blanca, que tenía una enorme actividad, con mucha mano de obra que atraían a trabajadores extranjeros. Luego en ese lugar se fundo uno de los polos petroquímicos más importantes del país, que fue recibido con alegría por los pobladores como sinónimo de progreso y prosperidad económica. Sin embargo muestra a través de los testimonios de vecinos, profesionales y especialistas, que el lugar es del porcentaje de mayor desempleo, la contaminación y los problemas de salud que acarrea y las muertes de operarios como consecuencia de la precarización de las condiciones de trabajo. A través de la unión de los vecinos, las protestas y denuncias constantes por lo que ocurre en el lugar.
Fernando Krichmar, Omar Neri y Alejandra Guzzo repasan los últimos 100 años al menos de Ingeniero White, Bahía Blanca, lugar elegido por discursos progresistas para imponer un modelo económico que se quedó a medio camino de todo. En las voces de historiadores, trabajadores, lugareños, el trío reconfirma aquellas ideas preconcebidas que se podían vislumbrar en la propia imposición del proyecto. Documental necesario para un momento que claramente intenta repetir modelos bastardeados en donde sólo ganan empresarios y pierden los trabajadores.
Verdad y consecuencia Después de un documental potente como Seré millones (2012), Fernando Krichmar, Omar Neri y Alejandra Guzzo regresan a la dirección grupal con El futuro llegó (2017), una obra que conceptualmente se ubica dentro de la línea que el llamado Grupo de Cine Insurgente viene desarrollando, pero que estéticamente se aleja bastante de su predecesora. En Ingeniero White –puerto comercial de Bahía Blanca- se afincaron miles de inmigrantes que en la década del 50 vieron una posibilidad de progreso que no tenían en los países que los vieron nacer. Muchos vivieron una época de bonanza que les permitió progresar y vivir sin la necesidad de escasez a la que estaban acostumbrados, incluso sus descendientes pudieron acceder a una educación universitaria. Pero el tiempo transcurrió y la llegada de políticas neoliberales terminó con la etapa de felicidad reinante. Ingeniero White fue librada a su merced y uno de los mayores polos petroquímicos de Argentina se instaló en el lugar con lo promesa de que ahora si la mejora definitiva llegaría y Bahía Blanca se convertiría en la “California” nacional. Pero nada de eso sucedió y hoy sus habitantes viven en una de las ciudades de mayor desempleo del país siendo víctimas de la contaminación ambiental y la precarización laboral. El futuro llegó se encuadra dentro del tipo de documental que a través de una investigación denuncia un hecho. Para eso se nutre de un formato netamente periodístico donde diferentes involucrados brindan testimonio y a través de un montaje alternado se va construyendo el relato. Básicamente está conformado con gente que habla frente a cámara (desde historiadores hasta vecinos comunes) para contar cronológicamente los hechos que llevan desde la fundación del puerto hasta las consecuencias de la instalación del polo petroquímico con todo el daño colateral que provoca Al tratarse únicamente de cabezas parlantes y en donde claramente no hay ninguna intención de correrse de ese lugar, la potencia de la historia pierde fuerza ante la reiteración de la forma elegida para narrar los hechos. No está mal para un programa periodístico de investigación, pero para una película, sobre todo con los antecedentes de sus directores, hace que uno espere algo más que gente hablando durante 97 minutos, por más que lo que tengan para decir sea importante.
El futuro llegó, de Fernando Krichmar, Alejandra Guzzo y Omar Neri Por Gustavo Castagna Buceando en el estilo instalado por los trabajos del Grupo Cine Liberación y Grupo Cine de la Base, con concordancias afines a algunos documentales de Joris Ivens, y también, escarbando en la fundacional Tiré Dié de la Escuela del Litoral y de su cabeza principal Fernando Birri, los documentales del Grupo de Cine Insurgente (Diablo, familia y propiedad) exploran en la denuncia de un hecho determinado, en la contextualización del conflicto y en el relato histórico, invocando al pasado para comprender de la mejor manera un presente nada venturoso. Sobre esos carriles estéticos y temáticos transcurre la hora y media de El futuro llegó – título irónico de por sí- donde el Grupo cuenta, desde los orígenes hasta hoy, con su correspondiente construcción dramática, sobre la instalación del polo petroquímico en Ingeniero White (Bahía Blanca). Las imágenes contundentes del comienzo anuncian un paraíso que nunca será tal, desde la convergencia del material de archivo hasta testimonios que relatan anécdotas sobre la construcción del polo petroquímico, avizorando un futuro feliz para la población. En esos momentos, el trabajo de Cine Insurgente va y vuelve del pasado al presente a través de esos rostros curtidos por años de experiencia, labor cotidiana, amor al terruño, esperanza abortada y subsistencia diaria. En esos instantes, El futuro llegó, recurriendo a las cabezas parlantes, apela a una bienvenida y cálida emotividad desde las palabras de los habitantes de Ingeniero White (o “uite”). El recorrido argumental, de allí en adelante, escarba en la miserable explotación del hombre por los compañías multinacionales y del horror que caracteriza a la contaminación del medio ambiente. En ese punto, el documental cambia su rictus nostálgico para insertarse en la denuncia feroz de un hecho aborrecible. Los testimonios expresan el malestar y el fastidio de la población, la desazón del los habitantes, la invasión en aire que se padece en ese paisaje de siempre pero ahora distinto a aquel paraíso prometido décadas atrás. “No estoy en contra del progreso sino de la contaminación que marca el progreso”, se escucha de boca de uno de esos habitantes históricos. Y las últimas palabras las tendrán los sobrevivientes de un paisaje en lucha permanente que debe pelearse día a día, contra todos los males y los augurios terminales que señalan la contaminación diaria de esa geografía. Acá está la resistencia, o buena parte de ella, parece decir sin subrayar la última parte del documental del grupo Insurgente. Y vaya si lo logra. Y cómo no creerle a esa titánica pelea cotidiana. EL FUTURO LLEGÓ El futuro llegó. Argentina, 2017. Dirección: Creación colectiva del Grupo de Cine Insurgente (Fernando Krichmar, Alejandra Guzzo, Omar Neri). Participación de Cámara: Ignacio Guggiari. Sonido: Lucho Corti. Foto Fija: Carolina Magnaterra. Asistente de Producción: Andrés Novas. Música: Carlos Senin. Duración: 89 minutos.
Pensar y discutir el progreso Siguiendo la promesa de bonanza nacida a fines del siglo XIX con la instalación del puerto cerealero y los ferrocarriles, los habitantes de Ingeniero White discuten hoy la idea de progreso. Este documental se interroga sobre pasado y presente de ese pueblo portuario de Bahía Blanca, sobre las historia de pescadores y puebladas anarquistas, sobre la sombra del polo petroquímico, la contaminación ambiental y la persistente desocupación. Afirmada en la presencia de los entrevistados y en los rastros de un pasado conservado en el museo, la película teje una historia colectiva en la que la ciencia pierde su condición de neutralidad y el progreso se convierte en un territorio de reflexión y disputa.
La ilusión del progreso El Futuro Llegó (2017) es un documental que viene a reflexionar sobre el progreso; como concepto, como forma de pensar la cotidianidad y como bandera ideológica. Tal premisa se apoya, de manera práctica -a modo de ejemplo- en la historia de la localidad de Ing. White, un puerto de ultramar fundamental para la Argentina ubicado a pocos kilómetros de Bahía Blanca. La reconstrucción de la historia de Ing. White, desde el punto de vista topográfico hasta su costado turístico, es funcional a una manera de pensar el presente. La incipiente Argentina, versión “granero del mundo”, forjó su fortaleza a partir de la avanzada tecnológica en el usufructo del ferrocarril, sin embargo manejado por los ingleses, quienes desarrollaron la potencialidad portuaria de la pequeña localidad de White. En los testimonios de diferentes actores autóctonos y otros foráneos pero igualmente interesados por la reconstrucción de la pequeña gran historia de este pueblo, se puede hilvanar un entramado potable en la búsqueda de otra reconstrucción, la del progreso en tanto concepto, asociado en primera instancia a un bienestar automático de una comunidad. Es muy frecuente que las historias de los pueblitos fundados a partir de un aprovechamiento natural (petróleo, estrategia geográfica, etc.) tengan los focos de atención como consecuencia de acontecimientos nefastos, ejemplo el caso de la localidad de Magdalena, que sufrió el encallamiento de un buque petrolero de Shell, lo que provocó el hundimiento económico y social de la comunidad. No es el caso de Ing. White, sufriente de una escalonada serie de situaciones provocadas por el llamado progreso y no de un suceso puntual. Las construcciones abandonadas son una huella de esa promesa de crecimiento, las cuales se asentaron para la creación de un polo industrial que hoy no existe pero que permanece en el día a día sin poder utilizarse ni destruir para otorgarse otro uso. Como lo cuentan un par de testimonios, la industria dejó sin chances a los locales de acceder a los balnearios: “Nosotros estamos rodeados de agua, pero tenemos que hacer varios kilómetros para ver el mar”. La ironía perversa del progreso, ese que promete mejorar la calidad de vida de todos provocó, en el caso de esta localidad, un daño irreparable a un bienestar al que no se accede mediante el dinero: el de una vista al mar, a lo inconmensurable brindado por la naturaleza. Hacía el último tramo la particularización se ajusta a una situación puntal, la de una explosión en una refinería en 2010, que dejó el saldo trágico de un muerto. Es así que El Futuro Llegó, deja ese sabor amargo pero también refuerza con su título, esa ironía sobre el progreso que, si bien, está planteada desde lo conceptual en términos reflexivos, la práctica y los hechos vívidos por Ing. White demuestran que la apariencia de bienestar colectivo no es más que una mera ilusión, o peor, una estrategia de venta.
El documental cuenta con una buena investigación, con diarios, fotos e interesantes testimonios, nos invita a no olvidarnos de cuidar el medio ambiente. Varias secuencias te llevan a la reflexión y a pensar. Una vez más hacia dónde va tanto capitalismo.
El futuro llegó es un documental denuncia que aborda las consecuencias ambientales y sociales que produce el polo petroquímico instalado en Bahía Blanca. Ingeniero White es una localidad bahiense que tuvo su auge en los ’50 gracias a la pesca y un buen sistema ferroviario. Hoy sus habitantes viven del recuerdo, la pesca ha disminuido y los trenes están obsoletos. Los habitantes cuentan en primera persona las peripecias que vivieron en carne propia. Hay mucha indignación en las palabras de quienes desfilan ante la cámara, sienten que alguien finalmente les está dando una voz. Y no es para menos. La pequeña ciudad tiene mucho para hacerle frente a la gran industria. Las empresas manipulan elementos de alto riesgo para la salud: cloro, soda cáustica, etileno, polietileno, amoníaco puro, etano, kerosen, entre otros. Los errores no podían hacerse esperar. En 2001, una nube de cloro se elevó sobre la central de la empresa Solvay Indupa, el viento se llevó hacia el mar lo que podría haber sido una catástrofe en tierra; “un centenar de gaviotas la pagaron” según un habitante de White. Los accidentes en las plantas no son un tema menor. En una narración tristemente gráfica, un hombre había sufrido quemaduras de soda cáustica en la totalidad de su cuerpo tras caer al apoyarse en una baranda floja, luego falleció. Un accidente de varios. Un caso que sigue impune es la muerte de Juan Cruz Manfredini. Es un caso emblemático porque se dan todos los factores que indican la precarización laboral. Juan trabajaba en Camin Cargo Control, una empresa con sede central en Linden, New Jersey, cuya función principal es realizar análisis de laboratorio, inspecciones y controles de calidad para empresas petroleras, petroquímicas y de gas. Un día en su laboratorio clandestino (la empresa no estaba en regla) sufrió una explosión que le dejó el 95% del cuerpo quemado, “excepto el cuello, la parte donde estaba la billetera y los pies porque estaban apoyados en el suelo”. Juan murió 4 días después. Tenía 25 años. La respuesta del fiscal del caso José Marra para la madre fue “La justicia no es para los pobres, señora”. Según cálculos, la retribución que deja el polo petroquímico en Ing. White es del 4% sobre el total de sus ganancias. Un porcentaje ínfimo para una industria que sostiene “el beneficio económico es superior al impacto ambiental”. El futuro llegó aporta datos para conocer la causa y lo hace sin adornos.
Nuevamente un estreno documental de la gente de DOCA, como siempre siendo la voz de aquellos que necesitan difusión de sus luchas a lo largo del país. En esta oportunidad desembarcan los realizadores con otro proceso de investigación, haciendo su aporte para que se conozca a fondo la realidad de este problema (grave) en Bahía Blanca. El puerto comercial de Ingeniero White ha sido históricamente un espacio de mucha actividad y conflicto. Hay en la ciudad, por tradición, mucha inmigración que se ha establecido en la constitución de su población originaria y eso les ha dado una impronta distinta a otras localidades con respecto a la defensa del trabajo. Hay compromiso y lucha por lo que ellos sostienen como necesario y justo frente a la acción de las empresas que operan en la zona. La historia aquí en "El futuro llegó" es la de una ciudad donde las promesas de progreso no fueron acompañadas por los hechos. Una trama donde se esconden intereses económico de peso, campañas de ocultamiento y falta de control sobre las empresas que operan en el puerto, que han transgredido las normas legales tanto en la protección de los empleados de sus emprendimientos como en el cuidado del medio ambiente. Fernando Krichmar, Alejandra Guzzo y Omar Neri son los responsables del núcleo de Cine Insurgente que han ido al sur a seguir esta lucha. Con un trabajo de cámara de Ignacio Guggiari en cada lugar donde se han detenido. Este equipo ha recorrido Bahía Blanca, estableciendo vínculo con los habitantes y trabajadores del lugar. Registraron testimonios valiosos, comprometidos, junto a historias tristes de hombres que dejaron la vida, por hacer su trabajo bajo condiciones laborales que no estuvieron a la altura de los riesgos de la tarea. Hoy en día, en esa ciudad que se respiraba trabajo, y donde florecían los proyectos, sólo hay dolor y tristeza. Falta empleo y los conflictos se multiplican. Son la segunda ciudad con más desopcupación en Argentina. Realmente "El futuro llegó" destila una carga controversial importante sobre los principios que podrían leerse como "de progreso" desde lo formal. Hay presentes bastantes elementos para el análisis y seguramente entre quienes eligen esta cinta para ver, debe haber una inquietud que será satisfecha sobre un abordaje comprometido sobre la cuestión. El colectivo hace lo suyo como siempre, documenta y genera debate, buscando llamar la atención del espectador, como siempre, sobre una realidad que debe ser conocida. Los aspectos técnicos son los habituales en este tipo de trabajos, y sólo podemos agregar que este tipo de cine, también debe tener lugar en salas siendo un medio importante para acceder a distintas problemáticas sociales que impactan en sectores de la sociedad que muchas veces desconocemos.
La pregunta ¿Qué es el progreso? acompaña, de manera a veces tácita, a veces explícita, el nuevo trabajo del Grupo de Cine Insurgente: El futuro llegó. La elaboración de la respuesta es colectiva, a tono con la autoría compartida de este documental nacional que se estrenó el jueves pasado en el cine Gaumont. Fernando Kirchmar, Alejandra Guzzo, Omar Neri encabezan el equipo que encontró en la localidad bonaerense de Ingeniero White, a diez kilómetros de la ciudad de Bahía Blanca, una versión condensada de la Historia argentina. El bautismo en 1899 por decreto presidencial de Julio A. Roca en homenaje a un amigo; la llegada de inmigrantes europeos en la primera mitad del siglo veinte; la consolidación del puerto comercial al servicio de la exportación agrícola; el paso del ferrocarril británico, nacionalizado, desmantelado; la conformación de un polo petroquímico que nuestro Estado fue cediendo progresivamente a empresas multinacionales son algunos de los hitos locales con eco nacional… o al revés. Las variables para qué y para quiénes de esta interpelación al progreso orientan la respuesta que esbozan los guías del museo taller Ferrowhite (en especial el ex ferroviario Pedro Caballero), el ex director del Museo del Puerto Sergio Raimondi, el escritor Osvaldo Bayer, vecinos de Ingeniero White (en especial del barrio Villa Delfina y familiares de Juan Cruz Manfredini), pescadores, empleados de distintas empresas del polo petroquímico, el actual secretario adjunto de la CTA Autónoma y de SUTEBA Bahía Blanca, Enrique Gandolfo, el periodista Pablo Busetti, el abogado Leandro Aparicio, la doctora en Economía Valentina Viego, el profesor de Física de la Universidad del Sur Dante Patrignani, el doctor en Biología Sergio Salva. Las entrevistas y el material histórico, periodístico, empresarial constituyen las principales virtudes de este fresco de una localidad (y de una Argentina) tallada(s) por dos escuelas de escultores: una fundada por la alianza público-privada que comete iniquidades en nombre de un porvenir promisorio; otra conformada por los ciudadanos que resisten esos embates. Es manifiesta la empatía de los realizadores con los escultores de la escuela popular, y eso está muy bien para los espectadores que preferimos el concepto de honestidad intelectual antes que el de objetividad. Pero ese fenómeno de identificación parece provocar dos resbalones hacia el final del largometraje: el primero da cuenta de cierta desproporción narrativa a la hora de abordar el flagelo de la precarización laboral (acaso el caso Manfredini amerite un documental aparte antes que la suerte de apéndice que representa en este film); al segundo lo registramos cuando la voz de un entrevistador se cuela en el último tramo de la conversación con la mamá de Juan Cruz y con un empleado de Solvay Indupa (estas intervenciones resultan disruptivas después de más una hora de escuchar solamente el testimonio de los entrevistados). En este punto da la sensación de que Kirchmar, Guzzo, Neri y equipo no pudieron contener la indignación ante un futuro generoso con los empresarios (y con los funcionarios estatales asociados) y criminal con los trabajadores y el medio ambiente. Por eso decidieron contar en este –y no en un próximo– documental que un fiscal le escupió a la madre de Juan Cruz la advertencia “La Justicia no es para los pobres”. Por eso se salieron de la vaina en el último tramo de las entrevistas a esta mujer que exige una sanción penal para los responsables de la muerte de su hijo de 25 años y al compañero de trabajo del también fallecido Fabián Monterroso. Estos deslices hacen más o menos mella según el criterio de evaluación que privilegien los espectadores: la técnica narrativa, en este caso cinematográfica, o la invitación a preguntarnos, además de qué es el progreso, qué (tipo de) futuro suele promocionar nuestra dirigencia. Ante el romance que la alianza gubernamental Cambiemos mantiene con las petroquímicas instaladas en Ingeniero White –recordemos el reciente acto de campaña en una planta de Dow Argentina–, algunos priorizamos el segundo parámetro sin dudar.
Sombras del progreso El nuevo film de los realizadores de Cine Insurgente Fernando Krichmar, Alejandra Guzzo y Omar Neri, directores de Seré Millones (2013), el documental sobre la logística y la ejecución del robo al Banco Nacional de Desarrollo por parte de un comando del Ejército Revolucionario del Pueblo, El Futuro Llegó (2017) es un documental sobre la noción de progreso, las cuestiones laborales en el nuevo capitalismo, la preponderancia de las multinacionales en la vida económica, la precarización de la vida y la contaminación desde el significativo ejemplo de Ingeniero White, el puerto comercial de Bahía Blanca. Con una exhaustica investigación, entrevistas a trabajadores, familiares de víctimas de accidentes, habitantes de la zona, técnicos y académicos de la Universidad del Sur, la película analiza la historia de la ciudad alrededor del puerto de Ingeniero White desde la llegada del tren hasta la instalación del Polo Petroquímico que prometía traer trabajo y progreso pero que en su lugar les dejó a los habitantes contaminación, desocupación, precarización y muerte. El Futuro Llegó detalla la lucha de los habitantes, los trabajadores y la comunidad universitaria contra las multinacionales instaladas en el Polo Petroquímico para mejorar la seguridad, evitar los accidentes y parar la contaminación que las empresas crean al arrojar los residuos de los procesos químicos en las playas, otrora lugar de esparcimiento y ahora clausuradas por el peligro debido a la irresponsabilidad delictiva de los ejecutivos corporativos, su cultura de la ganancia a cualquier costo y su odio de clase. El opus utiliza la justificación liberal del progreso para cuestionarla como un argumento cínico de políticos y empresarios que buscan realizar negocios sin el más mínimo interés en la vida de los empleados, considerados como recursos desechables. Con datos de los investigadores de la Universidad del Sur los documentalistas narran como el Polo Petroquímico expulsa empleados en lugar de crear empleo generando desocupación y miseria en una comunidad muy golpeada por el neoliberalismo. Fernando Krichmar, Alejandra Guzzo y Omar Neri regresan nuevamente así a la denuncia social, como en Diablo Familia y Propiedad (1999), para visibilizar una lucha que deja al descubierto la rapacidad de las corporaciones y la resistencia de las comunidades a los negocios que destruyen el medio ambiente, la biodiversidad y toda la vida cultural y social de un pueblo que gozaba de movilidad social y ahora vive en la pobreza mientras el supuesto progreso sigue su curso sin respetar las leyes, la ética y ni siquiera los derechos humanos básicos.
LA RESISTENCIA ARGENTA FRENTE AL NEOLIBERALISMO Resuena en nuestros oídos aquel dicho popular que dice que los españoles conquistaron y saquearon nuestro territorio utilizando “espejitos de colores”, es decir, mintiendo y engañando sobre aquello que harían en nuestro territorio y ocultando las terribles consecuencias que eso conllevaría. Sin embargo, no fueron sólo los españoles quienes nos han engañado, sino que la neoconquista en el Siglo XX y Siglo XXI siguió adelante con otros “espejitos de colores”. De esto se trata el documental argentino El futuro llegó, film que exhibe la realidad de la localidad de Ingeniero White, aquella que se había prometido llegaría a ser la “California argentina”. Con un relato plural de diferentes agentes internos y externos a la comunidad de Ingeniero White, el documental rastrea la historia social, económica y cultural de este pueblo perteneciente a Bahía Blanca. Comenzando por una historización de la actividad pesquera preponderante en esta ciudad portuaria, la película relata de forma casi cronológica la serie de mentiras, promesas y estafas llevadas a cabo por las empresas que prometían trabajo y progreso para esta ciudad. Se relata de forma directa, a través del testimonio de vecinos de la zona, cómo se fue deteriorando la economía de la zona portuaria, y cómo las inversiones y la explotación obrera, junto con la precarización y tercerización del trabajo portuario, llevó al declive de la economía local. La misma experiencia desastrosa del modelo neoliberal aplicado desde 1976, es relatado y explicado, al mismo tiempo, por economistas, trabajadores municipales e historiadores (como Osvaldo Bayer), figuras que sirven para complementar y dar voz de autoridad de la cruda realidad que el documental relata. Mostrando la toma de conciencia de los vecinos de la ciudad, que nos llega a través de la voz de sus relatos, y de un municipio con una conciencia histórica para tener presente lo que sucedió con su economía, ejemplificada a través de la visita al museo ferroviario que atraviesa transversalmente el relato, el documental explicita la capacidad de poder de la gente si se organiza en pos de una calidad de vida mejor y en contra de las medidas neoliberales que tanto daño han hecho a nuestro país. Por medio de representantes del museo, de personajes ya emblemáticos de la ciudad, de una maestra comprometida con su quehacer de enseñar, el film muestra a sujetos empoderados y comprometidos en cuestionar lo establecido y accionar para cambiar las injusticias que les tocan vivir. El futuro llegó se postula entonces como un ejercicio de memoria colectiva de aquellas medidas económicas del pasado pero, por qué no, también del presente. Investigar, cuestionar, entender, comprometerse, debe ser un ejercicio de cada uno de los ciudadanos de un país para con su economía y su política, cuestionar los “espejitos de colores” cuando se los percibe y sobre todo, la idea de progreso, bandera con la que tanto daño se ha hecho a los países “subdesarrollados”, como el nuestro.
Negarse al progreso es de necios. El ser humano, desde sus antepasados más remotos, intentó y fue consiguiendo a través de los años hacer que su existencia sea lo más cómoda y confortable posible. Siempre supo que, ante las modificaciones logradas, no iba a conformar a todos porque durante el tránsito también se sufren pérdidas. Lugares recorridos en la infancia que no volverán a ser lo que fueron, trabajadores desempleados reemplazados por máquinas, con la consecuencia de contaminar el ambiente. Mucha ganancia en manos de unos pocos, y para los empleados exigencias, malas condiciones laborales y un magro sueldo. Durante este documental realizado por el Grupo de Cine Insurgente nos plantea, con su posición ideológica, cuestionar y criticar los tiempos modernos al tomar como ejemplo lo que sucede en Ingeniero White, un pueblo ubicado al sur de la provincia de Buenos Aires, vecino a Bahía Blanca. Repasa la transformación que sobrellevó en poco más de cien años, desde ser una pequeña, pero fundamental localidad portuaria, donde los trenes que transportaban granos llegaban hasta allí, para después cargarlos en barcos que iban a Europa, principalmente a Inglaterra, hasta la actualidad, cuando se instaló un polo petroquímico. En los comienzos había mucha gente que trabajaba en el puerto, en el ferrocarril, o pescando, y a través de esos oficios se generaban otros empleos relacionados entre sí. Pero, como lo bueno dura poco, gracias a las decisiones políticas y económicas de los distintos presidentes que hubo desde el gobierno de Lanusse hasta hoy, cuando instalaron varias empresas petroquímicas sobre la costa, el pueblo dejó de ser lo que era. El desempleo, la desaparición del tren, la contaminación, tanto del aire como de la ría, que afecta día a día a la población, cambió al vergel en un páramo. El relato se basa en las entrevistas convencionales tanto a historiadores como a habitantes comunes, y otros que trabajan en los museos del lugar, alternado con fotos en blanco y negro, mapas antiguos, etc. Todos aportan su opinión, conocimientos y punto de vista de cómo pasó lo que pasó y cómo tratar de solucionarlo. Lo llamativo es que no se consulta a la otra cara de la historia. No hay notas con alguien que haya estado en la intendencia, en la justicia, o que tenga un cargo importante dentro de las empresas denunciadas. De ese modo se pierde objetividad en la narración. Como también se desvía el foco de la atención porque finalmente no se sabe bien lo que se quiere decir. Si lo que importa es contar el esplendor y declive de una localidad bonaerense, o si la necesidad es criticar al progreso por la instalación de grandes fábricas que no precisan tantos empleados para funcionar. O, tal vez, la contaminación y los accidentes laborales apañados tanto por el poder político como el judicial. De lo que estamos seguros es que éste film pone en consideración, una vez más, una de las paradojas de la realidad argentina.
Estoy leyendo un libro de Ulrich Beck sobre la globalización y descubro esta frase: “Los empresarios han descubierto la nueva fórmula mágica de la riqueza, que no es otra que”capitalismo sin trabajo más capitalismo sin impuestos””. El libro es del 2008, no muy atrás. En el medio de esta lectura, miro la nueva película del grupo Cine Insurgente que estos próximos días va a tener seguramente sus últimas funciones en el Gaumont. Demasiado realista para los momentos que transcurren: la historia de la ciudad de Ingeniero White, a 10 km de la ciudad sureña de Bahía Blanca, puerto y Polo Petroquímico más grande de Latinoamérica. - Publicidad - El documental es duro, pone en permanente contradicción el progreso y el bienestar de la población. Localidades que sufren desde hace dos décadas una creciente desocupación y la contaminación generada por esas empresas que se fueron transnacionalizando, atacando los derechos de los pobladores que en un principio miraron con esperanza la llegada del trabajo. Pero el capitalismo no trae trabajo. Frase contundente si la hay. El desguace de los ferrocarriles y los testimonios de viejos ex trabajadores de los trenes que terminaron donando sus herramientas a uno de los proyectos museísticos más importantes del pais: el Museo FerroWhite; los accidentes laborales producto de la precarización laboral y la falta de seguridad en las plantas que manipulan materiales peligrosos, las madres de los accidentados, la pérdida de la pesca artesanal, base de una cadena económica, Krichmar, Guzzo y Neri, socios conocidos del cine insurgente (Diablo familia y propiedad; El camino de Santiago, Cuba Santa, Seré Millones) eligen el método de las entrevistas a cámara y el montaje probatorio, las imágenes omnipresentes de las industrias, un paisaje de chimeneas que cada vez necesitan menos mano de obra. Esas voces referencian constantemente la avanzada industrial, sobre la tierra y sobre el mar. El dato esperanzador, aunque queda corto, es el debate y la lucha de la gente por restablecer una vida que ya ha sido transformada para siempre.
Petróleo sangriento Desde principios del Siglo XX, Ingeniero White, puerto comercial de Bahía Blanca, es un lugar de afincamiento de muchos inmigrantes europeos. Pero con la instalación de uno de los mayores polos petroquímicos de Argentina, esos tiempos prósperos se transformaron en el centro de un combate de clases, destinado a desentronizar un poder superior al de la gente, el de las multinacionales que se fueron adueñando del futuro, amparadas en el discurso del progreso. Este documental por parte de Fernando Krichmar pone en tela de juicio el concepto de progreso a partir de diferentes entrevistas a habitantes de Ingeniero White, uno de los pueblos portuarios de Bahía Blanca. Pone en evidencia el uso de la política para dar esperanzas de futuro, emprendimientos y el bendito progreso que nunca llegó. Desde los ferrocarriles hasta la instalación del polo petroquímico y multinacionales que se encargaron de generar desmanes ambientales como enfermedades en parte de la población de Ingeniero White. Esto también produjo desempleo en todo el pueblo, dicho por los mismos protagonistas. Krichmar logra alzar la voz por todos aquellos ciudadanos que fueron y son perjudicados por empresas que no les importa el bienestar social sino su propio bolsillo.